Aquarellen 42 junio

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A Q UA RE LLE N RE V I S T A LI T E RA RI A

ME S 0 6 ­ A Ñ O 0 4 ­ N Ú ME R O 4 2 E DI T A DO P O R A Q UA RE LLE N CULT URA DI RE CT O RA DE RE DA CCI Ó N: MARÍA JOSÉ MATTUS DI RE CT O R DE CO NT E NI DO S : JESÚS DE CASTRO PORTADA: "Pintura Poesía Música y Canto" de Manuel Ramos Martínez CONTRAPORTADA: " "Cosmo Naturaleza y Ser" de Manuel Ramos Martínez P O E MA S V I S U A L E S : José Ángel Gonzalez Cristopher Mckenney Laura Makabrescu

Todos los contenidos de aquarellen están autorizados por los autores, E d i t a d o e n C o q u i mb o ­ C h i l e

T O DO S LO S DE RE CHO S RE S E RV A DO S


EN ESTE NÚMERO

Antonio Rodríguez Jiménez…………………………………………Página 10

Nicolás Corraliza………………..………..……………………………Página 18 Sandra Sánchez…………..………….………………………………. Página 26 Juan Pablo Roa ……...…………………………………………….. Página 34 Juan Manuel Villalba ...….………………………………………. Página 43



P OR T A DA

La portada y contraportada de Aquarellen son parte del

trabajo del escritor y artista plástico chileno radicado en Austria Manuel Ramos Martínez. Las pinturas forman parte del proyecto “Cosmo, Naturaleza y Ser” en ella el autor muestra como el ser humano es parte de un todo universal.Ese todo es el reflejo del trabajo del artista, quién además de pintar lienzos blancos y colorear sus pensamientos, llena hojas en blanco con el arte de la escritura. Este cuador lleva por nombre: "Pintura Poesía úsica y Canto" M Para estos matices ha utilizado tinta china y acuarela sobre cartón.



EDITORIAL

En este patio globalizado, conectado, interactuado y sobrestimulado surge la reflexión de lo que hoy es considerado bueno y malo en literatura. ¿Merece la literatura dedicar todo nuestra atención y nuestro tiempo en el sublime arte de expresarnos a través de las palabras? Claro que sí, estoy segura de que todos coincidimos en esto, sin embargo y muy a pesar de muchos, vivir del arte de escribir es cada día más difícil. Puedes vivir de literatura, pero de tus novelas, ensayos o poesía resulta casi imposible. Frente a este problema muchos podrán debatir argumentando que Isabel Allende vive de sus novelas, si lo hace pero tuvo que pasar por Hollywood para consagrase del todo a una vida exclusivamente de dividendos. Actualmente la mayoría de los jóvenes y autores, los denominados novistas, macondianos, planetarios; auto considerados producto de la globalización presionan para que el libro se ajuste a las reglas del mercado, ventas que se dividen en miles de dólares o euros, pero que en muchos casos, carecen de calidad literaria, evaluando su trabajo por popularidad; algo así como pulgares arriba en fotografías de redes sociales, influyendo en el gusto literario de las personas y recalificando lo que se puede juzgar como buena o malo. Muchos otros autores se proclaman destructores de las normas establecidas y lejos de crear nuevos movimientos literarios, como antaño generaciones, destruyen las historias, los poemas y más que escribir algo con estructura, salpican palabras con separaciones que no provocan una innovación real, si no, un conjunto de léxicos mal estructurados que ni cuentan una historia fascinante ni proclaman un poema de elevado. El Italiano Roberto Calasso, sostenía que “Se diría que la literatura ha entrado en una fase de latencia… Es difícil encontrar sorpresas.Hay cosas buenas, pero pocas son realmente grandes… cuando miro la literatura hasta los años setenta veo que era algo ligado a una ambición enorme, ahora eso no es ya lo usual, evidentemente”. Pareciera que la única motivación es el gusto a la masa, a la fotografía rosa de tarjeta, frases de autoayuda o al guion hollywoodense del futuro. El buen escritor, primeramente debe ser un lector voraz, culto, no sólo basta con talento para escribir, también debe sumergirse en la cultura, especialmente en la literatura desde la antigua hasta la actual, bañarse en letras para expresar con libertad, pero sin escudarse en la libertad de expresión, que muchas veces asesina los buenos escritos. De todas maneras, creo que aún hay vida y esperanza, los escritores que leo, sin ser todos absolutamente conocidos son de una calidad innegable y muchos de ellos han pasado por nuestra revista, lo que nos llena de orgullo y nos indica que hay luz al final del túnel. Marijo Mattus





