Aquarellen

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Aquarellen Número 1 – año 1

Revista literaria y de humanidades


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EDITORIAL

Las artes alimentan nuestro espíritu, la finalidad del arte es estimular la vida, ya lo decía el gran Nietzsche: ―El arte nos ayuda a no morir a causa de la verdad‖ y es que la verdad muchas veces nos atormenta de manera estrepitosa y necesitamos de la belleza del arte para mantenernos vivos, para que la verdad no acabe con nosotros. Pero frente a esta reflexión, la pregunta que nos planteamos es: ¿qué es el arte? Existen visiones, versiones y definiciones variadas al respecto y podemos recordar lo que varios decían. De acuerdo a Andre Guide: “el arte supremo es el que no se deja reconocer de buenas a primeras”, para

Aristóteles “Es aquella producción humana elaborada de

manera consiente” produce el

Sea como sea, la definición, el arte es lo que

ser humano, para expresar sus miedos, alegrías,

inquietudes, alabanzas, amores, desamores, engaños, desengaños y todos los sentimientos que el ser humano siente, vive y sueña. Aquarellen es un espacio para el arte, para la expresión del ser humano. Un espacio para las letras, la música, una vitrina artística para todos aquellos seres humanos sensibles y capaces de plasmar en versos, en música, en ensayos y en variadas formas de expresión sus miedos, alegrías, inquietudes, alabanzas, amores, desamores, engaños, desengaños. Les invitamos, pues a leernos, a disfrutarnos y seguirnos. Aquarellen es la vitrina del arte, el espacio para grandes artistas.

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INDICE

ENSAYOS………………………………………………….…………..……….PAGINA 5 HISTORIA………………………………………………….……..………….. PAGINA 14 PERSONAJES HISTORICOS………………………..…………………. PAGINA 18 ENTREVISTAS…………………………………..………………….……….. PAGINA 23 ANALISIS MUSICAL………………………………………………..……… PAGINA 33 LITERATURA Y POESIA…………………………………………….…….PAGINA 35 GRANDES ESCRITORES DE TODOS LOS TIEMPOS………….PAGINA 43

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ENSAYOS

José Ramón Muñiz Álvarez “El sendero del músico de Wilhemsburgo” “Erich Schagerl y perfil de un embajador de la cultura”

Se ha venido convirtiendo en un tópico la idea de que siempre que se habla de música se piensa en Viena. Las ricas y bellas tradiciones unidas a esta ciudad hacen que sea casi imposible no acordarse de Viena cuando se habla de músicos y de sus partituras. Esta fue la ciudad de los Strauss, Johann padre y su dinastía, pero lo fue también de Richard Strauss, y antes la ciudad de músicos como Schubert y Schumann, de Beethoven y de von Weber, pero también fue, en parte, la ciudad de Mozart y la de Haydn. Además, la particular historia de Austria hace que las tradiciones cultas sean remisas a perderse, como ya ha sucedido en otras naciones. Los austríacos, amantes de lo suyo, capaces de mantener lo mejor de los tiempos de otros siglos, mantienen una rica tradición, de modo que el grueso de compositores cultos todavía no se ha agotado, siguiendo una línea hasta nuestros días desde Gustav Mahler, que, pasando por las piezas más ligeras de Robert Stolz, llegan a la expresión de sensaciones más profundas en obras contemporáneas, como la ópera ―Nora‖ del señor Albin Fries. Pero sería una injusticia decir que solamente Viena respira música, pues sabido es cómo gusta la música entre todas las gentes de cultura alemana, especialmente en Austria, de modo que Viena no es un fenómeno exclusivo. Los Alpes, con sus inviernos duros, por ejemplo, amenizan las horas de encierro en el hogar con los cantos característicos, y esto no es muy distinto en la Baja Austria, de donde el profesor Erich Schagerl es oriundo. Hablamos de un marco en el que la gente ama la música, vive entre música, saborea la música y se moriría sin

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música, no sabiendo nadie precisar si están locos por la música o si es que se volverían locos si no la tuvieran. Un ámbito de cultura semejante es esencial para que la buena música florezca, y así toda Austria, Viena también, brindan sus mejores músicos a la vida cultural y musical más envidiable de todo el planeta.

No tendría sentido, por supuesto, hablar del profesor Schagerl, primer violinista de la prestigiosa Orquesta Filarmónica de Viena, o de las actividades de Philitango, eludiendo la condición melómana de este maravilloso país que entiende su existencia en términos musicales. Por lo tanto, nuestro amigo Erich es un hombre inmerso en la cultura de esas ciudades de la Austria profunda no alpina y de la capital del magno Imperio Austro-Húngaro, capaz de asumir la rica mezcla de músicas distintas que han aportado su particularidad a este espíritu tan variado y tan centroeuropeo. En él sería imposible una música sin alma, pues todo lo que emana de estas tradiciones es, en el buen sentido de la palabra, profundamente tradicionalista y nacionalista. No en vano, es aquí donde Lanner primero y luego los Strauss elevaron a mayor grandeza el vals de origen campesino, pero es este el suelo de una unidad de reinos diversos que conjuntaba músicas magiares y eslavas: la tierra de Smetana, de Dvorack o de Litsz, sin olvidarnos de un Brahms que, habiendo nacido en Hamburgo representó bien el alma de los gitanos de Hungría en sus danzas, tomadas del folclore de una Bohemia entonces húngara y austríaca. Una tierra que puede describirse en partituras, posiblemente, pues se dice que Mahler siempre decía que su música estaba inspirada en el paisaje, en la tierra, y el viejo director de orquesta, aunque no naciera en la misma Austria, habría sido, en efecto, el paisajista musical oficial de ese tan hermoso país. ¿Por qué, entonces, iba a ser extraño que esta tierra siguiera dando, como la tierra que da sus más extrañas floraciones, el fruto de gentes tan cualificadas que pueden formar parte de los conjuntos musicales más exigentes, ser excelentes intérpretes y compaginar esto con la difícil labor creadora de dedicarse también a la composición? El amor a los valses no es cosa del pasado todavía en esa Austria hermosa que, a fuerza de mantener sus herencias, se hace más bella, más inverosímil y ancestral, más propia, más ella, mientras el resto de las naciones (Alemania incluida) se precipitan a la ruina cultural de la pérdida de las identidades y de las esencias, sin las que un país pierde lo que es. En Austria, como los bosques caduceos al llegar la primavera, siempre es posible que, pasadas las modas efímeras y de mal gusto, lo de siempre renazca, porque nunca serán olvidados los más grandes, ya estemos hablando de un Hugo Wolf o de un Antón Bruckner. ¿Es que los austríacos están locos o se ha vuelto loco el resto del mundo? En cualquier caso, en Austria nada malo sucede a costa de ese amor por lo propio, y es preciso que no nos despisten aquí los azarosos malabarismos con los que ha jugado una historia más reciente, pues, si bien estos son tiempos de globalización, de unificación y de fuerzas centrípetas que nos llevan a estadios de ruina económica, de inestabilidad y desórdenes, los buenos austríacos conservan su pasado, su amor por sus costumbres, todas sus tradiciones a costa de su febril romanticismo, que, lejos de ser una locura, hechiza a quien, curioso, se asoma a ver lo que sucede ahí, como quien, asombrado, tras escuchar ruidos, mira por la ventana lo que está sucediendo en la calle. La música sobresale en Austria, no cabe duda, sin que por ello se hayan dado mal otras artes, y así es justo hablar de nombres relevantes, unidos a tendencias románticas y

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modernistas, como Stephan Zweig o como von Hoffmansthal, en los cuales podemos ver que la poesía no hace malas migas con la música, siendo así que la poesía es la hermana pequeña de la música, la música que se ejecuta por medio de la palabra, convenientemente musicalizada. Esto condiciona poderosamente la personalidad de los vieneses y de los que se han ido a vivir a la capital de la república alpina, donde el mundo de la poesía confluye constantemente con el plano musical, no solamente en el arte de los lieder, tan popular en los territorios de expresión alemana y en toda Austria más. ¿Acaso no es este el lugar al que peregrinaron los mejores poetas italianos para hacer los libretos de un Mozart? Posiblemente los vieneses y el resto de los habitantes de lo que ellos denominan Österreich han perdido el juicio, pero toda esta pasión por la música, la poesía y lo romántico es algo que se ha de considerar, más que una locura enfermiza, una enajenación envidiable, una locura privilegiada para quienes forman parte del devenir cotidiano de una de las ciudades más importantes de la vida cultural de toda Europa. No deja de ser curioso que los primeros psicólogos, atentos a la cura por la palabra se dedicasen a ahondar en los aspectos más morbosos del inconsciente, en vez de celebrar un desvarío tan bello como hermoso, tan digno, en todo caso de ser alabado. Pero, volviendo a la música, tiene la pasión musical de los austríacos una explicación evidente, ya que esta es una zona donde los vientos pueden ser inclementes, el frío inhóspito, las temperaturas bajas. La necesidad de quedarse en casa durante las largas tardes de la invernada llevaba la vida humana a una especie de estadio letárgico solamente soportable si la música era interpretada en el marco de la familia. La costumbre de tocar juntos vinculaba a los miembros de la familia, ayudaba a soportar las pesadas horas de encierro. Y, en una nación así, una monarquía culta, nada ensimismada, pendiente de las novedades más llamativas del mundo alemán y no alemán (Italia y Francia, luego los países eslavos) llevó a sus súbditos ese culto por lo musical, que siempre es divino y a la vez humano. Y, volviendo a nuestro amigo Erich, hombre de gran cultura, que domina perfectamente la lengua inglesa a la par que la alemana, no se limita a tocar el violín con la perfección esperable en los más inspirados ángeles del cielo, pues su maestría llega al dominio de otros instrumentos como el saxofón y su amor a la música le permite ser amante del tango argentino más desgarrado o del jazz improvisado por los negros de la lejana tierra americana. Por eso ha podido liderar a otros músicos y formar el conjunto Philitango-Wien, siguiendo una tradición vienesa de la Filarmónica que remite a los tiempos en que también Arnold Rosé, o Rosenblume, que tal era su nombre verdadero tenía su propio cuarteto (tanto Rosé como Fritz Kreissler son para este hombre grandes referentes). Philitango-Wien, en todo caso, es un conjunto destinado al tango, a la música de Austria y Viena, a la música del mundo entero. El repertorio de Philitango recorre, desde los tradicionales tangos argentinos que narran la historia de una amor desgarrado, en un ambiente sórdido y a la vez sensual, pero sin letra, dejando que los afilados cuchillos de la desazón sugieran la tragedia que no se dice, hasta los clásicos valses de Strauss, sin olvidar genios de todo el orbe, como lo son Jules Massenet, Elgar o las famosas danzas a modo de ―Czàrdàs‖, que vienen a recordar esos sabores propios de las etnias gitanas o zíngaras, repartidas por países como Hungría, Rumanía y Bulgaria. Es el puro estilo filarmónico vienés (como sus componentes) llevado, en este caso, a un gusto personal tanto en lo que es el repertorio, sabiamente arreglado por el maestro Erich Schagerl, como en lo interpretativo, demostrando una profesionalidad que deja perplejos a los expertos.

