#23
ARTE
Avignon
un puente hacia otra forma de ver
Naturaleza muerta sus principios que le fue dando lugar a su extrema sensibilidad y llegó a dejar ver su ser interior a partir de sus pequeñas naturalezas muertas con las que luego seguramente se alimentaria. Frutas, pescados, verduras. Todo pasa antes por el pincel que se apoyaba dulcemente en una tela muy pobre, de arpillera o de cartón hardboard. Sin Newton o Adanes que lo alejaran de su camino, se dejó llevar por esas pequeñas formas cotidianas, de colores lustrosos y sombras brillantes que lo acompañaron en lo cotidiano.
A
que le impida la pintura. Prefiere para eso a sus mujeres, a sus amantes, a sus caballos y a sus toros. Para que enroscarse en la simpleza de una manzana que remite a tantas cosas; mejor, regodearse en su perfume de fruta fresca y acabar con todo. Pero bueno, Picasso en su poesía.
Fijados en la imposibilidad de la manzana. Algunos logran atravesarla, llegar a su corazón y armar un mundo en color y sensibilidad, ruptura, avance. Diomede, por estos pagos argentinos, era un experto en eso de pintar las cosas simples. Todo él era alguien simple. Albañil en
Publicación mensual de distribución gratuita producida por: Taller de Artes Plásticas El Portón Verde
Haiku de las cuatro estaciones
por Walter Pugliese
Picasso no le gustaban las manzanas, o mejor dicho, no le gustaba pintar manzanas. Te encierran en nudo reflejos de realidades, de historias pasadas o ficciones, leyes de gravedad o religiosas. Picasso prefiere comerse la manzana y acabar con todo aquello
DICIEMBRE 2015
Por eso es un buen comienzo pintar naturaleza muerta y quizá también un gran final. Sin meterse en la realidad de las cosas, sin pretender encontrar el color exacto de una manzana madura ni intentar reflejar una verdad que no existe. La manzana es el medio para encontrar esa historia que nos nutre desde el alma. Un trozo
De cuando en cuando las nubes acuerdan una pausa para los que contemplan la luna
de cariño que se escapa de la ventana de aquella casa vieja en la que de niños, jugábamos
con la abuela y a la hora de un descanso, nos olvidábamos de todo por un rato.
Roxana Jacobs. Artista plástica, pintora y dibujante
La segunda mano de Bonnard por Guillermo Saccomanno
A
los ochenta años, Pierre Bonnard, además de hundido en las sombras de la viudez, segregado por la crítica, anotaba sobre la suerte de su obra: “Cuando mis amigos y yo quisimos desarrollar la búsqueda de los impresionistas, intentamos sobrepasar sus impresiones naturalistas del color. Fuimos más exigentes con la composición. Pero la marcha del progreso se precipitó, la sociedad dio la bienvenida al cubismo y al surrealismo antes de que nosotros lográramos lo que nos habíamos propuesto. Quedamos entonces suspendidos en el aire”. Bonnard nunca había sido un artista de ruptura y sus logros, no menores en su modestia, más bien parecen sosegados. Pintaba escenas familiares, paisajes. Se lo había tildado de artista burgués y conservador. Una y otra vez dibujaba y pintaba a Marie Boursin, que se hacía llamar Marthe, y era su compañera de toda la vida. Marthe era una maniática de la higiene. Y Bonnard la registró con pasión en numerosas “toilettes” que recuerdan a Degas. Evocándolo, Raymond Carver le dedicó un poema que supo traducir Esteban Moore: “Los desnudos de Bonnard”. Escribió Carver: “Su esposa./ Durante cuarenta años su modelo./ El la pintó una y otra vez. El desnudo/ de su último/ cuadro, es el mismo desnudo joven/ del primer cuadro. Su esposa./ El la recordaba joven. Los tiempos/ en que
ella era joven. Su esposa, en la bañadera,/ en el tocador frente al espejo. Sin ropas./ Su esposa cubriéndose con las manos/ los pechos duros,/ mirando hacia el jardín,/ donde los rayos del sol desparraman/ tibieza y color./ Todas las especies vivientes floreciendo./ Ella joven y temerosa y excesivamente deseable/ en su desnudez. Cuando ella murió,/ él continuó pintando un poco más./ Fueron algunos paisajes, luego se murió./ Lo enterraron junto a ella./Su joven esposa”. El poema de Carver intenta trasmitir una obsesión, la del tema, Marthe, y sus variaciones, las “toilettes”. La misma obsesión se proyectaba décadas después en otro país, en la literatura de Carver. Sus cuentos y poemas giran en torno del deterioro de las relaciones amorosas, la depresión, el alcoholismo, un crack up social y personal. Al leerlo parece escucharse siempre un electrodoméstico descompuesto. Carver le ha contado en un reportaje a Mona Simpson para el The Paris Review que tras escribir la primera versión de un cuento lo guardaba en un sobre y lo dejaba reposar un tiempo. Meses después volvía a la carga. Lo que explica esa precisión que había aprendido de su maestro John Gardner: “Si lo podés contar en quince palabras por qué no probar si podés hacerlo
en diez”. De lo que se trata, en definitiva, es de no confiar en el impromptu de la inspiración, ese arrebato sospechoso. Tal fue su obsesión que, al publicarlos por segunda vez, eran una versión más afinada que la anterior. De forma tácita, su actitud ilumina su afinidad con Bonnard. Ahora una anécdota que los conecta. Al recorrer un museo parisiense, un guardián se alarmó al sorprender a un viejo sentado frente a un desnudo de Bonnard. El viejo, paleta en una mano, pincel en la otra, trabajaba sobre el cuerpo de una mujer en una “toilette”. El guardián se lanzó a detenerlo queriendo impedir el ultraje. Lo que tardó en aclarar fue que el viejo tenía toda una buena razón del mundo en hacer lo que hacía. Corregía lo que para él eran unas imperfecciones del artista. También tardó en presentarse: Pierre Bonnard. El cuadro sobre el que estaba trabajando era suyo. Mito o verdad, la anécdota tiene su sentido. En especial si se tiene en cuenta una anotación encontrada en uno de los cuadernos del artista, el comentario que le había hecho alguna vez un pintor de brocha gorda: “Mire, señor, en pintura la primera mano siempre queda bien, en la segunda lo espero...”
