AQUARELLEN REVISTA LITERARIA
MES 02 AÑO 06 NÙMERO 50 DIRECCIÓN: JESÚS DE CASTRO EDICIÓN: MARÍA JOSÉ MATTUS PORTADA: PINTURA DE ERICH SLAYER CONTRAPORTADA: "MUJER AZUL LANZA COLORES" DE ERICH SLAYER POEMAS VISUALES: FOTOGRAFÍA DE DUVAR KAGITLAN KYLE THOMPSON Y ASHLEY LEAZER. PINTURAS CENTRALES: TRABAJS DE ERICH SCHLEYER
Todos los contenidos literarios de Aquarellen están autorizados por sus autores. Editado en Coquimbo, Chile. ISSN 0717 0041
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
EN ESTE NÚMERO
- MARÍA JESÚS MINGOT - LUIS MIGUEL RABANAL - FERNANDO SARRIA - BENJAMÍN NOVOA LONGUEIRA - MARISOL SANTIAGO - DAVID QI
EDITORIAL
Hace seis años atrás un renombrado escritor español y una gestora cultural chilena hablaron sobre la idea de unir pueblos, de mantener la hermandad lingüística a través de la palabra. Así surge Aquarellen; al abrigo de la naturaleza castellana se gesta la idea de impulsar una revista de literatura que se amolde a esta unificación en tiempo real, acorde a los tiempos globales de la interacción digital en vivo. Una revista digital que tenga como norte la comunicación, la hermandad por medio de la literatura. 50 números después de aventura literaria han pasado casi 200 escritores de distintas naciones: España, Chile, Perú, Argentina, Brasil, Ecuador, Uruguay, Colombia, El Salvador, México, Honduras, Cuba, Venezuela, todos ellos unidos por el verbo castellano, esa lengua que nos une incluso con sus matices locales. Andrés Bello, pensador venezolano convencido y creyente de la indispensable unidad hispanoamericana, se pronunció sobre el carácter dinámico, la vitalidad de la lengua y la importancia del uso popular y necesidad de mantener siempre el idioma "como un cuerpo viviente". Después de seis años de vida, de giras, encuentros, nuevos amigos y seguidores seguimos vigentes con la promesa de mantener nuestra palabra empeñada en la difusión literaria y cultura de las nuevas generaciones, de nuevos conceptos, estilos y vanguardias que mantengan la herencia de Cervantes y Lope. Marijo Mattus
PORTADA Y CONTRAPORTADA
La portada, contra portada y pinturas interiores son parte del trabajo del pintor chileno Erich Schleyer, 53 años artista perteneciente al Movimiento artístico CHILE EXPRESIONISMO junto a destacados pintores. Pinta profesionalmente desde 1990. Actualmente cursa por un revisionismo total de su obra poniendo énfasis en rescatar el "Daemon" subyacente en el soporte que no puede ser visibilizado, sino es a través de una entelequia de múltiples aristas conceptuales. Su obra intenta rescatar lo primigenio, lo universal y trascendente que gobierna el "animus" en la materia inerte, dotándola de vida espontánea y multiples conexiones con la otroredad. Es un acérrimo estudioso de la Cábala, numerología , simbología arcana , esoterismo pagano y rescatador de la multiplicidad de iconografías ocultas de civilizaciones protohistóricas y su historia lineal hasta nuestros días. La fenomenología le acompaña " in absentia" hace más de 18 años. Tiempo en el que he escarbado al modo que lo hace un alquimista del medioevo, las múltiples ventanas fractales de lo infinito, vinculándolo con el magma terráqueo y su energía descendente y basal. Por ende se desprende de este "hacer" en el "Continuum" una pulsión rescatadora de las energías primordiales ( Vrill teutón, ki, Om Demiúrgico, etc). La gnosis post socrática le ha conducido por los derroteros de la caída y el concepto de la vacuidad. La mancha encarna la historia del mal, por lo tanto estoy traspasando los límites del bien hacia la entropía inherente en el " azar atemporal". Más que un hacedor se considera un aventureroargonauta de la epifanía inabarcable que gobierna en esta nocturnidad clarificada y sofeada por el velo de lo que a primera vista consideramos irreductible y " continente”.
