Aquarellen Febrero

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M e s 0 2 - Añ o 0 3 E d i ta d o por Aq u a re l l e n cu l tu ra - Coq u i m b o - Ch i l e D i re ctora d e re d a cci ón : M a ría J osé M a ttu s D i re ctor d e con te n i d os: J e sú s D e Ca stro P orta d a : " Am a n e ce r" - Cl a u d e M on e t Con tra porta d a : Col ore s a b stra ctos ( I m a g e n d e a rch i vo)


E d i tori a l

Queridos amigos. Comenzamos el año 201 6 con nuevos proyectos en mente, también con nuevos amigos y autores. Nada nos congratula más que iniciar el año recomendando <<Zonas>>, el último poemario de Antonio José Royuela, un gran amigo y autor habitual de nuestra revista; así mismo felicitamos y recomendamos los <<Versos encadenados>> de Pedro Fernández Luna-Calvo, quien con este poemario se estrena como poeta con libro publicado. Por último y no menos importante queremos recomendar también <<La noche de los gitanos>> de Alfredo García Francés, aunque es de sobra conocido que nuestro querido Alfredo no necesita presentación previa como escritor, ya que eso es algo que él ha sabido ganarse con esfuerzo y talento. Aprovechamos para dar la bienvenida a la gran familia Aquerellen, a Pedro de Paz y Fernando Chelle y Natacha González. Parece que febrero es un mes cargado de sorpresas, ya que también entra en escena como escritora y poeta nuestra querida María José Mattus, y lo hace demostrando una madurez literaria infrecuente en quienes comienzan el largo y escabroso camino literario, ésta chica promete amigos. Esperando que nuestra edición de febrero sea como siempre de vuestro agrado aquí queda nuestra gratitud por vuestra fidelidad como lectores y colaboradores. Jesús De Castro


Í n d i ce

Pedro De Paz ................................................................ Página 5 Fernando Chelle ........................................................... Página 11 Manuel Canet ............................................................... Página 1 5 Mauricio Schade .......................................................... Página 21 Natacha González ........................................................ Página 25 Marijo Mattus ................................................................ Página 27 Alfredo García Francés .................................................Página 31 Antonio José Royuela .................................................. Página 35 Pedro Fernández Luna - Calvo ................................... Página 42


P ed ro D e P a z

PEDRO DE PAZ (Madrid, 1 969). Escritor, incursor habitual en los géneros de novela policíaca, negra, intriga y thriller. Con su primera obra, El hombre que mató a Durruti (Germanía, 2004; Aladena, 201 0), se erige en ganador de la primera edición del Certamen Internacional de Novela Corta «José Saramago». Con posterioridad ha publicado las novelas Muñecas tras el cristal (El tercer nombre, 2006), El documento Saldaña (Planeta, 2008) y La senda trazada (Algaida, 2011 ; Algaida ECO, 201 6) siendo esta última ganadora de la vigésima edición de Premio Internacional de Novela «Luis Berenguer». Además es colaborador habitual de antologías colectivas de relatos habiendo participado, entre otras, en La lista negra (Salto de página, 2009), Asesinatos profilácticos (Ediciones Irreverentes, 2011 ), La frontera (Semana Negra/Pepsi, 2011 ), La ciudad vestida de negro (Drakul, 201 2), Ignota (Palabras de Agua, 201 4) o Hijos de Mary Shelley - Wollstonecraft. Hijas del horizonte (Imagine Ediciones, 201 5). En los últimos tiempos ha dejado de lado, en estado latente, sus inquietudes narrativas para encaminar sus escritos hacia el terreno de la poesía, la lírica y la prosa poética. Actualmente se encuentra inmerso en la preparación del que será su primer poemario.


N O D E N D E CO M E R AL P O E TA No den de comer al poeta no lo acaricien no se acerquen no lo cojan en brazos. No deslice la mano sobre su lomo. Si lo impregna con su olor podrían aborrecerlo sus musas y no volver por él. No le eche emociones de esas de las que usted se alimenta. Su organismo podría no tolerarlas bien. No le llame por su nombre para que acuda. Nunca atiende porque quizá tenga mil nombres. Y si alguna vez, paseando se lo encuentran obsérvenlo con cautela. Son asustadizos. Es fácil que lo encuentre herido suelen estarlo. Puede que le parezca mono que quiera darle cobijo llevárselo a casa quizá desee curarlo. Pero créame fuera de su hábitat sin su tristeza anegada sin su dolor público sin su impostura fingida sin su locura transida sin sus sueños de papel... mueren al poco. Porque la realidad los mata.


CU E N TAS D E CO LO RE S Vamos de paso por la vida guardando en la maleta de los sueños todas aquellas pequeñas cosas que mencionaba entre susurros aquel juglar de voz eternamente acatarrada. Acumulamos vivencias. Día tras día. Sin detenernos a pensar. A valorar. Y por ellas a veces reímos. Otras lloramos. Otras queremos morir. Otras, que mueran otros. Pero al final es la vida misma quien al tratar de convertirlas en bruma de olvido se encarga de transformar el carbón en diamante o por el contrario de revelarnos que el valor de esas cuentas de colores que un día atesoramos como oro en paño ese implacable juez que es el paso del tiempo terminó por reducirlas a tristes destellos de vidrio barato.


S AB E RN O S VI VO S Sentir el recuerdo de una piel la memoria del deseo. Bebernos los gemidos, respirar el mismo aliento. Que mis dedos ciegos lean el Braille del mensaje oculto en tu cuerpo. Ver amanecer en una mirada. Romper esas reglas que jamás juramos acatar. Y seguir vivos para vivirlo una vez más. Solo eso.

Porque a veces necesitamos jugar con el caos tan solo por sentir el placer de sabernos vivos.

