Sumario
Revista Metodista Nº 226 Junio/Julio 2019 Publicación de la Iglesia Metodista en el Uruguay (IMU)
Editorial
Oscar Villagrán: redactor responsable osvillagran@gmail.com
Pastora Mirtha Coitinho 4
Diseño: Andrea Desalvo andrea.desalvo@gmail.com Diseño de tapa: Luciana Villagrán luciana-villagran@hotmail.com Revista Metodista (RM) respeta la opinión de sus colaboradores. Los artículos firmados expresan única y exclusivamente el pensamiento de sus autores. Permitida la reproducción total o parcial de los artículos, citando su fuente. Agradecemos el envío de un ejemplar Oficinas Centrales: Barrios Amorín 1310 Teléfonos 2413 6552 – 2413 6554 Correo electrónico: iemu@adinet.com.uy Página web: www.imu.org.uy. Colaboran en este número: Miguel Bogado, Daniel Bruno, José Luis Casal, Mirtha Coitinho, Sandra Dos Santos, Araceli Ezzatti, Nicolás Iglesias Schneider, Alberto Maggi, Teresa Mulhethaler Xavier, Mary Stefan Silva, Adémar Olivera Corrección de textos: Pablo Osores Impresión: Artes Gráficas S.A. Porongos 3035 - Tel.: 2208 4888 info@artesgraficas.com.uy Depósito Legal Nº: 361.998/2019
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Abril en Mercedes
Sostener la esperanza en la sociedad de riesgo Araceli Ezzatti
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Jesús no murió por “nuestros pecados” y sí por enfrentar al sistema Alberto Maggi 7 Los evangélicos en el quehacer político. Un poco de historia Pastor Ademar Olivera ¿Baal o Yahvé? (1 R 16-18) Lic. Prof. Sandra Dos Santos (Sandrinha)
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El Instituto Crandon celebra 140 años de sueños compartidos 14 Credo del migrante
José Luis Casal 16
Mayordomía bíblica y neoliberalismo: la grieta irreconciliable
Daniel A. Bruno
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Conversamos con la teóloga eco-feminista Nancy Cardoso Nicolás Iglesias Schneider 19 “Pero Tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo” (Sal 92:10) Miguel Bogado 22 Metodismo con “M” de mujer
Mary Stefan Silva
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Editorial
También dejar claro cuál es nuestra postura como evangélicos y metodistas en este supermercado del clima electoral, donde ponen a todos los evangélicos en una misma bolsa, sin respetar el “Pensar y dejar pensar” característico de los metodistas.
La dinámica de la vida en las ciudades nos desafía permanentemente a estar conectados para saber qué es lo que está pasando en esta aldea global. Nos llama a estar atentos para que no nos pase como a “Santa Marta”, la canción del dúo Larbanois-Carrero, que por estar al tanto de las noticias perdieron la capacidad de generar esa solidaridad que se va tejiendo en la horizontalidad del trato con el vecino, con el barrio, con el pueblo.
En su artículo, el pastor Ademar Olivera es bien claro: debemos militar políticamente en favor de la solidaridad y la justicia, en buscar una repuesta a tantos compatriotas que aún siguen buscando a sus seres queridos desaparecidos en la dictadura.
Las propuestas mesiánicas de los políticos de turno hacen que se subestime la capacidad del pueblo y crean que todo vale, hasta las falsas noticias, tan de moda a través de los medios de comunicación social.
Este número de Revista Metodista les ofrece una variedad de temas, como siempre lo hace, para que sigamos buscando juntos el reino de paz y justicia proclamado por Jesucristo.
Tenemos que estar alertas para convivir en esta sociedad de riesgo, como afirma en su artículo la pastora Ezzatt.
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Abril en Mercedes
Pastora Mirtha Coitinho
Compartimos algunas actividades de la Escuela Bíblica y el Espacio Juvenil de nuestra congregación. En los primeros días del mes, las voluntarias alemanas Undine y Annalena presentaron, en el Espacio Juvenil, un programa dedicado al tema de la discapacidad. A través de una película y juegos al aire libre, fue posible aprender y reflexionar sobre dicha temática. Días más tarde, algunos adolescentes y líderes participaron del campamento metodista en Araminda. En las fotos, los vemos en la Terminal de ómnibus de Mercedes prontos para partir hacia Montevideo. En Semana Santa los niños de la Escuela Bíblica y los adolescentes y jóvenes compartieron juntos el Taller de Pascua. En el mismo elaboraron su propia merienda y el pan a utilizar en la Comunión del Domingo de Resurrección.
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Damos gracias a Dios por los momentos de reflexión y compañerismo vividos con alegría en esas oportunidades.
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Sostener la esperanza en la sociedad de riesgo
Araceli Ezzatti
Hoy día es común que las conversaciones familiares y sociales expresen la enorme preocupación por la inseguridad en sus múltiples expresiones: ataques a la vida, violaciones, robos, copamientos, inseguridad en el trabajo, el alto costo de vida, los cambios climáticos. El estado anímico, aún de las personas más positivas, suele ser de temor, cuando no, de miedo, desesperanza o aislamiento; a la vez que se manifiesta el deseo de dialogar y buscar caminos de acción, con la esperanza de que algo podemos hacer para cambiar este estado de cosas.
¿Es irreversible este vivir y sentir? ¿Cuáles son las acciones comunitarias necesarias para analizar y comprender la sociedad actual, con sus problemas y sus posibilidades? ¿Cuáles son las posibles rutas que ayuden a construir redes sociales que jerarquicen la dignidad, la justicia, la solidaridad? ¿Qué espacio y qué rol tenemos las iglesias en un proceso social de humanización que promueva un diálogo amplio e inclusivo?
Se habla de la ruptura de las redes sociales, la desintegración de la familia, el fracaso de la educación, el mal manejo de la economía. Se acusa a los gobiernos y a las instituciones de inoperancia y corrupción. Se juzga muy duramente a los protagonistas de la violencia, sin analizar sus causas. Cuesta aceptar que todos y todas estamos involucrados por acción u omisión, cuando no, indiferencia, «total, a mí no me ha ocurrido nada de lo que dicen». Si bien hay grupos más afectados -los mayores, jóvenes, niños o las personas que viven en barrios llamados “rojos”-, estos problemas afectan a todos los ámbitos de convivencia.
Muchas veces tratamos de comprender la realidad de cada día y del presente-futuro mirándonos solo a nosotros y buscando y rebuscando en nuestras propias posibilidades. Es un buen punto de partida. Sin embargo, es importante saber de otras geografías y otros tiempos en los que se han afrontado los mismos problemas y han transitado las mismas búsquedas. Ya en la década del 80, el sociólogo alemán Ulrich Beck lanza su teoría sobre “La sociedad de riesgo”, ampliamente difundida en Europa y EE.UU. Él analiza la situación de las sociedades que, como la nuestra, han sufrido cambios importantes en desmedro de la calidad de vida.
La comunicación a través de los medios usa y abusa de la información más impactante, con una reiteración, a veces aberrante, de palabras e imágenes. Se nos va instalando una imagen de la realidad que terminamos por aceptar como verdadera y casi normal. Los discursos que se difunden no contribuyen, con algunas excepciones, a un análisis de lo que verdaderamente ocurre y los efectos que tiene.
