MÁRGENES ARQUITECTURA 5: CAMPOSANTO

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MÁRGENES ARQUITECTURA

BIG JOSÉ LUIS GUERÍN PEDRO MATOS GAMEIRO PIRANESSI SANTIAGO SIERRA CLAUS EN KAAN ARCHIPRO ARCHITECTS CEMENTERIOS MARGINALES MYTAKI JIMÉNEZ-BRASA VERTICAL NECROPOLIS ALEJANDRO MUÑOZ MIRANDA PROYECTOS ETSA MADRID UE MADRID CUA WASHINGTON LA ATALAYA DE LUARCA ANI

N5 /12 €

CAMPOSANTO

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EQUIPO REVISTA MÁRGENES ARQUITECTURA NÚMERO 5 Año 2

DIRECCIÓN José Miguel Gómez Acosta + Daniel López Martínez REDACCIÓN José Miguel Gómez Acosta + Daniel López Martínez DISEÑO Daniel López Martínez + José Miguel Gómez Acosta MAQUETACIÓN Daniel López Martínez FOTOGRAFÍA PORTADA Cementerio del Bosque en Estocolmo, Etienne Capelle COLLAGES INTERIORES Daniel López Martínez ILUSTRACIÓN Arquitectura dibujada (Pág. 48) Javier Huecas FOTOGRAFÍA Contenidos Marginales (Pág. 64-65) María José Moreno FOTOGRAFÍA INTERIOR CONTRAPORTADA: Luis O'Valle IMPRESIÓN Gráficas Alhambra (www.graficasalhambra.es) DEPÓSITO LEGAL AL-1418-2010 ISSN 2173-2086 DISTRIBUCIÓN PUBLICIDAD SUSCRIPTORES Y PROPUESTAS DE COLABORACIÓN www.margenesarquitectura.com CONSEJO EDITORIAL Juan Calatrava Escobar, Antonio Jiménez Torrecillas, Víctor Pérez Escolano, Hildigunnur Sverrisdóttir, Alberto Campo Baeza y Luis Feduchi El criterio de los artículos es responsabilidad exclusiva de su autor y no refleja necesariamente la opinión de MÁRGENES ARQUITECTURA. Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de la correspondiente indemnización por daños y perjuicios, para quienes reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la previa autorización.

AGRADECIMIENTOS La muerte y las construcciones que, de un modo u otro, la acogen, han inspirado el presente número de MÁRGENES ARQUITECTURA. Hemos querido presentar la muerte con naturalidad, resaltando la belleza y no el dolor. La muerte como algo misterioso que es a la vez una celebración de la vida. Desde la arquitectura directamente ligada a su liturgia, hasta los símbolos universales que la acompañan. Gracias a todos los que han colaborado en su realización, a nuestros amigos y colaboradores Jose Antonio Ramos Pérez, Luis O’Valle, Alejandro Mateos Ramírez, Francisco Álvarez Lloret, J.C. Beltrán, Raquel Núñez, Francisco Torralba. A Alejandro Reyes por sus dibujos. A Joseph Kun por iluminar Ani. A José Luis Guerín por su amabilidad y una conversación que podría haber durado toda la mañana. A María José Moreno por sus imágenes. A Javier Huecas, por su obra, especialista en la muerte. Gracias como siempre a suscriptores, compradores, seguidores de redes sociales y, por supuesto, a las Escuelas de Arquitectura y sus estudiantes. Gracias a Juan Domingo Santos y a todos los profesores del área de proyectos de Granada por confiar en nuestra labor. A Cristina López por su trabajo continuado en nuestra web. A los traductores, Raquel Carrasco Campos, Manuel Amezcua Clemot, Laura Olavarrieta, Francisco Álvarez Lloret, Pilar Cuadros Muñoz e Inmaculada Barón Carrillo, gracias por vuestra generosidad. A Juhani Pallasmaa, Julio Bermúdez y Greg Upwall por su disposición y facilidades para contactar con los estudiantes estadounidenses. A Etienne Capelle, Alessandro Torresan, Natalie Kwee, Leon L y Eddy Vandenbroeck por su desinteresada y entusiasta ayuda con las imágenes. Y como siempre, a Juan Calatrava, Víctor Pérez Escolano, Antonio Jiménez Torrecillas, Alberto Campo Baeza y Luis Feduchi. Y a la siempre maravillosa Hildigunnur Sverrisdóttir por facilitar la presentación de MÁRGENES en Reykjavík. Así como a Ásdis y Ragnar por llevarla a las librerías de Norteuropa. Queríamos dedicar este número camposanto a la memoria de Mateo, Manuel, Lola, Gabriela, Leslie y Áslaug. Buen viaje. 2