ANTONIO RODRIGUEZ JIMÉNEZ

Antonio Rodríguez Jiménez (Albacete, 1978) es autor de los libros

de poesía El camino de vuelta (Pre­Textos, 2012), Insomnio (Fractal Poesía, 2013; Origami, 2015) Las hojas imprevistas (Ayto. de Alhaurín el Grande, 2014), Los signos del derrumbe (Hiperión, 2014) y Estado líquido (La Isla de Siltolá, 2017). Ha recibido los premios “Antonio Machado en Baeza”, “Arcipreste de Hita”, “Antonio Gala” y “Festival Fractal”, entre otros. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y trabaja como profesor de Lengua Castellana y Literatura en un instituto de educación secundaria. Algunos de sus poemas, traducidos al inglés, han sido publicados en revistas de Estados Unidos como Osiris Poetry, Asheville Poetry Review o Cimarron, y próximamente verá la luz en aquel país la versión inglesa de Los signos del derrumbe, a cargo de Jorge Rodriguez­Miralles. Ha estrenado también la obra de teatro La entrevista.


VUELO NOCTURNO Un avión cruza el vientre de la noche. Majestuosa luz que parpadea sobre la ancha quietud de un mapa mudo. Los ojos que se van –quién los siguiera­ hacia la placidez del otro lado. Cuánta vida descansa agazapada en la fragilidad del fuselaje. Invencible parece la fuerza con que rompen la oscuridad las lámparas de ese entramado débil de fibras y remaches. Qué ligera apariencia tiene lo que se va, lo que está lejos, volando sobre el cielo sin luz de nuestra vida y apenas si nos ve. Pájaro extraño, se pierde su blancura metálica al instante y algo se va con él, tal vez deseo, embrujo de la luz, tal vez nostalgia.


NI ÑA S A HA RA UI La madre de acogida dice que el frigorífico la tiene fascinada: ver el hielo, sentir su tacto áspero como una quemadura del desierto. La reportera insiste en el calor excesivo de Tindouff; no nos habla de la tierra inicial, de no ser nadie, de la espera perpetua. Nada dice de la pasividad de un mundo cómplice. En las tiendas tampoco hay lavadora, sólo calma y estrellas, sol y arena sobre la lona. Lo que no nos cuenta la madre es si a la niña le sorprenden los bultos silenciosos que pasan cada noche buscando en la basura, sin mirada, sin rostro, sin pasado, como una mancha incómoda en el telón de fondo del continuo espectáculo.


VIAJE A ÍTACA Empezaste a correr y has rodeado el mundo en varias ocasiones. Los sitios se parecen. La gente se parece. Desde el primer capítulo es más que previsible el final de la historia. Hemos probado todos los sabores combinados de todas las maneras. Fuimos al infinito a toda prisa y nos decepcionó. Tenemos fotos abrazando al demonio del parque de atracciones. Parece todo dicho. La lengua es un bolígrafo sin tinta que chirría sobre la superficie satinada del folio. Las sorpresas se cargan con pólvora mojada desde hace mucho tiempo, desde que Ulises se quitó la vida en un cuarto de hotel desvencijado. Pero, si has decidido que ya lo sabes todo, no apartes la mirada. Aún no tienes ni idea de adónde va a llevarte este poema.


