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Mes 09 – Año 02 Editado por: Aquarellen Cultura, Coquimbo – Chile Directora de redacción: María José Mattus Director de contenidos: Jesús De Castro Portada: “Portada de lluvia sobre el mar” John Constable
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EDITORIAL
Queridos amigos lectores, una vez más llegamos a vuestros hogares para intentar acercar la cultura y el pensamiento hispano a ambos lados del océano, ya que siempre fue ésta y no otra la intención de Aquarellen. Una pequeña revista de cultura y humanidades a la que engrandece la colaboración de reconocidas firmas, autores de culto y nuevos autores, porque todos hemos tenido un comienzo y Aquarellen quiere ofrecer también esa oportunidad. La literatura debe renovarse con nuevas generaciones que nos traigan la brisa fresca de su pensamiento, de su aportación literaria. Éste mes comenzamos de nuevo con las andanzas de Alfredo García Francés por los comienzos de su carrera. Una nueva entrega cargada de ese estilo literario tan peculiar y adictivo de quien no solo es un magnífico periodista y gran escritor, si no también un entrañable amigo y colaborador de nuestra revista. También podréis deleitaros con los estilos poéticos de Antonio Praena poeta-religioso de gran calado espiritual y poético, junto a Paco Moral, uno de esos poetas que no necesitan presentación, ya que su obra y trayectoria hablan por si mismas. Por supuesto tampoco quiero dejar de recomendaros a la estupenda Puri Sánchez y su obra, junto a la presentación del poemario” La mirada sin nosotros” de Ambrosio Gallego, dos autores que no podían faltar en nuestras páginas. En éste mes que al terminar comienza a entreabrir las puertas del otoño, caigan entre vosotros las hojas virtuales de Aquarellen como esa arbóreas cometas que pronto comenzaran a caer de sus ramas. Y como dijo el poeta Chileno Huidobro: “Qué el verso sea como una llave que abra mil puertas.”
Jesús De Castro.
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iNDÍCE
Alfredo García Francés “La Jodida bohemia de mayo del 68’” Segunda entrega .......................................... Página 5
Paco Gómez Escribano................................................................................................. Página 7
Poesía............................................................................................................................. Página 14 Paco Moral.......................................................................................................... Página 16 Antonio Praena.................................................................................................. Página 22 Puri Sanchéz...................................................................................................... Página 29
Ambrosio Gallego.......................................................................................................... Página 35
Nuevos autores............................................................................................................... Página 38 Patricia Ardiles..................................................................................... Página 39
Música............................................................................................................................. Página 42
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LA JODIDA BOHEMIA DE MAYO DEL 68 - Segunda entrega Saludos al autor en: http://facebook.com/agarciafrances
No había ningún trabajo para mí salvo uno reservado por su padre, ingeniero de la fábrica Phillips, junto con los papeles para casarnos. Me creía muy listo y había caído en una trampa mortal. Abandoné apresuradamente a mi bella y dulce holandesa y me largué dejándola hecha un mar de lágrimas y a sus padres estupefactos. Luego, me he preguntado muchas veces si, de haberme quedado con ellos en Eindhoven, sería hoy un súper ejecutivo nacionalizado holandés y con un pocotón de hijos rubísimos y tan guapos como su mamá, la falsa modelo. Pero no estaba escrito así. Viví la loca bohemia de la ciudad de Amberes de la mano de Jan Van den Heiden, entonces de 22 años y estrella del ballet de la Ópera de Flandes. Habitábamos una buhardilla heladora en la que el frío me despertaba varias veces cada noche si tenía la mala suerte de sacar la cabeza de debajo de las mantas. Pero fue un tiempo magnífico, entre artistas y disfrutando de todas las fans que atraía la fama y el glamour de mi amigo, porque él no daba abasto y ellas encontraban exótico un español flaco y divertido. 5
Allí conocí y trabajé, en un corto papelito, con Catherine Deneuve. Ella intervenía en una película, rodada en el río Escalda, apoyando a un director amigo suyo nieto del pintor Marc Chagal. A pesar de los esfuerzos de la actriz por ser encantadoramente educada no resultaba simpática, tan sólo una típica francesa fría. Tan helada como una sepultura. De Amberes me impresionaron los judíos reunidos en sus emporios de diamantes en las callecitas junto a la Estación Central, la bella catedral gótica con los magníficos cuadros de Rubens, el que los nacionalistas flamencos no me respondieran cuando me dirigía a ellos en francés, la vida social flirteando en los cafés de la Plaza Mayor y los bocadillos de “salade americain” que engullía cuando conseguía que me invitaran.
Estuve un curso estudiando fotografía en Bruselas, pero la ciudad era un aburrimiento y la enseñanza muy lenta, así que lo dejé y comencé a trabajar en un estudio fotográfico donde en poco tiempo aprendí lo que me hubiera costado años de escuela. Por desgracia caí de huésped en la respetable casa de una amiga de mi mamá que vivía con un sobrino sacerdote. Era viuda de un diplomático y ex colono del Congo Belga y, además, una marrana que se bañaba una vez a la semana. Ambos, ella y el cura, los dos con la misma agua. Por orden de antigüedad, por la bañera pasaba primero la viuda, luego el cura y, sin cambiar nunca el agua, finalmente yo. Ponían pegas para que saliese a pasear, para volver tarde, y por supuesto, prohibido recibir llamadas telefónicas de chicas y, mucho menos, invitarlas a casa. Un aburrimiento total. Me largué en cuanto pude y acabé en Paris.
