NOTICIAS MAGISTERIALES 29

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NOTICIAS MAGISTERIALES 29

2017-No. 2 - Paro -

docente

PLIEGOS ACUERDOS HISTORIAS DOCENTES 2020

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Mario Suarez

UN


N

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OTICIA

M

S

AGISTERIALE

CARICATURA

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MEDIOS INFORMATIVOS


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Tabla de contenido Colombia: ¿la mejor educada de América Latina? ....................................................................... 5 Las pruebas SABER están sobrevaloradas ............................................................................... 7 Empecemos desde cero .................................................................................................... 9 Literatura para salvarnos de la guerra ................................................................................. 10 El bibliotecario que busca narraciones “farctásticas” ................................................................. 13 APORTES AL PLIEGO NACIONAL DE PETICIONES ............................................................ 15 “Prepararemos el Paro, por nuestra labor docente, nuestra jornada laboral y nuestro salario”: ADE ........ 19 Conclusiones de la Junta Nacional de Fecode, 19 de abril ................................................ 20 PLIEGO FECODE ........................................................................................................ 21 ACUERDOS ............................................................................................................... 26


ASOINCA Y LA HUELGA FECODE .................................................................................. 31 PLIEGO PETICIONES ADE ........................................................................................... 35 Astrid López, la profesora que construye paz desde el conocimiento del cuerpo ................................... 43 Estos son los ganadores del Premio Colombia 2020 ................................................................... 45 Las escuelas de los palenqueros .......................................................................................... 46 La resistencia de la escuela del Alto Telembí ........................................................................... 50 Buenavista, sin armas y con libros ....................................................................................... 54 Cuentos de Canto .......................................................................................................... 60

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CRONOGRAMA SEGUNDO PERIODO

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SEGUNDO PERIODO ACADÉMICO 03-04-17 al 16-06-17 (10) Diseño de hoja de vida y técnica de entrevista Estudiantes Grado 11 Mar 4 Abril

Reunión de Ciclos entrega de copia de actividades de nivelación 1er periodo

Lun 10 al 14 Abril

3 semana de desarrollo institucional

Mar 18 de Abril

Talleres seguimiento académico padres e hijos ciclos 2 y 5

Mar 18 de Abril

Dirección de grupo Respeto y Tolerancia ciclo inicial y primero

Mier 19 de Abril

Talleres seguimiento académico padres e hijos ciclos inicial y 1

Mier 19 de Abril

Dirección de grupo Respeto y Tolerancia ciclo 2 DIA E

Jue 20 de Abril

Talleres seguimiento académico padres e hijos ciclos 3

Vie 21 de Abril

Talleres seguimiento académico padres e hijos ciclo 4

Lun 24 Abril

Día del Idioma y de la tierra

Vie 28 de abril

Día del Niño primaria

Vie 5 May

Día del trabajo

Vie 5 May

Entrega Boletines ciclo Inicial

10 de May

Taller de padres ciclos 1 al 5

Mier 24 May

Reunión de Ciclos

Mar 30 mayo a Vie 2 de Junio

Evaluaciones Bimestrales Tipo SABER 2º Periodo, en horario de clase normal

Mar 30 de Mayo

Taller de seguimiento convivencia padres e hijos ciclos 2 y 5

Mie 31 de Mayo

Taller de seguimiento convivencia padres e hijos ciclos Inicial y 1

Jue 1 de Junio

Taller de seguimiento convivencia padres e hijos ciclo 3

Vie 2 de Junio

Taller de seguimiento convivencia padres e hijos ciclo 4

Mar 30 de mayo al 2 de junio

Taller Me quiero, me cuido a cargo de ciencias naturales

Mar 5 al 8 de junio

Digitación de notas Cierre plataforma Semana Ambiental

9 y 12 de junio

Impresión de consolidados

Mar 13 de Junio

Comisiones ciclo V e Inicial Corrección de Notas

Mier 14 de Junio

Comisiones ciclo IV y ciclo I

Jue 15 de junio

Comisiones ciclo II y ciclo III


Vie 16 de Junio

Celebración día del Colegio

Vie 16 de Junio

FINALIZA SEGUNDO PERIODO

Lun 19 Jun a Vie 30 Jun

Vacaciones Docentes Vacaciones Estudiantes

Colombia: ¿la mejor educada de América Latina? ILLIMANI PATIÑO…fuente: LA OREJA ROJA

Lejos de lo prometido en campaña por Juan Manuel Santos, la educación superior y la investigación no han recibido el impulso financiero necesario para convertir a Colombia en “la mejor educada de América Latina”. Al contrario, todo indica que nos alejamos cada vez más de la vanguardia científica del mundo, y no contentos con eso, el ejecutivo parece desatender los llamados de la comunidad académica del país, ahondando en las mismas políticas que han sumido a la educación colombiana en una profunda crisis.

El presupuesto general de la nación para 2017 castigó a la educación con una reducción de 311 mil millones de pesos en el presupuesto de inversión [1]. Esto quiere decir que no habrá un impulso para solventar el déficit en infraestructura de las universidades públicas del país, que se manifiesta en situaciones como el riesgo de desplome en diversas facultades de la Universidad Nacional [2], o el preocupante panorama docente del país, en donde solo 35 de cada 100 profesores son de planta [3]. Es conocido el impulso que le ha dado Santos al acceso a la educación superior por medio de la financiación a la demanda, es decir, por medio de créditos administrados por el ICETEX. Los resultados negativos de este sistema no van sólo en el endeudamiento de las familias que llegan a pagar hasta dos veces el crédito solicitado [4], sino que ahora está en duda la financiación del déficit presupuestal de más de 800 mil millones de pesos [5] de 27 universidades públicas del país asignados del 0.2% del IVA en la reforma tributaria, pues se le concedió al ICETEX la potestad de disponer de estos recursos, supuestamente para financiar el programa Ser Pilo Paga. la reforma tributaria también le quitó 92 mil millones de pesos a las universidades con la eliminación del CREE [6]. Para la investigación el panorama no es más alentador; el país apenas invierte un 0.23% de su PIB en ciencia, tecnología e investigación, Colciencias atraviesa una profunda crisis político-administrativa: 100 días sin director -entre noviembre de 2016 y febrero de 2017- y una paulatina reducción en su presupuesto, pasando de 427 mil millones en 2013 a 276 mil millones en 2016[7]. Para “colmo de males” el gobierno nacional ha decidido transferir, por medio del polémico fast track más de 1.3 billones de pesos [8] acumulados en el Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación, para invertirlos en la construcción de vías terciarias. Los pilos también sufren la reiterada improvisación del ministerio de educación y el ICETEX. Después de una larga espera, se anunciaron los ganadores del programa Ser Pilo Paga 3 apenas el 16 de enero, cuando muchas universidades ya habían iniciado sus labores académicas, obligando a los participantes a

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asumir los costos de desplazamiento y estadía a las principales ciudades sin la certeza de finalmente acceder al crédito condonable o no. Esto no fue lo más grave, pues el desembolso del subsidio de sostenimiento para más de 25 mil pilos se pospuso hasta finales marzo, fruto de la irresponsable gestión burocrática de los entes encargados, obligando a los estudiantes a cancelar semestres o incluso poner en riesgo su salud por mala alimentación, tal como lo expresaron los jóvenes en diferentes medios [9]. Otro “caballito de batalla” fue el intento de imponer el Sistema Nacional de Educación Terciaria (SNET), de nuevo, por vía fast track con la excusa de estar relacionado con la implementación de los acuerdos de paz. El SNET pretende equiparar la educación técnica con la educación profesional, con el objetivo de flexibilizar la movilidad entre los niveles de formación, desconociendo el distinto papel que cumplen la educación técnica y profesional en el desarrollo económico y social del país y sin comprometer un solo peso más a la financiación de las instituciones. Todo esto sin consultar a la comunidad académica, quienes finalmente lograrían presionar al gobierno a dar un paso atrás. Sin embargo, esta reforma con miras a la tecnificación no es un asunto coyuntural, más bien ha sido la constante del gobierno Santos quien lo intentó imponer desde el proyecto de modificación a la ley 30 en 2011 y el acuerdo por lo superior 2034 en 2014.

La educación y la ciencia tienen un papel fundamental en el desarrollo de las naciones, no sólo se configuran como medio de transformación social, sino que su fortalecimiento determina el desempeño económico, político y cultural de cada país. En este sentido, debemos cuestionar tanto la dirección que está llevando el país en estos ámbitos, así como quién está llevando esa dirección. Es preocupante que el gobierno haga oídos sordos ante las diversas posturas de académicos como Rodolfo Llinás, quien ha manifestado a la saciedad cómo nos quedamos atrás comparativamente con otros países, o Moisés Wasserman, ex rector de la Universidad Nacional, quien ha denunciado el reiterado deterioro de la calidad de las universidades. Finalmente, pareciera que la política educativa no estuviera siendo diseñada de acuerdo al interés nacional, sino a las “recomendaciones” de organismos internacionales como la OCDE y el Banco Mundial. Por mencionar algunos casos, el intento retirar a Trabajo Social de las ciencias sociales, limitando su ejercicio epistemológico y profesional al bienestar en las ciencias de la salud, o la modificación de criterios para la asignación de recursos priorizando al ICETEX sobre las universidades expresadas en el acuerdo 2034 [10]. Las repercusiones inmediatas son claras: menor calidad a más altos costos y, por lo tanto, menos incluyente. Pero a largo plazo, abandonar el capital científico y tecnológico significará abandonar la apuesta por un país a la vanguardia del desarrollo económico y social en la región. [1] http://bit.ly/2pPxGS6 Diapositiva número 20 [2] http://www.rcnradio.com/nacional/crisis-infraestructura-la-universidad-nacional/ [3] Para más información remitirse a: Sistema Universitario Estatal Colombiano (2015): características del SUE y de la Educación Superior en Colombia. Recuperado de: http://repositorio.utp.edu.co/dspace/handle/11059/6327

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[4]http://www.elespectador.com/noticias/educacion/planton-contra-deudas-impagables-del-icetexarticulo-644535 [5]http://caracol.com.co/emisora/2016/12/20/medellin/1482235436_432400.html [6] http://lasillavacia.com/silla-llena/red-de-la-educacion/historia/la-reforma-tributaria-agudiza-lacrisis-de-la-educacion [7] http://www.eltiempo.com/vida/ciencia/cientificos-piden-que-recursos-de-ciencia-no-seinviertan-en-vias-61014 [8] http://www.dinero.com/edicion-impresa/pais/articulo/distribucion-de-las-regalias-en-colombiapara-2017/243452 [9] http://www.rcnradio.com/locales/estudiantes-pilos-antioquia-denuncian-no-les-girado-dinero/ [10] Para más información remitirse a: OCDE (2013), “Internacionalización del Sistema de Educación Superior en Colombia”, en OCDE / Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento / Banco Mundial, Evaluaciones de Políticas Nacionales de Educación: La Educación Superior en Colombia, OECD Publishing.

Las pruebas SABER están sobrevaloradas Mauricio Mora Rodríguez

Son muchos los estudios que se han publicado acerca del desacierto de esta política, reforzada entre otras cosas con programas como “ser pilo paga” que reduce las competencias adquiridas en la vida escolar a un examen de un día, y son múltiples los inconvenientes de esta metodología de cara a lo que podríamos llamar calidad educativa: contradice a la Ley 115 que habla de unas asignaturas fundamentales que no se evalúan en la prueba, lo que ha hecho que sean consideradas ‘de relleno’ en las instituciones educativas, limitan el desempeño del estudiante a la prueba estandarizada desestimando otras habilidades, competencias y aptitudes que posea y ha hecho que la evaluación formativa en el aula pase a un segundo plano, sé de colegios en los que quedó prohibido hacer un examen con preguntas abiertas. Ya habíamos hablado en este espacio acerca de cómo la educación genera desigualdad y las pruebas estandarizadas la profundizan estableciendo brechas entre el sector público y privado, también es

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alarmante que la preocupación de las instituciones por mejorar los resultados en las pruebas las aleje de actividades y convenios que pudieran fortalecer la función social que todo colegio debería adquirir con su comunidad. Al margen de esto hay que añadir también la manera en la que muchos institutos de preparación para la prueba han aparecido vendiendo ilusiones con pocos resultados porque las capacidades para sacar un buen puntaje en la prueba no se consiguen con un entrenamiento los sábados. Algunas cosas han mejorado en cuanto al análisis de estos datos: la institución educativa, el docente y el estudiante conocen cuáles son sus fortalezas y sus debilidades en torno a la prueba y para la evaluación del día E se tienen en cuenta otros factores como el ambiente escolar, como consecuencias se puede resaltar que la prueba ha fortalecido, de la mano con programas como “leer es mi cuento”, la importancia de la lectura literaria dentro de las instituciones, pero considero que son muchas más las desventajas de que las pruebas estandarizadas dominen la discusión sobre la calidad educativa en Colombia. Imagen cortesía de: LA RAZON.CO

No se trata de acabar con las pruebas SABER, sino de limitar su poder en el espectro educativo, tratarlas como un insumo más cuando se analizan las políticas educativas y se debaten los incentivos: los resultados de las SABER junto con la infraestructura, el ambiente escolar, los maestros, los proyectos que se realizan, su interacción con la comunidad, entre otros. Igual se debería hacer con las pruebas de ingreso para los docentes en las que la prueba estandarizada, con acusaciones de fraude en las últimas dos oportunidades, es la única eliminatoria sin analizar reconocimientos, años de experiencia u otras calidades, conozco más de un buen profesor incluso con reconocimientos como los del premio Compartir, que nunca han superado este examen y es una lástima.

De manera que el examen SABER y los de ingreso docente están sobrevalorados y deben reformularse con el objetivo de conseguir una educación de calidad y más equitativa. Le encimo: Me declaro escéptico de los diálogos que pueda establecer el gobierno con FECODE acerca de su pliego de peticiones: largas deliberaciones burocráticas sazonadas con ‘paritos’ de un día

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Empecemos desde cero

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Jorge Andrés Osorio

En tiempos de pos-acuerdo y de una transición política, cultural y social, resulta pertinente replantear los contenidos del modelo educativo en Colombia para darle un giro a las generaciones de paz. Si bien el Presidente Juan Manuel Santos, de la mano de la ex–ministra Gina Parody, firmaron el decreto de la Ley 1732 que pedía la inclusión de una Cátedra de la paz en los colegios, valdría la pena entonces revisar si adjunto a esa Cátedra de la paz, que también debería incluir un espacio para la memoria histórica, también se debería implementar del todo un espacio para el civismo y la ética.

Aunque en algunos colegios se dicta ética, considero que el espacio no se ha sabido desarrollar. Por un lado, algunos solo buscan definir cada valor y se quedan en la teoría sin explicar la importancia de adquirir valores indispensables para la sana convivencia con los demás. Por otra parte, algunos colegios cometen el error de mezclar la ética con la religión, como si el comportamiento y los buenos valores solo fueran aquellos que promueve el catolicismo. Allí habría que revisar nuevamente cómo estamos educando civilmente a los más pequeños, y repensar si debemos fomentar valores dependiendo del decálogo del buen comportamiento del católico o si debemos crear unas buenas bases que simplemente correspondan al respeto de las leyes, las diferencias y las dinámicas que va imponiendo la sociedad. Aunque hay familias e incluso maestros de escuela que afirman que “los valores se enseñan en casa”, me parece indispensable que los niños reciban una educación que los haga conscientes de la importancia de cumplir con las normas no por obligación o miedo sino por naturaleza. Así, en el momento en que interiorizan ciertos valores cívicos y éticos que servirán para la sociedad, sentirán un sentido de pertenencia por el espacio que comparten y la ciudad en la cual habitan con seres que piensan y actúan diferente. Basta con salir a la vuelta de la esquina para darse cuenta que vivimos en una sociedad violenta y facilista, que precisamente se olvidó de conductas cívicas y educadas como saludar, dar el paso o respetar las normas de tránsito. Entonces, cuando observamos que muchos de los accidentes o de las riñas que se presentan en la ciudad se da porque alguno no respeto un “pare” o porque alguien no supo respetar una fila o incómoda el vecindario, entendemos que existen vacíos en la educación que al quitar una guía de civismo y comportamiento ciudadano, generó un escenario donde para todos vale más el que es “más vivo” que el que es correcto. Es en momentos así donde recuerdo el modelo educativo que muchos comentan en la academia acerca de Japón, donde primero se enseña ética y valores y después si se da prioridad a las ciencias y a las artes, pues para el modelo educativo japonés es indispensable que sus ciudadanos forjen un carácter ético y una educación basada en el respeto, de manera que todo lo que se dediquen a hacer posteriormente esté mediado por un sentido de pertenencia por lo que son y una armoniosa convivencia con quienes comparten no solo un salón de clases sino también las calles que suelen recorrer en su cotidianidad.