María Jesús Mingot nació en Madrid. Licenciada en Filosofía y
Letras. Doctora en Filosofía con una tesis sobre Nietzsche. Profesora Titular de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid. Entre sus publicaciones destaca una novela, ‘El vértigo de las cuatro y media’ (2ª edición), y tres libros de poemas: ‘Cenizas’, ‘Hasta mudar en nada’, y ‘Aliento de Luz’ (3ª edición), que fue publicado en el año 2016 y recibió el Premio Andrés Quintanilla de Poesía 2018. Es autora también de un cuento largo ilustrado, ‘Un mundo en una caja’, publicado en noviembre de 2017 por la Editorial Gaesa. Asimismo ha escrito numerosos artículos de Filosofía y Pensamiento Crítico, centrándose en las figuras de Nietzsche, Heidegger y Adorno. Ha colaborado en revistas especializadas, libros conjuntos, prólogos y presentaciones de libros, tanto literarios como filosóficos. Fue finalista en el Premio de Libros de Relatos “Emilio Hurtado”, y ha sido miembro de la “Tertulia Poética Antonio Machado” durante años. Sus poemas han sido incluidos en numerosas antologías de poesía. En noviembre de 2018 ha publicado la novela ‘Los zapatos más feos del mundo”, ilustrada por José María Gallego (Editorial Gaesa. Colección Azulete). Acaba de terminar su cuarto libro de poemas y está trabajando actualmente en una nueva novela.
TAN DELGADA LA LÍNEA QUE SEPARA
Si al escape de arena llamas duna. Si es la noche capullo de la aurora y ceniza la llama del ahora y el sol ebrio, arcada de la luna. Si cosechas con besos el olvido. Si llega solo lo que presto pasa y un solar es el sino de tu casa y el silencio, sonido arrepentido. Ciego será el deseo para erguirse: nunca habrá de mirarse en el espejo que le muestre la faz de su reflejo. Guárdame de ese don que está maldito, de ver avecinarse en la alborada la premura fatal de la emboscada.
JARDÍN DE INFANCIA Dónde te escondes, tiempo recién lavado de la infancia. Todos los rostros se vuelven hacia ti. Un jardín en la sombra parpadea y los sentidos regresan a la herida que sana con un soplo. Y a noches que culminan con risas sofocadas en la almohada y la dulce certeza de que hay alguien que vela tu abandono. Cuánto tiempo has fingido que también tú creciste entre reflejos de un estanque de dicha, y que en él te has bañado. Y amamantado fuiste, como el resto, de la misma inocencia, leche caliente y tierna, hilandera del alma, deslumbrante certeza a la que un hombre acude cuando ha de recordar que una onda de amor recorre el tiempo, y que siempre es la misma: el centro no encanece. Hablan todos de ti como si fueras la comunión sagrada, y te sientes distinto por no haber recibido el albo sacramento. Exiliado de infancia sin culpables. El mundo tiene ya bastantes cargos para añadir más ruido. Líbrate de esa falta capital. La culpa sólo agrava la privación primera que alguna vez asoma al fondo de mis ojos. Una luna de invierno que mi boca desmiente con su risa. Infancia, he de soñarte al menos para tener un sitio al que volver.
A LA SOMBRA DEL MUNDO Los que no dicen “yo” cuando terminan de resolver matrices complicadas. Aquellos que encuadernan con el mismo cuidado que traducen los sabios manuscritos antiguos, sin sentir que se trata de un favor que les honra. Sólo por el deleite de ver crecer el fruto cotidiano de un esfuerzo que niegan, mientras tiemblan los papeles impresos en sus manos. Los que están a la sombra de sí mismos al acabar un cuadro que los mantuvo insomnes largo tiempo, por el cual se olvidaron de acudir a la cita de un mañana apremiante. Cuantos pasan de largo ante el elogio por creerse a distancia de su estela pero no dejan de surcar las aguas. Los que apartan la vista si el otro se avergüenza, para que quede a solas, sin testigos de cargo que agraven su desvelo. Todos los que se apenan cuando llega la pena, sin que se troque en cólera sedienta de venganza.
Quienes no se preocupan de que registre el mundo su presencia y a su vivencia humana de las cosas nada resta tenerse por segundos o algo más; esos, cuyo vuelo remeda al de los verbos de impersonal textura, perseveran a la sombra del mundo, pero le dan su luz.
