Aquarellen mayo N ° 41

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A Q UA RE LLE N RE V I S T A LI T E RA RI A ME S 0 5 ­ A Ñ O 0 4 ­ N Ú ME R O 4 1 E DI T A DO P O R A Q UA RE LLE N CULT URA DIRECTORA DE REDACCION: MARÍA JOSÉ MA T T U S DIRECTOR DE CONTENIDOS: JESÚS DE CASTRO P O RT A DA : " E L LUG A R DO NDE S E F A B RI CA N LA S NUB E S " CONTRAPORTADA: David Talley P O E MA S V I S U A L E S : Poema 1 ­ fotografía de archivo P o e ma 2 ­ Ma rt i n W a l d b a u e r Poema 3 ­ Arslan Ahmedov P o e ma 4 ­ L o ri V rb a


EN ESTE NÚMERO

Rosa Estremera Blanco………………..…..…… Página 10 Jorge Villalobos…………...…………….....……. Página 18 Antonio José Royuel.…………………….....….. Página 26 Carlos Ruvalcaba…………...……………...…… Página 36 Fabriccio Odonio……...…………………..…….. Página 46



PORTADA

Lenin Vasquez es un artista visual peruano. Hizo sus estudios en la escuela superior autónoma de bellas artes del Perú. Su obra es con matices expresionistas pasando por lo onírico realista apoyándose en el uso de los colores y trazos que ocupan el espacio creando un lenguaje visual atrayente. La obra que se eligió para portada de Aquarellen es un óleo sobre lienzo titulado “El lugar donde se fabrican las nubes” una obra colorida e imaginaria. Entre sus principales galardones de Lenin Vasquez están : Primera Mención Honrosa­ Salón de Aniversario Galería Desde la Plástica Buenos Aires ­ Argentina Tercer Puesto Salón de Pequeño Formato Galería Desde la Plástica Buenos Aires ­ Argentina. Medalla de Oro de Dibujo Promoción 1999 de la Escuela Superior Autónoma de Bellas Artes Del Perú. Obra Pública Año 2010 Mural realizado en el encuentro internacional Arte x Parte. Berazategui buenos aires Argentina



EDITORIAL

“Un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia”, reza la popular frase en referencia al papel del conocimiento de la historia y esta sencilla oración también podemos utilizarla en referencia a la literatura. Un lector o escritor sin conocimiento de los clásicos de la literatura no se queda en mucho. Que importante es la lectura de las bases de nuestro idioma: Catulo, Virgilio, Homero, Hesíodo, Gonzalo de Berceo, Lope, Garcilaso, Quevedo, Góngora, Bécquer, Darío, Tolstoi, Austen, Cervantes, Shakespeare y así una lista que tardaría mucho en acabar. Sin memoria literaria se trunca el avance, tanto para renovar como para no repetir. Usamos la palabra clásico como un concepto base y no solamente como referencia a lo escrito en la antigüedad. Desde su origen el concepto clásico funcionó como categoría que determina el estatus de una obra y de su autor en un sistema de jerarquías, en el cual señala el nivel superior. Esta condición radica, por una parte, en el carácter único y diferencial de la obra cuando representa “los más altos valores humanos y artísticos” (Curtius 1955), y, por otra, en el carácter paradigmático de sus rasgos formales. Para Ítalo Calvino “Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual.” La literatura clásica, que en este artículo incluye las corrientes posteriores a la antigüedad es un pilar básico que define nuestra cultura y nuestra esencia, el alma inquieta, la naturaleza compleja y vivaz de seres pensantes y sentimentales que somos. Un clásico es una obra que nos sacude continuamente encima, que nos enseña o nos recuerda algo que ya sabíamos y se relaciona con nosotros con un lenguaje especial, un lenguaje en desuso, pero tan vivo que es capaz de estremecernos originando una relación única de pertenencia. María José Mattus