Llegué a Paris cansado de pasar hambre, frío y con la esperanza de que me aguardara una etapa llena de afecto y de serenidad. Me equivoqué por completo. Cierto que Paris se convirtió en otra de mis ciudades fetiche, pero no tenía ahorros y, mi pobre hermano, se encontraba inmerso en un proceso de divorcio, con una trabajo precario y estudiando.
Mi cuñada me culpó a mí de su ruptura familiar y me puso de patitas en la calle, así que en París pasé tanta hambre y calamidades que se convirtió en una ciudad a la que nunca deseo volver. Muchos recuerdos negativos, aunque tampoco olvido otros que marcaron positivamente toda mi existencia. El más importante, compartir aquellos años con mi querido hermano mayor, José Luis, lo que nos unió entrañablemente para el resto de nuestra vida.
Alfredo G
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PACO GÓMEZ ESCRIBANO
Paco Gómez Escribano es Ingeniero Técnico Industrial en la rama de Electrónica. Sus poemas y relatos están publicados en diversas antologías, ya que ha sido finalista en distintos premios. Sus últimos relatos de género negro han sido publicados en: la antología de relatos de la revista Fiat Lux, la antología Todos son sospechosos y la antología Hijos de Mary Shelley. Suele frecuentar y participar en los principales festivales de Novela Negra de la geografía española. Ha escrito en la Gansterera y actualmente reseña y escribe artículos en su blog de Culturamas: (http://blogs.culturamas.es/pacogomezescribano). Además, es particularmente activo en sus cuentas de Twitter y Facebook. También es músico. Actualmente toca la batería y hace coros en Ochentacos, un grupo tributo a la Movida Madrileña. Hasta ahora ha publicado cuatro novelas: El círculo alquímico (2011) y Al otro lado (2012), ambos con la editorial Ledoria, calificados como “Thrillers esotéricos”, con gran éxito entre sus lectores. Con su tercera novela, Yonqui (2014, Editorial Erein), cambia de registro, decantándose por el género negro, situando la escena en su barrio, Canillejas, ambientada al final de la década de los 70 y principios de los 80. Su cuarta novela es Lumpen (2015, Editorial Pan de Letras), escrita a cuatro manos con Luis Gutiérrez Maluenda. La novela también es negra, y transcurre nuevamente en el barrio de Canillejas, en la actualidad. Actualmente imparte clases de Formación Profesional en un instituto público de Madrid. http://www.pacogomezescribano.com/
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-Mala vida-
Buscarse la vida es agudizar el ingenio y, aunque así se proceda, no estás libre de que la vida se te venga encima y te aplaste, como si te hubiera pasado por encima un trailer cargado de piezas de acero. En el barrio había que tener cuidado. Cuidado con la pasma. Cuidado con los que mandaban. Cuidado hasta con los jodidos colegas envidiosos. A veces utilizabas las piernas para patear. Otras, para correr y evitar que te las partieran. Dicen que el cerebro está para pensar, pero a veces el cerebro se desconecta, sobre todo cuando tienes un monazo del quince y te metes un buco de jaco de sospechosa procedencia, porque hasta para eso tienes que tener cuidado, no sea que te den caballo adulterado y acabes tirado en una acera oliendo a carne podrida. El Viky no era más tonto ni más listo que cualquiera de los chavales del barrio. Estaba enganchado, como todos, pero se buscaba bien la vida. Se apoyó en la pared, frente al banco Central de la calle Etruria, y encendió un pitillo. Había que esperar a la pardilla. En este tipo de trabajos era más fácil desplumar a una mujer que a un hombre. Tras media hora de espera, su colega el Mono, que paseaba inquieto por la acera de enfrente, le hizo una seña que en el lenguaje de signos venía a significar: «¡estoy hasta los huevos! ¿Cuánto tiempo más vamos a estar aquí, joder? ¡Tengo que meterme!». El Viky le contestó utilizando el mismo canal de comunicación: «¡Te jodes, maricón! Si no quieres dar el palo, te jodes y te abres, pero a mí no me toques más los huevos». El otro entendió perfectamente y tras pensar unos segundos decidió quedarse. El Viky encendió otro cigarro justo cuando una mujer aparcaba un R-12 frente al banco en doble fila. Tiró del freno de mano, apagó el motor y salió del coche con el bolso en la mano. Echó la cerradura y se dirigió al banco. El
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mono sonrió al Viky desde la acera de enfrente, dejando ver una fila irregular de piños ennegrecidos por la mala vida. -Sí, gilipollas, sí, es la pardilla -masculló el Viki escupiendo la colilla del cigarro. El Mono se dirigió hacia el coche, extrajo del bolsillo de su pantalón de pitillo un estilete automático y lo hundió en el neumático trasero del lado del conductor. Tenía que ser ese y no otro, ya lo sabía de ocasiones anteriores. Después volvió a su puesto. Cuando la mujer salió del banco, aún iba guardando la cartilla gris, de la que sobresalían unos billetes nuevos, en su bolso. Abrió la puerta del coche, tiró el bolso hasta el asiento del copiloto, montó, cerró y arrancó. Encendió la radio antes de meter primera. El