Compartimos algunos de sus señalamientos: Dice el autor: “La sociedad de riesgo surge de las propias acciones de la Sociedad Moderna Industrial: contaminación, desplazamiento de grupos humanos de su hábitat, explotación laboral, pobreza, hacinamiento, hiperconsumo, plagas.
La sociedad de riesgo
1- El riesgo es un estado intermedio entre la seguridad que tenemos y el miedo a que se destruya.
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Produce incertidumbre en todos los aspectos de la vida, pero en su base está la supervivencia.
Precisamente el último punto es retomado por el conferencista español Antonio López Cerezo que disertó en Montevideo sobre “La esperanza en la sociedad de riesgo”. Cerezo comienza por llamar la atención a discernir el manejo de los conceptos de riesgo y seguridad que se emplean en cada contexto Esto ayuda a situar las demandas reales y las posibles respuestas sociales.
2- Los riesgos son globales, a veces las causas están tan lejos que no las percibimos. ¿Por qué algunas catástrofes naturales? ¿Cuál ha sido el origen de determinados conflictos bélicos? 3- La percepción del riesgo está íntimamente ligada a la información y a la manipulación que se puede hacer de determinados hechos que marcan una tendencia, por razones políticas, sociales, económicas. Ejemplo: el incentivo a la discriminación por raza, edad, sexo, situación económica. ¿Por qué hay imágenes humanas que producen miedo o rechazo?
El paso importante es la gestión del riesgo, para lo cual apunta a algunos pasos para recuperar la confianza y la esperanza: -encontrar agentes en quien confiar, sean personas o instituciones
4- Hay riesgos que parecen inevitables, por ejemplo, las catástrofes naturales.
-promover los valores de la vida, la confianza, la solidaridad
Hay riesgos imputables, por ejemplo, los atentados. Hay riegos creados por intereses económicos, como por ejemplo una falsa pandemia. U. Beck sostiene que ante la percepción del riesgo, las personas viven su incertidumbre de diferentes formas:
-trabajar junto a otros/as promoviendo la interacción comunitaria -encontrar espacios favorables al encuentro, el diálogo y la acción. Es un importante desafío que nos llama como iglesias a ofrecer “nuestro espacio favorable” en forma amplia e inclusiva para crear esas dinámicas de reconstrucción que encarnan los valores del Evangelio.
-desencanto total sobre un futuro vivible -inmediata búsqueda de placer -búsqueda de contención en lo económico, social, político, religioso.
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Jesús no murió por “nuestros pecados” y sí por enfrentar al sistema
Alberto Maggi
Los Evangelios son clarísimos: Jesús murió porque confrontó el templo, un sistema de dominación y explotación de los pobres Jesucristo murió por nuestros pecados. Esa es la respuesta que normalmente se da a aquellos que preguntan por qué el Hijo de Dios terminó sus días en la forma más infame para un judío: el patíbulo de la cruz, la muerte de los malditos por Dios (Gl 3,13). Jesús murió por nuestros pecados. No solo por los nuestros, sino también por aquellos hombres y mujeres que vivieron antes que Él y que por lo tanto no lo conocieron, y por toda la humanidad venidera. Siendo así, es inevitable que cualquiera se sienta culpable mirando al crucifijo, con aquel cuerpo que fue torturado, herido, marcado por cadenas y lleno de coágulos de sangre, con aquellos clavos que penetraban la carne y aquellas espinas en su cabeza. ¡El Hijo de Dios terminó en el patíbulo por nuestros pecados! Se corre el riesgo de que sentimientos de culpa se infiltren como un tóxico en las profundidades de la psique humana, haciéndose tan irreversibles que condicionan permanentemente la existencia del individuo, como bien lo saben los psicólogos y psiquiatras que no cesan de atender a personas religiosas devastadas por miedos y disturbios.
Cristo no era un peligro para la teología (en el judaísmo había muchas corrientes espirituales que competían entre sí, pero que eran toleradas por las autoridades), sino para la economía. El crimen por el cual Jesús fue eliminado era haber presentado a un Dios completamente diferente de aquel impuesto por los líderes religiosos; un Padre que jamás pide a sus hijos, pero que siempre les da. La próspera economía del templo de Jerusalén, que lo hacía el banco más fuerte en todo el Medio Oriente, era sostenida por los impuestos, ofrendas y sobre todo por los rituales, para obtener, mediante pago, el perdón de Dios. Era todo un comercio de animales, de pieles, de ofrendas en dinero, frutos y granos; todo para “honor de Dios” y los bolsillos de los sacerdotes nunca suficientemente llenos: “Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado” (Is 56,11).
Entretanto, basta leer los Evangelios para darse cuenta de que las cosas son diferentes. Jesús fue asesinado por los intereses de la casta sacerdotal en el poder, aterrorizada por el temor a perder el dominio sobre el pueblo y, sobre todo, a ver desaparecer la riqueza acumulada a costa de la fe de la gente. La muerte de Jesús no se debe apenas a un problema teológico, sino más bien a lo económico.
Cuando los escribas, que eran las más altas autoridades teológicas en el país y consideraban
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inquietos y sintieron que el piso se hundía bajo sus pies. Hasta que en una dramática reunión en el Sinedrio, el más alto órgano jurídico del país, el sumo sacerdote Caifás tomó la decisión: “Jesús debe ser muerto”. Y no solo él, también sus discípulos, pues no solo el Nazareno era peligroso, también lo era su doctrina. Y mientras hubiese un solo seguidor capaz de propagarla, las autoridades no dormirían tranquilas. (“Si le dejamos así, todos creerán en él…”, Jn 11,48). Para convencer al Sinedrio sobre la urgencia de eliminar a Jesús, Caifás no se refirió a temas teológicos o espirituales, porque conocía bien a los suyos. Por eso brutalmente puso en juego lo que más estaba en su corazón, el interés: “Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.” (Jo 11,50). Jesús no murió por nuestros pecados ni mucho menos por ser esa la voluntad de Dios, sino por la avaricia de la institución religiosa, capaz de eliminar a cualquiera que interfiriera en sus intereses, incluso al mismísimo Hijo de Dios: “Este es el heredero: ¡Vamos! Matémoslo y apoderémonos de su herencia” (Mt 21,38). El verdadero enemigo de Dios no es el pecado que el Señor en su misericordia siempre logra borrar, sino el interés, la conveniencia y la codicia que hacen a los hombres completamente refractarios a la acción divina.
infalible la enseñanza de la Ley, observan a Jesús perdonar los pecados a un paralítico, inmediatamente lo condenan: “¡Este blasfema!” (Mt 9,3). Y los blasfemos deben ser muertos rápidamente (Lv 24, 11-14). La indignación de los escribas puede parecer una defensa de la ortodoxia, pero en verdad trata de salvaguardar la economía. Para recibir el perdón de los pecados, el pecador tenía que ir al templo y ofrecer lo que el tarifario de las culpas prescribía, acorde a la categoría del pecado; estableciendo detalladamente cuántas cabras, gallinas, palomas u otras cosas se debería ofrecer en reparación por la ofensa al Señor. Y Jesús, al contrario, perdona gratuitamente, sin invitar al perdonado a subir al templo para llevar su ofrenda.