ROSA MARÍA ESTREMERA BLANCO

Rosa María Estremera Blanco, nacida en Ceuta en 1966, las luces de “dos mares” iluminaron su pasión por la palabra. Desde que en la adolescencia colaboró en la elaboración de una página juvenil en el periódico “El Faro de Ceuta” hasta la profundización en el psicoanálisis, no ha parado de buscar la palabra allí donde la vida habla. Madre, Psicoanalista y Poeta. Estudió piano y danza, enfermería militar, Relaciones públicas y Comunicación. Realizó un máster en clínica psicoanalítica y psicoterapia en la Escuela Española de Psicoanálisis y Psicoterapia (E.E.P.P) donde formó parte del equipo docente, y colaboró impartiendo diversas conferencias. Colabora en diferentes medios escritos y digitales. Ha colaborado en libros de arte y fotografía. Pertenece al consejo de redacción de la revista literaria “Tinta en la medianoche” de la prestigiosa editorial Vitruvio. Destacar los diferentes homenajes poéticos a los que ha sido invitada y los recitales ofrecidos, en especial en la Casa de Ávila de Madrid, en el extraordinario Ateneo de Madrid, el Ateneo de Málaga y en los emblemáticos Viernes del Sarmiento de Valladolid con sede en el aula de cultura del BBVA, entre otros. Hasta el momento tiene publicado con la Editorial Vitruvio tres libros de poemas: “Sinfonías y voces” 2014. “El tacto de la Luna hiriente” 2015. “Las tierras que nos cubren” 2016.


A I RE Y RO CA Con la preñez de la espesa rutina vuelvo encadenado a los límites de tu fiel estructura. Impertérrita, erosionada por el envite de la lujuria… me desprecias. ¿Qué palabra, grito o susurro conmoverá tu naturaleza? Yo solo sé arrimar mi molécula volátil a tu sólida existencia. Fría y distante. Celoso, veo como alumbras las insignificantes hojas que azoto a mi paso. Infinita para mí, inalcanzable, debo conformarme con ser aire que moldee con lentitud la eternidad de tu encuentro.


A T Í P I CO Este nudo retorcido a los pies de mi tronco solo es la forma singular con la que afronto la fortaleza de este viento recio que modela mis ramas. Esta estructura particular atípica de mi consistencia, me aísla y nombra ante la luz del mediodía. Silba en la lejanía la realidad de tu boca abierta, que espera, con mi más desviado brote, el aliento de tu caricia perenne. En el frío invierno de mi existencia, solo busco el beso fugaz de tu enero.


E l legado La luz solo abarca la cumbre del árbol cubierto aún de las volubles hojas que se agarran con la insistencia del osado. Del fuerte. Del sabio humilde que vibra al último aliento de la supervivencia. El movimiento lento y desprendido del adiós. La calma hueca de la muerte que no pregunta. posa los halos fríos de la tarde en el bagaje de una vida que enmarca los minutos que ya no pasarán. La ligera y áspera eternidad de su tesón quedará fijada en los marcos de las ventanas que solo recordaremos en blanco y negro. Se llevó el color y tiñó con agua los cansados ojos de quienes le añoran. Su legado se transformará en el leal valor del álamo. En la escarcha de la orilla de un rio de agua pura. En la templanza que sedimentará el cauce. El legítimo amor que nunca muere calentará el nuevo día. Revelará en el dolor de hoy, la nobleza que por él nos cubre en este manto desprendido de tus ramas.


La Añoranza.

Desesperada y sin rumbo, por un instante pensé que podría alcanzarlo. Con ese deseo, deambulé por la memoria colmada del polvo seco de la ausencia. Blanquecino y áspero, como el colérico murmullo de su desprecio. Solo quería saber de aquellos colores con los que trazamos nuestras auroras, pero se habían cubierto de sepia escondidos en las batallas estériles de la vida. Me arrastré hasta convertirme en despojo de nuestro recorrido, dejando mi orgullo varado en la ironía de mis estúpidos fracasos. Pero ya era tarde, se había agotado el ánimo inocente donde nacieron los tintes de lo que fue nuestra historia. Solo quedaba… el amargo sabor de la añoranza.


Oscuro deseo.