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Sin embargo, el alto nivel que Herr Schagerl demuestra como artista no quita nada de protagonismo a su alta calidad como ser humano, que ha sido definido muchas veces por sus conocidos como un ser excepcional y una persona excelentísima, pues el músico de Wilhelmsburg, además de ser en su trabajo un perfeccionista, conjuga su labor con una vida familiar tan rica como lo es su vida social, entre los amantes de la música y los amigos, que no pueden menos que rendirse sinceros a la amabilidad y condescendencia de este hombre, abierto siempre, dado su carácter, a pesar de lo gravoso que tienen las altas responsabilidades de su oficio, porque un músico de su altura en Viena debe defender un gran compromiso en cada uno de sus quehaceres. Particularmente, pensamos que sería una injusticia tremenda pasar por alto algo tan importante. Dicen que los austríacos son grandes amantes de su tierra, y claro está que lo son: lo son de todo lo que existe en el marco geográfico de su nación, pero lo son también del lugar en el que nacen y se crían. Los que se van a la capital siempre sienten la llamada de la comarca de la que proceden, no pudiendo desprenderse del afecto al lugar de la niñez, que nunca dejan del todo. Muchos turistas viajan por el valle del Wachau, disfrutando de una panorámica natural privilegiada, viendo, desde la borda de un barco que navega las aguas danubianas, colinas y parajes poblados, salpicados por pueblos pequeños, por restos de las murallas de viejos castillos (en uno de ellos dicen que padeció cautiverio, al regreso de las cruzadas, el mismo Ricardo Corazón de León, el rey de la leyenda de Robin). El maestro Johann Strauss hijo es, sin duda, uno de los grandes compositores de toda Austria, no solamente de Viena, y una de sus partituras más populares es ―El Danubio Azul‖, obra cuyo título se pierde por lo poético, pues, a pesar de ser hermosas, las aguas del Danubio no son, en verdad, azules, dado el tipo de suelo por el que el río discurre. La luz no es siempre la misma y esto altera de un día para otro los colores que reflejan los mares, los ríos y los lagos, pero, en el caso concreto del Danubio, sus aguas oscilan entre tonos veredosos y un pardo tirando a ocre que puede parecer oro a contraluz. El hecho de ser o no azul tiene que ver más con la idea de una imagen poética, pues el color no azulado del río en ningún momento le resta belleza, adornado además por el verde de las orillas. Es un viaje agradable que, desde la legendaria Viena, nos acerca, desde luego, a la zona de una de las más bellas zonas de Austria: Sankt Pölten. Es la capital de la Baja Austria (Niederösterreich), y en su demarcación encontramos la ciudad natal de nuestro músico: Wilhelmsburgo (Wilhelmsburg). No cabe la menor duda de que una vida es un paseo por los paisajes que uno recorre, y aquellos a los que está unido nuestro buen amigo Erich son nombres como Wilhelmsburgo, Sankt Pölten o Traisen, lugares que tienen, en los dur os inviernos austríacos, un sol débil en el horizonte de llanuras y colinas intensamente verdes, salpicadas por viñedos, arroyos y bosques que enseñan una belleza idílica tan acorde a lo que existe en el alma de los buenos pueblerinos de estas comarcas. Allí aparecen el bosque caduceo y las coníferas, poblando con intermitencia extensiones en las que existen ciudades y aldeas. El sabor del Riessling de lugares tan conocidos como Dürstein, invita, con las escarchas, los granizos y las ventiscas, a la reunión familiar y amistosa en los hogares, cerca de la chimenea, compartiendo la conversación y las notas musicales de un trío o de un cuarteto que se deja saborear en la intimidad. Pero también está, junto a tanta música de cámara, la ópera, las grandes representaciones y las exquisiteces sinfónicas, la música religiosa, que es la música religiosa de los pueblos y la música de la corte, porque, si bien Austria no es ya una monarquía, existe todavía una capilla musical de palacio instalada en el Hofburg, a la que Erich y otros componentes pertenecen, lo que es todo un orgullo, dada la antigua tradición en la capital de

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dicha nación, para estos músicos. Pero quién pudiera conocer de primera mano esto que parece una aburrida lista de tópicos, y que, sin embargo, es capaz de elevar el pensamiento, inspirando los mejores anhelos y los caprichos más sibaríticos. Porque ello convida a vivir. Podemos, entonces, imaginar cómo creció Erich Schagerl en un ambiente donde las canciones campesinas confluyen con lo mejor de la música culta, algo que es posible solamente en su hermosa nación. Pero podemos verlo también en Viena, tocando musicas de los más grandes maestros que triunfaron en esa ciudad: Viena es sobre todo la Viena de Strauss y su dinastía, pero lo fue de Kart Michael Pammer antes de serlo incluso de Lanner, y es la zona donde gusta la música de Zieherer, Hellmesberger, Josef Bayer y otros compositores de la ciudad. Pero en Viena triunfaron otros músicos, porque fue la Meca a la que peregrinaron compositores de todo el dominio imperial (Suppè o Lèhard, sin ir más lejos). En este ambiente más cosmopolita, una de las piezas que numerosas veces ha interpretado es una composición procedente de una opereta: ―Frasquita serenade‖, una serenata muy vienesa de un compositor húngaro que tiene asunto español, en este caso (no debemos olvidar que la música de la república alpina tiene numerosos guiños a la zarzuela, eso que los alemanes llaman opereta española, asociándola a uno de los géneros que más éxito tuvo con el singspiel). No cabe duda, por lo tanto, que toda esta efervescencia cultural tenía que influir en el destino del músico, de manera que sus composiciones son también una inspirada recreación de esa Viena finisecular y esa Austria que rebosa felicidad a través de los cantos. Porque, el músico que toca violín y saxo como un verdadero virtuoso (también ha formado parte de los ―Virtuosos de Viena‖, conjunto formado por músicos de la Orquesta Filarmónica de la ciudad), es arreglista (destáquese su labor en el conjunto ―Philitango-Wien) y compositor, y sus músicas han sido muchas veces un sentido homenaje a los grandes directores de orquesta bajo cuya batuta toca. No olvidemos que una de sus composiciones parafrasea dos piezas muy populares (el ―Danubio‖ y ―Cumpleaños feliz‖) para homenajear a un Nikolaus Harnoncourt cumpleañero que lo vio desde el podio de la orquesta, dirigiendo a sus compañeros de formación. La vida de nuestro amigo es, por lo tanto, la vida de un hombre importante, de un auténtico embajador de la cultura, presente en las actividades de la ciudad y ante grandes y reconocidas celebridades, entre las que, por citar alguna, se puede hablar de Stephen Hawking). Pero la vida de Erich, sin limitarse a Austria y Viena, se ha derramado a lo largo y ancho del mundo, por lugares de América, de Asia y de Europa, sin olvidar el continente australiano. En sus giras con la famosa orquesta de Mahler y de Hellmesberger, Erich ha hecho profundas amistades y ha recibido la admiración de personas de las más diversas razas y nacionalidades, siendo, como lo son siempre los miembros del prestigioso conjunto sinfónico, uno de los grandes embajadores de Austria y de la Viena en la que vive en la actualidad. Y no es debido esto solamente a lo grande de su talento, fuera de toda discusión, evidentemente, sino también gracias a las bondades de su carácter, abierto y generoso con las gentes que aman la música y sienten simpatía verdadera por ese mundo cultural tan entrañado en lo que había sido anteriormente la capital del imperio que se desplomó con la Primera Conflagración. Tras estas palabras introductorias, queda solo agradecer a Erich su generosidad, su amistad y la condescendencia demostradas, características muy habituales en una persona para nosotros tan grata. Porque decir ésto es más que expresar un sentir personal, es expresar los sentimientos de mucha gente. Y, como es natural, él lo sabe.

José Ramón Muñiz Álvarez

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HISTORIA

“SOBRE EL ESPÍRITU HEROICO DE COVADONGA Y SU LEYENDA” por Mª José Mattus Aguirre y José Ramón Muñiz Álvarez

―No, non debe il disonore fronte Ispana mai macchiar‖.

―Pelagio‖ Marco d’Arienzo (libretista)

La prehistoria asturiana presenta un espacio temporal amplio en que los habitantes de la zona dejan testimonios de su existencia en las cuevas. Las cuevas debieron ser refugio de la lluvia y de los animales para las gentes de aquellas sociedades primitivas que solamente habitaron las partes más externas de estas cavidades, entrando solo en el interior por razones religiosas. De ahí que hayan quedado las pinturas rupestres. Cuando tenemos que hablar de los hallazgos de este tipo en Asturias, sobresalen diversas cuevas, como las de Tito Bustillo, la del Buxu y algunas otras. También de tiempos prehistóricos es el llamado Ídolo de Peña Tú, que presenta unas figuras extrañas al parecer humanas y que es un monumento prehistórico de un alto valor. A esto se suma la proliferación de una cultura ancestral megalítica que también es parte de ese pasado remoto y desconocido que sirvió de antesala a la protohistoria.

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La protohistoria es una época en la que una civilización que desconoce la escritura pasa a estar documentada por una civilización vecina. Es una situación en la que los historiadores reciben una documentación que es redactada por terceros, por lo que su fiabilidad es menor. Pero se subraya además un hecho: la historia recogida en esta fase se conoce a través e fuentes insuficientes. Roma conquistó un vasto territorio y presentó la protohistoria de muchos de los pueblos que fue conquistando. Son los romanos los que nos permiten saber cosas de pueblos vecinos: helvecios, belgas, galos y demás. De no ser por la documentación que dejaron los romanos sobre esos pueblos no sabríamos nada. Los autores de estas fuentes suelen ser historiadores y geógrafos que dan documentación bastante exacta, pero partidista, siempre al servicio de Roma. Otras veces se trata de comentarios militares, como es el caso de los ―Comentarios militares sobre la Guerra de las Galias‖ de César. En concreto, hay muchos autores que escriben sobre la historia de Asturias en época de Augusto. Augusto fue el dominador de Hispania, por más que los romanos iniciasen antes la colonización peninsular. La colonización fue una consecuencia de las Guerras Púnicas, con los Escipiones, que venían a combatir a los cartagineses. Roma entró en el interior siglos más tarde para licenciar a los veteranos de guerra, como lo prueba la toponimia: Emérita Augusta era la ciudad que tomaba nombre de los eméritos indemnizados con tierras, al no haber con qué pagar. Las continuas algaradas de los norteños son lo que anima a los romanos a entrar en la cornisa del Cantábrico. Era una zona que, de otra forma, no debería haberles interesado: era húmeda y pobre, y sus habitantes estaban, al parecer, menos civilizados. De suelo astur escriben historiadores romanos y griegos que no comprenden bien la situación cultural de la zona. Uno de ellos es el más representativo: Estrabón. Estrabón era un geógrafo griego. Recorrió el Imperio Romano para procurarle a Augusto información. Su labor le llevó casi toda la vida. Hacía viajes, yendo a las zonas para proporcionar información de primera mano. Empezó por la zona de Oriente, muy rica y exuberante. Ya cuando quedaba escribir sobre el Oeste era muy mayor y cambió el método: entrevistaba a personas que habían visto estos lugares y pedía información sobre las costumbres de los habitantes de cada zona. La zona más a Oeste del Imperio Romano era Hispania, y esto es indicativo: la información dada por Estrabón es menos fiable al final de su vida por recoger rumores y no testimonios reales. Escribe sobre toda la zona peninsular y describe también a los habitantes norteños, hablando de las tribus astures como de gentes de cultura celta; pueblos celtas, por cierto, cuyas costumbres explica sorprendido porque estas gentes practican hecatombes, la covada, hacen pasta de dientes con su orina… No siempr e nos transmite la verdad Estrabón, pero en otras ocasiones es una de las mejores fuentes. La época a la que nos referimos es la de la romanización, y los romanos, al entrar en Hispania, hayan pueblos distintos. Los pueblos de la zona noroccidental están definidos como la síntesis de un sincretismo de dos gentes: los autóctonos, tal vez los descendientes de la cultura del megalitismo, y los venidos de otras zonas de Europa, pueblos indoeuropeos que son portadores de la cultura del hierro, procedentes de la Europa Central. Estos pueblos son lo que se ha dado en denominar cultura castreña. Pero, si bien los castros existen desde antes de la llegada de los romanos, con estos se muliplican, porque los romanos saben que es mejor obligar a los pobladores a asentarse y tener localizados a estos curiosos montañeses, tan agrestes y levantiscos. Los castros son en realidad poblados fortificados en los que se podrían distinguir partes: una muralla, dentro de la cual hay un recinto para viviendas, graneros y para estabular ganado en distintas pallozas; una acrópolis o satuario y una especie de termas con ―caldarium‖ y ―frigidarium‖ que pueden ser costumbre no debida a Roma, dado el origen de muchos de los pueblos portadores de la cultura del hierro que vienen de Europa Central.