Si Colombia quiere apostarle en realidad a la paz, debe empezar a educar a su gente en pro del respeto no solo con los otros sino también con las normas, pues un sujeto que no se halla comprometido con sus deberes como ciudadano fácilmente puede convertirse en un delincuente de la noche a la mañana. Además, es importante que desde las instituciones educativas halla un compromiso por retomar espacios para formar seres capaces de demostrar buenos principios en cualquier espacio, desde la fila del banco hasta la casa donde se hace visita, pues, si partimos del Manual de Urbanidad de Carreño, una de las maneras de demostrar educación y gratitud con las personas a quienes se visita, es importante ofrecer algún tipo de detalle que simbolice el gesto de amabilidad con el otro. Aún guardo esperanzas de que los valores no sólo se enseñen en casa, sino que también el Estado y las instituciones educativas se comprometan a formar personas no sólo en pro de los intereses del mercado y de la ciencia, sino que también sean capaces de formar a serse humanos que saben comportarse de acuerdo al tiempo y al espacio al cual pertenecen, eso sí, sin generalizar ni ofrecer discursos hegemónicos que tiendan a formar un solo tipo de personalidad. Así pues, en la medida en que sepan guiar en la subjetividad de un individuo su conducta frente a los demás, se podrán evitar escenarios de violencia que parten de la intolerancia a la diferencia y de la violación a las normas que todo ciudadano debe acatar y aceptar en el mismo momento en que decide habitar su ciudad.

Literatura para salvarnos de la guerra Gloria Stella Nupán hace parte del grupo de 19 bibliotecarios que viajarán a quince zonas veredales y cinco puntos transitorios de normalización donde están los miembros de las Farc. Esto como parte del proyecto que llevará los servicios bibliotecarios a las zonas rurales del país Karen Rodríguez Rojas/ @KarenRRodriguez

Cuando Gloria Stella Nupán tenía 14 años, decidió irse de la finca de sus padres. No soportaba la presión del Ejército. No aguantaba que en el trayecto de ocho horas desde su vereda al centro del pueblo –en el Valle de Guamuez, Putumayo– la pararan y le dijeran que era colaboradora de la guerrilla. No soportaba que quisieran que se quedara con ellos, los del Ejército, a los que les respondió una y otra vez: “Me quedo, pero únicamente muerta. Pueden disparar”. Se fue con las botas que todos los campesinos usan para trabajar, las de caucho, las mismas por las que la juzgaban. Se fue cansada del asedio que le producía estar en medio de la guerrilla, los paramilitares y el ejército. Se fue del campo al colegio. A los 16 años entró a estudiar bachillerato de noche, en el día le ayudaba en los oficios de la casa a la esposa de un amigo de su papá. Amigo que se convirtió en alcalde del municipio Valle de Guamuez y le dio a Nupán la llave de un salón en donde estaba una supuesta biblioteca. La designó

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para que la manejara, a pesar de que ella nunca había visto una; confió en su amor por los libros, por la literatura. “Antes de entrar allí, los libros que había leído era porque el profesor o el señor que vivía al lado me los prestaban. No conocía una biblioteca. Cuando llegué a ese salón, había unos siete estantes de puros textos escolares y pocos cuentos. Le saqué el sabor a cada uno, porque me gusta muchísimo leer”. Entre los treinta libros de literatura que había encontró una colección de Libros para soñar, eran delgaditos y rojos. La primera historia que leyó fue la de Blanca Nieves. Después siguieron todos los cuentos de los Hermanos Grimm. “Esos los conocíamos porque cuando estábamos en la finca nos sentábamos en la tarde alrededor del fuego a escuchar los relatos que nos narraban mi papá y mi mamá”. Eso fue hace 24 años, cuando a la Biblioteca Luis Carlos Galán Sarmiento —ubicada en la vereda Las Malvinas, en Valle del Guamuez— entraban diez personas y Stella Nupán se quedaba sola en medio de ese arrume de libros y de polvo. Esa habitación diáfana se convirtió en su hogar. En poco tiempo, Nupán logró hacer de ese salón una verdadera biblioteca, en donde los estudiantes podían ir a repasar las materias que iban perdiendo en el colegio y tener su asesoría. Así pasó de recibir diez niños a doscientos. Ante el aumento de público, los contenidos editoriales se hicieron escasos. Sin embargo, su ímpetu la llevó a crear un puente con los docentes, quienes compartían sus libros y entre todos se retroalimentaban. “Yo era la única que conocía los libros y sabía dónde estaban, no tenía ni idea de cómo se clasificaban y para ese momento eso era suficiente. Hasta que en 1997 la biblioteca se inscribió a la Red Nacional de Bibliotecas Públicas de Colombia y recibí el primer taller de clasificación decimal de obra. Aprendí a irles colocando números”. A medida que Nupán se capacitaba resurgía la biblioteca, además de recibir una dotación de 2.300 libros. Logró que esas miradas perdidas de las víctimas del conflicto armado en la zona encontraran en ese espacio una nueva forma de entender el mundo. Su labor no solo ha sido la de clasificar libros o facilitar la consulta de los mismos: en estos 24 años de servicio, ella, que ha vivido de cerca la guerra y les ha dado voz a los habitantes del municipio a través de la revista literaria Katharsis, les ha permitido que exorcicen los demonios que trae consigo la violencia. Hace doce años se publicó en una imprenta del pueblo la primera edición de esa revista. Fueron 60 páginas que recogían relatos, poemas e historias de las familias que tenían a un ser querido desaparecido. La publicación anual ahora tiene 99 páginas: hay más cuentos, narraciones y una sección dedicada a recoger el dolor o la denuncia a la violación de los derechos humanos. Su labor ha sido incansable por crear una memoria a través de la escritura. En compañía del grupo de voluntarios Amigos de la Biblioteca ha liderado un programa radial, donde anima a que la gente lea y asista a la biblioteca, además de llegar a los lugares más lejanos del casco urbano.

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“Desde 2013 trabajo con la biblioteca en zonas rurales. Armo mi maleta con 25 o 30 libros, en especial infantiles, y me voy a las veredas. Como me crie en el campo, sé que los que están allá no tienen las herramientas de una biblioteca”. Nupán –ganadora del Premio Nacional de Bibliotecas Públicas Daniel Samper Ortega 2014– ha viajado casi diez horas para poder acercar los libros a todos los habitantes de su región. Se arriesgó a quedar en medio de un enfrentamiento o a que un oleoducto estallara cerca de donde estaba trabajando. Hoy agradece la ejecución del proceso de paz con las Farc, se siente tranquila de poder salir y recorrer su pueblo. “El primer cese al fuego para nosotros en Valle de Guamuez fue tranquilidad. Podía salir a las veredas con más confianza y cargarme mi maleta de libros. No me daba tanto miedo ir caminando y que me pararan a preguntarme hacia dónde iba”. Bibliotecas Públicas Móviles para la paz Esta vez Gloria Stella Nupán no llevará consigo solamente una maleta, la acompañarán en un viaje de dos horas, desde el Valle del Guamuez a Puerto Asís, Putumayo, los cuatro módulos que componen las Bibliotecas Públicas Móviles que se instalarán desde el 1 de marzo en las zonas veredales y puntos transitorias de normalización, en el marco del proceso de desarme con las Farc. En este proyecto, coordinado por el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia, en asocio con la ONG francesa Bibliotecas Sin Fronteras, llevará, en este caso, a la vereda Carmelita 380 libros físicos y más de 200 digitales, con títulos que incluyen textos académicos y literarios para todas las edades. Además, películas, juegos de mesa y una amplia oferta de contenidos digitales. “Después de haber estado en las veredas, sé lo importante que va a ser para estos niños conocer una tableta o tener libros. Espero encontrar entre los títulos Cosita linda, de Anthony Browne, porque a los niños les gustan mucho las imágenes y la historia. Con los jóvenes me gustaría compartir Tokio blues, de Haruki Murakami. Y tener literatura colombiana. Para cada grupo vamos a tener libros y voy a ver qué gustos tienen”, afirma Nupán. Stella Nupán hace parte del grupo de 20 bibliotecarios que se irán por seis meses a estas veredas a compartir con la comunidad y los desmovilizados. Dejarán sus casas para reintegrar a otros a la vida civil, buscarán a través de las lecturas en voz alta esos espacios de debate e integración. Harán que la literatura nos salve a todos de los vestigios que dejó la guerra. Lleva años trabajando por la escuela y la biblioteca de San Vicente

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El bibliotecario que busca narraciones “farctásticas” Cuando Pablo Iván Galvis recorre en moto el camino que lo lleva desde la vereda Las Morras hasta el punto transitorio de Mira Valle, en San Vicente del Caguán, entre el ruido del motor y la montaña se filtra el grito de los excombatientes que hacen guardia: “¡cuenta la leyenda!”. Galvis sonríe al recordar el silencio que hace dos meses sintió al hacer ese mismo trayecto. El 11 de marzo de este año, Galvis desempacó en Las Morras, a unos minutos de San Vicente del Caguán, 380 libros físicos, 200 ejemplares digitales, 17 tabletas, una planta eléctrica y un servidor de internet inalámbrico con el que vienen equipadas las 20 bibliotecas portátiles que el Ministerio de Cultura, junto a la Biblioteca Nacional, decidió enviar a los municipios cercanos a las zonas donde las Farc dejan las armas para iniciar su reintegración a la vida civil. Mientras en Las Morras la gente se apresuró a ofrecer la caseta comunal para la biblioteca y ayudaron en los preparativos del almuerzo de inauguración, el comienzo de la historia de Galvis en este “punto transitorio de normalización” con guerrilleros fue más complicado. En la primera reunión que tuvo para mostrar los servicios bibliotecarios que prestaría en Mira Valle los delegados de las Farc le pidieron que regresara en quince días. “Había mucha desconfianza porque ellos habían entendido que la biblioteca iba a estar dentro del punto transitorio” dice Galvis, quien pese a la negativa asistió puntual a su siguiente cita con la guerrilla. En esa segunda ocasión, se sintió abrumado por el silencio que escuchó durante la casi media hora que tardó en llegar al punto transitorio. Las cosas empeoraron aún más cuando lo recibió un comandante que reunió a todos los exguerrilleros concentrados en Mira Valle y le dijo que querían escuchar de su boca por qué la biblioteca había sido instalada en Las Morras. Galvis miró a las más de 70 personas con uniforme camuflado que ocupaban el auditorio improvisado, tomó aire, y repitió la misma fórmula que usó en sus años de maestro en San Vicente: “cuenta la leyenda…”. En seguida, el cucuteño empezó a despachar una historia: “El ataúd de Joana, una mujer caguaneña, es llevado de regreso al barrio El Paraíso, acompañado por la misma multitud que hace unos minutos lo había llevado al cementerio. La pala del sepulturero descargó en la fosa los primeros enviones de tierra cuando sonó un celular. El primer esposo de Joana decía que lo esperaran, que venía en camino y que quería despedirse de su esposa en la gallera municipal, donde la conoció. El problema vino cuando los otros seis esposos de Joana pidieron el mismo trato y el ataúd tuvo que desfilar por las calles de San Vicente para dejarlos satisfechos. Si quieren saber lo que pasó con Joana, nos vemos en los talleres de la biblioteca” remató el bibliotecario que respiró tranquilo cuando empezó a escuchar chistes sobre las Joanas que estaban entre el público.

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En 2009 Pablo Iván Galvis llegó a San Vicente del Caguán para hacer su tesis de antropología. La historia de Joana fue uno de los muchos relatos sobre la vida cotidiana que recopiló para su trabajo de grado y que en 2013, cuando regresó convertido en el maestro del pueblo, le sirvieron para hacer que sus alumnos visitaran la biblioteca pública en busca del final de las historias que él siempre empezaba con un “cuenta la leyenda…”. “En un pueblo de bullicio, de trago, de baile, de comercio y algarabía, la biblioteca era un lugar para entender todo lo que pasaba afuera. En San Vicente hay un gran sentido del presente, hay una enorme pasión por vivir porque nunca se sabe qué puede pasar al otro día” cree Galvis. Además de volverse su refugio, la biblioteca también se convirtió en el lugar al que Galvis convocaría a jóvenes y ancianos para atender una de las preocupaciones que le dejó su trabajo de grado. En los relatos que recopiló para graduarse de antropólogo, la gente de San Vicente casi siempre le contaba que las armas se habían convertido en un destino y en una compañía cotidiana. Junto a Lizeth Amézquita, la bibliotecaria del pueblo, Galvis empezó a buscar nuevos referentes para sus alumnos. La biblioteca Clara Inés Campos Perdomo se fue llenando de gente y de la voz de ancianos que contaban las historias de los primeros colonos del pueblo, de la galería, de las discotecas e incluso la de Sixto Muñoz, el último indígena de la tribu originaria de San Vicente que ahora vive a doce horas del pueblo añorando la lengua que sólo puede hablar con las plantas, la luna y sus gallinas. Tanto buscaron con sus talleres de memoria, sus círculos de lectores y cine foros que, en 2015, lograron llevarse a San Vicente el premio Nacional de Bibliotecas.En Mira Valle, sentados alrededor de una mesa larga, varios guerrilleros escuchan la historia que Kevin tiene escrita en su cuaderno: El viejito de Ítaca tuvo 14 hijos con María. Una mañana despertó para darse cuenta de que a ella le faltaba una pierna y para ver cómo, por la puerta de su casa, desaparecía la rana que se la llevaba en la boca. Galvis empieza los “talleres de escritura farctástica” que dicta a los excombatientes de Mira Valle con su tradicional “cuenta la leyenda”. Después de escuchar la historia del día, los miembros de las Farc compiten en una dinámica de grupos al final de la cual empiezan a escribir sus propias historias. “A través de la escritura de sus memorias y sus creaciones queremos acompañar procesos de ortografía, creación y lectura en voz alta” dice Galvis que, además de prestar todos los servicios de la biblioteca móvil, también se encarga de formar a dos bibliotecarios, uno en la vereda y el otro en el punto transitorio, con la esperanza de que algún día, ambos puedan hacerse cargo de la colección con la que lo envió el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional. En otra de las historias que salió de los talleres, una niña llega a la escuela sin zapatos. La maestra le dice que no la puede recibir así, y ella decide irse con las Farc. Años más tarde, la misma niña está sentada en una biblioteca aprendiendo a contar historias. “Ese cuento me tocó muchísimo” recuerda Galvis, “hace dos meses, yo entraba a trabajar con combatientes de las Farc y ahora estoy compartiendo la vida con seres humanos que tienen un mundo que contar. Poco a poco se va desdibujando el camuflado y van saliendo campesinos que estuvieron en la guerra porque no tenían otra opción”. De los dos meses que Galvis lleva visitando Mira Valle, los talleres de escritura apenas han ocupado un poco más de tres semanas. A pesar de que no se anima a sacar conclusiones, el bibliotecario se entusiasma cuando

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dice que cada vez son más las historias con personajes que defienden el medio ambiente contra personajes recalcitrantemente malos que se roban la llave de la libertad y le hacen daño a los animales y la selva. También empiezan a aparecer historias sobre la vida cotidiana en la guerra. La desconfianza de hace unos meses parece haber desaparecido: “el hecho de que ya les permitan ir a los talleres sin fusil es muy significativo. Ahora llegan con su cuaderno y con sus lápices a contar cuentos”.La iniciativa de las bibliotecas móviles para la paz contempla que, al cabo de seis meses, Galvis tendrá que dejar la colección en manos de la administración local. Para saber qué pasa durante el periodo que le queda en Mira Valle y Las Morras, y para escuchar el final de cada uno de los cuentos que recoge en sus talleres, como en todas las historias que empieza a contar el cucuteño, hay que irlo a buscar a su biblioteca

APORTES AL PLIEGO NACIONAL DE PETICIONES

ABRIL 26, MOVILIZACIÓN CON ANORMALIDAD ACADÉMICA EXIGIMOS: • Al Gobierno Nacional negociación inmediata de los pliegos de peticiones presentados por las centrales obreras y FECODE. • Al Ministerio de Educación y la Fiduprevisora solución inmediata a la crisis de la salud y a la Fundación Médico Preventiva prestación oportuna y con calidad el servicio. CONTRA: • La falta de voluntad política e intransigencia del Gobierno para negociar los pliegos de peticiones. • El paupérrimo ofrecimiento por parte del Gobierno Nacional de un 0.15% como incremento salarial por encima del IPC.