Después de algún tiempo, siempre vuelve el ser que no puede ser callado. El alma incapaz de sepultar la emoción de un encuentro. El cuerpo que anhela el roce de tus letras. El que vive escribiendo. “Un escribiente de sueños”. Buscaba ilusiones adulteradas por las miserias humanas y destruirlas. Vestirme como un relato antiguo que el paso de las horas se encargó de oscurecer: trasnochado. Pero se impuso la desfachatez descarada de la vida que cabalgaba por los balcones viejos. Una foto que olvidó el sentido de las estaciones. Omnipresente. Manecillas perdidas en el reloj. Perecedera. Tejida a todos los tiempos que uno se empeña en no vivir. Susurro: el sordo silencio del crepitar de una llama. Soledad: el vago paso de una luz. El crepúsculo: rejas convertidas en reflejos del oscuro deseo.


RE I NI CI O

Hay en la tersura frívola del inicio la arrogancia fría y decidida de tu huella… El eco ensordecedor de ese silencio que cuenta una historia no escrita. Me desprendo con cuidado del manto pegajoso de un ayer inservible que se resiste al abandono. Con el baboso tacto en mi piel huyo lentamente del sopor inducido por su desidia mediocre. Veo apoderarse del papel unas líneas que delimitan este sendero de letras por donde se abre paso, una vez más, la palabra indefensa. Desprotegida. Con su coraza inocente. Una cadena de significantes que cobran vida con su último fonema y dan sentido a esta historia sin definir que hoy grita el pensamiento caprichoso de mi mente. En este nuevo comienzo sentada escucharé lo que tengan que contarme. Fuera, un pesado y soleado día esboza la entrada de un trayecto por recorrer. Una pisada de polvo rastrea mi lucidez hasta la próxima parada.



JORGE VILLALOBOS

Jorge Villalobos (Marbella, 1995) actualmente cursa Derecho en

Málaga. Ganó el “II Premio Cero de Poesía Joven de Las Tertulias Los Lunes de El Pimpi” (2013), publicando "Mi voz, que te reclama" por dicho premio en el 2014. En 2015 ganó el Premio de Poesía de la Universidad de Málaga. En 2017 ganó el premio UCOpoética de la Universidad de Córdoba. Su libro La ceniza de tu nombre (Valparaíso Ediciones, 2017) ha sido galardonado con el Ópera Prima del Premio Andalucía de la Crítica 2018. Su libro El desgarro, premiado con el XXXIII Premio Hiperión, se publicará este mes de mayo. Aparece en las antologías Una nueva melancolía (Ediciones EN Huida, 2015), Irreconciliables (Ediciones EL Árbol de Poe, 2016) y La grieta (Bandaàparte, 2017). Ha participado en ferias del libro y festivales como “Irreconciliables”, “Cosmopoética” o en este mes de mayo en el “Festival Internacional de Poesía” de Granada.


ELEGÍA A CAROLINA PORTALÉS

A mi madre, ahí tan madre. Ahí tan muerta. Te quiero.

Si pudiera olvidarte, pronunciar las cenizas de tu nombre y no arderme; hoy, que aún esta lágrima se escribe con tu lágrima, no me queda otro oficio que andar tropezando con tu ausencia, y olvidar si es la piedra o el camino. Y mírame, volviendo a la rutina, al tedio del estudio, a esta monotonía indiferente, y al engaño de quien busca en un verso lo mismo que en la vida: pero entonces me faltas, como la sangre al corazón herido, o la voz al poema. Así se fue haciendo el niño en hombre, conforme a la verdad en tu recuerdo: lo único eterno es nuestra inexistencia, la eternidad del polvo. Un hijo sin su madre no es un hijo.

(La ceniza de tu nombre, Valparaíso Ediciones)


A MO R A Mika Hubo en mí un ángel cuyas alas fueron un corazón ajeno, y luego el mundo; o lo eran siempre, verdad en mí oculta. Por ti alcé la bandera de mis días, riendo mi destrucción, blanca en tus manos; supe que habría en ti de aniquilarme y arrodillar mi beso a tu capricho, mas nada importa por ser en ti libre. Tus cadenas fueron mi sangre, y quise más sus venas que a todo mi latido, sin otro corazón en mí que el tuyo. En sus alas, su carne y su deseo habla el dolor, da igual con qué palabras; no usa idiomas la herida, y dice «duele». (La ceniza de tu nombre, Valparaíso Ediciones)