ESTADO LÍQUIDO ¿Qué se puede esperar de la poesía, si creció su semilla en la liturgia extendiendo plegarias; si fue la propaganda de castas dominantes, adornada con mitos y leyendas ­lo recuerdas, Homero? ¿Qué se puede esperar de su discurso romo para el análisis, incapaz de explicar ningún misterio? ¿Qué se puede esperar de los poetas que se creyeron dioses por combinar sonidos y juegos pirotécnicos? Que los desbanquen tipos con nombres de raperos que, al son de su guitarra o de una flauta mágica, se lleven a la masa tras de sí: Un río sin la fuerza ni el tiempo necesarios para labrar su cauce. Material desechable, mundo líquido, ligereza fugaz de lo presente.


GRATITUD Alguien ha muerto ahogado entre las olas de un mar que me esperaba para tragarme a mí. En un rincón cualquiera del gran mapa del mundo, alguien ha recogido la bala que era mía y me buscaba. La casa que cayó no era la nuestra. Cercados por alambre, unos niños reciben sobre su piel la lluvia que era para mis hijos. Aquel cuerpo robusto que en muy pocas semanas devoraron los dientes del lagarto no era tampoco yo. Me acerco a la ventana temeroso del frío y la intemperie. El vaho en el cristal dibuja nubes que enseguida se borran sin tiempo para nada, para un gesto de culpa, para la gratitud más silenciosa.


E L P E LI G RO Primero, el golpe seco de la vara en la tierra, a muy poca distancia; después, el cuerpo inmóvil como un cordón parduzco. No sé cómo la vio. Quizá por la destreza de la gente del campo o tal vez fuera suerte. ­Los picos negros ­dijo­. Se ven entre las hojas. Nunca usó la palabra ecosistema ni biodiversidad, pero sabía los nombres de todas las especies. Sabía que cada una dependía de las otras y que constantemente luchaban por su vida, como siempre hizo él. A menudo recuerdo aquella escena: la cabeza aplastada de la víbora y el miedo a su veneno disuelto de repente; y recuerdo a mi abuelo andando por el monte, con sus manos de encina y los ojos de un águila, cogiéndome del brazo, atisbando el peligro detrás de cada arbusto.



NICOLÁS CORRALIZA

Nicolás Corraliza Tejeda (Madrid, 1970) ha publicado los libros La belleza alcanzable (Norbanova 2012), La huella de los días (Norbanoba 2014), Viático (Viático La Isla De Siltolá 2015) y El estro de los locos (Ravenswoood Books Editorial 2018). Ha sido incluido entre otras, en las revistas Norbania, Estación Poesia, Ágora y Cuadernos de Humo.


E N T O MO L O G Í A

De canto, el alfiler. La mariposa de frente con su muerte expuesta.


SEMEJANZA

Cuando era niño, recuerdo a mi padre haciendo números con una caligrafía prodigiosa. Apenas pisó la escuela, y sus pies se acostumbraron rápido al aullido de los caminos donde brota el jornal. Ya no busca nada. Se ha sentado a esperar indiferente el vaivén seguro de las estaciones.


L A T I E R R A Y S U S S I MA S

Ocurre en los hoteles precedido de un rodar de maletas. Acreditarse y ser bienvenido. Hay un congreso de geólogos y una convención de usureros. La tierra y sus simas. La mirada áspera de la codicia reflejada en los espejos del hall. Después de tres días, los del tiempo del planeta celebran las conclusiones. Los otros ya se fueron, a implantar nuevas técnicas para incautos.


E L G RI S llegó al invierno. Esta tarde lo he visto colgado sobre el esqueleto de los árboles sembrando una semilla en la tristeza.


T E N E MO S el mundo frente a la ventana y la utopía por los suelos. Ningún viaje equivale a tu costado.