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• Los traslados discrecionales encubiertos en reorganización de planta de cargos. FECHA: MIERCOLES 26 DE ABRIL DE 2017. APORTES AL PLIEGO NACIONAL DE PETICIONES

Consideramos que el pliego plantea de manera general los puntos desarrollos a continuación, proponemos los siguientes aspectos:

1. No a la jornada única en las actuales condiciones: Condiciones para la jornada única, desarrollo de la infraestructura necesaria: aulas, restaurantes escolares, mayor número de baterías sanitarias, espacios de recreación, auditorios, zonas verdes, aulas múltiples, bibliotecas, laboratorios, entre otros. Unido a esto deben existir todos los aspectos de bienestar estudiantil, transporte, alimentación escolar. Los estudios técnicos deben ser objetivos para poder proyectar realmente el desarrollo de la jornada única con las condiciones requeridas. Las relaciones técnicas deben plantearse con claridad, la propuesta debe ser las mismas planteadas por Fecode en el documento de Estatuto Único (15 preescolar y 25 primaria y secundaria), por otro lado el cumplimiento de las normas técnicas NTC4595 y 4596. La jornada laboral de los maestros no debe ser alterada y la asignación académica debe ser acorde a su especialidad y nombramiento, así como a las horas correspondientes según el nivel educativo. Reconocimiento de los estudiantes con necesidades educativas especiales -NEE, dentro de una política de inclusión que genere condiciones laborales óptimas para los docentes, personal profesional especializados de apoyo, reconocer que un estudiante con NEE equivalgan a 3. Los ajustes o cambios a los PEI deben contar no solo con la ampliación de las horas de clase en asignaturas como matemáticas, español y ciencias, es necesario que se de más espacio a la lúdica, a la recreación, al deporte, a lo artístico y cultural. Debe respetarse y exaltarse la autonomía escolar para la definición de su currículo, no debe haber imposiciones externas para el desarrollo de contenidos, modelos pedagógicos y metodologías en las instituciones.

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Es un requisito indispensable la participación de la comunidad educativa en la definición de la jornada única en una institución, los hechos han demostrado que en muchos casos los rectores han tomado la decisión de manera unilateral, sin pasar por el consejo directivo, pensando más en garantizarse su sobresueldo que en las condiciones reales para el mejoramiento de la calidad de la educación. 2. Retroceder la precarización laboral que se manifiesta con los nuevos cargos creados en el 490, los líderes de apoyo, y las nuevas condiciones de ingreso a la carrera docente manifestadas en el decreto 915, todo esto atado a la jornada única, decreto 501 de 2016, esto lleva a la diversificación de funciones docentes, el irrespeto a la idoneidad, la sobrecarga laboral en consonancia con el hacinamiento en gran parte de las IE., el fraccionamiento de la jornada laboral, la imposición de las asignaciones académicas y de las horas extras, unas remuneradas y otras no. FECODE debe pactar los puntos y condiciones específicas, no es suficiente hablar de derogatoria de los decretos 490, 915 y 501, porque luego pueden expedirse otros decretos en peores condiciones. PUNTO FUNDAMENTAL: no aceptar los cambios estructurales a la carrera docente, no transar docentes en jornada única con bonificación, pues se equipararían a la figura de docentes líderes de apoyo. Los aspectos relacionados con las condiciones laborales de los docentes se han agudizado en general en todas las IE con la aplicación de las relaciones técnicas que llevan a no respetar asignaciones académicas en las aéreas de idoneidad y al hacinamiento en las aulas. Condiciones laborales para los docentes orientadores escolares por definición del cargo, la figura jurídica de docentes orientadores y no administrativos, por lo cual deben laborar 6 horas por el derecho a la igualdad, como docentes 1278 y teniendo en cuenta el trabajo adicional de planeación de talleres con estudiantes y padres y otras actividades que obligan a realizar trabajo en casa. Se deben clarificar sus funciones y las relaciones técnicas con respecto a estudiantes-acudientes para atender por colegio, esto es urgente porque los rectores cometen atropellos con los orientadores.

3. En cuanto a carrera docente consideramos como pilar fundamental la lucha por un nuevo estatuto de la profesión docente, mientras logramos este cometido debemos luchar por: El primer proceso de ECDF rompió con la regla fiscal, pero en esta segunda cohorte y en adelante lo que se ve es el mantenimiento y profundización de ésta ante las condiciones fiscales del Estado. Así que es fundamental la lucha por mayores recursos para la educación como lo dice el pliego, se debe puntualizar la asignación para escalafón docente, el recurso para garantizar la nivelación salarial y el logro de un salario profesional. Es claro que se seguirá aplicando la regla fiscal, puesto que la convocatoria cobija a un número bastante grande de docentes con requisitos, que la asignación para el escalafón docente, tanto para los del 1278 de 2002 como los del 2277 de 1979, es del 1% del Sistema General de Participaciones - SGP, el cual para el 2017 se reduce debido a que el acto legislativo 01 de 2007 termina su vigencia en diciembre de 2016 y producto del paro de los maestros y estudiantes en el

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2007 tenía una adición especial: que ya no se renovaría de nuevo esta reforma constitucional en relación a los recursos para la educación, la salud, el agua potable y el saneamiento básico. Teniendo en cuenta que la primera convocatoria a la ECDF logró mover un buen número de docentes del 1278 que estaban estancados en el escalafón, reconociéndoles los efectos fiscales a enero del 2016, pero a su vez durante el proceso se desdibujó la propuesta de FECODE, en cuanto a lo diagnóstico y formativo, ya que el proceso además de desgastante y el incumplimiento a la trasparencia por parte del ICFES la discrecionalidad en el proceso de valoración, pasando por encima del ejercicio pedagógico de los pares; además de la anterior situación, en esta segunda convocatoria de ECDF, se agudiza, pues se pierden varios de los aspectos: el Estado se descarga de más gastos y responsabilidad en esta evaluación, no se cuenta con camarógrafos., no se realizarán cursos para quienes no superen el puntaje, se pierden 10 meses del nuevo salario de ascenso o reubicación, no hay garantías con los criterios establecidos para seleccionar pares y no son claros los criterios para evaluar, a sabiendas que esta convocatoria ya está en curso, hay que asegurar los recursos y garantías. Así el pliego debe contemplar que para el proceso de ascenso y reubicación para la convocatoria 2017-2018 en adelante, hasta que se consiga un Estatuto Único, retomar la propuesta presentada al gobierno nacional en la negociación fallida del año 2014, donde se tenían en cuenta los 3 criterios mencionados para el ascenso y la reubicación salarial. Debe ser un punto principal a ganar que el ascenso sea directo mediante la presentación del nuevo título obtenido. Debe incluirse un ítem relacionado con la Evaluación de Desempeño, en primer lugar para eliminar la persecución y acoso laboral que se deriva de ella y para que se pueda avanzar en la objetividad y el consenso en los criterios, contribuciones y lineamientos para ésta. Para los orientadores escolares se debe construir un formato exclusivo de evaluación acorde con las funciones que ellos desempeñan. El desembolso a tiempo las universidades que están realizando las maestrías de las becas otorgadas a los maestros por el MEN 4. En el eje de bienestar laboral consideramos que debe incluirse: Comisiones de estudios y años sabáticos remunerados, incluso que se plantee el aumento del tiempo de las comisiones de estudio que actualmente están por dos años y prorrogables a uno más, pero los estudios de doctorado y posdoctorado están requiriendo mayores tiempos para su culminación cabal cumpliendo todos los requisitos. 5.

Otros aportes:

El último punto no debe llamarse institucional, sino garantías sindicales, laborales y de participación. El eje de salud por ser prioritario no debería estar tan abajo, debe ponerse en segundo lugar, luego de políticas educativas.

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Es importante pedir el aumento del PIB pero hay que pensar en cómo va a ser la distribución de los nuevos recursos, ya que no pueden ir a programas como se pilo paga o para subir el índice sintético de calidad educativa. Poner en el pliego oponerse a la contrarreforma educativa no es una reivindicación, es una consigna que debemos agitar permanentemente, así como la defensa de la ley general de educación. -

Frente a la Escuela como Territorio de Paz debe ser una propuesta más concreta EQUIPO NUEVOS MAESTROS POR LA EDUCACIÓN 19 de febrero de 2017

“Prepararemos el Paro, por nuestra labor docente, nuestra jornada laboral y nuestro salario”: ADE La Asociación Distrital de Educadores se prepara para un Paro Distrital de grandes magnitudes ante la ausente voluntad al negociar que ha demostrado la secretaría de Educación. Pero también porque en la mesa estatal, el tema del salario se enfría. William Agudelo Sedano, presidente de la ADE, en primer lugar, rechazó “la forma agresiva como el Esmad ha golpeado las dos concentraciones de los trabajadores estatales, frente a la sede de negociación, en el hotel del Sena. Esta forma hace parte de la política del gobierno de Santos y del alcalde Peñalosa de reprimir la protesta social. Muestran lo que pasa en Venezuela, pero no lo que pasa en Colombia con las agresiones contra el movimiento sindical y, especialmente, contra los estudiantes de la Universidad Pedagógica”. El 26 de abril, la ADE se suma a la convocatoria de las centrales obreras y federaciones a una marcha del Centro Administrativo Distrital hasta la Plaza de Bolívar, en Bogotá. Coordinada con marchas en los departamentos. El objetivo es presionar la negociación del pliego de peticiones del sector estatal. Agudelo añade “a la fecha, la discusión del tema salarial se resume a un planteamiento del gobierno de manera unilateral con un aumento del 5.9%, lo que sería 5.75% del IPC más 0.15%, que sería la propuesta real del gobierno”. Los trabajadores van por un 5% por encima del IPC, para no terminar pagando de su bolsillo la crisis económica. En el marco de la marcha del 26 de abril, la ADE adelantará una concentración en la alcaldía para exigir la negociación del pliego de peticiones propio. La sesión del pasado viernes 7 de abril se fue a pique, aún con la presencia de la secretaria María Victoria Angulo. Cabe recordar que la ADE, se levantó de la mesa la sesión anterior con la exigencia de la presencia de Angulo para continuar con los diálogos, particularmente porque no había movimiento en el tema de la imposición de la jornada única. El panorama no ha mejorado. El presidente de la ADE concretó lo sucedido. “Nosotros presentamos algunos planteamientos y la secretaria se limitó a dar respuesta a algunos puntos, pero no a avanzar en una propuesta que tenemos clara y es la suspensión de la jornada única. Particularmente con la cuarta convocatoria del Ministerio de Educación para que más instituciones apliquen la jornada, con fecha de terminación el 22 de abril”.

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“Dicen que se van a ver algunos problemas con refrigerios, comedores portátiles y comidas en diferentes instituciones educativas, pero de ahí para allá no avanza más la secretaría de Educación. Tampoco fueron capaces de crear una comisión para ir a los colegios y mirar la situación que se viene generando en torno a la jornada única”, continuó. El problema es de especial implicación debido a que por esta imposición la jornada laboral de los educadores se viene aumentando. Agudelo Sedano se muestra contundente, “debemos prepararnos para un paro distrital con el fin de defender nuestra labor como docentes, nuestra jornada laboral. No queda más que empezar a preparar procesos de organización”.

Conclusiones de la Junta Nacional de Fecode, 19 de abril La Junta Directiva Nacional de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación -FECODE-, trabajó el 19 de abril del año en curso con la presencia de 81 delegados. Se presentaron los Informes de la CUT, Presidencia de Fecode, sobre el proceso de contratación de salud, la negociación estatal y de la Secretaría de Comunicaciones. El Presidente de la CUT, Luis Alejandro Pedraza, entregó un completo balance sobre la coyuntura actual en la Central. Las siguientes son las conclusiones de la Junta Nacional: 1. Respalda el proceso de negociación de los pliegos de peticiones presentados por las centrales sindicales, Fecode y las filiales con la movilización. 2. Participación activa y militante en la Jornada Nacional de Movilización del 26 de abril. 3. Reitera la solidaridad con los compañeros de Mocoa y la filial ASEP. Para ello, se ha abierto una cuenta bancaria para recibir los aportes solidarios del magisterio y los sindicatos regionales; bajo los siguientes datos: cuenta corriente en BBVA No 0598 023125. 4. Teniendo en cuenta que se acerca la recta final de la negociación, la próxima Junta Directiva Nacional de la Federación tendrá como objetivo evaluar los resultados y el estado del proceso, para establecer el plan de trabajo y la táctica a seguir. 5. De igual forma, una vez culminado este proceso, se debe citar otra reunión de la Junta, con el propósito de hacer la evaluación final de los resultados del pliego de peticiones y trabajar la organización que demanda la discusión y definición del proyecto de Estatuto Docente en la Comisión Tripartita. 6. Esta sesión de la Junta Directiva Nacional debe definir lo atinente a la convocatoria del Congreso Pedagógico Nacional y la Asamblea Federal estatutaria. 7. Exigir a la Procuraduría, el Gobierno Nacional, la Fiduprevisora y los contratistas la prestación del servicio de salud en correspondencia con el pliego contratado. Así mismo, que las condiciones en los nuevos se mejoren y establezcan mecanismos de control, vigilancia y sanciones para que se respete el derecho fundamental y una salud digna. Fecode mantiene la exigencia que este complejo proceso licitatorio, cuente con el acompañamiento y seguimiento de los organismos de control. 8. En razón de lo anterior, producto de la reunión realizada entre la Procuraduría y el Comité Ejecutivo se acordó una Mesa de Trabajo entre ambas partes con el fin de atender el proceso de licitación y el contrato actual y vigente. En este sentido, los sindicatos regionales enviarán copias de las casuísticas (quejas y reclamos soportados) recogidos para radicarlos ante la procuraduría y, con base en ellas, la

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Procuraduría pueda actuar. Estos informes deben ser enviados a la Secretaría General de la Federación, a más tardar el 22 abril. 9. El próximo domingo 23 de abril, se publicará un comunicado de prensa alusivo a la Jornada Nacional de Movilización y protesta del 26 de abril y la problemática magisterial. 10. Fecode llama a la solidaridad con el magisterio de Bogotá que llevará a cabo un Paro de 24 horas, el próximo 2 de mayo, contra las políticas retardatarias y neoliberales del gobierno del alcalde Peñalosa. 11. Se denunciarán las situaciones de amenazas que se vienen presentando contra el magisterio en varias regiones del país. Fecode llama al magisterio colombiano a mantenernos en estado de alerta máxima y estar atentos a la información oficial de los sindicatos filiales y Fecode.