E L P O E T A Sólo te asombra el mundo de tu espíritu, los demás mundos te aburren. Te aburre ese aliento común, esa garganta bien sentada en el sillón de un silencio. Respirar no significa estar vivo. Y qué bello es morir sobre algún verso como quien se derrumba en el amor: dame en el centro, es donde soy más libre. Escribes la inmensidad de tu sombra para entender la luz que te edifica. Nunca un verso hablará igual que unos ojos. Y miras mendigar esa palabra mal escrita que es tu vida, y la ignoras. Siempre queda el consuelo de escribir grandes obras para grandes olvidos, y el horizonte indomable de tu alma. Sólo esto importa, este es tu gran poema. (La ceniza de tu nombre, Valparaíso Ediciones)


I

Cualquiera, digo, todos. Cualquiera puede situarse en algún lugar de este tablero, verse en alguna ciudad, algún libro, infancia, no volver del cuerpo del amor. Todos, digo, cualquiera puede ser su peor noticia para sus seres queridos, y algún día lo será. Todos, digo, todos seremos el temblor desconsolado, la búsqueda de algo más entre lo absurdo de esta partida, digo, cualquiera puede morir sin despedirse, todavía no tienes por qué despedirte, pero ese cualquiera, ese digo, pueden ser los que te acompañan y caen en la levedad de este tablero, con temas aún por resolver. No me refiero a que ejecutes todos tus movimientos pendientes. Solo digo, digo, que a veces nunca te recuperas de este vacío desolador, de este brutal jaque mate.

(El desgarro,Ediciones Hiperión)


VI

Ese niño de seis años jugando con su madre en el mar, sobre una tabla, ese niño de seis años que se divierte cuando su padre lo alza al aire, sabiendo que pedirá otra vez el mismo chapuzón. Ese niño de seis años llamará al abuelo que no quita ojo al nieto bajo sus gafas de sol, a su mayor orgullo, y traerá la fruta para el sofoco, le contará sus historias de jugador de fútbol, sus regates, porque sabe que ese nieto, su ojito derecho, ve un héroe tras cada anécdota. Y la abuela avisará para comer. La tía seguirá con él porque es un hijo para ella. Ese helado de chocolate que le regala, ese volver al agua un poco más, ese abrazo porque no hace pie, son su maternidad. Paseo estas playas con la huella de ese niño de seis años porque esta espuma contra mis tobillos me recuerda que, ahora, mi abuela va en silla de ruedas, que el Alzheimer de mi abuelo hizo olvidar aquellas historias, que me recoloco sus gafas de sol. Si quienes miran supieran esto no verían un joven que se adentra en el agua, verían un hijo nadando el vacío de su madre, sin tabla que agarrar. (El desgarro, Ediciones Hiperión)


XXI­ Habitación Alzheimer Al otro lado de la puerta vi a mi abuelo morir sin ser mi abuelo. ¿Cómo se puede morir sin lo vivido? Al otro lado de la puerta veo a mi padre morir sin ser mi padre. ¿Dónde está mi padre? Yo no quiero ser esta herencia, no puedo ser esta herencia. Pero al otro lado de la puerta me estoy esperando. (El desgarro, Ediciones Hiperión)



ANTONIO JOSÉ ROYUELA

En su (DNI), aparece el nombre de Antonio José Royuela

García. La Universidad acredita que es licenciado en Psicopedagogía y diplomado en Ciencias de la Educación. Trabajo como maestro de Primaria en Torremolinos ­Málaga­ Inició su carrera literaria con el poemario “Desajustes” (agosto del 2008), le siguió un segundo poemario “La Mente del Mono” (noviembre del 2011) y desde (abril del 2015) está en las librerías "Zonas + Resiliencia", poemario + libro de microrrelatos. “Te diré que no me gustan los chalecos antibala, casi siempre viajo de espaldas. Quién puede desdecirse de su memoria. Me quedo con la versión de que mis letras hablan de una conjura a tiempo, de una cobardía ingeniosa o tal vez de lo que mis ojos ven dentro de mí. Si te preguntas por nuestro encuentro, aquí: www.antoniojoseroyuela.com podrás velar armas. En esa misma dirección web, encontrarás: premios y des­premios, colaboraciones y demás huellas literarias.”