* Alberto Maggi, biblista italiano, fraile de la Orden de los Siervos de María, estudió en las Pontificias Facultades Teológicas Marianum y Gregoriana de Roma y en la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén. Es autor de diversos libros, como La locura de Dios: el Cristo de Juan, Nuestra Señora de los heréticos *Francisco Cornélio, sacerdote e biblista brasileño, es profesor en el curso de Teología de la Facultad Diocesana de Mossoró (RN). Bacharel en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, en Roma. Actualmente, está en Roma nuevamente, para el doctorado en el Angelicum (Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino), donde cursó su maestría.
Perdonen y serán perdonados (Lc 6,37) es, de hecho, el impactante anuncio de Jesús: solo dos palabras que, entretanto, amenazaron con desestabilizar toda la economía de Jerusalén. Para obtener el perdón de Dios ya no había que ir al templo llevando ofrendas, tampoco someterse a los ritos de purificación. ¡Nada! Bastaba perdonar para ser inmediatamente perdonado.
Traducción del portugués: pastor Mercio Meneghetti
La alarma sonó. Los sumo sacerdotes y escribas, así como los fariseos y saduceos quedaron todos
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Los evangélicos en el quehacer político. Un poco de historia
Pastor Ademar Olivera
Afirmar que religión y política son ámbitos separados, sin vínculos entre sí, es una falacia o una ingenuidad. Desde siempre, la religión ha influido en forma determinante sobre el poder político, ya fuere un imperio, monarquía u otro sistema de gobierno. Como también el poder político se ha servido de la religión para conservar su estatus y obtener beneficios. Eso se debe a que la religión, además de ofrecer respuestas (genuinas o no) a la necesidad del ser humano de encontrar el sentido último de la existencia, es también fuente para la formación de pensamiento y prescripción de conductas. Baste señalar, a modo de ejemplo, el poder sagrado absoluto que se atribuía al emperador o soberano en su condición de “hijo” o “representante” de la divinidad, lo cual exigía obediencia total e indiscutible de parte de los súbditos. Esa fuerza intimidatoria de la religión sobre el individuo favorece el uso que se le da, tanto para sostener un sistema de explotación y privilegio como para defender intereses personales y de clase, incluso legitimar acciones repudiables para la conciencia humana que, para la fe cristiana, habrían escandalizado al Señor que adora. La Iglesia Cristiana en alianza con el poder político imperial, desde Constantino y Teodosio hasta la llamada “cristiandad” medieval, fue integrando los elementos que originalmente daban sentido a su fe, a un sistema de dominación que hacía difusa la distinción entre religión y política. La conquista del continente americano, su colonización y apropiación de tierras y bienes, y la explotación de seres humanos considerados inferiores a los europeos, con prácticas religiosas, según ellos “idólatras”, fue tarea del poder político-militar y el poder religioso actuando en forma conjunta; la
espada y la cruz, en nombre del Dios de los cristianos. Lo mismo sucedió con el protestantismo que aportó argumentos teológicos para el establecimiento del capitalismo como modelo de una forma de vida que promueve el individualismo y el enriquecimiento. La conquista, colonización y expansión de Norteamérica llevada a cabo por aquellos puritanos que desembarcaron en el Mayflower en 1620, y quienes le siguieron, fundaron los 13 Estados en la Nueva Inglaterra con la convicción de que eran el Pueblo elegido por Dios que los guiaba a la “tierra donde fluye leche y miel”. Su concepto del Pacto dará origen a la certeza de los dirigentes de la nueva Nación de que su “Destino Manifiesto” será ejercer dominio no solo sobre los pueblos originarios, sino en el mundo entero bajo la premisa de libertad y confianza en Dios. En Sudáfrica se dio un proceso similar, en el cual el sistema religioso, especialmente la Iglesia Reformada Holandesa, legitimaba con argumentos bíblico-teológicos la empresa de apoderarse de la tierra, sus riquezas naturales y la opresión de los pueblos originarios, proceso que culminaría en el oprobioso sistema del Apartheid. Por otro lado, muchos cristianos se han destacado por su búsqueda de un mundo más justo, igualitario y fraterno, entregando su vida en la lucha contra las injusticias, la discriminación y el autoritarismo. Este trasfondo histórico nos permite acercarnos al tema “fe cristiana y política”, sin idealizaciones teóricas, reconociendo la delgada línea de ambigüedad que, en la práctica, sostiene el sentimiento religioso. 9
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que “las actividades del citado grupo son típicamente políticas, aunque realizadas bajo modalidades que asumen, a veces, formas de expresiones religiosas”. […] “Que la mezcla de actividades religiosas y típicamente políticas, en un mismo grupo de personas, genera confusión, crea tensiones innecesarias, favorece coacciones psicológicas y posibilita el aprovechamiento de la autoridad de las instituciones religiosas por parte de grupos o fracciones políticas”. Aunque conviene aclarar que el SERPAJ nunca perteneció a un partido político. Sin embargo, ninguna sanción hubo para sectores religiosos que con su prédica incursionaban en el terreno político, apoyando al régimen militar y, más tarde, a gobiernos de derecha. Por ejemplo: la Secta Moon, las llamadas “Iglesias electrónicas” (“El Show de Jimmy Swaggart”, “El Club 700”, “La Legión de la Buena Voluntad”, entre otros). Tal vez porque invertían mucho dinero y atacaban a un enemigo común: “el comunismo internacional” y el “ateísmo materialista”. Esa dicotomía de apreciación nos alerta a ser cautos e incisivos en nuestra consideración.
Asimismo, nos llevará a considerar la pregunta: El creyente que adhiere a una fe como norma de vida, ¿puede y debe actuar en política? En caso afirmativo, ¿quiénes y en qué condición lo harán? Cuestiones pertinentes no solo en período preelectoral, sino que van mucho más allá. Para acotar el análisis, me referiré particularmente al ámbito evangélicoprotestante que es el que mejor conozco, aunque tal vez sirva para una mirada más abarcativa.