LO Ú N I CO QU E I M P O RTA Que la distancia no sea zozobra. Que la ausencia no sea olvido. Que el anhelo no sea desamparo. Que la duda no sea duelo. Que la piel no sea desierto ni el deseo, trámite. Que la noche no sea desconsuelo. Que el pensamiento no sea veneno. Que el tiempo no sea enemigo. Que el instinto no sea error. Que el recuerdo no sea espejismo. Que los miedos sean bruma. Que permanezcas ahí. Que no te desvanezcas como lo hicieron tantos otros sueños. Es lo único que importa.


U N O D E E S O S D ÍAS Hoy es uno de esos días en los que a uno le pesa el hastío. Hastío de jugar a juegos de hombres con reglas de niños, de disfrazarte de ti mismo y ser acusado de impostura, de falsos amigos, de falsos enemigos y de auténticos hijos de puta. Hastío de hundir tus naves en un charco de lágrimas que a veces cuesta dirimir si son propias o ajenas. Hastío de levantarte por la mañana para volver a caer a cada minuto. Hastío de vivir en uno de esos globos de nieve que todo el mundo zarandea para que cobre vida. Hastío de respirar por las heridas, de que las viejas canciones no suenen como siempre, de arrastrar penitencias de pecados no cometidos, de rebatir engañosas verdades, de sostener sinceras mentiras, de sentir ganas de nadar hasta más allá del horizonte y olvidar dónde guardaste la ropa. Hoy es uno de esos días en los que a uno le pesa el hastío. Días en los que la sensación es la misma que nacer muerto.


F U E RA D E F O C O Hay ocasiones en las que la profundidad de campo marca la diferencia. En las que todo termina por verse más claro cuando al fin se vuelve difuso, cuando el recuerdo se diluye se desvanece en esa bruma que tanto te aterraba. Y en ese instante sonríes de medio lado entrecerrando los ojos como ese perro viejo que aprendió a intuir los palos, como ese lobo huraño hastiado de ser el malo en todos los cuentos mientras deslizas los dedos sobre la piel de tu alma y ya no encuentras el borde de la herida abierta sino el tacto rugoso de una cicatriz.


F e rn a n d o Ch e l l e

Fernando Chelle (Mercedes, Uruguay, 1 976). Estudió literatura y se desempeñó como docente de esa disciplina en Uruguay, en los departamentos de Soriano, Montevideo y Canelones. En el año 2011 se radica en Colombia, en el Departamento Norte de Santander, en la ciudad de Cúcuta, donde ha sido Profesor de Lengua Castellana, Corrector de Estilo y Docente Universitario. Es poeta, ensayista y crítico literario, autor de los libros, Poesía de los pájaros pintados (Colombia 201 3), Curso general de lectoescritura y corrección de estilo (Colombia 201 4), El cuento fantástico en el Río de la Plata (Colombia 201 5) y Muelles de la palabra (Colombia 201 5). Ha formado parte de diferentes antologías poéticas. Ha participado como conferencista, en diversos encuentros de escritores y ferias del libro. Sus poemas, ensayos y críticas literarias se han publicado en revistas, periódicos y portales literarios de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, EE.UU, España, Italia, México, Perú, Puerto Rico, Suecia, Uruguay y Venezuela. Parte de su obra poética ha sido traducida al italiano y al portugués.


M u e l l e s d e l a pa l a b ra La evanescencia de la palabra me salva del mundanal ruido, las hay sentimentales, impresionistas, pintoras, son muelles del verbo eterno que nos roza en la garganta, en los pulmones. El himno gigante sigue anunciando y corre, se ramifica y como siempre se dilata en nuevas sombras. Las páginas brillan, ahora resplandecen y se modifican, pero son páginas, no humo, perfume, sonido o viento. La palabra cabalga sus nuevos corceles, compañeros del poeta que sigue cantando, gritando, viviendo, ahora despojado del métrico corsé y de la rima represora, ahora lejos del mármol y las escalinatas camina por las calles con todo el pecho al viento. La palabra ya no quiere ser el queso de las ratas, quiere estar ahí, inmediata y cotidiana, enamorada de los guantes, las calles, la sopa y las colmenas. Preferí beber tus ismos, zurcirte, engarzarte y presentarte pura, directa y palpitante, con un verbo libre que viaje hacia asideros que lo terminen de nacer, donde habitan mis cómplices, mis hermanos.


P a ti o d e l a a b u e l a Ciprés ascendente en precipitación vertical verde, espinas de un marchito borracho combustible, azahar de naranjos cargados de continuo, nota amarilla de un limón colgante, la tierra en su sequedad se ha partido. 1 959 dicen tus pilares arcanos, agujas que descansan en una almohada de terciopelo, lento como tu sombra veo caer el sol. Tu bastón de la tarde ha reflejado un grito en el largo pasillo que lleva a los pinceles. El búfalo en su cueva observa extrañado el discurso que un día supo ser resistencia y ahora que tu perfume no puebla ya esta tierra llegó para quedarse tu verde melodía.


E l l o co Que no sé qué fue de su vida, paseaba un pato con ruedas en medio de la muchedumbre y reía. Entablaba serias discusiones, vaya uno a saber con quién, y en ocasiones se enojaba. Nunca lo volví a ver, ni dirigiendo el tránsito ni acariciando perros o simplemente solo perdido en su tristeza. Algunos dicen que fue abogado otros que boxeador y que fueron los golpes los culpables de todo. Lo cierto es que en la esquina falta algo, dicen que se fue dicen que esta acá dicen que se ha muerto dicen que volverá. Que no sé qué fue de su vida que nunca lo volví a ver.

O d a a l a p á g i n a e n b l a n co La página en blanco es generalmente blanca y el blanco alude a su vacío a la nada que contiene a la posibilidad infinita de discursos a la ausencia de letras, de palabras. La página en blanco es una invitación a la fiesta del lenguaje quiere que la violen pide que la transgredan que la irrespeten para dejar definitivamente de ser ese vacío infinito del universo ese material poroso sin corazón ese desdichado fragmento de la nada.


