Javier Payeras Entrevista Revista Avant

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Payeras Enamorado de la ciudad y de la cultura AVANT


El narrador, poeta y ensayista es definido por sus amigos como una persona muy culta con un ingenioso sentido del humor. Alguien que jamás esconde una sonrisa o niega un abrazo. Por: Lucía León

Hay días en los que el mundo se viene encima y las tragedias se cuentan por decenas. Los periódicos son el registro del desencanto. Las ganas de salir corriendo aumentan mientras que la confianza se agota. Justo cuando todo parece irse a pique, hay quienes escogen por apostarle a un estilo de vida menos derrotista. Ese es el caso de Javier Payeras, quien ha optado por pelear contra el desaliento. El campo de batalla se libra desde la literatura y la gestión cultural. Quizá para la mayoría de personas, esa lucha parezca ser una causa inútil. Pero también se vale creer que la esperanza es lo último que se pierde. Durante una entrevista en un café ubicado a las inmediaciones del Centro Histórico, Payeras prefiere aferrarse a la posibilidad de ser un tragaluz en esta cotidianidad capitalina al citar a Woody Allen y creer que no todo el mundo se corrompe, pues hay que tenerle fe a la humanidad.

Una infancia solitaria Payeras creció en un barrio lleno de personajes extraños que incluían a hijos de migrantes, pasando por empleados públicos; el «mariguano» de la cuadra, las vecinas que peleaban todos los días y las chamuscas vespertinas. «Nada fuera de lo común», asegura el autor mientras divaga con la mirada a través de la ventana del restaurante. Los primeros años de su vida fueron marcados por una extrema curiosidad intelectual que se acentuaría con el pasar de los años. Los recuerdos escolares no son muy coloridos porque le era imposible encontrar algo en común con sus compañeros. Fue así como se convirtió en un outsider en el que desencadenó el inconformismo y rebeldía de un joven escritor. «Me sentía como los personajes de El Lobo Estepario de Hermann Hesse. Una persona que entra a un colegio donde los maestros imparten clases con todo el desánimo de un bajo salario y debíamos leer María de Jorge Isaacs, por ejemplo. En el momento en que yo crecí no existía un lugar que incentivara mi creatividad», acota. La novela Ruido de fondo es el registro de esa adolescencia triste e incomprendida, que tiempo después se convertiría en uno de los textos más celebrados en su trayectoria. El libro es un punto de referencia para miles de jóvenes guatemaltecos que se han identificado con el autor y que incluso recitan fragmentos de memoria. Uno de ellos es el poeta quetzalteco Marvin García, quien coordinó junto a otros jóvenes escritores el año pasado la octava edición del Festival Internacional de Poesía. En esa ocasión dedicaron el evento a Payeras como una forma de retribuir la influencia que los versos de Soledadbrother dejaron en su formación.

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Crónicas urbanas El autor reivindica su origen de clase para demostrar que se puede escribir desde Guatemala porque aquí nacen historias también. No es de extrañar que Ruido de Fondo, Días amarillos y Limbo sean parte de una trilogía en la que la protagonista sea la ciudad de Guatemala. Payeras define a este espacio como un sitio que «se caracteriza por ser neurótico, pequeño o complejo. Su belleza es dramática y hay que entenderla como también comprendes los contrastes de una persona. No es un lugar apto para turistas ni para gente cursi». La recurrencia a las imágenes urbanas también implica un temor a salirse del marco que conoce y ha vivido. Pero según el escritor Francisco Méndez, esta característica involucra una capacidad para retratar la descomposición social. «Sus obras pertenecen a la literatura del cinismo. No deja santo parado porque en las generaciones pasadas había un compromiso con una ideología, mientras que en la de Javier, existe una forma de atacar a todos los sectores sociales sin dejar más compromiso que con la literatura», añade. Por su parte, Gerardo Guinea comenta que las novelas de Payeras son breves, directas, sin concesiones y construidas con una belleza singular. La narrativa no es el único género en el que aborda a la ciudad. De acuerdo con la poeta Vania Vargas, la poesía del guatemalteco consiste en «una larga serie de anotaciones cotidianas. Una amplia conversación fragmentada con los ausentes. Un tratado sobre la sobrevivencia en una ciudad que ha explorado profundamente en su narrativa. Su poesía es una declaración de fe».