Los evangélicos en la política. -
Dime quién habla y te diré si es creíble o manipulador
Algunos sectores evangélicos consideran que el cristiano no debe “meterse en política”. Su postura teológica se basa en un concepto dualista, maniqueo, que divide la realidad entre lo espiritual y lo material, alma y cuerpo. Lo importante para ellos es asegurarse la salvación eterna en el “más allá” sin “contaminarse” con los pecados de este mundo dominado por el diablo. Esta visión puede modificarse si las circunstancias lo ameritan. El pastor Jorge Márquez, de la Iglesia “Misión Vida”, luego de promover una campaña contra la ley de Salud Sexual y Reproductiva, decide acompañar al candidato Jorge Larrañaga, en 2009, con la lista 252, bajo el lema “Por la Vida, la Familia y la Patria”. Márquez afirma en esa ocasión: “Nos metimos en política porque nosotros tenemos fe, venimos de participar desde la fe en distintas actividades sociales”. La razón que esgrime es que “el Uruguay está frente a una crisis de valores y principios, crisis de la familia y consideramos que la política no es terreno del diablo y hemos decidido que no vamos a dejarla más en sus manos”. Más cerca en el tiempo, afirmando el vínculo entre fe y política, la Senadora Verónica Alonso (del Partido Nacional) durante una celebración religiosa expresa: “Estoy convencida de que Dios tiene un propósito con esta nación y con nosotros acá, así que nos va a ir muy
Una primera reflexión es que cuando se hace la separación entre religión y política a menudo está salpicada de incongruencia y con claro trasfondo ideológico. Pondré un ejemplo del pasado. En 1980, un equipo de expertos norteamericanos elabora el Documento de Santa Fe con el propósito de asesorar al candidato a la Presidencia de los Estados Unidos de América por el Partido Republicano, Ronald Reagan. Allí se dice: “El papel de la Iglesia en América Latina es vital para el concepto de libertad política. Lamentablemente, las fuerzas marxistas-leninistas han utilizado a la Iglesia como un arma política contra la propiedad privada y el sistema capitalista de producción, infiltrando la comunidad religiosa con ideas que son menos cristianas que comunistas”. En el documento Santa Fe II, elaborado en 1988 para el gobierno de George Bush (padre), se afirma que la Teología de la Liberación debe entenderse “como una doctrina política disfrazada de creencia religiosa”. En la misma línea, uno de los argumentos que usó la dictadura uruguaya para ilegalizar el SERPAJ (Servicio Paz y Justicia), en agosto de 1983, decía
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bien, porque si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros?” (texto de la Carta a los Romanos 8:31). Esto nos hace preguntar: ¿Con qué autoridad se puede invocar el nombre de Dios y la fe que se profesa para respaldar un proyecto político y la defensa de una toma de posición sobre determinado tema? Esto es un asunto ambivalente y controvertido. La conducta y el involucramiento en la esfera política de cada creyente, o sector de la iglesia, están determinados por su discernimiento bíblico-teológico, su cosmovisión, su comprensión acerca del obrar de Dios y su lugar en la sociedad. Mezcla de elementos religiosos e ideológico-políticos.
Asumiendo una posición política Personalmente, creo que toda institución religiosa, incluso la iglesia cristiana, es (o debe ser) autónoma e independiente del poder temporal. Recíprocamente, el cristiano debe reconocer y aceptar la autonomía del poder político en su función, que es velar por el bienestar de toda la sociedad. Las instituciones y las leyes, como toda elaboración humana, son siempre imperfectas, provisionales, de “este mundo” y no corresponden al “Reino de los cielos”. Sin embargo, son importantes en razón de que determinan el ordenamiento social y las condiciones de vida de la gente. Por tanto, no es posible permanecer indiferente o neutral ante el quehacer político. El evangelio nos estimula a participar activamente en la vida política como forma de expresar el amor al prójimo que abarca todas las esferas de la vida. En particular, nos reclama entrega y compasión hacia los más desvalidos, darle la dimensión social a la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:2537), preguntando sobre las causas que originan la pobreza, la desigualdad, las injusticias. Jesús en su mensaje y en su accionar privilegia a los pobres, a los “caídos al borde del camino”, a los agobiados por el dolor. Eso quiere decir que para el cristiano no es indiferente a qué candidato o partido se debe apoyar. El seguidor de Jesús tiene una ética que lo guía a la hora de decidir qué hacer. Es verdad que las realidades son más complejas que los principios. Siempre será factible un grado de error en el accionar humano. El camino de la obediencia de la fe es a menudo sinuoso y estrecho. Pero eso no nos debe inhibir ni paralizar. Más bien es un acicate para extremar el análisis profundo y honesto antes de actuar.
En ese marco, aparecen dirigentes que se involucran en la política, convencidos de que Dios está de su parte y que defienden los valores cristianos. Por ejemplo, quienes han procurado crear, aun traspasando la frontera que existe en un Estado laico, el espacio Parlamento y Fe; la implementación de una Escuela Cristiana de Ciudadanía; la movida contra varias leyes como la que despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo, la que regula el mercado de la marihuana, la que habilita el matrimonio entre personas del mismo sexo, la ley trans, etc. Otro aspecto que está latente es si la Iglesia como institución puede formar su propio partido político. Creo que no es ese su rol. Primeramente, porque la integración a la Comunidad de fe es una decisión personal que significa ser un discípulo de Cristo, que no está subordinado a la pertenencia a determinado partido político. En segundo lugar, tener una buena doctrina no asegura la correcta gestión política que defienda los “valores cristianos”. En nuestro país, durante la campaña electoral de 1989, se presentó la lista 707, CRISEVAN (Cristianos Evangélicos) que buscaba estar representada en el Parlamento, apoyando la candidatura del Dr. Jorge Batlle. Ello motivó a la FIEU (Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay) a rechazar esa postura: “La Iglesia no puede atribuirse tareas que son propias del Estado, de tal modo que se constituya en uno de sus órganos. Si bien la militancia política es un derecho y un deber de todo cristiano, una prerrogativa de su libertad individual, rechazamos toda forma de partido dentro de nuestras instituciones eclesiásticas. Solo los creyentes, en tanto ciudadanos de un Estado, pueden conjugar en forma unitaria el binomio fe y política”.
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En esta coyuntura preelectoral percibo un hecho que debiera ser una señal de alerta: la forma ostensible en que la derecha se ha apropiado del lenguaje de la izquierda. Todos los candidatos están preocupados por los pobres y excluidos, prometen transparencia en su gestión, son duros en la crítica contra la corrupción, bajarán los niveles de inseguridad, mejorarán el sistema educativo, la salud, crearán más fuentes de trabajo. Entonces, pareciera que no hay diferencia entre un partido y otro. Gane quien gane, el futuro será esplendoroso. Algunos agregan un argumento falso: que para gobernar hay que “superar las ideologías”. Pretenden negar que la ideología funciona como “idea- fuerza” de cualquier sistema social o proyecto de sociedad, ya sea el neoliberalismo político-económico que propone regirse por las leyes del mercado en el marco de la “globalización”, o el que se basa en un sistema alternativo. Por otro lado, algunos sectores de la izquierda todavía adhieren al concepto de que política es el arte de lo posible. Hay que ser realistas, aceptar lo que este capitalismo voraz permite y tratar de hacerlo “más humano”, dicen. No buscan alternativas para transformar de raíz este sistema que destruye e impide la vida. Han dejado atrás la utopía que nos permita vislumbrar un futuro diferente y luchar para hacerlo realidad. Creo que el proyecto original de la izquierda está vigente, aunque se deba reformular en términos actuales. No podemos permitir que lo urgente comprometa lo esencial.
En todo caso, la militancia política del cristiano depende de su vocación para ello. El sociólogo Max Weber hacía una distinción entre políticos por profesión y políticos por vocación. Yo agregaría que también hay políticos oportunistas. En su actuación, el político cristiano por vocación no buscará sacar rédito personal o para su sector religioso haciendo proselitismo, ni usarlo como espacio de poder, sino que estará inspirado por el espíritu de servicio que favorezca al conjunto de la sociedad. Decía el teólogo brasileño Rubem Alves: “La vocación política es transformar los sueños en realidad”. Porque es una forma de participar en el destino de la sociedad, del pueblo, de la Nación. Un buen gobierno no depende de que se declare cristiano y jure sobre las Sagradas Escrituras. Es verdad que, en última instancia, según nuestra fe, está bajo el juicio divino. Pero, en un sistema democrático, su compromiso es con el Soberano que lo eligió, no con una supuesta divinidad. Es al pueblo a quien debe rendir cuentas de su actuación; si respeta o no la Constitución y las leyes; si ofrece garantías de confiabilidad y honradez en la gestión pública; si respeta y hace respetar el derecho y las libertades; si gobierna para toda la población, sin privilegios para los ricos, sin discriminación; si en su programa social prioriza la solidaridad con los sectores más vulnerables y excluidos. En fin, si defiende los Derechos Humanos y escucha el clamor por Verdad y Justicia de parte de las víctimas del Terrorismo de Estado que es un tema vigente aun hoy.