N5_2012

Camposanto 0.1 CAMPOSANTO 01 Sumario 02 Editorial + Collage 04 Muerte Contemporánea 10 Crematorio en el Bosque, BIG 14 Thomas Christoffersen, BIG 16 Cementerios Marginales 22 Casas Mortuorias, Pedro Matos Gameiro 26 Jardín de los Alixares, Jiménez-Brasa Arquitectos 30 Cementerio para los desconocidos, Archipro Architects 34 Crematorio Heimolen, Claus en Kaan Architekten 38 Vertical Necrópolis 42 Velatorio en Murtas, Alejandro Muñoz Miranda 44 Galáctica, Estudio Mytaki

0.2 ARQUITECTURA DIBUJADA 50 MADRID: Ángela Juarranz Serrano_Isla-Cementerio 54 MADRID: Paula Ferruz González_Catedral Oculta 56 EE.UU.: Scott Gillespie + Brandon Moore Capilla Funeraria Aconfesional 58 EE.UU.: Brandon Ro + Michael Steinmetz + Brigid Wright Capilla Funeraria Aconfesional 60 EE.UU.: Patrick Manning + Andrew Baldwin Capilla Funeraria Aconfesional 62 EE.UU.: Maria Julia Escalona Capilla Funeraria Aconfesional

0.3 CONTENIDOS MARGINALES 66 Libros: Thomas Bernhard 68 Legado: La Atalaya de Luarca 70 Nexos: La arquitectura, la muerte y el diablo 72 Marginal: José Luis Guerín 74 Efímero: Santiago Sierra 76 Museo: G.B. Piranesi 78 Viaje: Ani

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EDITORIAL La muerte (incomprensible) en el Museo del Agua de Lanjarón El Museo del Agua de Lanjarón es una toma de conciencia. Un proyecto de atención al detalle que va desde la escala más cercana, la de la recuperación de un antiguo matadero como museo y la renovación de un molino de agua, a la más ambiciosa, la escala del territorio. Un territorio donde el agua, auténtico patrimonio de Lanjarón, se pone en valor como excusa para ejecutar una elegante pieza de arquitectura que esconde, a su vez, una apuesta más amplia: la preservación del entorno natural a través de un itinerario entre el museo y las infraestructuras de agua tradicionales. Se puede rastrear este gusto por atender cada detalle en la escala cercana de lo construido: el reciclaje del antiguo matadero para adecuarlo al uso de museo, la limpieza de las piezas arquitectónicas existentes eliminando las adherencias que dificultaban su lectura, la conexión de dichas piezas con los trazados de la acequia y el río a través de un sencillo sistema de láminas de agua reguladas según el horario de riego, la plaza de sombra de los naranjos, el pavimento inundable de madera reciclada de eucalipto, el pabellón de entrada que, como pieza simbólica de toda la actuación, evoca la cubrición del Manantial de la Capuchina, una construcción del siglo XVIII que albergaba en su interior el primer nacimiento de agua en Lanjarón. Y, sin perder de vista todo esto, se puede también entender la actuación como una apuesta mucho mayor: la lectura, preservación y puesta en valor de un lugar, de un tejido cultural y paisajístico de primer orden, simbolizado en la riqueza del agua. Todos estos valores cercanos y lejanos han tenido, por suerte, un rápido y extraordinario reconocimiento, entre los que cabe des-