Nada será igual

La luz que un día nos alumbró, esa misma que incitaba a la caricia, que servía el café a la orilla del mar o componía los acordes precisos que ahuyentaban a los fantasmas, no es la misma que nos amó y nosotros somos muy distintos a aquellos ojos que no volverán con la mirada de entonces. A aquellos que una vez también fuimos nosotros, en ocasiones, nos agrada el reencuentro, perdernos de la mano en alguna calle de aquel mapa que rara vez no nos guiaba a un dormitorio, incluso acercarnos caminando de la misma forma que un día la brillante hecatombe del amor nos arrancó del pecho la triste canción prendida a él. Sin darnos cuenta que todo ello ya está retirado de nuestro calendario de festejos. Cada uno ha marcado páginas distintas, subrayado cosas de las que el otro ni siquiera se percató. Te das cuenta que no fuimos lo que fuimos. El pasado sufre por saberse vigilado y se pone violento. No permitirá rescatar lo aportado individualmente sin la tasa del paso del tiempo, como ocurre con la madera carcomida por la humedad. La patria verdadera nos obliga constantemente a despedirnos de uno mismo y de las voces que le dan forma. No hay otra libertad, ni más ciudades que ardan bajo los párpados. No hay más música, aunque pretendamos escucharla en su silencio. Cualquier historia contada desciende a su fracaso porque al narrarla, cada uno elige la superficie del tiempo que más le interesa.


Yo soy la resurrección y la vida. Jesucristo, Evangelio según San Juan

No creo en docencias de saberes insólitos. Investigo con pompas de jabón el sentido del mal. Nadie elige pasar a ser un recuerdo eterno mientras dure. Nuestras floraciones de primavera dependen de un azar caprichoso y cruel. La estación término es una educación sentimental que nos iguala a todos y lo arrebata todo. Habla el mismo idioma que la fortuna y su énfasis elimina cualquier posibilidad de sortearla. Nadie conoce la historia que hay detrás. Sin embargo, el peso del tabú a nuestros ojos nos muestra su naturaleza exterminadora. La historia está llena de bellos intentos para hacernos creer que tras el ocaso final, tendremos un pasaporte nuevo, la posibilidad de recoger frutos maduros o almacenar leña para calentar otro invierno. Pero no son más que escrituras que van más allá de su propia limitación con el loable propósito de poner algo de alegría en la última fiesta. Es esta entropía en los secretos de la vida la que nos permite sentarnos en la silla de la consolación y ver crecer plantaciones de medicamentos para el dolor del punto cero. Valoro mi asombro por aceptar que todos nuestros enseres son el paso por la tierra y nada más. Sospecho que el milagro de la resurrección es un timo, que no hay argumento atenuante del asesinato y que me gustaría errar en esta sabiduría de corteza. Tal vez Protágoras tuviera razón al decir que: "el hombre es la medida de todas las cosas".


Según Hegel El deseo es el rechazo de una ausencia Hegel La sustancia del amo es un líquido inflamable que necesita la playa muerta del esclavo a sus pies. El sometido entierra su deseo como el ojo que se adentra en la niebla espesa para encumbrar la deidad del "yo", dueño y señor. Engranaje del campo de batalla eterno. La palpitación dominada tiene su origen en las manos atadas de alambre del que calla siempre ante los agravios del propietario. Palpitar no es más que el deseo generador de la aureola que se materializa en costumbre tras el rechazo de lo que nos convierte en verdad. El deseo es el rechazo de una ausencia. El tira y afloja de ambos púgiles es movimiento. Pasión e ira derrotadas o victoriosas por el deseo del uno sobre el otro en las entrañas de la realidad nunca inmóvil.


Lo posible y lo imposible "Hay que realizar lo posible para alcanzar lo imposible". S i mo n e W e i l

Elegir la muerte, dimensión minúscula, cuando tus grandes ideas de vida ahogan el agua de tu existencia, viene a ser algo así como descifrar el enigma que mantiene los argumentos de tu voz. Una huida hacia la nada. Nada hay de admirable en quien revende su destino. Deslumbrante es comprobar cómo una soledad combate sin arrepentimientos y con el agua de los sacrificios su apuesta por los pecados del mundo. Si extraviamos las poleas de la cuarta dimensión que nos sostienen, no habrá más horizonte que el vacío. Hay que realizar lo posible para alcanzar lo imposible.