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Personalmente, estoy convencido de que el socialismo es la perspectiva socio-política y económica más afín con los valores cristianos. Un socialismo utópico que, en consonancia con las enseñanzas de Jesús, sea el camino apropiado para resolver los problemas sociales y humanos hasta llegar a la ansiada meta de libertad, justicia, paz, igualdad, fraternidad y el buen vivir, donde se reconozca la diversidad humana y social. De esa manera, caminaremos hacia una espiritualidad plural que incluya a todos y todas. Una espiritualidad que trascienda la privatización y el aislamiento de la religión e incorpore el quehacer político como un instrumento válido y digno para transformar la realidad. Montevideo, abril de 2019.
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¿Baal o Yahvé? (1 R 16-18)
Lic. Prof. Sandra Dos Santos (Sandrinha)
La primera relación del pueblo hebreo con Baal fue antes de la entrada a la tierra prometida (Nm 25: 1-3).
pero parte de la cosecha era compartida con los huérfanos, viudas y enfermos. Lo sobrante se quemaba.
Los hechos de los israelitas fueron malos, se olvidaron del Señor y adoraron a los diferentes dioses (Jueces 3:7).
La única condición era esperar por el tiempo de Dios. Por este motivo y por ser más atractivo, el culto a Baal había tomado fuerza, e Israel no quería dejar de adorarlo, provocando así que casi se olvidara de su verdadero Dios.
Siempre que Israel se apartaba de Dios, pasaba por persecuciones y guerras. Sin embargo, cuando el pueblo era fiel a Dios, disfrutaba de un período de paz y bendiciones.
La situación era grave. La gente estaba confundida y no sabía a qué dios adorar. Esta situación generó mucho celo al profeta Elías, el cual desafió a los sacerdotes de Baal a hacer un holocausto. Con este hecho, el pueblo volvió a ver las maravillas y el poder de Yavé.
En el año treinta y ocho del reinado de Asá, en Judá hubo un rey llamado Acab cuya conducta, incluso peor que la de los reyes anteriores, fue reprobada por el Señor. Para colmo, este rey se casó con la malvada Jezabel; construyó una imagen a la diosa Asera y un altar y un templo a Baal, dios de su esposa, con lo que irritó al Dios de Israel, más que todos los reyes anteriores.
Elías colocó al pueblo frente a una de las tantas decisiones que a diario debemos tomar: elegir entre Yavé y Baal. El profeta demostró al pueblo el verdadero Dios. El Dios que actúa, que interviene, que desenmascara a los que utilizan al falso dios para afirmar sus propias pretensiones de dominio y poder, aprovechándose del esfuerzo ajeno. Conocemos al Dios en Jesús porque, por medio de Él, Dios vive entre nosotros y con nosotros actúa, nos ama, nos salva, nos consuela, nos cura, nos acompaña y también desnuda a la realidad y la muestra tal como es. Somos este mismo pueblo, que se equivoca, que se confunde, que se deja seducir, pero que también reconoce que la esperanza genuina y el refugio vienen solamente del Señor; no porque lo merezcamos, sino porque Él nos amó primero.
Sin embargo, Israel se encontraba seducido por Baal. Sus adoradores creían que él era el responsable por la buena cosecha, por la fertilidad de la tierra y por la lluvia. Los baalitas poseían bienes materiales, tierras y esclavos. Sus cultos eran marcados por actos inmorales y perversos debido a que Baal satisfacía las necesidades y deseos carnales, así como les daba respuestas inmediatas y visibles. Para sostener todo esto, el pueblo tenía que entregar al Rey el tributo para que lloviera. Esta situación, además de desagradar a Yavé, fue clave para el inicio de un sistema de producción de pobreza y desigualdad social entre el pueblo.
Yahvé nos desafía a reconocer los Baals de la vida, de la injusticia social, de la explotación exacerbada de los recursos naturales, de los planes de dominación y de los gobernantes poderosos, en nuestra actualidad.
Por el contrario, Yavé daba a Israel todo lo necesario para vivir. No había que pagar tributo para que lloviera,
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El Instituto Crandon celebra 140 años de sueños compartidos
curso de Estudios Normales, un programa para formación de maestras. Hacia 1886, cuando falleció, había nueve escuelas que funcionaban en distintos barrios de la ciudad, además del curso para maestras. Luego del deceso de Cecilia, Antonio se hizo cargo de la Dirección de las escuelas que llegaron a ser trece. A partir de 1888 llegaron a Montevideo dos misioneras de los Estados Unidos con el objetivo de ayudar a Antonio. Fueron enviadas por la Sociedad Misionera de Señoras. Las misioneras norteamericanas estaban formadas en instituciones terciarias y viajaban para cumplir con una marcada vocación educativa y evangelizadora. Al arribar a nuestro país, se encontraron con otra cultura y otra lengua. Desafiaron esos obstáculos adaptándose y nutriéndose culturalmente, y contaron con el entusiasmo y la colaboración de las maestras graduadas de los Estudios Normales de Crandon.
Cecilia Güelfi nació en Buenos Aires, en 1855. Era hija de padres italianos y se radicó junto a su familia en Montevideo, donde estudió Magisterio. En 1870 se convirtió al protestantismo; dos años después obtuvo el título de maestra y comenzó a ejercer la docencia.
Miss Minnie Hyde y Miss Mary Bowen fueron las dos primeras misioneras. Una vez instaladas, decidieron unir las trece escuelas en un solo edificio en la calle San José, con el nombre de Liceo Evangélico para Niñas. Para ello, la Sociedad Misionera de Señoras adquirió su primera propiedad. El edificio tenía comodidad para 200 alumnos y también para el pensionado de maestras y pupilas. Estaba construido sobre un terreno amplio y con espaciosos patios. En diciembre de ese año, siete estudiantes recibieron sus diplomas y, al año siguiente, se creó el Jardín de Infantes.
En 1878 se fundó oficialmente en nuestro país la Iglesia Metodista. Cecilia era una comprometida maestra que trabajaba en la educación pública y, a pesar de tener una gran proyección debido al estrecho vínculo profesional con el reformador José Pedro Varela, presentó renuncia para crear una escuela evangélica en Montevideo bajo los auspicios de la Woman’s Foreign Missionary Society (Sociedad Misionera Extranjera de Señoras), de los Estados Unidos. Esa primera institución educativa evangélica del Uruguay comenzó a funcionar en forma gratuita el 10 de febrero de 1879 y, posteriormente, el 13 de febrero se abrió otra. Esta última era paga y sustentaba a la primera. Las escuelas evangélicas de nuestro país se forjaron gracias al trabajo en conjunto de los hermanos Güelfi y de la Sociedad Misionera de Señoras que, al igual que tantas otras de igual índole, realizó importantes esfuerzos económicos para abrir y mantener escuelas, especialmente para niñas y señoritas.