locutor se quejaba de la inseguridad ciudadana y de lo poco que hacía el Gobierno para acabar con las bandas de delincuentes que poblaban los barrios de la periferia. El R-12 empezó a andar y ella notó algo raro. Al coche le costaba avanzar. Aun así giró por la calle Troya, pensando que quizás debería llevarlo al taller para que le hicieran una revisión. -¡Esta tía es gilipollas! -gritó el Cabezón-. ¿Pero es que no se da cuenta de que lleva la rueda pinchá? -¡Calla, coño, que parece que vas anunciando el palo en voz alta! -gritó el Viky-. ¡Calla y corre, que se nos escapa la pardilla! Ambos doblaron la esquina y empezaron a caminar a paso ligero mirando hacia todas las direcciones. Sus cuerpos, escuálidos, eran como dos juncos que hubieran cobrado vida. El Viky cruzó la calzada en diagonal para cambiarse de acera. Los dos siguieron caminando deprisa, como dos lobos acechando a una presa. La mujer, finalmente, ante la negativa del coche a circular normalmente, paró y bajó con la esperanza de descubrir la causa del anómalo comportamiento del vehículo.
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Que el Viky caminara por la acera de la izquierda no era un hecho elegido al azar. De los dos, era el que tenía una fisonomía más presentable. El Mono daba miedo hasta a su madre. Sonrió a la mujer, procurando aparentar naturalidad. -Tiene una rueda pinchada, señora -le dijo a la dueña del coche con la mejor de sus sonrisas-. Es la de atrás -continuó la farsa señalando la rueda. -Es verdad -dijo la mujer, que ya veía al joven rubio cambiándole la rueda, porque ella en cuestión de gatos y de tuercas... Se agachó para comprobar el estropicio. En ese momento, el Mono abrió la puerta del copiloto, en el lado contrario al que se encontraba la mujer, y se hizo con el bolso. Echó a correr calle abajo perseguido por el Viky. La mujer no se dio cuenta inmediatamente de la argucia de los dos chavales para robarle el bolso, pero cayó en la cuenta de lo ingenua que había sido antes de que ellos doblaran la esquina de Troya con Ilíada y empezó a gritar. -¡Socorro, me han robao el bolso, me han robao el bolso! ¡Al ladrón, al ladrón! Mientras gritaba tirándose de los pelos, una mujer y un hombre, ambos de mediana edad, se acercaron para socorrerla. -¡Dónde está la policía cuando se la necesita! -Yo soy policía -dijo el hombre- y he visto lo que ha pasado. No se preocupe. El hombre, que en ese momento no estaba de servicio, echó a correr detrás de los dos yonquis, que parecían estar haciendo la prueba de cien metros en las olimpiadas, solo que en la calle Ilíada. -¡Alto, policía! -gritó. Y en ese momento echó de menos su pistola reglamentaria. El Mono se agarraba al bolso de la mujer como si fuera la última cosa que le enganchara a la vida. El Viky solo pensaba una cosa: «¡Corre, corre...!».
La fatalidad, desde la perspectiva de los dos yonquis, hizo que un coche zeta saliera de la calle Lucano y doblara por Ilíada frente a ellos. Lo rebasaron. Fue una bendición, sin embargo, para el madero fuera de 10
servicio, que ya iba con la lengua fuera como consecuencia de la persecución. Blandió su placa a los compañeros que, tras una breve explicación telegráfica comprendieron la situación. Entre que el hombre se montó en la parte de atrás del coche y que tuvieron que maniobrar para tomar el sentido contrario, los delincuentes cobraron cierta ventaja. Doblaron la esquina de Ilíada con Las Musas, y conscientes de esa ventaja decidieron actuar. Aunque pueda parecer ciencia ficción a los ojos de un profano, en menos de un minuto el Viky abrió un catorce-treinta con una tonta, tiró de los cables de debajo del volante y le hizo el puente. Cuando salieron a toda hostia, el coche patrulla estaba casi pegado a ellos. -¡Alto, policía! ¡Alto o disparamos! -escupía el altavoz del coche zeta. El Mono respondió sacando medio cuerpo por la ventana del copiloto y, empuñando un revólver precisamente sustraído a un madero en un palo, empezó a disparar. Una huida a tiro limpio. El coche de la policía zigzagueó, rozando sus laterales con las dos filas de coches, pero aun así, el policía que iba de copiloto respondió a tiros con su arma reglamentaria. El Viky pisó el acelerador a fondo y dio la curva de la iglesia en dos ruedas, cobrando una relativa ventaja. El policía avisó por radio de las incidencias. No hizo falta dar una descripción detallada de los delincuentes. El Viky y el Mono eran más conocidos en el barrio que el bigote de José María Íñigo. -¡Dale, caña, Viky, dale caña, que nos fríen! -¿Qué crees que estoy haciendo, capullo? -Mecagüen la hostia, tronco, qué puta mala suerte -dijo el Mono mientras sacaba la cartilla del banco del bolso de la pardilla-. ¡Joder, la pava ha sacado cien talegos, colega! ¡Cien talegos! -Sí, de puta madre, pero ahora tenemos otro problema. Los maderos habrán llamao por radio y a estas horas seguro que toda la pasma de San Blas sabe que vamos en un catorce-treinta rojo, que hemos atracao a la pava y que hemos salido de najas a tiros. ¡Su puta madre, qué puta mala suerte, joder! -¡Dale, caña, Viky, dale caña, que nos joden!