E N E L S UE ÑO todo lo conocido se transforma. Es el desacato del cuerpo a la cordura.




SAN DRA SÁN C H E Z

Oviedo (Asturias), 1971. Licenciada en Derecho.

Ha publicado el libro de poemas “Una manzana en la nevera” ( 2017). En colectivo, forma parte de las Antologías: “Poemarte. El reto de Calíope” (Ed.Poesía Eres Tú, 2016), “Cantos para el viento. Recreación de diez poetas del siglo XX” (Ed. Poesía Eres Tú, 2017). También tiene varios poemas publicados en las Revistas de Poesía: Anáfora, Estación Poesía (editada por la Universidad de Sevilla) y Maremágnum. Así como varias publicaciones en Revistas Digitales como Aquarellen Literatura y Umbral. Ha sido finalista en los siguientes concursos y certámenes: II Premio Internacional de Poesía Jovellanos 2015 II Certamen Umbral de la Poesía de Valladolid 2015 III Certamen Umbral de la Poesía de Valladolid 2016 V Certamen Internacional de Poesía Jovellanos 2018 En el ámbito del Microrrelato, ha ganado varias veces la final semanal del concurso L´art d´escriure del programa Wonderland en RN4 y ha sido finalista semanal en el concurso Relatos En Cadena organizado por la Escuela de Escritores y la Cadena SER. Tiene recogidos varios de ellos en diversas revistas literarias tanto en digital como en papel, así como en la Antología 50 Palabras. Administra el blog www.letricidiospremeditados.blogspot.com dedicado a su escritura.


MU E R T E D E U N C A R A C O L

Por mitad de la carretera camina despacio un caracol. Solamente la espera en un semáforo le separa de la muerte. Lo miro, impasible, desde el coche ­estoy en el carril contrario­ y él lleva, sin prisa, su casa a cuestas… Pasa por encima de un cristal y no se corta, y los cantos de la piedra no le hacen daño alguno. Apenas en un segundo su sentencia cambia a verde y la casa, antes a cuestas, se la lleva­ demolida­ahora el coche bajo sus ruedas. Sus restos, en el asfalto. Desde lo alto el inclemente sol los incinera.


A LA S Ocho de esta mañana; una paloma y yo, solas por la plaza. ¡Ay, pero ella echó a volar! * *


DE E S T A G UI S A

El sol, el calor, el perro echado a la sombra, las gallinas a su bola y “el patio de mi casa ­que es particular­“ en casa de mi abuela. Yo, con una venda en los ojos y un ramo de flores recién cortadas en las manos, allí, en medio del verano con un vestido que no tapa mis rodillas. Y de repente, un día, me tira la sisa del vestido y se me cae la venda de los ojos… y miro, y es invierno.


G E O ME T R Í A H U MA N A

La distancia entre dos corazones se mide en nubes pasajeras.


ME L O D Í A S

Hay música en las alas rotas de una paloma muerta, en lo que callan los labios de Eva, en las dunas ondulantes del desierto a media noche, y en las hojas repudiadas del otoño que caen en soledad… Oigo arpegios en clave de Sol en las tardes de verano, y en las mañana de invierno tarareo un rocanrol para no quedarme helada mientras llega el autobús. Y por supuesto hay música en el piano… de Thelonius Monk. Pero de todas las infinitas melodías del Universo, me gusta la de una playa solitaria donde encalla la espuma de las olas: y entonces oigo música, y el mundo… me parece un lugar bueno.


A LO T O NT O Ven, te digo; pero no vienes. Entonces, voy yo. Y cuando llego no te encuentro. No estás. Tal vez no has estado nunca.



