El Itinerario 2014

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Se humill贸 a s铆 mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.

San Pablo.



“A los periodistas que notificaron, notifican y notificarán cada palabra y cada noticia de esta Semana Santa. A los profesionales de la imagen en general y a los fotografos en partícular que ponen sus ojos para mostrar la Semana Santa. A ellos, auténticos, pregoneros y barandales.”


“Quien tenga oídos para oír, que oiga; quien tenga ojos para ver, que vea”. Dijo el Señor

Qué es la Semana Santa en Zamora. A bote pronto parece fácil explicarla, condensarla en unos párrafos. Pero antes de tomar la palabra, permítanme cerrar los ojos y abrir el oído… Oír no es entender, oír es el paso previo para abrir el entendimiento, pero si este está cerrado, de nada vale el oír. No todos tienen oídos para oír, a menos que el Señor abra el entendimiento y el corazón. Podemos entender de la manera natural que emana de nuestra naturaleza y entender de la que emana de un corazón abierto, y por ello hay quienes oyen y no entienden, porque como dice el profeta Isaías, “se ha endurecido el corazón de este pueblo”. En esta tierra, surgida al arrimo del Padre Duero es bien sabido que cuando meditamos en el mensaje de Dios a través de nuestro Señor Jesucristo, observamos algunas expresiones que atentan a la orgullosa razón del hombre, porque apuntan directo al corazón, y no me refiero al músculo que bombea la sangre, sino que al alma del individuo. Y si de oír, escuchar y sentir se trata, en Zamora la verdad y la palabra se encuentran en su Semana Santa. Una Pasión que durante siglos ha permanecido inmutable. Una Pasión que se pierde en la noche de los tiempos el origen de la tradición cofrade; una expresión en las calles de los sentimientos religiosos más profundos, no siempre comprendida y no pocas veces desvirtuada. Pero ahora, les invito a ustedes también a que escuchen, desnuden el alma y se dejen llevar de la mano de esta Zamora que hoy se acuerda de los que fueron, de los que son y los que serán. Esta tímida, sincera y humilde ciudad castellana se cela de su propia expresión de Fe y devoción y les invita a disfrutarla con los cinco sentidos. A mirar con los


ojos de un niño, a escuchar con el corazón, a tocar el alma. Su Semana Santa está aquí; se respira y les susurra al oído. Diez días, de Viernes de Dolores a Domingo de Resurrección, en los que la capital se transforma y se multiplica, se viste con sus mejores galas y hace alarde de la hospitalidad y el buen hacer de sus gentes que abren los brazos a todo aquel que se acerque a vivir su Semana Santa. Así, la capital del Duero ofrece el mejor escenario para que ciudadanos, zamoranos de la diáspora y foráneos, vivan con la misma intensidad el fervor de una ciudad que palpita en cada una de sus calles. Una semana de espera, de ajetreo, de bullicio, de ansia, de ilusión, de emociones y sobre todo, de reencuentros. De familias que vuelven a juntarse cada Domingo de Ramos, el día de las palmas de gloria y el júbilo infantil, otras aguardarán al Miércoles y el Jueves Santo para fundirse en abrazos. Días de amigos, de compañeros, días de Hermanos. Hermanos que cada año comparten su momento especial, su silencio y penitencia. Donde los cofrades zamoranos vuelven a ser niños y viven con la misma emoción que la primera vez la salida de su cofradía. Madres y abuelas que preparan con mimo los hábitos con los que Zamora acompaña al Señor en su Calvario, a la Virgen Madre en su Amargura, Esperanza, Angustia y Soledad. Una ciudad que se descubre ante el visitante mientras se reencuentra con su pasado y tradición. Una ciudad que callará al paso de su Señor, al que entregará el corazón bajo su cruz y se congregará en un baño de multitudes para celebrar su sepelio, y despertar al fin, con gozo y alegría, el Domingo de Pascua. Desde el Arrabal hasta San Frontis y los barrios bajos de la ciudad, ya se oye la Pasión. Se asoma por el puente de piedra el tañido de las campanas del Barandales anunciando la llegada del Espítiru. Entre la piedra que es símbolo de esta ciudad, se escucha entonar del Jerusalem, el Atrio de la Seo espera impaciente su bis a bis con el Chelo, el dulce lamento del Bombardino se escucha en Olivares y el eco del Miserere impregna el adoquín. Resuenan las cornetas, los tambores y los clarines… mientras el Thalberg aguarda en San Juan, el Merlú prepara su llamada y la Horta prepara su flauta y tamboril. Se siente el tacto de la estameña, del raso y del terciopelo. La ciudad se viste de rojo y nazareno. Una clamando al cielo, a la luz de un farol, y ciudad se hace hilera de antorchas. En cualquier esquina y rincón de la bien cercada se impregna en sentir zamorano. Ya huele a palma de olivo, a incienso, a cera quemada, a clavel, a rosa, a lilas y a garrapiñada. Ya se oye gentío, y el silencio. Zamora calla y escucha. Y entonces, el alma se estremece. Pero Zamora no necesita de narrativa y brillante oratoria que le explíque lo que el corazón de esta tierra siente en abril. Semana Santa en Zamora es tan solo cuestión de abrir el oído, y de sentir antes que comprender. Y Zamora ya late, ¿no la oyen? Beatriz Blanco Santos Periodista


Un año más con el jueves de pasión empiezan los desfiles de nuestra querida Semana Santa por lo que en la mayoría de las casas zamoranas, se ven las túnicas colgadas, esperando el día de ponérselas para acompañar por las calles de nuestra ciudad a esos pasos que con tanta devoción y porque no con el orgullo de ser un cofrade más de los tantos que hacen que nuestra Semana Santa sea una de las mejores de España. Pero este jueves solo cogeré mi cámara , para poder inmortalizar el instante de los primeros sonidos de tambores que nos indican que nuestra querida Semana Santa ya está por las calles de la ciudad, la túnica la dejare para el martes, que junto con el farol, acompañare al Nazareno desde la Santísima Catedral hasta San Frontis, lo que si llevare son ese sentir tan emotivo que me llena mi alma de esa gran entereza cuando miro para él y rezando le doy gracias por las cosas buenas que me han sucedido y pidiéndole ayuda para que las menos buenas sepa llevarlas con esa entereza que sentimos los cristianos y la esperanza de que un día por ellas seremos recompensados como dicen las Bienaventuranzas.

Si pesa mucho la cruz al Nazareno he preguntado, responde con prontitud pesan más vuestros pecados. Cometidos atrozmente sin conciencia ni piedad, a tanta gente inocente que sufren tanta maldad.


Como le tengo tanta devoción, camino junto a esas personas que con una vela entre sus manos mirándole atentamente, van hablando con él e intuyo que contándole cada cual sus avatares y al mismo tiempo pidiéndole por aquellos que no han tenido la suerte de conocerlo para que ellos también puedan disfrutar de la paz que él nos trasmite. No sé si será porque en el traslado solemos ir los que sentimos una mayor devoción o porque todos los años nos vemos lo vivimos como una gran familia al rededor del padre , en quien todos creemos bien seamos de san frontis o de otro barrio que me siento como se suele decir en mi casa, con hermanos que siente lo que yo siento, piensen lo que yo pienso y esperan de él lo que yo espero y están junto a él por el mismo motivo que yo, porque aunque no sea en procesión cada vez que salga de su templo allí estaremos los que en el creemos y esperamos su perdón. Emiliano Pérez García.

Horario y recorrido. A las 20,00 horas celebración de la Palabra en la Iglesia Parroquial de San Frontis, a las 20.30 comenzará el traslado procesional por: Fermoselle, Avda. del Nazareno de San Frontis, Puente de Piedra, Avda. de Vigo, Cuesta del Pizarro, San Pedro, Plaza Fray Diego de Deza, Plaza Arias Gonzalo, Obispo Manso, Plaza de Pío XII y Catedral donde finalizará con la proclamación del Evangelio.


A un buen padre, cuya pasión emprendedora, propició el hallazgo del Santísimo Cristo del Espíritu Santo. Don Benito Peláez, in memoriam. Año del Señor de 1750. En la abadía de Sancti Spiritus, extramuros de la ciudad de Zamora, el Cabildo se hallaba reunido en pleno. Entre los asuntos a tratar se debatía la retirada del culto de un viejo calvario que, hasta ese momento, se veneraba en el lado de la epístola. -No podemos seguir mostrando a nuestros fieles unas imágenes que, lejos de llegarles al alma, les producen hilaridad -sentenció el padre abad-. De un tiempo a esta parte hemos observado que incluso los chiquillos se mofan de ese pobre Cristo cuando se acercan a verlo. Su expresión no les conmueve. El padre Damián, uno de los clérigos más mayores, profundamente enamorado del humilde crucificado que presidía el calvario, no daba crédito a lo que acababa de escuchar. -¡No puede ser…! –mascullaba para sus adentros, resistiéndose a creer que la talla que tanto veneraba pudiera ser retirada y vendida a un vulgar comprador sin otro afán que el de revenderla a otro lugar o, en el peor de los casos, ser pasto de las llamas en cualquier lumbre baja. -Hermanos, nos ofrecen por el calvario una generosa cantidad que ayudaría a sanear

las cubiertas de la iglesia -prosiguió el abad-. Es una ocasión que no podemos desaprovechar. -¡Votemos! –solicitaron varias voces al unísono. Y el Cabildo comenzó la votación siguiendo el sistema tradicional. Se dispusieron dos recipientes a tal efecto, uno para los votos positivos, que realizarían con alubias blancas y otro para los negativos, con alubias negras. Los canónigos, de espaldas a la asamblea, fueron depositando sus votos y, a continuación, comenzó el recuento. El secretario fue contando los votos en voz alta. La decisión fue casi unánime ya que, con tan solo un voto en contra, el Cabildo aprobó la retirada del altar del Calvario y su venta a un santero de la vecina Portugal. Pocos días después comenzó el desensamblaje del altar y las imágenes fueron trasladadas a un almacén anexo, situado en el huerto de