AMANECIDA La luz entra en el mundo de puntillas, como una joven virgen que camina descalza por el cuarto, donde su amado indiferente duerme. Con tembloroso paso de púber que respira, a un tiempo embelesada y contenida, se despoja en silencio de la ropa. Un aroma en el aire se dispersa y la vida se yergue, cristalina, sin que un dedo la roce con su yema ni petición alguna se precise. Tocado por la nevada piel adolescente, todo cuanto hay allí se despereza, y a su blancura se rinde finalmente de promesa de amor intransitada. No desveles lo que ha pasado luego, no conviertas la luz en vientre estéril, deja al sabio dormir para que pueda ese aliento de virgen despertarte.
ARRABALES DE AMOR Con la exigua esperanza de que alguien te rescate del sitio a donde acudes, lo frecuentas de nuevo. Como el que espera hallar un bálsamo en la herida vas buscando el amor por arrabales, furtivo entre furtivos. Contemplas la impudicia del deseo sin alma, te sabes deseado. Si la tarde es propicia habrá también, quizás, un trueque algo más generoso de palabras, que maquille el encuentro. – Se repite el guión en esta obra Tu soledad recibe la precaria limosna de los sábados. Y tu sed, aún más sed. Y alguna que otra vez, un fulgor en los ojos, en medio del revuelo, tendrá que recordarte lo evidente, que el cuerpo que te oprime entre sus muslos alguna vez fue amado y es motivo de amor, y acaso ande también, a fin de cuentas, buscando lo que tú, otra clase de dicha más etérea.
Luis Miguel Rabanal nació en Riello, León, España, en 1957 y es autor de la nouvelle "Elogio del proxeneta "(Escalera, 2009) y de los libros de relatos "Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza" (Leteo, 2010) y "La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles" (Eolas, 2016). Toda su poesía fue recogida en
2015 por la editorial Renacimiento en el volumen, "Este cuento se ha acabado. Poesía reunida "20141977. Con posterioridad ha publicado "Los poemas de Horacio" E. Cluck (Huerga & Fierro, 2017) y "Matar el tiempo" (Trea, 2018).
Se suceden siempre los días con desgana y ruidos, aquí ha olvidado ya su traje inútil. Quién será el mínimo culpable de tanto desamor. En Olleir, casi con seguridad, las llamas. Recuerda personas que no hubo, la muñeca de hule o la muchacha invisible. Le crece el tiempo sobre las rodillas, unta con betún la exagerada tristeza. Ella lo abraza y todo ha terminado. (De Mortajas, 2009)
LX Lo atroz era perderse. Lo verdaderamente cruel era estar solo, llevarse la venganza a casa como si de verdad no existieras. A menudo me digo que en la curva de la Muerte los fusilados aún tienen sed. Días con lluvia y cuerpos que no fueron. El pasado, corneja siniestra, se cierne sobre ti, ríe contigo cuando debería estar triste porque nada se perpetúa. Porque nada está en su sitio, ni la música de Ben Webster suena para mí como antes. Ante mis ojos la vida descuida su aliento. Quédate con ellas, merece gratitud quien no sabe más que volver a contarnos las horas. Si lo hermoso era estar junto a ti. (De Fantasía
del cuerpo postrado, 2010)
HABITACIÓN 114 La que falta, la que se rompe siempre en pedazos a la hora de la siesta. La que se agita al salir de casa porque diluvia, nada que alegar si no fuéramos nosotros los otros. Besa su frente y sobre su piel ordena las gominolas restantes. No más rezos al atardecer. Basta de futuros aciagos, cuando despierta y sonríe y es inevitable conformarse con la vida estragada. La que ayuda a derramar la botella de cera en el fuego. La que amó lo indecible y se nublan sus ojos. La que aguarda a que lleguen antídotos, los más diminutos, los que no sobrecogen. La que falta. La miras llorar. Escuchas la voz de una sangre perversa. Tubos con helado con que acompañar las grageas marrones y ampollas de orina. Se vuelve hacia ti. Estás solo. (De A la que falta, 2013)
