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Las dificultades de la familia Meléndez en su camino rumbo a los llanos de la candelaria
from En el valle de las
Las dificultades de la familia Meléndez en su camino rumbo a los
llanos de la candelaria.
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itiado y casi vencido, el Coronel, decidió una noche oscura y bajo una lluvia pertinaz, salir huyendo de su pueblo natal y querido con su familia sin llevar nada, solo una mula cargada de monedas de plata, con la intención S de cruzar la frontera rumbo al país vecino. En aquel momento todos los familiares del coronel maldecían el momento en que él había desenfundado su arma para matar el hijo de don Felipe, pero ya era tarde para ponerse a llorar, lo importante era apresurar el paso y evitar una emboscada del enemigo que seguramente iría tras ellos. Para la familia era el peor momento que vivían desde la hambruna de 1914 cuando muchos de los de la aldea habían salido huyendo de la miseria y el hambre, que casi arraso la comunidad por falta de comida suficiente para sobrevivir. No pudieron sacar, ni llevar nada de sus pertinencias, fue necesario dejarlo todo y aprestarse a salir lo más rápido posible sin que pudieran ser sorprendidos, por la banda de matones que les perseguía desde que los hechos ocurrieron para desgracia de todos. Pero atrás quedaron aquellos días de tranquilidad y opulencia que la familia Meléndez tenía antes de ocurrir la desgracia que hoy les obligaba a salir sin rumbo y sin dirección, con la esperanza de que el coronel los llevara a otro lugar donde estarían seguros y sin que los enemigos les asediarán. Momentos difíciles que tuvieron que pasar para salir de la aldea y cruzar el río que sirve de línea divisoria entre ambos países, gracias a dios decían los más
viejos de la familia que vivimos en la frontera de lo contrario no estaríamos contando la historia.
Mientras los hombres se habrían paso por medio del río las mujeres y los niños eran llevados casi en hombros para evitar que la corriente les arrastrara aguas abajo y en vez de salvar su vida la perdieran. Pero a pesar de todo la tragedia siempre une a la familia y entre todos estaban dispuestos a salir al otro lado.
Ya puestos al otro lado del río y en tierras extranjeras se pusieron en camino, cruzaron el primero de los poblados que está relativamente cerca de la frontera y se dirigieron rumbo al sur por la calle real que conectaba en aquel tiempo con otros poblados al interior del país vecino.
La noche era oscura, no se veía ni la palma de la mano, por lo que a tientas y ciegas se conducían unos a otros, hasta que llegaron a casa de uno de los viejos amigos de refriega del coronel con quien habían librado una lucha intestina para derrocar a uno de los gobernantes de su país de origen.
Con hambre y sin luz, para conducirse, le pidió posada comida y abrigo para la familia, el que gustosamente les tenido la mano y les ofreció su casa para que descansaran y comieran en tanto continuaban su camino. El coronel les dijo estamos a salvo, y con el alba avanzaremos a otro sitio más alejado y seguro.
Soltaron la carga, desensillaron las tres mulas que Traían, comieron y se recostaron un rato, mientras unos montaban guardia otros descansaban, así se turnaron unas cuantas horas hasta que los primeros rayos del alba se vieron en el horizonte. El coronel ordeno que se levantaran ensillaran las bestias y se pusieran en marcha.
Agradeció la hospitalidad de su viejo amigo, subió a su mula y emprendieron de nuevo su viaje, después de haber recorrido un buen trayecto. La luz del día
les sorprendió llegando a los llanos de Catana y como no querían encontrarse con los comerciantes que se dirigían a Santa Rosa, la caravana decidió tomar un atajo y descansar en los montes del Juncal y al llegar la noche reiniciar la travesía.
Tres días les tomo llegar a los llanos de la hacienda la Candelaria lugar donde el coronel tenía previsto radicarse e iniciar una nueva vida y darle a su familia la seguridad y tranquilidad que por su culpa habían perdido en el valle de Las tunas. En el entendido de que les esperaba un duro comienzo.
Pero el coronel traía capital una carga de monedas que equivalía a cien pesos de plata, con lo que él pensaba comprar tierras y asegurar que su familia tuviera de que vivir, pero como era de esperarse, él tenía muchas ambiciones y buen ojo pronto se juntó con la señora Gonzáles quien tenía algunas posiciones.
Una señora, que según se decía, además de vivir sola con sus hijos, tenía mucho dinero también era médica, poseía conocimientos naturales de medicina y magia con los que podía hacer operaciones, sin hacer ningún tipo de incisión en los cuerpos de las personas.
De pronto la familia se instaló en el llano al redor del coronel hombre a quien todavía respetaban pero que muchos de sus hermanos maldecían porque gracias a su bravuconería, tenían que pasar vicisitudes en un país extranjero, aunque como estos eran poblados fronterizos las costumbres y tradiciones, así como la familia estaban relacionados unos con otros.
Pero esa no era la gracia, sin tierra y sin tener de que vivir, las cosas no eran fáciles para la familia emigrada, el coronel en otra condición hasta cierto punto se distancio de su familia y se dedicó a cuidar el capital de señora Gonzales, con quien procreó varios hijos bastardos, a quienes los hijos mayores, no veían con buenos ojos, pero como sabían que su padrastro no era un hombre de fiar, mejor optaron por irse de la casa, con rumbo al norte.