la comunidad, a la espera de que el comprador acudiese en su busca. Al padre Damián, le producía una enorme tristeza ver a su querido crucificado relegado al rincón de un trastero. Tanto fue así, que hasta el sueño le quitaba este hecho, por lo que una noche decidió que el Cristo no se marcharía de su iglesia. El buen clérigo conocía la existencia de un nicho en el muro sur del presbiterio, que se encontraba tapado pero que, tal y como el mismo se lo había oído a los mayores, fue utilizado en la antigüedad como archivo. Y que mejor lugar que éste para conservar “su Cristo” a perpetuidad. Allí lo escondería y podría seguir rezándole porque sabía que, desde allí, la sagrada imagen siempre escucharía sus plegarias. Habló con un jovenzuelo de la feligresía en el que tenía gran confianza y le pidió ayuda para acometer un plan que había urdido con el fin de salvar a la talla de su venta. -Esta noche, cuando todo esté en silen-

cio, me esperarás junto al huerto y, por favor, trae una sierra grande. Dios te lo premiará, hijo –le suplicó el padre Damián. -Quede tranquilo, padre, que allí estaré – prometió el muchacho. De madrugada, cuando todos los canónigos dormían, penetraron en el huerto y, sigilosos, trasladaron la imagen al interior de la iglesia. A la luz de los cirios y con relativa facilidad, comenzaron a destapar el nicho retirando su cobertura de piedras prácticamente sueltas. Las sospechas del padre se confirmaron cuando vio el tamaño del hueco: El Cristo no cabía en su interior. Con gran esfuerzo, le retiraron la cruz y le serraron los pies y un brazo para poder introducirlo verticalmente en el nicho. Pero, a pesar de todo, las reducidas dimensiones del habitáculo les impidieron poder guardar la cruz y el fragmento del brazo serrado. El tiempo apremiaba y no podían detenerse a fragmentarlos para introducirlos con el Cristo. -¡Hijo llévatelos y deshazte de ellos cuan-


to antes. No puede verlos nadie! –le suplico, nervioso, el venerable canónigo mientras el inquieto joven asentía con la cabeza. Una vez colocada la talla en el nicho, el padre Damián oró silenciosamente y, prestos, colocaron las piedras en su lugar. Allí no había pasado nada y el joven ayudante abandonó el lugar lo más rápido que su carga le permitía. Antes de retirarse a sus aposentos, profundamente agotado, el anciano padre procuró

dejar el almacén desordenado y con la puerta abierta, simulando un robo. A la mañana siguiente, el canónigo hebdomadario, fue el primero en dar la voz de alarma. El Cristo había desaparecido… Y así estuvo hasta las calendas de Mayo de 1963, cuando otro buen siervo de Dios, ayudado por varios jóvenes de la vecindad, propició su hallazgo pero… esa ya es otra historia. Juan Carlos Izquierdo Domínguez

Horario y recorrido. A las 22.30 horas comenzará la Procesión desde la Iglesia del Santísimo Cristo del Espíritu Santo, continuando por la Calle Espíritu Santo, Avda. Frontera, Calle Almaraz, Calle La Vega, San Martín, Cuesta del Mercadillo, Rúa de los Notarios, Plaza de los Ciento, Calle Arcipreste, Plaza Fray Diego de Deza, Plaza Arias Gonzalo, Travesía Troncoso, Calle de Corral Pintado, Plaza Antonio del Águila y Plaza de la Catedral, donde los Hermanos accederán al Atrio y se realizará la lectura de la Pasión de Nuestro Señor y a continuación el Coro de la Hermandad interpretará el “Christus Factus Est”. Continuando la Procesión por Plaza de la Catedral, Rua de los Notarios, Cuesta del Mercadillo, San Martin, Calle de la Vega, Calle Almaraz, Avda. de la Frontera, Ctra. de Almaraz y Plaza del Espiritu Santo, para retornar al templo de partida.


Cuando fuimos al Convento de las “Bernardas” de Benavente a tomar las primeras medidas de aquella trangresora túnica del Císter (hoy fuera de todo lugar con babero franciscano y medallón) nadie pensaba en el rumor de un río que nos iba a acoger cadencioso, sábados más tarde. Y es que Zamora también maduró gracias a la locura cofradiera de Espías y el Sábado de Lázaro. Aquella bendita idea de hacer algo que se nos da fatal en Zamora como era reconocer lo que es de ley a los nuestros y homenajearles como se debe. Pero ahí estriba el misterio de todo esto, la grandeza del género humano cuando crea, experimenta o compone en honor a Dios. La Hermandad de Luz y Vida quería ser esa luz nueva que sin provocar o erigirse como motivo de inspiración para las demás, sirviera como un punto de inflexión en la crisis de los últimos 80 y de los primeros años 90. Al principio y hoy, algo de aquella luz está viva. Rindió a la terapia colectiva de Zamora el Sábado místico de la resurrección de Lázaro con elementos nuevos y auténticos: las flores portadas a hombros; el cuarteto de



metales (que luego reconvertirían las Capas y conquistaría Valladolid con la Venerable Hermandad de la Orden franciscana Seglar del Paseo de Zorrilla); el cántico del Coro Sacro y por encima de todo, con aquella forma de visitar el Cementerio cargando a un Cristo en un formato numeroso al estilo malagueño o leonés en unas andas de grandes dimensiones, como si toda Zamora quisiera ser hombro para la imagen tallada por Pérez Calvo. El impacto se veía transformado en nuevos hermanos al año siguiente que prosiguieron aquella maravillosa locura del Quijote Espías y sus correligionarios, Vicente, Emilio Ufano, Eugenio, la familia Francia, Carmen Manso, Nacho Teruelo o Hernández Benito más tarde. Reincorporada a la semana sacra de Dolores a Domingo de Gloria, vivió su esplendor como una más, a pesar de ser la más joven de todas la corporaciones de la Pasión de Zamora. En la memoria colectiva quedaron las imborrables imágenes de aquella pana

verde que forraba sus primeras andas, los faroles eléctricos y los escapularios dibujados con el rostro del Señor de la Esperanza. Pero, ¿qué misterio guarda el sábado de Pasión en Zamora?; ¿qué sucede en la blanca piedra de la grisácea catedral y su cimborrio?; ¿Cuál es el verdadero movimiento de fe que resguarda la íntima y recoleta Vigilia Pascual?; ¿cómo consolar una frente hundida por el dolor y la pena?. En Nuestro Padre Jesús de Luz y Vida encontramos todas las respuestas al glosario de tentaciones del desierto. Mirada orante al infinito de nuestros corazones, actitud esperanzada y manos abiertas al perdón eterno, a la resurrección eterna porque Él es resurrección -rexurresit-. Hay un ángel que vela por nosotros ese día y devuelve a Zamora la fe en sí misma al romperse el orden del desfile en Cabañales, allí donde las Benditas Madres rezan por la redención conjunta de todos. Hay una cariñosa luz, brillante y vibrante en los focos


desmadejados del escenario del cementerio, hay una fuerza grupal y acompasada de sus hermanas y hermanos de paso, hay algo… -Rexurresit-. El alma dormida debe despertar, arranquemos de dentro lo mejor de nosotros para devolver esplendores desde la pureza de lo auténtico, lo añejo. Porque el rancio cofrade zamorano debe tener un patrón de creencia en aquella Cruz sagrada del Campo Santo, Puerta del Cielo de los buenos cofrades de Zamora. –Rexurresit-…

Sé nuestro buen Jesús y Señor de Luz y Vida, sé el faro y sé la guía, no dejes la senda abierta y tendrás su compañía. Príncipe de las Vísperas, vísperas de Pasión Ramos y olivos te aguardan, Pasionista del Perdón, de cipreses nace orlada el poder de tu razón. No te vayas, Padre Santo, vuelve siempre Redentor Zamora te está llamando nuestro Cristo del amor. Señor de Luz y de Vida, Cristo de fe y devoción… no abandones a Zamora por la senda del dolor. Vuelve la luz a nosotros que es Sábado de Pasión. Vicente Díez Llamas.

Horario y recorrido. Tras el Acto oración que se iniciará en el Atrio de la Catedral a las 19 horas y con el siguiente recorrido: Plaza de la Catedral, Plaza Antonio del Águila, Obispo Manso, Plaza Arias Gonzalo, Plaza de Fray Diego de Deza, San Ildefonso, Cuesta del Pizarro, Avenida de Vigo, Puente de Piedra, Plaza de Belén, Cabañales, Sepulcro y Cementerio, donde se celebrará el Acto “Ofrenda-Oración”, actuando el Cuarteto Musical “Jesús, Luz y Vida”, y el Coro de la Hermandad interpretando un de profundis. Sigue por Sepulcro, Cabañales, Plaza de Belén, Puente de Piedra, Avda de Vigo, Cuesta del Pizarro, San Ildefonso, Arcipreste, Plaza de los Ciento, Rúa de los Notarios y Plaza de la Catedral para retornar al templo de salida.


“No será este año, en el que miraremos al cielo clamando piedad, para que no vuelva a suceder, para que el grupo de Florentino Trapero traspase la puerta del museo”



Triste tarde aquella que sucedió, era un Domingo de Ramos, que bajo un cielo que lloraba, tuvo que contemplar como miles de niños volvían a casa con una palma mojada, no de lluvia, sino de lágrimas. Tuvo que ser una tarde en que la primera de nuestras procesiones tenía que dejar de salir a la calle para proclamar la grandeza de la Entrada de Jesús en Jerusalén. Tuvo que ser aquel 2013 que nos dejo mucho silencio roto en las calles. No será este año, en el que miraremos al cielo clamando piedad, para que no vuelva a suceder, para que el grupo de Florentino Trapero traspase la puerta del museo y para que alegres y juguetonas palmas acaricien los pies de nuestro salvador. Tarde de olivo y palma, de incienso y brillo, rojo cardenal y blanco nácar.