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tacar el de la XI Bienal de Arquitectura y Urbanismo de España 2011. Pero más allá de la extensa lista de publicaciones y premios, la claridad de la propuesta del Museo del Agua se hace evidente por sí misma, convirtiendo inmediatamente la intervención en parte de nuestro patrimonio arquitectónico contemporáneo más cercano. Es por todo esto por lo que la presencia de la muerte, en forma de tanatorio, destruyendo la generosa propuesta del Museo del Agua es del todo incomprensible. Es incomprensible que Lanjarón no opte por el valor del agua y de su territorio, encarnado en este Museo, como modo de desarrollo sostenible y de empuje turístico. Incomprensible que el uso de museo se compagine con el de tanatorio, sobre todo en un pueblo pequeño que tiene otras posibilidades para colocar dicho equipamiento si verdaderamente le resultase imprescindible. Incomprensible entender una decisión política que destruye una mirada consciente sobre Lanjarón, su arquitectura y su territorio. Incomprensible que sobre la vida que representa el agua se superponga de nuevo la muerte convirtiendo, como en una broma de mal gusto, el antiguo matadero de animales en tanatorio. Igual que el agua no olvida sus caminos, de manera que vuelve a recobrar sus cauces naturales aunque se traten de ocultar, sólo cabe esperar que la memoria del agua, en un futuro próximo regrese también al Museo de Lanjarón eliminando el incomprensible destrozo que supone el nuevo tanatorio y recuperando así la cordura perdida.


The incomprehensible death in Lanjaron’s Water Museum Lanjarón’s Water Museum is awareness, a detailed project of attention ranging from the nearest scale, the one concerning the recovering of a former slaughterhouse as a museum and the renovation of a watermill, to the most ambitious one, the scale of the territory. A territory where water, Lanjarón’s authentic cultural heritage is valued as an excuse to carry out an elegant piece of architecture hiding, in turn, a larger bet: the preservation of the natural environment through a path between the museum and the traditional water infrastructure. You can track this pleasure for attending every detail in the nearby scale of the buildings: the recycling of the old slaughterhouse in order to adapt it to the use of the museum, the cleaning of the existing architectural pieces removing adherence that complicated their reading, the connection of those parts with the course of both the irrigation canal and the river through a simple system of water layers regulated according to the watering schedule, the shady square of the orange trees, the floody pavement of recycled wood of gun tree, the entrance pavilion which, as a symbolic part of the whole intervention, evokes the covering of the Capuchin’s Spring, an eighteenth-century building that used to house the first water source in Lanjarón. And, without losing sight of all of this, one can also understand the intervention as a larger bet: the reading, preservation and enhancement of a place, of a cultural and landscape weave of this grade, symbolised by water wealth. All these nearby and this distant values have had, fortunately, a quick and extraordinary appreciation, among which stands out the XI Biennial of Architecture and Urbanism of Spain 2011. However, beyond the vast list of publications and awards, the clarity of the proposal of the water museum is self-evident, immediately turning the intervention into a part of our closest contemporary architectural cultural heritage. It is for this reason that the presence of death, as a morgue, destroying the generous proposal of the water museum, is completely incomprehensible. It is indeed incomprehensible that Lanjarón will not choose the value of water and its territory, embodied in this museum, as a way to reach sustainable development and tourist thrust. The use of the museum combined with that of the morgue,incomprehensible especially in a small village with other possibilities to place such equipment if it is proved truly indispensable. It is incomprehensible to understand a political decision that destroys a conscious look on Lanjarón, its architecture and its territory. It is incomprehensible that deaths overlaps life represented by water, turning the old slaughterhouse for animals into a morgue, like a joke in bad taste. As water never forgets its ways, so that it regains its natural course even when we try to hide it, one can only hope that, in the near future, the memory of water will also return to the museum of Lanjarón, eliminating the incomprehensible destruction posed by the new morgue and thus recovering the lost sense. Traducción: Inmaculada Barón Carrillo