M an u el Can et


" D e ta l l e s ” Hoy disfruto de una vida amarrada a la madre tierra, mañana seré mucho más grande, como dos Canet en un planeta de brújula inalterable. Siempre ha radicado en esos detalles, en perseguir los sueños y consumirlos; la inseguridad debe ser un problema gástrico o un daño colateral de aquella niñez que siempre intento olvidar. Tan solo conozco dos idiomas, el silencioso es mi favorito y veinte horas de vigilia como veinte uñas, locura completa con su cordura rimando en mi sistema respiratorio. Qué linda es la palabra titubeo me gustaría tanto saber bailar. Llevo ya algunos años transitando por esta perpetuidad de senderos poéticos y se obstaculiza esta sensación de tener siempre algún asunto por terminar, y mi vida en un cajón de madera que no es mía ni del tipo de ojos castaños. A día de hoy tengo a los miedos encarcelados, el mimetismo aguzado, y mañana mañana dejará de dañarme el pasado. Sencillamente ojos con más brillo y menos cabello, algunas canas y no obstante esta carne, músculo que palpita y entrañas, pellejo y felpudo de palabras, este corazón y el tuyo son los únicos que me acompañan hasta que no haya más puestas de sol y me cubra el musgo.


" P a ra ti " Para ti, esta es mi materia, mi masa corporal, ha sobrevivido a temporales y contiene dentro animales diminutos que por su nombre podrían ser alimañas o alevillas. Para ti, esta es mi materia, que siempre te esperó, cada día la embalsamo y con frecuencia no me permite dormir, si miras bien podrás ver en los recodos la figura de tus manos. Para ti, estos son mi brazos teñidos, tuyos, esta es mi boca, tuya, esta es mi sustancia y de pronto pellejo, tripas, tuyas, se va a poner a escribir de dolor y a llorar de amor, nubes, brisa. Para ti, esta es mi carne, siempre te aguardó, en ocasiones no estás y es vacío, en ocasiones frío, a veces poesía.


“S e r” Soy de esos hombres que se guardan los incendios en los bolsillos y salen a romper cadenas oxidadas con las lágrimas o la sonrisa. Hombres que dicen barro, dicen noche, dicen disparate y amor y van organizando y limpiando las baldas del domingo. Los que pliegan los silencios y silban al lecho de madrugada. Aquellos que llevan cien poemas en el dorso de la mano y una paz de lluvia en los ojos. El de las alas, el de las cicatrices, el de los besos almacenados o adheridos, el de las manchas en las camisetas, el de las anémicas manos, esos que siempre huelen a epidermis y a sensibilidad. A ese Peter Pan de todos los sueños el pequeño y el gigantesco que todo lo vence y a veces no, el que juega la partida de todos los desconsuelos y los va deportando. Hielo y melosidad ese hombre decido ser.


“ E s cu ch a S ” EscuchaS mira esto es solamente lo que pretendo y quiero: prepararte el desayuno cada mañana, colocar la ropa que dejas por ahí, dejarte en la ventana una nota, alcanzar en el aire tu cadera abatirla, agarrar tu mano, conseguir que sonrías porque como bien sabes la sonrisa es un localidad donde jamás llueve, donde los comercios regalan sus existencias, escucha: todo es tan sencillo como esperarte a la salida o que me esperes con un libro entre las manos y que me digas acomódate y escucharte leer alguno de mis crípticos versos. También: reírme contigo en la mañana, cantar canciones que nadie escucha ya que el mundo quedo sordo hace tiempo, acariciar el lado rugoso de los lienzos porque todo tiene su superficie secreta y celestial, mirar como abres los ojos bebernos dos botellas de vino y salir a las calles seducidos por la idea de que el mundo, al fin y al cabo, contiene algo de sentido.



M a u ri ci o S ch a d e


Ich-Bewusstsein. Mauricio Schade. “Mientras leo, intensamente sumergido en un mar de carácter catártico y similar a un trance, la frase “agobiante observación de uno mismo” señalada por un gran escritor y que hace una descripción absoluta o universal, de la sensación que obtengo al leer sus libros. Es esa misma emoción que nace ya vacía desde la unidad más ínfima de mi existencia –una especie de hueco en la psique- que ya ha trascendido y se ha hecho presente en mi realidad; He estado sumergido últimamente y a raíz de desconcertantes, incluso surreales acontecimientos, en vicios y complejos estados donde absorto de la realidad que me envuelve, incluso sofocándome con su luminosidad artificial, caigo presa de horas y horas de pensamiento donde el mundo es deconstruido una y otra vez en interminables ciclos de crítica. Este abismo psicológico purga de mí cada invención social, cada norma jurídica, me alzo libre de formas y reinventado en la figura de un nuevo ser, ahora comprendo a plenitud los parajes y aquellas escenas de una sórdida crueldad, representadas todas las noches por libros distintos –un día fue crimen y castigo, otro a sangre fría- y así van desfilando las horas y horas donde busco la naturaleza de mi esencia en cada escrito nacido de la humanidad. Esta noche entiendo, mientras me imagino perdido en calles de Europa, de una antigua Rusia donde aún resuenan los cascos de los caballos en las piedras del suelo o en el lugar, tiempo o dimensión que los autores de estas maravillosos escritos quieran otorgarle, qué la voluntad del asesino no es la que describen los psiquiatras, que no son aquellas directrices de comportamiento señaladas inútilmente en los estudios forenses. No, la raíz de un asesino no se encuentra en aquellos patrones básicos y creo que este acto que acabo de cometer es la purificación intelectual y de conciencia que el ser humano necesita para erradicar de su inconsciente, todo vestigio de humanidad y de sentimiento. Un asesino es aquel que mata para liberar y tiene esa responsabilidad desde el nacimiento, como una huella primigenia impresa en su frente y que finalmente se abre en ella, explotando y manifestando que aquellos con esa marca de Caín han sido elegidos para, a través del escarmiento, hacer renacer de nuevo una vez que se ha despojado de las vestiduras físicas y materiales, la verdad.”