JUAN PABLO ROA

(Bogotá, Colombia, 1967). Estudió Letras en Bogotá. Tras una estancia en Portugal e Italia (1993­1997) se radicó en Barcelona (España) en el año 2000, donde se desempeña como editor. Ha traducido obras de las poetas italianas Amelia Rosselli (Poesías, Ediciones Igitur, Montblanc, Igitur, 2004), Ana Maria Giancarli (Ediciones Amargord, Madrid, 2013) y Antonella Anedda (Desde el balcón del cuerpo, Madrid, Vaso Roto, 2014). Es fundador y director, junto con Roberta Raffetto, de la revista de poesía animal sospechoso, editada en Barcelona. Ha publicado los libros de poesía Ícaro, (Bogotá, 1989), Canción para la espera (Bogotá, 1993), El basilisco (México, 2007) y Existe algún lugar en donde nadie (2011, XXXV premio de poesía Vila de Martorell de 2010, publicado en Palma de Mallorca por Lleonard Muntaner Editor y en 2017 por Pregunta Ediciones). En 2013 fundó la editorial Animal Sospechoso Editor, proyecto editorial nacido de la revista de poesía animal sospechoso (2002 ­ 2010).


Jardín de las delicias La imagen es precisa. Ella plancha tarde en horas de la madrugada mientras él le llena la cabeza de recuerdos, de músicas extrañas. Le cuenta su vida como si viniera de otra geografía. Ella elogia su desnudez al lado de la plancha. Cada vez demora más el paso del calor sobre la ropa: quiere que la noche no termine. Pero él le llena la cabeza de recuerdos, de músicas extrañas. Su vida, su desnudez, sus palabras. Todo pende de un hilo delicado, y, sin embargo, a la hora del amor, nada parece más fuerte que sus palabras. La plancha, su desnudez, sus gestos.


NO LLAMO a los muertos por su nombre pero uno a uno los voy poniendo en el árbol del difunto: hacia adentro crece, el sol dora sus raíces y sus frutos son un limbo fértil de añejas palabras. –!Bajad del árbol que la cena está servida¡ dice mi madre entre suspiros, limpiando, reparando y encalando muros de un espacio que ya es de nadie. Yo prefiero descender por ramas de papel y de vez en cuando subir hasta la raíz; traigo viejas y trabajadas palabras en la noche para morder el duro fruto, el duro pan del llanto.


COMO el que habla de una mujer en los poblados entre el polvo de las veredas sin haberla visto jamás; como el que por entre ríos y valles va dibujando una nueva ciudad y en ella los nombres de la que no conoce; así la mano que te busca en lo que fue, en lo que va borrando la memoria para recordar y dar una fecha a la arena que escapa entre las manos entre la eternidad que no trasciende la prueba del instante en que vivimos.


NO SERÁS feliz mañana ni cuando tengas

ni serás mañana una suma. Resta mejor lo que no hiciste, suma las renuncias, las tardes disipadas por la plata del oro plástico disipadas, las tardes en que no fuiste a la escuela ni recogiste al amor de tus ojos, las tardes que dan eslabones a lo que será ya tarde a lo que no fue más. Acariciar la cabeza de tu retoño, abrazarla a ella o a él, perder el tiempo, disipar la vida en contra del trabajo o en contra del tener. Porque nunca tendrás: no serás feliz mañana ni cuando tengas ni serás mañana una suma de lo conseguido


A LADO y lado del arcén, como esparcidos, los deseos en el paisaje cambiante del automóvil que viaja, ―pero el paisaje de adentro cambia aun más todavía― se lanzan, como desde una alta torre, promesas «de un día volveré». Pasan como rasguños por el aire en movimiento desde un automóvil que no registra la conciencia pero cuyo viaje aún perdura en ella. Acolchada la conciencia con la promesa de «mañana será, volveré por los esparcidos, y de seguro hablarán entonces también, de mí, de mi paisaje», como si el viaje de regreso fuera un viaje aparte. (como detritos de un crucifijo salvado por las olas)

[De Cuaderno del Sur, inédito.]