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MUERTE CONTEMPORÁNEA Los cementerios, tipología a medio camino entre la ciudad y el edificio, entre el solar y lo construido, entre el lugar y el no-lugar, a menudo han sido relegados de la atención mayoritaria de la que gozan otro tipo de construcciones, como pueden ser los museos o la vivienda, que suele ser testigo esencial de la manera de hacer arquitectura en cada momento histórico. Pero en los cementerios también podemos leer las claves arquitectónicas que definen cada época. Y en ocasiones, de una manera más radical y libre que en otro tipo de intervenciones, ya que la carga simbólica que conllevan estos lugares permite experimentar de una manera muy distinta a la de otras edificaciones. La arquitectura del siglo XX, cuajada de tendencias, cambios, manifiestos, ejercicios estilísticos e ismos, nos ha legado ejemplos de camposantos que han marcado un antes y un después en la

TUMBA BRION

Cementerio de San Vito d'Altivole, Treviso, 1969-78

Carlo Scarpa Imágenes: Alessandro Torresan / Plano: Alejandro Mateos Ramírez

Carlo Scarpa parece recoger al pie de la letra las palabras de Adoolf Loos, “sólo una parte muy pequeña de la arquitectura corresponde al dominio del arte: el monumento funerario y el conmemorativo. Todo lo demás, todo lo que tiene una finalidad, hay que excluirlo del imperio del arte”, para poner en pie una de sus más importantes obras, la Tumba Brion (1969-1978). El proyecto, un añadido al cementerio existente, es la excusa con la que Scarpa reúne, de forma confusa en una primera visión, una gran variedad de elementos y formas simbólicas. Un conjunto de piezas arquitectónicas en las que el ornamento se manifiesta bajo un lenguaje contemporáneo y en las que el papel alegórico de las piezas (la verja, el templo-mausoleo, la tumba-gruta, el agua del estanque) nos remite a un juego secreto. En ellas, la arquitectura se presenta como la suma de episodios, múltiples fragmentos y acontecimientos pintorescos, más como una representación conmemorativa que como un elemento con función real. 6

forma de modelar estos espacios y que, además, han servido de curioso ejemplo para otras tipologías. Carlo Scarpa construye en los años sesenta la Tumba Brion como un ejercicio de posmodernismo ejemplar, plagado de objetos simbólicos en torno a la vida, la muerte y la unión conyugal, donde la relación visual de cada pieza está estudiada a la perfección. Una década después, Aldo Rossi proyecta y ejecuta el cementerio de San Cataldo, donde el posmodernismo, contaminado por un renovado historicismo, da lugar a un espacio metafísico que enfrenta directamente al visitante con la idea de la muerte. Por último, en los ochenta, Miralles y Pinós llevan a cabo el cementerio de Igualada con un lenguaje radicalmente personal, que transita entre lo orgánico y lo deconstruido, abriendo la puerta a una parte de la arquitectura que se creará en años posteriores.


01. Entrada 02. Porche 03. Claustro 04. Puerta de vidrio 05. Estanque con espacio de meditaciรณn 06. Fuente 07. Tumba Brion 08. Panteรณn Familiar 09. Sepulcro de Carlo Scarpa 10. Claustro

11. Capilla 12. Cementerio de religiosos 13. Entrada para los servicios funerarios 14. Patio 15. Hueco en esquina del muro de cierre 16. Acceso al cementerio local desde la capilla

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CREMATORIO en el BOSQUE BIG

Proyecto: The Clearing (El Claro) - Concurso de un Crematorio en el Bosque. Situación: Estocolmo, Suecia. Socio responsable del proyecto: Bjarke Ingels. Jefe de equipo: Thomas Christoffersen. Colaboradores: Topotek1 Art - Adams Kara Taylor Promotor: Stokholm Stads Kyrkogardsförvaltning. Superficie construida total: 1400 m2 Fecha de finalización: Idea. Imágenes: BIG

www.big.dk

El estudio danés BIG es el autor del proyecto para un crematorio situado en un bosque de Suecia. La idea principal de la propuesta era la creación de un edificio de servicios públicos con una presencia religiosa capaz de integrarse en la composición general del Woodland Cemetery (Cementerio del Bosque) de Estocolmo. El objetivo final que se perseguía no era otro que la creación de una red que conectase la nueva estructura con el crematorio y la capilla existentes. El proyecto se compone de tres caminos de llegada, dos de ellos senderos peatonales que se cruzan entre sí, y uno para tráfico rodado. Los dos caminos que se cruzan tallan la topografia creando cuatro cubiertas inclinadas que rodean un espacio vacío e íntimo. Por debajo de dichas cubiertas inclinadas, cuatro espacios interconectados albergan los cuatro elementos del proceso de cremación. Los caminos crean también un pequeño patio con luz natural y aire fresco.