M. se llevó las manos, ya transpiradas y aterradoramente pálidas a sus ojos, extendió la palma de sus manos por su frente y aún sintió esa calidez –demasiado humana- que no le gustaba, le desespera sentirla y hundió suavemente los dedos en sus mejillas, aplicando un poco de fuerza para hacer desaparecer el adormecimiento del que es presa su cara, que estando cubierta por un fino velo de transpiración, aumentaba su incomodidad. Ahora, no podía dejar sus pensamientos de lado, su mente que va de un lugar a otro y sus pensamientos, lo aquejan de una forma inhumana, demasiado atroz y descarnados son las pinturas que imagina y su imaginación desmoronada le impide seguir escribiendo. Cerró su diario, aquella libreta que recibió en un intercambio de regalos, acompañados de una cena, aquel acto, incomprensible, lleno de burócratas saludos y gestos, tan insensible es la existencia, recordó cuando le entregaron aquel diario y le dijeron –Se que te gusta escribir, espero que algún día esto te sirva para narrar un libro- y recibió, atónito, por no saber que decir o cómo reaccionar, aquella libreta vacía y pulcra. Ahí fue encontrando el refugio que necesitaba para hacer descansar su mente. Nunca imaginó en que usaría aquel papel, no se le pasaba por la cabeza escribir estos anormales pensamientos sobre la muerte y sus sueños. Sentando ante aquel diario, sosteniendo débilmente su pluma entre medio de sus dedos desfallecidos y su rostro, iluminado de forma mortecina por la lámpara de escritorio antigua, le otorgaba un aspecto sacramental y nostálgico. M. se alzó con cautela desde su silla y contempló la escena, sus ojos se cerraron negando el onírico escenario que se desplegaba ante su mirada, ahora de alucinante se conjugaban en su cuerpo, una amalgama de matices sentimentales, recuerdos y texturas provenientes de los caudales desbordados, ya tan intangibles y como si hubiesen provenido de otra persona, ahora ya no es él, ha destruido el ego, pero el imperturbable estado crepuscular que empapa y hunde en las más profundas estancias, su conciencia que estalla en una metafísica e incorpórea destrucción. Ante él, estaba su cuerpo, ahora extendido, sus brazos enfermizos cortaban la figura blanca de la cama, era ella, ahora con su mirada perdida y los ojos abiertos, fijos e infinitos como clavados a un madero, aún estaba abierto el libro en la página trescientos cincuenta, ella era la mujer que necesitaba escapar, ella era el amor enfermizo y utilizaba su figura para mantenerse despierto durante sus insomnios. Ella fue liberada, su frente ahora yace abierta por el disparo de una munición .38, sus facciones Polacas ahora son difusas, las luces contrastan con los fragmentos de su cráneo que están salpicados por la pared. La densidad de la purificación se desvanecía en un acto electromagnético. Su diluida y efímera existencia no era más que una invisible partícula a la deriva en medio de la vastedad absoluta del cosmos. El escenario se hace un océano a causa de las emociones desgarradas; la vida, su creación van y vienen seguidos por los afilados dedos de la culpa. M. pensaba en traspasar aquellas dimensiones –transgredir- los límites de su estructura cerebral, se preguntaba delirando, con fragilidad, moviendo con delicadeza que sabe impropia los velos del cortinaje de encajes blancos. Acertaba en esos instantes, al concluir que el aislamiento extremo y su incesante crítica interna ; le empañaba los ojos ante la sutil relación con su vida consumida en abstractos y complejos estados de trance literario y que aquella acción insurrecta de acabar con la vida de aquella mujer –su cuerpo sin rostro ahora estaba a su lado- Independiente de la discusión moral y ética, lo que resaltaba en medio del aciago amanecer próximo, era el que había consumado su rito y que ya siendo un criminal, descubrió la inconsecuencia, el resultado del retorcido acto y sentía ahora como el fracaso consumía como un ácido cada célula de su carne.


-Ya no marca la diferencia, observo al mundo y sus matices de sombra, no soy nadie para expiar al mundo de los ciclos eternos del dolor- Fue lo último que se dijo a si mismo. Besó la mano de la fallecida, que convertida en una blanquecina mortaja, aún eran hermosas, de esa belleza efímera tan pulcra y fina: la apretó contra su pecho. Dirigió una mirada al resto del escenario, imperturbable, solo está el diario bajo la luz del escritorio y tras las ventanas una ciudad recién despertando. Desenfundó el revolver desde su cintura, miró el cielo y el metálico sonido del cañón chocando contra sus dientes lo hizo temblar. Gritando, mientras los caudales de lágrimas de agonía le cegaban los ojos. Disparó y la estructura física de su rostro se desfiguró en múltiples grietas chorreantes y su cuerpo cedió en el piso, dando guturales silbidos como un cerdo degollado.


N a ta c h a G o n z รก l e z


Hola Leopoldo. De nuevo intento comunicarme contigo. No sé muy bien por qué te llamo Leopoldo, pero es el nombre que hoy me atacó con más fuerza. Ayer, cuando cortaba algunas magnolias del jardín, te vi sombreado en el porche. Llevabas una boina, con una caída intencionada que me produjo dolor. Entonces te llamé “Dios”. Leopoldo, la vida se extiende cada vez más hacia el vacío. Tú tardas en llegar. He buscado en los lugares donde has dejado tu sombra. He mirado todos los rincones que se han reflejado en mis sueños. El martes pasado, fui a la Biblioteca Nacional. La otra tarde, me había quedado dormida después de comer, entonces apareciste en ese tránsito delgado entre el sueño y las voces perdidas del televisor. Te vi sentado en una especie de trono, rodeado de estanterías circulares. Todos los libros eran del mismo grosor. Tú me mirabas, como llamándome, como rogándome. Entonces ganó la señora del comercial del jabón para ropa. Ese día te llamé “Jorge”. Te contaba que fui a la Biblioteca Nacional. Recorrí las inmensas salas. No encontraba ninguna en donde las estanterías formaran un coro perfecto y los libros fueran parejos en su tamaño. Cansada de tanto fracaso, me acerqué a una máquina de esas que sirven café. De pronto volviste a iluminarme. Te vi tras el botón del expreso, estabas dentro de ese complejo mecanismo automático. Acerqué la mirada por la pequeña abertura de plástico y pude ver como preparabas mi café. Pude observar como sonreías mientras molías los granos recién tostados. Y quise entrar. Pero no hacías nada, solo te apresurabas en depositar con mucho amor el pequeño vaso de plástico en la ranura que me lo trasladaría. Cuando bajé la mirada para tomarlo, desapareciste. Leopoldo, no sé cuándo volveré a verte. Tal vez mañana, justo cuando deposite esta carta en el buzón de siempre. Desde el suceso en la biblioteca, miro todas las ranuras de todos los lugares que tengan huequitos alineados, pequeños, con algún interior mecánico o no. Tal vez estés dentro de ese buzón esperando tu carta, sentado sobre otras cartas, sobre cientos de cartas que te he escrito, con todos tus nombres, y todas tus caras y con la misma voz. Me despido con ese beso que guardo desde que supe para qué son buenos los labios. No tardes Leopoldo. La vida cada vez es más abismal y no soporto la idea de las máquinas. Me ahoga pensar que todo se está llenando de ellas. No te demores, ahí fuera hace frío, y las cosas se mueven una y otra vez. Siempre tuya.