«Un artista es el que todas las noches responde a su pasión y vocación».

El gestor cultural El soporte al arte es otra de sus prioridades. Es por eso que la poeta Vargas lo describe como un artista completo con la capacidad de ganarse el cariño y el respeto de la gente. «Prueba de ello es el enorme apoyo para los artistas que impulsó desde el Departamento de Apoyo a la Creatividad (CREA) antes de que lo dejaran sin presupuesto», puntualiza Vargas. Esa determinación en la lucha diaria es calificada por el artista plástico y poeta Alejandro Marré como un esfuerzo casi de un Quijote que pelea dentro de un sistema burocrático. Su motor ha sido la convicción de que el arte vale la pena. «Además su honestidad brutal es generosa dentro de un mundo tan extraño como el del arte y la cultura», comenta Marré. Payeras planea seguir fomentando el apoyo artístico para que la cultura cobre un peso institucional y político. Asegura que para lograrlo, se debe exigir a la sociedad el respeto del artista. Pero el compromiso debe ser en doble vía, pues esta labor no es para el que renuncia o se dedica al arte según lo que dicte la veleta de su inspiración. Al contrario, «un artista es el que todas las noches responde a su pasión y vocación».

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Formación literaria Payeras no fue a una academia para recibir clases teóricas prácticas en el ámbito de la escritura. Se asumió como escritor antes de decir que lo era, simplemente porque empezó a escribir. «Sin embargo, el talento no es nada. Es apenas el inicio», señala Payeras para luego continuar relatando que su formación empezó leyendo. Un pilar fundamental en ese proceso fue Mario Monteforte, quien se encargó de ordenar su cultura para decirle que no se perdiera; que buscara en qué aspectos era realmente bueno. Conoció a celebre escritor gracias a que Rodrigo Rey Rosa había comprado un poemario firmado por el joven poeta de 23 años y se lo obsequió a Monteforte. Después de haberlo leído, el autor de Donde acaban los caminos se puso en contacto con Payeras. Fue así como surgió una relación entrañable que aún extraña. Francisco Nájera, Carlos Navarrete y Sergio Valdéz también son algunas de las personas que formaron al escritor.

Trayectoria editorial Novela

Limbo, Magnaterra editores (2011). Días Amarillos, Magna Terra-Soros (2009) Afuera, Magna Terra Editores (2006) Ruido de Fondo, Magna Terra Editores (2003), 2da edición, Piedra Santa (2006)

Poesía

Déjate Caer, Editorial Cultura (2012) La resignación y la asfixia, Catafixia Ediciones (2011) Soledadbrother & Relatos de autodidactas, Editorial Cultura (2003) 2da edición, Editorial Germinal (2011) Postits de luz sucia, Editorial Mata Mata (2009)

Relatos

(...) y once relatos breves, Editorial X (2000) 2da edición, Editorial Germinal (2012)

¿Qué viene este año? Esa es la pregunta que Payeras se hacía el día la mañana de la entrevista. La trilogía de la ciudad ya fue concluida y en diciembre del 2012 fue presentado su último libro de poemas. Ahora ha decidido dedicarse a transcribir los textos anotados en un conjunto de cuadernos almacenados en un cajón que está en el cuarto de su hijo y que representan 12 años de trabajo. Quiere escribir ensayos sobre el arte y la cultura que se produce en este momento. Compilar documentos que ha escrito sobre autores jóvenes, música y otros temas estrictamente centroamericanos. También le gustaría publicar sus columnas y se alista para una nueva edición de Afuera. Esta novela fue editada y publicada en 2006 pero volverá a ser lanzada por una nueva editorial. Ese título se hizo acreedor al premio Luis de Lión pero cada vez que el autor regresa a sus letras, le afectan mucho. Termina muy triste pero a la vez se siente orgulloso porque está muy bien escrito. La autenticidad en una obra literaria es un tema delicado. El asunto al escribir es que hay ocasiones en las que mucha gente se siente herida porque a veces hay alusiones personales. Payeras ha llegado a extremos complicados en la narrativa, pues describe situaciones íntimas: «Después me siento chiveado porque son textos que varios chavos leyeron. Me pregunto qué es lo que percibirán de mi. Siento que cuando la gente me ve, penetra hasta el fondo».

Algunos de sus héroes literarios son Jorge Luis Borges, Ezra Pound y Jhon Gardner.

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