Idea de proyecto

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SUECIA El Cementerio del Bosque de Estocolmo Erik Gunnar Asplund & Sigurd Lewerentz

José Miguel Gómez Acosta Imagenes: Ettiene Capelle

El camposanto nórdico, un inmenso bosque bajo la nieve. Deudor de las tradiciones funerarias escandinavas tanto como del sentimiento romántico de Friedrich, el Cementerio del Bosque se tiende como un animal inmenso dormido a las afueras de Estocolmo. Los edificios son inseparables de su paisaje. Las capillas, los árboles, el crematorio, las colinas y el cielo son los materiales de construcción. Intervenciones sucesivas han ido componiendo el conjunto actual, desde las primeras capillas de 1920 y 1925, con sus elementos clásicos pero a la vez adaptados a la tradición nórdica, hasta el descarnado crematorio con su pórtico de luz tenue. Un inmenso bosque, donde la muerte es la excusa. Donde el contacto con la tierra y el ascenso de los árboles hacia el cielo marcan una espiritualidad universal enraizada en lo vernáculo. El acceso ceremonial, acompañando al largo muro que culmina en una colosal cruz de piedra, nos introduce en un espacio sagrado. La calma del camposanto, no exenta de una cierta melancolía, rápidamente se desdibuja convirtiéndose en algo mayor. Arquitectura y naturaleza se imitan mutuamente hasta despojarse de sus resonancias simbólicas y quedar reducidas a un momento suspendido, ajeno a cualquier juicio, desapegado. La muerte y la vida se imitan mutuamente, indisolubles. Nada se oculta, el hecho de la pérdida se aborda con sencillez. No hay sufrimiento. De

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esta manera el cementerio se disfruta como un inmenso parque forestal, un bosque arquetípico. El cementerio nórdico es un cementerio vivo. Con la imagen de bosque, de parque o a veces de jardín, es un lugar para ser vivido. La actividad humana marca el uso del camposanto. Una actividad ajena a la estricta función ligada a la liturgia de la muerte. Por eso fascinan los cementerios del norte. Por cómo se vive en ellos. En las ciudades son pulmones verdes, paseos en bicicleta o tardes bajo el sol si hace buen tiempo. Y esta acción, sin duda, va unida a la naturalidad de la muerte. La misma con la que se camina bajo los árboles. El Cementerio del Bosque de Estocolmo, que como la ciudad a la que pertenece es tal vez el cementerio más bello del mundo, debe visitarse en invierno, bajo nieve fresca, al atardecer, para dar un largo paseo sin ninguna compañía. Recorrer las capillas, sus asombrosos espacios. Buscar los claros en la arboleda, pisar la piedra del camino. Leer los nombres de las tumbas y tal vez reconocer algún nombre célebre en el paseo. Tal vez para encontrar, casi al marcharnos, al propio Erik Gunnar Asplund, muerto en 1940. Sus cenizas descansan al lado del crematorio. En su sencillo epitafio puede leerse: “Su obra vive”.


Skogskyrkogården. Stockholm’s Woodland Cemetery The Nordic graveyard, a vast forest beneath the snow. Owing as much to Scandinavian funerary traditions as Friedrich’s romanticism, the Woodland Cemetery lies like an great sleeping animal on the outskirts of Stockholm. The buildings are inseparable from the landscape. The chapels, trees, crematorium, hills and sky are all materials for construction. Successive interventions have created the current grouping, from the first chapels in 1920 and 1925, with their classical elements adapted to the Nordic tradition, to the stark crematorium with its dimly-lit portico. An immense forest, where death is the excuse. Where contact with the earth and trees stretching skyward mark a universal spirituality, rooted in the vernacular. The ceremonial entrance, accompanied by a long wall culminating in a colossal stone cross, introduces us to a sacred space. The cemetery’s calm, with a certain melancholy, quickly blurs into something greater. Architecture and Nature imitate each other until both are stripped of symbolic resonance, and reduced only to a suspended moment, isolated from judgement, detached. Death and Life imitate each other, inseparable. Nothing is hidden, the