La poesía es el muro donde vive el objeto no casual, no ardido aún, esa araña de efusión esplendorosa. Ríe el inválido su pausa y le crecen yedras, verbos de limpia arquitectura para presagiar despojos de cosas, treguas del dolor o lámparas vacías. Quien ahí escuche al placer diluirse entre sus ingles, e ignore el riesgo de la amnesia, será feliz, será feliz, será feliz. La poesía te rodea las manos, la amiga que sangra. (De Los poemas de Horacio E. Cluck, 2017)
LXXII
Espera el hijo a que comience la tarde para reunir sus pasos con mis pasos de humo, tampoco opta por enmudecer igual que ha enmudecido la vida de quien con tanta amargura lo ama. Duele atisbar en su cuerpo dulce y enorme cómo asume que va transcurriendo la hora de estremecerse por nada. Llega de súbito la noche y nos sorprende apenas su tibia, su bronca sinrazón con palabras no dichas. (De Matar el tiempo, 2018)
Él no se atreve a dudar del azul del cielo ni de la boca de ella, confía en poder bajar del árbol con la última luz. Cuando el atardecer arrasa la pequeña memoria y nos conviene respirar por si no hubiese ocurrido. Aquel fuego deslumbró tus ojos, calcinó tus manos. Él cree haber soñado todo esto que escribes. (Inédito)
Fernando Sarría Abadía (Ejea de los Caballeros, Zaragoza), Ha publicado los libros de poemas “El error de las hormigas”(2008) (Editorial Eclipsados), “El Alhaquín” –primer accésit en el Premio de Poesía Delegación del Gobierno 2008(Editorial Aqua), En el 2010 “Todas las mentiras que te debo”(Editorial Eclipsados),en el 2011 “Babel en las manos”(Olifante Editorial) y en el 2012 ha presentado su poemario “Las Horas”(editorial Quadrivium), su poemario “Calafell” (Sabara Editorial) y “Bares” (Ediciones del cuatro de agosto) ,”El buril y la piedra” (La fragua del trovador) en el 2013, ” Silencio (por favor)” de Ediciones Lastura y “Poemas de la incertidumbre” de editorial La isla de Siltolá en el 2014, “La armonía en el vuelo de los pájaros” (La fragua del trovador) en el 2014, “Albada” ( Ediciones Lastura) en el 2015, la plaquette “La caja de música” (Herradura oxidada) el 2016 y “A plena luz” ( Ediciones Lastura) el 2017 y “ Los días contados” ( El sastre de Apollinaire) 2018.
Tenía razón quien hablando de Leonard Cohen dijo que sus palabras eran de alquitrán, aunque no nombrase para nada el límite de los silencios de su voz, los que desbordan incesantes entre el resto oscuro de la noche. Escucho. Me estremezco. Te pienso, quiero estar de nuevo en esa habitación a donde tantas veces me llevas, aunque no sea el Hotel Chelsea ni tu pelo deslumbre por ser crepuscular. Me queda de tu calor la humedad pendiente, un naufragio entre los dos si nos despojamos de toda trascendencia. Arde la tarde y es certera la línea cóncava de la flecha, roja y dolorosa, se diluye entre los puntos cardinales. La soledad es lo último que me espera, quizás esas canciones traigan algo de luz o me hagan, sencillamente, volver a dibujarte en el vaho de los cristales, en los que siempre dejas tus labios rojos para que cuando me despierte vuelva a besarte desde lejos.