Avignon
ARTE
un puente hacia otra forma de ver
#23 DICIEMBRE 2015
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DirectorEditorial: Editorial: Director WalterPugliese Pugliese Walter Arte diagramación: Arte y ydiagramación: DG Malena Gaudio DG Malena Gaudio
Vincent Van Gogh
El paseo de Picasso
Cartas a Théo
Sobre un plato bien redondo de porcelana real
y la manzana que gira evoca el manzano
posa una manzana
el Paraíso terrestre y Eva y después Adán
Cara a cara con ella
la regadera el espaldar Parmentier la escalera
un pintor de la realidad
el Canadá las Hespérides la Normandía la Reineta y
trata en vano de pintar
la Api
la manzana tal como es
la serpiente del Juego de la Pelota el juramento del Jugo de Manzana
pero y el pecado original no se deja hacer y los orígenes del arte la manzana y la Suiza con Guillermo Tell tiene algo que decir y hasta a Isaac Newton y da giros en su chaqueta de manzana la manzana
muchas veces premiado en la Exposición de la Gravedad Universal
y hela que gira
y el pintor atolondrado pierde de vista su modelo
en un plato real
y se duerme
subrepticiamente sobre sí
Es entonces que Picasso
suavemente sin moverse
que pasaba por allí como por todas partes
y como un duque de Guisa que a guisa de disfraz usa un farol de gas
cada día como por su casa
porque contra su voluntad quieren hacerle un retrato
ve la manzana y el plato y el pintor adormecido
la manzana se disfraza en lindo ruido disfrazado
Qué idea pintar una manzana
y es entonces
dice Picasso
que el pintor de la realidad
y Picasso come la manzana
comienza a percibir
y la manzana le dice Gracias
que todas las apariencias de la manzana están en su contra
y Picasso rompe el plato
y
y se marcha sonriendo
como el desdichado indigente
y el pintor arrancado de sus sueños
como el pobre necesitado que de repente se encuentra a merced
como un diente
de no importa cual asociación benéfica
se vuelve a encontrar solo frente a su tela inacabada
y caritativa y temible de beneficencia y
con los aterradores engorros de la realidad
caridad y temor
bien en medio de su vajilla quebrada
el desdichado pintor de la realidad se da cuenta entonces de repente de que es la triste presa
Jacques Prévert
de una innumerable multitud de asociaciones de ideas
Traducción de Rosel Albero
“Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra / traspasado por un rayo de sol / y enseguida atardece”. Salvatore Quasimodo, poeta italiano (1901-1968)
Asi es como razono a propósito del lápiz de carpintero. Los viejos maestros, ¿con que habrán dibujado? Desde luego que no habrá sido con un Faber B, BB, BBB, etc., sino con un trozo de grafito en bruto. El útil del que se han servido Miguel Ángel y Durero se parecería más probablemente a un lápiz de carpintero. Pero yo no estaba allá y no lo sé. Sé, sin embargo, que con un lápiz de carpintero se pueden obtener intensidades distintas a las de estos finos Faber, etcétera. El carbón es lo mejor que hay, pero cuando uno se cansa demasiado la frescura se va, y para conservar la delicadeza es necesario fijarlo en seguida. Para el paisaje lo mismo, yo veo que dibujantes tales como por ejemplo Ruysdael, Goyen y Calame, Roelofs, también entre los modernos, han sacado de él un gran partido. Pero si alguno inventara una buena pluma para trabajar afuera, con tintero, el mundo vería quizá más dibujos a pluma. Con el carbón mojado en agua se pueden hacer cosas notables, lo he podido ver en casa de Weissenbruch, el aceite sirve de fijador y el negro se vuelve mas cálido y más profundo. Pero es preferible que lo pruebe dentro de un año, mejor que ahora. Esto es lo que me digo, porque no quiero que la belleza sea debida a mi material, sino a mí mismo. La Haya, Enero de 1882.
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