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La romanización de la zona fue escasa: no era una zona que estuviera e una posición buena para el comercio. A los romanos les interesó en la zona que definieron como Asturias (transmontana y cismontana) el oro presente en los ríos, en Orense y en las Médulas del actual Bierzo. Los habitantes del lugar estaban sometidos al poder romano, pero recibieron una romanización escasa. La introducción de la lengua latina alcanzó seguramente a muy pocos habitantes: los hijos de la aristocracia local que Roma supo respetar. Pero la verdadera latinización vino de la mano del cristianismo y de los evangelizadores. Son escasas las villas romanas y, básicamente, la gente sigue viviendo en el marco cultural anterior. De hecho, no es extraño que sobrevivan los cultos paganos autóctonos, mezclados a los romanos, según muestra la toponimia de Asturias, que conjuga nombres de dioses propios y debidos a la introducción de la religión de Roma. Se estaba formando la población que se logra de la mixtura de las razas astur y romana. Pero esta síntesis no queda aquí, porque, con la caída del Imperio Romano, entran en escena otros pueblos, que son los llamados pueblos bárbaros: ávaros o avaros, suevos, vándalos y godos… Era el salto hacia una época distinta: el medievo. El ejército romano lo debía todo a su disciplina y organización. No existe razón para pensar que el ejército de Roma fuera capaz de dominar el mundo siglos antes y no poder contener las hordas de bárbaros. El mito cayó debido a que el Romanticismo se ha superado y sabemos bien que los bárbaros aprovecharon simplemente el caos y la división a la que Roma había llegado en aquella época por razones estructurales internas que no es el caso discutir aquí. Los romanos no podrían haber resistido el empuje de esos pueblos según leyendas románticas, pero lo cierto es que la ruina romana vino desde dentro. Los pueblos germánicos que llegan son diversos, pero se imponen los godos. Los ostrogodos invadieron Italia y los visigodos invadieron España. Sin embargo, al pensar en estas gentes no podemos imaginar a una tribu germanófona que se impone: no hablaban ya su lengua originaria (gótico), sino que hablaban latín, un latín que estaba marcado por el sustrato de lo anterior, eso sí (nos fiamos aquí de Menéndez Pidal). Ahora bien, nos interesa saber exactamente quienes eran los godos. Estos eran pueblos que servían a Roma y que se ponían al servicio de Roma como mercenarios. Ya era una práctica habitual desde Armiño (el Herman que causó el desastre de Quintillo Varo en Teutoburgo) que los germanos fueran contratados como mercenarios. De ahí su grado de latinización. No podemos suponer que los godos fueran un pueblo tan rudo e inculto como se quiso suponer en el siglo XIX. La llegada de esta gente supone la dominación de la población hispanorromana en las zonas que ellos dominan, que no es todo el suelo peninsular. Los reyes godos dominan casi toda España desde la sede donde estaba del reino: Toletum o Toledo, ciudad que volvería a ser capital más adelante. Pero hay reyes que organizan levas para combatir a los vascos, los astures, los cántabros o los galaicos (Wamba y Sisebuto), porque no están sometidos y no pagan impuestos. Esto es importante para entender los focos de resistencia en el norte a la llegada de los árabes: no acostumbrados a pagar impuestos, rechazan aceptar la autoridad del valí enviado desde Córdoba, no quieren pagar, a diferencia de los hispanorromanos dominados por los godos, que pagaban impuestos más altos. Al llegar el moro, perciben que están menos oprimidos porque son menos los tributos que les piden. La caída de los godos es lo que explica la llegada de los islámicos a suelo Europeo. Es preciso analizar entonces una leyenda: la de Rodrigo. Esta es la que explica las corrientes de propaganda de los bandos rodriguista y vitizano tras la batalla de Guadalete, que pone fin al poderío godo. La batalla de Guadalete sería el centro de una leyenda que recoge el romancero, recuperando una historia que se conserva gracias a Pedro del Corral: la ―Corónica Sarracina‖ o ―Crónica sarracena‖. Según esta historia hubo varias cosas:

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1-. Rodrigo estaba destinado a perder España porque quebró las cadenas de la Torre de Hércules (Toledo), en vez de seguir la tradición. 2-. Rodrigo manda al obispo Julián Opas a Ceuta para alejarlo y gozar de su hija, a la que viola. 3-. La Cava escribe una carta a su padre, diciendo que el rey la ha desflorado. 4-. Se produce la traición y el obispo lo prepara todo para que los árabes invadan el patrio suelo. 5-. Don Rodrigo deja de ser rey de España en Guadalete, tras la batalla busca un lugar donde esconderse y un ermitaño lo ayuda a morir: lo mete en un nicho con una culebra que lo pica en las partes con las que pecó. Con esta leyenda los vitizanos intentan justificar la entrada de los islámicos: estos fueron traídos por los hijos de Witiza para combatir al rey Rodrigo, que había desplazado a estos quedándose con la corona (eran muy usuales los casos de morbo gótico, que daban lugar a estas guerras civiles). La corona fue la causa de una disputa en la que los witizanos traen como aliados a los islamitas, pero estos vienen como mercenarios y terminan por ser conquistadores. Pelayo fue, según la tradición, el primero de los reyes de la monarquía asturiana. Se discute en realidad si Pelayo fue o no fue un rey, y es posible que lo eligieran rey los que lo nombraron primeramente su caudillo contra las tropas del valí Muza o Munuza. Pero esto no está constatado. Pelayo es en realidad Pelagius, que es nombre latino y no godo, lo que hace pensar en un hombre autóctono de Asturias, vinculado a la costa y al mar. Sin embargo, la tradición nos lo presenta espatario del rey y como hijo de Fáfila o Favila (nombre que tuvo luego su sucesor), de origen godo. Es muy posible que Pelayo no fuera de origen godo y que perteneciera a la nobleza local asturiana. Sería incluso lo más verosímil, pero un origen godo para Pelayo no deja de ser imposible: los nobles godos solían refugiarse en tierras asturianas, huyendo del avance de los arábigos. Es muy probable que haya sucedido que los descendientes de Pelayo, viendo que eran los gobernantes de una monarquía en origen electiva, quisieran hacerla hereditaria, para lo que necesitaban una leyenda: la monarquía asturiana era la heredera de la goda, y tenía una misión, que era la de reconquistar territorio al vil sarraceno. Además, según esto, se impondría una alianza entre la religión cristiana y la monarquía de Asturias: el proceso de evangelización no estaba terminado en la época en la que la monarquía tenía su sede en Cangas de Onís (la época más temprana). No en vano, la iglesia de la Santa Cruz está en un lugar donde todavía se levanta un dolmen que, curiosamente, está en el interior de la iglesia. Ésto es muy indicativo: la evangelización venía por fases: 1-. La población creada desde antes de la romanización veía valor religioso en las estructuras megalíticas: fueron sagradas para los que las levantaron y para los que vinieron detrás, que, en las nuevas religiones que se imponen, mantienen esos cultos por sincretismo. 2-. El pueblo se reúne allí para sus cultos y el evangelizador debe ir donde están todos para tener un auditorio al que contarles cosas del nuevo culto a implantar. Sería tolerante hasta convencer a la mayor parte de la población. 3-. Convencida la mayoría de la gente, siempre queda vinculada al paganismo de las viejas religiones una minoría a la que se persigue: se les quema en hogueras como brujas. (Pero la

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costumbre de quemar a los reos, fueran ladrones o prisioneros de guerra, es precristiana y de origen indoeuropeo). El origen de Pelayo, su ascendencia goda, podrían ser una trampa política que sirviera para afianzar la idea que propugnaba una monarquía elegida por un Dios verdadero para restituir a España y expulsar a los islamitas. Pelayo, de hecho, es un personaje que pertenece, a la par, a la leyenda y a la historia, pues, no e vano, hasta es el personaje de una bella ópera italiana del XIX: todavía se consrva y ha sido representada en Gijón la ópera ―Pelagio‖, con música de Saverio Mercadante y libreto de Marco d’Arienzo, que pone en boca de Pelayo los versos que siguen:

―O sospirata Gionne, io ti saluto, qui ha segnato il confinne a passi miei amor di padre e de la patria amore‖.

Pelayo se ve en conflicto con Muza o Munuza, que ha abusado de su hija, quien le es fiel todavía, sin embargo; trama evidentemente inspirada por la leyenda, según la cual el valí Muza habría tomado matrimonio con la hija de Pelayo para asegurar así una buena armonía entre las viejas autoridades y las nuevas en Gijón. Es un matrimonio al que Pelayo se opone y que le costará la cárcel en Córdoba, de donde logra escaparse para, al final, volver a Asturias y preparar todo para la expulsión de los árabes. Según esta misma leyenda, es el mismo don Olián o don Julián Opas el enviado por el valí Munuza para explicar a Pelayo que le da la opción de rendirse y que su rango será respetado. La batalla de Covadonga, por otra parte, es uno de los capítulos más discutidos de la historia española, puesto que las crónicas se refieran a este acontecimiento de manera opuesta: no cuentan los hechos de igual modo los textos historiales arábigos y los cristianos. La batalla de Covadonga, de hecho, podría ser un suceso legendario que nunca tuvo lugar, o ser una mera trifulca entre no muchas gentes, dado que no quedan restos arqueológicos que indiquen una batalla de las características que se describen en las crónicas, hasta el punto de que durante días el río Covadonga llevaba sus aguas tintas por la sangre de tantos muertos. Por eso es importante valorar bien las crónicas. Covadonga está prácticamente a los pies de los Picos de Europa, en el concejo de Cangas de Onís, en Asturias. Covadonga alcanza también la zona perteneciente a los lagos de Covadonga, que son tres: El Enol, el Ercina y el Bricial, cuyas aguas se van por sumideros y suele quedarse seco en verano. También es parte de Covadonga la vega de Orandi, por la que discurre un tramo de arroyo que se pierde por una cueva, bajo tierra: es el río Diva. Dicho río discurre por zona subterránea para surgir más abajo, en el llamado Chorrón, convertido luego en río Covadonga, que cae por debajo de la cueva donde está la figura de la Santina. Todo ese tramo forma la cueva que da nombre a Covadonga, ya que esta palabra es un compuesto de dos: ―Cova‖ y ―Donga‖. ―Cova‖ es por supuesto ―cueva‖, cuando, en cambio, ―Donga‖ podría venir de ―longa‖ o de ―Dominica‖, es decir, la cueva de la señora. Esta es la cueva que dio refugio a Pelayo y a los suyos en los inicios reconsquistadores.

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En la cueva de Covadonga tenemos un caso de adoración mariana que se repite en el caso de la Virgen de la Cueva de Infiesto: indudablemente es la asimilación cristiana de una diva o divinidad de las aguas y la tierra, puesto que son ámbitos donde los sant uarios se relacionan con el agua y las cuevas, porque son, por así decirlo, los ingredientes vivificadores. Los habitantes de la zona debieron rendir culto antes no a María, madre de Cristo, sino a una madre naturaleza en forma de mujer preñada que paría la fertilidad de su rica copia para que vivieran bien los hombres (abundancia de recolección y caza). De este modo, Covadonga es la cueva de la señora, y esa cueva lo es de la Virgen María como asimilación de una deidad precristiana que pudo estar ahí desde tiempos ancestrales, porque los hispanorronamos de la zona adorarían a una diosa de la fertilidad que ya sería anterior a la romanización, tomando rasgos célticos desde la incorporación de la cultura del hierro, si es que los supuestos celtas de la zona estaban asimilando un culto anterior, tal vez de los megalíticos.

Menéndez Pidal, especialista más que ningún otro en temas del romancero, en su obra sobre la épica, supo explicar que, con anterioridad a los cantes de gesta castellanos, debió haber cantares de gesta sobre los hechos de Covadonga y de la monarquía asturiana (luego astur-leonesa, al irse ampliando el reino), pero esta sería, sin ningún lugar a dudas, una épica perdida. Se trataría de relatos de unos 500 vv, semejantes a algunos romances relat ivamente largos en su extensión que habrían sido cantados en un tiempo muy lejano. Pero poco se puede decir de esta epopeya perdida y no recuperable de la que no han quedado restos de ningún tipo, porque la tradición oral, muchas veces, se agota y se pierde si no pasa a la escritura, en lo que él llamó estado latente.

Claudio Sánchez Albornoz, presidente de la República Española del exilio argentino, inició una línea de pensamiento llamada ―covadonguismo‖ que intenta justificar la batalla de Covadonga como origen de un nuevo concepto de España que tiene su inicio en el proceso reconquistador. La España anterior era otra España: la de los godos. Su labor de historiador, enfrentada siempre a la manera de ver las cosas de un contemporáneo suyo llamado Américo Castro, quien decía que España había sido la convivencia tolerante de tres religiones (en realidad, de todo hubo un poco, pero sobresale que hubo rechazo a los judíos y a los islámicos en un proceso de ocho siglos de guerras), se centra en esta batalla y en como Pelayo, con pocos hombres, hace retirarse a los islámicos, que mueren, en su mayoría, despeñados por los barrancos y desfiladeros que se encuentran tras Peña Santa, en su caída hacia la zona de Bulnes. Pero no hemos de fiarnos de quien nos cuenta, en realidad, todos estos sucesos como una novela. Sánchez Albornoz conoció personalmente el territorio e imaginó una de las formas que pudo tener el acontecimiento de la batalla, pero no la única posible. Nuevamente, es importante la atención a las crónicas.