Horario y recorrido. Se saldrá a las 17:30 horas de la Plz. De Santa María la Nueva tras la bendición popular de las palmas por el Capellán de la cofradía, continua la procesión por: Barandales, Plaza Viriato, Ramos Carrión, Plaza Mayor, Renova, Plaza Sagasta, San Torcuato, Avda Alfonso IX, Santa Clara, Plaza de Sagasta, Renova, Plaza Mayor, Juan Nicasio Gallego, Reina, Corral Pintado, Plaza Santa Maria la Nueva para finalizar en el Museo de Semana Santa.


Niños hebreos aclaman, la llegada a Zamora de un Jesús sobre un pollino, en esa entrada triunfal sobre la plaza, cruzando por San Torcuato y volviendo por Santa Clara. Recuerdo con gran orgullo aquella tarde en la que me conquistó, sobre un tumulto de cabezas y caperuces, tu mirada templada, para desde aquel entonces no dejar de acompañarte ni una sola tarde de palmas. Este año podrá ser, en el que mi niña con una pequeña palma, pueda acompañar por primera vez a “La Borriquita”. Aquella que siendo niños, siembra en nuestros corazones esa simiente de Pasión y Sentimiento que llevamos con orgullo los zamoranos. Solo te pido una cosa, siembra esa semilla en el corazón de mi pequeña, para que todos los domingos sean de Ramos, para que todas las tardes sean de palmas, para que todos los días sean de Semana Santa, y que perdure por siempre acompañarte vestida de rojo cardenal y blanco nácar. Juan Manuel Bragado Molina Para mi hija Verónica


“Desde San Lázaro al museo, Zamora está con la Tercera Caída, con su música y sus símbolos, el cariño de los que nos precedieron se enlaza con las aspiraciones futuras”



Una de las procesiones que recuerdo con cariño de mi infancia es la hermandad de Jesús en su Tercera Caída, conocida antaño como “ex-combatientes”. No se me olvida que en tarde soleada, los congregantes recorrían San Torcuarto y a la altura del antiguo comercio el “Bazar J” donde siempre la presenciaba, veía con asombro y curiosidad las hebillas plateadas en los zapatos de los hermanos, todo un símbolo ahora perdido. Se habla, con opiniones más o menos encaminadas hacia la realidad, del significado de este desfile religioso, si está inmerso en la parafernalia militar, o si se cumple en toda su magnitud el carácter espiritual que animó a la creación de esta cofradía. Particularmente creo que los principios que confluyen en esta hermandad se ajustan a las directrices de lo que es una procesión que conmemora la Pasión del Señor. Y aparte todos estamos de acuerdo que fue necesario fundar una co-

fradía como la del Sábado de Dolores, que rindiera homenaje de respeto y admiración por los que hicieron posible la Semana Santa. Pues por la misma razón, la creación de la Tercera Caída se orientó para orar y recordar tanto a los hermanos fallecidos, como a los que nos dejaron sabedores de que lo que pretendían era alcanzar un lugar de convivencia más justo y equitativo. El acto entre el silencio de los ciudadanos, los pasos en el entorno preferente y el canto de “la muerte no es el final” se me antoja, aun admitiendo opiniones encontradas, una acertada seña de identidad de esta cofradía. El toque de silencio por la banda de cornetas y tambores como colofón de tan emotivo recuerdo, hay que valorarlo en el significado que lleva implícito. El emblema de la hermandad la laureada de San Fernando que es la máxima condecoración al valor y al sacrificio, la lucen


todos los congregantes con orgullo, sabedores que continúan con una tradición que inspira los más nobles valores de nuestra tierra. Desde San Lázaro al museo, Zamora está con la Tercera Caída, con su música y sus símbolos, el cariño de los que nos precedieron se enlaza con las aspiraciones futuras. Aquí El Salvador con la cruz en la espalda y la mirada de dolor, junto con la Virgen de la Amargura tienen mucho que decir y en ellos confiamos ... ... Jesús con la cruz acuestas caíste mas de una vez. Por nuestras culpas indignas las caídas fueron tres. Mucho pesaba la Cruz y más nuestra iniquidad, sólo el padre te dio fuerzas para poderla llevar. José Marcos Diez.

Horario y recorrido. Sale a las 20:30 horas de la Iglesia Parroquial de San Lázaro por: Av. de la Puebla, Feria, Riego, San Torcuato, Benavente, Santa Clara, Sagasta, Renova, Plaza Mayor, donde se realizará el acto por los fallecidos de la Hermandad para continuar por, Juan Nicasio Gallego, Reina, Corral Pintado, Plaza Santa Maria la Nueva para finalizar en el Museo de Semana Santa.


El frío del invierno se colaba a través de los muros de la iglesia conventual. El viento silbaba furioso en el exterior y hacía que se estremecieran los vidrios de los ventanales de la capilla del Santo Cristo. Un profundo silencio se apoderaba del momento; una quietud tan intensa que permitía escuchar el crepitar de los cirios encendidos a los pies de la sagrada imagen. Como cada día, Fray Alonso de Nebreda, postrado de rodillas, elevaba sus plegarias a la bendita imagen del crucificado, al que saludaba siempre a su manera: -Señor, aquí me tenéis, como siempre. Aquí está vuestro siervo… Bajo estos hábitos no se esconde nada más que un humilde pecador -confesaba el fraile con gesto de arrepentimiento-. No, Señor… a vos no puedo engañaros...


De esta forma tan sumisa, se presentaba un honrado lego, cuya vida fue tan ejemplar y llena de virtudes que, incluso entre los suyos fue considerado un santo varón. El fraile veía confortado su espíritu cada vez que “dialogaba” con aquella imagen del Señor crucificado. No en vano, el tomó los hábitos de la orden alcantarina por estar cerca de Dios, una divinidad siempre reflejada en aquella imagen que tanto veneraba. Una talla que se consideraba milagrosa al atribuírsele la virtud de ayudar a los moribundos, proporcionándoles sin sufrimiento el tránsito al mundo futuro. El tiempo parecía haberse detenido en el retiro del convento de los padres Descalzos. La rutina de la vida monástica, sus quehaceres y oraciones no se fijaban en el calendario que lenta, pero inexorablemente, iba haciendo mella en la maltrecha salud de Fray Alonso. Y llegó el día en que el religioso, siempre puntual a su cita diaria con el Santo Cristo, no pudo salir de su celda. Postrado en su cama, enfermo y desvalido, sufría por no poder acercarse a orar ante la imagen. Se hallaba preso de unas terribles fiebres y, continuamente, tenía visiones en las que se le aparecia el maligno haciéndole preso de un gran sufrimiento por los temores que le causaba. Pasaron varios días y, lejos de mejorar, la vida de Fray Alonso se marchitaba. De sus labios apenas salía un hilo de voz que decía: -Señor, ten Piedad… de mí.


Durante los largos años que pasó recluido en el cenobio, siempre anheló que el Cristo de sus desvelos pudiese ser venerado por el pueblo pues quiso el destino que aquella imagen fuese condenada vivir en la clausura monacal, desde su hechura, sin que nadie pudiese verla. El fraile sabía que dejaría este mundo su poder ver cumplido su sueño, pero, días mas tarde, una extraña visión comenzó ha apoderarse de su ser, confortándole gratamente. Por su mente pasaban, continuamente, unas oníricas imágenes en las que se veía a sí mis-

mo. Presenciaba claramente como, en medio de la oscuridad, en una noche cerrada, se aproximaba hacia él una larga fila de frailes vestidos de blanco en medio de la nada. Un cálido resplandor, proveniente de las teas que portaban los frailes, iluminaba su rostro. Las imágenes, fugaces, iban y venían, mezclándose con la fría visión de la ventana enrejada de su celda. Cuando el trance volvía apoderarse de él, podía contemplar la extraña imagen de un crucificado, que no era otro que “su Cristo”,


transportado en posición inclinada por varios frailes. Una postura que acentuaba su padecimiento y que al buen fraile le contrariaba cada vez que se le representaba. Las fiebres aumentaban mientras, en su interior, resonaban relajantes cánticos monacales que le impedían sentir dolor alguno: Jerusalem, Jerusalem… Y, de pronto, tuvo una visión celestial, una nebulosa que se expandía ante su presencia y, de nuevo pudo verse a si mismo, caminando hacía la luz mientras una grave y sonora voz le decía: -¡Ahora estás conmigo…!

Fray Alonso tuvo lo que deseaba cuando su cuerpo agonizaba. La sagrada imagen, a la que tantas veces rezó durante su vida, le concedió lo que verdaderamente necesitaba: una Buena Muerte. Aquello sucedió hace siglos y hoy ese Cristo, de rostro sereno y agónico, ve pasar los días desde su altar de la Iglesia de San Vicente y, en la media noche de cada Lunes Santo, un puñado de cofrades-monjes pasea, sin saberlo, la memoria del buen Fray Alonso de Nebreda por las calles de Zamora. Juan Carlos Izquierdo Domínguez.

Horario y recorrido. A las doce de la noche se inicia la procesión en la Iglesia de San Vicente Mártir, para continuar por la plaza del Fresco, calle de Mariano Benlliure, Plaza Mayor, Balborraz, Zapatería, Plaza Santa Lucia, donde el Coro de la Hermandad, entonará el JERUSALEM, JERUSALEM, en honor del Stmo. Cristo de la Buena Muerte, para seguir par Cuesta de San Cipriano, Chimeneas, Doncellas, Moreno, Damas, Hospital, Plaza Santa Maria la Nueva, Motín de la Trucha, Ronda de Santa María la Nueva, Arco de Doña Urraca, Plaza de la Leña, Ramón Álvarez, Costanilla, Mariano Benlliure, Plaza del Fresco, para retornar al Templo de salida.