PLIEGO FECODE … Este Pliego de Peticiones que a continuación se especifica y se sustenta, con el objetivo concreto de lograr un acuerdo entre las partes que satisfaga significativamente el mejoramiento y fortalecimiento de la educación pública financiada, administrada y prestada directamente por el Estado; condición para garantizar a la niñez, a la juventud y a toda la población colombiana una educación con calidad, integral, pertinente y democrática; en el conocimiento científico, técnico y tecnológico, las artes, el deporte, la recreación y la cultura. Una educación que contribuya a hacer de las escuelas territorios de paz, por cuanto forma en la mentalidad y en el ejercicio individual y colectivo de asumir las diferencias como potencialidad y la historia como posibilidad de un mundo mejor, que resuelve los conflictos por las vías de la negociación y los acuerdos, sin recurrir a hechos de violencia. De igual forma, la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación, expresa el rechazo a la utilización del mecanismo del Fast Track para tramitar reformas educativas que afecten la educaci6n pública y las condiciones laborales y salariales de sus trabajadores. El Comité Ejecutivo y la Junta Directiva Nacional de Fecode han elaborado este Pliego de Peticiones de manera objetiva, responsable y seria en correspondencia a las necesidades y posibilidades de avanzar en la realizaci6n plena del derecho fundamental de la educación. En tal sentido, el presente documento petitorio está elaborado teniendo en cuenta impactos desfavorables de la crisis económica y de la reforma tributaria en la vida sostenible con dignidad de las familias y de 10s docentes en sus condiciones profesionales, laborales, prestacionales y sociales. Asi mismo, conscientes la Federación, el movimiento sindical y pedagógico del Magisterio, de los grandes males que le ha causado al pais la corrupci6n en los sectores públicos y privados; el debilitamiento institucional hasta llegar a la existencia del Estado fallido en muchas regiones del país; la arremetida de las políticas educativas neoliberales y privatizadoras que atentan contra la educación pública; las intenciones y acciones de la ultraderecha y sectores guerreristas que se lucran de la guerra y por tal razón tienen el propósito de truncar los procesos de paz entre el gobierno y las guerrillas; que la negociación política del conflicto armado es una oportunidad para generar grandes transformaciones democráticas; la escuela está llamada a cumplir

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un papel histórico en la construcción de la paz de Colombia, en el entendido de que la terminación de la guerra entre el Estado y la subversión es necesaria, per0 no suficiente para la obtención de la paz; porque esta se concibe en el ejercicio pleno de los derechos fundamentales, sociales, culturales, económicos, ambientales, que garanticen la vida digna para todos los colombianos, lo cual solo es posible si se cuenta también con la escuela que le apuesta a transformarse en territorio de paz.

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ACUERDOS http://www.fecode.edu.co/images/actas_negociacion_2017/Acta_Acuerdos_FECODE_MEN_2017_FIN AL_OFICIAL.pdf.pdf


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ASOINCA Y LA HUELGA FECODE Aunque la Junta Directiva de ASOINCA orientó no dar a conocer reflexiones sobre los resultados de la huelga, los ACTIVISTAS DOCENTES DEL CAUCA decidimos exteriorizar algunos aspectos con el único fin de contribuir en el debate que permita avanzar y mejorar el movimiento sindical y las próximas batallas.

1. Aclarar que como afiliados a ASOINCA no asistimos a esta convocatoria del Comité Ejecutivo de FECODE por las determinaciones tomadas con relación a la huelga contra el modelo y los intermediarios de salud, información dada a conocer en la Junta Nacional de abril de 2017, pero jamás utilizamos acciones reaccionarias contra esta huelga, todo lo contrario, continuamos preparando junto con campesinos y organizaciones urbanas de Popayán la huelga con mayor potencia para que, de una vez por todas, pudiéramos avanzar en el objetivo de aniquilar la intermediación, pasando de la teoría a la práctica, en la lucha contra el neoliberalismo.

2. Por los problemas que afrontan las bases, están en disposición de lucha, esto lo demostró un sector del magisterio colombiano en los 37 días de huelga y las bases de ASOINCA en las huelgas realizadas en abril y agosto de 2016 y enero de 2017, por la recuperación del derecho a la salud y fuimos víctimas de acciones bajas y repugnantes de algunos ejecutivos de FECODE que pagaron cuñas radiales y artículos en periódicos, ataques por redes sociales, intentando desmovilizar y desacreditar nuestra lucha, con perversas actitudes gravando audios y videos argumentando ilegalidad y augurando acciones represivas contra el movimiento, estas si son acciones de esquiroles y reaccionarios camuflados de revolucionarios, que en discursos atacan el paralelismo sindical pero en la práctica desde el 2008 agencian y financian la creación de otro sindicato en el magisterio caucano.

3. La mayor responsabilidad en cualquier lucha es de los dirigentes, ya sea en la preparación de las condiciones para la huelga, el pliego de peticiones y los mecanismos de lucha que hagan posible conquistarlo, estos son los pilares fundamentales en que descansa el alcance y el poder de una huelga, para el caso que nos ocupa, miremos como las percibimos: A. PREPARACIÓN: En la Junta Nacional de FECODE de abril de 2017, los delegados de ASOINCA propusieron realizar la huelga indefinida por el problema de la salud, lo salarial, la ECDF, propuesta que fue rechazada y en su lugar se decidió una jornada de protesta para el 26 de abril, pero no se mencionó preparar la huelga indefinida.  En estas condiciones, el 9 de mayo de manera precipitada se vota la huelga a partir del 11 de mayo, algo inusual, esto llama la atención y obliga a indagar sus reales causas; ¿acaso las decisiones de la ADE y ASOINCA de iniciar en dicho mes huelgas regionales y en el mismo accionar estaban Caldas, Guajira y otros departamentos,los obligó a tomar esta decisión para impedir que se desmoronara la estructura de

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la federación y se notara el vacío de la dirigencia frente a la problemática del magisterio??. ¿ o el motivo era crear condiciones para las próximas elecciones tanto del Comité Ejecutivo de FECODE como las de la institucionalidad burguesa para congreso y presidencia??.  Estos interrogantes son válidos toda vez que estaba en curso la acción de tutela interpuesta por las Centrales obreras exigiendo participar en la mesa de negociación del aumento salarial para los trabajadores estatales y era un error votar la huelga en estas condiciones y lo peor, que dicha mesa acordara el aumento salarial sin exigir solución al conflicto de FECODE, permitiendo que el gobierno publicara unilateralmente los decretos salariales incluyendo los 2 puntos pactados en el 2.015.  La información a la base: Es necesario que la base profundice, no solo, los móviles sino el plan de acción que se requiere para conquistar el pliego, además, las acciones contundentes en las que todas las regiones participemos, De lo cual depende el futuro y el resultado de la huelga; esto fue el gran vacío, los dos esfuerzos en las jornadas de la toma de Bogotá no bastan, debemos avanzar en otros mecanismos que posibiliten resolver con prontitud las exigencias y los motivos de la huelga y bajo la orientación y la responsabilidad de la dirección nacional. No desconocemos la actitud beligerante en algunas regiones, la creatividad en muchas acciones y el coraje en tomas y trancones de vías importantes del país, para la próxima esta sumatoria permitirá mejores resultados para bien del gremio.

B. PLIEGO DE PETICIONES: El Pliego del Comité Ejecutivo de FECODE frente a la lucha que libra ASOINCA presenta contradicciones de fondo: la primera frente a la salud, ASOINCA ha realizado tres huelgas contra el modelo, contra el intermediario, mientras el Comité Ejecutivo exige NO MAS PRORROGA, es decir que sigan los intermediarios con su perverso negocio; otra contradicción es frente a los docentes 1278, mientras ASOINCA socializa la necesidad de derogar el artículo 63 que viola la estabilidad laboral, aniquilar las evaluaciones: ECDF, la de período de prueba y la de desempeño mientras el Comité Ejecutivo exige IMPLEMENTAR la ECDF hasta que se dé el Estatuto Único, condenándonos a los docentes a esta maléfica censura y discriminación que justifica el no reconociemiento de este derecho, sabemos las tácticas del Gobierno (crear comisiones sin resultados), hace 10 años se creó la comisión tripartita (2007), hoy se revive; lo cierto es que con este embeleco no podrán engañar a cientos de educadores buscando votos para llegar al congreso. C. Si el punto central era la refinanciación del SGP y fue bandera de la huelga ante el pueblo colombiano hasta el día que se firmó el acuerdo, hoy se demuestra que no era posible obtener los resultados que se esperaban; el Comité Ejecutivo de FECODE sabía que este tema exige reforma constitucional (Acto legislativo 04/007 venció el 31 de diciembre de 2016); luego no fue correcto mantener tal consigna como eje de la huelga y desgatar al magisterio para terminar creando una comisión para este tema, sabemos que la burguesía las constituye y al final no cumplen el papel e impondrá un nuevo Acto Legislativo para el SGP. D. En lo salarial, faltó mayor análisis sobre los alcances de los parámetros para tener derecho a una u otra prima, como el de dos SMLV y otros, los cuales no se debieron aceptar, por cuanto golpea a miles de docentes en el aumento salarial, por ejemplo: 1. Los docentes 2277 del grado 9°, el aumento salarial más la bonificación de este año es de $150.820,

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pero pierden la prima de alimentación por valor de $57.255, es decir, su aumento real es de $93.665. Esto afecta a 1.318 docentes en el país (datos de abril de 2.017), su aumento real no es de 8.75% sino de 5.43%. Si este año le pagaron la prima de alimentación la descontarán. 2. Los del grado 2A sin especialización, el aumento salarial de este año más la bonificación es de $147.212, pero pierden la prima de alimentación $57.255, es decir el aumento real es de $ 89.967. Esto afecta a 61.759 docentes en el país (datos de abril de 2.017), su aumento real no es de 8.75 sino 5.35%. Si este año le pagaron la prima de alimentación la descontarán. 3. Lo más grave, el Comité Ejecutivo de FECODE el 16 de mayo rechazó la propuesta del gobierno sobre la bonificación para salarios inferiores a 2 SMLV del 12% y para salarios mayores el 6%. ¿Cuál fue el análisis político de la dirigencia para rechazar esta alterativa y al final verse obligado a aceptar el 6% en diciembre de 2018, 11% 2019 y 15% 2020????. Para la negociación del régimen salarial cada año debemos ser más cuidadosos para evitar estos atropellos contra el magisterio.  Lo de jornada Única: Fue un error del Comité Ejecutivo de FECODE comprometerse a su implementación, así cumplan las condiciones de alimentación, transporte, infraestructura; para la burguesía lo urgente es continuar el proceso privatizador de este sector, ya que lo importante es el negocio que representa construir los 1.500 megacolegios en las capitales y al trasladar las jornadas de la tarde le permite aplicar la tercera forma de privatización: el Estado coloca la infraestructura, la planta de personal y privatiza el personal administrativo, así quebrará la estructura de los sindicatos regionales y de paso la Federación; las otras regiones al Estado no le importa porque no hay jornadas de la tarde y no son fuente para el negocio.  Lo de salud: Si los representantes del FOMAG decidieron la prórroga de los contratos hasta septiembre de 2017, pareciera ser que esta es la táctica para que los contratistas sigan con su negocio; aunque incluyen nuevos parámetros en los términos de referencia, en la práctica será la misma, incumplimientos para que el negocio sea rentable, así la firma evaluadora, con lo que justifican la prórroga, realice “técnicamente” el estudio, la atención continuará siendo pésima porque no se ataca el centro del problema (el intermediario), columna central del modelo criminal que se implantó en Colombia, ¿luego de qué ganancias estamos hablando ?. ¿El desgaste de 37 días de huelga se justifica?. E. MECANISMOS DE LUCHA: De acuerdo a las exigencias y la fuerza organizada, el líder orienta las actividades que hagan posible su conquista, de lo contrario, los resultados serán la prueba para demostrar por qué no se logró solucionar los problemas que originaron la huelga. Son muchos los ejemplos que demuestran que los mecanismos de lucha ejercidos por los dirigentes y las bases permiten resolver los problemas que originaron el conflicto; parar el obrero, paralizar la producción es un medio para mejorar sus condiciones materiales de vida, sin embargo, la capacidad económica del burgués puede derrotar la huelga si no se preparan otras acciones de presión; en el caso de los educadores, sabemos que al Estado no le importa que se paralice la educación de niños y jóvenes de los sectores populares y esto exige mayor creatividad y sapiencia en el desarrollo de la huelga que obligue a negociar y solucionar las peticiones en corto tiempo. Revisemos las actividades programadas en esta huelga y seguramente exigen cambios, por ejemplo las jornadas de movilización en Bogotá deben ser masivas e indefinidas desde el primer día, lo cual obliga a cambiar la

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política financiera en los sindicatos regionales, donde el MAYOR rubro sea el fondo Prohuelga y si no lo hacemos, seguramente fracasaremos.

Destacamos la capacidad creativa, el coraje y las múltiples manifestaciones de combatividad en distintas regiones del país, lo cual demuestra que las fallas para lograr objetivos más tangibles y esperanzadores son responsabilidad de la dirigencia y como se trata de preparar mejor la próxima batalla por la defensa de la Educación Pública y los derechos del magisterio colombiano. Nada mejor que evaluar objetivamente esta acción histórica de los educadores en Colombia y dentro de ello, colocamos a su juicio la actividad política y sindical en ASOINCA. Reconocemos el avance al evitar las represalias económicas contra los docentes, esto garantiza mejores posibilidades para que la próxima huelga la realicemos con mayor certeza y beligerancia. Finalmente, es necesario comentar aspectos particulares de ASOINCA, enfrentando la política Estatal, en año y medio tres huelgas importantes contra el modelo neoliberal en la salud, aún nos falta contundencia y por ello iniciamos la coordinación con otras organizaciones como la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos – ANUC, seccional Cauca y Procesos Urbanos de Popayán, un trabajo de más de seis meses bajo la consigna de preparar la huelga y llevarla a cabo a partir del 12 de junio de 2017, esto fue vital, de gran trascendencia y en un momento coyuntural importante del país, a tal punto que el gobierno nacional se vió obligado a enviar, el viernes 9 de junio de 2017, una delegación de 25 personas de 7 ministerios (Interior, Agricultura, Educación, Vivienda, Salud, Transporte, Minas), la Presidenta de la Fiduprevisora, subdirector de la UNP, Alta Consegería para los DD. HH., funcionarios del departamento y Popayán y como garantes Procuraduría y Defensoría del Pueblo, con el fin de negociar el Pliego Unificado.

Fueron 14 horas de discusión y al final se firma un ACTA DE COMPROMISOS con 49 acuerdos, entre los cuales está el avance para el logro de la departamentalización a través de la red pública quien asuma la prestación del servicio de la salud, como un deber del Estado; se firmó previa autorización de las bases reunidas en tres grandes asambleas en Santander de Quilichao, El Bordo y Popayán, de lo contrario, la huelga era inminente, esta es la realidad que desmiente los malintencionados comentarios de algunos del Ejecutivo de FECODE que sin investigar pretendan demeritar nuestra actividad sindical; el magisterio colombiano nos conoce, no por lo que decimos, sino por lo que hacemos, las huelgas de resonancia nacional para bien del gremio y nunca calculando campañas politiqueras o dádivas personales.