MªJosé Mattus José Ramón Muñiz

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HISTORIA

LA LITERATURA EN EL PERIODO DE AUGUSTO

Los años de sangrienta guerra civil en Roma que culminaron con la batalla de Actium, no sólo marcaron el fin de la República romana, si no que, marcaron también el inicio de la época pacifica que debía sucederle. Octavio emergió con más autoridad personal y poder que hombre alguno había poseído durante la Republica. Las enormes riquezas adquiridas durante los años de guerra a través de herencias, confiscaciones y conquistas, le dieron la fuerza necesaria para hacer de Roma la dueña del Mediterráneo. En el año 29 a.C, recibió del Senado el título de Imperator y dos años más tarde el de ―Augusto‖, para indicar que su poder era sagrado concedido por los dioses y los hombres. Al igual que Pericles en Atenas, dio Augusto en Roma su nombre a una época. El Siglo de Augusto constituyó el siglo de oro en las letras y artes romanas. Mecenas, amigo íntimo de Augusto, concedió su protección a los poetas. Virgilio compuso la Eneida, el mayor documento de la grandeza nacional romana. Horacio puso sus Odas al servicio de la regeneración moral. Livio relató la historia de Roma desde la fundación de la ciudad hasta los días de Augusto.El emperador convirtió a Roma, la capital del mundo, de una "ciudad de ladrillos" en "ciudad de mármol". El pensamiento de Augusto tuvo un fuerte impacto en la literatura y pensamiento de Roma. Sus éxitos militares y políticos hicieron posibles la paz, la prosperidad y la fe en el futuro, necesarios para el florecimiento de la literatura; su dominante personalidad le convirtió en una nueva clase de héroe digno de ser recordado, y con su patrocinio personal prestó ayuda económica a muchos escritores.

A diferencia de sus sucesores, augusto no intento controlar las ideas que se expresan en la literatura. Pero casi todos los escritos importantes declararon que la grandeza futura de Roma debía desarrollarse por el camino trazado por el emperador. Un claro ejemplo de esta reverencia que el pueblo le tenía a Augusto se manifiesta en que la mejor literatura del periodo de Augusto glorifica la historia de Roma y su grandeza. El ejemplo más notorio de estas alabanzas las ofrece el poeta Virgilio (70-19 aC), que se cuenta entre los máximos poetas romanos de todos los tiempos. Virgilio llegó a ser el más leal de los poetas de la corte, cantando alabanzas a la época dorada donde Roma ejercía un poder supremo, generoso y justo bajo la tutela de los dioses.

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Dos de las mejores obras de Virgilio – Las églogas y las geórgicas- son poemas de la vida rural, origen del propio poeta. En ellas aconsejaba a los romanos a que volvieran a las costumbres campesinas de sus antepasados, pues Virgilio creía que la fortaleza y la salud de Roma eran consecuencia de las antiguas tradiciones y de la sencillez de la gente del campo.

La obra maestra de Virgilio es el poema épico La Eneida. Su línea argumental esta moldeada por otros grandes poemas épicos griegos como La odisea y la Ilíada, de Homero: la huida del héroe, Eneas, de Troya; las pruebas a las que se sometió, sus viajes bajo la guía y dictado de los dioses, y el cumplimiento final de su misión divina que era fundar Roma y establecer la casa Julia, de la que descendía Augusto. Pero las diferencias entre el poema de homero y el de Virgilio son profundas. Por su parte, Homero relata una leyenda llena de aventuras sobre las luchas y conquistas de Ulises. Por su parte Virgilio no se ocupa tanto de Eneas como Homero lo hace de Ulises, porque en la épica de Virgilio el héroe es Roma y Eneas un instrumento para llevar a cabo el plan divino de fundar Roma. Eneas representaba la subordinación a los dioses y al estado, algo muy difundido por la Roma imperial. Para Augusto fue un homenaje mayor el ser tratado como descendiente de Eneas. Por otra parte tenemos a Ovidio (43 a. C. – 17 d.C.) quien carecía de los profundos valores patrióticos de Virgilio, pero que, como buen romano, contribuyó a la conciencia cívica y religiosa de Roma. En la actualidad conocemos a Ovidio principalmente por sus elegías amorosas, pero al igual que Virgilio glorificó los orígenes divinos de Roma, relatando en los fastos las leyendas de los dioses y de los héroes semidivinos que se conmemoraban en el calendario de fiestas romanas. En sus Metamorfosis, reelaboró las leyendas de la mitología griega con vivo y gracioso estilo latino, trayendo de nuevo a la memoria los mitos religiosos que los romanos habían adoptado de los griegos.

En el pasado de Roma los historiadores encontraron así mismo presagios de las glorias del reinado de Augusto. El historiador más notable fue Tito Livio (59 a.C. – 17 d.C.) que relató los ocho siglos de historia de Roma – desde la fundación hasta el reinado de Augusto- en una gran obra. Tito Livio era un republicano y en su historia nos da una imagen idealizada de la República. Sin embargo, él fue un servidor de Augusto y de su obra, ya que se dedicó a ensalzar las virtudes del pasado que fueron la base de la grandeza de Roma.

No todos los escritores, se preocuparon de alabar y glorificar el estado y al emperador. El poeta Horacio (65- 8 a.C.), hijo de un liberto y educado en Grecia, Horacio luchón por la República bajo Pompeyo en contra de César. Pese a haber permanecido en el bando contrario durante las guerras civiles, Augusto lo recibió en su corte y Mecenas, amigo del emperador, llegó a ser protector suyo. Por su parte Horacio reconoció la grandeza en la obra de Augusto, pero la alabanza al imperio no fue el tema principal de su poesía. La mayor parte de su obra versa sobre como los hombres pueden vivir felizmente en un mundo que no depende de ellos. Siendo un hábil satírico, reía de las debilidades humanas y de la sociedad, predicando al propio tiempo una versiona personal de la filosofía epicúrea. La clave de la felicidad, según Horacio, estriba en evitar los excesos, no maravillarse por nada, mantener una sabia indiferencia respecto al mundo y saber llenar todos los momentos con una vida sencilla y tranquila.

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PERSONAJES HISTORICOS

Luis II de Baviera

Hablar de Luis, puede significar hablar de genialidad o locura; un romántico soñador o un déspota mimado, en cualquier caso la figura del rey Luis II de Baviera, es la de un personaje de fantasía, que vivió con una responsabilidad que detestaba y que apaciguo concretando sus sueños y fantasías a través del mecenazgo a Wagner y la grandiosa arquitectura de sus palacios y castillos. Sus súbditos lo veneraban como rey de cuento de hadas, pero la historia lo ridiculiza como ―Luis, el rey loco‖. Llegó al mundo la madrugada del estival lunes 25 de Agosto de 1845, en el castillo de Nymphenburg, residencia de verano de la familia Wittelsbach. Hijo de Maximiliano I de Baviera y de María de Prusia, el niño era esperado con mucha ilusión, tanto de la familia como del pueblo bávaro, ya que el nacimiento de un varón aseguraba la sucesión de la dinastía bávara hasta bien entrado el siglo XX. Ludwig, era hijo de María de Prusia y de Maximiliano que Baviera, quien llegara al trono bávaro después de la repentina abdicación de su padre Luis I por un lío amoroso con la bailarina exótica Lola Montes. Maximiliano era un biólogo retraído, conservador y con muchos conocimientos de filosofía , pero de poco carácter y con muy pocos conocimientos de cómo educar un niño, María una belleza inigualable que estaba preocupada de sus trajes y de salir a montar de vez en cuando, por lo que la preocupación de padres hacia Luis y dos años después a Otto, el hijo menor de la familia, nunca fue de las mejores; sin embargo es importante enfatizar que de todos los niños reales de la Europa decimonónica ninguno fue educado por sus padres directamente y era una costumbre establecida que, con edades muy tiernas fueran delegados a institutrices y militares que les forjaran un carácter fuerte y disciplinado , acorde al puesto que algún día tendrían que tomar llevando los destinos de su reino. Luis compartía poco con sus padres por lo que la relación era fría y distante, sus padres se sentían incomodos delante de él y de su hermano Otto. La frialdad real era durísima y para los hermanos era más fácil hablar con sus niñeras y criados; ésta distancia hizo que el pequeño Luis se aislara en un mundo de fantasía. Desde muy pequeño Luis demostró inclinaciones por la arquitectura y solía perderse horas en lecturas de antiguas y heroicas epopeyas teutónicas, y los antiguos y olvidados tiempos de la caballería y la nobleza, adoraba en su infancia el castillo de Hohenschwangau, allí se embelesaba de los decorados que aludían a las grandes leyendas teutónicas y la mítica figura de Lohengrin, un universo al que Richard Wagner después infundiría vida en sus dramas musicales. Wagner fue el personaje que concretó los sueños de Luis, el compositor fue: ―la expresión concreta de lo que hasta ese momento él sólo había podido imaginar‖. El primer acercamiento de Luis y Wagner fue cuando el joven príncipe cumplió 14 años y dentro de sus

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muchos regalos, recibió el libro ―opera y drama‖ de Richard Wagner, posteriormente leyó otros libros del compositor como: ―La obra de arte del futuro‖ y ―La música y el futuro‖. Luis no había tenido oportunidad de ver una ópera de Wagner en vivo, pero se sentía realmente seducido por la obra del compositor. Finalmente el 02 de febrero de 1861, con 16 años, se le permitió asistir a la representación de Lohengrin en Munich. Luis siempre detesto todo lo relacionado al siglo XIX , y a todo lo que le rodeaba, por esa razón , al sumergirse en el mundo del arte, Luis podía crear su propio ambiente, no solo dándole sustancia a sus sueños sino triunfando sobre las fragilidades humanas, este mensaje fue el concepto que el mas tarde tomaría para construir sus palacios y castillos como lugares en donde el pudiera refugiarse del mundo que lo rodeaba, estos ambientes artificiales que se concretaban por la realidad del arte.

El 10 de Marzo de 1864 el rey Maximiliano dejo de existir murió rodeado de su corte y su familia; a partir de ese momento el joven apuesto, tímido, soñador y reservado se convertía en Luis II rey de Baviera. En los primeros meses, Luis asumía, aunque no de buena gana, los asuntos de estado como un monarca preocupado de los asuntos de estado, sin embargo, esta situación se comenzó a perder con el paso del tiempo; cuando había audiencias con los ministros, su cuerpo estaba allí, pero su mente siempre volaba por otros lugares. Nadie en el resto de Europa conocía a Luis en profundidad como para determinar el tipo de política que aplicaría, sólo con el tiempo, las circunstancias forzaron al rey. En un comienzo intentaba obrar como lo hubiese hecho su padre, sin embargo su principal consejero político en sus primeros años de gobierno fue su abuelo Luis I.

