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Los amortajados de Quintana de Fuseros (León)
from Revista de Antropología y Tradiciones Populares N2
by Sociedad Española de Antropología y Tradiciones Populares
LOS «AMORTAJADOS»
DE QUINTANA DE FUSEROS
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Texto y fotos: David Gustavo López
a procesión de los amortajados o de las mortajas es un acto religioso, celebrado en la localidad leonesa de Quintana de Fuseros, al que acuden personas de muy diversos lugares que creen haberse librado de la muerte tras sufrir alguna enfermedad o accidente graves gracias a la intervención milagrosa del Cristo de la Cabaña.
Por esta causa, en agradecimiento al Cristo, ofrecen asistir a los actos celebrados en su honor el día de la Cruz de Mayo (3 de mayo), vestidos con la que hubiera sido su mortaja en el caso de haber fallecido. que se conserva en la provincia de León y una de las muy pocas que perduran en España.
ALGUNOS APUNTES SOBRE QUINTANA DE FUSEROS
Quintana de Fuseros es un pueblo de unos trescientos habitantes, situado en la comarca leonesa de El Bierzo y asentado sobre las laderas que ascienden hacia la Sierra de Gistredo, en una zona poco transitada que ahora está experimentando cierto despertar por dar paso al llamado Camino Olvidado a Santiago, una vía anterior al ya saturado Camino Francés, que se halla en fase de promoción.
El origen de Quintana está vinculado, probablemente, al de unas antiguas explotaciones auríferas romanas cuyos vestigios son todavía visibles en todo el entorno y a las que denuncian, incluso, numerosos topónimos que en el noroeste ibérico siempre se hallan relacionados con esta actividad: el Teso del Griego, la Gándara, Llama la Canal, La Canalina, Las Candales
La misma palabra Fuseros, tiene dos acepciones, una con significado de los que trabajan con el huso para hilar , y otra como derivada de fossores, que señalaría el oficio predominante de sus habitantes:
cavadores de fosos, lavadores de arenas... en suma: buscadores de pepitas.
En el entorno del pueblo también son numerosos los castros donde pudiera haberse establecido la población minera o, incluso, pendiente de prospecciones arqueológicas, los nativos astures que precedieron a la dominación romana: Las Estorcas o Castro Rubio, en cuya ladera está asentado el pueblo, Los Castros, Los Tagarros, Mata la Torre, El Chano Mayor, etc.
Pero Quintana de Fuseros entra realmente en la historia a partir del año 1045, cuando por primera vez es mencionado en un documento de donación de tierras al monasterio de Santa Leocadia de Castañeda.
LA CEREMONIA DE LOS AMORTAJADOS
Quintana de Fuseros es, además, uno de esos pueblos del Bierzo Alto donde todavía se perciben las secuelas dejadas por un aislamiento de siglos, lo cual ha contribuido a mantener tradiciones que en otros lugares ya desaparecieron hace muchos años.
La procesión de los amortajados o de las mortajas , celebrada el día de la Cruz de Mayo (3 de mayo), me atrevo a calificarla como la más insólita de León, provincia donde existían otras similares, pero que ya se han ido convirtiendo en recuerdo; tales eran los casos del pueblo de La Cuesta o de los santuarios de Nuestra Señora de La Garandilla (Valdesamario) y de la Virgen de La Carballeda (Val de San Lorenzo), en sus respectivas fiestas.
Los actos, organizados por los sucesores de la Cofradía de las Ánimas -es mencionada en el Catastro del Marqués de la Ensenada en 1754, pero extinguida en el siglo XIX y recuperada como Cofradía del Cristo de la Cabaña en 1902-, comienzan a primera hora de la mañana, cuando los devotos, de diversas procedencias, acuden a la iglesia parroquial para juntarse con los amortajados , denominación que otorgan a los hombres y mujeres que cumplen su promesa de asistir a los actos en honor del Cristo de la Cabaña vestidos con la que hubiera sido su mortaja en el caso de haber fallecido, pues creen que él fue quien los salvó de la grave enfermedad que padecían o del tremendo accidente que tuvieron.