Fraternalmente, ACTIVISTAS DOCENTES DEL CAUCA Popayán, Junio de 2017

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MAS INFORMACION EN http://www.adebogota.org/index.php/pliego-ade-2017

Astrid López, la profesora que construye paz desde el conocimiento del cuerpo Como docente especialista en educación sexual y reproductiva creó un proyecto para que sus estudiantes de primaria, en Ocaña (Norte de Santander), amaran e hicieran respetar su cuerpo. La convicencia entre ellos mejoró. Colombia2020/ @EEColombia2020

Astrid ganó el premio Colombia 2020 que premiaba la construcción de paz en ambientes educativos. /Óscar Pérez - El Espectador

La felicidad de ayudar a sus estudiantes la hace sonreír todo el tiempo, incluso cuando narra las historias tristes que, gracias a su trabajo, han podido cambiar. Astrid López Álvarez es docente en el Colegio La Salle sede Santa Clara, en Ocaña (Santander), una institución ubicada en un barrio “complejo”, dice ella, refiriéndose a que tiene problemas de tráfico de drogas, prostitución, explotación sexual y pobreza. El municipio, en pleno Catatumbo, además ha sido una zona de guerra. Lea también: Estos son los ganadores del Premio Colombia 2020


Ella se dio a la tarea de conocer a quienes serían sus estudiantes. Los conoció violentos, llenos de desprecio hacia sus cuerpos, evasivos a la hora de dar y recibir cariño. ¿Qué pasaba? Entonces se puso en la tarea de investigar. Sus conocimientos en educación sexual le permitieron saber que había problemas en esa área. También se lo recordaba su propia historia. Cuando era una niña pasaba mucho tiempo sola en casa con la empleada doméstica, quien la abusó sexualmente, la tocaba. Apenas hasta hace pocos años Astrid lo recordó. Su memoria intentó borrar el trauma, aunque, dice, siempre estuvo enojada con sus padres y no entendía por qué. “Ellos no sabían nada, me dejaban sola con la empleada y yo los culpaba de que no me hubieran protegido. Hoy ya entiendo que ellos no tuvieron la culpa”, dijo. Ella misma se perdonó, logró volver a confiar en los demás, empoderarse de su cuerpo y su sexualidad y contar su historia. Pero le costó mucho y fue un camino en el que hubiera deseado estar más acompañada. Ahora quiere ser esa compañía para los niños, pero fundamentalmente quiere que a ninguno le pase lo que a ella le pasó. En su investigación encontró que varios de sus estudiantes eran víctimas del conflicto armado, especialmente de desplazamiento forzado, otros eran abusados, maltratados o estaban desatendidos. Y tenían mucho miedo. Uno de sus estudiantes, un niño, ocultaba sus manos callosas cuando la veía. Su historia la ayudó a acercarse a él, a decirle que cosas difíciles pasan, pero que es necesario estar acompañados, hacer amigos y dejarse guiar. Ese pequeño se iba a raspar coca cuando estaba en vacaciones. Fue necesario un acercamiento con la familia para poder comprender esa situación. Lea también: La difícil tarea de educarse en el Catatumbo Muchos otros casos se trataban de odio al cuerpo, autolesiones y agresividad. Ella decidió romper el miedo empezando por quitar el tabú sobre el cuerpo y la sexualidad, acercarse a los que eran víctimas de delitos sexuales y hacer las denuncias correspondientes. El camino de la enseñanza de sus derechos se allanó a la par que conocían su cuerpo y se hacían alianzas con instituciones y entidades como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la Policía de Infancia y Adolescencia, el Grupo Sura y la Universidad Francisco de Paula Santander. Esta iniciativa la hizo ganadora del Premio Colombia2020 a los constructores de paz en los ambientes educativos, un espacio en el que contó su historia, la de sus estudiantes y, en medio de sonrisas y lágrimas, prometió no detenerse. Conocerse, decir que no y poder denunciar Un día notó que ninguno de sus estudiantes llamaba al pene y a la vulva por su nombre, sino que usaban apodos para nombrar esos órganos. Decidió hacer un taller “Vamos a decir cuáles nombres conocemos para llamar a los órganos sexuales femeninos y masculinos”, dijo, y salieron más de 600 nombres. “Desde eso tan simple como nombrar las cosas por su nombre empieza el conocimiento sobre el cuerpo”, dice Astrid, una convencida de que en la educación primaria es el momento preciso para aprender lo que está bien, ya que en las familias, al menos en las de muchos de sus estudiantes, los problemas mayores son de dinero. Entonces, ya conociendo el cuerpo, los estudiantes entienden la importancia de sus derechos y son capaces de decir “no” a algo que los vulnere. Así, con la ruta trazada con las instituciones y con el acompañamiento de ella y los funcionarios, la cuestión es distinta.

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Eso hacia adentro, pero hacia afuera también hay trabajo que hacer. La campaña “Yo amo que me traten bien, ¿Y tú?” se trata de entender la diferencia, respetarla y esperar respeto del otro lado. El conocimiento de la dignidad humana y el valor que tienen los demás fue clave para que la situación empezara a cambiar. Hoy tienen menos problemas de convivencia, los niños confían más en ellos mismos y en los otros, los padres se han involucrado en el proceso de aprendizaje y Astrid está feliz. Propició la reconciliación, la protección, el fortalecimiento de derechos y la paz en la población que, afirma, es la más vulnerada en su municipio.

Estos son los ganadores del Premio Colombia 2020 Tres iniciativas de construcción de paz desde las instituciones educativas fueron merecedoras de este premio que reconoce a las mejores prácticas aplicadas a construir una sociedad reconciliada. Colombia2020/ @EEColombia2020

Elvira Mendoza (de iz. a der.) rectora de la I. E Rosedal (ganadores de la categoría de instituciones privadas); Astrid López, docente galardonada; y María Lourdes Elles Paternina y Camilo Andrés Vargas Castillo, representantes de la IE Jorge García Usta.

Astrid López Pérez, la I.E. Jorge García Usta, en Cartagena (Bolívar) y la I.E Rosedal de Cartagena (Bolívar) fueron los ganadores del Premio Colombia 2020 en las categorías de iniciativa docente, iniciativa de instituciones educativas públicas e iniciativa de instituciones educativas privadas, respectivamente. Conozca aquí todos los finalistas del segundo premio Colombia 2020 La docente ganadora, con su “Ambientes de protección, paz y reconciliación para los estudiantes, a través de la pedagogía de acción – participación”, logró mejorar la forma en que sus estudiantes se relacionaban con sus compañeros, sus familias y se percibían a sí mismos. Este premio la hace merecedora de una beca para un diplomado sobre paz, vigencia 2018, virtual o presencial que ofrece la Universidad Javeriana. La I.E. Jorge García Usta, en Cartagena (Bolívar), ganadores de la categoría Iniciativas institución educativa pública, atiende a 1460 estudiantes de las familias que accedieron al programa “100 mil viviendas gratis” del Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio. En este colegio se priorizó la continuidad y el acompañamiento a los hogares, la normalización académica, el acompañamiento a los riesgos, y el énfasis en valores con su iniciativa “Formación integral para la paz y la reconciliación”. La I.E Rosedal, en Cartagena (Bolívar), con su iniciativa ArteSanos de la Paz, se llevaron el primer puesto en la categoría Iniciativa institución educativa privada. Ellos, por medio de la identificación de talentos de sus

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estudiantes, lograron mejorar la convivencia y la motivación para ir a clases. Por medio del arte, se mejoraron las relaciones y la paz en el colegio se comenzó a ver.

Pie de foto: En el segundo lugar en cada categoría quedaron: Nidia Asprilla, rectora de la IE Pedro Grau y Arola en Quibdó, Diana Castiblanco, del Colegio Virtual Moderno y el docente Eduardo Esteban López. Las instituciones, pública y privada, ganadoras del premio podrán hacer un taller, de máximo 50 participantes y de 6 horas, en metodologías de educación para la paz o comunicación asertiva para la solución de conflictos.

Felicitamos también al docente Eduardo Pérez, de la I.E. Colegio Rafael Uribe Uribe en Cúcuta (Norte de Santander), quien por medio del cómic logró que los estudiantes plasmaran sus historias y mejoraran la convivencia; A la I.E. Pedro Grau y Arola, en Quibdó (Chocó) se llevó el segundo lugar en la categoría de instituciones públicas. Reconocemos el proceso de transformaron de pleitos y demás problemas que convivencia, producto de la iniciativa “La participación como elemento de construcción de paz. Programa: Félix y Susana”; y la iniciativa de educación virtual se quedó con el segundo lugar. El Colegio Virtual Moderno en Girardot (Cundinamarca), quienes por medios de una aplicación brindan acceso a la educación virtual a familias de 34 municipios de Cundinamarca, que por su ubicación no tienen esta posibilidad. La construcción de país desde las aulas es posible es el primer peldaño para conseguir la paz territorial. Estas iniciativas muestran que los docentes colombianos trabajan a pesar de todas las dificultades del sistema educativo. Felicitaciones a todos. Las escuelas de los palenqueros Las comunidades negras del Pacífico colombiano han promovido durante una década un modelo educativo con enfoque étnico para rescatar su identidad cultural.

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Anna Josa Marrón /@Anna_JM7

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El modelo etnoeducativo incluye la visita a varios sitios naturales para enseñar sobre las riquezas que guardan. / Fotos: Nelson Sierra Gutiérrez - El Espectador El palenque es el lugar donde se reunían los afrocolombianos para compartir sus conocimientos, sus ideas y su cosmovisión. Este término se resignifica actualmente en las comunidades negras colombianas que con orgullo se autodenominan palenqueros y palenqueras, porque, al juntarse para aprender de nuevo, se proponen recuperar sus raíces ancestrales. En la vereda La Espriella del municipio de Tumaco, en el río Caunapi, un grupo de estudiantes adultos y jóvenes con el agua hasta las rodillas practica una técnica de pesca histórica. Entre cuatro sostienen dos redes de pesca mientras los otros empujan el agua en esta dirección. Pasados unos minutos, sacan las redes y guardan los peces, excepto los más pequeños, que devuelven al río para no acabar con el ecosistema. Entre todos asimilan y reconocen que esta práctica respeta la naturaleza. En otro territorio del departamento de Nariño, al cual se llega a través del laberíntico río Rosario, José Micolta, de 72 años y habitante de la vereda Vuelta Larga en Tumaco, cuenta cómo es la experiencia de volver a la escuela a su avanzada edad. “Cuando yo era muchacho no pude aprender porque mi madre y yo éramos pobres, mi papá abandonó a mi mamá cuando yo tenía cuatro años y no pude estudiar. Me he dedicado toda mi vida a cultivar en la finca. Ahora, en el palenque, mi intención es aprender a escribir mi nombre, pero hay un problema, que estoy sufriendo de la vista y me cuesta hacer bonita la letra”. José también es estudiante del modelo etnoeducativo, un proyecto que los consejos comunitarios del litoral Pacífico han promovido desde hace casi una década y cuyo objetivo es reeducar a las comunidades negras en sus costumbres y tradiciones históricas.


Esta herramienta brinda la oportunidad a muchos adultos de escribir su nombre por primera vez en su vida, un hecho tan sencillo como trascendental, una reafirmación de la identidad individual en el marco de una reivindicación de la identidad colectiva. José, a pesar de no haber tenido la oportunidad de estudiar, ha sido presidente de la Junta de Acción Comunal, ha cultivado y vendido cacao y plátano toda su vida y ha liderado diferentes iniciativas para mejorar su vereda, casi siempre sin el apoyo de las instituciones públicas, cuenta. Las comunidades negras del Pacífico Sur colombiano han sobrevivido en medio de la violencia y del olvido estatal. Actualmente hay 15 grupos armados que sólo en 2017 han generado 13 desplazamientos masivos en la costa de Nariño. Hay disputas territoriales por ser esta zona un punto estratégico que combina la proximidad con Ecuador, el cultivo de la coca y el abandono estatal en un enclave donde la guerrilla de las Farc tuvo mucha influencia. Aquí se siente que el conflicto no ha terminado porque, a través del Acuerdo de Paz con las Farc, y la posterior desmovilización de éstas, ahora las normas las imponen las bandas criminales. Están asesinando líderes sociales y la violencia sexual por parte de los grupos armados ha aumentado en el territorio, dicen los habitantes. Si ya era una zona de olvido durante el conflicto armado, ahora no parece que la cosa haya cambiado. Prueba de ello es que la violencia que se respira en este territorio es bien evidente, pues incluso Colombia 2020 tenía programado ir a conocer una vereda tumaqueña —se respeta el anonimato por no poner en riesgo a líderes sociales— que la noche anterior sufrió el asesinato de tres personas a manos de bandas criminales. La coca y el dinero fácil También la coca sigue muy visible. Basta adentrarse 45 minutos en lancha por el río Rosario para comprobar que se siguen transportando grandes sacos de coca en embarcaciones discretas por esas aguas; los cruces con esta realidad son tensos y silenciosos. Edilberto Clevel, presidente del Consejo Comunitario Unión Río Rosario, habla del tema de manera contundente: “No digamos mentiras: un obstáculo grande en Tumaco es la mata. La única forma de salir de la extrema pobreza es educándonos. Si yo tengo cómo hacer plata, ¿para qué voy a perder mi tiempo para ir a la universidad o al colegio?”. La correlación entre la falta de educación y la pobreza estructural que golpea este territorio se refleja en los ingresos económicos. Las comunidades del Pacífico están35 % por debajo del ingreso nacional.

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En medio de este panorama, Raúl Betancurt, asesor pedagógico del modelo, afirma que “el Estado ha tenido la educación descuidada, no solamente en nuestro municipio sino a nivel nacional”. Es por esto que el modelo etnoeducativo se constituye como una propuesta que busca solucionar la necesidad de las comunidades afrocolombianas de educarse. Comprende la alfabetización, la primaria, la secundaria, el bachillerato y la formación técnica. La atención educativa es para jóvenes y para adultos que no han acabado la educación básica o incluso para personas que nunca han cogido un lápiz. Vea: Las diez fotos que marcaron la paz en el 2017 Mari Luz Cortés vive en la vereda de Chajal, es madre cabeza de familia y tiene seis hijas. Cuenta que la experiencia de volver a la escuela fue “fantástica”. Cuando era niña, sus padres no pudieron ayudarla en sus estudios por razones económicas y fue a través del modelo, en el que participó durante dos años, que pudo estudiar desde quinto de primaria hasta llegar al bachillerato. Mercy Consuelo Torres, del Consejo Unión Río Rosario, es tutora del modelo y explica que “las clases se desarrollan dentro o fuera del aula o del palenque y a través de una pregunta-reto se trabajan todas las áreas: matemáticas, español, ciencias naturales, ciencias sociales y arte (…) pero lo que más les interesa a los alumnos es aprender a leer y a escribir”. De hecho, uno de los objetivos que tiene este proyecto pedagógico es reducir la tasa de analfabetismo de las poblaciones negras, que actualmente es del 11,5 %, junto con la complicada labor de abordar, a través de la educación, todas las formas de violencia a las que las comunidades negras han estado expuestas tanto por el conflicto como por los agravios y olvidos históricos que han sufrido. Esto no habría sido posible sin el tejido asociativo de estas comunidades, que, lejos de tener una propuesta estatal, han tenido que crearla ellos con el apoyo económico del gobierno de Canadá y la implementación del Consejo Noruego para Refugiados y Save the Children. Ahora ceden los derechos patrimoniales —no los intelectuales, que seguirán perteneciendo a la Red de Consejos Comunitarios del Pacífico Sur (Recompas)— al Estado, que se compromete a implementar este modelo. Germán Castillo, miembro de Recompas, advierte, no sin cierta preocupación, que “le hemos construido una ruta al Gobierno, a través de eso vamos a hacer la paz. Antes no nos tuvieron en cuenta (…) y necesitamos que ahora el Gobierno cumpla”. En la misma línea se expresa Ángel Migdonio Palacio, constructor del modelo, que argumentó que éste cuenta con un enfoque reparador para la paz. “Este no es un modelo de negros para negros”. Es decir, que también puede servir para indígenas o excombatientes. “Los paramilitares y los guerrilleros son gente que seguramente no han acabado la primaria: nosotros queremos extender una mano amiga”, explica Palacios. Este ideólogo del proyecto pedagógico critica la escuela formal puesto que el último tema que tratan en la institución es África, está descontextualizado y tiene un fuerte componente segregador religioso: “La Iglesia reforzó la esclavización de los negros”. “Tenemos que poner a conversar los saberes generales con los saberes ancestrales porque estamos en la Colombia profunda, la otra Colombia, y se tiene que luchar para rescatarla y unirla, porque ahora está dividida”, añade. Por el momento, el modelo se ha implementado en algunos municipios de Nariño, Cauca y Chocó y ha beneficiado al menos a 2.179 personas. Este proyecto cuenta con el aval del Ministerio de Educación desde el 2015 y ya está en manos del Gobierno. La ministra de Educación, Yaneth Giha, lo recibió en noviembre del 2017 en un acto en Tumaco en el que intervinieron miembros de Recompas, los embajadores de Canadá y Noruega, egresados del modelo y las distintas asociaciones que han ayudado a su financiación e implementación en los territorios, como el Consejo Noruego para Refugiados y Save the Children.