Lo posible y lo imposible "Hay que realizar lo posible para alcanzar lo imposible". S i mo n e W e i l Elegir la muerte, dimensión minúscula, cuando tus grandes ideas de vida ahogan el agua de tu existencia, viene a ser algo así como descifrar el enigma que mantiene los argumentos de tu voz. Una huida hacia la nada. Nada hay de admirable en quien revende su destino. Deslumbrante es comprobar cómo una soledad combate sin arrepentimientos y con el agua de los sacrificios su apuesta por los pecados del mundo. Si extraviamos las poleas de la cuarta dimensión que nos sostienen, no habrá más horizonte que el vacío. Hay que realizar lo posible para alcanzar lo imposible.


Cruzar el cielo en barca

La pastilla anti­seísmo no basta en tiempos de nadie. Cuando nos vende la necesidad del hambre hay que responder con las botas puestas, el itinerario adecuado, y no dejar fuera de la maleta las cosas de tu vida en las que siempre creíste. A la pobreza, llamarla pobreza. Y si la lluvia nos protege, no menospreciar al inválido por el relámpago. No hay otra ética. De nada sirve abrir las heridas. Llegar al fondo, muy al fondo, es la única manera de comprender los distintos andares. No hay palabras secretas en estos versos. Tan solo una forma igual de válida o inapropiada como otras de cruzar el cielo en barca.





CARLOS RUVALCABA

Carlos Ruvalcaba nació en Zamora, Michoacán en 1951.

Publicó su primera novela "VIDA CRONICA" en Ediciones Alfaguara de Madrid, España en 1982. El cuento infantil "LA MARIPOSA BAILARINA" en 1996, por Santillana USA en Miami, Florida. Este libro se ha convertido en un best seller en Estados Unidos y ha sido reeditado inumerables veces por Ediciones Alfaguara USA. En el 2006, la novela "LOS NOVENARIOS" por la Secretaría de Cultura de Michoacán. En febrero del 2010, Ruvalcaba presentó su novela “LA CITA”, en la Feria del Libro de la Ciudad de México en el Palacio de Minería, publicada también por la Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán. En noviembre del 2014 presentó la segunda edición de su novela: “LOS NOVENARIOS”, reeditada por el Centro Regional de las Artes de Michoacán. La tercera edición se puede encontrar en amazon.com, tanto digital como en papel, al igual que su libro infantil XOLO, el perro azteca. Su novela Inédita: LA INOCENTE sucede en Los Ángeles, California. Es la historia de una madre soltera indocumentada que lucha a muerte contra el sistema judicial, policiaco y de cuidado infantil estadounidense. EL CAMINO DEL VERSO (Poesía) y CUADROS DE UNA EXPOSICIÓN (Poesía) sobre ocho cuadros de pintores famosos, entre ellos Remedios Varo, Rufino Tamayo y Rafael Coronel, se pueden encontrar en amazon.com incluyendo una traducción al portugués, tanto digital como en papel. EL PUENTE entre el Danubio y Monte Albán es la biografía novelada de la pintora surrealista Susana Wald y es la impresionante historia de una mujer judía que vive parte de su infancia en Budapest durante la Segunda Guerra Mundial y sus eternos exilios. El libro está recién publicado. Como periodista Ha sido corresponsal en España del periódico mexicano “La Jornada” en 1984 y 1985. Dirigió el periódico “El Eco del Valle” en San Fernando, California. Formó parte del consejo de editores del periódico La Opinión de Los Ángeles, California entre 1990 y 1997.Trabajó durante más de diez años como escritor de noticias de Telemundo 52 y Univisión 34 en Los Ángeles, California. Escribió una columna semanal de opinión en el periódico “HOY”, de Los Ángeles Times, entre 2005 y 2008. Ha publicado frecuentemente en periódicos y revistas de España, Brasil, Venezuela, Costa Rica, Nueva York y Chicago, en la revista Contacto de Los Ángeles, el periódico La Jornada de México y Cambio de Morelia, Michoacán entre otros.