Una vez pasado el duelo y ya asumido en el trono, lo primero que hace como Rey, es mandar llamar a su lado a aquel artista que había sido capaz de plasmar en sus magistrales obras todos los sentimientos, sueños e ilusiones que por su alma corrían; a aquel espíritu tan grandioso, y poner a su disposición un reino para que trabajase, sin pedir absolutamente nada a cambio, una entrega sublime de un rey amante del sentimiento de la belleza, de la majestuosidad de la obra Wagneriana, que no hacía más que plasmar en escena su espíritu romántico. El primer acercamiento de Luis y Wagner fue cuando el joven príncipe cumplió 14 años y dentro de sus muchos regalos, recibió el libro ―opera y drama‖ de Richard Wagner, posteriormente leyó otros libros del compositor como: ―La obra de arte del futuro‖ y ―La música y el futuro‖. Luis no había tenido oportunidad de ver una ópera de Wagner en vivo, pero se sentía realmente seducido por la obra del compositor. Finalmente el 02 de febrero de 1861, con 16 años, se le permitió asistir a la representación de Lohengrin en Múnich. Luis siempre detesto todo lo relacionado al siglo XIX , y a todo lo que le rodeaba, por esa razón , al sumergirse en el mundo del arte, Luis podía crear su propio ambiente, no solo dándole sustancia a sus sueños sino triunfando sobre las fragilidades humanas, este mensaje fue el concepto que el mas tarde tomaría para construir sus palacios y castillos como lugares en donde el pudiera refugiarse del mundo que lo rodeaba, estos ambientes artificiales que se concretaban por la realidad del arte. Una vez que sus ministros dieron con el compositor Luis dispuso todo lo que tenía a mano para satisfacer las necesidades del músico y que viviera cómodamente. Wagner supo aprovechar muy bien el delirio que el joven monarca sentía por él; reconocida era en toda Europa la fama de aprovechado y moroso que Wagner tenía, era muy común verlo ir de ciudad en ciudad huyendo de sus acreedores, por lo que esta ayuda desinteresada que Luis ofrecía a Wagner le venía muy bien al compositor. Luis no se cansaba de ensalzar a Wagner, en sus misivas podemos percibir la elocuencia verbal y romántica con la

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que él se refería a su admirado artista, en cada carta se percibía el amor que tenía a Wagner como artista, como el individuo que infundía vida a sus sueños y hablaba a su alma. Cuando Luis le pidió a Wagner trasladarse a Baviera, el compositor lo hizo de buena gana y no escatimó en gastos para vivir espléndidamente, sus aposentos estaban cubiertos de sedas y terciopelo, el mismo sostenía que un artista de su calidad no debía vivir de manera más austera, la grandiosidad de su entorno le ayudaba en la composición. Esta situación puso en rápidamente en alerta a toda la corte Bávara, que rápidamente comenzaron a censurar la conducta bondadosa del rey para con Wagner los tíos de Luis, sus ministros, su madre, obispos. La prensa muniquesa comenzó a recordar su pasado revolucionario y pronto toda Baviera se volvió en contra del músico, de este modo exponen la situación como de un grave peligro interno para el país con múltiples amenazas organizadas por un artista, y el 6 de diciembre de 1865, el Gobierno en pleno expone su ultimátum al Rey: "Debe escoger entre el amor y la felicidad de su pueblo y la amistad de un hombre despreciado por todo lo bueno y sano del reino", Ante tal situación, Luis, aun en contra de su más profunda voluntad, debió hacer caso al deber, y, escribe a Wagner de una manera terriblemente angustiosa y desesperada: ―Mi querido amigo: Con gran pesar de mi parte le ruego que acceda usted a los deseos que le expresó ayer mi secretario. Créame usted: debía obrar así. Mi afecto por usted durará lo que mi vida y con plena conciencia de mis palabras me atrevo a decirle que soy digno de usted. Sé que comprende mi profundo dolor. No dude usted nunca de la fidelidad de su mejor amigo. Suyo hasta la muerte, Luis‖, de este modo Wagner abandona Múnich, sin embargo, la relación entre ellos no se acaba del todo y Luis sigue cooperando monetariamente con el compositor, fue el rey uno de los principales benefactores del festival de Bayreuth. Wagner murió el 13 de febrero de 1883 en Venecia y la desesperación de Luis II fue tan profunda que no asistió al entierro de Wagner. Cuando se le comunicó la muerte de su Maestro exclamó: exclamó lleno de tristeza, recuerdo y soledad: ―El artista del cual hoy llora todo el mundo la pérdida, soy yo quien le salvó‖

Políticamente Luis propuso desde un comienzo, que se proponía defender la independencia de Baviera, sin embargo, se mostraba dispuesto a procurar el fortalecimiento de las antiguas alianzas que habían existido en Alemania durante muchos decenios, aunque el apostaba a la ―triada‖, unir a los estados principales: Austria, Baviera y Prusia. Durante su reinado la política no fue muy favorable a Baviera: enfrentó la crisis de Schleswig-Holstein y la guerra de las siete semanas, en donde junto con Austria y otros estados alemanes intentaron detener el poder devorador de Bismarck y de Prusia como el gran estado que predominara la unión de los estados alemanes; lamentablemente la fortuna no estuvo de lado de Luis y los demás estados alemanes y Prusia, vencedora, impuso el primer paso , para lo que más tarde sería la gran unificación alemana en 1871. Estas constantes derrotas terminaron por extinguir el poco interés por la política que Luis tenía, todas estas situaciones alentaron su soledad y sus ganas de huir del mundo.

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En 1867 Luis anunció su compromiso con Sofía de Baviera, hija del rey Max y Ludovica de Baviera y, además, hermana pequeña de Isabel de Austria, Sissi, la prima favorita de Ludwig. En este compromiso Luis quería demostrarse a sí mismo y a los demás que podía comprometerse, sin embargo él sabía perfectamente que esta unión no llegaría a puerto; Luis demostraba una marcada misantropía y había escogido a Sofía por su notable parecido a su hermana , la emperatriz de Austria, personalidad muy querida por Luis. Luis no sentía atracción alguna por el género femenino y solo amaba el ideal de belleza romántica, fue así como finalmente su compromiso fue roto. A partir de 1866 Luis comenzó a dar rienda suelta a otra de sus pasiones: La arquitectura, fue de esta manera que comenzó con la construcción de una de las obras arquitectónicas más espléndidas realizadas por el hombre, el castillo de Neuschwanstein o ―Nuevo castillo del cisne‖, esta mega obra dejo casi sin fondos el tesoro real, pero lo más sorprendente es que no se detuvo allí irguió dos espléndidos palacios más: Herremchiemsee y Linderhof. El primero es un homenaje a Versalles con un salón de los espejos y con claras referencias al ―Rey sol‖ otro personaje amado por Luis. Linderhof, a su vez, tiene en sus jardines la ―gruta de Venus‖, un claro homenaje a la Tannhäuser, en donde también se encuentran decorados en las paredes con varios motivos de esta ópera. Cada una de estas situaciones sumadas a una personalidad muy peculiar de Luis fueron las excentricidades que alertaron al gobierno bávaro de una ―enfermedad mental‖ del rey, se le hicieron acusaciones de locura, delirio y paranoia, aludiendo a la voluntad del rey de vivir solo en su castillos de Neuschwanstein y de alejarse de toda la corte, de su familia y abandonarse cada día más en su soledad. Finalmente los ministros de estados se reunieron y se consideró prudente alejar al rey del trono, debido a su lamentable estado mental, al oír esto Luis dijo: ―Me tildan de loco y es posible que así lo sea, pero no lo creo, un loco generalmente no reconoce su propia locura‖ El 10 de Junio de 1886 su primo Luitpold tomó la regencia de Baviera, ya que su hermano Otto presentaba graves desórdenes mentales, llegando al extremo de creerse perro. Tres días después el 13 de Junio del mismo año su cuerpo fue encontrado flotando en la orilla del lago Stanberg. ¿Asesinato?, ¿Suicidio?, ambas interrogantes sin respuesta se fueron con el más excéntrico, soñador y romántico rey de la historia Europea. En una ocasión Luis dijo: ―Me llaman loco ¿me llamará Dios así cuando me vea ante Él?

María José mattus

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ENTREVISTAS

MUSICOS DE HOY: Federico Petrovic

―La vida sin música sería un error‖, así reza una bella frase del filósofo alemán y es cierto, la música forma parte de nuestra vida, la sensibilidad que hace florecer en nosotros, los sentimientos, la belleza, son sentimientos y estados que logramos, entre otras cosas, con la música. Muchos jóvenes actuales se dedican a escuchar los ritmos del momento y marcan su generación con sonidos propios de la era de Facebook, sin embargo existen otros jóvenes que cultivan la música tradicional, siguiendo la huella de Bach, Mozart y otros grandes de la música docta. Federico Petrovic es un chico con un gran talento y lo demuestra en cada una de sus composiciones, su melena despeinada y su rostro relajado nos muestran a un músico serio con un gran talento. Nacido en Buenos aires un 23 de Enero de 1992, su infancia y adolescencia las ha vivido en la capital Argentina. Actualmente estudia Física, una carrera alejada de la música, pero de la que el mismo reconoce como su ―segunda pasión‖.Amable y accesible como siempre, humilde y carismático Fede, accedió a responder alguna de nuestras preguntas:

¿Qué te inspira a la hora de componer? Mmm Nada en particular, estar de buen humor supongo, no pienso en nada en particular cuando compongo, simplemente pienso en cuál es la nota más adecuada.

¿Existe algún músico que te sirva de inspiración? Si, mayormente me inspiro en Mozart, Bach y Beethov en

¿De pequeño oías mucho este tipo de música? Comencé a oírla a los 10 años cuando comencé con las clases de guitarra, pero a los 11 mi abuelo me dio un cd de Mozart y ahí comencé a escuchar música clásica más que todo.

¿Qué te motivó a componer?

Jajajaja, no sé, siempre tuve ideas locas en la vida, y bueno, un día quise probar a ver si podía componer algo y ahí empecé.

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¿Cuáles son tus proyectos futuros? Me gustaría ser famoso, ya sea por la música o la física, me gustaría aportar con algo, no creo ser un hombre común.

¿Que deseas transmitir con la música que compones? Bueno mi idea es crear un ramal dentro de la música clásica que se empalme más con la música popular, para que le pueda gustar a más gente y no sólo a unos pocos entendidos.

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NO PORQUE EL AMOR LO QUIERE

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ENTREVISTAS

MUSICOS DE HOY: Pablo Queipo de Llano

Existen algunos aficionados a la música selecta que se quejan de la atonalidad de los músicos actuales, acusándoles de olvidar la armonía e incluso de asesinar la música, sin embargo, existen personas que, al contrario de lo que prevalece en la mayoría de los actuales músicos rescatan la armonía y la belleza melódica de siglos pasados. Pablo Queipo de Llano es un compositor de barroco contemporáneo que recoge, en sus composiciones, el legado del último barroco, utilizando sus técnicas compositivas. Aquarellen, quiere compartir una entrevista que nos enseñe un poco más de este destacado compositor español.

1.- Actualmente vivimos en una sociedad competitiva, neoliberal y en donde el desarrollo equivale al consumismo desenfrenado y todas las actividades que se desarrollan se hacen por dinero, muchos compositores prefieren un “trabajo seguro” componiendo para el cine o la televisión, suponiendo que hacer lo que usted hace valientemente no les permitirá vivir. ¿Por qué razón usted decide volver al barroco? Simplemente por amor al Arte y a la Belleza. Por crear obras que yo mismo aprecio y disfruto, y que creo firmemente que pueden ser apreciadas y disfrutadas por la inmensa mayoría de los oyentes, a diferencia del repertorio contemporáneo ―oficial‖. Naturalmente lo ideal sería que el NeoBarroco se incorpore de forma estable a las programaciones de conciertos, pero eso solo lo confirmará o desmentirá el tiempo.

2- El barroco representó una época artísticamente rica en el desarrollo de las orquestas, formas vocales e instrumentales, además de las dos grandes innovaciones musicales: el bajo continuo y la tonalidad, sin embargo, con el avance de los tiempos otras corrientes con nuevas formas aparecieron en la escena artística-musical, de todas ¿Cuáles son de su preferencia y cuáles no los son? Y ¿Qué músicos rescataría de estos otros períodos? Mi referencia absoluta es el siglo XVIII. Y dentro de él mis preferencias son el barroco tardío, el pre-clasicismo y el clasicismo, en ese orden. El siglo XIX, aún siendo un periodo fundamental en el desarrollo moderno de la música -y quizá precisamente por ello- no me interesa prácticamente nada, y del siglo XX mejor ni hablar, salvo escasísimas excepciones, como por ejemplo Elgar, Ravel, Scriabin o Prokofiev.

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3.- Si mencionamos los términos Barroco contemporáneo y Neobarroco ¿ Cuál de estos dos definiría mejor su estilo?