fact of loss is approached with simplicity. There is no suffering. In this way, the cemetery is enjoyed as vast woodland park, an archetypal forest. The Nordic cemetery is a living cemetery. With the image of the wood, park, or sometimes a garden, it is a place to be lived. Human activity defines use of the cemetery. Activity far from the strict function associated with the liturgy of death. This is why cemeteries of the north fascinate. Why they are lived. In the cities they signify green lungs, bike-rides, or afternoons in the sun if the weather is good. And this activity, without a doubt, links the naturalness of death. The very same that ambles beneath the trees. Stockholm’s Woodland Cemetery, which like the city it belongs to is perhaps the most beautiful example in the world, should be visited in wintertime, underneath fresh snow, at dusk, on a long walk without company. Tour the chapels, their awe-inspiring spaces. Look for chinks of light in the grove, tread the stony path. Read the names on the tombs and perhaps recognize someone famous on the promenade. Perhaps encounter, just as you are leaving, the very same Erik Gunnar Asplund, who died in 1940. His ashes rest to one side of the crematorium. On his simple epitaph you can read: “His work lives”.

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Secciรณn longitudinal

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Funeral Homes Of Alhandra At the most notable point en route between Lisboa and Vila Franca de Xira stands the Alhandra promontory, sanctified by the Church and cemetery. In this place a terrace overlooks the Tajo River, which achieves meaning on a new scale, dominating the surrounding territory to become a reference point. In front of the church is a plaza (or lookout) of irregular formation, the beginning of a staircase which connects the population amongst the slope’s sparse vegetation. The plaza, of primal importance to the area’s organization, is referred to in numerous documents which teach ancestral ways, thus acting as protagonist in the inhabitants’ collective memory. In their very establishment, the Funeral Homes seek to redirect the plaza, by altering their own limits to reinforce overall symmetry, intentionally and ceremonially reorienting the plaza towards the river. The game of death evokes the narrow paths between the graves, and its perennial and dimensional matter. It evokes its definitive character. Quarries, in essence, here serve as a pretext, making it possible to imagine the funeral homes as an enormous block of marble crisscrossed by excavation channels, revealing on their surfaces the scars and blows of imagined carving, drawing cracks and folds that trap the light, create seats or let the light pass through. This process allows the creation of passages where the farewell ritual can unfold and where, for the last time, respects are paid in procession. The passages, entirely marble-lined and of unexpected proportions, formalize the act through their scale, the light, and through the reverberating sound made by footsteps. The sound will then be softened and evened out in the vestibule, the most intimate reception area. The chapels reclaim the grand scale, accentuated by cracks through which light dramatically enters. Here, once again, sound, now amplified by the flooring underfoot, underlines the solemnity of the moment. Continuing through this element is the same wood which forms the pavement and which, twisting around, marks out the seating and doors that organise the room.

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GALÁCTICA Observatorio astronómico en Teruel Estudio Mytaki

Proyecto: Primer Premio GLT_Centro De Difusión y Práctica de la Astronomía

"Galáctica". Teruel 2011. First Prize GLT_Center Dissemination and Practice of Astronomy "Galáctica". Teruel 2011. Arquitectos: Luis Bravo Villasante Kirschberg + David Camilo de las Heras +

Alberto Cobos Álvarez + Manuel Godoy Román + Salvador Navarro Pérez + Luis Villar Pérez Fecha de finalización: Concurso Imágenes: Estudio Mytaki

www.mytaki.es

Para acabar el recorrido por los camposantos, queremos detenernos, mirar al cielo. Las estrellas han estado desde siempre ligadas a un sentimiento de elevación y espiritualidad humana y, de alguna manera, a la muerte. Si existe alguna esperanza de trascendencia tras la muerte, ésta se simboliza en el firmamento. Galáctica es la propuesta del joven estudio Mytaki para el nuevo Centro de Difusión y Práctica de la Astronomía. Según los redactores del proyecto: “La primera premisa que nos planteamos fue la colocación del edificio de telescopios en la zona más alta de la montaña, en su cumbre. La implantación del edificio de usos

