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El faro: un viaje hacia la locura por Ariadna Ibarra

EL FARO

UN VIAJE HACIA LA LOCURA

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Por Ariadna Ibarra

Una locación lejana; personajes forzados a mantener costumbres o tradiciones extrañas; ruptura en el orden de lo “correcto”; extrañeza… las cosas van cada vez más raras. Son algunos de los elementos que reúne el horror folk. Estando lejos, en un escenario que suele ser un reflejo de la psiquis del personaje, en una época testigo de herramientas muy rudimentarias debido al escaso avance de la tecnología comparado con el actual; este se ve todavía más alienado con su entorno, y debe llevar a cabo prácticas extrañas que terminan desarrollando un caos.

Uno de los exponentes actuales más exitosos de este subgénero es El faro (2019), una película que trata sobre dos fareros en Nueva Inglaterra, en los años de 1890. Estos hombres tienen que convivir durante cuatro semanas, mientras trabajan en el mantenimiento del faro. Ephraim Winslow, quien es interpretado por Robert Pattison, es el nuevo empleado que va a tener que someterse a las órdenes de Thomas Wake (Willem Dafoe).

Este film reúne varios elementos y significados que nos ingresan dentro del inconsciente masculino. Vemos esta cuestión ligada a leyendas que la gente local mantiene, sobre todo en torno a las sirenas y espíritus del mar, extendiendo una cadena de mitos y creencias que regulan las conductas por medio del miedo. Pero mucho tiene que ver con la supremacía del hombre masculino, y los peligros que significa "perder" esa masculinidad.

Empecemos por el principio. La película empieza con Ephraim llegando a la casita junto al faro, que será su hogar durante este supuestamente “corto” período. No es una casa lujosa ni mucho menos, pero mantiene su orden y limpieza. Cuando se dirige a la habitación que ambos comparten, vemos que una columna está en el medio del plano, separando las camas individuales de los personajes, dando cuenta de que no son para nada cercanos pero que además de ello, ambos ponen una barrera entre sí.

“Si la pálida muerte, con agudo temor, hace de las cuevas marinas nuestro reposo, Dios, quien escucha el oleaje, se digne a salvar nuestra alma suplicante”, son las palabras que pronuncia Thomas cuando están por comer, invitando a Ephraim a beber alcohol. El alcohol está muy presente a lo largo de toda la película. Más adelante, Thomas dice que es importante para que los marineros se mantengan vivos y felices.

Un elemento muy presente es la representación de la cordura con una carretilla que contiene leña o carbón. Cuando Ephraim la lleva bastante cargada, se encuentra con una gaviota que no lo deja pasar. Para ahuyentarla, le tira uno de los tronquitos de su carretilla. A partir de eso, su carretilla se va vaciando por varias razones.

Ephraim tiene sueños que lo hacen alterarse. Primero ve a una persona muerta flotando en el agua, después ve a una sirena. El maltrato, sumado a los sueños, hace que vaya perdiendo la cordura.

Su "último" día de trabajo finalmente llega. Antes de irse, tiene que cumplir con sus tareas diarias. Llevando la carretilla cargada otra vez con leña, en medio de la lluvia, ve que hay un cuerpo tirado entre las rocas y enredado con algas. La carretilla se cae una vez más, pero esta vez volcando su contenido en totalidad. Cuando se

acerca a ayudar, se encuentra con el rostro de una mujer, y mientras la va liberando (de más) de las algas, ve que donde debería haber piernas hay aletas. Se espanta y sale corriendo; la sirena ríe mientras lo ve alejarse.

Notablemente, el faro es una representación gigante del falo. Ese faro es la razón por la que están ahí, todo gira en torno a este. Ephraim se la pasa con un cigarrillo en la boca (guiño y más guiños para Freud), pero cuando encuentra una sirena de porcelana escondida en el colchón, lo tira para guardársela. Más tarde va a masturbarse con ella. Aún así, aparecen varias cuestiones que "ponen en riesgo" la heterosexualidad de los personajes. Cuando se emborrachan demasiado, además de pasar por miles de estados anímicoemocionales, terminan bailando entre ellos, algunas veces de manera más alegre, y algunas otras casi llegan a besarse. Thomas llegó a decir a Ephraim que era lindo como un cuadro. Y después Ephraim le pregunta si se siente avergonzado de haber tenido encuentros sexuales con mujeres; Thomas le responde que no, y también le cuenta que abandonó a su mujer y a sus hijos, y que durante todo ese tiempo, la luz del faro había sido más tranquila y leal que cualquier otra mujer que haya conocido.

También hay cuestiones voyeristas en el más joven, dado que espía a su encargado varias veces cuando duerme, pero sobre todo, cuando se masturba.

La masculinidad de ambos también se ve afec-

tada en el sentido que deben demostrarse su hombría todo el tiempo. Por ejemplo, cuando se emborrachan se golpean, o por el hecho de que Thomas manda a Ephraim a hacer las tareas, él dice que no es una mujer para limpiar tanto. No se permiten hablar sobre miedos, o sentirlos.

Anteriormente había mencionado que una gaviota no dejaba pasar a Ephraim y él tuvo que apartarla. Una vez que puede pasar, vemos que intenta subir cuesta arriba por las escaleras del faro, con un barril de gasolina —de algún material parecido al acero—, muy pesado. Esta larga escena, podría ser una representación del Vía Crucis. ¿Con qué cruz está cargando Ephraim? En eso, aparece Thomas, para decirle que nunca entre ahí; no puede pasar a la parte más alta del faro. ¿Por qué es tan especial la luz del faro? ¿Qué hay ahí? Tenemos un indicio muy fuerte gracias a esta escena: Ephraim está en el purgatorio y tiene prohibido el acceso al Paraíso. La parte más arriba es el Cielo, y las profundidades del mar, el infierno.

Pero, volvamos al terror. Thomas le había advertido a su empleado que en las gaviotas habitan espíritus y no hay que agredirlas, y menos, matarlas. Ephraim ve que el agua que sale de la bomba manual sale oscura y va a ver la cisterna. Ahí se encuentra una gaviota muerta dentro de esta, y encima aparece de visita la gaviota que no lo había dejado continuar con su camino anteriormente. A Ephraim le pareció que más valen dos gaviotas en mano que una volando, entonces la tomó por el cuello y en un ataque de ira, la terminó matando. Pero él jamás le cuenta a Thomas, quien se le acerca diciendo que se avecinaba una maldición al cambiar el viento, ya que eso significaba tormentas fuertes y se acercaba el día en que Ephraim debía volver a casa. Me parece destacable cuando Thomas le dice "en este peñasco no hay árboles como en tu jardín", haciendo referencia al oficio anterior de leñador que ocupaba Ephraim. Reconfirmamos que está en el purgatorio y, después de lo que hizo, no hay manera ya de ir al cielo. Ya no puede soñar con el jardín del Edén.

Al final, aparece la imagen del doble. Ephraim no se llama así, sino que se llama Thomas también, pero de apellido Howard. Con respecto a los nombres, “Thomas” fue originado de la designación aramea tōm que significa "gemelo". Quien se supone que era Ephraim, se presenta con el apellido "Winslow", que en inglés podría traducirse literalmente a "ganar lentamente", pero luego confiesa que se llama “Howard”, lo cual puede tener que ver con guardar, ser pupilo, o custodiar. Por otro lado, “Ephraim (o Efraín)”

fue un patriarca bíblico entre los hebreos; se sugiere que su pecado fue la invasión de la privacidad de su padre, mientras él tenía relaciones sexuales, es decir, él los acechó durante el acto.

Thomas viejo, se apellida "Wake" lo cual hace referencia a "despertarse" o "estar despierto". Él le pregunta a Thomas joven cómo sabe si todo lo que estaba pasando era real o si es producto de su imaginación. El origen y el por qué de nuestra existencia es una pregunta muy recurrente en ámbitos filosóficos. Entonces, ¿por qué están ahí? ¿Quiénes son realmente?

Si se me permite dar mi interpretación personal, considero que los dos personajes son la misma persona. Thomas Wake es la voz de la consciencia, quien le obliga a hacer cosas para mantenerse ocupado y olvidar el crimen que cometió. Ambos Thomas mataron a sus compañeros de trabajo y no pueden manejar la culpa. La isla es una representación del inconsciente. La representación de la mente que no encuentra escape y se está quedando sin recursos. Todo es oscuro, frío. Los fantasmas del pasado en forma de gaviotas dan vueltas todo el tiempo, enfrentan a los personajes y los vuelven locos. Los ruidos del faro son atormentantes; la cabeza que no para de pensar también lo es. Después de una gran culpa y/o un gran trauma, ¿cómo se tiene la capacidad de volver a relacionarse con otros? ¿Cómo es posible no lastimarse a sí mismo cuando es uno su peor enemigo? Thomas se volvió un ser miserable que solamente busca excusarse pero no hay nadie que quiera oírle.

La tradición, el folclore de una etnia, nos muestra el horror, el miedo, la debilidad que se oculta en la psiquis humana; podemos decir entonces, que accedemos a ese mundo de leyendas paganas, aterradoras, a través de lo que las demás personas relatan, conocen y practican, presentándose a modo de final. ¿Qué es real y qué no lo es? El personaje se desmorona psicológicamente por culpa de estas prácticas que suelen seguir un orden, ya sea moral o religioso. Esta película nos pone en la situación tan incómoda y desesperante de tener que mirar hacia adentro, de plantearse a uno mismo como individuo y a la vez como parte de los demás, abrumándose tanto, que termina sin poder salir de ello. Es una película para pensar, para entender que la “luz de la verdad” que habita en el inconsciente guarda cosas escalofriantes pero a la vez intrigantes, al igual que la luz del faro y que el fuego de Prometeo: por algo están ahí. Si se te revelaran tus más oscuros secretos a vos mismo, ¿serías capaz de soportarlo?

Ariadna Ibarra

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