En realidad no reniego del término Neo-Barroco, porque es un concepto útil y cierto: se trata de música barroca nueva y ―fuera‖ de su propio tiempo. Pero ello no comporta necesariamente que el Neo-Barroco, o Barroco contemporáneo, desarrolle innovaciones lingüísticas o formales dentro del estilo, como ha sucedido, de forma completamente lógica, en las obras de algunos creadores neobarrocos del s. XX. De hecho ahí tenemos el inmortal ejemplo, sobre todo en escultura o arquitectura, del gran Neo-Clasicismo del siglo XIX, un movimiento que durante su excelso desarrollo no pretendió crear nuevas corrientes dentro del estilo; es más, a lo largo de la historia, algunos ejemplos neoclásicos, como por ejemplo las esculturas de Antonio Canova o las arquitecturas renacentistas de Palladio y sus posteriores réplicas juvarrianas en el XVIIII rayan en la perfección más purista del estilo. Todo ello indica que el Clasicismo, en general, nunca pasará de moda, por una doble razón universal: la belleza armónica y la tensión expresiva de sus formas. Como integrante de esta nostálgica corriente ―arcaizante‖ mi NeoBarroco es muy fiel, en el fondo y en la forma, al Barroco original, aunque tampoco renuncio a algún hallazgo o innovación siempre que sea absolutamente coherente con la retórica del lenguaje y estilo originales.

4- Su especialidad, como compositor y musicólogo es la fuga y el barroco contemporáneo: ¿Cree que tienen un espacio en la llamada música culta actual, considerando la tonalidad de tu estilo y la presencia de la atonalidad actual en muchos compositores?

Las venerables formas y estructuras barrocas, tanto las compuestas hoy como las de hace 300 años, con todo su potencial expresivo de carácter universal, deberían tener siempre un espacio asegurado en el repertorio musical contemporáneo, pero claro, para eso hace falta que los programadores no sucumban a la estulticia de la novedad por la novedad, el imperativo estético (y comercial, no conviene olvidarlo) que viene guiando la historia del Arte desde la ruptura de las vanguardias del s. XX , un constructo cultural que, las más de las veces, solamente esconde una insultante vacuidad (abstracción y minimalismo son dos de sus declinaciones preferidas) y un alarde de pésimo gusto en nombre del ―Arte Nuevo‖.

5-El maestro Antonio Vivaldi es sin duda uno de los grandes maestros en el desarrollo del concierto barroco a partir del "concerto grosso" y de la llamada "sonata da chiesa". Sus timbres y la pureza de la cuerda frotada confieren a sus piezas una gran belleza y jovialidad. Sin embargo usted usa la estructura de la fuga, que es más propia de Bach. La suya es una música con elementos combinados entre la música alemana y la italiana. Señor Queipo de Llano ¿qué es lo que prefiere usted, en líneas generales, de las dos escuelas?

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El contrapunto -el arte de combinar dos o más líneas melódicas- es mi objetivo fundamental en la música, es decir, la consecución de la v erdadera polifonía de voces independientes y complementarias. Dentro de ese lenguaje me declaro un absoluto alumno y seguidor de los maestros italianos, y en especial de Antonio Vivaldi, cuya ciencia contrapuntística se distingue netamente de la famosa polifonía bachiana: el contrapunto italiano persigue la transparencia y nitidez de las líneas, aún desarrollando texturas muy complejas, mientras que las estructuras bachianas -herederas de la escuela nórdica alemana encabezada por Buxtehude a finales del s. XVII- se recrean en la densidad expositiva. Se trata, en suma, de dos conceptos polifónicos más bien opuestos: la elocuencia italiana por un lado y la ampulosidad germánica por otro. Curiosamente no fueron pocos los maestros alemanes que se decantaron por el ―aire‖ italiano, entre ellos los tres gigantes del contrapunto germánico al margen de Bach: el gran J. J. Fux padre del pre-Clasicismo vienés-, J. D. Zelenka y G. F. Handel, cuyos estilos son más bien italianizantes.

6- En un tiempo Italia distinguió las formas llamadas sonata y cantata, la primera correspondiente a lo que llamamos música pura y la segunda relacionada con la música de canto. Con el tiempo se ha dado nombre de cantata y sonata a formas más concretas. ¿Qué opina usted sobre la música de canto y sobre la música instrumental? ¿Qué opina también sobre géneros como la sinfonía, la ópera, el oratorio y el concierto?

Los dos géneros -vocal e instrumental- son maravillosos y ahí está la historia de la música para demostrarlo. Ahora bien, no escondo mi predilección casi absoluta por la música instrumental, con la que me siento mucho más identificado que con la vocal. De hecho en mi catálogo de composiciones solamente figura una sola obra vocal -una Cantata para soprano que me fue encargada hace un par de años y que aún espera su estreno- y a corto/medio plazo no preveo que esa tendencia vaya a cambiar. Dentro del campo instrumental mis formas preferidas son el concierto y la sinfonía.

7-El Barroco en España coincidió con la muerte de Felipe II y por lo tanto con la decadencia del imperio donde no se ponía el sol. Este periodo es particularmente próspero en arquitectura, pero sobre todo en literatura y en pintura. Fue la época de Góngora y de Quevedo, la de Velázquez y Murillo… ¿Considera usted que la música hispana tiene una deuda pendiente con este estilo barroco, valorando obras como “La púrpura de la rosa”?

La influencia entre las distintas artes ha sido siempre notable y enriquecedora, y la interrelación entre literatura y música ha sido obv iamente de las más fructíferas. Y por supuesto que hay muchas deudas pendientes con obras magistrales que aún no tienen el reconocimiento que merecen por su valor e influencia.

8- Señor Queipo de Llano, usted es un hombre de estilo no acorde a las modas de su tiempo, pues, tras elegir un estilo que se difundió hace más de 300 años, su

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aporte mantiene viva la llama del Barroco, no solamente a través de sus composiciones, sino que además con sus investigaciones como musicólogo y sus proyectos de enseñanza de fugas, díganos entonces: ¿Qué opinión le merece la música moderna que impera en el mundo actual? Nos referimos a estas corrientes novedosas que vienen de América. Supongo que me pregunta por la música popular. Las músicas populares, por definiciones ligeras y banales, son necesarias para el entretenimiento de las masas y cumplen desde luego una función social. El problema a mi modo de ver es que la presencia de esas músicas es muy excesiva, hasta el punto de que está relegando a la música culta a rincones casi invisibles (en la prensa periódica española, por ejemplo) de la sociedad. Pero hay que reconocer que en Internet (especialmente en YouTube) se encuentra una saludable resistencia de la música clásica. En cualquier caso, para que la música clásica no sea cosa de cuatro viejos el día de mañana, hace falta, ante todo, educación y difusión, y como digo, Internet es un potente aliado para mantener viva la llama de la gran música.

9 - Italia es un país fundamental en el desarrollo de la música, con aportes fundamentales como los de Guido D’Arezzo y formas musicales como el “concerto grosso”, la ópera y músicos que aportaron grandes cosas al desarrollo musical. Sin embargo existen países y ciudades que han hecho el equivalente a Italia sobre todo desde el siglo XVIII en adelante; esta referencia es a países como Austria y a ciudades como Viena, que incluso actualmente se considera la capital de la música. De todos los estilos nacidos en la vieja capital imperial es obligatorio hablar de la “Escuela de Viena”. Pero dentro de esta Viena tenemos polémicas vanguardias ¿Qué opinión le merecen las figuras de Schönberg, Berg y Webern?

Ya lo he comentado antes, del vanguardismo del XX-XXI preferiría no hablar. Solamente diré, tal y como he dejado constancia en la presentación discográfica de mi primer CD, que no considero que esas obras sean música, sino experimentos sonoros absurdos y grotesos, rumores pretenciosos pero incapaces de comunicar afectos o sensaciones en la audiencia, más allá del estupor que suelen provocar. En ese sentido le diré que, pese a su superficialidad y frivolidad, hay por supuesto más música en el mundo pop y rock que en ese engendro llamado ―música contemporánea‖. Valga como postilla una certeza que tengo: cuando los compositores contemporáneos quieren disfrutar de la música escuchan a Mozart o a Brahms (por poner dos ejemplos), y nunca a Schönberg, Ligeti o Boulez, créame que es así (risas: ponlo así porque es cierto que siempre me río cuando lo digo...:-) 10- Vemos que usted forma parte del proyecto didáctico on –line “Fugue fórum” que tiene por objeto la enseñanza y difusión de la fuga y su técnica de composición. ¿Cuéntenos acerca de ese proyecto?

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Es en efecto un bello proyecto didáctico que, sin embrago, está ahora algo paralizado, pero su valiosa contribución pedagógica permanece al alcance de todos en la plataforma digital Gardane.

11.- En sus fugas, conciertos, sonatas encontramos toda la riqueza melódica de las composiciones propias de los siglos XVII y XVIII .Para estas magistrales interpretaciones usted cuenta con la extraordinaria colaboración de los músicos de la ensamble”Fisarchi”. Cuentenos un poco sobre ellos y como se decidieron a trabajar juntos.

Fue un encuentro casi fortuito. En el verano de 2011 me pidieron la Fuga de Mercurio para tocarla en un concierto en Austria, naturalmente con el acordeón, que es el instrumento distintivo del cuarteto. El experimento fue tan grato y sugestivo, en especial para subrayar el carácter contrapuntístico de mi música, que a los pocos meses decidí grabar mi primer disco con ellos, y confieso que con resultados muy satisfactorios.

12- Reverenciando y admirando el tremendo valor musical y cultural que usted hace en revivir la sonoridad mágica y rítmica del barroco, nos gustaría saber: ¿Cuáles son sus proyectos futuros?

Acabo de grabar mi tercer disco y de concluir mi dos conciertos para fagot, una pareja que forma una suerte de díptico o divisa con dos caras (una en tonalidad mayor y la otra en menor) en homenaje a la monumental obra vivaldiana para fagot. Mi siguiente objetivo es finalizar mi Opus IV, una colección de doce sinfonías de carácter mitológico para cuatro partes de cuerda y bajo continuo.

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PABLO QUEIPO DE LLANO

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ANALISIS MUSICAL

El Lied El término lied es una palabra alemana que significa ―canción‖, es una composición típica de los países germanos escrita para un cantante y piano, es una canción popular en forma ternaria (A-B-A). El lied es la canción popular llevada a una paridad sublime y culta por los compositores germanos-románticos. Una de sus características es la brevedad, el alejamiento al bel canto y la estrecha relación al poema.

Existen precedentes del genero en el barroco, en donde compositores como Heinrich Albert (1604-1651) y músicos postbarrocos que transformaron el volkslied (canción popular) en Kunstlied (canción culta). Sin embargo, la verdadera evolución del Lied, sin calificativos, comienza en la época clásica y culmina en la romántica. Músicos clásicos como Haydn, Mozart, Beethoven dejaron muestras de algunos lied, Haydn con textos alemanes, Mozart en sus siengspiel y Beethoven, más prolífico, en sus canciones para voz y piano, además de variados arreglos que hizo de canciones tradicionales de lengua germana, Escocia, Irlanda y Gales. En el Clasicismo germánico quedaron establecidos los principios para que el Romanticismo que habría de venir los aprovechase y, justamente, pudiese ser considerado la edad dorada del Lied.

La cúspide del lied fue alcanzada por Franz Schubert, quien usando poemas de poetas como Heine , Goethe y otros poetas germanos , elevó la canción culta a su máximo esplendor . Schubert le dio al lied una estructura más libre que no siempre se ajusta al tipo A-B-A. Schumman, por su parte, aseguró la gloria del lied romántico otorgándole un nuevo brillo y esplendor poético adentrándose en los textos y dominando la técnica del ciclo o ―Liederkrais‖.

Franz Schubert: “Schwanengesang”

Schubert, en el siglo XIX, consagró el lied como una de las formas predilectas del Romanticismo. Ésta famosa canción ―Schwanengesang‖ o ―El canto del cisne‖ es un buen ejemplo del Lied romántico.

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Ständchen o Serenata es una de las melodías más célebres escritas durante el Romanticismo y pertenece al ―Schwanengesang‖, un ciclo de lieder al que el editor de Schubert puso nombre y que publicó poco después de su muerte. El texto de Ludwig Rellstab, consta de cinco estrofas, de las cuales las dos primeras forman la primera sección (A), las dos siguientes repiten la misma música (A) y la última presenta una variante que pretende cerrar el lied con mayor intensidad emotiva (B), la forma de este lied es, A-A-B

Leise flehen meine Lieder Durch die Nacht zu dir; in den stillen Hain hernieder, Liebchen, komm zu mir! Flüsternd schlanke Wipfel rauschen in des Mondes licht, des Verräters feindlich Lauschen Fürchte, Holde, nicht. Hörst die Nachtigallen schlagen? Ach! sie flehen dich, mit der Töne süssen Klagen flehen sie für mich. Sie verstehn des Busens Sehnen, kennen Liebesschmerz, Rühren mit den Silbertönen jedes weiche Herz. Lass auch dir die Brust bewegen, Liebchen, höre mich, Bebend harr ich dir entgegen! Komm, beglücke mich!