PRECIPICIO

Bajé a mi precipicio y lo encontré profundo. Lloré a la mitad del camino con los pies metidos en el fango del dolor. Al llegar al fondo me aferré a la raíz del vientre de mi madre y al sentir que me faltaba el aire escapé por la vagina del pasado. Hubo sangre nalgadas y llanto. Recuperé rostros que tenía olvidados pieles que apacentaron mis fríos cuerpos que saciaron mis hambres dolores en los músculos memoriales. Al paso de los siglos sigo visitando mi precipicio.


RE E NCUE NT RO Abriste la puerta del tiempo y eras otra. Preguntarme quién era yo fue como entrar del infierno al congelador y tosí recuerdos mi memoria estornudó momentos marchitos de nosotros olfateé tu ser desconocido eras tú aunque eras otra ¿y yo? ¿era yo el que tocaba a tu puerta? ¿aquél que vio sonreír a tus ojos verdes ilusión? no, tampoco era. Te reconocí en un chispazo tus dientes seguían blancos y parejos me escudriñaste como siempre esta vez tras los vitrales divinos de tu templo en ruinas. Agradecí que no te disculparas ni pusieras orden en tu nido de cigüeña delgada más que siempre carcomida por el desgano entregada a la congoja sin tu mirada aquella sin tu sonrisa nuestra sin rastro de mis caricias. Días después ya no estabas habías dejado de ser de estar te dejaste llevar mansa a la hondonada.


MA L D I C I Ó N D E V I E R N E S S A N T O

Cuánta palabra estrangulada en el cuello del recipiente asfixiándose y sin poder quebrar el cristal de la indolencia ante la catástrofe provocada cuántos pensamientos segados en el patio de la censura tras la desaparición de los hielos del norte. El tintero se secó en el anochecer de la inspiración ahogando sueños y esperanzas la sed de abandonar el desierto del insomnio eterno. El bosque se pobló de cuerpos ahorcados que alimentaron aves para envenenarlas la maldición de Viernes Santo se apoderó de piadosos y malhechores el fuego calcinó a los mortales quemó para siempre la ventana de la resurrección. Ejércitos fórmicos desafían el universo cargando supervivencia por millones de centurias sabiduría más allá de libros y cataclismos. Figuras de ceniza danzan al compás de un viento calmo.


LA V E NG A NZ A DE E DI P O

Aquella noche que ya no supiste diferenciar entre tu persona y la mía será mi único recuerdo. No había otro camino. Nuestro amor había rebasado los límites de lo divino y no podíamos alargar el engaño. Necesitábamos dormir juntos otra vez como en aquellos tiempos en que me tocabas para cambiarme el pañal y que luego me alimentabas de lo más dulce de tus entrañas. Cuando pasé la primera noche en aquella cuna creí que no me querías más. El lugar era tan frío como el abandonar tu vientre pero más fría mi soledad y no acudiste a mi llamado me dejaste llorar como te lloro ahora sentía celos de mi padre como los siento ahora. Desde entonces te odié con ese odio que sabe suplir al amor. Te lo pedí a escondidas y me contestaste nada tu silencio me dio el permiso bien sé que lo deseabas.


Cuando salí de la habitación

parecías seguir gozando estabas ida y no me escuchabas querías detener el tiempo para hacer de tu vida ese momento y te privaste cuando te dijeron que maté a mi padre. Quiero verte madre pero nada sabes de visitas ni de hablar con gente ni de amamantarme. Que ésta sea nuestra venganza


I N S O MN I O

Sueño sin dormir… tu sordera me trastorna poemas amargos corroen mis sentidos la madrugada acontece sin promesas los corceles perdieron su brío hay peleas en las calles la vigilia sigue su camino. Disturbios perpetúan la noche el inquisidor atiza la hoguera los días vuelan sin calendario tu ausencia aúlla sepulta nos lapidamos para seguir viviendo. Abomino inventarte en todas partes en la mancha de la sábana la cama rota de placer lamento del violín y bulerías infierno de Cartagena adiós sin despedida. ¿Por qué tu retraso alborada ciega? Pasan los años y se hacen viejos una crin vuela para acelerar galope serpientes bucean en la fuente de mi alma batracios copulan en concierto taciturno el guardián vigila soñándose despierto el coyote de la noche ahuyenta ilusiones kilómetros miles para llegar a ninguna parte. Amores que se fueron atacan mi desvelo cuando la neblina avanza silenciosa la oscuridad se mece sinrazón madre escorpión devorada por palabras camino sinuoso amenaza desconsuelo dolor de cabeza guillotinada imagen repugnante del televisor.