M a ri j ose M a ttu s

María José Mattus Aguirre, nació en Coquimbo – Chile. Desde niña demostró una inclinación a la literatura y a la música escribiendo pequeños poemas y ensayos de análisis musical. A partir del año 2007 comienza su incursión en radios locales con programas de cultura, especialmente orientados a la difusión de música clásica y latinoamericana apoyando a los nuevos talentos locales, hecho que le permite animar y organizar varios actos culturales, como el concurso escolar de literatura “Más allá de las fronteras de la imaginación” (201 0) además de conferencias en festejo del bicentenario de Wagner y Verdi. En el 201 4 funda la revista literaria “Aquarellen” de la que es editora. Actualmente dedica su tiempo a la docencia, la dirección de la revista aquarellen y a la gestión cultural junto a su pareja: Jesús De castro, al tiempo que trabaja en su primer poemario:“Melodía en verde"


Apa ri e n ci a s Se levantó, lo primero que descubrieron sus ojos recién abiertos al día fue aquel pantalón de color chillón como de un rosado deteriorado. Tal vez la metáfora estaba en el color ¿Tan deteriorado ese rosado? Como su propia decadencia, es como si el pantalón le gritase en cada centímetro de tela que su color verdadero era el gris, no ese color chillón. Y aunque en el fondo detestaba esos pantalones su empeño en contrariar el tiempo era lo que en esos días importaba. Tenía que estar a la altura de las hormigas juveniles que mordisqueaban su billetera, él lo sabía, pero su orgullo le impedía reconocer el mal paso que había dado. Después de beber su café con leche bajó hasta el garaje a coger su coche familiar. Aún tenía el desorden de los suyos y en algunos compartimientos estaban los discos de la música le golpeaban los recuerdos “Música para viajar” se leía en uno con marcador púrpura y corrector barato. Lo tomó y escondió debajo de todas las monedas que solía llevar, cada círculo de bronce era concedido a esos viejos cuidadores de autos, que escuchaban sus historias con fingida atención, a cambio de una recompensa. En el fondo y él lo sabía la historia de su vida era la del fingimiento, a cambio del botín del día.


Ll eg ó y m u ri ó Llegó y murió no vio nada más que el viejo y su laguna melódica. Encendió lo de siempre Y los sonidos se hicieron visibles. No era la primera vez Que se ahogaba en su laguna melódica.


Círculos flotantes Que adormecen el tacto Figuras letradas inventando frases Números contados que retroceden el tiempo Intentos de homicidio, Que rasguñan en lo absurdo Y la demagogía maligna te ahoga la mirada Cuando entiendes que la sonrisa es de los titanes.


Al fre d o G a rcía F ra n cé s

Nacido en Bilbao en 1 949 Premio Nacional de Periodismo 1 984 Novelista Fotógrafo de publicidad. Reportero y editor gráfico en el diario El País. Novelas publicadas: El Hidalgo Segundón, El Secreto del Emperador, Bastardo Real, Balas de Carmín, La Noche de los Gitanos. Vasco mestizo de andaluz y con un RH O Negativo que ya lo quisiera Otegui para los Domingos. Español y Colombiano. Bilbaíno de la diáspora y enamorado de Portugal. De momento, un superviviente. Navegante y novelista. Premio Nacional de Periodismo (1 984). Más detalles en: www.garciafrances.es


L a N o c h e d e l o s g i ta n o s

La NOCHE DE LOS GITANOS, de Alfredo García Francés. Un trhiller sangriento como un  puñetazo en la boca. Tres perdedores implicados en un atentado terrorista y un Golpe de Estado para embridar la Monarquía bajo mando Militar. Terroristas de ETA, Islamistas y Servicios Secretos. Un atentado bajo bandera falsa que comenzó en Auschwitz


PRESENTACIÓN DE LA NOCHE DE LOS GITANOS. Alfredo García Francés en la presentación de “La noche de los gitanos” en la FNAC con Fernando Jaúregui, periodista, María Zavay, presentadora de TV y novelista, Esther Bendahan , escritora y Casa Sefarad.


F ra g m en to d e “La n och e d e l os g i ta n os” —Ya no somos más que una nación decadente que agotó su instinto belicoso en el Dos de Mayo y la Guerra Civil —afirmé con tristeza—. Ahora, somos más europeos que nadie y menos españoles que nunca, nuevos ricos consumidores, gilipollas y cobardes. Nuestros políticos y sus corruptos legisladores despedazarán España y la venderán en pública subasta. Hasta hoy, los intentos de golpe no han encontrado un buen director. Sobran ganas pero falta talento y, al final, como las revoluciones, han acabado en manos de ineptos. Y así hasta el hambre total y hasta la ruina que nos ha traído esta crisis económica ignorada por el gobierno socialista y, con ellas, la nueva degollina que ya está tardando en llegar y que otra vez será terrible. —Han matado a millones para imponer doctrinas, y cuando creíamos habernos librado de los ismos, fascismo y comunismo, aparecen Bin Laden y los islamistas para encularnos —continué segura de que no estábamos solos—. Los bárbaros que galopan a nuestro encuentro son mensajeros de lo intrínsecamente antagónico a nuestras ideas y a la dignidad de la política. Pereceremos entre polvorientas y rencorosas dictaduras fascistaleninistas y un islamismo salvaje ávido de destrucción.