“Y es entonces cuando el Duero, con su reflejo de plata, pone estrellas sobre un manto verde, que ya aguarda la caricia, de su hijo�



Atardecer de púrpura y Esperanza, sobre las aguas del Duero bajo un puente de reluciente piedra, reflejan en los remolinos morados caperuces sobre estameña blanca. Faroles negros con cúpula catedralicia, guardan velas encendidas que titilantes acompañan las estaciones de un Via Crucis, seguido de un Nazareno silente y una Virgen de manto verde que aun rebosa Esperanza. La banda marcará el camino, saliendo de la Seo, y encaminando la Rua. La seguirán catorce estaciones labradas en los cruceros que recorren la plaza. Al lento caminar, un espectador que no falla, como todos los años Viriato guarda su plaza, sobre un ariete y su roca, la Virgen muy cerca pasa, mientras el Nazareno prosigue el camino y comienza la bajada, la plaza de Santa Lucia los aguarda sin tardanza. Y es entonces cuando el Duero, con su reflejo de plata, pone estrellas sobre un manto verde, que ya aguarda la caricia, de su hijo en la barriada. Cabañales los despide, muy despacio y silencioso, inclinando hacia la luna, una mirada quebrada, de aquellos ojos llorosos que aguardarán su Esperanza.

Es la hora del Mozo, ese de ahí de San Frontis, aquel que espera su rezo, en la avenida que lleva su nombre, bajo un lento caminar pero colmado de oraciones. Muy cerca está ya su casa, que lo aguarda con ternura, no sin antes resonar su marcha con gran dulzura. ¡Nazareno de San Frontis, no nos dejes ya sin más!. Mientras su rostro se gira para hablarnos y clamar, que su hora ya a llegado y que nos toca esperar, otro año silenciosos hasta el traslado que le devolverá a la ciudad, si, para abrirnos las puertas de otra Semana Santa más. Juan Manuel Bragado Molina


Horario y recorrido. Sale a las 20.15 horas de la S.I Catedral por: plaza de la Catedral, Rúa de los Notarios, Plaza de los Ciento, Rúa de los Francos, Plaza Viriato, Ramos Carrión, Alfonso XII, Plaza Santa Lucia, Puente, Puente de Piedra, Plaza de Belén, donde el Nazareno despide a la Virgen de la Esperanza, la cual se dirige al convento de las M.M. Dominicas Dueñas. El Nazareno continúa su recorrido por la Avenida de su mismo nombre a lo largo de la cual se reza el Vía Crucis, calle Fermoselle hasta la Plaza de San Frontis, para terminar en su Templo Sede.


“Cristo vivo, con la cabeza escasa y delicadamente ladeada hacia su lado izquierdo, contempla y pronuncia las septem verba�



Martes Santo. Oscurece a la orilla del río Duero en la ciudad de Zamora. Es medianoche. Apenas unos minutos pasan desde que el Nazareno de San Frontis, con la cruz a cuestas y con hábito morado entra en su pequeño refugio románico en el barrio que le dio nombre, extrapontem, tras haber recordado en su trascurso por la avenida homónima y precedente a su morada, cada una de las catorce estaciones del Vía Crucis. En el otro margen del río aguardan la salida de la procesión de las Siete Palabras sus hermanos y hermanas ataviados con estameña blanca y con caperuz y fajín verde musgo, completándose el hábito con unas sandalias que evocan la humildad y espiritualidad de la Orden Franciscana, así como un hachón con cirio que, en procesión, va dibujando con sus llamas la silueta del recorrido y le otorgan ese carácter penitencial y austero que hace única la Semana Santa de Zamora. Dan las doce en punto de la noche y la puerta principal de la Iglesia de Santa María de la Horta se abre para dar paso al magnífico crucificado al que exquisitas manos anónimas dieron forma allá en el siglo XVII. Cristo vivo, con la cabeza escasa y

delicadamente ladeada hacia su lado izquierdo, contempla y pronuncia las septem verba antes de su fallecimiento en la Cruz. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, “en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso”. Las calles de Zamora enmudecen al paso cortejo donde únicamente se escuchan los golpes destemplados de tambor. Siete estandartes con las siete palabras acompañados, cada uno, por un crucifijo de pequeño tamaño. Muchos cofrades posan sus pies desnudos sobre el frío pavimento en actitud de penitencia. “Mujer, aquí tienes a tu hijo… hijo, aquí tienes a tu madre”, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. La comitiva avanza por las estrechas calles de la ciudad cercana al río, camino de la plaza de Viriato donde, en un solemne acto, tendrá lugar la lectura de estas palabras en presencia del Cristo de la Agonía o de la Expiación, y también de mil setecientos hermanos ocultos tras los verdosos caperuces. “Tengo sed”, “Consummatum est”. Dirigiendo la mirada a Dios, el Cristo zamorano vuelve a su hogar, a ocupar el frío y oscuro


ábside de la Horta, a donde llegó en los años setenta del pasado siglo tras recorrer otros templos de la capital como Santo Tomé y Santa Lucía, aunque su lugar de procedencia original sea la ermita de Santa María de Villagodio. El dominio anatómico de su escultor se hace patente en la marcada fisionomía de la imagen, únicamente cubierta por el paño de pureza, atado a su cintura por una soga. Su rostro denota sufrimiento que se ve remarcado por los numerosos surcos de sangre que brotan de sus heridas producidas por la corona de espinas y los azotes. La obra barroca se introduce en el templo de Santa María de nuevo. Es de noche. Silencio en las calles de Zamora. Pater in manus tuas commendo spiritum meum. Rubén Domínguez Rodríguez

Horario y recorrido. Sale a las 12 de la noche y se iniciará el desfile por C. de la Horta, Zapatería, Pz. de Santa Lucia, Cuesta de San Cipriano, C. de Eduardo Barrón, Pz de Claudio Moyano, Pz de Viriato donde se rezaran las Siete Palabras. Continuará por Pz Mayor, C. de San Andrés, C. de Santa Olaya, Pz. de Santa Eulalia, Cuesta del Piñedo, C. de Puerta Nueva C. Corredera, Pz Santo Tomé, C. Tenerías, Avda del Mengue, Pz San Julian del Mercado, C. la Plata, Caldereros, y C. de la Horta hasta el templo de salida.


Aquel hombre, aquel monje, llegaba todos los miércoles a primera hora de la tarde a los pies del Crucificado. A los pies de la cruz del Cristo de Las Injurias, después de hacer el camino desde las ruinas del convento de San Jerónimo. Llegaba para rezar uno de los treinta credos que se le rezan a este Cristo en esta ciudad y en la Catedral. Me llamó la atención no porque rezara, si no porque llegaba con su habito de monje, con la cabeza baja, las manos unidas en actitud de recogimiento y sin esconderse. Lo veía un día, al siguiente y todos hasta completar treinta seguidos. No sabia de que orden monástica era ni conseguía identificar su indumentaria con ninguna de las que conozco. Algunas veces lo esperé para fotografiarlo pero me infundia tanto respeto, que no conseguía una instantánea que no fuera forzada por más que intentaba que no lo fuese. Varias veces tuve la intención de acercarme a él para dialogar, para disfrutar de la paz de la que parecía gozar y para contagiarme de su humildad y bondad; rezumaba. Me di cuenta que después de cada treinta días, el treinta y uno no acudía a su cita. No sabia. Los quehaceres diarios me apartaron poco a poco y día a día de la intriga que me producía el monje de la catedral. Me fui olvidando de él y de su trasiego diario.



En unas navidades me acerqué, otra vez, por la catedral para hacerle una visita al Cristo y saludar a mi buen amigo Juan Carlos, felicitarnos las fiestas, y charlar un poco de la Semana Santa y de otras cosas varias. Allí estaba Arturo. En el devenir de la conversación dimos con el tema del “fraile amable” que era como lo conocían Arturo y Juan Carlos. Ninguno sabíamos nada de él, ni de donde era, ni el porqué de su actividad y tanta constancia en ello. Tanta perseverancia en los días, menos en uno de ellos de los de cada treinta. Tan intensa fue la conversación sobre el personaje que decidimos investigar hasta casi espiar. Preguntamos a canónigos, sacerdotes y devotos que algunas veces coincidían. Nadie sabia nada y todos teníamos la misma intriga. Paseamos cerca de él, en el menor de los descuidos desaparecía. Rezamos junto a él sin llegar a verle el rostro. Meditamos con él sentados en el mismo banco; nos transmitia paz, armonía, sosiego. Poco a poco nos fuimos acercando mutuamente; interactuábamos en gestos, en plegarias en sentimientos.

Miércoles Santo del año 2000. Juramento en la plaza de la catedral. El “fraile amable” no había acudido a la cita. El Cristo de las Injurias Se hace presente en el atrio de la catedral y camina en su mesa, lentamente hasta las puertas de la reja. Son las ocho de ta tarde; tañe la bomba. Silencio. El Cristo de las Injurias preside el juramento. En el medio del atrio un hombre; de rodillas y con habito monacal. El Cristo desaparece de la plaza y el monje del atrio. Pasados los días, pasada la Semana Santa decido acercarme hasta la catedral con la intención de abordar al monje y terminar con la intriga que a tantos nos tiene expectantes. Planeamos un plan para charlar con el fraile. No hizo falta. Sentado en un banco de la capilla de San Bernardo estaba él y hasta su lado llegamos. Oramos en silencio – Mi nombre es Tomas. – El fraile se levanto caminó de forma cadenciosa


hasta la puerta del Obispo de la Catedral y salió de la ciudad por la puerta de la muralla y su figura se fue diluyendo. Aquello nos dejo con la boca abierta, sin poder hablar. Su voz cansada, envejecida pero serena; nos dejo de esa forma. Al día siguiente la misma visita y en el mismo sitio. De rodillas termino su creo y volvió a sentarse. “Me crío mi abuela Isabel; no conocí ni a mi padre, que perdió la vida en las guerras de Flandes, tampoco a mi madre que al darme la vida perdió la suya. A los 15 años me quedé solo, un fraile del convento de San Jerónimo me llevó ante el Cristo, y me dijo que no pecara nunca después de intentar que me quedara de novicio en el convento. Me fui y me alisté en los tercios y allí se me conoció y alcancé fama por lo bueno y por lo malo hasta ser expulsado de mi tercio por indigno. Soy el culpable de la profunda herida que causa la mas cruel de las espinas que coronan la cabeza de ese venerado Cristo. El día que no vengo a ver y a rezar ante tan venerable imagen, ayuno”. Jesús Salvador Cecilio

Horario y recorrido. A las 20.30 horas se congregan los Hermanos en la plaza de la Catedral, tras la ofrenda de silencio y juramento, se inicia el recorrido por la Rúa de los Notarios, Rúa de los Francos, Plaza de Viriato, Calle de Ramos Carrión, Plaza Mayor (sin vuelta), Calle Renova, Plaza Sagasta, Calle de Santa Clara, Avenida de Alfonso IX, Calle de San Torcuato, Plaza Sagasta, Calle Renova, Plaza Mayor (centro), Calle de Juan Nicasio Gallego, Calle de la Reina, Calle Corral Pintado y Plaza Santa Maria la Nueva donde finalizará la procesión recogiéndose en el Museo de Semana Santa.


El Barrio de Olivares de Zamora se viste de luto en la noche del MiĂŠrcoles Santo



A las 12 de la noche del Miércoles Santo y desde la Plaza del San Claudio del barrio extramuros de Olivares, se produce nuevamente el milagro de anunciar al pueblo que el Santísimo Cristo del Amparo, acaba de agonizar. Se abre el portón de la emblemática iglesia románica y antigua de San Claudio (siglo XII) para dar salida al cortejo fúnebre encabezado por el estandarte y cruz guía de la cofradía popularmente conocida como la de las “Capas Pardas”. Cofradía , austera , sobria y penitente formada por 150 hermanos amparados por sus capas alistanas, portan entre sus manos un farol de pajar que apenas ilumina su rostro escondido en la chiva de la capa de pastoreo tradicional de la Zamora tras-os-montes, caminando con paso lento en formación de cruz latina. Cerca, muy cerca el padre Duero, testigo y vecino eterno, enmudece su rumorear cuando aparece el Santísimo Cristo del Amparo, enhiesto en su paso de sencillas andas, flanqueado por cuatro faroles que ilumina la figura de Cristo muerto con su rostro sereno y boca entre abierta, en cuyo cuerpo se le detectan las marcas de haber sufrido los efectos de la flagelación. Acompañado por los 12 hermanos de paso, y unos cardos secos del campo con una calavera como elementos decorativos, el cortejo, con la luna como testigo, se encamina al ritmo que indican los dos tambores destemplados hacia el interior de la ciudad amurallada. Rompen el silencio de la fría noche seis matracas que emiten un metálico sonido ensordecedor, un bombardino tocando salmodias, y un cuarteto de viento que envuelven a modo de humilde musical oración el desfile atravesando las empedradas calles de la Zamora medieval y a su paso por la Plaza de San Ildefonso se reza un Vía Crucis sin detenerse y emprenden seguidamente su retorno hacia el templo de salida.

Y cuando el paso del Santísimo Cristo aparece en la plaza de entrada a su iglesia, el sordo maridaje del tañer de la campaña de la torre y las matracas se silencia porque un coro de hermanos comienzan a entonar un miserere, el miserere alistano en su entrada al templo.


Ten mi Dios, mi bien, mi amor misericordia de mí, ya me ves postrado aquí, con penitente dolor: ponga fin a tu rigor una constante concordia, acabase la discordia, que causó el yerro común, y perdóname según, tu grande misericordia…./…

Y así un año más se ha conseguido cumplir con la representación de este auto sacramental, el cual se viene celebrando desde 1956, año que empezó a andar este desfile procesional auténticamente castellano y de ambiente rural. Emilio J. Alonso Fagúndez

Horario y recorrido Sale a las doce de la noche de la Iglesia parroquial de San Claudio de Olivares, para continuar por Plaza de San Claudio, Calle del Cabildo, Avd. de Vigo, Cuesta y Calle del Pizarro, Rúa de los Francos, Plaza de San Ildefonso (donde se reza el Vía Crucis al paso de la procesión, sin que ésta se detenga), Plaza Fray Diego de Deza, Plaza de Arias Gonzalo, Obispo Manso, Plaza de Antonio del Águila, Puerta Cuesta del Obispo, Rodrigo Arias, Plaza de San Claudio, donde se canta el miserere castellano.




A La Esperanza no se le llama de tú, como a La Sole. No es tan próxima, quizás, no tiene esa tristeza vespertina que sigue igual un Viernes Santo que un sábado de febrero o un martes de agosto, con ese calor y con la misma soledad compartida. Soledad tiene esa tristeza aniñada que la hace hermana, o quizás prima, de La Esperanza, que duerme en San Frontis con la cara un poco más alta, mirando hacia adelante, atisbando el río, puede ser, llenándose de él, esperando a que la saquen a pasear un Jueves, triunfal, hasta la Catedral más bonita del mundo. Como si nada. Esperanza vive extramuros, lo que a lo mejor es una ventaja para la fe. Hay menos historia, es más reciente y seguramente más vistosa. Esperanza espera hasta el Jueves por la mañana para salir a la calle con menos frío que si fuera Viernes. O siempre me ha parecido así. El Jueves Santo es un día en el que si no sale el sol, aunque sea un rato, a lo mejor no es jueves. O sea que Esperanza espera a que la ilusión, sobre todo, y la fe, también, la vayan a buscar de luto, con mantilla y peineta y ese arrebol en las niñas sin medias, en las adolescentes que estrenan de todo, en las madres que atesoran encajes y amor y paciencia y en las abuelas que derrochan años y más amores y el mismo arrebol que sus nietas. Hay prisas al llegar, casi atropello, que se mezcla sabiamente con la coquetería, la sonrisa abierta, ese ajustarse la peineta al moño recién hecho, ponerse bien la cinta de la medalla que siempre se enreda en el cuello de la blusa, acomodarse a unos zapatos siempre demasiado altos y nunca suficientemente cómodos, para qué. Y una campanuca de pueblo, pequeña, llamando a una misa antigua, anuncia que Esperanza está en la puerta ante un remolino verde y negro y seguramente feliz. Entonces se ordena un cortejo casi náutico que va a cruzar el puente con algo de prisa para componer una de las estampas más luminosas de la Semana Santa zamorana, abierta, exultante, seguramente esperanzada. Es ahí donde


hay que estar, donde hay que ponerse, al final del puente, en esta orilla, donde los castizos van a piropear a las mozas y a sonreír a sus madres, donde los clarines van a romper la mañana, a espantar el frío, a contarle a todo el mundo que se ha iniciado ni más ni menos que la Pasión de Cristo y que hoy es fiesta grande. Porque es ese desfile de encajes el mejor preludio femenino de algo, de lo mejor, que está por llegar. Hay que estar con Esperanza para aguardar con decoro a Soledad. Para hacerles compañía mientras Nuestra Madre a lo mejor se inquieta, aunque ya no falta tanto. Sin ese frío azul y esmeralda, sin ese volar de encajes antiguos, la mañana de sol vestida de luto no tendría sentido en Zamora. Señorial, callejera, creyente.

Manuel Allué.

Horario y recorrido. Sale a las 10,30 horas del Convento de las Dominicas Dueñas de Cabañales, para continuar por Calle Cabañales, Puente de Piedra, Avda del Mengue, Calle la Plata, Balborraz, Plaza Mayor (sin dar vuelta), Ramos Carrión, Plaza de Viriato, Rúa de los Francos, Rúa de los Notarios, Plaza de la Catedral, y atrio de la Catedral, donde se entonará el canto de la Salve.


Es ésta la primera cofradía con la que tengo contacto directo desde que era un niño. Desde atrás siempre me impresionaron las procesiones, todas. Pero la de la tarde del Jueves Santo lo hizo especialmente y después lo confirmaría cuando empecé a formar parte de ella. De ella fue el primer caperuz que se posó sobre mi cabeza. Instantes antes de la salida del desfile procesional los aledaños del Museo de Semana Santa parecen cubiertos por un manto de túnicas de terciopelo morado que aguardan impacientes la salida de su correspondiente paso para comenzar el recorrido y así, escuchar las marchas procesionales como desde ningún otro sitio se puede comparar, desde debajo de la tela del caperuz. La Banda de Cornetas y Tambores “Ciudad de Zamora” abre el desfile procesional dando paso a la exclusiva figura del Barandales que encabeza las procesiones zamoranas desde la Edad Media. Es de esta época la Cofradía, aunque tal y como la conocemos hoy



data de principios del siglo XVI. No obstante, esto no ha sido impedimento para que muchos la cataloguen como una de las cofradías más antiguas, sino la que más, de nuestro país. Asoma el primer paso que representa la Cruz, sencilla y austera, recordando el emblema de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y también el símbolo cristiano por excelencia, habiendo sido tallada en 1918. Tras ella se sucede El Lavatorio, obra de Higinio Vázquez y que recuerda el momento en el que Cristo lava los pies a los apóstoles. Le sigue uno de los grupos escultóricos más grandes de la Semana Santa, el de la Santa Cena, en el que numerosos personajes de la ciudad se ven reflejados en los rostros de los que componen la obra. Juan Sánchez de la Guerra talló La Oración del huerto a finales del siglo XVII y Miguel Torija plasmó en 1898 la escena de El Prendimiento, en el que Jesús es traicionado por Judas mientras Pedro le corta la oreja a

Malco. Esta composición piramidal es una de las mejores obras de nuestra Semana Santa e, incluso, ha ilustrado obras escolares como la Enciclopedia Álvarez. Del mismo autor que la escena de Getsemaní es La Flagelación donde Calvito, Zurriago y Cascarrias, nombres dados por los zamoranos a las imágenes, azotan a Jesús mientras éste está atado a una columna. Le sucede en el desfile la Coronación de espinas, donde Jesús, sentado, es coronado en presencia de otras cuatro figuras de gran tamaño. “Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!“ (Juan 19:5). Así se representa el Ecce Homo de Gil de Ronza, tras el que figura La Sentencia, de 1926, en el que Ramón Núñez representó el momento en el que Jesús es mostrado al pueblo mientras Pilato se lava las manos. El Nazareno anónimo del siglo XVII, con la cruz de escopeta luce como los herma-


nos manto de bonito terciopelo morado a quien le sucede la imagen de La Dolorosa, la cual posee, a mi juicio, uno de los rostros más bonitos de la Semana Santa de Zamora, salido de las manos de Ricardo Segundo. Con este desfile procesional se recuerda la pasión que vivió Jesucristo y que, en su día, hasta los propios cofrades rememoraban con azotes y penitencias hasta su prohibición en 1768. “Crux fidelis, inter omnes arbor una nobilis: nulla silva talem profert, fronde, flore, germine. Dulce lignum, dulci clavo, dulce pondus sustinens” Rubén Domínguez Rodríguez

Horario y recorrido

Sale a las 16.45 horas del Museo de Semana Santa por: Plaza Santa María la Nueva, Corral Pintado, Reina, Plaza San Miguel, Plaza Mayor, San Andrés, Plaza del Mercado, Plaza de la Constitución, Santa Clara, Plaza de Sagasta, Renova, Plaza Mayor (de paso), Ramos Carrión, Plaza de Viriato, Rúa de los Francos, Plaza de los Ciento, Rúa de los Notarios, Plaza de la Catedral, donde se realizará una estación de veinte minutos. El regreso se inicia en la Plaza Catedral para continuar por, La Rúa de los Notarios, Plaza de los Ciento, Rúa de los Francos, Plaza de Viriato, Ramos Carrión, Plaza Mayor, Reina, Corral Pintado, y Pza de Sta Mª La Nueva para retornar al Museo


Vos vero quem me esse dicitis?

Mateo 8,16 - 15

IACENS

TU VES una sombra, ese perfil creciente enmarcado en un lienzo de piedras a veces doradas, un reflejo avanzando entre claroscuros que por momentos detiene su paso, que traspasa la noche en azul y crepúsculo, que en un instante consigue estancar el curso del mundo. Y crees; prendes tu espíritu en esa mirada yerta que esta noche lo abarca todo, que apenas si concede hueco a la pobre luz de un abril recién nacido. Y observas a este Jesús postrado que te recorre en compás resuelto de tambores, que te traspasa en sencilla parihuela, en descarnado rocío que atenaza el alma en un maremágnum de marfiles, en un silencio que sólo rompen ajados roces de madera en cruz por vía dolorosa. Y esperas, cubres tu alma con este fulgor ingente, bajo este plenilunio que se esparce en plata sobre el horizonte porque solo aquí, desde este sigilo inmortal, la vida adquiere verdadera condición de existencia plena.



Y piensas; caminas este espectral entierro, unido a estas gentes que purifican su espíritu en cada paso de estameñas, en cada tintineo de viático iluminado, en cada brizna con que resplandecen sus agotadas velas. Y te aferras, amarras este callado segundo que convierte en mágica la evidencia de lo humilde y ocupa los momentos de la ciudad como una antigua niebla de diciembre, en este breve espacio dónde Cristo muere, dónde Cristo es enterrado y dónde esta tierra abraza fiel su sepultura. Y recorres con este Hombre perfilado en tiempo barroco calzadas de un espacio dominadas a la vida en anochecidas que guadañan el alma tras el paso de lo incierto; Y encuentras, te adueñas de esta amortajado Cristo en una plaza cualquiera del viejo Reino, casi de madrugada, ante un pueblo silente que lo aguarda mudando sus vestiduras en amplio atrio de luz acogiéndolo en la infinitud de su canto de misericordia. Y renuevas cada estrofa en un corazón que tañe cadencioso, que se bautiza en tránsito núbil de esperanza porque el Verbo aquí en verdad se hace carne y habita cada tiempo

en la ciudad sin cielo; se obra en morada viva sobre el espejo fiel del alma, por donde Zamora se perpetúa en imagen eterna de Dios en su sepelio, travesía final de una alborada por senderos que el Duero desemboca en una paz velada siempre en melodía de románico. Javier Hernández Vidal


Horario y recorrido.

Solemne procesión que se celebrará a las 11.00 horas de la noche, partiendo de la iglesia de Santa Mª la Nueva, Hospital Plaza de Viriato, Ramos Carrión, Plaza Mayor, Balborraz, San Leonardo, San Juan de las Monjas, Puerta Nueva, Corredera, Plaza de Santo Tomé, Tenerías, Plaza Zumacal, Paternóster, Plaza de la Horta, Alfamareros, La Plata, Zapatería, Plaza de Santa Lucía, Cuesta de San Cipriano, Chimeneas, Doncellas, Rúa de los Francos, Plaza de Viriato (Canto del Miserere), Plaza de Claudio Moyano, Hospital, Plaza de Santa Mª la Nueva, Iglesia de Santa Mª la Nueva.


No es fácil converger en sentires, no es frecuente ver a un pueblo vibrar como acontece cada madrugada de Viernes Santo en Zamora , cuando el clarín y el destemplado tambor del Merlú convoca por la ciudad a los mas de cinco mil hermanos de la Cofradía de Jesús Nazareno (Vulgo Congregación) . Horas después de que Jesús Salvador Cecilio me llamara invitándome a realizar un comentario sobre tan histórica cofradía para “EL ITINERARIO”, mi amigo Javier Márquez Crespo uno de los miles de zamoranos residentes en Madrid me informa de su próxima visita a Zamora con su mujer e hijo Alejo para recoger los nuevos medallones de la Cofradía. Aprovechando la ocasión para reunirnos y almorzar juntos. Javier es “cofraz” de Jesús Nazareno desde su nacimiento pero el traslado laboral de su padre a Caracas hizo que la encargada de pagarle el recibo no lo hiciera por lo que fue dado de baja. A su regreso a España lo primero que hizo fue apuntarse nuevamente a su Cofradía del alma, de la que su abuelo, Don José Crespo fue Abad. Esto es un testimonio más del amor hacia la Cofradía de tantos y tantos cofrades y / o zamoranos repartidos por el mundo y es que no es para menos ante los supremos momentos como en el que Jesús Nazareno Camino del Calvario “Cinco de Copas”. es elevado y mecido por cargadores al son de la zamoranísima marcha de Thalberg y un fuerte escalofrío atrapa y envuelve a quienes presencian tan emocionante y único momento así como a quienes desde la distancia lo viven con la misma e intensa emoción. Amanecida en la que brota la religiosidad popular, en la que los niños cofrades



llenos de ilusión vencen al frío y al sueño, cofrades que con singular y bella túnica de laval negra y caperuz romo ceñidos por una cuerda de esparto abrazan durante varias horas una sencilla y negra cruz de madera, la misma que abrazaron en otros tiempos los que nos precedieron. Esa misma cruz que a lo largo de los tiempos y en multitud de lugares han abrazado y abrazan los mártires que nacen a la VIDA “cuando veas una pobre cruz de palo, sola, despreciable y sin valor…y sin crucifijo, no olvides que esa cruz es tu cruz”, y así acompañarán a los once grupos escultóricos que representan artísticamente la escenografía de los momentos cumbres de la Pasión del Señor, Cofradía única, singular, cuyos grupos avanzan poco a poco mecidos por cargadores que soportan el dulce peso acompañados por marchas fúnebres mientras se dirigen a las Tres Cruces, Calvario Zamorano para realizar la reverencia y hacer estación, descanso de hermanamiento con sopas de ajo, chocolate, churros y garrapiñadas. Cofradía que nos brinda la oportunidad de meditar la conmemoración de los trascendentales momentos que nos sirven a todos para desde la fe adentrarnos en el seguimiento a Jesús “Camino, Verdad y Vida” quien nos da respuesta con su mensaje y ejemplo a los interrogantes de nuestro ultimo y misterioso destino en donde todo será gozo y compensación del incomprendido sufrimiento terrenal.

A todos pues zamoranos o foráneos, creyentes o no creyentes, que os acerquéis a la contemplación plástica de la Pasión en la calle, que vuestro SILENCIO y RESPETO ayude a solemnizar los últimos momentos en la tierra de Nuestro Señor Jesucristo. Que Jesús Nazareno y la maternal Soledad nos ayude y proteja. Francisco Gustavo Cuesta de Reyna.


Horario y recorrido.

Sale a las Cinco de la mañana de la Iglesia de San Juan de Puerta Nueva por: Plaza Mayor, Renova, Plaza Sagasta,Santa Clara, Avd. Alfonso IX, Pl. Alemania, Tres Cruces (dando la vuelta al crucero). Después de un descanso de 35 minutos, continuará por Tres Cruces (efectuando la tradicional reverencia), Amargura, Avda. Príncipe de Asturias, Santa Clara, Pl. Sagasta, Pl. Mayor (dando la vuelta), Pl. San Miguel, Reina, Corral Pintado, Pl. Santa María la Nueva, para concluir en el Museo de Semana Santa todos los grupos, menos la imagen de la Virgen de la Soledad que lo hará en la Iglesia de San Juan.


Hoy, un buen amigo me pide unas letras sobre la cofradia de el Santo Entierro de Zamora. Bien es cierto que de pequeño no me gustaba mucho por el erróneo concepto de ser “ la de los ricos “, muy a pesar de la eterna fama positiva del Caballo de Longinos y La urna, y a pesar también de que, siempre fui más de La Borriquita, Los Excombatientes, Vía Crucis, Vera Cruz, Yacente, La Vulgo Congregación, Soledad y Resurrección, término enterándome en el cuerpo poquito a poco y tras varios años ya fue siempre una más.


Muy pronto, en edad joven y cuando los medios económicos me lo permitieron fui “haciéndome” hermano de ellas, en unas como hermanó de fila, otras como cargador. Y del resto, siempre de acera, defendiendo a ultranza y pese a los comentarios negativos de aquellos que siempre dicen que “todos los años es igual”, y de verdad que no es así, cada vez el sentir es mayor, es... Como un veneno que entra y año a año se incrementa poco a poco, como el deterioro de las murallas de esta cainita ciudad de Zamora. Un buen día, habida cuenta de la necesidad de car-

gadores en la virgen de los clavos, un amigo compañero y jefe de paso de La Despedida, me invito a entrar a formar parte de la plantilla y con mucho gusto acepté, fue una experiencia más, conociendo un poco más, si cabía, los entresijos de otra hermandad más en mi lista de experiencias Dolor y sufrimiento en compañía, otrora de unos por tradición, los más, otros por religiosidad, los menos, hicieron en mi, callos en los hombros y considerable ternura en el alma, terminando siempre la carrera roto el cuerpo el corazón constreñido, los ojos ahogados por la humedad de la emo-


ción, abrazos de auténtica hermandad y camaradería me hicieron ver que debajo del crisol de un paso no hay cofradías ni distingos de ricos ni pobres hay seres humanos unidos en un mismo sentir. Después, con el tiempo descubrí que no era yo un súper hombre, salir el Jueves, Viernes de madrugada y Viernes por la tarde era mucha carga y estaba perjudicando a otros por que por mucha intención e interés no podía responder dignamente con ese cometido, tome la decisión de abandonar y con tristeza deje de procesionar. Tuve la Oportunidad de hacerlo otra vez al representar como Mayordomo a la Hermandad de Jesus en su a tercera Caida, fue muy especial, recordar aquellos momentos de honor del que guardare siempre Muy gratos recuerdos. Ahora ya de sexagenario, me gusta ser... hermano de acera, disfruto cada año muy a pesar del sacrificio que supone, las incomodidades del personal que no respeta esa espera, amén de tener que estar de pie, para tener el placer de percibir esa unión en un mismo sentir, comprobar in situ que nadie es imprescindible, que pasearemos muchos pero las hermandades seguirán mientras en Zamora se mantenga esa llama viva de cientos de familias sumergidas en el sentimiento de nuestra Semana Santa. Esto pudiera parecer más que unas letras sobre la cofradía del Santo Entierro una perorata sobre mi vida semana santera, pues no, cualquier comentario sobre alguna, transmite ese mismo sentir que ocurre en todas y cada una de ellas, sentimiento de dolor, sufrimiento, hermandad, soledad en compañía. Hoy dirige sus destinos mi buen amigo Graciliano, ayudado por un buen equipo de entre los que hago también mención de otro buen amigo Lucas a los que auguro muchos éxitos, le están dando a la Cofradia aires distintos que ojalá cunda el ejemplo en otras. He dicho Alfonso Mayo


Horario y recorrido.

Sale a las cuatro y media de la tarde Salida del Museo de Semana Santa, Plaza de Santa María la Nueva, Barandales, Plaza de Viriato, Ramos Carrión, Plaza Mayor, Renova, San Torcuato, Benavente, Santa Clara, Pza. de Sagasta, Renova, Pza Mayor (si vuelta por el lado del Ayto. Viejo), Ramos Carrión, Pza de Viriato (sin vuelta, por la fachada del Palacio de los Condes de Alba de Aliste), Rúa de los Francos, Rúa de los Francos, Pza de la Catedral, Atrio de la S. I. Catedral de El Salvador. Descanso de 20 minutos. Retorno desde el lugar de la llegada, Pza. de la Catedral, Rúa de los Notarios, Rúa de los Francos, Pza de Viriato (sin vuelta, por la fachada del Palacio de los Condes de Alba de Aliste), Ramos Carrión, Pza. Mayor (por el centro), calle de la Reina, Corral Pintado, Pza de Santa María, entrando al Museo de Semana de Santa.


Corría El año 1992, cuando en la Santa Iglesia Catedral de Zamora se celebró la Coronación Canónica de la Virgen de la Concha. Esta celebración fue todo un hito, ya que era la primera vez en Zamora que una imagen era coronada canónicamente. El entonces Obispo, de cuyo nombre no quiero acordarme, celebró en el primer templo zamorano una multitudinaria Eucaristía donde la seo zamorana se quedó pequeña ante la multitud de fieles que quisieron acompañar a la patrona zamorana en su día más importante. En 2014, concretamente el 20 de septiembre, otra imagen mariana zamorana, de gran devoción, Nuestra Madre de las Angustias, “Nuestra Madre”, como es llamada en Zamora, será coronada canónicamente, convirtiéndose en la primera imagen semanasantera en alcanzar tal distinción. Será éste un acto crucial en la sextocentenaria cofradía, revitalizada en este último año y medio de duro trabajo, con varios proyectos en cartera, y con una directiva que gobierna para todos y no sólo para quien les vota. Parece que el seiscientos dos aniversario sí que tendrá



una celebración con el realce que la cofradía merece, climatología primaveral y tardo veraniega mediante. La Coronación canónica, junto con la organización del Congreso de Cofradías de las Angustias en Zamora en 2015, marcan dos hitos en los que la directiva y la Cofradía entera deben dar la talla y dejar Zamora y su Semana Santa en el lugar de privilegio que se merece. Duro es el trabajo pero grande la recompensa y Nuestra Madre camina con paso firme y con una línea de trabajo marcada por la cordura, y gracias a esta cordura y buen hacer se van viendo los logros. Por fin se ha conseguido un itinerario acertado, donde a lo largo de sus tres partes bien diferenciadas recorre la devoción de la parroquia, en su bajada de San Vicente y subida por el Riego; la tradición de años en su paso por Santa Clara; y la plasticidad del casco antiguo, marcado en Viriato y la Magdalena. Se ha logrado juntar las dos procesiones, que una salía con el SANTO CRISTO

(no Bendito Cristo, ni Cristro de la Cruz de Carne) del Museo y otra con ELLA, Nuestra Madre, que salía de su San Vicente querido. Ahora se sale de donde hay que salir, de San Vicente, pues la Cofradía pertenece a San Vicente para gloria de Zamora entera, que hace el esfuerzo de aparcar el cansancio de toda la Semana para estar con ELLA, con Nuestra Madre, la madre de Zamora por excelencia. En estas páginas no muchos años ha, escribía la transcripción de un sueño, soñaba con una Semana Santa próspera, libre de rencillas y personalismos que la estaban llevando inexorablemente a la ruina. Nuestra Madre es un ejemplo que va por el buen camino. Y con ella el resto de la Semana Santa. La Guerra Civil de hace poco parece que se va calmando y la Semana Santa ha dejado de ser esa fuente de conflictos que llenaba páginas de periódicos con las andanzas de caciquillos de tres al cuarto en busca de una fama y un poder que se acababa al llegar a Morales del Vino. Aún queda trabajo, pero los brotes ver-


des aquí sí que se atisban con claridad. Aún quedan aristas, pero la lija va haciendo su trabajo. Incluso otra vez saldremos al Mundo por la pequeña pantalla a competir con la todopoderosa Sevilla. Esperemos que no sea un espejismo, que haya continuidad en la buena gestión, que la Semana Santa vuelva a ser orgullo de Zamora y que los caciquillos, partepechos, levantadores oficiales de la rueda derecha de la imagen titular, alguienes sin nombre, medradores varios en busca de cuotas de protagonismo, vividores, fieles secuaces de sus

señores, iluminados, manos que quieren mecer la cuna en la sombra, trepadores en busca de no sé qué poder…. Se den cuenta de que aquí sobran, que aquí se viene a servir y no a servirse, que celebramos un acto que conmemora la Muerte y Resurrección de alguien cuyo fin en la vida era ayudar al prójimo, especialmente al más desfavorecido y perdonar al que le ofendía y que aquí el único poder lo tiene Él. Que cunda el ejemplo…. Y que no nos llueva ni ahora…ni en septiembre. Roberto Felix Fuentes

Horario y recorrido. Sale a las 23 horas de la Iglesia Parroquial de San Vicente Mártir, para seguir por Cuesta de

San Vicente, C. el Riego, Calle de Santiago, C, Santa Clara, Plaza de Sagasta, C. Renova, Pza. Mayor, C. Ramos Carrión, Pza. de Viriato, Rua de los Francos C. de SorDositea AndresC. de las Damas, C. Hospital, Pza. Sta. Mª La Nueva, Calle de Corral Pintado. Calle de la Reina, Pza. de San Miguel y Pza Mayor, donde se efectuará el rezo de la Corona Dolorosa y el canto del Stabat Mater, finalizando con el canto popular de la Salve y retornando las imágenes por C. Mariano Benlliure a la Iglesia de S. Vicente.


Siempre que escribo del sábado santo, ahora aún lejos de la Pasión, lo imagino con la sencilla, íntima y hermosa descripción del zamorano Manolo Espías Sánchez, el legendario periodista al que la profesión, su vocación, arrancó de Zamora pero a la que fue fiel siempre hasta el último día de su vida, aunque la distancia fuese a veces tan grande. ¡Qué gran hombre y gran periodista era Manolo! Espías, en el pregón que pronunciaba en Madrid el año 1979 decía sobre el sábado santo zamorano: “La tarde del sábado -no sé porquésiempre llueve en Zamora. Es una lluvia tenue, silenciosa, casi imperceptible. Una lluvia que cae lenta, lavando los cipreses del cementerio, los rugosos negrillos de los Tres Árboles, el prado con las primeras florecillas blancas y amarillas....lluvia templada, suave, amorosa, igual que un llanto. Es que también en Zamora la naturaleza llora la muerte de Cristo y la Soledad de María”.