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En las proximidades de la calle Boltaña, otro coche patrulla giró desde una bocacalle situándose justo enfrente del catorce-treinta. El Mono disparó y la luna delantera del coche zeta saltó por los aires en mil pedazos. Después, aún tuvo tiempo de girar el brazo ciento ochenta grados y disparar las últimas balas sobre el coche que les perseguía. -¡Mecagüen la hostia, nos hemos quedao sin balas, tronco! ¡Su puta madre!
El Viky se abalanzó sobre el coche que venía de frente. Estuvieron tan cerca, que pudo ver la cara de acojone de los dos maderos antes de hacer un trompo y esquivarlos, introduciéndose por una pequeña calle que iba a dar a la Avenida de Aragón. -¡De puta madre, tío, de puta madre! -exclamó el Mono bañado en adrenalina. El Viky pisó el acelerador saltándose todos los semáforos hasta el desvío de la carretera de Barcelona. Cogió la autopista. A esas horas, las emisoras de la policía echaban humo. Y el comisario de la comisaría de San Blas, un hombre ya entrado en la sesentena y al que las bandas de delincuentes le estaban dando más disgustos que un hijo tonto, sudaba como si estuviera en pleno desierto. Se encontraba solo en su despscho, pero sus voces se escucharon hasta en el mercado, situado frente a la comisaría. -¡Me cago en mis muertos! ¡Hijos de la gran puta! ¡Hijos de perra! No se lo pensó dos veces. Marcó el número de un despacho de la comandancia de la Guardia Civil de San Fernando de Henares. Mantuvo una breve conversación con su interlocutor, un viejo amigo. -¡Me tienen hasta los huevos! -¿Estás, seguro de lo que me pides? -¡Sí, joder, sí! ¡A matar! Colgó el teléfono, se secó el sudor de la frente y echó un trago de la petaca de coñac que escondía en el cajón de su mesa. -¡Hijos de perra! -bramó-. ¡Hijos de perra! 12
En la carretera de Barcelona, a la persecución se sumaron otros dos coches de policía. Ya no había intercambio de disparos, estos iban en un solo sentido. La carrocería del catorce-treinta iba pareciéndose cada vez más a un queso Gruyer. -¡Deprisa, deprisa, Viky! -¡Cállate ya cojones, que me tienes hasta el nabo! Los dos yonquis iban sorprendentemente ilesos. Fue el Mono el primero que los vio. Apostados en el puente de San Fernando y empuñando metralletas, un grupo de guardias civiles distribuidos estratégicamente los estaba apuntando. -¡La hostia, tío, la hostia! -¿Y ahora qué coño te pasa? -¡Los picoletos, tío, en el puente! ¡Me cago en su puta madre! ¡Para, para, tío! -¡La madre que los par...! Las ráfagas sonaron como un estallido de esperanzas mudas. Los guardias acribillaron al catorce treinta que, tras zigzaguear por los dos carriles como una marioneta sin control, dio varias vueltas de campana y saltó por encima de los guardarraíles de la carretera. Después, el silencio. Tras quince minutos, las sirenas de las ambulancias, de más coches de la Policía y de la Guardia Civil.
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POESíA
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PACO MORAL
Reseña biobibliográfica: Colaborador de la revista Onzevaras en el año 1981, publico varios artículos bajo el seudónimo de Paco Loba. En 1989 publico el libro de poemas Suave viene la noche, en la Colección Abraxas del Ayuntamiento de Madrid. Se publican posteriormente fragmentos de mi obra en diversas revistas literarias, como Malvís (1991), La Poesía, señor hidalgo (2001), Poeta de Cabra (2010), Álora, la bien cercada (2013), así como en diversos medios digitales. En 2008 publico mi obra Libro de las cartas en Ediciones Vitruvio. En 2010 publico Cuando la noche calló sobre Lisboa en Editorial Celesta, y en 2012, Frutas y banderas, en Ediciones Vitruvio. En 2014 fundo, junto a Cecilia Quílez y Mara Troublant, la editorial Ediciones Tigres de Papel.
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Aquellos pantalones Era noviembre y lluvia, y la memoria terca detrás de las pupilas devastadas, heridas en mil lunas.
