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Desde mi ventana
José Carlos Rodríguez San Gregorio
Aquella tarde, sentí como la vida da vueltas alrededor tuyo, y como todos los sentimientos afloran en un antes y un después y donde la calle sirve de paso a unos pocos transeúntes que van de arriba abajo, y donde nada es como era. Estamos confinados en nuestras casas, y sólo nos quedan las recuerdos, la Semana Santa ha llegado, pero esta de una forma adversa, no tenemos desfiles procesionales, no tenemos encuentros con los nuestros, con los de siempre, y sólo podemos asirnos y rememorar aquellos momentos que año tras año hemos vivido, y cuando se aproximan las horas y nuestras túnicas están aun en el armario, sentimos esa melancolía, que nos envuelve y nos asola, porque hemos estado y hemos sido años, testigos de lo nuestro, de nuestras tradiciones, continuadores de la labor de nuestros antepasados. Y ahora no nos queda más remedio que recordar y revivir en nuestra mente esos momentos, esos lugares, esos recorridos de nuestras cofradías y de nuestras hermandades, y pensar que vivimos algo realmente nuevo, inimaginable en el tiempo: Una Semana Santa desde la ventana. Y si ahora corremos nuestros visillos y nos asomamos, sentimos que enfrente de nosotros también hay otros vecinos que se asoman en las horas punta del día recuerdan e incluso nos ponen marchas fúnebres procesionales, y a veces nos deleitan con los Coros de las Hermandades, y donde la calle se convierte en un verdadero ambiente procesional. Pero nuestra tristeza nos deja a ratos aislados y pensando en que todo esto que estamos viviendo, no es verdad, es fruto de un malentendido y de una desidia provocada por una humanidad que se ha deshumanizado, como cuando a Jesús lo condenaron y lo ajusticiaron. No será que ahora alguien nos está pidiendo que reparemos en todos nosotros y que apartemos lo vano y temporal, por lo verdadero y eterno. Es momento de reflexionar y sentir nuestro fuero interno y hacer balance de lo verdaderamente importante y válido para todos nosotros y lo nuestro. Es momento de apostar y saber a buen seguro que esto pasará y continuar nuestro camino en busca de unos valores que perdurarán en el tiempo y esos valores nos guiaran en el futuro y como el buen peregrino que busca la perdonanza, aprovecharemos sin duda para hacernos más fuertes y para dar gracias a Dios y sobre todo para que este confinamiento que nos ha privado de cosas importantes a la vez nos haya dado fuerza para fortalecernos. Y que nuestra ventana sea la que nos abra al mundo y a la vida.
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