Y es verdad..... El sábado santo zamorano, plomizo, de luz forrada de nubes grisáceas, de vientres hinchados de aguaceros, traídas por un viento esponjoso de humedades, solo tiene ojos para la Soledad. Fue un gran acierto de unos cuantos cofrades la idea de llevar a la Virgen al templo de la Concepción al concluir la procesión de la mañana del viernes santo en devota peregrinación popular y velarla allí, a la vera de los P.P. Franciscanos de entonces, hasta la tarde del sábado santo, devolviendo la imagen en procesión más popular todavía a su iglesia de San Juan. Era el año 1909. La idea partió de Manuel Antón, mayordomo de la cofradía, al exponerlo en la asamblea extraordinaria del 5 de diciembre del año anterior. Desde entonces hasta hoy, más de un siglo, el sábado santo zamorano solamente tiene una figura señera sobre el frontispicio del día, la Soledad, situada en el retablo curvo de piedra, cincelado por un último y fugaz rayo de sol, de la románica portada de su santa casa. Allí, en esa maravillosa portada descubierta para la gloria del arte tantos años después, no necesita ya procesión, ocupa la Virgen la infinitud de la jornada. No hace falta llevarla ya por esas calles de Dios, antaño arterias vivas de la ciudad, hoy esclerotizadas por el inexorable declive de su vida comercial. Sólo con aparecer Ella en el dintel del templo, tiene razón de ser ese día en nuestra Pasión. Allí, esperando a la puerta, pisando con su presencia la luz blanca de las


flores que han dispuesto sobre su trono como compañeras de su camino. Sí, trono. Lo digo convencido. Y no mesa aunque lo sea. Porque Ella, la Reina, debe tener un trono en el que, aún de pie, regrese del Calvario, vuelva del cementerio o camine hacia la promesa de un nuevo día que le devolverá vivo al Hijo que ahora llora con tanta pena. Así les dije a quienes me escuchaban el pasado año en Vigo, en mi último pregón: “La Madre sale con el manto de viuda pobre, de luto, de pueblo, de arriba abajo, como se viste y se siente en luto en Zamora. Una Madre sola, sin estridencias ni exageraciones. Sin lamentos ni miradas angustiadas. Sin lagrimas aparatosas. Sin gestos desgarradores ni lutos recargados. Así, un poema de un solo verso sin otra rima que Zamora. Las manos, ven-

cidas por el peso de la soledad, desprendidas sobre el regazo. No hay nada en ellas. Sólo un sencillo rosario. O sea, todo. Los ojos bajos, las lágrimas justas, unas aún en la morada del parpado, permaneciendo a duras penas en las pestañas, en un equilibrio de intimidad y timidez, y otras ya resbalando por la mejilla, resbalando, bueno, no, caminando y rezando a la vez. La Virgen del mayor dolor y de la mayor devoción. La Virgen de la Soledad, recatada, recogida, niña todavía y ya madre. Y ya sola, macerada por el dolor. Soledad, la definición del sábado santo de Zamora, de su semana Santa y tantas veces, de la propia ciudad. La Soledad es la última palabra del dolor. Sin oros ni palios. Sin estrellas ni terciopelos. Sin montañas de cirios, sin ríos de cera, sin columnatas de flores y candelabros de plata, no, con un simple cendal de flores blancas a sus pies,


las justas. Una madre hecha a la medida de Zamora. Regreso a hoy mismo a este rincón que me ofrece esta revista semanasantera tan cuidada en su forma que dirige Jesús Salvador. Espero de nuevo ver a la Soledad en esa agonizante tarde, de pie, a la puerta, recibiendo el pésame de los suyos, que somos todos. La Virgen más bonita y más sencilla de la Pasión más bonita y más sencilla que puede verse y vivirse en la geografía pasional de estos días. La Soledad, es el “Stabat Mater” que ningún artista pudo componer en una partitura, escribir en un poema o pintar en un cuadro. Tan solo la inspiración le llegó un día en su taller al bueno de un imaginero zamorano, Ramón Álvarez, tallando esa obra que marcó su existencia y dejó su nombre escrito en el libro de la inmortalidad. La Soledad es el “stabat mater” sin músicas funerarias so-

Horario y Recorrido.

lemnes, el verso sin palabras doradas de sentimiento y pena, el cuadro que no tiene pinceladas de luz viva pero es magistral en su concepción y realidad. Ella, La Soledad, a la puerta de San Juan, en esa tarde de sol ya derrumbado, está allí, sola, sencilla, de pie, una mujer de humilde luto, una madre que ha perdido a su hijo y la vencen la resignación y la pena. La Soledad, en ese día santo de Zamora, es el “Stabat Mater” más fiel a la descripción que nos dejó el evangelista. Luis Felipe Delgado de Castro.

Sale a las 20.00 horas de la tarde sale de la Iglesia de San Juan, para continuar por la C/ Renova, Sagasta, Santa Clara, Avenida de Alfonso IX, Plaza de Alemania, San Torcuato, Sagasta, Renova, entrando en la Plaza Mayor, donde se entonará la Salve a la Virgen, para luego regresar al templo de salida.


¡Ya me he levantado, el estruendo de las explosiones de los cohetes anuncia que por fin hoy ha llegado y que la Pasión terminó. Hoy es Domingo de Resurrección, atrás quedaron los días de luto y aflicción, los sones ya no son de dolor, ya todo es alborozo. En el ambiente todo es alegría, como todos los años la luz ilumina esta mañana de domingo, domingo de gloria y regocijo en Zamora, a donde la fiesta y el júbilo han regresado. Por fin ha vuelto la vida, desde aquí siento la fragancia de las flores silvestres, jazmines, lilas, margaritas…despiertan en los inicios de esta primavera para acompañarnos. Ya no existe dolor, todos sabemos porqué, hoy es un día esplendoroso, la Madre y su Hijo se van a encontrar. Las túnicas han desaparecido y los cirios ya no alumbran, el dolor por el Hijo muerto se ha convertido en entusiasmo por su vuelta, la calle será un jolgorio. El bullicio llegará, mil pétalos de rosas lloverán desde los balcones y… No puedo seguir, me tengo que ir, me espera mi vara, voy a acordelar mis flores y a henchirme de esa alegría que comienza a inundar nuestras calles. Le acompañaré a Él, caminaré con Él, me detendré con Él, subiré la empinada Cuesta de Pizarro y descansaré, no porque esté cansado, Él tampoco, es para recibir el agasajo de Antonio…



Continuaremos hasta la Plaza, la de la luz, la de la alegría, la de las flores, la de la pólvora…, sí, la del ENCUENTRO, lo viviremos, y con nuestras varas al cielo veremos a una Madre feliz que se despoja de su negro manto, entre disparos y aplausos de alegría, para de nuevo volver a sentir a su Hijo. Bajaremos todos juntos en una gran algarabía a sones de flauta y tamboril, pues como romería somos, lo haremos con Él y con Ella, por una abarrotada Cuesta de Balborraz, Ya pocos metros nos quedan, la Horta nos espera para allí, enfilando de nuevo nuestras varas al cielo y al son del himno, entre estelas de flores que vuelan hacia Ellos, verlos desaparecer El “felices pascuas” se convertirá en nuestra despedida hasta el año que viene, todos nos desperdigaremos entre el gentío por esas, como nunca, animadas calles de la Zamora baja. Ha sido nuestro último desfile de Semana Santa de este año, pero no el final de la celebración, aún falta algo para concluir, y todos sabemos qué es… Ya no podrá ser con Casilda, su “España” cerró, pero puede ser en otros muchos lugares, sí, nuestro dos y pingada puede ser en muchos sitios, desde el más típico y tradicional local, al más moderno y sofisticado, sí, desde el sempiterno “Oviedo´s” al nuevo “Valbusenda”. Y lo bueno es que el año que viene nos volveremos a ver… Jesús Egido González


Horario y recorrido.

Salen las dos Imágenes a las 09:00 horas de la Iglesia Parroquial de Santa Maria de la Horta: La Imágen de Jesús Resucitado, inicia su desfile por la Plaza de San Julián del Mercado, Zapatería, Plza Santa Lucía, Cuesta del Pizarro, San Ildefonso (descanso 25 minutos), Arco San Ildefonso, Rúa de los Francos, Ramos Carrión, Plaza Mayor. La Imagen de la Virgen del Encuentro. Sale del mismo Templo para continuar por C/ San Juan de las Monjas, Cuesta del Piñedo, Plaza Santa Eulalia, C/ Santa Olaya, C/ Viriato, Plaza Sagasta, San Torcuato, C/ Santiago (descanso de 25 minutos), Santa Clara, Sagasta, Renova y Plaza Mayor. El Encuentro se efectuará en la Plaza Mayor a las 11,15 horas, seguidamente regreso, tras vuelta a la plaza Mayor por cuesta de Balborraz, la Plata, San Julián del Mercado, al Templo de salida.


El Itinerario número doce, duodécima edición Diseño y maquetación. masimajen.com. Autores de los textos por orden de relatos Beatriz Blanco Santos Emiliano Pérez García J. Carlos Izquierdo Domínguez Vicente Díez Llamas Juan Manuel Bragado Molina José Marcos Diez Rubén Domínguez Rodríguez Jesús Salvador Cecilio Emilio Jesús Alonso Fagúndez Manuel Allué Javier Hernández Vidal Francisco Gustavo Cuesta de Reina Alfonso Mayo Roberto Felix Fuentes Luis Felipe Delgado de Castro Jesús Egido González Fotografías. Jesús Salvador Cecilio.

TEJIDOS - M. DE COSER - S. TÉCNICO telf. 980 533 297 C. Riego 4 49004 ZAMORA

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Idea de “El Itinerario” Jesús Salvador Cecilio Reservados todos los derechos de edición. Se prohíbe la reproducción total o parcial del contenido de este número, ya sea por medios electrónicos, mecánicos, fotocopia o grabación u otro sistema de reproducción sin la autorización expresa del editor. Las opiniones expresadas en los textos y sus contenidos son responsabilidad de los autores. Los anunciantes son los únicos responsables del contenido de sus mensajes publicitarios. Agradecemos a las empresas su colaboración sin la cual sería imposible la edición de “El Itinerario” EJEMPLAR GRATUITO, PROHIBIDA SU VENTA

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