Después de Minnie Hyde y Mary Bowen llegaron otras mujeres, igual de comprometidas, idealistas y muy pragmáticas. Por ejemplo, en 1903 Miss Elizabeth Hewett tomó la Dirección y fue responsable de impulsar la creación del Liceo Evangélico. En ese período creció considerablemente el alumnado y fue necesario instalarse en una nueva casa, en la calle Soriano, que se inauguró en 1906. También en ese año el Liceo Evangélico pasó a llamarse Instituto Crandon, en honor a la Sra. de Frank Crandon (de Illinois), integrante de la Sociedad Misionera de Señoras y una importante colaboradora con la misión evangélica en nuestro país.
Cecilia, que tenía gran interés en la formación pedagógica, inmediatamente puso en funcionamiento el
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A partir de 1909, y durante los tres años siguientes, hubo un incremento de colegios privados con enseñanza superior e incorporación de idiomas. En consecuencia, el Instituto Crandon ya no era el único colegio que enseñaba inglés y se hizo necesario marcar la diferencia. Las misioneras no menguaron sus esfuerzos. Así, Miss Jennie Reid, graduada de la Ohio Wesleyan University, impulsó desde la Dirección la enseñanza comercial para la mujer. Bajo la Dirección General de Miss Reid, en 1914, se pudo concretar la venta del edificio de la calle Soriano y dos años más tarde se compró el terreno de 8 de Octubre y Garibaldi. Los planos de la construcción fueron realizados en Estados Unidos. Se consideraron comodidades y salones para 400 alumnos. En 1915, Miss Malvin llegó para trabajar como subdirectora y fue gestora de dos importantes iniciativas: creó el nuevo uniforme de gimnasia (liviano, práctico y cómodo) y organizó las primeras lecciones de cocina que pudieron llevarse a cabo cómodamente en el nuevo edificio. Inaugurado en 1922, revestido por la Enamorada del muro ―en nuestro país conocida como la Hiedra de Crandon―, este se convirtió en una referencia urbana. Desde entonces, la Institución siguió fortaleciéndose, desafiando adversidades con propuestas innovadoras, con tenacidad y con fe. Fue avanzando como una institución pionera en diversos campos de la educación y con gran compromiso social. En 2019, el Instituto Crandon celebra 140 años y, en el marco de un nutrido programa de festejos, presenta un libro que testimonia su rica historia. Un equipo de trabajo conformado por
el Mag. Carlos Varela, director general; la Profa. Eglé Etchart Lenoble; la Lic. Alicia Davyt Ibaldi, y la Mag. Gabriela Cabrera Castromán retomó las investigaciones históricas y se nutrió de las miradas de la Profa. Margarita Grassi, el Mag. Marcos Rocchietti, la Mag. y pastora Inés Simeone, el Mtro. Mario Vasallo y la Profa. Alicia Díaz. Golden & Blue es el título del libro ―aporte del alumno Facundo Amoza― y resume, con los colores institucionales, el brillo e intensidad que identifican a Crandon, las características de una organización que se ha comprometido con la educación nacional y que es parte de la historia de nuestro país. «En este libro se sintetizan 140 años de sueños compartidos y es el homenaje que la Institución y todos sus alumnos y exalumnos merecen», comentó el Mag. Carlos Varela. Texto adaptado de Golden & Blue, libro sobre la historia del Instituto Crandon que se presenta y pone a la venta en junio de 2019.
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Credo del migrante
José Luis Casal
Creo en Dios Todopoderoso, quien guio a su pueblo en el exilio y en el éxodo; el Dios de José en Egipto y de Daniel en Babilonia; el Dios de los extranjeros e inmigrantes. Creo en Jesús Cristo, un desplazado de Galilea, quien nació lejos de su gente y de su casa; quien tuvo que huir del país con sus padres cuando su vida estuvo en peligro, y quien al volver a su propio país tuvo que sufrir la opresión del tirano Poncio Pilato, el sirviente de una potencia extranjera. Fue perseguido, golpeado, torturado y finalmente acusado y condenado a muerte injustamente. Pero que en el tercer día, este Jesús rechazado resucitó de la muerte, no como un extranjero, sino para ofrecernos la ciudadanía celestial. Creo en el Espíritu Santo, el inmigrante eterno del Reino de Dios entre nosotros/as; quien habla todos los idiomas, vive en todos los países y une a todas la razas. Creo que la Iglesia es el hogar seguro para todos los extranjeros y creyentes que la constituyen, que habla el mismo idioma y tiene el mismo propósito. Creo que la comunión de los santos comienza cuando aceptamos la diversidad de los/as santos/as. Creo en el perdón, el cual nos hace iguales, y en la reconciliación, que nos identifica más que una raza, lenguaje o nacionalidad. Creo que en la resurrección Dios nos une como un pueblo en el cual todos somos distintos e iguales al mismo tiempo. Creo en la vida eterna más allá de este mundo, donde ninguno será inmigrante, sino que todos seremos ciudadanos/as del Reino de Dios que no tiene fin. Amén.
Creemos en un Dios que cruzó fronteras sin permiso; que fue perseguido por el Trump de su tiempo y que fue rechazado por xenófobos y aporófobos.* Si María y José hubieran sido ricos, seguro encontraban mesón y parteras para el nacimiento de Jesús. Migrantes fueron y en el camino siguen… *Aporofobia: Rechazo al pobre.
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Iván Giménez - Pastor metodista
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Mayordomía bíblica y neoliberalismo: la grieta irreconciliable
Daniel A. Bruno
“Ahora bien, lo que se requiere de los mayordomos es que cada uno sea hallado fiel... Cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”. (Corintios 4:2; 1 Pedro 4:10)
segunda regla de la prudencia cristiana es esta: Guarda todo lo que puedas. No lo gastes para la gratificación personal. Pero lo más importante es la tercera regla: Da todo lo que puedas. El que posee el cielo y la tierra te ha puesto en este mundo, no como propietario, sino como mayordomo”.
Ser buenos mayordomos de lo que Dios pone en nuestras manos implica, en primer lugar, reconocer que todo lo que poseemos no es propio, sino de Dios: cuerpo (1 Cor.6, 19-20), tiempo (Efesios 5, 16), capacidades (1Cor.12, 27-29) relaciones (Hechos 2, 46), naturaleza (Salmo 24, 1- 2) y dinero (Mateo 25, 14-30). ¿Cómo los usamos? ¿De qué manera nos relacionamos con ellos? ¿Nos sentimos dueños y propietarios o nos reconocemos administradores?
El cristiano está llamado a una vida en conciencia de su gran responsabilidad de ser un administrador honesto, dedicado y fiel, porque por sus manos pasarán muchos bienes que deberán llegar a su objetivo: el de ser bendición para otros. Por ese motivo, aunque la ley civil sostenga el derecho a la propiedad individual, esta es un contrasentido desde el punto de vista de la ética económica evangélica. Una vez más los cristianos estamos urgidos a discernir la voluntad de Dios y a “ir más allá de las leyes de los hombres”, como sugiere Jesús en el Sermón del Monte, dándole a la ley “su verdadero significado” (Mateo 6, 17).
El concepto de mayordomía que surge del Nuevo Testamento está vinculado con una infinidad de esferas de nuestra existencia, nuestro ser en sociedad y nuestra vinculación con la creación toda. Ciertamente podríamos afirmar que toda mayordomía fiel y responsable es sinónimo de justicia y una advertencia seria sobre el uso del dinero.