NO PUDO la noche quemar la cerilla de las buenas copas, los buenos tragos pero de la vida diurna arrasó con todo, ―depuso la salma de un cuerpo en pie con gesto de sonrisa tibia, como de alguien que va al trabajo porque toca―; no la noche, sino la mano nocturna imprevista de una ley opaca que a veces cala en la madera equivocada; no pudo la noche quemar la noche, aunque perduran aún las pavesas; incandescente alumbra la cerilla de las celebraciones para alimentar la eternidad de una sola tarde. (non per sola vanità )

[De Cuaderno del Sur, inédito.]



JUAN

JUAN MANUEL VILLALBA

MANUEL VILLALBA HINOJOSA, malagueño nacido en Madrid por accidente en Junio de 1964. Ha trabajado, entre otras cosas, como redactor de Cultura del desaparecido diario local "El Sol del Mediterráneo". Primer Premio de Poesía Universidad de Málaga, 1984. Beca de Ayuda a la Creación Literaria del Ministerio de Cultura, modalidad de Poesía, 1991. Ha publicado cinco libros de Poesía: "Húmeda Húmeda Alcoba", Colección Puerta del Mar, Diputación de Málaga, 1984; "Fondo", Edit. Pre­Textos, 1992; “Todo lo contrario”, Edit. Pre­Textos, 1997; “Indignación”, Edit. Pre­Textos, 2002; “Linterna”. Edit. Pre­Textos, 2017; y el libro de relatos “Un mundo secreto”, Edit. Pre­Textos, 2001 y “Cerveza”, Ediciones Imperdonables, 2016. También elaboró los ocho fascículos correspondientes al género literario de POESÍA, Curso Planeta DeAgostini de Creación Literaria “El Placer de Escribir” (1999). Además, los cuadernos de poemas: "Poemas", 3er número. Col. Versos. Universidad de Lleida. 1995. "Dieciséis Poemas", Edit. Atarazanas, Málaga, 1995. "Antes de ahora", Colꞏlecció Poesia de Paper. Universitat de les Illes Balears, 2000. Ha sido incluido en las antologías “Poesia Espanhola de Agora”, Joaquim Manuel Magalhães, Edit. Relógio D’Água, Lisboa, Enero, 1997. “FEROCES. Radicales, marginales y heterodoxos en la última poesía española”. Selección de Isla Correyero, Edit. DVD, Barcelona, 1998. "La generación del 99", de José Luis García Martín, Ediciones Nobel, Oviedo, 1999. Ha colaborado con asiduidad en las secciones de Opinión de varios diarios y en diversas revistas especializadas; así como miembro del jurado de diversos certámenes literarios en vigor y preseleccionador de otros tantos.


PETROLEROS

Aparecen. Y nunca están llegando. Asumen de improviso la nobleza de los grandes mamíferos, su manso tonelaje. Detrás de algún pequeño puerto se pueden ver, acomplejados, aullando roncos contra la niebla, satisfechos en secreto de la gran dignidad que alcanzan. Son el alma perdida de los que miran, indefensos, alguna vez el horizonte. (Del “Fondo”, edit. Pre­Textos)


E L P RÓ F UG O Camina enfebrecido por los densos trigales de la noche, suda y jadea, busca la sucia claridad, la luz del horizonte herido. En ello va su vida. Ocaso rojo y blanco, igual que el delantal de un carnicero. Atraviesa colinas devastadas, océanos de negros pastizales. La noche, como una hemorragia incontenible, fluye sin remedio, intenta capturarlo por la espalda. Intuye a pocos metros las negras alimañas que afilan sus tenazas contra el cielo. Ha de seguir, en ello va su vida. Él cumple su destino escapando de la noche, huyendo de lo oscuro, de lo enfermo. Su vida se va en ello, aunque reviente como un noble caballo desbocado. (De “Todo lo contrario”, edit. Pre­Textos)