Poemario “Todas las mentiras que te debo” Editorial Eclipsados 2010
No sé si la última mirada de Helena a la Troya humillada por la suerte de un caballo de madera tiene el mismo valor que la de Penélope, perdida en esa línea de mar océano, esperando un barco y a un hombre. Posiblemente tenga igual valor estadístico que el de la mujer de cualquier marino que no regresa a puerto, o la del que sufre la desaparición de lo que ama. Cada vez que todo se derrumba, la vida te perdona una mentira, te deja respirar por un instante y te causa el mismo dolor cruzándote como una sombra que a todos los héroes de la tierra cuando su mundo se convierte en polvo o en ausencia. Poemario “Babel en las manos” Olifante Cuadernos de Trasmoz 2011
The Police [Roxanne] Que nada tenga el valor de lo perdido en esos viernes noche de bocatas y de horas que robábamos al sueño… Es cierto que todo era demasiado obvio, incluso mientras devorabas los sándwiches vegetales con afán de sucumbir como nosotros. Te veía comer de pie y contornearte (Police y su Roxanne cabalgaban al borde de las birras y los porros), embutida en aquellos Levis negros, ajustados a tu cuerpo, piel de melocotón que daba gusto rozar cuando yo dejaba la mano cerca de tus muslos y siempre sentía ese poco de ternura, ese poco de lascivia, que no me abandonaba el resto de la noche, aunque me besaras y me dijeras, tantas veces, desnudándote en mi cama: esta será la última noche que me acuesto contigo… (En el Tío Lucas) Poemario “ Bares” Ediciones 4 de Agosto (2012)
Se resume el verano entre tu pelo. Al lado del jazmín mis dedos te cabalgan y se hacen dueños de tu nuca. Adormeces el mar, el pinar se deja las miradas hacia dentro y te acerco el Mediterráneo al mojarte con mis labios. Tantas islas en tu espalda esperando ser un muelle de abandono. El deshacer de las cuentas me lleva a perder su número. Zarpa mi lengua buscando oscuridad en la tierra de acogida. Erige puertos nuevos, recrea la luz entre los pliegues perfectos de tu piel, mientras tú enumeras para mí solo, uno a uno, todos los posibles gemidos de la noche.
Poemario “Las Horas” editorial Quadrivium 2012
Sé que existo, porque cada vez que hurgo en mi interior escucho el correr del agua. Un hombre se sostiene en otro, su espalda apenas puede dejarle signos de vuelo, pero todos pudimos ser ángeles en un tiempo pretérito. Calcino las verdades, las que tienen precio disuasorio, rompo los hilos que sostienen el suelo bajo mis zapatos. Suelto pájaros, ellos anidan el viento y las nubes para rehacer las estaciones. Hay verbos conjugados en mis manos, besana de sueños que buscan desenterrar un mundo subterráneo. Cada hombre tiene otros hombres que le contemplan, sombras que esperan su llegada para saber que un día han existido.
Poemario “Silencio (por favor)” Editorial Lastura 2014
Hay una melodía en el silencio, cierta incertidumbre en el vuelo de un pájaro, un rigor en la luz, la urgencia hecha ley en la sombra, un viento que encendido en la tarde deja en el aire jirones de adviento. Hay en la lluvia un lamento antiguo, lumbre en el agua, una visión de lo puro. Cada vez que veo en la tierra un reflejo de nubes rastreando el suelo, percibo un escalofrío y en la humedad cierta respiración de la muerte, una serena presencia de difusos ángeles, siento la sensación del naufragio, la que deja a un hombre ante su verdad más intima. Pero es la noche la que siempre me tiene subyugado en la desnudez de las palabras. Sus manos siembran lunas ante mis ojos, es allí donde me reflejo tan sincero como solo puedo serlo conmigo mismo...Estremecido, tengo que esperar a ese irme despacio hacia dentro, como si la luz y los primeros brotes del día me dieran de nuevo la necesaria distancia diaria con la vida.