Serenata En voz baja te imploran mis canciones a través de la noche. ¡Abajo, en la tranquila arboleda, amada, ven allí a mi lado! Murmurantes, esbeltas copas susurran a la luz de la luna; No temas mi amada, que un traidor enemigo nos aceche. ¿Oyes gorjear a los ruiseñores? ¡Ay! Ellos te imploran. Con el sonido de dulces quejas imploran por mí. Comprenden el anhelo del pecho, conocen el dolor del amor, conmueven con los argentinos sonidos a todo tierno corazón. Deja también conmoverse tu pecho, amada, escúchame; ¡Trémulo aguardo el encuentro! ¡Ven, hazme feliz!

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LITERATURA Y POESÍA

“El canto del autillo en la buhardilla” Introito

Los troncos de los árboles, ya muertos, les sirven de mansión a los mochuelos que habitan lo profundo de los bosques. El cárabo es más tímido, si acaso, pues vuela sigiloso, entre los robles, cazando ratoncillos y batracios. En cambio, la lechuza y el autillo no temen instalarse en las buhardillas, de las casonas viejas de la aldea. El mes de abril, que suele ser lluvioso, también tiene sus tardes encendidas de sol y luz, de magia entre los árboles. Más, al llegar el brillo del ocaso, se escuchan los autillos en los parques, que llaman al amor en plena noche. Los más supersticiosos tienen miedo, y dicen que convoca al aquelarre de brujas en los montes colindantes. De niño, en la buhardilla de la abuela, sentí la voz crispada del autillo, su grito lastimero, para algunos. Jamás pensé que fuera una criatura maligna cuyo grito desgarrado, volara, amenazante, con la brisa. Tal vez, al ser un niño, imaginaba que su llamada dulce, vivaracha, tenía el colorido de otros trinos. Los niños tienen grandes cualidades para formar su imagen de las cosas, a costa de ignorar tantos secretos. Y quiso mi inocencia caprichosa pensar que era el autillo, entre las sombras, como el cuclillo, oculto en la hojarasca. Difícil es, no en vano, ver cuclillos, por más que en primavera se les oye cantar entre las densas arboledas. No es raro en la niñez ser tan curioso, pues es, en esta edad, cada detalle como un descubrimiento inesperado. Por eso pregunté a la vieja anciana, de rostro bello y pelo blanquecino, pendiente del fogón en la cocina. Y dijo que era el pájaro del agua, criatura singular que, cada noche, las lluvias prevenía en su llamada. Y cuántas veces, siempre fantasioso, tomaba, en la mesilla de mi tío, cuartillas de papel, y dibujaba siluetas del autillo y la lechuza. Y viendo ya cercanos esos meses que llegan calurosos, en verano, por la ventana abierta, los buscaba. Mis ojos exploraban en la sombra los vuelos que rizaban en la nada sus grandes alas ricas en sigilo. La anciana falleció dejando un hueco que no podré llenar en muchos años, y no podré volver a la buhardilla: sus dueños la arreglaron y vendieron a nuevos propietarios que no quieren amar el canto viejo del autillo. Mas, al llegar abril, siempre lo escucho, y anima en mi a ese niño que otras veces hurgaba en los misterios de la sombra. El mundo cambia, y cambian los lugares, y pueblos de otras épocas lejanas se fueron transformando lentamente. Las villas de los viejos pescadores también han alterado su apariencia, tomando un aire acaso más urbano. Y es fácil recordar esas fachadas antiguas y las calles empedradas que fueron dando paso a otros ambientes. No son las mismas ya, tras tantos años, las vistas de rincones apartados donde se admiran altos edificios. Pero, según nos vamos, caminando, sin prisa, a las afueras, ese tiempo parece conservarse en el entorno. Los campos, las colinas, el arroyo, los densos eucaliptos en el monte se pueden contemplar igual que entonces. 35


Llegado junio, en días despejados, es grato deambular cuando oscurece, mirar el sol, hundido en la distancia. Es bello deleitarse con nostalgias de tiempos que, si no fueron mejores, tal vez imaginamos más felices. Es la niñez que vuelve, es el momento de revivir al niño que no existe, pues lo hemos encerrado en lo profundo. Y, tras ponerse el sol, con sus dorados, sentado sobre un banco en San Antonio, descubro las estrellas en la altura. No hay duda de que es todo un espectáculo, cuando la brisa baña ese montículo, borrando los rigores de la tarde. Y, entonces, encendiendo el cigarrillo, regreso por veredas que la luna me deja adivinar entre la sombra. En la estación existe un parque humilde, sereno, con sus sauces melancólicos, que lloran desde el brillo de la aurora. Allí se escucha el canto del autillo, quimérico y extraño, casi mágico, y entonces el recuerdo se hace intenso. La brisa ha refrescado el aire puro, y el grillo, en su concierto interminable, le da acompañamiento al viejo autillo. Llamando a los amores, el reclamo de la rapaz nocturna nos sugiere los sueños de las noches de la infancia. Poblado de dragones y de gárgolas, el mundo era tal vez más sugerente, mirado con los ojos de un chicuelo. También el mar, entonces, era abismo de rémoras, marrajos y piratas y las mansiones eran un castillo. Después se esconderá el viejo mochuelo, y el canto de los cárabos del monte se irá apagando allá, en lo más profundo. La Fuente de los Ángeles murmura, risueña en primavera, mientras canta feliz, entre las ramas, un jilguero. La calma llena el aire, y el paisaje se admira con el alba que despierta con claras llamaradas de alegría. Al fin se pueden ver, en cualquier parte, cuando el hurón se esconde y los raposos, el pardo de la piel de los tritones. No suelen esconderse en lo profundo del manantial alegre y vivaracho, donde los capturaban los muchachos. También, de niño, yo jugué a cazarlos en los abrevaderos de las bestias y en las corrientes claras de las fuentes. El canto del autillo se ha perdido, pero es posible ver, y las urracas, los cuervos y arrendajos recortan con sus alas cada soplo. El aire se hace amigo del cuclillo, del raro picachuelo y sus colores, bajo la vigilancia de la aurora. También acechan, rápido, el cernícalo y, fuerte, el poderoso ratonero, desde el tendido eléctrico, en los campos. Pasaron esos años tan idílicos de casas encantadas, de misterios, de juegos infantiles en el patio. Y entonces era bello el sol al alba, la lluvia en los cristales y los charcos formados en la vieja carretera. El universo entero se enseñaba cuajado de sutiles maravillas en los lugares más insospechados. El canto del autillo en la buhardilla, la luz de las estrellas en los cielos y el ruido de los grillos son promesa. Y el tiempo transcurrido se ha perdido, más vuelve a suscitar, en la memoria, vivencias que conserva el alma vieja. Herido ya el espíritu cansado por una juventud tan agitada, la infancia sigue viva, sin embargo.

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“Los arqueros del alba”

Para María Dolores Menéndez López

Soneto I

El viento helado que rozó el cabello, Llenándolo de escarcha y de blancura, No osó matar su hechizo, su ternura, Sus luces, sus bellezas, su destello: Manchado de granizo fue más bello, Más puro que la nieve cuando, pura, Desciende de los cielos, de la altura, Tan diáfano que el sol luce en su cuello. Hiriéronla los años, la carrera, El rápido correr hacia el vacío, Más no perdió la luz de su alegría. Sus risas, floración de primavera, Fluyeron como, rápida en el río, El agua en su correr, helada y fría.

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Soneto II

Un ángel vi de niño en la mirada De aquella anciana dulce y cariñosa, Más bella que la aurora perezosa Cuando apagó su voz de madrugada. En su cabello blanco la nevada Hirió el color luciente de la rosa, Y el pardo de sus ojos hizo hermosa De su mirar la luz, alma hechizada. De niño vi en su rostro la dulzura De aquella vieja a la que, agradecido, Besaba con amor en la mejilla. Su voz hablaba llena de ternura, Amable siempre, en tono suspendido, Mostrando, con amor, su alma sencilla.

Soneto III

La orilla alborotó un mar coralino Y el cielo asaltó, puro y despejado, Aquel caballo raudo que, embrujado, Pincel se hizo del aire cristalino. Y hallaste, al avanzar en el camino, Crepúsculos sin voz, un mar dorado, Y pudo descansar, ya fatigado, Tu aliento, firme ayer, hoy peregrino. La noche vino larga y duradera Con el amanecer, robando el día, 38


Su luz, su brillo, toda la hermosura: Mi pecho será luz, y, dondequiera, Habrá de iluminarte cuando, fría, Te aceche, sin pudor, la noche oscura.

Soneto IV

No oiréis correr de nuevo el arroyuelo Que, alegre, se lanzaba a su caída, Ni al dulce ruiseñor, cuya venida La bóveda alumbró del alto cielo. Dolores era hermosa como el vuelo Que alcanza las antorchas de la vida, Luciente como el alba que, encendida, Cuajaba en sus cabellos el deshielo. Mi espíritu poblaron las malezas Dejándome en las sombras misteriosas Que llenan hoy mis versos de tristezas. Sus ojos son estrellas luminosas, Sus luces, altas torres, fortalezas, Alegres sus sonrisas perezosas

Soneto V

A cambio de tus besos silenciosos Un reino he de entregar, tierra olvidada, Aire sin voz, llegando a la morada 39


De todos los misterios y reposos. Los guiños de tus ojos cariñosos Allí me encontrarán, alma cansada, Lleno de amor, de entrega fatigada De anhelos y de esfuerzos dolorosos. Habré llegado a ti desde la vida Para volverte vida entre mis brazos, Y habremos de emprender el largo viaje. Del sueño volverás del que, dormida, Pretenden despertarte mis abrazos, Que abrieron a tu amor tanto coraje.

La aurora de la muerte

Los prados humedecidos Que, besados por la helada, Con la misma madrugada Yacían adormecidos, Escucharon los gemidos Llegados del firmamento, Que, rozados del aliento De la aurora blanquecina, Apartaron la neblina, Densa en las alas del viento. Y aquella mancha de plata Que el sol trajo en su carruaje 40


Iluminaba el paisaje, Mezclando al blanco escarlata, Que, aunque tímida, sensata, De agotarse temerosa, Rasgó la caricia hermosa Al rayar en la mañana, Como caricia temprana, Llena de luz, olorosa. El arroyo, sin apuro, Aún su cauce empobrecido, Murmuraba su sonido Al cruzar el valle oscuro, Siguiendo el curso seguro

Que, en su descenso tranquilo, Avanzaba con sigilo Entre las cómplices sombras, Regando secas alfombras, Buscando mayor asilo. De las aguas transparentes, Su curso lento, sencillo, Se saciaba el cervatillo Que bebió de las corrientes, Reflejándose en las fuentes Donde las juncias brotaban, Y en las alturas hallaban La copia de su hermosura, El sosiego y la frescura En las nubes que flotaban. Y entonces te despertaron 41


De aquel sueño perezoso, Con el beso más gozoso Que jamás imaginaron, Los colores que llegaron A las alturas de un cielo Que alcanzaste, alzando el vuelo, Al nacer de la mañana, Donde la llama temprana La escarcha halló sobre el suelo.