CADA CUAL Hoy han vuelto los perros del infierno, descienden por el cauce solitario del río asustando a la noche con sus negras encías, bebiéndose las luces ahogadas en los charcos. Y campan por las calles silenciosas, y husmean los umbrales de las casas lamiendo con soberbia el azufre disuasorio. Los corazones crujen tras las puertas igual que contadores geiger. Los perros traen el miedo que cada cual merece, y cada cual espera a los perros que más teme. Aquí están los perros del infierno. Nunca nadie coincide al contar lo que vio a la mañana siguiente. (De “Todo lo contrario”, edit. Pre­Textos)


F ra g me n t o d e “I N D I G N A C I Ó N ” … Todo lo que perdimos está catalogado, mantenido, aguardando en un mundo paralelo que nada sabe de nosotros. Nadie tiene el resguardo que recuperará de la consigna todo lo extraviado. Hay gente, objetos, sueños y animales 160 que una vez decidieron vivir su condición. Todo lo que perdimos nos aguarda en un mundo regido por la ley de la orfandad. Todas las cosas que perdimos nos conducen al fin a lo que somos; porque somos la resta de una suma imposible. Los sueños que se fueron, los perdidos, los sueños que acabaron en cunetas, los que nunca supieron ser soñados, convalecen insomnes, sin memoria, 170 en lejanas y asépticas clínicas privadas donde no se permiten visitantes. Patrullas de inhumanos celadores rastrean los pasillos, circundan los jardines, y azuzan a los perros ansiosos de atrapar a todo el que pretenda volver al otro mundo. … (De “Indignación”, edit. Pre­Textos)


TRUCO DE SALÓN No saltó. Se detuvo un poco más allá de la ventana, donde la noche abre su boca sin medida hacia las luces y las calles. Regresó acobardado a la hondura del salón igual que quien camina sobre el barro, hundido en el temblor de las rodillas, atónito, consciente de ocupar los primeros instantes sustraídos al vuelo y la caída hacia lo oscuro. Nadie pudo dar fe del episodio, fue un secreto, no hubo preguntas ni respuestas, los libros brillaban en sus celdas, no era posible ser juzgado, no hubo condena, ni celebración, no hubo fuegos, ni música, ni fiesta, el humo del cigarro subía sin quebrarse. Entrar en ese viejo tiempo nuevo podría ser lo mismo que entrar en otra vida. Todo es ajeno y todo es llano, todo habrá de inventarse, todo es mudo. Cae el futuro ante él; tiempo que fluye hacia adentro como una fruta hinchada que contiene la oscuridad y la luz, la suerte y la desgracia, el sueño y el insomnio, la ira y la templanza, la lluvia mestizando con el mar. No saltó, se detuvo, consiguió estafarle una prórroga a la muerte. El último bramido de la absoluta rebelión de quien por suerte ha vuelto, templado e insondable, a un nuevo tiempo, a lo imposible. A su otra vieja vida. (De “Linterna”, edit. Pre­Textos)


F A LT A R UN DÍ A

La alegría de estar enfermo, con pocos años, tal vez siete, ocho, en días de colegio; la cama llena de sudor, delirios y juguetes. Y la fiebre, bendita fiebre, mi primera ebriedad, el ángel mudo que se enfrenta a la madre y que será aplacado sin remedio. Todo para llegar hasta el mercurio, el alma del termómetro celoso, insobornable y gélido. Fue mi primer delito calculado, la primera estrategia que estrenó mi codicia. Un descuido, un despiste es suficiente. Después aquella joya rodando por el suelo, la lágrima metálica, el portento, bajo la cama, igual que el monstruo que a todos los niños acecha. El tesoro en la gruta de las borras de polvo. Cómo no andar descalzo, a riesgo de empeorar. Cómo no sumergirse en el mar bajo la cama y recoger los astros dispersos y brillantes, y formar una gota, un sol de plata, la primera y helada maravilla, aviso del desastre de todo lo que estaba por venir. (De “Linterna”, edit. Pre­Textos)





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