La noche de los gitanos se encuentra a la venta en amazón y eBook , también podéis encontrarla en edición impresa, animaos, el autor la envía firmada desde Facebook previa petición. https://www.facebook.com/agarciafrances La NOCHE DE LOS GITANOS, eBook, en AMAZON (2,99 Euros) http://www.amazon.es/noche-Gitanos-Alfredo.../dp/B00A2UM7YA La NOCHE DE LOS GITANOS, impreso en papel, (1 5 Euros) ADHARA Editorial www.adharaeditorial.com


« Zon a s» d e An ton i o J osé Royu e l a —E d i tori a l La stu ra —

“Un punto de escape, / donde la conquista de lo pequeño / sea la filosofía que me acompañe cada mañana” Hay poetas que cuando los conoces te resultan tan cercanos que los asumes como amigos. Hay a su vez amigos que son poetas y colaboran no sólo con tu sonrisa diaria sino también con tu transitar como escribiente en esta tierra. Ambos tipos de poetas son necesarios. Sin embargo, cuando los lees a ambos la línea de cercanía se diluye. Y sólo importas tú y la palabra; la poesía es de quien la lee, después de todo.


Antonio José Royuela es uno de esos amigos que te da gusto presentar, que te enorgullecen y que te alegras a diario de que te hayan escogido para formar parte de su círculo íntimo. Como persona pienso que es de esos individuos raros: amigable, divertido, enérgico; esas personas que parecen ir con una pequeña luz invadiendo tus pequeñas oscuridades. Y su poesía consigue lo mismo: ese efecto alucinante que tienen los buenos poemas cuando te tocan la parte más sensible y te obligan a pararte y mirar hacia atrás pero -mucho máshacia adelante. . “Zonas” se encuentra dividido en cuatro partes. Cuatro habitaciones a las que asomarse para vislumbrar lo más puro de la poesía de Royuela. Cuatro miradas diferentes sobre una misma cosa: la existencia. Pero antes de internarnos en esas zonas leemos una serie de poemas que podrían tomarse como una declaración de principios y que pueden ayudarnos a captar sin vueltas la esencia de la poesía de Royuela; a quien temas como la amistad y las buenas compañías le interesan tanto como la educación. Una buena forma de darnos la bienvenida a este libro.

Zo n a ce ro y zo n a g a s e o s a “Desde nuestra atalaya de cómodos sofás, / promulgamos leyes sin corazón, / palabras que generan vacío y poco más”. La primera parte (Zona Cero) es potentísima. Resulta muy difícil leerla y no darnos por aludidos; me parece una exquisita forma de acercarnos a los rincones de nuestra realidad social e intentar comprender nuestras pequeñas fallas cotidianas. La pluma de Antonio es directa y le sirve para denunciar los desahucios, la pobreza, la xenofobia, las leyes injustas. En este comienzo hay extractos escalofriantes y construidos con una rigurosidad poética extrema. No hay forma de comenzar este libro y abandonarlo, porque cuando una lectura habla de nosotros mismos y nos hace ver nuestras propias miserias, se vuelve imprescindible y se pega a nuestra cabeza de forma irremediable. Royuela ya ha dado sobradas muestras de su talento poético; y seguramente su faceta erótica sea la más conocida y aplaudida por todos, por lo que es necesario avisarles a todos que este poemario incluye un compendio de poemas vaporosos (o que provocan vapores) y se encuentran reunidos en la segunda parte (Zona Gaseosa). Poemas intensos y pícaros que reforzarán las expectativas de los lectores.


An t o n i o J o s é R o y u e l a

“Y tú, tan lejos, / donde los pájaros construyen nidos fríos, (S) Por qué carajo nunca te encontré / cuando más te necesitaba”.


Zon a sól i d a y zon a si n cl a si fi ca r Por dura que sea la vida siempre hay luces que se encienden para nosotros; para volvernos más capaces de sobrevivir, más preparados para la vida. Palabras que lo motivan a Antonio a componer esta tercera parte del poemario (Zona Sólida) donde escribe sobre su madre, sobre su cuñado Alfonso, sobre esas criaturas que lo han ayudado o cuyas realidades le han servido para reflexionar y, posiblemente, para volverse más fuerte. Hay en toda esta parte un deseo profundo de aferrarse a los instantes, de hacer de cada día un mundo. Sin embargo, encuentro también la rabia de la pérdida que siempre se escapa (o se aparece) en los momentos menos indicados. “Sin importante que el mundo sepa que respiras (S) // Me gustaría escucharte hablar de las nubes que se enamoraron de ti, / de si alguna vez te explotó una bomba a luz de las velas , / o de los secretos que se almacenan en el desnudo de los sueños”. Y en otro poema dirá: “La armonía del alma y el deseo de la carne / que nos venden, / llegan fijadas por las coordenadas geográficas / del Corte Inglés de la época” Y “Zonas” es también un poemario con espacios que han sido invadidos por la bruma. No a todo podemos darle un nombre, no todos podemos nombrar lo que nos duele, no todo puede ser etiquetado “hay corazones pájaro y corazones jaula. / Corazones clepsidra que terminan en caldo de puchero. / Corazones con el compás de las virtudes / y también los hay sin luz” Z o n a l íq u i d a o p o r q u é l a p o e s ía “Para mí escribir guarda más relación con la pericia / de conocer el límite de tu aniquilamiento / que con las estrellas fugaces”. “Zonas” es un poemario que me ha sorprendido positivamente. Si bien muchos de los poemas ya los conocía, encontrarme con una obra tan bien amalgamada me hizo descubrir que lo mejor para un buen poema son sus compañías y en este caso, Antonio ha sabido elegir buenas compañías para cada uno de sus versos.