Los casos, que ellos mismos cuentan, son de lo más diverso: uno que salió adelante tras caer de un tejado, otra que sanó de un cáncer, un tercero que pudo andar tras una parálisis
Recuerdan, incluso, la historia, más bien leyenda, de un pastor que fue atacado por los lobos mientras cuidaba de las ovejas y, tras invocar
Vecina de fusero vistiendo la mortaja.
al Cristo, vio cómo éstos desaparecían en medio de un gran resplandor.
La duración del ofrecimiento depende de la promesa efectuada por el propio ofrecido. Puede que sea sólo para un año o para dos, pero también hay quienes lo alargan a cinco, a diez o, incluso, a toda la vida.
Cuando salen de la iglesia, portando una extraña y revestida Virgen del Rosario, el ambiente estremece. Los hombres caminan delante, junto a los amortajados, que visten túnicas blancas y moradas y portan velas encendidas; detrás, las mujeres se agrupan con las amortajadas, cuyas vestimentas se diferencian de las masculinas en el mayor colorido de sus túnicas, que suelen ser rosas, azules, moradas o estampadas, y en las pañoletas que cubren sus cabezas, también blancas o estampadas, todas ellas en tonos de gran discreción.
En la ermita del Cristo de la Cabaña, edificación del siglo XVIII -el mayordomo de la cofradía, Manuel Durández, asegura que fue construida en 1718- de no grandes dimensiones, planta rectangular y espadaña, situada en un solar adyacente al cementerio; oyen misa y, a continuación, regresan a la iglesia tras recorrer todo el pueblo en procesión.
estremece la seriedad en los rostros que se observa en el retorno, ahora llevando a hombros la imagen del Crucificado, de estilo barroco y de tamaño casi dos tercios del natural, con el sudario y crespones morados pendiendo de sus brazos y cintura.
Un joven quintanillés explicaba con rotundidad sorprendente el porqué de este ambiente: A esta procesión sólo venimos los que creemos .
En la intimidad de la iglesia, algunos devotos y devotas todavía se acercan al Cristo y le acarician mientras expresan una última plegaria.
Concluido el acto de los ofrecidos, Quintana de Fuseros recupera la normalidad de su fiesta, la que iniciara en su día la antigua Cofradía de Ánimas, que hasta hace pocos años contaba con otra misa solemne y procesión Sacramental, pero fueron suprimidas por el sacerdote al considerar que ya había suficiente con las de los Amortajados. A pesar del carácter eminentemente religioso de la celebración, tampoco falta el programa lúdico de rigor, incluidos música y baile. Para San Isidro, el Cristo de la Cabaña, que desde el 3 de mayo permanece en la iglesia, será sacado en procesión para bendecir los campos y regresará a su ermita.
ANTIGÜEDAD DE LA TRADICIÓN
Sobre el origen de esta tradición nada hay documentado. Es de suponer que los actos religiosos estuviesen vinculados a la ya citada Cofradía de Ánimas, cuya primera mención se halla en el Catastro del Marqués de la Ensenada, compilado para Quintana de Fuseros en 1753, año algo posterior al que parece corresponder la ermita y la imagen del Cristo de la Cabaña, cuyo aspecto es de principios del siglo XVIII y que, según expusimos anteriormente, la cofradía sitúa en 1718. No obstante, bien pudiera ocurrir que la tradición de los amortajados fuese anterior, pues este tipo de cofradías fueron promovidas por la Iglesia Católica a partir del Concilio de Florencia, celebrado en 1459, proliferando especialmente en los siglos XVI, XVII y XVIII, de tal manera que casi llegó a existir una en cada parroquia, aunque existiesen varias en la localidad.
Tenían como funciones principales las de auxiliar a los enfermos de gravedad, especialmente si carecían de recursos, dándoles apoyo en la hora de su muerte y procurando la asistencia de sus cofrades a los funerales de los fallecidos. También solía asistirse económicamente a las familias de aquellos hermanos difuntos que quedaban en situación de suma pobreza.
Distintas disposiciones, iniciadas en
1772 con una recomendación del Conde de Aranda, hombre ilustrado y presidente del Consejo de Castilla, ocasionaron la paulatina extinción de muchas cofradías de ánimas, pues se las consideraba herencia de etapas bastante oscuras, llegando a decirse que, en el ejercicio de sus funciones, mortificaban a los convecinos. Así se escribe textualmente, por ejemplo, en la una orden publicada en la Gaceta Oficial de la Provincia de León del 29 de mayo de 1843, por la que se prohibía a las cofradías colocar pendonetas negras a la puerta de las casas donde hubiera algún difunto porque no sirven más que para mortificar a los transeúntes de las calles .