Sin duda, Wesley cuestionó al sistema capitalista, aún sin conocerlo como tal, cuando rechazó uno de sus postulados centrales -el derecho a la propiedad privadapor considerarlo antievangélico: «Ya no hables de tus bienes, ni de tus frutos, sabiendo que no son tuyos, sino de Dios. Del Señor es la tierra y su plenitud. Él es el propietario del cielo y de la tierra”.
Solemos escuchar la palabra “mayordomía del dinero” vinculada solamente con las ofrendas y a las necesidades económicas de la Iglesia; lo cual es cierto. Pero veremos que esto es solo una consecuencia, es el resultado final, es la visibilización de nuestra real comprensión y práctica de lo que significa ser administradores de los bienes de Dios en toda su extensión.
Notamos que, en sus escritos, Wesley plantea una tensión entre el derecho civil que protege la propiedad individual y el imperativo evangélico de superarla. Esta tensión deberá ser resuelta mediante la práctica de la Gracia sobre la ley: “Oísteis a los antiguos, más yo os digo”. De esta manera, la Gracia y el amor deberán ser la nueva “base legal” que legitime un nuevo horizonte de sentido para la ética económica cristiana; un horizonte que debe empujar a ir más allá de lo que establece como “justo” la ley temporal: “El mayordomo no está en libertad de usar como le plazca lo que se le ha puesto en sus manos… No tiene ningún derecho de disponer de nada de lo que tiene en sus manos, sino de acuerdo a la voluntad de su Señor, ya que no es el propietario de ninguna de esas cosas, sino que otro se las ha confiado bajo condiciones expresas (Obras Wesley: El buen mayordomo III, 240).
Mayordomía y el sentido de la propiedad Juan Wesley nació en una época y en un lugar que fueron el epicentro de la emergencia de la cultura capitalista. Por eso, a modo de antídoto para que el pueblo llamado metodista no cayera en el círculo vicioso de la ambición, Wesley les decía: «El peligro no está en el dinero en sí, sino en cómo se utiliza. Puede usarse para mal y puede usarse para bien. La mayor preocupación de todos los que temen a Dios es saber usar este talento. […] Primero, gana todo lo que puedas. Aquí podemos hablar como los hijos de este siglo. La 17
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En este sentido, la conciencia de mayordomía que debe poseer el cristiano no es una opción posible entre otras, sino es práctica de justicia, por lo tanto requisito de vida y prueba inequívoca de una fe puesta en obras. Así, mientras que la conciencia de lo privado lleva a la legitimación de la propiedad individual, la conciencia evangélica distributiva que promueve la mayordomía lleva a la exigencia de una propiedad para el bien común (Hechos 2, 32-35).
deber de todo hombre que pudiera hacerlo “vestirse de púrpura y lino fino” y “andar suntuosamente todos los días”. De esa manera él podría hacer mucho más de lo que podría hacer “alimentando al hambriento y vistiendo al desnudo”. Oh, la profundidad del entendimiento humano. ¿Qué no puede creer un hombre si lo desea? (Obras, Diarios, Enero 21, 1767) Pero el evangelio es claro al respecto: el pecado de la acumulación solo se salda con la distribución (Lucas 18, 18-30). Cuando esto no ocurre, y el clamor del pobre no es escuchado, y el dinero se acumula negándolo al que lo necesita, se comete un robo contra Dios y contra el pobre. También Wesley es muy claro al respecto. El consumo ostentoso de su época, como en la nuestra, el “poseer” como valor de identidad, la carrera consumista por mantenerse cerca o “pertenecer” a grupos sociales “prestigiosos” son todos ellos pecados que revelan una absoluta ignorancia y desprecio por la voluntad de Dios y por nuestra responsabilidad como fieles administradores de sus bienes. «Cada chelín gastado innecesariamente en vestimenta es, en efecto, robado a Dios y a los pobres. Y todo lo que tienes, en que has gastado más que su deber cristiano hubiera exigido, es la sangre de los pobres». agrega Wesley.
Mayordomía y redistribución evangélica de las riquezas Para Jesús, y así lo entiende también Wesley, la riqueza no es necesariamente abundancia de cosas, sino todo aquello que sobra una vez que están cubiertas las necesidades básicas de la familia: «Quien tenga suficiente para comer, vestimenta para cubrirse, un lugar donde recostar la cabeza y algo que le sobra, es rico» (Obras Wesley, El peligro de las Riquezas). La riqueza es vista por el evangelio como el oponente de Dios (Mateo 6, 24), y su concentración lleva a perder de vista la voluntad de Este (Mateo 6, 1921). Es interesante que Wesley no reniega de ganar dinero ni de ahorrarlo, pero su tercera regla es la clave que condiciona a las dos primeras: dar todo. Ganar y ahorrar, no para acumular, sino para transformarlo en herramienta útil en consonancia con la voluntad de Dios. Esa es la diferencia entre los dos tipos de propiedad: una es para acumular privadamente, la otra está disponible para el bien común.
Por eso la mayordomía cristiana es, hoy más que nunca, una visión evangélica de las relaciones económicas, en las que queda claro que la redistribución de las riquezas no es solo una cuestión de caridad, sino de justicia. Como afirmaba Gregorio el Grande, uno de los padres del pensamiento cristiano de los primeros siglos: «Porque cuando compartimos los bienes con los pobres, no les damos de lo nuestro, sino que les estamos entregando lo suyo; nosotros estamos saldando nuestra deuda de justicia, antes que haciendo obras de caridad».
Una de las consecuencias prácticas del principio evangélico de propiedad para el bien común es que este señala el triunfo de la distribución sobre la concentración, de la equidad sobre la desigualdad, del compartir sobre el poseer. La multiplicación de los panes y los peces es una muy buena metáfora de este principio (Juan 6, 1-14). Este relato responde a la pregunta ¿Por qué distribuir? Porque hay otros que lo necesitan. Y lo que tienes en tus bolsas no es tuyo, sino que vino de la gracia y de la mano de Dios.
La Iglesia, hoy más que nunca, deberá reconocer el alcance profundo y determinante que conlleva poner en acción este imperativo bíblico, el cual es parte central de la vida cristiana y el corazón del Reino de Dios y su dinámica búsqueda de justicia.
Ciertamente, tanto ayer como hoy, hay quienes resisten esta idea afirmando teorías que intentan probar que cuanto más se acreciente la acumulación extraordinaria en pocas manos, tarde o temprano esta hará caer migajas a “los de abajo”. Esta cínica teoría, hoy conocida como “teoría del derrame”, fue sostenida una vez por un interlocutor de Wesley. Así lo cuenta: “Una vez tuve una conversación con un hombre ingenioso que había probado que era
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Daniel A. Bruno Pastor Metodista Profesor de Historia Licenciado en teología en ISEDET y Master en Divinidad en Drew University, New Jersey Director del Centro Metodista de Estudios Wesleyanos (CMEW) Iglesia Evangélica Metodista Argentina Director de la Revista Evangélica de Historia.