Te llamo y no contestas no te importan mis desvelos reniegas de aquel viaje lecho de placer tarot de esperanzas. Chupamos nuestro caramelo hasta desaparecerlo en una danza de lenguas. Luego supe de ti por una foto tu nada seguía enfangada en el féretro de la faena telar de vida vieja museo de la memoria planchada ropaje del actor muerto trapo que vistió un cáncer millonario salvavidas de recordación náufraga océano negro del pasado.




FABRICCIO ODONIO BAUL

Fabriccio Odonio Baul nació en San Marcos, San Salvador.

Actualmente es estudiante de Ciencias Jurídicas en la Universidad Nacional de El Salvador. Sus cuentos se han publicado en las revistas, Ariadna rc, de España; Ciudad Absenta, de México y Cinco Centros, Mexico, dos poemas en Revista Monolito, también de México y recientemente un poema seleccionado para Antología latinoamericana de poesía de la Editorial Casa Verde, México y un poema publicado en la Revista Cultural El Coloquio de los Perros en España.


Herencia ¿Has notado mis pequeños navíos? Los que no tocan puerto. Los que dejan las luces encendidas Los que olvidan la hora de zarpar O confunden el jueves a las ocho Con el fin del horizonte. Todos ellos esperan a la orilla. Algunos con mentiras olvidadas Otros con decepciones muy profundas: Madres Padres Y abuelas Sin memoria fotográfica. Esperan con el nombre inexacto de la ofensa Con direcciones fantasmas de lugares Y apelativos de personas pintorescas Que nunca han existido. Esos galeotes no parten a la mar abierta No navegan la memoria Ni tampoco surcan el recuerdo Son mi herencia Mis navíos bondadosos de silencio.


“Fabriccio”

De cualquier manera escogí ese nombre Por su costumbre ambulatoria y púnica. Sin rituales Cara a cara Por el simple placer de conquistarlo. Al principio Me hizo daño Como al haber dormido sobre hiedra Una picazón al patronímico Salpullido en el nombre de mi padre. Lo aceré con fría malta y voces de poetas Lo urdí de caricias, dulces y vino Y lo enredé en la frescura de lenguas ajenas. Desde entonces Mi joven extranjero dejo de incomodarme Hombre a nombre Nos hicimos amigos


Anti­boceto

Quería hablar de mí, pero no termino de llegar a casa. Sigo dando vueltas como música en un redondel de media noche. Me resisto a quedar completo un solo instante. Por eso no he bajado aun del autobús ni de la gente enhebrada por sus hombros. Sin dudarlo, no he llegado a mi propia pequeñez. Afuera sobra demasiado. No retorno todavía los pedazos del cascaron de la mañana. Es muy difícil condensar todo lo perdido. Mi ojo vagabundo pegado a la ventana en el tráfico. Mis labios encendidos en sabanas revueltas. Regresa lo suficiente para advertir lo necesario. El aliento de saber en dónde estuve y un palmo de cansancio a media espalda. Tengo a penas las precisas señas en el cuerpo y los borrones. Para saber que estoy desdibujado.


Fleurs

Una margarita pasea por un campo de personas. Es un día hermoso para hacer la fotosíntesis y salir a ejercitar las raíces. Después de un rato detiene su trayecto frente a una plantación de pelirrojas a la sombra de un gran torso desnudo. Admira la belleza carmesí que se extiende por un largo tramo del paisaje. Se inclina para coger una personita que está enterrada casi hasta el cuello. La toma entre sus hojas y aspira el fragante cabello de la diminuta mujercita. Coge algunas más, a modo de hacer un buen racimo. Seguro después de limpiarles el barro del cuerpo y recortarlas un poco, se verán hermosos sus cadáveres en el centro de su mesa.





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