Las recomendaciones y prohibiciones citadas fueron la causa de que las cofradías de ánimas desapareciesen en muchos pueblos e, incluso, en algunas ciudades donde su número había llegado superar la veintena, éstas quedasen reducidas a dos o tres.
Semejante camino, es de suponer, llevó la Cofradía de Ánimas de Quintana de Fuseros, extinguiéndose en algún momento
La Virgen del Rosario sale de la ermita del Cristo de la Cabaña
del siglo XIX, hoy imposible de precisar por no haber quedado documentado.
Pero la desaparición de la Cofradía no fue muy larga, pues, entre los años 1901 y 1903 las actuaciones de la Junta Vecinal de Quintana de Fuseros, entonces presidida por Manuel Arias, con el acuerdo del párroco Manuel Rodríquez, consiguieron recuperarla. Así queda patente en el Libro de Cuentas del Santo Cristo de la Cabaña, que da comienzo con las correspondientes a 1902 y está firmado por el citado párroco Manuel Rodríguez el 1 de julio de ese año.
Del mismo Libro de Cuentas se desprende que la desaparición de la Cofradía de Ánimas durante el período indicado no supuso, sin embargo, que la ceremonia de los amortajados corriera la misma suerte, sino que, por el contrario, ésta prosiguió ininterrumpidamente.
Y lo mismo ocurrió durante el período de la Guerra Civil de 1936 a 1939, en el que cofradía y amortajados prosiguen en sus
funciones. LOS AMORTAJADOS , UNA TRADICIÓN CASI ÚNICA EN ESPAÑA
Cierto es, como ya quedó dicho, que actualmente la procesión de los amortajados tiene carácter único en la provincia de León.
No obstante, es preciso recordar que tradiciones similares existieron también en un número indeterminado de pueblos, de los cuales tenemos conocimiento documental u oral en La Garandilla, municipio de Valdesamario (ofrecimiento a la Virgen de La Garandilla, el 8 de septiembre), Val de San Lorenzo (ofrecimiento a Nuestra Señora de la Carballeda, también el 8 de septiembre) y La Cuesta, municipio de Truchas (ofrecidos a La Trinidad, domingo anterior al Corpus).
Recientemente, en la localidad leonesa de Castrocontrigo se ha recuperado una procesión, conocida por la Carrera y celebrada en la noche de Viernes Santo, en la cual los cofrades visten una túnica blanca que ha llevado a decir que son mortajas,
aunque realmente no lo sean. LOS OTROS AMORTAJADOS
Incrementando el ámbito de estudio a todo el territorio español, son muy pocos los rituales que, hasta donde sabemos, mantienen similitud con el de Quintana de Fuseros, aunque a favor de esta localidad berciana queda el intimismo con el que se desarrollan sus actos, frente a las bulliciosas romerías, más propias de mercantilizadas concentraciones turísticas que de expresiones religiosas, que tienen lugar en algunas localidades de Galicia, única comunidad donde aún se conservan los dos casos que resumo a continuación.
La Puebla de Caramiñal o A Pobra de Caramiñal (A Coruña), con su famosa procesión del Nazareno o de las mortajas , celebrada el tercer domingo de septiembre, a la que asisten ofrecidos al Nazareno, vistiendo mortajas y acompañando a los ataúdes que hubieran servido para su entierro en caso de fallecimiento por lo grave de su enfermedad o lesión en accidente. años sucesivos. Santa Marta de Ribarteme (As Neves, Pontevedra) es otra localidad donde el día 29 de julio, festividad de Santa Marta, los ofrecidos se incorporan a la procesión llevados por sus familiares o amigos dentro de los ataúdes que, como en el caso anterior, hubieran servido para su entierro en caso de fallecimiento.
Cuentan que la tradición se remonta al siglo XV, cuando un regidor de A Pobra, llamado Juan de Linares, encontrándose gravemente enfermo, rogó al Nazareno por su curación.
Recuperado, asistió a la procesión, yendo tras su propio ataúd, el cual era portado por cuatro reclusos condenados a muerte.