Poemario “La armonía en el vuelo de los pájaros” La Fragua del Trovador (2014)
Benjamín Novoa Longueira (Santiago de Chile 1964) es un pintor
y escritor chilenoespañol atípico y difícil de catalogar. Su obra pictórica de 23 años, se ha mantenido vigente en la panóptica elíptica del tiempo y sus pocos coleccionistas privados han dado muestras patentes de esto a través de los años. Artista nada común reservado y receloso de su obra hasta niveles incomprensibles para el vulgo, ha expuesto la misma en contados eventos que para él han tenido una significación numérica y esotérica especial. De paleta clásica y manierista, Novoa Longueira sondea con autoridad y oficio acabado dentro de los márgenes de un vasto y hasta ahora ignoto transmundo de senderos entrecruzados y transversales, dando origen así a seres absolutamente fantásticos e incompletos en su corporeidad animista. Benjamín Novoa Longueira, artista de corazón subversivo y desafiante es uno de los pocos buceadores en los abisales campos de las refriega endopsíquica, que ha logrado prevalecer en el tiempo impoluto e inmarcesible, sin caer en concesiones solapadas a las tendenciosas corrientes en curso. Expresionismo Tenebrista de primer orden, Novoa Longueira es sin género de dudas uno de los destacados exponentes en nuestra Iberia venido de la lejana pangea austral, de la feraz América dormida que ahora a través de sus hijos predilectos eso es lo que ahora tenemos ante nuestros ojos. No obstante el extinto artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín dijo de él en la exposición Shagri La del año 1994 en la que compartieron paredes: “No sé quién es, ni qué fin lo anima, lo único que sé es que sus licántropos desde que los vi, se van a acostar conmigo todas las noches sin pedirme permiso alguno.” Desde el año 2008 ha dedicado asimismo gran parte de su tiempo en experimentar con la poesía y cuentos cortos dotando a sus personajes de fuerte carga emocional que muchas veces expresan con visceralidad y rotundidad ejemplar. Discipulo en sus años mozos de Alfonso Calderón (Premio Nacional de Literatura 1998) Novoa Longueira se ha mostrado persistente en el oficio, manejándose en la trastienda del anonimato a la espera de la publicación de su primer Libro titulado "Salvaje" de corte autobiográfico. Admirador de los novelistas rusas de fines del siglo XIX y los escritores de la generación Beat, su prosa se resuelve como un caleidoscopio mixtificado de ambas escuelas logrando así calar en su intención original que no es otra que la de remecer y despertar desde el corazón dolido y la mano que a duras penas se aferra al mundo que la contiene. El viaje está servido, ha llegado la hora de dejarse caer en este gran lago
Un verdadero lobo no tiene amigos, no tiene fotografías propias, no tiene identificación alguna, es un N.N. Un verdadero lobo sólo es amado por sus padres y odiado por quienes envidian su resistencia al dolor; por eso lo llaman bestia. Un verdadero lobo sabe ensordecer los oídos ajenos cuando grita. Un verdadero lobo se burla del resto y doblemente de sí mismo. Un verdadero lobo no tiene pareja porque sabe que el amor es algo inexistente, sólo una excusa absurda para no languidecer solo enfrentado a una pared sin espejos. Un verdadero lobo folla más que el resto, porque las hembras que lo tientan, pueden leer en su cara sin doblez, que le da igual masturbarse que acabar dentro de ellas; su indiferencia las excita. Un verdadero lobo no puede pertenecer a colectivo alguno, inmediatamente sus colmillos afilados atemorizarán a los cobardes que pretendan hacer manada con él. Un verdadero lobo jamás retoma viejos afectos porque comprende que cuando sus colmillos o los dientes ajenos han trizado el cristal en que se reflejaban, éste siempre le devolverá otros rostros cubiertos de heridas, pues sólo él tiene derecho a inflingirlas. Un verdadero lobo jamás ataca a traición pues detesta ver la sangre de los incautos correr por su cuerpo. Siempre avisa a la hora de matar. Por eso ...no exige, no reclama, no soborna, no amenaza, no tiene esperanzas,; sólo devora en la penumbra el cadáver tendido ante él, que sólo sus ojos adivinan. Un verdadero lobo ansía correr solo en la noche en busca de su próxima presa... que es él mismo.
Arráncame la venda con tu lengua rabiosa, partida en dos. Víbora artera , sirena hipnótica, ángel qué planeas sobre los tejados amantes de estas noches de lunas sexuadas y castas. Faro en el cielo pletórico de cantos azotantes cubriendo tu regazo y mi espada colmada de voracidad seminal. No tardaré en entrar. No tardaré en violar tu templo de paredes infranqueadas. Tanto tiempo has esperado el arribo del lubrico incubo No! Qué no te confundan mis colores, no creas en esta celeste luz que dimana hacia el septentrion. Aún sigo mirando al sur del mundo. Aún hiedo con los efluvios del carnero. Aún me arrastro por las avenidas atestadas de dolor... Ese dolor que deforma mi boca transformando al amante en bufón, al poeta en espía masticando sus propios labios,, al ángel en el fauno que despavorido, se abalanzará sobre tu vulva de cervatillo. Mastúrbate mientras recortes mi anatomía de efebo aullante. La noche no ha sino comenzado a mostrar mi verdadero rostro. La máscara de la bestia será tu máscara. Corre!
FRAGMENTO DE UN CUADRO QUE NO PINTARÉ Ayer soñé que yo era un niño. Ayer soñé que mi padre era joven. Era el hombre más bueno de la tierra y yo caminaba junto a él. Ayer soñé que me llevaba de la mano. Que siempre nos habíamos querido y que ese amor era inexpugnable. Mi padre me mostraba paisajes. Paisajes que se congelaban y transformaban en cuadros. MI padre era un creador y no me soltaba la mano. Cuando metió ambas brazos dentro de su pecho, tuve miedo, pues sabía que mi madre sería la depositaria de lo que él, allí, delante mío, de su pecho extraería. ¡Sí! Mi madre también estaba en el sueño y caminaba cuarenta metros delante nuestro. No recuerdo bien qué hacía. Tal vez se giraba de vez en cuando para mirarnos caminar tras ella. Tal vez simplemente deambulaba con la vista pegada al suelo apoyada en sus tres patas. Sí... porque mi madre era vieja. Una vieja que caminaba cuarenta metros delante de nosotros. Luego el cielo se rompió. Fue allí cuando ocurrió. Cuando el polvo se transformó en barro. Mi padre, soltando mi mano, comenzó a correr hacia mi madre devorando los cuarenta metros que lo separaban de ella. Una vez junto a su figura amada apoyó la diestra sobre su cabeza y extendió la otra para ofrecerle lo que, segundos antes, se había arrancado desde el abismo de su carne. ¡Sí! No miento. Fue allí cuando ocurrió... cuando el alma de mi padre estuvo en las manos mojadas de mi madre. Fue allí cuando del cielo bajó el trueno que rajó aquel cuadro que apenas si consigo recordar. ¡¡¡Te odio!!! le gritó mi vieja madre a mi joven padre... y todo se fue a negro.
100 Si la garza blanca de mis sueños se decidiera a remontar la superficie lechosa del lago que la ata a su remanso, desplegaría el vuelo con fuerza inaudita. Sería tal su brío incontenible, que las coyunturas de sus alas vibrarían en máxima tensión amenazándolas con su quiebre inminente. Si la garza blanca de mis sueños navegara en el cielo no miraría hacia abajo, trepanaría el horizonte con ojos colmados de diamantes, teñiría de cobalto la inmensidad volátil, se fundiría reverente al abrazo huracanado de los vientos antagónicos. Y avanzaría. Avanzaría sin más. A pesar de sus alas a punto de romperse. A pesar de la gravedad de los que, ciegos allí abajo, arrastrarla quisieran en el asfalto quemante. A pesar de sus ojos cerrados por las ráfagas adversas...avanzaría. Y al final sería ella y un poco tú. Inminente fragmentación de mis dos seres palpitantes de sangre. Tanto frío en las alturas principescas. ¿Cómo avanzar en el infinito OM? Y así, cansada de tanto batallar, la garza blanca de mis sueños rendiría su majestad a la humana codicia. ¡Sí! ¡Tu tomarías el relevo! Y entenderías que no hay divinidad en el amor humano. Y que lo que nos acerca al cielo, idioma vedado es, a quien llorando ha nacido. Nadie te enseñó el lenguaje de las alturas. Y no podrías seguir ascendiendo. Y te dejarías caer. Caer incompleta. Un brazo y un atado de plumas Un ojo de leche y un ojo de hielo. Un corazón bombeando enloquecido y otro inerte como el aliento suspendido de quien para siempre se ha ido. Y al final serías tú y una parte pequeña el recuerdo de ella. La garza blanca. La que jamás remontó sus alas a través del laberinto impenetrable de esos... mis sueños sin viento.
Marisol Santiago, Madrid, 1981. Actriz, cantante y escritora. Ha participado en numerosos eventos y recitales poéticos y ha publicado en revistas de literatura como “Tinta en la medianoche”, “Aquarellen” entre otras. Actualmente se encuentra terminando los estudios de Lengua y Literatura Españolas y preparando un libro de poemas.
Alba. Arena y sal, Recuerdos y princesas rotas. Se abren los ojos a arañazos de espuma de mar. Rostros de porcelana. Soy tan frágil que por eso la vida me hizo madre. Me forjaste armadura y me enseñaste a luchar. Miro tu manita entre los rizos de mi cabello mientras te cuento historias. Soy la “espanta monstruos” oficial, trovadora de tus noches en vela. La vida acude a mi mano, se rinde a mis pies. Si tú estás cerca, soy poderosa, firme faro en tus ojos. Tu luz libera este corazón con espadas láser de pajitas de zumo y túnicas Jedi con mantas sobre naves de almohadones. El batido tiene burbujas, y tu sonrisa el universo.
Rímel Oscuro, otra vez, el surco de mis ojos. Amanecí de lápiz dulce, acuchillada de arrugas, sacando punta a tus palabras, maquillando mentiras y silencios.
Pesadilla otoñal. Caí en la fosa. No había tumba, solo lodo. Alguien a quien quería me contemplaba desde arriba. Me observaba como un anciano curioseando en una obra. Le tendí mis brazos, pidiendo auxilio. Su bostezo rechazaba mi mano, expectante se sonaba los mocos y arrojaba el pañuelo sobre mi cara. Derramada en este agujero, un títere roto. La lluvia me iba cubriendo. Las hojas me van secando.
Padre
Se te cerró el telón granate. No hubo aplausos al final de aquella vida. Recuerdo pocos llantos. Quizás uno de ellos fuese el mío. Cenizas, tus huesos. Calavera, tu anciano rostro. Dónde fuiste, ¿verías algo; o solo quedó humo de ti, ascendiendo por la chimenea? El fuego fundió, salvaje, tu féretro. Tu barba se deshizo entre cobrizos látigos de luz, gas y calor. Entre mis manos aún parece lamentarse aquel clavel que guardé de tu corona. Otro sobre tu lápida, con tu cofre entre la tierra. Recuerdos de lluvia y lodo. Llevo tus versos en mis lágrimas y tu voz siempre en mis sueños.
Luna. Luna rotunda, brillante parca de olvido. Laberinto de reflejos, alientas mi eternidad solemne. Inmensa y orgullosa, arrancas al desdén tu ternura absoluta.
Abismo Segundo perpetuo. Sangrantes rodillas sobre la arena de tu alma. Valquiria, te cubren cenizas. Hundida sobre el campo de batalla, las brasas te azotan, espectro de espada en tierra. Tu frente se marchita sobre tronco de esqueletos de árboles de sombra muda. A tu espalda, los monstruos ríen, se alimentan de tus ruinas. Arriba, te quiebras. Abajo, el abismo amenaza.
David Qi. Nacido en China David es profesor de inglés, traductor y poeta su labor principal es su dedicación a la traducción de los poemas clásicos chinos a los idiomas occidentales: castellano, inglés, italiano, entre otros.
Cuatro Mensajes del Cielo para la Nube I Si eres la nube blanca y curva del cielo, soy por detrás el cielo azul y vasto. Siempre me siento tan orgulloso de ser tu color de fondo intenso. II Pasas por mi corazón poco a poco. Me retiro en silencio y observo. Mira, una esquina de tu vestido está flotando de modo atractivo. III Por la lluvia, has desaparecido. En voz baja no cesa mi llanto. Las gotas de la lluvia son como lágrimas de mi corazón sombrío. IV Ya que hace muy buen tiempo, yo abro una sonrisa tras el lloro. Vemos la nube blanca de nuevo en el medio del cielo más claro
Haiku Feliz Cumpleaños en Invierno Verás más nieves El mar de felicidad Hacia la vejez.
Adiós, Mi Ciudad del Exilio
Li Po Salí de la ciudad del exilio esta mañana. Comenzó mi viaje bajo unas nubes rojizas. Y volveré a la libertad en un solo día, Aunque nos hayan separado mil millas. A través de las montañas he navegado con la ayuda de una rápida barca. Me gritan los monos en las orillas del río Dándome sin cesar la enhorabuena.
Tres Veces Adiós
Wang wei I En la mañana lluviosa, Veo los sauces luminosos por el lado de tu aposento. Aquí te despediras luego. Y el primer adiós te digo. II Marcha lentemente tu caballo. Sus patas elevan el polvo ligero que la lluvia ha mojado mucho. Se trata de avisar del clima. Y el segundo adiós te digo. III Tú te irás a tu misión hacia el oeste del mundo. Y no hallarás ningún amigo. ¿Al brindar contigo de nuevo, puedo darte el tercer adiós con vino?