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Septem verba

SEPTEM VERBA sara pérez tamames Cristo agoniza en la Cruz, todavía la muerte no ha cerrado sus ojos, un tímido hálito vital le permite aún hablar al cielo, pues jamás perdió el Hijo la fe en la misericordia del Padre. En esta noche de luna llena, los tambores destemplados golpean el silencio con el desconsuelo de quien ve próximo el fin de sus días. El máximo exponente de nuestra humanidad, la Divinidad misma hecha carne, se entrega a las raíces de lo terrenal. Proclama el Señor el cumplimiento de la Sagrada Escritura desde la Cruz que sostiene el peso de los pecados de los hombres. Próximo a la expiración, el Hijo del Hombre alza su mirada al cielo y ruega la salvación para las almas arrepentidas. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, aún la palabra que nace del último aliento es de piedad y compasión, y Jesús ofrece su oración a quienes lo coronaron de espinas y se repartieron sus ropas. El Siervo del Señor se entrega al sacrificio mientras se desvanece el brillo de la vida en sus ojos, pues así estaba escrito. Todo está cumplido. Siete bocanadas de aliento, siete caricias a través de la palabra en la agonía de la muerte. “Pater, in manus tuas commendo spiritum meum”.

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