Al llegar a la iglesia, los reos fueron perdonados. El pueblo, siguiendo este ejemplo, inició la tradición en
Grupo de «ofrecidas».
Es la llamada Romería de los Ataúdes o Romaxe dos Cadaleitos, cuya tradición está documentada al
Mapa de situación de la Puebla del Caramiñal
menos desde el año 1700, aunque existe convencimiento, no documentado, de que es anterior.
Tanto la procesión de Santa Marta de Ribarteme como la de A Pobra de Caramiñal se han convertido en auténticas romerías a las que acuden miles de visitantes, seguramente atraídos por el morbo que producen estas celebraciones, lo cual incentiva, a su vez, la afluencia de quienes solo buscan el aspecto mercantilista de las aglomeraciones humanas, desvirtuando la autenticidad de la tradición.
Bercianos de Aliste (Zamora), un caso diferente.
Distinta a las anteriores por celebrarse en Viernes Santo y tratarse de una cofradía de Semana Santa (cofradía de la Cruz) es la procesión del Santo Entierro o de la Urna de Bercianos de Aliste (Zamora), cuya antigüedad podría remontarse al siglo XVII.
La diferencia con la de Quintana de Fuseros estriba, entre otras cosas, en el simple hecho de que las vestimentas blancas de los cofrades alistanos no son un ofrecimiento por ningún presunto milagro sino el uniforme de la cofradía que, al mismo tiempo, es recordatorio de la finitud humana, pues éste será el sudario que llevarán en su propio funeral.
La exposición Rus et urbs sobre la Semana Santa en la provincia de Zamora, celebrada en varias localidades de Castilla y León, entre ellas en el Museo Etnográfico Provincial de León, y organizada por las diputaciones de Zamora y León, la Universidad de Valladolid, el Centro Internacional de Estudios sobre la Religiosidad Popular, el Ayuntamiento de Bercianos de Aliste y otras instituciones poco sospechosas de adulterar la realidad histórica, incluía una completa información sobre la procesión de Bercianos, escrita por los reconocidos etnólogos y comisarios de la exposición José Luis Alonso Ponga, José Ramón Ortiz del Cueto y Mª Pilar Panero, de la que extraigo el siguiente párrafo clarificador:
«La túnica blanca de nombre la vestimenta , la visten los cofrades el Viernes Santo durante el desenclavo y posterior procesión del Santo Entierro o de la Urna.
Por los años sesenta del pasado siglo algunos periodistas comenzaron a denominarla la mortaja , porque con ella se entierra el cofrade y puestos a inventarse, con todo lo que tiene este tema de morboso, dijeron
que era el regalo de la novia al novio (marido recién casado), alterando la realidad de que para ser vecino con derecho a quiñones, primero había que pedir cofradía y, una vez eras cofrade, debías acudir inexcusablemente a los actos, entre ellos a la procesión del Santo Entierro, era lógico que la túnica se cosiera el primer año de casado, pero no por la mujer (antes novia) generalmente no muy hábil con la aguja, sino por su madre o sus parientes femeninas, aunque estuviese presente la recién casada ( )».
Ritual similar al de Aliste se repite en Manganeses de la Lampreana (Zamora), también en Viernes Santo, donde los cofrades visten de blanco y el tirón turístico que tiene el morbo ha llevado a promover la denominación de mortajas.
Con motivo de que la Junta Vecinal de Quintana de Fuseros y la Cofradía del Cristo de la Cabaña hicieran donación de dos mortajas (una de hombre y otra de mujer) al Museo Etnográfico Provincial de León, la dirección de éste declaró a tales prendas Pieza del mes de junio de 2017 .
Tal declaración supuso un adelanto a la solicitud efectuada poco después por ambas instituciones y por el Ayuntamiento de Igüeña, al cual pertenece Quintana de Fuseros, para que la Diputación Provincial de León declarase a la procesión de los amortajados Manifestación Popular de Interés Turístico Provincial,
Diversas vistas de la procesión con el cristo saliendo de la ermita, lasofrecidas en la ermita y visión panorámica de la celebración en la ermita.
siendo reconocida como tal antes de finalizar el año 2017.
Ahora solo cabe desear que la distinción y difusión que los amortajados están obteniendo sirvan como estímulo para el mantenimiento de la tradición y no como causa que la haga derivar en un mercantilismo destructor de la misma.