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Nancy Ortiz, oficial del programa de educación del Consejo Noruego para Refugiados, asegura que “el papel de las organizaciones es insistir, el del Estado es garantizar la implementación”. El asesor pedagógico, Raúl Betancurt, reitera la necesidad de implementarlo bien, puesto que “la educación es el arma más grande que hay en la comunidad. A través de ella podemos cambiar el mundo”. La resistencia de la escuela del Alto Telembí Los habitantes del corregimiento Ñambí La Mina (Nariño) se desplazaron masivamente en dos ocasiones a causa del conflicto armado. Ahora, su territorio se lo disputan al menos cuatro grupos armados. Beatriz Valdés Correa @beatrijelena

Niños y adolescentes afros del Alto Telembí reciben clases en solo tres salones. / Fotos: Mauricio Alvarado - El Espectador La profesora Liliana* estaba sentada en una silla plástica y tenía las manos llenas de pintura, al igual que los 25 niños de diferentes edades que la acompañaban. Ellos estaban regados, caminando, corriendo y sentados en el salón principal del Centro Educativo Ñambí La Mina, en el corregimiento del mismo nombre del municipio de Barbacoas (Nariño). Esta escuela, que antes fue trinchera de las Farc, estaba siendo taller de pintura, todos pintaban carteleras y ponían las huellas coloridas de sus manos sobre las cartulinas. La profe Liliana se lavó las manos, pero en su rostro quedó una lucecita amarilla de pintura, así como ella misma ha sido luz para la escuela desde 2008. La escuela de Ñambí La Mina se ve al terminar de subir las altas escaleras de la entrada al pueblo. Queda al lado de la iglesia, y al lado de la escuela hay una construcción que se nota nueva, que no encaja con las pinturas desteñidas y las fachadas de madera de las casas.

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Esa construcción funciona desde enero de este año como cocina y restaurante escolar. Surgió en 2014 cuando el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados (Acnur) visitó la escuela y vio que no había un espacio adecuado y digno para manipular alimentos y tampoco para que los niños se sentaran a comer. Luego, con apoyo de la organización afro Asocoetnar (Asociación de Consejos Comunitarios y Organizaciones Étnico Territoriales de Nariño), la Junta Directiva del Consejo Comunitario y la Red de Docentes de la parte alta del río Telembí, decidieron trabajar para fortalecer el entorno protector de los niños, niñas y adolescentes del territorio. También lea: Indígenas, violencia y paz en Nariño La escuela cuenta con dos profesoras para toda la primaria, en jornada de 8 de la mañana a 12:30 de la tarde. Por la tarde hay ocho profesores para los grados sexto, séptimo y octavo. El restaurante beneficia a 56 estudiantes y es un estímulo para que no deserten. Todo esto es posible desde que la violencia mermó en el alto Telembí. Cuando la profesora Liliana llegó en 2008, la situación era otra. Cambios para la escuela

Liliana nació en Ñambí La Mina, hizo sus primeros años de estudio en “la escuelita vieja”, una estructura que fue derrumbada y reconstruida. Luego se fue a estudiar a la parte urbana de Barbacoas y allí se hizo bachiller y maestra normalista. Trabajó en Cali y en la zona rural Guilpi Piragua del municipio Magüí Payán (Nariño), donde se enfermó de paludismo en 2007. Pidió traslado y justo resultó en su pueblo: Ñambí La Mina. Fue una sorpresa no grata. ¿Por qué no? A ella se le aguan los ojos y se le quiebra la voz de recordar por qué no quería volver. Entre junio y julio de 2005 cuatro familias, alrededor de 30 personas, salieron del corregimiento forzadamente. Esa era la gran familia de Liliana. Por esos mismos días desaparecieron a uno de sus tíos y, a pesar de que se unió toda la familia para pedir que entregaran al tío sano y salvo, tiempo después se enteraron de que había sido asesinado. Cuando algunos familiares intentaron volver a la vereda, encontraron que les habían dejado un mensaje: ya no eran bienvenidos en su pueblo. Retornar significaba recordar todo y vivirlo sola. Pero Liliana volvió y en ese momento supo que lo único que había cambiado era la gente, porque el territorio se lo seguían disputando los mismos actores armados: las Farc y el Eln.

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También lea: La importancia de cesar el fuego en el río San Juan Empezó a trabajar en febrero de 2008 y volvió a su infancia. Se encontró la misma escuela, las mismas tablas de 20 años antes, pero en peores condiciones. Empezó a trabajar con la comunidad y con los niños, que en ese entonces estudiaban en calendario B, es decir, su año escolar lo finalizaban en julio o agosto. En ese año la profesora y otro profesor vieron la necesidad de implementar el bachillerato y convocaron a la comunidad. Todos estuvieron de acuerdo, así que empezaron a gestionar el bachillerato en el Alto Telembí. La gente estuvo de acuerdo e hicieron un oficio a la Secretaría de Educación manifestando todas las necesidades que tenían y cómo ese bachillerato beneficiaría a los jóvenes no solo de Ñambí La Mina, sino también de las veredas cercanas. Era necesario, porque había jóvenes que se fueron a engrosar las filas de las Farc y del Eln, o se fueron a raspar coca. Otros estaban sin estudiar y eran más vulnerables. Les dieron la razón y el siguiente año comenzaron; los más pequeños en la mañana y los más grandes en la tarde. Solo tenían dos profesores para todos los grados. Eso fue en el 2014, cuando en grado sexto había ocho niños. Nueve habían terminado la primaria el año anterior y solo uno pudo ir a Barbacoas a estudiar el bachillerato. “Fue físicamente desgastante, pero satisfactorio”, dice la profesora Liliana al recordar que los acreditaron. El año siguiente había otro reto: llevar más profesores. Convocaron profesores de otras veredas y se comprometieron a trabajar en contrajornada con ellos. Así como gestionaron una canoa para recoger a los niños de las veredas cercanas. El año de los 5.209 desplazados El 2008 ostenta el pico más alto de víctimas de desplazamiento forzado en el municipio de Barbacoas, seguido por el 2006 (año en el que se reportaron 3.817 casos). Solo Ñambí La Mina aportó casi toda su población a la cifra de 5.209 desplazados del 2008, las casi 90 casas del pueblo quedaron deshabitadas. Empezó un enfrentamiento. La guerrilla tomó el pueblo como su fortín de guerra y a los habitantes les tocó salir a oscuras hacia el río para poder llegar a la zona urbana de Barbacoas. Martín*, integrante de la Junta Directiva del Consejo Comunitario, recuerda bien ese día. “Todo el mundo salía con lo poquito que podían coger, casi con nada. La gente bajaba el río y salía en lanchas hacia Barbacoas. Esto estaba lleno de Farc. Yo mandé a mi familia y me quedé para irme después. Cuando ya estábamos sacando las cosas, subió un motor de los elenos y se formó una plomacera. Nos tocó irnos y dejarlo todo”. Desde ese día el territorio quedó en manos de las Farc. La gente que volvió, lo hizo dos meses después, sometidos a la nueva ley. En ese momento, la profesora Liliana y algunos pobladores implementaron una estrategia para integrar la escuela al proceso social de la comunidad. “La escuela para la comunidad y la comunidad para la escuela”, le llamaron. Así retomaron las mingas comunitarias para reconstruirse.

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El desplazamiento forzado genera inestabilidad personal, familiar, social y comunitaria. “Es un desequilibrio total”, dice Liliana. Por esta razón, los años siguientes fueron de unirse y luchar por ellos y contra la presencia armada. Los guerrilleros del frente 29 de las Farc tomaron el pueblo como suyo, tanto así que se refugiaban en la escuela, que en ese entonces no tenía puertas ni ventanas. El día que los uniformados amanecían ahí, entonces no había clase. Hasta que un día la profesora Liliana los confrontó, se acercó a donde el comandante del grupo y le dijo: “¿Hasta qué hora se van a quedar? Nosotros necesitamos dictar clases hoy, tenemos los niños aquí”. El comandante le respondió que podía dictar las clases con ellos ahí, que no iba a pasar nada. Ante la negativa de la profesora a exponer a los niños a las armas y la presencia que intimida, a los ocupantes no les quedó otra opción que salir de la escuela. La situación de control continuó hasta que, con recursos de gratuidad escolar y una minga comunitaria, lograron ponerle puertas y ventanas al centro educativo. “La guerrilla nunca más volvió a la escuela”, relata orgullosa la profesora. Nuevos procesos La última vez que se vio a las Farc en el corregimiento fue en 2013. Fue un día entre semana. La guerrilla tenía rodeado el corregimiento, pero ni las profesoras ni los estudiantes se habían dado cuenta. Fue una ocupación silenciosa. Cuando cayeron en la cuenta de la situación, varios helicópteros de las fuerzas militares sobrevolaban el pueblo y hacían el anuncio: “Entréguense, en el lugar en el que están hay una escuela, vemos una cancha”. Los niños no sirvieron de trinchera, la comunidad no dejó que las armas se acercaran a la escuela; al contrario, los mandaron a luchar al monte. Desde entonces empezó a mermar la violencia, dicen los pobladores, aunque las cifras de desplazamiento forzado se mantienen en un promedio de mil víctimas desde el 2010. En 2014 ingresó Acnur al territorio y fue de gran ayuda. La organización entregó los materiales de construcción, una estufa a gas, una de leña, la nevera y el menaje de la cocina. También entregó sillas y mesas suficientes para que los niños pudieran comer sentados y no en el piso, como lo hacían anteriormente. Poner a trabajar a una comunidad no es fácil. Los padres de familia se dedican, casi todos, a la minería artesanal o al barequeo. Trabajar por la comunidad implica perder un día en la búsqueda del oro, una actividad impredecible: un día da y el otro no. Martha Cecilia* es una madre de familia que trabaja el barequeo. Ella se siente satisfecha con la escuela y con la manera en que opera el restaurante. Dice que fue un alivio que su hijo pudiera estudiar en su tierra, pues no cuenta con el dinero para enviarlo a Barbacoas a terminar el bachillerato. Sin embargo, cuando los chicos llegan a grado octavo deben buscar otra opción. La escuela no está acreditada para el grado noveno, por lo que los estudiantes deben ir a Barbacoas, y si no pueden, quedan desescolarizados.

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La escuelita acoge niños y adolescentes de las comunidades negras del alto Telembí. Les garantiza transporte fluvial y una comida preparada en condiciones dignas. Sin embargo, se enfrentan a una nueva situación de orden público. En la zona se ha reportado la presencia de Eln, disidencia de las Farc, Autodefensas Gaitanistas de Colombia y Guerrillas Unidas del Pacífico (GUP). El territorio está de nuevo en disputa, tanto así que empezaron a controlar la minería artesanal e ilegal. “El impuesto”, así le llaman al dinero o al oro que cobran los grupos al margen a la ley por la explotación del territorio, eso dicen los trabajadores de minería. La meta y el anhelo es la paz completa. Los habitantes sueñan andar el río a cualquier hora y no tener miedo de hacerlo. Pero hay problemas más urgentes en la escuela. Es urgente que capaciten a los docentes existentes y se nombren más, para de esa manera garantizar la educación media en el mismo corregimiento. Liliana piensa en lo que se ha logrado y no está dispuesta a retroceder. Aunque piensa que la comunidad ha sido permisiva y ha hecho por sí misma lo que le corresponde al Estado, pero esa no es una excusa para detenerse. Cree firmemente que la educación es la manera en que los niños y jóvenes afros del Alto Telembí pueden vincularse a los procesos y las luchas de su territorio. *Los nombres fueron cambiados para proteger la identidad de las personas. Buenavista, sin armas y con libros En el marco del acuerdo de paz, el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia, instalaron 20 bibliotecas públicas móviles en zonas veredales y puntos transitorios de normalización. La escritora Marta Orrantia visitó recientemente una de estas bibliotecas, ubicada en la vereda Buenavista en Mesetas (Meta). Allí conoció las historias de la comunidad rural y los excombatientes de las Farc, además del impacto que ha tenido la biblioteca móvil en una de las zonas protagonistas del conflicto en nuestro país. Marta Orrantia

Los niños comparten la lectura en una biblioteca móvil. “Mi tía es guerrillera”, dice Lucylena, una niña con piel canela y ojos color miel. “A mí me cae mejor la guerrilla que el ejército, pero no me gustan las armas”. Lucylena, que no tiene más de nueve años, es la mayor de tres hermanos. Es alta y tiene la mirada curtida de quien se ha encargado durante mucho tiempo de las tareas de su hogar. Cada día, ella y sus hermanos caminan dos horas entre la selva tupida del piedemonte llanero, para ir a la escuela de Buenavista, una vereda a una hora de Mesetas, en el departamento del Meta. Lea tambièn. Campesinas de Sumapaz sanan heridas de guerra con la escritura

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Sus compañeros de colegio están de acuerdo con las preferencias de Lucylena, pero a ellos sí les atraen las armas. “Para matar micos”, dice uno. “O cachicamos (armadillos)”, grita otro. Sin embargo Arnobis se queda en silencio y me mira con sus ojos claros, casi transparentes. Cuando le pregunto para qué quisiera tener un arma, él se encoge de hombros y hace una mueca que parece una sonrisa. “¿Para hacerle daño a alguien?”, lo increpo, sin atreverme a pronunciar el verbo matar. Aunque es el mayor de la escuela, no tiene más de once años, y nos encontramos con los otros niños, en el aula multiniveles, la única que hay en el lugar. “Si toca...”, dice, y clava sus ojos en el libro de matemáticas. Esa relación con la guerra no es gratuita. Los niños de la vereda Buenavista crecieron en medio de un conflicto sangriento entre el ejército y las FARC y tuvieron que vivir momentos aterradores. “A veces pasaba un avión 'rafagueando' y los niños corrían a meterse debajo de los pupitres”, recuerda la profesora Elena Trujillo, que vive en la escuela junto con su marido y más recientemente su madre, doña Gladys. La profe, como le dicen, lleva diez años encargada de la escuela y no oculta el amor por su oficio, pero tampoco las dificultades de enseñar en una zona de conflicto, golpeada no solo por la violencia sino por la corrupción. “Claro que las cosas han cambiado con la paz –dice, y usa el sustantivo como si fuera una realidad– pero al mismo tiempo hemos sido víctimas de ella. Antes nadie sabía dónde quedaba Buenavista y ahora los ojos del mundo están sobre nosotros, pero no nos ha servido de nada. Ni siquiera la vía la han mejorado...”. Tiene algo de razón. El municipio de Mesetas era famoso por su violencia y poco más. Ubicado entre La Uribe y Granada, es un lugar hermoso, lleno de montañas, selvas vírgenes y ríos caudalosos. Durante años fue territorio de las FARC y ahora dos de sus campamentos se ubican allí. El Mariana Páez, donde se produjo el acto de dejación total de armas, y el Simón Trinidad, donde se encuentran los guerrilleros que estaban presos en el momento de firmar el tratado de paz. En el centro de ambos campamentos, aparte de un par de casas campesinas y una que otra tienda, está la escuela de Buenavista. Allá está también la Biblioteca Pública Móvil, un proyecto del Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional, que consiste en llevar libros y material audiovisual a lugares donde hoy funcionan las zonas veredales y que antes eran epicentros del conflicto armado y, más que eso, crear escenarios de diálogo entre los habitantes de la vereda. La Biblioteca ocupa un galpón pequeño, y más que un lugar para la lectura, se ha convertido en un punto de encuentro de la comunidad. Allá, los niños ven películas, los campesinos van a imprimir documentos y los excombatientes buscan libros sobre manualidades, doctrina o novelas rusas. Pero tanta actividad tiene un responsable: Julián García, el bibliotecario, un joven valluno que está radicado en el Cauca, amante del teatro y, como él mismo se denomina, “aprendiz de etnógrafo”. Julián llegó a Buenavista a comienzos de 2017 y en pocos meses, tanto comunidad civil como excombatientes, han aprendido a quererlo y a considerarlo uno de los suyos. Conocí a Julián y a su proyecto cuando asistí al lugar, invitada por la Biblioteca Nacional para dar una charla sobre la importancia de la lectura y la escritura en los procesos de memoria y reconciliación. Llegué a Buenavista en un campero destartalado, uno de los pocos vehículos que se atreven a transitar por una carretera que es más un barrial que una vía. Habíamos salido de Mesetas cerca del mediodía y nos tomó poco más de una hora cruzar un tramo que, de haber sido una carretera en buen estado, nos habría llevado a lo sumo quince minutos. “Quítense los zapatos para entrar”, pide Julián. Hacía unos días me había advertido que debía llevar botas pantaneras, impermeable y una buena chaqueta. “Esto es como Bogotá”, dijo, y no se equivocaba. La garúa incesante hace que todo esté en un perpetuo lodazal imposible de mantener limpio, por más empeño que se muestre. El piso del galpón, sin embargo, está impecable. Gracias a una mezcla entre disciplina y cariño, Julián le

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ha enseñado a los usuarios de la Bibliotecaque ese lugar es de ellos, y que es necesario cuidarlo para mantenerlo bien. Lea también: Literatura para salvarnos de la guerra Apenas tenemos tiempo de conocer la biblioteca, dejar nuestros maletines y ponernos de nuevo las botas, porque Omar ha accedido a llevarnos con su campero al campamento Simón Trinidad, ubicado un poco más adentro de la vereda, donde se encuentran los excombatientes que estaban prestando una pena carcelaria. El lugar, unas barracas prefabricadas en la cima de una pequeña meseta, es amplio y dicen que siempre hay comida y cama para quienes lleguen. Y llegan a diario, porque aún los presos no han terminado de salir de las cárceles. Apenas entramos nos reciben tres hombres que se encuentran conversando en la carpa de recepción. Son negros, todos tienen acentos diferentes, y apenas nos ven comienzan a llamarnos “monitos” y a hacernos bromas. Nos ofrecen un vaso de agua de panela helada, y nos llevan al comedor principal, donde nos esperan el director del comité de Cultura (las FARC conservan aún una estricta disciplina y sus integrantes se dividen en comités, a los que se les asignan tareas) y otro hombre que lleva una camisa del mismo azul que sus ojos. Quieren saber cuál es el propósito de mi visita, por qué es relevante que ellos me escuchen y cuál es mi historia. “¿Qué filiación política tiene?”, me pregunta el hombre de azul. Me parece curioso que esa sea la condición, y aunque me siento un poco intimidada, le digo que eso no es relevante. Luego de mirarme durante un par de segundos, accede a reunir a un grupo de personas dispuestas a escuchar lo que tengo que decir. Mientras se ponen en la tarea, me invitan a conocer la biblioteca, una pequeña habitación con libros, en su mayoría, de agricultura y poesía. El bibliotecario ha aprendido, gracias a Julián, los rudimentos del oficio, y está orgulloso de su labor. Luego de que el director del comité pudiera reunir unos treinta excombatientes, nos sentamos en una especie de aula de instrucción, aunque sin paredes. Hablo de la importancia de contar sus historias, no para culpar a nadie sino para comprender mejor el país. Algunos asienten, mientras que otros me miran con desconfianza. A mi lado se encuentra Leidy, su “seudónimo”, como ellos insisten en llamar el nombre que se ponen cuando entran a la guerrilla. Leidy tiene una chaqueta gruesa y unas botas de cuero, y su atuendo es más el de una sofisticada bogotana que el de una guerrillera curtida. Antes de iniciar la charla me da la receta de una ensalada de berenjena. Luego, cuando comienzan a hablar de los diferentes motivos por los que entraron a las FARC (tan disímiles como ellos mismos), Leidy dice que quiere contar su historia.

De no se dónde sale una niña de piel dorada y ojos verdes, de unos tres años. Carmen es la hija de Leidy y la única niña del campamento. Tal vez por eso es consentida, inquieta y demandante. Mientras su mamá relata sus orígenes, la nena le quita el celular (la nueva adquisición de los guerrilleros) y sale corriendo con él. Se cae, grita, y un grupo de muchachos la levanta y corren todos a ayudarla y a lavarle las manos, como si tuviera una corte de tíos ansiosos por servirla. En el Simón Trinidad hay aproximadamente 400 excombatientes, de los cuales solo treinta son mujeres. Carmen, entonces, tiene muchos padres adoptivos a su disposición. Leidy dice que proviene de Puerto Berrío, de una familia comunista. “Despertaba cada mañana entre cantos revolucionarios y aprendí a leer con La voz proletaria”. Su abuela, cuenta, cuidaba a los guerrilleros que enfermaban y los llevaba a una finca llamada La isla de Cuba, hasta que se recuperaran.

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Luego vino la represión del Estado, a comienzos de los años ochenta. Leidy, aún pequeña, aprendió que debía esconder el periódico revolucionario detrás de un ladrillo en la cocina cada vez que llegaba el ejército al pueblo. Su padre y su abuelo fueron encarcelados, así como los hombres de muchas familias del pueblo –entre ellos varios primos–, y era en casa de su abuela donde las mujeres se reunían antes de ir a visitarlos a la cárcel. Más tarde, la persecución fue además contra las mujeres. Su madre tuvo que huir y ella, con 13 años, se refugió en casa de los abuelos paternos. En 1984, mientras veía el noticiero con su familia supo que habían matado a su hermana. En las noticias no nombraban a su madre, pero Leidy sabía que estaban juntas y fue a buscarla. “Entré a una casa silenciosa, solitaria. Caminé de habitación en habitación llamándola y nadie respondía. Al final me dijeron que ella también había sido asesinada, frente a mi hermano, que tenía apenas dos años”. Desde ahí, no quiso estudiar más. Cada día le suplicaba a su tío que la dejara entrar a la guerrilla, hasta que este accedió. Leidy tenía 14 años. Julián, el bibliotecario, propone que se junten para contar sus historias. Luego de una pequeña discusión de fechas, determinan que él los visitará un día a la semana para escuchar, grabar y transcribir todos sus recuerdos, sus dolores, los muertos, los hijos, el futuro. “¿Y luego qué hacemos con eso?”, pregunta un hombre con un parche en el ojo y sin un brazo. “Un libro”, aventura alguien. “Total, nosotros hemos hecho cartillas”. “Un blog”, dice otro. Y se entusiasman con el nuevo proyecto. De regreso a la escuela, mientras caminamos a tientas por el lodazal (ya ha oscurecido), Julián cuenta que visita el campamento Simón Trinidad todos los jueves para dar un taller de escritura de proyectos productivos. Quiere enseñarles a estructurar proyectos, de tal suerte que puedan atraer capital privado para que invierta en sus ideas. El curso, que había comenzado con veinte personas, ya tiene cuarenta, por lo que se vio obligado a abrir otro módulo. Esa noche, mientras desafiamos el frío con un café dulce y sabroso, la profe y su mamá, doña Gladys, recuerdan cómo se vivía en esas montañas durante la guerra, y plantean los retos de una escuela tan pobre y tan pequeña. “Antes tuvimos refrigerios pero ahora, como no apoyamos al alcalde que salió elegido, los niños no tienen nada que comer”, se lamenta la profe. Mientras ellas hablan de su cotidianidad, pienso que todo se reduce a la política. Se rumora en la zona que el alcalde no quiere pavimentar la vereda, porque le dará prioridad a otra vía, donde unos amigos suyos tienen un predio. Otros dicen que la plata la invirtió en una finca. “Lo único cierto es que cada vez está peor la vía, debido además a que los camiones que entran con los materiales de construcción para las Zonas Veredales, están dañándola con su peso”. No todo es malo, sin embargo. En lo concerniente a la guerra, ahora pueden dormir tranquilos, porque saben que no habrá ataques en medio de la noche, ni bombardeos, ni helicópteros. Y también está la biblioteca, y Julián. “Los niños tienen un dispositivo de lectura ahora, y lo cuidan mucho. Es maravilloso tener acceso a libros, porque antes solo podíamos ver los textos escolares”, dice la profe. La mañana siguiente amanece nubosa y fría. La profesora y su madre se levantan al amanecer y conversan mientras se hace el café del desayuno. Luego comienza el ajetreo de la jornada escolar. Hay que limpiar la escuela, trapear los baños y dejar todo a punto para cuando lleguen los chicos, unos a caballo y los más a pie. “Se nos rompieron los vidrios, por eso tuvimos que poner mapas en las ventanas”, se disculpa la profesora, que me presenta y me deja sola frente a un grupo de niños y niñas que me miran como un bicho raro y parecen tan intimidados con mi presencia, que les cuesta hablar. Les pregunto qué quieren ser cuando grandes, y uno dice que quiere ser ingeniero civil, porque ha conocido a una ingeniera que se quedó en su casa durante un tiempo. Otro afirma que le gustaría ser piloto de helicóptero, pero no sabe bien para qué.

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Son chicos como todos. Quieren aprender, les gusta la escuela, jugar con los celulares y algún día, tal vez, viajar. Les gusta el campo, eso sí. Ordeñar y recoger café, y hasta los varones ayudan con las labores del hogar. Cuando les pido que me muestren qué están leyendo, sacan todos un Kindle de una bolsita y me enseñan un cuento infantil con ilustraciones. Siento que son, de alguna manera, afortunados. No solo tienen acceso a la tecnología, sino que la profesora trabaja con ellos (según su nivel) usando su dispositivo de lectura. A media mañana bajamos caminando hasta el campamento Mariana Páez. Aquí se desmovilizó el temido Bloque oriental, y de los más de 300 guerrilleros que llegaron, no queda sino la mitad. Algunos han ido a visitar a sus familias luego de conseguir los salvoconductos y otros se encuentran en actividades pedagógicas, pero del primer grupo no se espera que regresen. Contrario a lo que se ha dicho en las grandes ciudades, el Mariana Páez dista mucho de ser un hotel de lujo. El campamento aún es un cambuche, un poco más permanente que cuando estaban en la selva, pero igual de precario. Todavía duermen bajo plásticos (bien templados, eso sí) y aunque cambiaron hamacas por camas, los camarotes no parecen ser de una comodidad extrema. Unos se quejan, pero hay otros que se muestran menos agobiados. “Estamos acostumbrados a que el gobierno nos falle”, me dice alguien. “A mí no me preocupa que me falle en esto, con tal de que se cumplan los acuerdos”. Su seguridad es uno de los temas que más los preocupa, no solo porque temen que los maten en las ciudades sino porque han visto integrantes de la disidencia merodeando por la zona, y ahora que están desarmados, se sienten indefensos. Lea también: Testimonio sobre el libro y la alegría de leer “Aún así, no me gustaría volver a tener un arma”, dice Julián, uno de los comandantes del campamento, un hombre atractivo, que nació en el Sumapaz, y que exhibe un don de mando innato. “Todos tenemos hernias discales causadas por el peso de los fusiles”, añade, medio en broma, medio en serio. Nos encontramos en una carpa que hace las veces de centro de operaciones, con un escritorio, un computador y un par de termos de tinto. A diferencia del campamento anterior, en este están esperando mi llegada, con pequeños carteles colgados de la zona común, donde tres guerrilleros ven la novela de la mañana. Julián, sin embargo, prefiere que nos apretujemos en la carpa del escritorio, para evitar las interrupciones. Comenzamos a hablar de reconciliación y Julián asegura no tener ningún rencor. Resulta difícil de creer, pero es la primera vez que escucho a un excombatiente diciendo que no odia al otro. Comenzamos a hablar de literatura y son enfáticos en decir que la lectura es un asunto de suma importancia en las FARC. “Todos los días leíamos durante una hora, a las cinco de la mañana, mientras estábamos en el monte. Ahora tenemos menos tiempo, en parte porque vienen muchas visitas, pero también porque hay actividades paralelas, como la construcción (diariamente, sesenta hombres trabajan haciendo unas barracas similares a las del campamento vecino, con materiales que envía el gobierno)”. Una guerrillera interviene para decir que en muchas ocasiones la lectura se hacía en voz alta, mientras se encontraban en actividades como el rancho. “Leímos juntos libros como El conde de Montecristo, y cada día era emocionante porque queríamos saber qué iba a ocurrir”. También había espacio para la literatura rusa (comunista) o los libros de doctrina. Siempre tenían un libro en su morral, y lo intercambiaban con los compañeros al terminarlo, o con los de otro frente cuando se encontraban. “Éramos una biblioteca itinerante, la más grande de Colombia”, dice la guerrillera, y se ríe de su ocurrencia. “Pero no solo eso –añade Julián–. Había frentes en los que el comandante les pedía a todos que escribieran una página diaria. Un poema, una reflexión, cualquier cosa. Y de esa escritura cotidiana salían cosas muy interesantes”. Un muchacho que ha estado observando, decide intervenir. Dice que ahora solo tienen tiempo para leer los acuerdos de paz. Asegura que le dedican mucho tiempo a la interpretación de los acuerdos y a la reflexión sobre cada uno de los puntos. Esa afirmación me recuerda a un seminario, donde los aspirantes a sacerdotes hablan incansablemente sobre los pasajes de la Biblia y su interpretación. Le pregunto entonces si entiende los acuerdos, porque me parecen bastante enredados, y él me mira desconcertado, como si hubiera dicho una tontería. “Es cierto que no son tan claros –responde al fin– pero para eso hay cartillas”.

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Cuando tocamos el tema de la escritura, sin embargo, ninguno de ellos sabe qué decir. Comprenden la importancia de la lectura, pero no saben cómo pueden escribir algo significativo, más allá de esos acuerdos en los que la mayoría no tuvo nada que ver. Antes de que muera la charla, alguien menciona la cultura, como una generalidad, y los asistentes –miembros todos del comité cultural– se emocionan porque tocan un tema que no les es ajeno. Hablan de sus bailes, muchos aprendidos de comunidades indígenas, y de los ensayos que hacen a diario para presentarse en auditorios en ciudades intermedias como Villavicencio. Sin embargo, hay mucho más. A medida que la conversación avanza, el grupo se da cuenta de que tiene en su poder conocimiento único. Canciones como “Mensaje fariano”, un vallenato que se compuso hace 25 años y que hoy cantan con la misma devoción de un himno, hacen parte de un repertorio amplio de ritmos y letras que han sabido incorporar a sus fiestas y también a sus actividades pedagógicas. “También está el baile de las FARC”, ofrece entusiasmada la guerrillera que habló de libros (es inevitable, unos pocos son los que hablan). Explica que le llaman el “baile en cuadros” y que es único y particular del Bloque oriental. Después de pedirle con insistencia una demostración, alguien pone una canción a medio camino entre vallenato y cumbia villera y ella saca a bailar a un muchacho que se pone colorado de la pena. Bailan un poco, y parece demasiado difícil de imitar, así que nadie se aventura a seguir la fiesta. Los saberes, dicen, no se limitan al campo cultural. También conocen como pocos la selva, y las cualidades de cada planta. “Así no sepamos el nombre –dicen– sabemos que sirve para la leishmaniasis o para tinturar el pelo o para la piel, y esos son conocimientos que se transmiten de manera oral, y que conocemos todos los que hemos estado en 'la mata'”. “No hay que dejar atrás la gastronomía –dice Julián, al ver que se aproxima el mediodía–. También nuestra comida es única. Tenemos por ejemplo la cancharina, que es una especie de arepa, pero hecha de trigo, y luego freída”. Con ese último comentario, nos invita a almorzar arroz con pollo antes de irnos, una atención que agradecemos. Mientras comemos –compartimos la mesa con dos cachorros de siberiano, embarrados y hambrientos– escuchamos el sonido de una explosión. “Me mataron!”, grita alguien en el fondo. Siento que se mepara el corazón. “Se acabó la paz!”, grita otro, y aunque escucho las risas, no me tranquilizo hasta que no me explican que ha explotado un timbo de guarapo demasiado fermentado. Después del almuerzo comienza a llover. Tenía una reunión con la comunidad, y cuando aparecen los observadores de la ONU, que vienen a saludar, me advierten que no llegará nadie, porque esta era una vereda muy dispersa y resulta difícil reunirlos. Contrario a sus predicciones, sin embargo aparecen algunos, a caballo, para no perderse una charla en la que prefieren no participar. Julián me había advertido que sería así. Cuando llegó la horda de periodistas que acompañaba la dejación de armas, la comunidad había salido a contarles sus cuitas, con la esperanza de que sus palabras hicieran eco en Bogotá, pero no había resultado. Ahora no quieren hablar de sus historias, porque temen que se las roben y que queden convertidas en humo. Doña Gladys, que asiste para apoyar, habla de la importancia de la lectura, y al hacerlo, los demás asienten, pero explican que no tienen luz en sus casas, que no tienen tiempo y que, como Santiago que ya no ven bien. “Yo puedo ser sus ojos”, dice Julián, exhibiendo el mismo entusiasmo de siempre. Así, acuerdan reunirse también una vez a la semana para leer fragmentos de un libro en comunidad. Al despedirme, con la promesa de volver (“todos dicen lo mismo y nadie regresa”, se lamenta la profe), me quedo pensando en la cantidad de actividades que desempeña Julián. Aunque le quedan seis meses, laBiblioteca no se quedará sola. Casi desde que llegó, trabaja con Sandy, que vive cerca y que ya maneja a la perfección los procesos