Y aquellos pantalones memorables (piel de melocotón, los anunciaban en el technicolor de las pantallas en tristes cines de sesión continua, siempre con dos películas).
Un billete de metro, tres pesetas; grasientos calamares, sólo quince. Aún no había hamburguesas.
No queda más que un sueño, lo demás es recuerdo del olor a zotal en las últimas filas y el tacto de las blusas y el sexo entre los dedos, el sabor de la sangre clavado en la garganta…
Y aquellos pantalones memorables. (De Frutas y banderas, Vitruvio, 2012)
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De lo cotidiano
De la cinta adhesiva que protege los cables por detrás del enchufe. De la pasta de dientes, del cepillo en el vaso y el vaso en la repisa.
Del euro del periódico, de leerlo un domingo cualquiera en un paseo. De llenar la libreta con listas de la compra, comprar papel higiénico.
De doblar una sábana, plancharme una camisa. Preparar una tabla de patés o de quesos.
Ver contigo una porno de Nacho o de Sifredi, comparar realidades, reírnos de los diálogos. Bajar al videoclub a por una del oeste donde todos los tiros se los peguen a otro.
Separar la basura, reciclar voluntades y que sirvan de abono para tanto amor nuestro.
Y mirar cómo duermes la siesta arrebujada mientras busco obstinado desde el último piso una red imposible que no esté protegida. (De Frutas y banderas, Vitruvio, 2012)
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Amar ante la tumba de los hijos robados ante el estómago eviscerado de cada muerto nuestro Amar como si folláramos como si ellos no como si todos como si cada uno como si siempre como si ya nunca Como si existiese un mañana Como si el mundo fuese un nosotros
(Inédito)
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Hubiera preferido un final con manteles desplegados Fellini por ejemplo y un río haciendo de frontera
Rafa Sole Me legabas la lluvia un sobre sin remite una impudicia
el sonido de un perro salvaje bebiendo en un arroyo un teléfono que se lamenta a horas imposibles (sin timbre
otra ironía),
unos zapatos con tu huella dentro un cheque en blanco y una pena azul y una melena roja y una boca en llamas y los lamentos de cuando quién sabe y una carta de amor y unas bragas violeta.
Me legabas tu vida con aquella sonrisa de muñeca de trapo que miraba mi llanto desde la ventanilla de ese tren de madera. Tu vida y muchas deudas.
De amor. Y de las otras.
(Inédito) 20
El fuego debido
Nos debemos el fuego porque es nuestro, el que crepita en noches imposibles. Nos debemos su luz, la que refulge cuando todo es sombra.
Nos debemos la llama de la hoguera o el tímido latido de las brasas, una mínima luz que retenemos de lejos, en los ojos.
Nos debemos la vida, y el fuego de vivirla desde el tibio chispazo del comienzo (ese vidrio tan frágil que parece quebrarse si lo miras) al milagro irredento del rescoldo que no se apaga nunca, aunque sepamos que nunca es un adverbio de tiempo, y es finito.
Nos debemos el fuego por tanto y tanto frío.
(Inédito)
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ANTONIO PRAENA
Antonio Praena (Granada, 1973) ha publicado Humo verde (Accésit Premio Víctor Jara, Amarú 2003), Poemas para mi hermana (Accésit Adonáis, Rialp 2007), Actos de amor (Premio Nacional José Hierro, Univ. Popular “José Hierro” 2011) y Yo he querido ser grúa muchas veces (Premio Tiflos, Visor 2013). Doctor en Teología, ejerce como profesor en la “Facultad de Teología de Valencia”.
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EL JOVEN FRAILE
Y pensar que nadie desabrochará mi camisa con manos de paloma, ni hará caracoles en el vello de mi pecho porque ya tengo un amor que es Todo y Nada...
Y saber que soy un guerrero que reza como un almendro.
De “Humo verde”. Accésit Premio Iberoamericano Víctor Jara Amarú. Salamanca 2003
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TOMA en tus manos este jersey tejido en nudos de memoria. Consérvalo, porque algún día recordarás las manos desgastadas que lo tejieron en las noches de tu infancia. Y no podrás volver. Y tendrás frío cuando descubras que vivir a veces es llorar. Abrígate con el amor que en el jersey está trenzado: lo que nos quita el tiempo ha sido el tiempo quien lo ha urdido en formas misteriosas y sencillas que hilvanan nuestras vidas a otras tramas. Es imposible amar fuera del tiempo, nada infinito hay que se alcance sin su hebra aunque la hechura de su amor nos muestre su belleza en sacrificio sólo al perder a quien más hondo nos ha amado. No pienses, como Eliot, que sólo el tiempo vence al tiempo, porque el tiempo es invencible. Más bien realiza hazañas cotidianas: piensa en mamá, aprende a tricotar tus horas en ofrenda: -punto de arroz, ochos perdidos, espigas que se cruzan con las agujas de la vida...Ponte el jersey y teje otro jersey para tus hijos.
De Poemas para mi hermana Accésit Premio Adonáis 2006 Rialp 2007
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8 DE JUNIO Nací el 8 de junio. Toda la luz se derramó en mi sangre, pero hace tiempo que no encuentro ni la luz ni mi sangre. Pensé que era mejor poner mi vida muy lejos de las cosas que he querido, muy lejos de las cosas de este mundo, muy lejos de tu amor, que ha sido el mundo. Me fui fuera de ti para poder volver un día curado de la bestia que me ocupa. Pero la bestia se ha hecho grande, tan grande como puede hacerse un hombre, y vamos los dos juntos de la mano camino de la muerte: ¡si me vieras!, los ojos que quisiste son agujas clavadas hacia dentro. Soy uno de esos hombres que desguaza las flores con sus botas de jinete. Consumo polen ácido, comulgo reno crudo, escupo arcilla. Me digo con palabras que les lamen los ojos cancerosas a los ciegos. Confieso que he bebido cera hirviente tratando de sellar todas mis puertas. A veces, si mi bestia se ha dormido, planeo una manera de escaparme: me visto un traje nuevo, me anudo una corbata, mas, vueltos al espejo mis dos ojos, descubro que me mira un hombre muerto. Y entonces, inhumano, desterrado, retorno al colchón sucio de mi siglo y cumplo un año más lejos de todo.
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No he vuelto a escuchar luz. No he vuelto a besar pulso. Me alumbran y devoran la garganta estrellas tan brillantes que son negras.
Mas dejo testimonio de que todas las noches de mi vida he pronunciado tu nombre con gemidos animales. Tan fuerte te he llamado que no existe frontera entre el aullido y mi persona. Quizá sólo fui alguien un instante del 8 de aquel junio de aquel año, lo mismo que son hombres los que lloran y dejan de existir los que no aman.
De Actos de amor Premio Nacional “José Hierro” 2011 Universidad Popular “José Hierro”
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GRÚAS
Me conmueven las grúas en invierno. Parecen estar vivas y cumplir su vértigo llenándose de grajos que bordan en su acero un pentagrama.
La esencia de las grúas son las aves de paso. Las cruces de este siglo, donde todo se mueve, son las grúas: inmóviles, calladas, imposibles.
Yo he querido ser grúa muchas veces, recibir la nevada antes que el mundo, los pájaros, los rayos matutinos, y ser desmantelado cuando acabe la obra en la que elevo humilde carga.
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Las grúas son amigas de los pájaros. Que vengan y se posen en mis hombros mientras huyen del frío es mi deseo. Que canten para mí, ser para ellos el árbol más sencillo, pues apenas un eje vertical y un brazo abierto conforman mi estructura permanente.
(Vendrá la muerte a dar vida a este sueño haciéndome también ave de paso).
Y, mientras, ser tan sólo un trasto útil entre el cielo y la tierra. Algo invisible a los ojos de todos pero nunca al ojo diferente de los grajos.
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Puri Sánchez
Madrid, 1970 Diplomada en Magisterio y Licenciada en Psicología. Profesionalmente, trabaja como profesora un breve periodo de tiempo y después desempeña durante años funciones administrativas para la Administración pública y otras empresas de carácter privado hasta enero de 2012, año en que comienza a dedicar su tiempo y recursos en otro tipo de actividades comerciales por cuenta propia. Su andadura en el mundo editorial comienza este mismo año, codirigiendo PiEdiciones, editorial independiente de ámbito nacional. Como escritora en prosa, publica su primera novela, Nebur, en el año 2013, de la cual pronto se publicará una segunda edición. En estos momentos, escribe la segunda parte de la misma.
Recién llegada al mundo de la poesía, colabora habitualmente en eventos y recitales poéticos. Ya está preparando su primer poemario, que verá la luz a principios de otoño. Muy activa y amante de las letras, está inmersa en el proyecto “Poesía al alcance de todos”, el cual dirige, y cuyo objetivo principal es hacer llegar la poesía a todos los rincones de forma gratuita (sobre todo, a niños y jóvenes) con el fin último de inculcar en ellos mayor afición por la cultura poética.
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SERVIDUMBRES -
A Salvador Negro –
No existe oda sin angustia o aflicción. Si no hay tensión no existe el verso. La poesía es la flor que nace en el abismo.
Quiero que sepas que a mí ya... Ya no me importa vivir en este infierno. Yo ya soy preso de este averno de palabras, de esta musa que me dicta y me roba la razón. Yo ya... Yo ya no quiero discutir la sinrazón de esos que dicen dibujar literatura. No es mi costumbre discutir. No quiero trenes con herrumbre y que me lleven al ocaso sin ser visto; no quiero un yate en medio de la mar.
Dame tormento. Y escribiré, sobre las olas, un poemario de ilusiones.
¡No quiero arder en esta lumbre! 30
No es de madera mi callada voluntad, no daré cálamo a su pira. Yo soy papel ¡me quemaré en esta hoguera sin remedio! Es mi entender un pliego desdoblado de emociones. ¡No quiero arder en esta lumbre! No me gobierna el vil metal sino la pluma. Mi corazón no es oropel. No quiero oir palabras huecas en su nombre.
Difama y algo quedará.
Es, esta cumbre, nido de víboras y hienas. Páramo yermo en soledad, bosque sombrío de vanidades escondidas.
Todos poseen sus servidumbres. No existe traje de librea a mi medida. No pagaré tributo por mesnada. Yo sólo sirvo a la Poesía.
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LOS SONIDOS DEL ADIÓS
Sobre olivares, tamujo y jara reposan mis raíces óseas, otrora flor germinada de cariño. Se aloja vuestro sepulcro en un templo de plomo, carbón y plata; iglesia para mi alma, donde tocan, misas de réquiem, órganos de cuarcita con tubos de pizarra.
Fueron semilla de escarcha vuestras voces calladas, obligado silencio que devoró, hace ya tiempo, la esperanza de acortar la medida de este océano de distancia.
Se quedaron prendidos, en mi pechera, los sonidos del adiós; las estrellas que habitaban en vuestras pupilas
se extinguieron;
los besos y abrazos dejaron, en mí, una huella imborrable de amor; un mar de felices instantes se agotó. Mi infancia y juventud se escribió con vuestro nombre. Fue tiempo de inocencia, 32
ingenuidad malgastada en esperanzas
de futuro a vuestro lado.
Fue vuestro adiós un final, un acabose, un "no hay más", un porqué y un canto a… la soledad. Un estar sola por dentro, sin opción. Sin marcha atrás.
Padre, madre, yo... aquí sigo, velando vuestro recuerdo.
De vez en cuando, incluso, visito el cementerio.
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AQUARELLEN RECOMIENDA:
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AMBROSIO GALLEGO
Nace en Peñalsordo (Badajoz), en 1963. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universitat de Barcelona desde 1990. En 1982 su relato Jaula de luna fue galardonado en el I Certamen de Narración y Poesía “Sant Jordi”, convocado por la Generalitat de Catalunya. Publicó su primer libro de poemas Casa con humo (edición no venal, junio de 1986), con prólogo del poeta Eduard Sanahuja, en Hospitalet de Llobregat, localidad en la que reside actualmente, dedicado a la docencia. Pero habrá que esperar hasta 1997 para que vea la luz su segundo poemario Que no haya olvido (Barcelona, Libros PM). Sus poemas o colaboraciones críticas han aparecido en distintas revistas, entre ellas las americanas Arizona Journal, de la universidad de Tucson o la revista de literatura y cultura Letr@s Hispanas, en Nueva York. Su tercer libro de poesía Llueve en paz (Madrid, Beturia Ediciones, en su colección Dávila, de autores extremeños) aparece en 2005, con prólogo del poeta Federico Gallego Ripoll. El imperio de las luces, Premio Provincia de Guadalajara de 2004 (editado por la Diputación Provincial de esta ciudad en 2005), es su cuarto libro publicado. Desde entonces, Ambrosio Gallego ha sido incluido en las antologías 10 de Barcelona (Abadia Editors, Barcelona, 2008), prologada por Carles Duarte, y El laberinto de Ariadna.10 años de poesía (Editorial Emboscall, Vic, 2008).Hemos de añadir el VII premio Cesar Simón en 2010 con su libro Con breves ojos, así como el I Certamen de Poesía Ángel González 2011 con Otros fríos. Este poemario fue publicado por la editorial Olcades, en Cuenca, y fue prologado por Miguel Ángel Curiel.
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REFLEXIONES DEL AUTOR ACERCA DE LA PRESENTACIÓN DE “LA MIRADA SIN NOSOTROS” Editorial Tigres de Papel, Madrid, 2015 Si tuviera que definir con una sola palabra cómo fue la presentación de LA MIRADA SIN NOSOTROS, diría que “cercana” y nada académica. Miguel Ángel Curiel, ya un sólido poeta, es un buen amigo mío, amigo de muchos años. Él se encargó no sólo de prologar, sino también de presentar el libro. Comenzó hablando de esa amistad cómplice que ha hecho que durante años hayamos intercambiado nuestras opiniones sobre títulos, versos, corrigiéndonos mutuamente muchos textos. También habló del largo conocimiento que él ya tenía sobre la gestación de mi poemario, cuyo origen de inspiración era la tierra de ambos, Extremadura, él, de Jaraíz, y yo de Peñalsordo, ya en La Serena. Habló largo y tendido de cómo se entronca esa tierra de los primeros ojos con la poesía del libro, una poesía según él que se construía con un lenguaje vivo y, por ello, perdurable. Tras intervenir Curiel, quise hacer unas puntualizaciones, como que el poemario era una trilogía, y que en las dos primeras partes los haikus o poemillas se unían en grupo de dos, tres haikus, complementándose entre sí, pero intentando que cada uno guardase su autonomía. La última parte, “Naturaleza en vilo”, volvía al haiku solitario. Es así como el libro ganaría en levedad. No hay temática, cada poemilla es como un fotograma de un momento presente, echado al mundo, poesía sola, exenta de anécdota humana. Paco Moral, de la editorial Tigres de Papel, hizo una interesante matización a una afirmación mía. Viene a decir que yo veía unos haikus muy hispanos. Paco comentó que lo importante, el espíritu que emanaba del libro –da igual las palabras elegidas- sí estaba plenamente conectado con la esencia tradicional del mejor haiku de siempre. Luego vino la firma de libros. También quiero agradecer que todos los asistentes al acto comprasen un ejemplar. Y lo agradezco porque editoriales como Tigres de Papel, que luchan por sacar adelante la obra de autores que no pertenecen al círculo de poetas de los grandes sellos, necesitan ver recompensada su valentía, y qué menos que con la compra de un libro, compra que servirá para que otros poetas que valen la pena también salgan a la luz. Ambrosio Gallego 36
LA MIRADA SIN NOSOTROS
El agua rompe sobre una poza umbría Desaparece. Pero, ¿y el ruido en goloso bocado? ¿Es que no invita?
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Cigüeñas blancas, tan altas como el cielo de Malpartida. ¿Se creerán hojas que caen sin acabar nunca de hacerlo? Tan transparentes contra un azul cerámica, en Malpartida
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NUEVOS AUTORES
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Patricia Angélica Ardiles Cortés
Seudónimo: Escarcha del Amanecer Nunca hubiera imaginado que el silencio tiene ruidos: lejanos, distantes a veces latentes, lastimantes otros. Penetran por los oídos Por la mente y por el cuerpo. ¡Me gustaría saber Que mensaje trae, el silencio! Solo se escucha en las noches, en la claridad no se siente, lo acalla el ruido del día el bullicio y la gente. De pronto, me asomo a mirar como si lo pudiera ver. Afuera, hay noche oscura. El silencio, lo siento yo. Su melodía es tremenda suena a río, roca o agua que recorre cuesta abajo arrasando con todo y se disipa al amanecer.
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Quietud
Mucha quietud en el alma Albergo con alegría. Mansitud en el espíritu se combina día a día.
Penas y alegrías, la vida me las ha dado, pero también ha tocado el amor a mi corazón.
No quiero llorar dolores, ni corregir errores, solo quiero partir contenta Hacia la eternidad.
Y cuando cierran mis ojos, tal vez una mano amiga, encuentre en mi semblante gratitud y mucha paz.
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Solitarios
Dos aves solitarias, en otoño volaban las dos tenían nidos añejos, sin calor. Un día se encontraron en unas de sus paradas… Inquietos, se miraron con ansias de soñar.
Ella resistía a vientos y tempestades Sus alas están rotas, sin fuerzas, sin vigor.
Él, intrépido la anima a seguirlo y emprenden el vuelo juntos, sin promesas ni juramentos, solo querían volar…
Se arrullan a escondidas Bajo la luz de la luna Las estrellas los contemplan y la noche los ampara.
¡Qué importa si no estacionan! ¡Qué importa si no hacen nido Si el viento los lleva fuerte A una parada, sin olvido…
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Música
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Künstler – Leben Walzer , Vida de Artista. vals
Vida de artista es un vals del compositor austriaco Johann Strauss hijo (1825-1899) opus 316. Al igual que su mundialmente conocido “En el hermoso Danubio azul”, vida de artista es una de sus obras más queridas y populares, estrenado en 1867 para la temporada de carnaval. este es un vals lleno de alegría y elegancia, como suelen ser las composiciones de la familia especial, particularmente del hijo, apodado como “El Rey del vals”. El estreno de esta pieza debía ser una inyección de alegría y positivismo al pueblo austriaco que hacía muy poco, había perdido la batalla de Königgrätz frente al poderoso ejército prusiano. la alegría y la ensoñación del vals fueron los pilares para dar vida a una obra bella, sutil, delicada y energizante. El estreno se produjo el 18 de febrero de 1867 en el salón Dianabad- Saal, bajo la batuta del mismo compositor. El vals “Vida de Artista” es una muestra del vals vienés, un estilo de danza elegante que celebra muy bien el “Sonido Vienes” un sonido suave pero firme, sonidos que actualmente los miembros de la prestigiosa “Orquesta filarmónica de Viena”, para muchos, la mejor del mundo. El vals, no es sólo movimientos de cuerdas y violín, es sentimiento, es amor patrio, es alegría, es ser austriaco, un sentimiento que Johann Strauss supo plasmar a la perfección en su vals de sonidos finos y brillantes con una coda embriagadora y sutil. Es puro clasicismo, a la altura de Mozart o Bruckner, pero no es música ligera, ni meramente jovial. Tampoco es una tragedia, pero sus audición en interpretación debe ser con seriedad y, al mismo tiempo con una visión optimista y positiva. De todos los miembros del clan Strauss, Johann es el más filosófico de todos y el más cosmopolita, el más viajado, virtudes que se pueden observar y oír en cada uno de sus vlases, pero particularmente en “Vida de Artista” una especie de autorretrato a ritmo de ¾
en el que se mezclan los sonidos
majestuosos y brillantes para dar vida a una de las obras maestras del compositor vienés.
María José Mattus
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