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generales circunda el espacio de telescopios, adaptándose a la topografía para provocar el mínimo desmonte posible. Nuestro siguiente objetivo es crear un filtro, una piel protectora que nos deje ver de manera diferente todo lo que nos rodea, y de una manera muy especial el cielo. Una nueva ventana abierta desde Arcos de las Salinas al resto del mundo a través de sus telescopios y su programa arquitectónico interactivo entre diferentes disciplinas. Un conjunto arquitectónico que será eficiente energéticamente, por medio de paneles solares, flexible y multinacional, con áreas programadas y otras libres para actividades diversas, además de contar con un auditorio con una capacidad para cien personas”.


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Separación mínima entre telescopios = 8m

b

Situación del conjunto en el punto más alto de la montaña

Telescopios ubicados en el punto más alto

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Contorno resultante

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Colocación de programa a lo largo del contorno

Adaptación de la forma a la montaña

El resto del programa rodea y protege de contaminación lumínica los telescopios

Sección transversal

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Arquitectura Dibujada E.T.S.A. Madrid / U.E.Madrid / C.U.A. School of Architecture and Planning, Washington D.C., EE.UU.

Javier Huecas: CÍTERE, LA ISLA DEL AMOR, acrílico sobre tela 130 x 195 cm.


Célula de entrada

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Célula de entrada del féretro

Célula velatorio 1

Célula velatorio 2

Célula velatorio 3

Célula de capilla


Secciones

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Imagen de la serie UMBRALES, María José Moreno

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Contenidos Marginales 67


La Atalaya Cementerio de Luarca, Asturias

La Atalaya, Cemetery in Luarca, Asturias “In death, most-feared death, everything is peaceful, everything perfume and breeze like a kiss of light and of silence.” Julio Isidoro Paniagua There is something about the entire western coast of Asturias that evokes the world’s end. Something of the forgotten and of perimeters, something of destiny, of arrival from faraway, and a tiring journey. There is a luminous melancholy, humid and salty, dominated by the dark and endless Bay of Biscay, which composes itself before our eyes in perfect horizons and lingering evenings. There is the smell of green earth which never ceases to make claim on the place, which knows no limits and mixes endlessly with the all-enveloping sea. There is a rocky memory which materialises in ancient walls, in perpetual, unequal struggle with the earth, the incessant water, and time itself. There is a centuries old quietness, tranquil and unchanging, which human footfall manages to transform only feebly before, almost in an instant, it blends into part of the ancient setting. La Atalaya cemetery is all these things, the language of a terrain anchored in an indefinable moment, advancing towards the sea and merging with it, settled on a rocky, green mass which closes, protects and marks out the town of Luarca. Having climbed the wide streets of Cambaral, the epitome of a fishing community living off and for the sea, and having left behind the white, chalky mass of the small settlement, we arrive at La Atalaya, the end of the expedition and a remarkable point in the landscape where sky, earth, sea and the incessant wind merge together. On this cliff tilting towards the horizon, the small, enclosed cemetery stands, the scene revealed in its entirety at first glance – thanks to the entrance, located on the higher level of the grounds – with all the whiteness and order of the recesses, tombs and vaults, the green of the surrounding earth and the intense blue of sea and sky which frame it. The graves are organised in descending horizontal avenues, on terraces which act as the base for an always open and always blue backdrop. Luarca’s cemetery, despite being perfectly defined by its earthly limits, seems in reality to lack something from them. The sensation you experienced while walking through the unusual grounds is one that does not allow you to grow or advance towards emptiness. If traditional graveyards were constructed as totally enclosed perimeters to surround death and the dead, the choice of setting here – playing the monument’s true leading role – brings about the opposite; a feeling of openness, ascension and liberty, which the inevitable view of the horizon continues and demands. In La Atalaya cemetery we can find moderniststyle vaults, which speak the same language as the Indianos’ mansions constructed at the start of the twentieth century in this part of Asturias; the tomb where the remains of Severo Ochoa rest, and those of his wife (“United for a lifetime by love and now eternally linked through death”, reads his epitaph); avenues constructed by rows of brilliant white recesses; funereal sculptures silhouetted against the beautiful Cantabrian sky. But what is special and essential about this space is the spirituality it emits, a spirituality which emanates something as earthy as the place in which it is nestles, rising always towards this seasky which claims it all. Texto e Imagen: Daniel López Martínez Traducción: Raquel Carrasco Campos

