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Editorial

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Carta del director

Carta del director

Un lugar de reencuentro

No era este curso muy diferente a otros, los mismos proyectos a los que se le fueron sumando muchos otros, los mismos preparativos para poner en marcha el curso, los nuevos compañeros y compañeras, la misma ilusión y compromiso con el alumnado. Sin embargo, algo estaba a punto de cambiar las vidas de todos y cada uno de nosotros, sin saberlo, sin presagiarlo. Se llenaban las aulas a mediados de septiembre con nuevas ilusiones, nuevas amistades, nuevas ideas y comenzaban las clases sin darnos cuenta del valor que tiene, que siempre ha tenido, la cercanía con los alumnos. Tener la posibilidad de poder formar parte de la educación de nuestros alumnos de una manera tan directa, poder resolver un problema, servir de ayuda y guía e intentar ser un referente para ellos. Nuestra tarea es esa, no es sólo ser transmisores de conocimientos, nuestra tarea es muchísimo más compleja porque además, tratamos de involucrarlos, tratamos de despertar su creatividad oculta o desarrollar la ya manifiesta, tratamos de despertar su curiosidad por algo que quizás sea parte fundamental de su futuro sin saber ellos que ese “algo” le apasionaba. Tratamos de aportar valores positivos para su educación, resolver posibles conflictos y contribuir a que el alumnado desarrolle habilidades sociales que le sirvan en un mundo muy a menudo hostil. Y así, entre timbre y timbre, pasaron los alumnos el primer trimestre. Hubo tiempo de conocerse, de entablar nuevas amistades, de reivindicaciones, de horarios desbordantes de nuevas experiencias por vivir en un aula, en un gimnasio, en un laboratorio, en una excursión. Hubo tiempo de tutorías, reuniones de equipos educativos, de preparación de clases o de material, hubo tiempo de participar en proyectos como la Semana de las Ciencias o para exposiciones. Hubo tiempo de conocer a los profesores, de trabajar, de reír con las anécdotas que siempre nos alegran las clases a todos, hubo tiempo de exprimir al máximo cada explicación y aprovecharla, para aprender a mejorar con nuestros alumnos, para aprender mutuamente, para saber qué necesitan de nosotros y nosotros de ellos y ofrecer lo mejor de nosotros en cada clase, a pesar de las dificultades. Pasaron los meses entre tardes de lectura, con el Club de lectura del Instituto y tardes en el club de robótica, pasaron los días cargados de actividades y ya comenzamos a escuchar en las noticias algo sobre un virus que no parecía tan amenazante y destructivo. Durante el segundo trimestre siguieron los preparativos de actividades, de conciertos, de excursiones, charlas y seguimos con nuestra valiosa normalidad hasta que de la noche a la mañana cambiamos nuestra cotidianeidad por una nueva realidad que jamás hubiésemos imaginado. Se quedaron por el camino proyectos inacabados, como la semana del Teatro, o la recepción de los profesores y alumnos del Proyecto Erasmus, los ilusionantes preparativos del concierto para tal evento, y además, se quedaron los alumnos de 4º de ESO sin el viaje de estudios y los de 3º sin el intercambio a Francia, que tanto trabajo costó sacar adelante. También se quedaron los alumnos de 1º sin su excursión a Los Toruños, entre muchas otras actividades. Ideas, trabajo, esfuerzo de alumnos, profesores, directiva, padres, madres, AMPA, en modo pausa sin posibilidad, al menos durante este curso, de continuar. Continuaron las clases, eso sí, de otro modo, pero continuaron. Moodle, Google Classroom, videoconferencias, correo electrónico corporativo e innumerables tipos de recursos y medios tecnológicos al servicio de la necesidad de continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje. En cuestión de horas el profesorado tuvo que adaptarse a esta nueva forma de enseñar, dedicándole tiempo y ganas de no permitir que nuestra cercanía con el alumnado se diluyese, con ganas de estar a la altura y poder apoyar a todos y cada uno de nuestros alumnos y alumnas. Y por supuesto, el alumnado y sus familias también han pasado por un proceso de adaptación sin precedentes a esta nueva manera de trabajar sin clases presenciales. El esfuerzo realizado por todos ha merecido la pena, seguro. Nos ha hecho reflexionar sobre la importancia y el valor de la cercanía con nuestro alumnado y nos ha enseñado nuevas formas de transmitir, de aconsejar, de enseñar. Ahora, todos hemos desarrollado de una u otra manera nuestra competencia digital, pero sobre todo hemos desarrollado nuestra capacidad para superar retos y situaciones difíciles. Nada será igual porque nunca nada es igual a como era antes, eso es parte de nuestro aprendizaje como seres humanos. Nuestras vidas están llenas de contratiempos y dificultades, sí, pero también de herramientas para superarlas, y sin duda, dos grandes herramientas para superar obstáculos son la educación y la formación.

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