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Conversamos con la teóloga eco-feminista Nancy Cardoso
Nicolás Iglesias Schneider
a los cambios que propusimos desde los grupos feministas y de la diversidad. Para mí, la “ideología de género” es el nombre que tiene la revancha de estos grupos, que posee una dimensión también de lucha de clases. Los sectores de la educación, la salud y la asistencia social nunca fueron laicos. Estos servicios en Brasil siempre estuvieron muy unidos con privilegios de la Iglesia Católica, y ahora de otros grupos evangélicos con poder. Creo que las teólogas feministas pusimos a los varones frente a su dios patriarcal y les mostramos que ellos amaban a un dios patriarcal, con una relación homoafectiva con Dios. Ellos, muy orgullosos de su virilidad, estaban en una relación afectiva con un Dios también muy viril. Entonces nosotras desnudamos a un Dios patriarcal. Como decía Marcela Altaus Reid, “le levantamos la falda a Dios, y mostramos que el heteropatriarcado está amando a un Dios viril”.
Nancy Cardoso, teóloga eco-feminista brasileña, visitó hace pocos días nuestro país para brindar una serie de charlas en Colonia, organizadas por el Centro Emmanuel. Sus aportes se plantearon en torno a dos ejes principales: el profeta Oseas y el cuidado de la creación, y el lugar de la lectura popular de la Biblia frente a los fundamentalismos. En ese contexto pudimos encontrarnos con ella en la iglesia Metodista Central para mantener esta conversación que abordó temas como: sexualidad, fe, ecología, fundamentalismos y el vínculo entre religión y política.
Desnudar esta relación homoafectiva los enoja mucho, por eso estos grupos reaccionan muy fuerte, porque muestra una identidad que tienen estos grupos religiosos. En el espíritu de lo denunciado por Marx dice: “los burgueses dicen «¡Qué horror, quieren terminar con la familia patriarcal y la propiedad privada!”, y esto fue lo que asustó a estos señores, al ejército, a las iglesias y a los dueños de la tierra.
Nancy, contanos desde dónde hablás La manera tradicional dice que soy pastora metodista, desde hace veinte años, en la “Comisión pastoral de la tierra”, que es una comisión de la Iglesia Católica para los conflictos de la tierra en Brasil, que tiene una postura ecuménica bastante significativa. Esa soy yo, y desde ahí, hablo.
¿La primera línea de teólogos de la liberación no pudo incorporar este análisis de la diversidad y el género? Los teólogos de la liberación pensaron que los pobres no tenían sexo y dejaron afuera esta dimensión. Pero tampoco podemos caer en una teología de las identidades y sin clase social, si no no podremos crear las solidaridades necesarias entre etnias, sexo y clases.
¿Cómo se está viviendo la lucha eco-feminista en el contexto actual de Brasil? Hoy tenemos una revancha patriarcal. Los grupos religiosos conservadores están respondiendo frente
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pentecostales son una respuesta a las necesidades corporales; pero sin perder el control patriarcal, el culto neopentecostal es un “extractivismo erótico” con un control del cuerpo, una música y una manipulación de las emociones. Se da lugar para la expresión de lo corporal, pero controlada dentro del paradigma de “Dios, patria y familia”. Las iglesias conservadoras están haciendo una minería de lo erótico, sacando lo erótico para moralizarlo.
Yo soy una teóloga de la liberación eco-feminista. Yo pienso que el queer es la respuesta más bonita que ha podido desarmar lo femenino y lo masculino desde otro lugar. Pero yo no logro sentirme autorizada con lo queer, pero camino junto. Nunca el cristianismo fue tan nativo como ahora en Brasil; siempre fue impuesto, tanto el catolicismo con el colonialismo y el protestantismo con su hiperracionalidad. Ahora, pese a lo que pese, el cristianismo tiene la posibilidad de ser más encarnado o más nativo. Lo confesional dejó de ser importante, ahora lo significativo pasó a ser lo comunitario, y lo barrial lo más importante.
Estas iglesias están diciendo que la culpa es de las feministas y los gays, por eso hacemos cultos de las señoritas y los señores. Dicen que tenemos que ser femeninas y no feministas. Esta es su respuesta ante la denuncia de las relaciones homoeróticas del patriarcado.
En Brasil tenemos un alma mágica y el fenómeno religioso está muy cambiante. Muchas iglesias ¿Cuál será el futuro de las iglesias protestantes evangélicas han incorporado elementos de las religiones afro con lo ritual corporal y los objetos en el diálogo con el feminismo y los movimientos que poseen espíritus. Ahora tenemos apropiación LGTB? indebida de elementos de las religiones africanas. No se puede adivinar cómo vamos a salir de esta Mientras que para los protestantes lo central es la situación porque las iglesias y las sociedades estamos palabra y no los objetos. con muchas contradicciones. Entonces hay nuevas ¿Cómo dialoga la tradición religiosa con el iglesias de inclusión sexual, pero algunas siguen una espiritualidad tradicional. Dios sigue siendo patriarcal cuerpo, lo corporal y lo afectivo? y son iglesias de inclusión gay/ lesbiana, pero sin Las feministas ponemos esta dimensión del cuerpo mover lo patriarcal jamás. y la sexualidad para vivir la espiritualidad. Las iglesias
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Y es importante que haya pastoras y obispas. Pero queremos otras maneras de ser Iglesia, de ser comunidad. No vino nuevo en odres viejos.
¿Qué te aportó la pastoral de la tierra? Tengo experiencias de comunidades que entregan su vida por amor a un río, para defender un bosque, y para ellos es su experiencia de Dios. Esto abrió para mí un mundo donde Dios también habla conmigo en la naturaleza. Yo también estoy haciendo mi proceso de reforma, como la iglesia reformada, que siempre debe estar en reforma. Por esto puedo pensar en una lectura agroecológica del profeta Oseas, porque estoy haciendo un proceso de reforma desde el ecofeminismo.
¿Qué te aportó lo metodista? Yo reconozco que la Iglesia Metodista me enseñó a hablar, a leer, a interpretar con la Biblia en la mano, desde los grupos de niños y en mi juventud. Y creo que las iglesias protestantes tienen como fuerte la formación de liderazgo. Estoy muy agradecida con que la Iglesia Metodista me haya hecho feminista, aunque mi iglesia en Brasil no me quiera reconocer.
Realizado por Nicolás Iglesias Schneider y publicado originalmente en el blog de la Iglesia Metodista Central
Y hay dos puntos que son cruciales en mi espiritualidad que puedo responder desde lo metodista: uno, es la desigualdad social que sigue siendo un escándalo en este sistema de producción capitalista. Y mi interrogante número dos es sobre la naturaleza y sobre todos los sistemas de vida, la explotación extensiva e intensiva, la reducción de la naturaleza como materia prima. Y esto se ha vuelto un sistema de explotación aceptado por los cristianos. De manera que aquí se juega una experiencia del Espíritu, y el Espíritu está actualizando día a día la fe.
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“Pero Tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo” (Sal 92:10)
Miguel Bogado
los tiempos”, esta comunidad ha comenzado un nuevo transitar, llena de fe y de esperanza. Todos los sábados celebra sus cultos, estudios bíblicos, escuela bíblica y talleres. En la parte de servicio, se comenzará a dictar clases de corte y confección, clases de tallado en madera, y se está preparando un invernáculo para trabajar con niños sobre ecología.
El pasado 11 de mayo se reinauguró la obra de la Iglesia Metodista en Barrio Primavera, después de un período de reformas edilicias. