Revista Metodista “Oh Señor, que no vivamos para ser inútiles” (Juan Wesley)
Número
213
MARZO-ABRIL 2015
¡No está aquí, ha resucitado!
Revista Metodista Nº 213 marzo-abril 2015 Publicación de la Iglesia Metodista en el Uruguay (IMU) Oscar Villagrán: redactor responsable osvillagran@gmail.com Diseño: Andrea Desalvo andrea.desalvo@gmail.com Diseño de tapa: Luciana Villagrán luciana-villagran@hotmail.com Revista Metodista (RM) respeta la opinión de sus colaboradores. Los artículos firmados expresan única y exclusivamente el pensamiento de sus autores. Permitida la reproducción total o parcial de los artículos, citando su fuente. Agradecemos el envío de un ejemplar Oficinas Centrales: Barrios Amorín 1310 Teléfonos 2413 6552 – 2413 6554 Correo electrónico: iemu@adinet.com.uy
sumario La Palabra se ve,... y anda Juan Damián
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El último pedido de Jesús Pastor Oscar Bolioli
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Vocación y Fe Carlos Delmonte
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La necesaria dimensión pública de la teología Juan Pablo Espinosa Arce
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Familias sirias: "Con fe y esperanza viva" María Angélica Morena
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El festival del becerro: una meditación Ignacio S. Camps
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Primer Aniversario Hogar Estudiantil Metodista de la Aguada Adolfo Tomé
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Acerca de la misión metodista uruguaya en Brasil Mirtha Coitinho
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¿Felices Pascuas? Pastora Magister Inés Simeone
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Allí nomás... cerquita Néstor González
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Familia refugiada nos invita a almorzar
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El presidente electo Tabaré Vázquez nombró una Comisión de Verdad y Justicia
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Iglesia Metodista en barrio Primavera Oscar Villagrán
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Página web: www.imu.org.uy. Colaboran en este número: Oscar Bolioli, Mirtha Coitinho, Juan Damián, Carlos Delmonte, Juan Pablo Espinosa Arce, María Angélica Morena, Ignacio Sitial Camps, Inés Simeone Caorsi, Adolfo Tomé, Oscar Villagrán. Corrección de textos: Prof. Pablo Osores Impresión: Artes Gráficas S.A. Porongos 3035 - Tel.: 2208 4888 info@artesgraficas.com.uy Depósito Legal Nº: 361.998/2015
Editorial
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na vez más les estamos haciendo llegar un nuevo número de Revista Metodista. Ha quedado atrás el verano, el carnaval; ha asumido un nuevo gobierno; niños, jóvenes y docentes han comenzado un nuevo año lectivo. Es como que recién comienza a normalizarse el ritmo de los uruguayos. En el ámbito religioso estamos en tiempo de cuaresma, un tiempo especial de preparación para la Pascua. Un tiempo que nos desafía a buscar en sus raíces el verdadero sentido de esta celebración. El pasaje desde la esclavitud hacia la libertad. Jesús con su muerte y resurrección va a llenar con un nuevo sentido este acto de liberación. “Porque Él entró en el mundo y en la historia; porque Él quebró el silencio y la agonía; porque llenó la tierra con su gloria; porque fue luz en nuestra noche fría”. Porque una aurora vio su gran victoria sobre la muerte, el miedo, las mentiras, ya nada puede detener su historia ni de su Reino eterno la venida”.
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En este número encontrarán como siempre una variedad de temas con la premisa wesleyana de “Pensamos y dejamos pensar”. También rescatamos algunas buenas noticias como la del nombramiento, por parte del nuevo presidente de la República Dr. Tabaré Vásquez, del pastor Adémar Olivera para integrar la Comisión de Verdad y Justicia. El nombramiento, por parte del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), del joven Nicolás Sosa -miembro de la Iglesia Metodista “Del Camino”- para integrar la Comisión de Asuntos Internacionales. Y la invitación a los pastores Oscar Bolioli y Adolfo Tomé a almorzar con una de la familias sirias refugiadas en nuestro país y en donde surgieron acuerdos importantes. Nuestra pequeña iglesia está llamada a nuevos desafíos. Pedimos a todos que nos acompañen con sus oraciones para estar a la altura de los requerimientos que la sociedad nos reclama. ¡Felices Pascuas de Resurrección para todos!
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La Palabra se ve y... anda Juan Damián
Hechos se escribe y se lee entre los años 80 y 90. Tiempo difícil. Las grandes figuras de referencia de los Apóstoles ya no están más. El Imperio sigue su asedio sin cesar. Y a la vez son tiempos dramáticos de ruptura. Se es judío o c r i s t i a n o . Ya n o h a y mezcla. Una catequesis
La propuesta del Imperio termina en muerte. Muerte de cruz. La propuesta del Evangelio concluye en vida. La Resurrección de Jesús. Esto es lo que tienen claro las primeras comunidades de sus seguidores: Jesús resucitó. Que es como decir: estamos convencidos de que al final gana el amor, la libertad, el gozo. Pero en lo cotidiano a veces el amor está lejos. Y uno está tentado de creer que gana el egoísmo y la ambición del poder. A veces se siente que la libertad está perdida, aplastada por la opresión. A veces el gozo ausente y el dolor presente. El propósito del autor es animar a esa gente a la lucha. Fortalecer la fe. No desistir. La Palabra no falla aunque parezca silencio.
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La propuesta de Lucas no es hacer historia. Contar hechos, dar fechas, señalar procesos. No. Es hacer memoria de lo hecho por Dios por gente y grupos que testimonian la fuerza de la Palabra. Por eso el autor selecciona hechos y gente de los primeros 30 años de recorrida después de Cristo. Habla de iglesias como las de Jerusalén, Antioquia, Éfeso. Pero deja en sombras otras también importantes, Egipto, Alejandría. Sigue los pasos de Pedro, Santiago y Pablo. Pero de otros y otras apóstoles nada dice. Esas iglesias, esas figuras rescatadas por Lucas del olvido, las vuelven testigos, se tornan modelos y referencias. Se convierten en mensaje, horizonte, rumbo. Esos hechos son como sílabas de la Palabra, que crece, se expande. Es irreprimible. No viene de arriba. Surge de abajo. No cae de los palacios, se levanta a ras de tierra. Tiene un poder que no es del Poder. Es la energía del amor. Un Espíritu que toma Cuerpo. Se contagia. Se irradia. Entusiasma. Y junta a la gente a compartir. Jesús no está, pero "está".
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El último pedido de Jesús Pastor Oscar Bolioli
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n los últimos momentos antes de que vengan a arrestarle, Jesús se dedica a orar por aquel grupo de discípulos y por los que vendrán. Él percibe la unidad como un tema vital para que el mundo crea en ese mensaje que es su legado de vida y pensamiento. Ya Jesús había sido testigo de disidencias entre ellos. Quizás la más notoria haya sido la que plantean los hijos de Zebedeo frente al anuncio de la muerte del Maestro y pretenden los primeros cargos en aquel Reino anunciado. Que sean uno como tú y yo, es la oración agónica de Jesús por los suyos. Casi todo el resto del capítulo 17 está dedicado al tema de la unidad de esa comunidad y de las que vendrán en el tiempo. ¿Dónde estamos? ¿Qué hemos hecho de esa oración? La realidad que vemos se asemeja más a un supermercado religioso, producto de cismas, territorialidad, tradiciones, ambición o luchas por quiénes pretenden ser los verdaderos. La Iglesia está formada por seres humanos y, por lo tanto, expuesta a su humanidad. Nietzsche decía en forma muy explícita: “Yo no puedo creer en su Redentor hasta que ellos, sus discípulos, no se muestren más redimidos”. La fracturación es resultado de lo humano. Lo que no es posible aceptar desde la fe es la ausencia de las señales de reconciliación que nos lleven al testimonio del valor de esa fe. Hay comunidades e iglesias que han dado valerosamente pasos que han llevado a la unidad. El Movimiento Ecuménico que comenzó el siglo pasado en el
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hemisferio norte ha sido uno de los mayores esfuerzos de reconciliación entre las grandes familias confesionales. Esfuerzo interrumpido en su cristalización por la Segunda Guerra Mundial, pero que resurge a su término con la formación del Consejo Mundial de Iglesias. Ernst Lange fue para mí una de las mentes más brillantes que pasó por el Consejo Mundial de Iglesias. En su libro “Y todavía se mueve, sueño y realidad del movimiento ecuménico”, percibe el movimiento ecuménico como el mayor movimiento cristiano masivo de protesta contra la forma de cristiandad que con sus alianzas y con sus poderes se ha transformado en lo opuesto a lo que debe ser. La Conferencia Misionera de Edimburgo en 1910 marcó, sin quererlo, un punto de partida fundamental para América Latina en cuanto a la unidad. La tesis votada en aquel evento a iniciativa de los delegados alemanes declaraba que esta región del mundo estaba ya cristianizada por la Iglesia Católica. Eso llevó, a modo de protesta, a treinta juntas misioneras norteamericanas a reunirse en Panamá, cuatro años más tarde, para conformar el Comité de Cooperación para América Latina. Este fue un instrumento “civilizado” de cooperación de la misiones en el continente. Comité que sesenta y seis años más tarde me tocó dirigir en Estados Unidos. Luis Odell considera “que puede decirse que allí se dio comienzo al movimiento de cooperación evangélica en el continente”. El CCLA fue la antesala del ecumenismo
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latinoamericano. Las consultas de Montevideo en 1925 y las de La Habana en 1929 fueron planteando temas como el concepto protestante de libertad, democracia, educación, así como la modernización de nuestras sociedades. El tema de las comunidades indígenas y la unidad de acción de las confesiones locales van cambiando el perfil de nuestras iglesias. Este proyecto liberal fue abrazado por las clases intelectuales y se va a encontrar con procesos nacionales emergentes, de una modernización de nuestras sociedades y de alternativas al control de la cultura católica. Las generaciones jóvenes viven la utopía del diálogo y la unidad. En 1941 se crea la Unión de Juventudes Evangélicas (ULAJE) -que es el primer movimiento ecuménico en la región-. Poco después, se instala en el continente el Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC). Algunos de esos jóvenes -veinte años más tarde- serán protagonistas en la creación del Movimiento Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL) y del Comité Evangélico Latinoamericano de Educación Cristiana (CELADEC). Ambos empiezan a incorporar intelectuales católicos que vienen de corrientes similares al interior de la Iglesia Católica. Hasta ese momento las Iglesias Institucionales eran recelosas de esos “movimientos” impulsados por laicos y pastores. Se les denominan “paraeclesiásticos” como una forma de marcar distancia de las estructuras eclesiales que siguen un proceso de diálogo interno paralelo por medio de la construcción de Federaciones de Iglesias nacionales o regionales. Dios nos coloca en tiempos de desafíos y oportunidades, con dolores y heridas de divisiones. En su libro “Ecumenismo y Liberación”, Julio de Santa Ana dice: “En medio de esa tensa realidad están las Iglesias. Expresión del pueblo redimido, liberado y reconciliado en y por Jesucristo. Recibiendo la vocación de plasmar relaciones fraternas entre sus miembros y entre ellas, para así mostrar a los que viven en división cómo Dios quiere a todo su pueblo, de la tierra habitada, que viva en unidad”. Los que estuvimos en la Consulta de Laicos y Laicas en noviembre, en el Centro Emmanuel, fuimos sacudidos cuando el Politólogo Gerardo Caetano nos planteó que nuestra sociedad uruguaya” ya no está dividida , sino pulverizada” y que nuestro aporte como Iglesia Metodista, en este momento, está en plantear valores y crear códigos
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de convivencia. No es una tarea fácil, y peor hacerlo desde la fragmentación de la Iglesia. Es una tarea que nos involucra a todas las iglesias. El desafío está en cómo hacerlo cuando la unidad y lo ecuménico no están en la agenda de las iglesias. Cuando por otro lado estamos viviendo una oleada de “iglesias” que se plantean como las únicas y verdaderas y con un mensaje manipulador ante las angustias humanas. Cuando ingresé al pastorado hace 56 años me encontré en un escenario que planteaba la unidad de la Iglesia Valdense y Metodista en ambas márgenes del Río de la Plata. Este planteo era llevado adelante por el Pastor Wilfrido Artús y nuestro Luis Odell. Más tarde se adhirió la Iglesia de los Discípulos de Argentina. Esto lo mencioné a principios de febrero en el Sínodo Valdense, luego de leer los informes y documentos, porque encontré que si cambiaba donde decía valdense por metodista, sería idéntico a lo que podíamos afirmar nosotros. Aquel sueño nunca se concretó, quedó por el camino. Pero todavía es tiempo que nos unamos en la misión. Hay muchas cosas para hacer juntos o para complementarnos. Deberemos abrir los ojos a la realidad que nos rodea y al tiempo de Dios y, con mentes abiertas, reconocer cómo juntos podemos hacer un aporte que haga la diferencia. Debemos estar abiertos a que la unidad significa crecer en el caminar con libertad, aceptándonos en nuestras diferencias. No hay formas únicas. No hay quién tenga la verdad o la autoridad absoluta. Dios es más grande que nuestras pretendidas grandezas. El futuro reclama una unidad que se consuma en la construcción del Reino que nos incluye a todos y todas. No quisiera terminar sin recordar la entrega y la coherencia de un laico nuestro, Luis Odell, en lo que significó su aporte a la unidad y al movimiento ecuménico, no solo en nuestro país sino en la América entera. Este año se cumplen quince años de su fallecimiento en España. Nunca tuvo un reconocimiento acorde con su dedicación. La Junta Nacional de nuestra Iglesia decidió el siete de marzo rendir un homenaje a su memoria y dedicación al promediar el año, cuando podamos contar con la presencia de sus hijos. Dios nos ayude a poder ser fieles al pedido del Jesús Nazareno de vivir en unidad y poder dar testimonio para que el mundo crea.
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Vocación y Fe Carlos Delmonte*
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l fin de semana del 14 al 16 de noviembre de 2014 se celebró en el Centro Emmanuel -en Colonia Valdense- un encuentro para laicos de la Iglesia Metodista del Uruguay. Durante el mismo pudimos presentar el tema “El laico desde la perspectiva bíblica”. Dividimos la exposición en dos partes: la primera, empleando como base un texto bíblico que encontramos en el Evangelio de Mateo 18:20: “Allí donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Y la segunda, empleando un texto que encontramos en el Evangelio de Lucas 18:8 que contiene una pregunta con la que Jesús termina la parábola de la viuda y el juez injusto: “Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?”. I. “… allí donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Los estudiosos dicen – y existen evidencias- que esta es una expresión que nació de la boca de Jesús, y por lo tanto es una frase auténtica de Él, así como la escribió Mateo. Esta afirmación de Jesús señala lo que es el elemento eclesiológico primario. Nos lleva a concluir que la iglesia está allí donde dos o tres se reúnen en el nombre de Jesús. Es suficiente que dos o tres personas se reúnan en el nombre de Jesús, para que Él esté presente entre ellos. Allí nace la Iglesia. Jesús de Nazaret es el que le da vida a la Iglesia. Dónde sucede el encuentro no tiene importancia. Pero tiene importancia que esos dos o tres se sientan llamados por Jesús para invocar su nombre, encontrarse con Él y para que Él se encuentre con ellos. Así comprendemos que la primera y más importante expresión de la Iglesia es la que llamamos “iglesia local”. Un grupo de personas que pretenden vivir como la Iglesia de Jesús de Nazaret. Surge de las bases teológicas generales que forman esa identidad, nuestro “ser creyentes en Jesucristo”. Creemos en un solo Dios, un solo Redentor, una sola Escritura, es decir, una sola forma de dar testimonio de lo que aconteció en el tiempo en el que Jesús vivió en la tierra, y sobre los resultados de su revelación así como nos fue transmitida por medio de la Escritura Bíblica del Nuevo Testamento. Sin la verificación de la vocación de los creyentes no podría realizarse entre los seres humanos la presencia de Jesús de Nazaret. La identidad de la Iglesia está Nº 213 | marzo-abril 2015
fundada en la fe en Cristo de las personas individualmente. Todo lo demás, es decir, toda la organización eclesiástica, se apoya sobre ese factor decisivo y fundamental. Vocación significa hoy participar de la historia de Jesús. La historia de Jesús es una historia pública vivida en relación con otros y fundamentalmente abierta hacia los otros. Jesús está en la tierra por amor a otros. Ser discípulos de ese Señor significa comprometerse en esa misma historia. La vocación no nos autoriza a interesarnos solo por nosotros mismos, sino vivir en relación con otros. Karl Barth lo dice sin posibilidad de equívocos: “confesar a Jesús de Nazaret delante de los hombres no es algo marginal en la vida porque está fundado en la acción misma del Señor, pertenece al centro de la vida del cristiano en la comunidad cristiana. Más aún, frente a su testimonio se decide si un cristiano es o no cristiano, si la comunidad cristiana es o no cristiana”. Lo concreto es que la presencia de Jesús determina la realidad de la Iglesia. Los que están reunidos saben que pertenecen al Cristo resucitado y Él vigila la tarea que van a cumplir. Se sienten fortalecidos por su presencia, por su amor, por su perdón, así reciben la fuerza para cumplir con fidelidad la tarea que les ha sido encomendada. Si la comunidad cristiana sobrevive a las tensiones que se le imponen, es solo porque el Señor resucitado la sostiene. Lo que tenemos que cuidar es la “iglesia local”. Allí es donde se nutre la vocación de cada creyente. Si Jesús está en medio de ellos no hay creyentes de distinta categoría. Habrá funciones diferentes: unos serán pastores, otros serán laicos, pero delante de Jesús son todos iguales. Los dones son diferentes, pero la vocación es la misma. La vocación común es lo que le da sentido a la relación de unos con otros. De manera que la pirámide de autoridad y poder está invertida. La autoridad máxima no está en el vértice más alto, está en la base, en la asamblea local. El pastor y la pastora como “siervos de la Palabra” están sometidos a la autoridad de la asamblea, o los miembros de iglesia que la representan. Si aceptamos que esto es así, la participación de los laicos en la tarea de la comunidad no es accesoria y ocasional, es fundamental para que la comunidad viva. Sin creyentes que viven su vocación no hay iglesia. II.
Cuando del Hijo del hombre venga: ¿hallará fe en la tierra?
Entre las mil preguntas que nosotros le formulamos a Dios, hay algunas que Dios nos dirige a nosotros. Ahora nos sale al encuentro con esta pregunta: Cuando el Hijo REVISTA METODISTA | 7
del hombre venga: ¿hallará fe en la tierra? No nos pregunta si hallará religión. De religión el mundo está lleno. Tampoco nos pregunta si encontrará la Iglesia o iglesias: también de iglesias estamos llenos. Tampoco pregunta si encontrará amor, la cosa decisiva para nosotros si tuviéramos que formular esa misma pregunta. Tampoco nos pregunta si hallará vida en la tierra –esta vida de la que es el inventor y el creador, y de la que el hombre debía y debe ser el guardián, pero es un guardián del que no se puede confiar, porque en tantas manifestaciones individuales y colectivas parece ser amigo y aliado de la muerte más que de la vida-. Pero no es esa la pregunta que Dios propone. La pregunta es si hallará fe, como si esta fuera lo que más le importa, la raíz de la vida, la vertiente del amor, la razón de ser de la Iglesia y de todas las religiones, como si fuera la cosa más importante, casi la madre de todas las cosas. ¿Qué clase de fe encontrará Jesús cuando vuelva? Podemos pensar: Jesús ya vino y ¿qué fe encontró? Encontró una fe que no buscaba y sin embargo el mundo de entonces, como el mundo de ahora, estaba lleno de fe. Todos creían en algo, pero eso era una caricatura de la fe que Jesús buscaba. Algunos –como Caifás- ponían su fe en la Ley. Por eso Jesús fue condenado a muerte: “Tú siendo hombre te haces Dios”, por eso te apedreamos (Juan 10:33). Jesús enseñó la ley del amor no el amor a la ley. Jesús también encontró esa fe que divide a los hijos de las tinieblas de los hijos de la luz, los hijos de la comunidad electa y los hijos de la comunidad rechazada. Jesús la combatió recibiendo a publicanos y pecadores, predicando el Evangelio del perdón. Y también encontró la fe de Roma, la fe que creía en sí misma, la fe que creía en su fuerza; la fuerza armada de las legiones, la fuerza del derecho, la fuerza de la civilización romana heredera de la griega. Roma creía que su misión era civilizar el mundo y unificarlo bajo el nombre de Roma. Era una fe absoluta, intransigente, y Jesús la combatió. Delante de Pilato que le decía: “¿no sabes que tengo autoridad para crucificarte y autoridad para soltarte?” Jesús le dijo: “ninguna autoridad tendrías contra mí si no te fuera dada de arriba” (Juan 19:10.11), es decir, de Dios. Si no estuviera Dios, tú tampoco estarías. Pero tampoco encontró fe en los suyos. En Nazaret la gente “se escandalizaba de Él”, y Jesús “se maravillaba de su incredulidad”. (Marcos 6:3-6) Y tampoco encontró fe en sus discípulos. Los había llamado uno por uno, vivían con Él, veían sus milagros, escuchaban su predicación y los llamó “gente de poca fe”. (Mateo 6:30 y 8:26) Cuando les anunció la resurrección “no le creyeron”. (Marcos 16:11-13) Solo encontró la fe que buscaba en un pagano, el 8 | REVISTA METODISTA
centurión de Capernaúm del que dijo: “ni aún en Israel he hallado tanta fe”. (Mateo 8:10) ¿Y qué pasaría hoy si viniera? Encontraría que la fe de Roma se cristianizó. Vería cómo la Roma cristiana fundamentalista representa esa fe firme en Dios y una fe en sí misma. Fe en sí misma quiere decir fe en su misión de conquistar, dominar, “cristianizar” el mundo bajo un liderazgo que se llama “primado”. Una fe firme, pero nada abierta ni receptiva, nada autocrítica y, al fin, un poco problemática. La fe de Occidente, la fe de la superioridad del mundo occidental y cristiano que tantos están dispuestos a defender de toda amenaza. No hay solo una versión religiosa, hay una versión laica, política, cultural del primado de occidente. El primado moral y civil de occidente. Al que ahora se oponen otros primados antagonistas, especialmente el primado del Islam. La fe de Jesús es muy distinta. Jesús observaba la ley pero también la trasgredía, por ejemplo la ley del sábado, la más santa de todas las leyes de la Torah. Si Jesús volviera hoy, ¿encontraría una fe transgresora en la comunidad cristiana? Por la fe somos capaces de obedecer, ¿pero seremos capaces de transgredir por la fe? Tal vez Jesús nos preguntaría: ¿por qué la fe de ustedes es tan temerosa, tan poco libre? Quizás pensaría que somos: “gente de poca fe”, no en el sentido de la cantidad sino en el sentido de la calidad de nuestra fe. ¿Cuál es la fe que Jesús quisiera encontrar? La pregunta no es si Jesús encontrará fe en la tierra, sino qué clase de fe encontrará. Qué fe quisiera encontrar. La fe que Jesús quisiera encontrar en nosotros es la fe de la viuda de la parábola (Lucas 18:1-8). Una fe que no se resigna, que no acepta la injusticia, que no se rinde, que no deja en paz al juez injusto, el juez que no hace justicia sino injusticia. La figura del juez injusto es la figura del poder constituido, la figura de los que gobiernan al mundo y no aman la justicia. No hacen justicia a las viudas, pero paradójicamente por causa de las viudas se termina haciendo justicia. La fe que Jesús quisiera encontrar es la fe de los que en medio de sus desilusiones y frustraciones luchan para que se haga justicia. Para Jesús, buscar la fe es buscar la hospitalidad, como dice el Apocalipsis “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo”. Creer no es otra cosa que abrir la puerta y dejar entrar a Jesús. Donde dos o tres le abran la puerta, Él vendrá y estará con ellos y allí estará la Iglesia. Carlos Delmonte ·Pastor emérito de la Iglesia Valdense. Nº 213 | marzo-abril 2015
La necesaria dimensión pública de la teología
Juan Pablo Espinosa Arce Magister © en Teología (PUC – CHILE) Licenciado en Educación (UCM – CHILE) Profesor de Religión y Filosofía Email: juanpablo.231190@gmail.com
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no de los mayores peligros que como cristianos tenemos son los posibles reduccionismos que hacemos de la fe, relegándola un espacio privado con lo cual se le priva de su necesaria dimensión pública y social. El motivo central de esta breve contribución es aportar algunas reflexiones sobre el lugar que la teología cristiana, entendida como fides quaerens intellectum, fe que quiere comprender, tiene en el espacio público. Si indagamos brevemente en la situación antropológica y cultural actual, nos daremos cuenta de que el hombre ya no se comprende como un sujeto político (público), sino que es un individuo aislado. G. Lipovetsky sostuvo que la época actual era la del Narciso, es decir, concebir al hombre y a la mujer como despreocupados de la suerte de los demás, dejando pues de ser un quién-para-losdemás. Algo similar ha ocurrido con la fe y con la teología, como ciencia que busca reflexionar a partir de la Revelación, cuál es la acción de Dios y cómo el hombre va respondiendo movido por la fe a dicha actuación salvífica. Es más, el teólogo español Juan Martín Velasco, en su obra “Ser cristiano en una cultura posmoderna” (1996), sostiene que el escenario en el cual se ubica la fe y la teología es la del hedonismo posmoderno el cual va unido inexorablemente al individualismo. Es este contexto que “conduce a una fe privada, individualista y
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reducida a respuesta a las incertidumbres que suscitan las situaciones límites” (Velasco, 1996). Es todo menos una teología de carácter público. Frente a este panorama antropológico, ¿cómo debiese responder una teología que valore y legitime su necesaria dimensión pública, social o política? 1. Una teología de la Encarnación Una teología que quiera llamarse cristiana deberá recordar siempre el valor universal de la Encarnación del Verbo de Dios en la historia de la humanidad. Es por la Encarnación que Dios ha venido a ser Él-connosotros en medio del escenario público. Dios ha entrado en la historia y lo ha hecho hasta las últimas consecuencias. La Encarnación es pues el principio irrenunciable que los teólogos han de asumir para que su quehacer tenga pretensiones de ser comunitaria. Si Dios se ha encarnado es porque la realidad histórica tiene importancia, ya que en ella “El que es” nos ha hablado de una manera nueva y radical. La existencia del mundo y del hombre, que ontológicamente es social y política, se juega y vive de manera fundante en la acción de un Dios que se ha hecho historia. La experiencia de fe que tenemos del Dios de Jesucristo es una que está mediada por el espacio público.
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2. La teología como quehacer eclesial La teología se realiza, se ora y se vive únicamente en la comunidad eclesial. ¿Por qué? Porque es la Iglesia la que realiza el trabajo teológico de escuchar las voces de Dios en la Revelación, es decir, en su autocomunicación (función positiva de la teología). La teología cristiana católica se inserta dentro de la gran tradición eclesial, y no puede realizarse a espaldas de ella. La dimensión de la escucha propia de la teología se comprende también como respuesta. Se oye la acción de Dios en el tiempo y se asiente a ella por medio de la fe. La Iglesia es también la que realiza por medio del quehacer teológico la llamada función especulativa. En este segundo momento del método teológico se realiza la fides quaerens intellectum, la inteligencia de la fe. El dato de la revelación que es escuchado como tarea de la Iglesia es expresado en categorías que permita que el hombre y la mujer de hoy puedan dar sentido y razón a la esperanza que hay en ellos. El trabajo teológico, sostienen los grandes maestros, debe realizarse de rodillas, es decir, con un sentido de veneración ante el Misterio de un Dios que ha sido condescendiente con sus creaturas hasta el extremo de encarnarse en nuestra historia. Volvemos a la Encarnación. Ella nos ilumina y da sentido a nuestra experiencia creyente. La Iglesia está llamada a pensar de manera adulta y responsable su fe, de manera de validarse como un mensaje siempre nuevo y siempre dador de sentido para cada hombre y mujer.
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Finalmente, viene el sentido práctico de la teología, es decir, hacer vida lo escuchado (positivo) y lo pensado (especulativo). Gustavo Gutiérrez en su Teología de la liberación coloca acentos en esta dimensión como condición sin la cual no se realiza una verdadera teología de carácter público. Así, él sostiene que la teología va cotejando su quehacer únicamente en la transformación del mundo que ella pretende. Esta dimensión de la praxis exige que los teólogos elaboren una reflexión que sea histórica pero a la vez metahistórica, es decir, que mire hacia el futuro del Reino prometido desde su incoación en el hoy de nuestra propia historia. 3. Apuesta por una nueva teología El desafío que se nos impone no es menor y conlleva una conversión pastoral permanente que desemboque en un atreverse a “cruzar a la otra orilla”, en donde se encuentran especialmente los rostros alejados del quehacer teológico para anunciarles el Evangelio de Jesucristo, fundado en la justicia, la misericordia y la acogida gratuita. Debemos aprender el no temer recurrir a otras categorías hermenéuticas que hagan más comprensible el lenguaje teológico y que, fundamentalmente, respondan a la experiencia cotidiana y a la idiosincrasia de nuestros pueblos. Solo así podremos ir experimentando una nueva primavera eclesial en la que se proponga otra forma de evangelizar y una nueva narrativa que no utilice lenguajes teológicos hieráticos o distantes, sino que nos permita ser testigos de la presencia incisiva de un Jesús que camina a nuestro lado.
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Familias sirias: "Con fe y esperanza viva" María Angélica Morena Y vaya que me dejé -y aún me dejo- conmover por la realidad. Es más, si así no me lo hubieran pedido, no había forma de no hacerlo, pues la verdad es que no sé ejercer mi profesión desde otro enfoque que no sea ese. Ahí fue cuando me di cuenta de que esa mirada, esa forma de vivir y hacer las cosas, había sido, quizás, uno de los motivos claves por los que había sido convocada.
Lic. Ma. Angélica Morena de Martínez Miembro de la Iglesia Metodista de Buceo Magíster en Cs. de la Educación Coordinadora Secc. de Recursos Informáticos Instituto Crandon Montevideo
¿Desafío? ¿Nuevo trabajo? ¿Oportunidad de enseñar en un ámbito diferente? ¿Clases de español como nuevo rumbo profesional? Al principio no supe muy bien cómo calificar el nuevo “escenario” que se abrió ante mí, allá por fines de agosto de 2014, cuando estaba finalizando -en lo personal- el año más difícil de mi vida. Apenas fui convocada, me encontré con ese problema: ninguna palabra era la correcta para definir lo que sentía. Tuve claro que se abría para mí una puerta nueva que de algún modo me cambiaría para siempre y que implicaría redoblar aquello de poner el alma en el acto de enseñar, porque habría que lidiar con muchas más cosas que el “no saber” de quienes fueran mis alumnos. A medida que comencé a sostener las primeras reuniones de trabajo con las colegas del equipo “Jesús María”, me fui dando cuenta de que Dios nos estaba poniendo -a mí y a quienes me acompañarían- ni más ni menos como SU instrumento para servir a SU propósito. Y las palabras fueron apareciendo: “servicio”. Claro que sí. No tardé en reconocerme como una metodista en una misión de servicio, pues en las primeras reuniones de equipo, en las que el objetivo era estar seguros de que todos sintonizábamos con el propósito y podríamos llegar a vivirlo con la serenidad y fortaleza que haría falta, recuerdo que se nos dijo: hay que ser capaz de “dejarse conmover por la realidad”.
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Como muchas veces me ha pasado en mis años de profesión, elegí enseñar al grupo más difícil: mis alumnos serían los adultos. Mis colegas maestras preferían a los niños y adolescentes, pero los adultos son otra cosa. No era para menos, yo también tenía mis inseguridades y mil preguntas. ¿Se saluda de una manera diferente a hombres y mujeres? ¿Podrían llegar a ofenderse si me equivoco al dar la mano, al hacer algún gesto que para nosotros sea normal? ¿Qué tan espontánea puedo ser en todo sentido? ¿Qué será lo primero que les diré cuando llegue ese momento del primer minuto, de la primera clase “a solas”? Algunas dudas se iban despejando y otras no tanto. Conocer a Hussein Alali Alfleg (el traductor) marcó un antes y un después en ese sentido. Empezando por su propia historia, sus relatos fueron un libro abierto, ya que en poco tiempo y con palabras sencillas nos fue explicando los puntos clave de la situación Geopolítica de Siria, su país. Su paciencia infinita, su calidez y eterno buen humor me revelan que la empatía iba a ser un factor decisivo cuando conociera las familias y que ser capaz de generarla sería uno de los primeros retos. Las semanas previas fueron intensas: en el equipo trabajábamos “a ciegas”. Pero a medida que se acercaba el momento, algunas nubes se iban disipando y llega ese día en que el Dr. Javier Miranda se reúne con nosotros y nos habla de las familias, comenzando por decirnos algo que ya me produjo una intensa sensación, rara y difícil de describir: “ellos aún no saben que son los elegidos, lo sabrán dentro de tres días”. Comencé a escuchar la información de cada “caso” (aún no teníamos los nombres, para preservar las identidades solo nos presentaron a las familias como “casos”), mientras iba y venía un mate que intentaba darle un poco de calidez a aquella mañana de sábado REVISTA METODISTA | 11
que ¡había que controlar y devolver o reclamar en cada caso! Imposible cuantificar lo que aprendieron ese día, pero lo recordamos cada vez que nos reencontramos en estos últimos tiempos.
lluviosa y cargada de historias de vida muy fuertes. Sé que habrá quien no me creerá, pero mi pensamiento voló al Líbano e imaginé a esas personas aún esperando por una respuesta que nosotros estábamos conociendo en ese momento. Fue allí, en ese instante en que no teníamos más que titulares -apenas fragmentos de las historias que podían contarse-, cuando empecé a tejer un intenso compromiso con cada uno de ellos y supe que iba aprender mucho más de lo que iba a enseñar. El límite de palabras que me han solicitado para el presente artículo impedirá que pueda compartir en este espacio tantas cosas que podría contar, como por ejemplo, cómo fue ese primer encuentro con las familias, o el momento en que nació Moisés en diciembre (el primer bebé sirio-uruguayo) . Así que comentaré solo las fotos que acompañan, elegidas por ser hermosos recuerdos entre tantas vivencias. En una de ellas vemos aquel momento en que comenzamos a practicar la interacción con la realidad, es decir, promover contacto con personas con las que ellos nunca habían hablado y quienes no harían -a indicación mía- el más mínimo esfuerzo por entender su árabe ni sus señas. Aprendieron lo básico en español: aprendieron los números, les enseñé a memorizar su número de cédula, les enseñé a reconocer nuestras monedas y billetes y hacer equivalencias… Y llegó el momento de ponerlo en práctica: en el gran salón en el que trabajamos montamos un comercio ficticio (vendíamos de todo y había cartelitos con los precios). El comercio era atendido por Juan de Dios, mi esposo. El día fue increíble, les dimos dinero ficticio fotocopiado a color y la consigna fue más que interesante: íbamos a jugar a la realidad. Advertimos que Juan de Dios a veces se distraería y podría suceder que se equivocara con los vueltos (los daría bien, los daría de más o los daría de menos…) así 12 | REVISTA METODISTA
Como miembro de la Iglesia Metodista del Buceo, yo quería que ellos conocieran a mi Pastor, Heber Cardozo, quien junto a Blanca nos visitó también en un día muy especial. Había días mejores y días peores, en particular los días de lluvia eran poderosos imanes de los recuerdos tristes. No tardé en aprender que cuando los recuerdos eran de Siria, generalmente provocaban angustia y tristeza… pero cuando eran del Líbano, estaban cargados de rabia y de dolor. Fue un día de “esos” que llegó Heber quien, con la calidez que todos le conocemos, comenzó contando cosas de su propia historia y terminó enderezando el clima de aquel día difícil, bajo un árbol, con su guitarra, rodeado de chicos y grandes, poniendo música a las canciones que ellos tarareaban. No importaba ese idioma difícil y raro en que cantaban, pues “se dejó unir” a la música de una guitarra nuestra, de la mano de Heber y su empatía natural. Al momento de escribir este artículo, todas las familias han dejado el “hogar de los Maristas” y, a su manera, van adaptándose a nuestro país y a nuestra gente. Con mayores o menores dificultades todos van escribiendo su historia y con todos -grandes y chicoscontinúo teniendo contacto a diario. Me llaman en las situaciones más cotidianas, como ir de compras y no entenderse con el vendedor. Otros me piden ayuda para expresar cosas puntuales a personas puntuales, y otras veces simplemente quieren conversar. Puedo decir que me siento bendecida por haberles conocido, por tenerlos como amigos, por haber sido su confidente, porque me dejan aún día a día conocer sus sueños y por ser depositaria de su confianza. Pasado el tiempo, he podido encontrar algunas palabras que pincelan con mayor exactitud lo vivido: esta ha sido para mí una experiencia de servicio y bendición que me deja mucho más que 42 nuevos amigos que han venido desde lejos. Algunos colegas y amigos me preguntan si volvería a repetir la experiencia. Por allí algún día, en las distintas congregaciones, podemos juntarnos a conversar un día con los hermanos y hermanas que deseen saber más acerca de esta historia y podría compartir cuáles son los motivos por lo que no es una pregunta de fácil respuesta para mí, y por qué esa respuesta no es simplemente un sí o un no. Saben dónde encontrarnos; Juan de Dios y yo quedamos a entera disposición. Nº 213 | marzo-abril 2015
El festival del becerro: una meditación Ignacio S. Camps
“Cuando Josué escuchó el griterío del pueblo, dijo a Moisés: — Se escuchan gritos de guerra en el campamento. Y Moisés respondió: — No son gritos de victoria ni de derrota; lo que estoy oyendo son cantos festivos. Cuando llegó Moisés al campamento y vio el becerro y las danzas...” (Éxodo 32:17-19 BTI) No somos tan burdos. No tenemos un becerro físico en torno al que celebrar un festival de alabanza. No. Más bien construimos un “becerro” a través del discurso domesticador que impartimos desde nuestras plataformas eclesiales, y la puesta en escena en el que lo enmarcamos. Ello produce en nosotros multitud de emociones y experiencias que confundimos con el encuentro existencial con el Dios que se manifestó en Jesús de Nazaret. Los cánticos y las danzas se convierten en un fin en sí mismas. Y en ese momento de euforia confesamos como los antiguos israelitas: ¡Israel, este es tu dios, el que te sacó de Egipto! (Éxodo 32:4 BTI); y realmente es verdad, experimentamos a dios -así en minúsculas-. No al Dios que se preocupa y ocupa de las personas empobrecidas, liberándolas de las estructuras injustas que propician los faraones de este siglo y trasladándolas a espacios sociales en los que los poderes del Imperio están suspendidos. Cuando el festival del becerro finaliza, regresamos a la vida cotidiana narcotizados y con la resaca a cuestas. Al día siguiente caemos en la cuenta de que
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nada ha cambiado. Nos sucede como a los protagonistas descritos por Joan Manuel Serrat en su canción Fiesta: “Y con la resaca a cuestas, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas…” Quedando a la espera de la próxima experiencia de euforia que el festival del becerro nos proporcione. La experiencia de adoración, alabanza y escucha atenta de la Palabra de Dios nos conduce necesariamente a la encarnación del deseo de Dios en medio de la historia. Y ese deseo, a saber, es el que expone el viejo profeta hebreo cuando escribe que la voluntad del Dios del Éxodo es el “abrir las prisiones injustas, romper las correas del cepo, dejar libres a los oprimidos, destrozar todos los cepos, compartir tu alimento con el hambriento, acoger en tu casa a los vagabundos, vestir al que veas desnudo, y no cerrarte a tus semejantes. Entonces brillará tu luz como la aurora, tus heridas se cerrarán en seguida, tus buenas acciones te precederán, te seguirá la gloria del Señor” (Isaías 58:6-8 BTI) Y es que cuando nos sale al encuentro el Dios de Jesús de Nazaret, somos insuflados de fuerza para construir espacios liberados del Imperio, y en ellos no hay lugar para las frustrantes resacas que producen los “festivales del becerro”. Soli Deo Gloria Ignacio Simal Camps. Tomado de Lupa Protestante
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08/03/2014 - Primer Aniversario Hogar Estudiantil Metodista de la Aguada - 08/03/2015 Adolfo Tomé
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l 8 de marzo de 2015 cumplió su primer año el Hogar Estudiantil Metodista de la Aguada; ha sido un período de adaptación de quienes tomamos este desafío; pero con resultados en donde Dios a través de distintas personas se ha manifestado para decir que se ha consolidado para proseguir su misión. En primer lugar la Comunidad Metodista de la Aguada con mente abierta a los nuevos procesos que se dan en la sociedad uruguaya y en la Iglesia Metodista en el Uruguay; ha accedido a que la ex
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casa pastoral se transformara en un Hogar Estudiantil Mixto y cogestionado entre la IMU (a través de una Comisión) y los estudiantes. También en el 2015 ha cedido con alegría el “gimnasio” para convertirlo en sala de estudios. Desde la Administración - Tesorería General de la IMU, a través de José Brandón(de origen aguatero) se ha facilitado con eficiencia la concreción de obras y el equipamiento necesario.
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Los esposos Cristina González y Hugo Gallardo, que participan de la vida de la Iglesia Metodista de la Aguada desde su adolescencia, y viven en el barrio; son referentes de los estudiantes en la cotidianeidad, compartiendo su afecto y guiándolos en sus primeros pasos en Montevideo. El Arquitecto Gonzalo Rosso con su origen aguatero también, siempre está disponible para solucionar detalles que surgen a nivel edilicio. La Asociación de Ex Alumnos del Instituto Crandon ha donado estufa completa a super-gas; las familias Vidalìn-Olivera, Mato-Castro y Teresa Labandera han realizado donaciones de distinta índole que el Hogar valora mucho. Las oraciones a Dios de muchas y muchos alimentan y fortalecen permanentemente la misión de este Hogar. Al escribir esta nota contamos con la capacidad colmada (8 mujeres y 3 varones) que conviven en lo que pretende ser una Un Hogar donde los afectos y la solidaridad son indispensables a la hora de ingresar por la calle Quito 1618. Que el Dios de la Vida prosiga protegiendo y guiando con su Espíritu Santo a quienes habitan y llegan a este querido Hogar; que lleva el nombre de aquel aguatero que de gurì tiraba piedras al templo de la calle Bequelò, el Pastor Emilio Castro. Donde los domingos de mañana asistían “las señoras elegantes y a los señores de galera” (al decir del querido periodista Hugo Alfaro-en Marcha-1972, en su artículo “Huelga de Hambre en el Templo” en donde entrevistaba a los jóvenes de Magisterio en Huelga de Hambre por Becas, que se ganó.
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Acerca de la misión metodista uruguaya en Brasil
Mirtha Coitinho
CARLOS LÁZZARE: EL MISIONERO OLVIDADO
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uan Correa y su hija adoptiva Carmen Chacón son los dos nombres que asociamos con la misión en el siglo XIX desde nuestra Iglesia Metodista Episcopal en Uruguay hacia Rio Grande do Sul. Tal vez por esa costumbre, tan arraigada, es que no nos hemos planteado una pregunta muy pertinente: ¿Fueron los únicos o habrá intervenido alguna persona más? Esta es la razón de que, por décadas, el recuerdo del pastor Carlos Lázzare haya quedado en el completo olvido, siendo, sin embargo, un colaborador de excepción en aquel desafiante campo misionero. Es que estando Juan Correa en el país norteño, sin duda desbordado de trabajo, solicitó ayuda a la iglesia madre. Como respuesta, el Superintendente Dr. Charles Drees, envió a Carlos Lázzare para trabajar entre las colonias de italianos de aquel Estado del Brasil. Quienes conocieron a Lázzare expresaron que: “Hizo una buena obra allí, recorriendo aquellos distritos y anunciando la verdad salvadora a los de su propio idioma”. Es bien llamativo que una Iglesia naciente dependiente de una misión extranjera, como era entonces la nuestra, tuvo ese afán misionero que la impulsó más allá de cualquier limitación. ¡Qué desafío para nosotros hoy! En pleno siglo XX otra vez el hecho histórico nos interpela, invitándonos a reflexionar sobre nuestro
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actual compromiso misionero. En cuanto a Lázzare, era tal su deseo de servicio cristiano que, vuelto a nuestro país, aunque estando delicado de salud, ejerció el ministerio pastoral en Santa Lucía, Canelones, entre 1901 y 1906. Esta historia, historia de nuestra Iglesia, nos deja con varias preguntas por ahora sin responder. Por ejemplo: ¿Qué tipo de trabajo hizo el pastor Carlos Lázzare en medio de esos italianos? ¿Quedó registrado dicho trabajo en la memoria de la Iglesia Metodista del Brasil? ¿Qué frutos dio? Los metodistas en aquel país, ¿siguieron esta obra con los italianos? ¿Quiénes eran esos italianos? ¿Formaban colonias de pequeños agricultores y algunos latifundistas, además de ser la gran fuente de mano de obra del Brasil? ¿Qué ideas traían desde el Viejo continente? ¿Tal vez se encontraban entre ellos algunos garibaldinos o anarquistas? Si es así, ¿influyó de alguna manera ese pensamiento en la vida eclesial? Por otro lado, al fallecer en 1907 Lázzare dejó tres hijas, dos de ellas inválidas, así las define El Estandarte Evangélico. No se habla de esposa por lo que presumiblemente fuera viudo. Nuevamente surgen las preguntas. ¿Qué fue de esas hijas? ¿Continuaron su vinculación con la Iglesia Metodista? En tal estado de necesidad, la Iglesia ¿las pudo ayudar? Preguntas que, desde la Comisión de Historia y Archivo, intentamos develar a fin de que, conociéndonos mejor, podamos extendernos con más fuerza hacia el futuro. Nº 213 | marzo-abril 2015
¿Felices Pascuas? Pastora Magister Inés Simeone
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urante el tiempo de Cuaresma, un período de 40 días, cristianos y cristianas somos invitados a pensar y repensar nuestras vidas desde la perspectiva del mensaje de Jesús expresado en los Evangelios. Es tiempo de reflexión y análisis, también tiempo de preparación para recordar y entender el significado de la muerte y la resurrección de Jesús. Desde varios milenios antes de nuestra era, en las culturas mediterráneas, al principio de marzo se hacía una fiesta de varios días de duración en la primera luna llena, por la llegada de la primavera (para nosotros comienzo del otoño). Las fiestas de Pascua y Ázimos (ázimos -massótson panes sin levadura) eran fiestas nómadas o agrícolas en las que se celebraba cíclicamente el comienzo del año y la primera cosecha. Estaban vinculadas, en su origen, a dos momentos cruciales importantes de la vida del pueblo (trashumancia del ganado y recolección). Estas fiestas, al ser aceptadas e integradas por Israel, se purifican de lo mágico y supersticioso y se cargan, en un segundo momento, de contenido histórico: celebran, con ocasión del año o la cosecha nuevos, el nacimiento de un pueblo a la libertad (Éxodo) y la instalación en la tierra (Conquista o Asentamiento). Nace así una nueva fiesta enraizada en la historia de la salvación, historia lineal, no cíclica. De fiesta familiar (sin templo ni sacerdotes) se convierte, en una etapa posterior, en una celebración de culto nacional (sacrificio del cordero en el templo), entroncada en la vida (cena en casa). La fiesta se hace liturgia. (fuente: LA FIESTA DE PASCUA Y ÁZIMOS - Bases bíblicas veterotestamentarias de la celebración, Jesús PELÁEZ)
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Para el pueblo judío, por lo tanto, era y es la recordación del pasaje/salto (Pésaj, en hebreo )ֶפַּסח de la esclavitud en Egipto a la libertad. Después del ministerio de Jesús, su muerte y resurrección, la Pascua para el pueblo cristiano pasó a ser el recordatorio del pasaje/salto de Jesucristo de la muerte a la vida. Fue fundamental para las primeras comunidades cristianas el testimonio de los apóstoles para afirmar su fe en el Cristo resucitado, como parte del Proyecto de Dios, rompiendo los proyectos de los sabios y poderosos del mundo. Hoy, a muchos siglos de distancia, vivimos una situación bastante diferente de aquellas comunidades, en el sentido que ya “sabemos” (¿y creemos?) desde nuestra infancia cómo se dieron los hechos y su vital importancia para el mundo. Para nosotros lo importante es marcar el núcleo del mensaje evangélico: el carácter salvífico de la muerte y resurrección del Señor Jesús. Si no creemos personalmente en esto -aunque nuestra tradición, nuestra cultura, nuestra familia así lo enseñen-, somos hijos o hijas, nietos o nietas de cristianos pero NO SOMOS CRISTIANOS. Recordemos que a los discípulos les costó creer. Las mujeres que descubrieron el sepulcro vacío casi ni se animaban a contarles... algunos tuvieron que ver para creer... A través de la historia hay muchos relatos de gente que se decía cristiana y que de repente se dio cuenta que en realidad no había creído ¡¡¡hasta que creyó!!! El propio Juan Wesley, fundador del metodismo, es ejemplo de alguien que pasó años buscando realmente creer desde el fondo de su corazón, hasta que una noche de mayo de 1738 sintió su corazón arder... y se dio cuenta que creía que Jesús de verdad había muerto y resucitado para salvarnos de todo pecado. Cambió su vida, encarnó la Buena Nueva, ya no solo en palabras sino también en acciones. La fe llenó de vida y sentido sus acciones. Esto es la fe... la fe que nos transforma, que nos hace re-nacer para una vida llena de significado y compromiso, que nos despierta el amor a Dios, a nosotros mismos y al prójimo, que resulta en solidaridad verdadera. REVISTA METODISTA | 17
Y, por supuesto, hay que preguntarse también qué significado tiene en nuestro mundo, hoy, la muerte y la resurrección de Jesús. ¿Qué significa para los que sufren dolor, enfermedades, soledad o falta de libertad? ¿Qué significa para los desocupados, desalojados, hambrientos, marginados y afligidos? Significa estar a punto de una inversión de situaciones siguiendo un camino que va de la esclavitud hacia la liberación, de la muerte hacia la vida. Es un proceso a partir de la toma de conciencia, de acciones coherentes, enfrentando las consecuencias resultantes. Inversión para poder transformar, morir para poder re-nacer hacia una nueva vida en Cristo. La vida, que también está repleta de señales de muerte, nos presenta en su cotidianidad la dinámica del pasaje vida-muerte-vida... en la primavera después del invierno, en la simiente que muere para florecer y fructificar, en la familia humana que permanece a través de la renovación de las generaciones, en el amor que transforma las situaciones de muerte en situaciones de vida, en la justicia, hecha vida, modificando realidades, en la paz que resulta de la construcción colectiva permeada por la solidaridad, armonía, respeto en, con y a pesar de las diferencias.
Todo esto es semejante a preparar la tierra para recibir simientes que generarán mucha vida. ¡Nosotros somos tierra fértil que se prepara para generar nueva vida repleta de esperanza! ¿Somos tierra fértil que se prepara para generar nueva vida repleta de esperanza? La Naturaleza -sabia y generosa- nos presenta muchos ejemplos de transformación (metamorfosis): la semilla que se muere y se pudre para volver a nacer, el musgo que nace en la piedra, la oruga que se transforma en una linda mariposa, los retoños que brotan de las ramas secas a cada primavera... El mensaje de la resurrección es un mensaje de paz. Como iglesia de Cristo somos llamados y llamadas a ser comunidades de resurrección y paz, y el Señor que vive en medio nuestro nos da las fuerzas necesarias para serlo. (Amós López Rubio) ¿Cómo nos transformamos nosotros/nosotras, en nuestros días? ¿Cómo renacemos para la VIDA a pesar de las muertes? ¿Cómo participamos de nuestros renacimientos? ¿Cómo encarnamos lo que afirmamos creer? ¿Resistimos? ¿Renacemos? ¿Resucitamos? ¿Nos “transformamos” para volver a ser? Vivamos la Pascua en su plenitud y sigamos testarudamente luchando por llevar la esperanza de la vida abundante siempre a camino, por dondequiera que vayamos. Y entonces, sí serán ¡Felices Pascuas!
El monumento de los zapatos de Budapest “Los zapatos en el Paseo del Danubio” fueron realizados en 2005 por Gyula Pauer y Can Togay. Estos sesenta pares de zapatos de hierro solitarios, sin dueño, son una alegoría a lo que quedó de los judíos asesinados y tirados a la corriente de agua por los fascistas.
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Allí nomás,... cerquita
“Veinte años no es nada”, dice el tango. En este caso, fueron 18 años los que tuvieron que pasar para conocer esa “MADRE” del norte cañero en Bella Unión. Dieciocho años después, la conocí una tarde de lluvia mansa y fría en el Comité José Artigas en la ciudad de Gotemburgo, Suecia. Estaba con otras mujeres uruguayas, gente con otras historias que, como tantos de nosotros, guardamos en la memoria. Nunca había visto a esa señora. Me acerqué a saludarla y cuando le di la mano tuve la sensación de que comunicaba “algo” que me daría gusto conocer. Difícil acertar los inviernos que ha vivido -más de 60, sin dudas-. Su porte descubría una mujer de temple noble y aguerrido, pero marcado por el dolor y la tristeza. Una extraña emoción me siguió por un rato hasta que, finalmente, le pregunté a Rubito ¿quién es esa señora? -La madre de José -me contestó. Acaba de llegar de Bella Unión para visitar a su familia. Verdaderamente quedé como aturdido, envuelto en una emoción de felicidad que solo yo entendía. Volé a la mochila de recuerdos, esa que todos llevamos a la espalda, y el flaco Viglietti me prestó un verso: ”Que lejos está mi tierra y, sin embargo, qué cerca”. Estaba allí nomás, cerquita. En esa madre con historia de hijos presos; de perros comedores de boniatos; de cortes de caña “amarga”; de ocupaciones, de huelgas y de marchas. Peleadores contra la injusticia y la estafa que nos sigue doliendo. Así fue que la vida me dio esa suerte de encontrar y conocer ese fleco de patria de nuestro país en Escandinavia.
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Las tormentas del Sur nos desparramaron como hojas en medio de un tornado. Esta vez, el viento se hizo remolino y nos juntó a los dos en comunión con otros compatriotas. Hojas con historias en el otoño dorado de Gotemburgo. Allá tuve esa suerte, la que a veces solemos decir ¡lo que es la vida! ·
Néstor González*, noviembre de 1993 Néstor perteneció a la Iglesia Metodista de Paysandú Ahora exiliado en Dinamarca.
Felicitamos a Nicolás Sosa por su elección para la Comisión de Asuntos Internacionales del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Es una alegría y esperamos que sea un gran desafío para él. Estamos seguros del buen papel que pueda desarrollar a ese nivel.
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Familia refugiada nos invita a almorzar
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a IMU fue convocada por las oficinas de Derechos Humanos de la Presidencia de la República a colaborar con la llegada de 5 familias de origen sirio refugiados en Jordania. Inmediatamente la JNVM dijo que si. Con el fin de acercar nuestros miembros a la problemática y al interés humanitario, se hizo una “movida de recolección de de artículos de higiene y los elementos religiosos que les dieran la posibilidad de seguir practicando su fe. Los aportes fueron generosos y en demasía .La intención fue guardar estos recursos en exceso para el segundo grupo mas grande planeado para febrero. En diciembre, previendo que los meses de verano serían difíciles para una segúnda colecta, solicitamos información y varias entrevistas que siempre fueron cortésmente pospuestas. Eso nos dio que pensar que no habrá segundo grupo. Entre el personal contratado para la atención de los refugiados, estaba un miembro de la Iglesia del Buceo que pudo interrelacionarse con las familias y encontrar afectos y ansiedades en ese grupo tan castigado por la guerra. Entre ellos la familia de Nasr y Fátima que huyeron de Siria una noche para salvar a sus dos hijos mayores que no fueran llevados por la milicia. Los otros hermanos son muy chicos o son mujeres. Los hijos habían empezado la Universidad allá. Pasaron con la familia 3 años en campos de refugiados en Jordania. Nasr puso condición de venir a nuestro país, que sus hijos pudieran continuar estudiando a nivel universitario en Uruguay. Esta preocupación llego a
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los oídos de nuestro Instituto Metodista Universitario Crandon (IMUC) que les ofreció una beca de tres años para la carrera de Organización y Gerenciamiento de Empresas, donde el primer año será de adaptación, acomodamiento cultural y adquisición de lenguaje. Nasr, Fátima y los dos jóvenes querían conocer las autoridades de la Iglesia y nos invitaron almorzar. En las tradiciones del Medio Oriente invitar a participar en la mesa es un gesto muy fraternal y de honor al que Adolfo Tome y yo participamos. Ellos viven frente a un colegio público en Montevideo, así que los niños menores estaban en la escuela, las hermanas mayores ayudando a la madre en la cocina que esta esperando su hijo número 11 en estos días. Excelente cocinera, todo estaba en la mesa, pero participó del tiempo que fue necesario de la conversación en la sala. El intérprete llego tarde, pero igual nos fuimos comunicando con palabras, gestos, objetos y muy buena voluntad entre risas. Nos contaron que los vecinos han sido muy buenos, incluso uno de ellos intervino con su auto en una emergencia médica. No ha sido esta la experiencia con otras familias que tienen un contexto hostil. Luego del almuerzo abundante, donde alguien siempre se ocupaba de que el plato no estuviera vacío, pasamos otra vez a la sala donde se come la fruta y se habla mas en serio. Allí pudimos ratificar el espíritu de nuestra Iglesia, de respetar las decisiones de la familia y en ese caso que desearan utilizar las becas, estas estarían a su disposición y buscaríamos ayudar en los trámites de cambios que se requieran con el programa de Gobierno. Les invitamos a conocer el Instituto que es un colegio mixto. Les planteamos también la preocupación por la hermana adolescente que no esta inscripta en el Liceo. Hablamos de las alfombras de rezo que les regalamos, nos contaron que van a una mezquita cercana. Cuando luego de unas horas quisimos despedirnos nos dijeron que faltaba el café que es infaltable en estas conversaciones. Con Tome nos fuimos enriquecidos con el encuentro de esta familia, cosas que nos contaron y compartieron como si nos conociéramos de antes. Los abrazos y las sonrisas hablaban más que las palabras. Tan diferentes pero sin embrago somos descendientes de la misma paternidad Abrahámica
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El presidente electo Tabaré Vázquez, nombró una Comisión de Verdad y Justicia
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sta Comisión tendrá el cometido de ahondar la situación de los desaparecidos durante la Dictadura Militar. Avanzar en la información trabajando con otros organismos implicados en el tema. Tendrán acceso a la documentación existente que les ayude a encontrar caminos a la verdad de lo ocurrido con los desaparecidos. La Comisión estará formada por dos legisladores, la Diputada Macarena Gelman (nieta desaparecida e hija de madre desaparecida) y el Diputado Felipe Michelini (hijo de padre ejecutado). Tendrá un representante de Familiares y representantes de diferentes comunidades religiosas, un católico, un judío, una Umbandista afro-descendiente y al pastor Ademar Olivera representando a la Iglesia Metodista.
Ademar ha sido miembro del Servicio de Paz y Justicia. Participó en el Encuentro por el Des- exilio organizado por la Oficina de América Latina del Consejo Nacional de Iglesias de USA. Fue un evento donde participaron partidos políticos de Uruguay y políticos en el exilio que tuvo lugar en Buenos Aires. Participó junto a otros pastores y sacerdotes cuando no tenía permitido salir del país. El Gobierno Municipal de la Ciudad de Montevideo lo declaró Ciudadano Ilustre en 2008. Esta invitación del nuevo Gobierno uruguayo es un reconocimiento a su trayectoria por los Derechos Humanos. La Iglesia Metodista brinda todo su respaldo a su gestión en esta Comisión.
El Pastor Ademar Olivera, militante por los Derechos Humanos es pastor jubilado de la Iglesia Metodista. Durante el gobierno autoritario de Pacheco Areco, fue preso y se transformó en pastor, de detenidos como él, en la Cárcel de Libertad. Luego de su liberación vigilada, participó de todos modos en el ayuno contra las condiciones reinantes junto con dos sacerdotes católicos. Uno de ellos, era el jesuita Pérez Aguirre.
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Iglesia Metodista en barrio Primavera (Trinidad, Departamento de Flores) Oscar Villagrán
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odo comienzo tiene necesariamente algo que lo une a una etapa anterior. Esta historia comienza en las primeras décadas del siglo XX en los campos del departamento de San José. Una pareja de recién casados comienza la nueva etapa tratando de sacarle a la tierra los beneficios suficientes para poder salir de la pobreza. Ellos son Sofía Petronila Nieves Gambetta y Pedro Díaz Debesse. Ambos habían nacido en San José, Pedro el 29 de abril de 1900 y Petronila el 30 de setiembre de 1910. Era el tiempo en que las radios argentinas tapaban el incipiente dial uruguayo, el contacto, en medio de la vastedad de los campos con el mundo, eran las clásicas radios “capillas” que funcionaban a batería. Don Pedro y doña Petronila compartían su soledad escuchando radio “El Mundo”. Doña Petronila accidentalmente se encuentra con un programa que emitía una iglesia evangélica desde Buenos Aires. A partir de ahí va a ser su programa favorito, tanto que hace el esfuerzo para poder conseguir una Biblia que el mismo programa le envía desde aquella gran ciudad. Será su guía y compañía gestora de sueños y utopías. El nacimiento de un hijo siempre es bienvenido, pero el trabajo es mayor. Los latifundios hacen lo suyo, asfixiando a los pequeños productores, y esta familia decide vender
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sus pocas pertenencias e irse a la ciudad. El lugar elegido será Trinidad y el barrio que más tarde se llamará “Primavera”. Compran un local comercial, el viejo almacén de César Brown. Nuevamente el comienzo, pero Doña Petronila lo primero que hace, antes de arreglar la mudanza, será ubicar una iglesia evangélica. La encuentra y, con gran alegría, es recibida por la comunidad metodista de Trinidad. El almacén que instalan en el barrio va a ser con el tiempo el más surtido de la zona. También va a ser el lugar de reunión de los hombres del barrio, casi todos albañiles, y para las mujeres que, a las 2 de la tarde, iban a llorar con los radioteatros de Isolina Núñez alrededor de la única radio que había en ese tiempo en el barrio. Para doña Petronila no fue fácil vivir su fe metodista en un contexto todavía católico, pero ella se abrió al barrio a través del servicio y la solidaridad. El club de fútbol que se formó en el barrio tuvo su sede en el almacén que tomó el nombre del mismo y que luego se lo dio al barrio. Doña Petronila trabajó denodadamente hasta conseguir traer una canilla de agua a la esquina, para que todos los vecinos pudieran tener acceso al agua corriente. Muchas de las parejas de recién casados consiguieron en doña Petronila la garantía para sacar el dinero necesario del Banco de Flores y hacer su casa propia. La Sociedad Femenina de la Iglesia Metodista hacía llegar canastas de alimentos a las familias más necesitadas del barrio, canastas que doña Petronila preparaba y distribuía. Pero eso era poco todavía. Con un esfuerzo bastante grande hizo un curso de enfermería y el barrio tuvo su enfermera disponible a toda hora y en forma gratuita. Corría el año 1951 y el pastor Emilio Castro, recién salido de Facultad, hacía su año de práctica en Trinidad. Doña Petronila abrió su casa para que se
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predicara el Evangelio. A partir de ahí el barrio ya no fue el mismo. Los slides de vidrio proyectados en la pared del almacén nos deslumbraban con las historias de Jesús. Era la primera vez que veíamos fotos en colores, sobre todo nosotros que en ese tiempo éramos niños. A partir de aquí comienza a gestarse la comunidad metodista del Barrio Primavera. Por un lado, llevar los niños a la iglesia del centro para la Escuela Dominical; por otro, las visitas de pastores y líderes van aportando, poco a poco, la semilla que en algún tiempo parecía que no iba crecer, pero aprendimos que los tiempos de Dios no son muchas veces lo que nosotros pensamos. Fue necesaria la visita de la Dioconisa Violeta Briata, excelente biblista, que hizo crecer aquella semilla que aún dormía. Las casas del barrio no fueron suficientes para albergar a tantas gentes ansiosas por conocer más de la Biblia. Los parrales de los Molina fueron el lugar donde la gente llegaba con sus bancos y sus perros para escuchar las historias de la Biblia. Los crudos inviernos no eran motivo para faltar, el frío se soportaba al calor de las historias de Jesús.
Las fiestas de Navidad eran fiestas del pueblo porque venían de todos lados a los terrenos que doña Petronila y Don Pedro donaron a la iglesia. Cuando Don Pedro y Doña Petronila se acogieron a la jubilación, vendieron el viejo almacén a la iglesia y se fueron a radicar a Montevideo cerca de su hijo y sus nietos. El tiempo pasa, a veces, demasiado rápido, a veces, demasiado lento. En esta historia pasaron pastores, líderes, maestros, médicos, etc. que fueron haciendo su aporte y que nombrarlos sería imposible por miedo a dejar a alguno en el olvido. Cuando visité por última vez a doña Petronila en su lecho de enferma, me decía mientras su nieta la acicalaba los cabellos: “Tengo un gran sueño, y es que todo mi querido Barrio Primavera se entregue al Señor”. Nosotros somos herederos de este sueño y estamos desafiados a poner nuestro pequeño aporte para hacerlo realidad. Doña Petronila falleció el 4 de mayo de 1985 y su esposo, don Pedro, el 5 de setiembre de 1988, los dos en Montevideo, pero sus obras siguen con ellos. Así, el viejo y querido almacén “La Primavera” de don Pedro y doña Petronila es hoy donde funciona la Comunidad Metodista de Servicio del barrio.
Un día decidí darme por vencido…renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano que decían era muy sabio. -Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté. -Mira a tu alrededor, me respondió, ves el helecho y el bambú? -Sí, respondí. -Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú. -En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú. -En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú. -En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú. -En el quinto año un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En compara-
ción con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante. -El sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir. -Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? Le dijo el anciano y continuó… -El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso. -Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida, le dijo el anciano y continuó… -La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante… Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá sólo estés echando raíces