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GRANDES ESCRITORES DE TODOS LOS TIEMPOS

ALBERTO BLEST-GANA

Blest Gana no poseía una profunda preparación en términos filosóficos, sin embargo, con gran maestría logró describir personajes, armar historias, establecer diálogos sugerentes y vitales. Pese a haber vivido por 54 años fuera de Chile, la obra literaria del denominado "padre de la novela chilena" es un estudio fiel y genuino de las costumbres criollas, basado en el recuerdo de la patria lejana. Nació en Santiago el 4 de mayo de 1830, en el hogar del conocido médico irlandés Guillermo C. Blest y María de la Luz Gana. Inició sus estudios en el Instituto Nacional y más tarde ingresó a la Academia Militar. Con el grado de subteniente fue enviado en 1847 a Francia, donde realizó cursos de ingeniería militar y se recibió como ingeniero topógrafo. Se inició en la literatura escribiendo poemas, casi todos destinados, por el propio autor, a la hoguera, a excepción de "Al corazón" publicado en 1853 en la revista El Museo. Luego se aventuró en la comedia con la composición teatral "El jefe de familia", que no tuvo el honor de ser representada; incursionó en la crónica picaresca y, por último, se introdujo en el género que mejor se ajustaba a su talento y en el cual realizó un aporte decisivo para las incipientes letras nacionales: la novela. A pesar de sus estudios en ingeniería y de desempeñarse como académico Blest Gana tenía interiormente el deseo de escribir y asi lo manifestó en una carta al historiador Benjamín Vicuña Mackenna: "Un día, leyendo a Balzac, hice un auto de fé en mi chimenea, condenando a las llamas las impresiones rimadas de mi adolescencia; juré ser novelista o abandonar el campo literario... Desde entonces he seguido mi propósito sin desalentarme por la indiferencia, sin irritarme por la crítica, sin envanecerme tampoco por los aplausos con que el público ha saludado mis últimas novelas. El secreto de mi constancia está en que escribo no por culto a la gloria,... sino por necesidad del alma, por afición irresistible, por ese algo inmaterial, en fin, que nos lleva a apartarnos de los cuidados enfadosos de la vida, lanzando la imaginación a un campo en que nadie puede vedarnos los dulces frutos de la satisfacción intelectual". Una de las características de la obra de Blest Gana es la gran definición que con singular vitalidad dio a sus personajes extraídos de las clases bajas provincianas, a pesar de que el pertenecía a la clase alta chilena.

Blest Gana no poseía una profunda preparación en términos filosóficos, sin embargo, con gran maestría logró describir personajes, armar historias, establecer diálogos sugerentes y vitales. Su lenguaje es simple, pero su narración suple tal deficiencia. En 1864 y por un lapso de 33 años Blest Gana abandonó totalmente su tarea de escritor. Sin embargo en 1897, por fin renació con su gran obra, la más chilena de todas, llamada Durante la 43


Reconquista, novela en la que reconstruyó el episodio del nacimiento de la República. En más de mil páginas, encierra una enorme cantidad de personajes en una trama compleja y lenta. Su lectura no agita, pero concluye con la certeza de que el protagonista de la obra es Chile y el alma chilena en lucha por su emancipación. A Durante la Reconquista le siguió Los Trasplantados, una historia de la vida de los chilenos en París, obra en la que refleja los altibajos de las familias chilena enriquecidas que optaban por radicarse en Europa. A los 79 años de edad, Blest Gana escribió en Francia El Loco Estero, obra vitalísima que recobra los colores de la lejana patria y de los acontecimientos que le tocó vivir al autor durante su infancia. Murió el 9 de noviembre de 1920, en París, Francia.

Obras "El Pago de las Deudas" (1854) "Una Escena Social" (1853) "Los Desposados" (1855) "Engaños y Desengaños" (1858) "El Primer Amor" (1858) "La Fascinación" (1858) Juan de Aria" (1859) "Un Drama en el Campo" (1859) "La Aritmética del Amor" (1860) "Martín Rivas" (1862)

"El Ideal de un Calavera" (1863) "Venganza" (1864) "Mariluán" (1864) "La Flor de la Higuera" (1864). "Durante la Reconquista" (1897) "Los Trasplantados" (1904) "El Loco Estero" (1909) "Costumbres y Viajes" (1959, obra póstuma)

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MARTIN RIVAS, SELECCION

―El 15 de abril entró Matilde en casa de Leonor, acompañada de su madre. Ésta y la hija iban vestidas de basquiña y mantón. Venían de la iglesia y eran las nueve de la mañana. Doña Francisca entró al cuarto de su hermano y Matilde al de Leonor. -¿Qué haces? -preguntó a la hija de don Dámaso, que con un libro en la mano miraba a una ventana en vez de leer. -Nada, estaba leyendo. -¿Sabes por qué he venido a verte a estas horas? -No sé. -Al salir de San Francisco he tenido un encuentro. -¿Con quién? -Adivina. Leonor tuvo el nombre de Rivas en los labios, pero contestó: -No se me ocurre. -Con Martín -dijo Matilde-. Me conoció al momento, y me saludó. Leonor no trató de disimular la turbación que se pintó en su semblante. -¡Está aquí -exclamó-, y mi papá que lo ha hecho buscar, suponiendo que hubiese llegado! ¿Cómo viene? -Buen mozo, me ha parecido mejor que antes. -¿Iba solo? -preguntó con malicia Leonor. -Solo, y aun cuando hubiese ido con Rafael, te aseguro que poco me habría importado; tú sabes que eso se acabó. Pocos momentos después vino doña Francisca a buscar a su hija y se despidieron de Leonor.

Quedó ésta reflexionando sobre la noticia que su prim a acababa de traerle. Sabía que anunciando la llegada de Rivas a don Dámaso, éste haría todo lo posible por llevarle de nuevo a su casa; pero la alegría que le dio la idea de ver a Martín como antes, en la intimidad de la vida privada, la disipó muy luego el recuerdo de los motivos por que el joven había salido de su casa.

« ¿Cómo sé yo si me ama?», se dijo con humildad la altiva belleza, a quien los más distinguidos galanes de la capital continuaban tributando rendido homenaje.

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El amor, durante aquel tiempo, había hecho en su orgullo la obra de una gota de agua que cae constantemente sobre una piedra: había vencido su altanera resistencia. Su vigorosa organización moral cedía ante el imperio de la pasión, porque era mujer antes de ser la hija mimada de sus padres y de la sociedad elegante en que había cultivado los gérmenes de altanería de su carácter. Aquella soberbia hermosura, que había jugado con el corazón de varios admiradores sumisos, aceptaba francamente ahora el papel de amante desdeñada, y experimentaba un placer irresistible en consagrar su corazón al que al principio consideraba como un ser insignificante. Bajo el imperio de la transformación gradual operada en todo su ser, las pálidas flores del sentimentalismo habían alzado sus melancólicas corolas en el alma que poco tiempo antes se reía del vasallaje que el amor, tarde o temprano, debe imponer a los corazones bien dotados por el cielo. Después de almorzar, evocó Leonor los recuerdos de sus conversaciones con Martín, de esos incidentes triviales que componen un mundo para los enamorados, tocando en el piano las piezas que en esos días tocaba con más frecuencia.”

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Francisco de Quevedo Francisco nació en Madrid el 14 de septiembre de 1580 en el seno de una familia hidalga montañesa, hijo del secretario particular de la princesa María y más tarde secretario de la reina doña Ana, don Pedro Gómez de Quevedo. Se formó en el Colegio Imperial de los jesuitas y en la Universidad de Alcalá. Una estancia en Valladolid, mientras esta ciudad es sede de la corte, parece iniciar la interminable enemistad con Góngora, probablemente atizada por celos profesionales entre dos de las mentes más agudas de la época. Hombre de acción envuelto en las intrigas más importantes de su tiempo, era docto en teología y conocedor de la lengua hebrea, griega, latina y moderna. Destacaba por su gran cultura y por la acidez de sus críticas; acérrimo enemigo personal y literario del culterano Luis de Góngora, el otro gran poeta barroco español.

Siguiendo a la corte, en 1606 se instaló en Madrid, donde continuó los estudios de teología e inició su relación con el duque de Osuna, a quien Francisco de Quevedo dedicó sus traducciones de Anacreonte, autor hasta entonces nunca vertido al español. También entabla un pleito por la posesión del título nobiliario del señorío de La Torre de Juan Abad, —pequeña villa dependiente del municipio de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) al sur de La Mancha—. Se traslada a Italia en el año 1613, llamado por el duque de Osuna, entonces virrey de los reinos de Nápoles y Sicilia, el cual le encarga importantes y arriesgadas misiones diplomáticas con el fin de defender el virreinato que empezaba a tambalearse; entre éstas intrigó contra Venecia y tomó parte en una conjura. El duque de Osuna cayó en desgracia en 1620 y Quevedo fue arrastrado en la caída y desterrado a sus posesiones de La Torre de Juan Abad, después, sufrió presidio en el monasterio de Uclés (Cuenca) y arresto domiciliario en Madrid. Por defender con virulencia la propuesta que el Apóstol Santiago fuese elegido el patrón de España, en pugna con los carmelitas que proponían a Santa Teresa, se vuelve a ver Quevedo castigado al destierro de nuevo en La Torre de Juan Abad. Esta etapa azarosa y desgraciada marcó todavía más su carácter agriado y además entró en una crisis religiosa y espiritual, pero desarrolló una gran actividad literaria. Con el advenimiento del reinado de Felipe IV cambia algo su suerte; el rey le levanta el destierro pero el pesimismo ya se había apoderado de él. De nuevo se siente tentado por la política, pues ve el desmoronamiento que se está cerniendo sobre España y desconfía del conde-duque de Olivares, valido del rey, contra quien escribió algunas diatribas amargas. Más tarde, por un asunto oscuro que habla de una conspiración, es acusado de desafecto al gobierno, y es detenido en 1639 y encarcelado en el monasterio de San Marcos (León), —hoy convertido en parador turístico de lujo— prisión tan miserable y húmeda, que provoca grandemente la merma de su salud. Cuando es liberado, en 1643, es un hombre acabado y se retira a sus posesiones de La Torre de Juan Abad para después instalarse en Villanueva de los Infantes donde el 8 de septiembre de 1645 murió.

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SELECCIÓN DE OBRAS DE QUEVEDO

PRINCESA BELLÍSIMA DEL DÍA

PUEDO ESTAR APARTADO, MÁS NO AUSENTE

SONETO SONETO Tú, princesa bellísima del día, de las sombras nocturnas triunfadora, oro risueño y púrpura pintora, del aire melancólico alegría;

Puedo estar apartado, mas no ausente; y en soledad, no solo; pues delante asiste el corazón, que arde constante en la pasión, que siempre está presente.

pues del sol que te sigue y que te envía eres flagrante y rica embajadora; pues por ennoblecerte llamé Aurora la hermosa sin igual zagala mía,

El que sabe estar solo entre la gente, se sabe solo acompañar: que, amante, la membranza de aquel bello semblante a la imaginación se le consiente.

ya que la noche me privó de vella, y esquiva mis dos ojos, pïadosa, entreténme su imagen en tu estrella.

Yo vi hermosura y penetré la alteza de virtud soberana en mortal velo: adoro l'alma, admiro la belleza.

Niégale al sol las horas; no invidiosa su llama, que tus luces atropella, esconde en ti su ardiente nieve y rosa

Ni yo pretendo premio, ni consuelo; que uno fuera soberbia, otro vileza: menos me atrevo a Lisi, pues, que al cielo.

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DEFINICION DEL AMOR

A LOPE DE VEGA

Es hielo abrasador, es fuego helado,

Las fuerzas, Peregrino celebrado,

es herida que duele y no se siente,

afrentará del tiempo y del olvido

es un soñado bien, un mal presente,

el libro que, por tuyo, ha merecido

es un breve descanso muy cansado.

ser del uno y del otro respetado.

Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente,

Con lazos de oro y yedra acompañado,

un andar solitario entre la gente,

el laurel con tu frente está corrido

un amar solamente ser amado.

de ver que tus escritos han podido

Es una libertad encarcelada,

hacer cortos los premios que te ha dado.

que dura hasta el postrero paroxismo; enfermedad que crece si es curada.

La invidia su verdugo y su tormento

Éste es el niño Amor, éste es su abismo.

hace del nombre que cantando cobras,

¿Mirad cuál amistad tendrá con nada

y con tu gloria su martirio crece.

el que en todo es contrario de sí mismo! Mas yo disculpo tal atrevimiento, si con lo que ella muerde de tus obras la boca, lengua y dientes enriquece.

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A UN HOMBRE DE GRAN NARIZ

Érase un hombre a una nariz pegado, Érase una nariz superlativa, Érase una alquitara medio viva, Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado. Érase un elefante boca arriba, Érase una nariz sayón y escriba, Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera, Érase una pirámide de Egito, Los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito, Frisón archinariz, caratulera, Sabañón garrafal morado y frito.

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