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de la biblioteca. Le queda a ella continuar las actividades de Julián, y crear nuevas, dependiendo de las exigencias de la comunidad. Las historias, sin embargo, son otra cosa. Julián es un convencido de que cada uno de los grupos que conviven en Buenavista tiene que contar su propia historia y que nadie debería hacerlo por ellos. Solo así se aseguran de hacerlo bien. Sin embargo, cuando les pregunto a los niños quién quiere ser escritor cuando grande, nadie levanta la mano. Eso quiere decir que aún hay trabajo por hacer. Cuentos de Canto O cómo transformar la vida de niños, niñas y jóvenes a través de sus voces, cantando. Cristian Valencia Algunos de los niños que hacen parte de Batuta. Carlos Mario Lema

No se equivoquen: la sencillez sólo se logra a través del trabajo duro. Clarice Lispector Edgar David D. jamás olvidará que a los doce años alcanzó a husmear en los rincones del hampa. En un lejanísimo 2010 salía con sus amigos de barrio a buscar problemas y a montarla de necios por todos lados. Eran niños en ese entonces y aquello parecía un juego. No lo era. Y aunque los rezos de todas las mamás se hicieron con el mismo fervor para que los chicos enderezaran el camino, solo Édgar David abandonó para siempre la calle y los malos hábitos. Los demás siguieron en las mismas, continuaron jugando al maleante como quien juega rayuela y terminaron convertidos en rateros peligrosos que han estado presos varias veces. ¿Qué pasó para que Édgar David cambiara el rumbo? Pasó Batuta por el barrio Guasimales de Valledupar. Eso pasó. Batuta tocó a su puerta. No es una metáfora. Déiber y Kevin, los asistentes administrativos de los centros musicales, son cazadores de almas y recolectores de talentos. Con el tiempo han aguzado el olfato y saben a dónde ir, a qué casa tocar y qué palabras decir para que los chicos accedan, por lo menos, a conocer. El resto es una historia de magias y encantamientos. La magia está disfrazada de disciplina, de sentido común, de respeto por el grupo, de responsabilidades, de tareas, de retos y dificultades; los encantamientos suelen venir disfrazados de maestros. A veces llegan chicos con muchos problemas en sus dinámicas de aprendizaje. Renegados de pura sangre como Édgar David, que con sólo dos clases ya se sientan derechitos y atienden a pie juntillas todas las instrucciones de la profe Sandra Navarro. En Batuta todo tiene que ver con el sentido común. No hay reglas arbitrarias ni órdenes absurdas. Sentarse derecho, por ejemplo, es indispensable para poder disponer mejor del aire a la hora del canto. Cuando los niños escuchan por primera vez el poder de sus propias voces en el coro, comienza el gran truco de magia. El truco que hace desaparecer las dificultades. Claudia Milena tenía siete años cuando escuchó ensayar el coro representativo en el pequeño salón comunal del barrio Nando Marín. Era un sábado. Como los edificios del barrio están muy cerca uno del otro y en cada apartamento fácilmente pueden vivir hasta tres familias, las conversaciones familiares y los retazos trasnochados de alguna parranda vallenata retumban en el salón como si fuera el interior de un bafle. Para colmo de ruidos, casi siempre se juega un picaíto de fútbol justo al lado del salón, los vendedores ambulantes empiezan sus pregones estridentes y el camión de basura llega a recoger el contenedor con su máquina de ruidos cretácicos. Pero la niña Claudia Milena estaba hipnotizada por la magia,

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como los ratoncitos del pueblo de Hamelín, y a sus oídos sólo llegaba el coro de niños que entonaba La piragua. Fue un momento místico. Quedó petrificada a la entrada del salón, como una santa que reconoce la divinidad a las puertas de una catedral gótica. Comenzó a cantar desde allí, hasta que el profesor Samuel Cano y la profesora Sandra Navarro le dijeron que entrara. La mamá de Claudia Milena frecuentaba la sede por desconfianza. Sus tres hijas se la pasaban en Batuta. Llegaba cinco minutos después que ellas, se sentaba en una silla de atrás y se iba cinco minutos antes. Su labor de directora de seguridad y control le duró un par de semanas. Yohanna Venera, la psicóloga, se dedicó a conversarle hasta que todo salió a la luz. Le habían desaparecido a un hermano y temía que le pasara lo mismo con alguna de sus hijas. Ahora va de vez en cuando a saludar. Ya no espera lo peor. Ha visto cómo han cambiado las miradas de Claudia, Maritza y Nicole. Confía en Batuta; en la maestra y su equipo como si fueran familia. Lo son. Yohanna cuida muy bien esas relaciones y está en todo, hasta en el coro. Si le hubieran preguntado cuando niña qué quería ser cuando grande, es improbable que hubiera dicho psicóloga y cantante, como sí lo dicen los niños del Nando Marín: científico y músico, corredor de moto y músico, futbolista y músico. Le puede interesar: El papel del teatro en el posconflicto Una cosa es escuchar un ensayo del coro en las sedes de Guasimales, 450 Años o Nando Marín, y otra cosa es un concierto. Hace un par de años se presentaron en la biblioteca Rafael Carrillo Luque. El preámbulo fue lo de siempre: un maestro de ceremonias y un protocolo larguísimo de saludo a personalidades. Hasta que los anunciaron. Empezaron a aparecer niños por lado y lado del escenario y se formaron en tres filas, una detrás de otra. Más de setenta niños en escena —y la psicóloga cantante mimetizada muy al fondo—. La maestra Sandra Margarita Navarro encaró a su grupo, luego hizo un repentino gesto como de tigre africano y el coro comenzó a cantar Bonse aba, una canción de la tradición popular de Zambia. Lo hicieron en lengua bemba, frente a un público vallenato. Algunas personalidades despistadas preguntaron dónde estaba la sede para meter a sus hijos al coro, y se quedaron de piedra cuando se enteraron de la verdad de Batuta. En los lugares donde está el programa quieren que los niños canten en todas partes, para iluminar todos los eventos y para apoyar todas las causas. Batuta produce orgullo en todos los niveles: barrial, comunal, municipal y nacional. En Popayán, la encopetada y culta capital del Cauca, todos quieren el coro representativo en sus eventos. Es invitado de honor a las Procesiones Chiquitas, al Festival de Arte para Niños y al de Música Religiosa, que se celebran en la semana de Pascua. Uno de tantos conciertos que dieron sucedió después de la misa de seis de la tarde, en la iglesia de la Milagrosa. Esa tarde caía un aguacero bíblico sobre la Ciudad Blanca mientras los chicos reventaban los pulmones en el bus que los transportaba. Plenos de felicidad, cantaban Somos Batuta, un arreglo que le hicieron a una canción de Chocquibtown: Somos Batuta / estamos unidos / somos una fortaleza /nunca nos rendimos (…). Es verdad. No se rinden. En 2014 Batuta Popayán tenía que hacer cuatro conciertos. Eso figuraba en algunos papeles como obligación contractual. Dio veintisiete más. Y eso no estaba en los papeles. Claudia Josefina Dávila, la Chepa, dice que Batuta la rescató. Vive agradecida. Un divorcio la dejó con la autoestima bajo cero. Desde el momento en que entró a Batuta comenzó el rescate anímico y musical. Ya era una tremenda música, especializada en canto lírico y violín (viene de una familia de músicos: padre clarinetista, hermano saxofonista, y así). “En Batuta comencé a darme cuenta de que servía para muchas cosas”, dice. Para todos los maestros, Batuta es más que una institución; es una forma de vida. Los hijos de la Chepa son músicos también. “Mi hijo a veces viene a dar talleres de percusión y mi hija me colabora con la parte coral”, señala mientras mira una foto en la que el nevado Puracé sirve de telón para esa bonita familia. Tres veces por semana, a veces cuatro y a veces cinco, ensaya en el coro Estampas, que dirige Lucía Arciniegas. “La vida es igual en todas partes, lo que se necesita es gente que sea gente”, diría Clarice Lispector.

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Mauricio Salazar está en el coro y tiene unos doce años. Dice de sí mismo que era una piquiña en la casa. Hablar con Mauricio no es bueno para la salud anímica y mental de nadie. Es tan serio, tan dueño de sus actos, tan seguro de sí mismo, tan ser humano, que cualquiera desluce a su lado. Lleva en la escuela tres años y lo seleccionaron para la orquesta de Ciudad Blanca, la otra orquesta emblemática de Popayán. “Quiero especializarme en saxofón y canto”, dice. El orgullo que siente por ser parte de Batuta no cabe en ningún traje. Está muy agradecido. —El año pasado estuvimos en Buga. Conocí gente de Chocó y de Antioquia. Nos quedamos en un hotelazo. Y cuando cantamos la ópera Carmen, tuvimos profesora personal de francés, profesor de coro y profesor de teatro. Conocimos gente muy importante. Si no fuera por Batuta, ¿cuándo? Nunca. Es improbable que los niños de barrios populares tengan estas oportunidades. Oportunidades que cambian la vida, amplían horizontes y desaparecen dificultades como por arte de magia. Batuta es como el Camino Rojo. Lo que dicen del Camino Rojo le viene como anillo al dedo: se trata de formar hombres que se hacen conscientes de sí mismos y se miran hacia dentro. Que buscan trascender sus propios errores y defectos. Se trata de enfrentar a las fuerzas contradictorias que viven dentro de nosotros. Enfrentarlas con la música. Y con el método Batuta, que está lleno de enseñanzas para la vida entre cada nota del pentagrama. Vea: En Barrancabermeja, el arte es un arma contra la violencia Las aguas de marzo seguían haciendo de las suyas cuando la buseta llegó a la iglesia de la Milagrosa. Los niños descargaron los instrumentos y los pusieron a salvo en un salón; luego se juntaron con los chicos de la sede Las Palmas para un ensayo general. La imagen del concierto de la Milagrosa la protagonizaron dos chiquillas antes de comenzar el concierto. La que estaba de pie le hacía trencitas a la que estaba sentada. Cantaban en coro Allá en la montaña, mientras el mundo pasaba alrededor. La sede Las Palmas queda en un barrio que causa reticencias entre algunos taxistas. Dicen que es un barrio peligroso. El colegio está en la cima de una pequeña colina, desde donde se divisa buena parte de la ciudad. Tienen asignado un salón pequeñito. Y desde allí, el maestro José Efraín Tupaz despliega sus encantamientos. A principios de 2015 estaban comenzando el montaje de La fantástica, de Carlos Vives. Como todos los maestros de Batuta, José imparte instrucciones sin levantar la voz. Antes de terminar la clase de ese día, tenía tanto público afuera como alumnos adentro. Y todos cantaron La fantástica. Los de la clase y los de recreo. Qué clase la que tiene José. Se especializó en guitarra. Nació en Aldana (Nariño) y pertenece a una familia de músicos. También dice que Batuta le transformó la vida. Ese José, que cuando niño cantaba con sus amigos mientras sembraban papa, ahora transforma la vida de otros niños para siempre. Para bien. Todas las sedes musicales nombradas en este texto parece que estuvieran protegidas por montañas emblemáticas del país: la Sierra Nevada protege las de Valledupar; el Puracé, las de Popayán, y el Galeras, las sedes pastusas. El volcán Galeras tiene un nombre secreto que pocos conocen en San Juan de Pasto. Los quillacingas lo llamaron Urcunina, que significa “Montaña de Fuego”. Pocas personas saben ese dato, y quienes lo saben no lo usan a diario. Pero en el barrio Santa Bárbara hay una esquina, en la esquina hay una casa y en la casa está Urcunina. Para recordarles a los vecinos que es verdad: hay una montaña de fuego en Pasto y un centro musical en el que, además, se practica el bonito oficio de la memoria. Sandra Mora, directora del Centro Musical del sur de Pasto, es enfática: “Canto desde que existo”. Es una apasionada y se le nota en todo. La casa donde funciona ese centro la consiguió en comodato. La arreglaron con sus propias manos. El cableado eléctrico, las tuberías, los baños, la pequeña cocina, las cerraduras... Todo. Todo huele a impecable en aquel lugar. Sandra hace de lutier también: se lleva los instrumentos averiados para arreglarlos en casa. Cada profe de Batuta tiene su manera de comprometerse con el programa al tope de sus

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capacidades. Ella sabe que la pobreza económica es una circunstancia, porque vivió en condiciones muy austeras cuando niña. “Lo verdaderamente importante es la fortaleza y el amor familiar”, dice. La voz de Sandra es prodigiosa. Tiene una voz que sale como de la tierra, con la potencia de una montaña de fuego. En abril de 2015 tenía muchos estudiantes nuevos. Ensayaban, entre otras, Qué será, de Jairo Ojeda, una canción infantil con ritmos andinos, porque a ella le encanta la música andina, latinoamericana. Aún no había finalizado la clase y ya los nuevos tenían claro qué debían hacer y la mayoría se sabía las letras. “Antes de que termine el año voy a tener un coro con todas las de la ley”, dice. No es fácil formar un coro nuevo cada año. La base por lo general se conserva, pero siempre hay niños que llegan y otros que se van. La vulnerabilidad de las familias es una verdad que supera las estadísticas. Las relaciones que se tejen son hermosas y verdaderas. Cuando los chicos deben marcharse porque los padres buscan mejores horizontes o por lo que sea, Sandra y los demás compañeros mueren un poco. Por eso la entrega es total. “Nuestro paso por la vida no es gratuito; hay que aportar algo”, dice ella. En Batuta nada es hacer por hacer, tocar por tocar, cantar por cantar. Si están montando La piragua, investigan sobre el río Magdalena, la ciénaga de la Zapatosa. Los niños saben el significado de cada palabra que cantan. De la mano de la música vienen la historia de la canción, relatos del compositor, el país, el mundo. Nada es fácil para los maestros de Batuta, aunque todo parezca tan sencillo cuando hacen una presentación. Los maestros músicos están en constante aprendizaje y suelen ser implacables consigo mismos. Tienen una autocrítica devastadora que los hace competir con la sombra, como Peter Pan competía con la suya. Aparte de sus proyectos personales, donde investigan, sufren, ensayan y repiten hasta el cansancio lo mismo hasta que suena perfecto; una o dos veces al año tienen que viajar a Bogotá por cuenta de Batuta. Las capacitaciones son muy importantes en este tinglado tan eficaz. A comienzos de 2016 tomaron un taller de World Voice, un programa de formación que hace de la música una experiencia integral de aprendizaje, promovido por el British Council. World Voice está trabajando en diecisiete países de todos los continentes. Así que la perspectiva es de un valiosísimo intercambio cultural, porque este programa ha llegado para quedarse. El Centro Musical del norte de Pasto lleva poco tiempo en la sede Club de Leones, que pertenece al colegio Artemio Mendoza. Antes estaban en la sede del Hermógenes Samara, y antes en Zarabanda, y antes en La Floresta, y antes en La Paz, y antes en el barrio La Rosa, y antes en un salón que pertenecía a una casa cural. Tal vez no en ese orden, pero eso no importa. El hecho de que a dos cuadras de su lugar actual esté una comunidad de gitanos quizá sea una coincidencia, pero se trata de una de esas coincidencias muy bien puestas, como los mensajes secretos del destino. Germán Ruiz no parece darse cuenta de todo lo que ha trajinado con los niños por San Juan de Pasto. Conserva una sonrisa de recién nacido, inocente y feliz, que siempre está al servicio de sus pequeños alumnos. No acusa cansancio alguno. Germán ha compuesto varios temas para los ensambles de Batuta. A veces pone a los chicos a improvisar con sus voces. Germán toca en el teclado Besito de coco. Los chicos entonan el coro. El resto lo improvisan con ruidos que suenan a flautas, oboes, clarinetes y trompetas. Puro jazz. El salón donde trabajan también es pequeño, pero a estas alturas todos sabemos cómo lo hacen. O no lo sabemos. Sólo lo hacen. Así como El Principito logró meter un elefante en una boa y un cordero en un corral de papel. Así de sencillo.

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