Poem as Un día las chicas que disfrutaban bajo la lluvia, no regresaron. Disparé mi último cartucho de amor y no hubo víctimas. Ese día, me encontré el andén vacío. Deduje que las huellas de la noche no eran seguras y antes de que las tristezas me tirasen por el acantilado opté por dejarme llevar en el vaivén del tiempo que flota.

Amor, me bastan las señales que en ti, floten. Este corazón en sus dudas ha probado tu tiempo y no desea seguir escalando otros muros, crecer alejado de tus manos. El sol no se apagará. Tu respiración tranquila trepa como madreselva por lo vivido de mis retinas y tus labios abiertos, deseo de mi vuelo como fruta prohibida. Estas palabras se olvidan de dioses y demonios. Nunca han podido con el fluir del agua. Me preocupa el viento por la fuerza con la que arranca raíces, pero he visto al brío del aire hacerse pájaro en tus pasos. Nada será inútil. Te prometo, cariño, si sobrevivimos a las trampas de las emociones, arrojar este cansancio de fiebres y acapararte en la zona desnuda del miedo de ser dos.


Enamorarse era esto: desertar de las luces de la noche, ordenar la espera, pedir música que no conocía, mudar las células en la maldición de las hogueras, asumir las prerrogativas de un tiempo incorrecto, incluso, limpiar de residuos la malla que hacía de sustento. La teoría de la salvación y sus trampas cíclicas quiénes éramos, qué pretendíamos. Tal vez eso, enamorarse: acaso la verdad cómplice del amor, acaso el aniquilamiento de las estrellas, o tal vez, adivinar las imposibles virtudes que apagan la débil llama de la razón. Pensad en sus trampas. ¿Unos cuerpos boca abierta? ¿La palabra que arde en los labios? No hay aquí un arriba y un abajo absolutos. Es mi sueño. Quizá reescribir las mismas huidas. Doblegarse una y otra y otra vez. Te quiero, ocho fonemas para los aduaneros del mar. Hasta mi corazón transparente solo el amor hablará de amor. Sí, conozco sus tretas y digo que enamorarse era esto: incapacidad para negarme, firmar un armisticio tras convocar un consejo de guerra y lo que es más asombroso aún, elegir entre alimentarme de sueño o de sueños. Ya nadie muere de amor. Juro que me enamoré, y nadie me avisó de que enamorarse era esto.


E xtra ñ a d o Al encontramos, me contó que viajaba con una maleta de sueños a medio hacer. Me extrañó esa rara aleación de candidez y la espectacular silueta en formato vectorial de la que parecía emerger. Fui valiente y le conté que despertaba sobresaltado y con la boca llena de miedo, porque pasé la infancia y gran parte de la adolescencia huyendo de las voces que me gritaban: “eres un inútil, nadie te querrá”. Me aseguró que tenía remedio para mis males. Al principio, no la creí. Llevaba veinte años en guerra contra las malditas secuelas de las voces, pero una certeza y no la sacudida habitual del corazón; me llevó hasta ella. Dos mudas, poco cariño en la memoria y una ilusión interior creciente fueron las pocas pertenencias que trasladé a su domicilio. Al principio, hubo muchas horas de sexo sofocante y amor sin formas. La pasión de la carne admite variantes tanto o más afectivas que las que ofrece la horizontalidad de un colchón. Ahora podría decirse que los dos hemos cambiado nuestro desnudo. Sigo sin saber por qué le quedaban tantos sueños por realizar. Me da la sensación de que también ella acumulaba algún tipo de derrota. Por fortuna, hoy esas cicatrices tienen olor a melancolía. Las voces desaparecieron en cuanto el hábito de la ternura se instaló de forma permanente. Juntos, hemos aprendido que sobrevivir es una batalla diaria que necesita de altas dosis de afectividad, confianza y generosidad para contrarrestar el egoísmo y la malicia que te pueden golpear desde diferentes frentes. Todos los días me despierta con un beso en la mejilla. Abro los ojos y contemplo el fondo cálido de los suyos. De fondo, suena la melodía alegre de la mañana. La ciudad gris, los gritos: “eres un inútil, nadie te querrá” o la costra de desdén que solía pasear tan solo aparecen ya como parte de un mal sueño. Lo único extraño después del beso es que es ella quien me pregunta por mis anhelos.


P e d ro F e rn á n d e z Lu n a -Ca l vo

Pedro Fernández-Luna Calvo, nace en Madrid en 1 955, pero su vida transcurre en SAX (Alicante), es Policía Local desde hace 35 años y sus pasiones son la pintura y la poesía. Ésta última es la más significativa puesto que desde tiempos de Bachillerato, etapa en la cual conoció a todos los grandes autores, Quevedo, Calderón, Lope de Vega etc. entre los cuales siempre ha admirado el Soneto, esta forma lírica de componer versos que despertó su curiosidad, llevando a este poemario recién editado 30 composiciones de este tipo de poemas. Toda su vida transcurre en esta población, su mujer ha sido su inspiración y la musa a la que ha dedicado la mayoría de los poemas. Aparte de poeta, también es pintor, habiendo realizado varias exposiciones con éxito ya que en su pueblo es muy querido. El Alcalde actual, le ha ofrecido editar la segunda parte de Poemas Encadenados, ya que por falta de presupuesto, solamente se editó la mitad, quedando en el tintero a espera de que sea rescatada esta segunda parte para el año 201 7. Poemas Encadenados es una recopilación de todos los versos escritos a lo largo de toda su vida, algunos de ellos han sido reestructurados y adaptados a estos tiempos, para que el lector no se sienta “desplazado”, aunque conservan ese romanticismo imprescindible para su lectura.


P o e m a s E n ca d e n a d o s

P RO L O G O Lo primero que hay que destacar en este libro de Pedro Fernández-Luna es la gran labor realizada por el autor ya que ha conseguido incluir más de sesenta poemas de diverso contenido y extensión. La poesía no es un género fácil para el autor de textos literarios; no se pueden llenar páginas con la misma facilidad que la novela o el cuento, pues, como ya es sabido, el lírico es un género que va al grano, a lo esencial, en el que no cabe la paja ni rodeo. Los autores de poesía consagrados publican libros con solo 25 o 30 poesías y a nadie le parece poco. Cabe destacar también en Poemas encadenados que es un conjunto de versos con inspiración autobiográfica en el que Pedro hace aparecer a sus seres queridos, a su hija, a su nieto, y también algunos de los acontecimientos personales y familiares que, al parecer, más le han marcado. Habla sobre todo de amor, de su amor. Y como concreta el tema con casos particulares, pierde el peligro a resultar demasiado abstracto o demasiado teórico. En este libro es fácil confundir al narrador con el autor, y a partir de esta conclusión que enseguida salta a la vista, el poeta se nos presenta como un hombre de gran sensibilidad, que descubre ante el lector sus sentimientos de una manera sincera, que se desnuda, podemos decir, a lo largo de estas páginas.


El tema central es el amor y, como buen poeta romántico, Pedro concede a este sentimiento una importancia mayúscula, hasta tal punto, que no considera posible vivir sin entregarse al amor y a la persona amada. El libro se titula Poemas encadenados porque el autor confiesa en varios versos que él no sabría vivir de otro modo que en estrecho contacto con su amada, de una manera distinta que encadenado a ella, dicho por medio de una metáfora. Es un autor que podemos considerar heredero de la corriente poética trovadoresca y que, por tanto, sigue los principios del amor cortés en el sentido de que la amada es para él una especie de ser superior, en el sentido de que siente por ella una devoción y una entrega sin fisuras. En la segunda parte del libro, la titulada “en lo profundo”, el amor sigue apareciendo y sigue teniendo gran transcendencia, pero aquí viene entremezclado con otros temas, con temas de carácter filosófico, ético, existencialista y religioso. La vida presenta también su lado oscuro, sus sinsabores, y el autor se siente insatisfecho y se pregunta el porqué de estos dolores, angustias e insuficiencias. Son textos más complicados, el desarrollo de la idea básica es más difícil de seguir, pero la ausencia de un tema bien definido, de un tópico, abre las puertas a la asociación de ideas y a dejar volar la imaginación con mayor libertad. La tercera parte, la titulada “Varios”, presenta gran libertad temática, pero coincide con la primera en el que el contenido vuelve a resultar más sencillo y reconocible a primera vista. En esta parte me ha llamado la atención sobre todo el poema titulado “Luna Llena” porque desarrolla una idea bastante original, un motivo poético que yo, por lo menos, no recuerdo haber leído antes. Se trata del viaje de la Luna a lo largo de la noche, desde su nacimiento sobre el horizonte marino y a través del cielo poblado de estrellas. El mar aparece personificado en este poema y se describe la tristeza que siente al ver partir a la Luna. Todavía resulta más original el hecho de que, al final del texto, el viaje de la Luna se convierta en una aventura, en una peripecia misteriosa cuando el poeta le pregunta en los tres últimos versos y en un tono marcadamente lírico “Qué rumbo vas a tomar? / “Te quedarás en tierra / o volverás a la mar?”. Aunque también puede que sea el mar personificado el que haga estas preguntas a la Luna porque teme perderla para siempre, lo que dotaría al poema un significado más emotivo. Por lo que se refiere a esta sección tercera, Pedro Fernández-Luna demuestra también gran sensibilidad en el poema titulado “Pancho pintorS”, donde toca el tema trágico para el autor de la muerte de alguien próximo, de la desaparición de un ser querido, pero sin cargar las tintas y sin exagerar, con lo que consigue una contención muy emotiva. En los poemas “Otoño” y “Árbol seco” de esta misma tercera sección, demuestra su amor por la naturaleza hasta el punto de describir, con una emoción muy verosímil, la tristeza que produce el proceso por el que los árboles se desnudan, pierden sus hojas hasta convertirse en esqueletos desvalidos, en naturaleza “descarnada”.


En la cuarta parte del libro, Pedro Fernández-Luna se atreve con el soneto, con la estructura más difícil que se pueda dar en poesía y que requiere mayor dominio de la técnica. Como ya es sabido, el soneto lleva una estructura rígida que debe constar exactamente de catorce versos organizados en dos cuartetos y dos tercetos. Y también contiene la dificultad de que se exige que la rima sea consonántica, es decir, que se repitan todos los sonidos a partir de la última vocal acentuada. El autor sigue desarrollando alguno de los temas que ya ha tratado en las tres partes anteriores: el amor, la familia, el paisaje, pero ahora lo hace con este tipo de composición tan prestigiosa y que produce tan notables efectos rítmicos. Del conjunto de poemas que forman esta cuarta parte, voy a destacar el titulado precisamente “Soneto”, un poema que introduce el tema de la metaliteratura, es decir, de la literatura que habla de sí misma, en este caso, del tema de la dificultad que supone componer sonetos. El poeta reconoce las dificultades de que hemos hablado en el párrafo de arriba y, en un acto de sinceridad que le honra, confiesa que a veces no se ve con suficiente capacidad para expresar claramente sus ideas, pero, no obstante, persevera en la labor, pone todo su interés en juego y consigue vencer la mayor parte de las dificultades. De esta última parte quiero destacar también otros dos sonetos, los titulados “No sueñan la Luna y las Estrellas” e “Invierno”, en los que vuelve a desarrollar uno de los temas preferidos, el de la descripción paisajística, que es un asunto en el que parece encontrarse especialmente a gusto. A Pedro la naturaleza le llama la atención poderosamente y le ayuda a concretar una gran variedad de estados de ánimo. La naturaleza le sirve a este poeta para simbolizar y para poner en imágenes sus sentimientos más hondos y sus estados de ánimo. Gaspar Jover



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