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"En él la muerte, la temida muerte, es todo paz, es todo aroma y brisa como un beso de luz y de silencio." Julio Isidoro Paniagua

Hay algo de fin del mundo en toda la costa del occidente asturiano. Algo de olvidado y de límite, algo de destino, de llegada tras el largo y fatigoso viaje. Hay una melancolía luminosa, húmeda y salada, dominada por el oscuro e interminable Mar Cantábrico, que se construye ante nuestros ojos a base de horizontes perfectos y de atardeceres larguísimos. Hay un olor a tierra verde que nunca deja de reclamar su lugar, que no conoce de límites y que se mezcla sin descanso con ese mar que todo lo envuelve. Hay una memoria pétrea que se materializa en muros antiguos, siempre en desigual lucha con la tierra, con el agua incesante y con el tiempo. Hay una quietud de siglos, tranquila e inmutable, que la huella del hombre logra transformar débilmente, para, casi al instante, pasar a formar parte del escenario antiguo. El cementerio de la Atalaya es así, es todas esas cosas, una lengua de terreno anclada en un instante indeterminado, que avanza hacia el mar fundiéndose con él, asentada sobre una masa rocosa y verde que cierra, protege y enmarca el pueblo de Luarca. Tras ascender por las estrechas calles del Cambaral, paradigma de barrio de pescadores en un entorno que vive por y para el mar, y dejando atrás la masa blanca y pizarra de la pequeña urbe, llegamos a la Atalaya, final de paseo y punto privilegiado del paisaje en el que se funden cielo, tierra, mar y viento incesante. En este risco adelantado sobre el horizonte se sitúa el pequeño y acotado cementerio del que resaltan en una primera mirada que lo abarca en su totalidad, gracias al acceso situado en la cota superior del recinto, la blancura y orden de los nichos, tumbas y panteones, el verde de la tierra que lo acoge y el intenso azul del mar y el cielo que lo enmarcan. Las sepulturas se organizan en calles horizontales descendentes, en terrazas que funcionan como primeros planos de un escenario de fondo siempre abierto y siempre azul. El cementerio de Luarca, pese a estar perfectamente definido en sus límites terrenales, parece carecer en realidad de ellos. La sensación que se experimenta al pasear por sus distintos recintos es la de un espacio que no deja de crecer y de avanzar hacia el vacío. Si los camposantos tradicionales se construyeron como perímetros totalmente cerrados en los que acoger a la muerte y a los muertos, la elección del asentamiento de éste, verdadero protagonista del monumento, propicia lo contrario, la apertura, la ascensión y la libertad que la continua e inevitable mirada al horizonte solicita. En el cementerio de la Atalaya podemos encontrar panteones de estilo modernista, que hablan el mismo lenguaje de las mansiones de indianos construidas a principios del siglo XX en esta parte de Asturias, la tumba donde descansan los restos de Severo Ochoa y la que fue su esposa ("Unidos toda una vida por el amor y ahora eternamente vinculados por la muerte", reza su epitafio), calles construidas por hileras de nichos blanquísimos, esculturas fúnebres recortadas contra el hermoso cielo cantábrico. Pero lo especial y esencial de este espacio es la espiritualidad que desprende, una espiritualidad que emana de algo tan terrenal como es el lugar en el que se asienta, siempre ascendiendo hacia ese mar-cielo que todo lo reclama.

Luarca, capital del concejo de Valdés, se sitúa en el extremo occidental del Principado de Asturias. Su cementerio está incluido dentro de la Ruta de Cementerios Europeos.


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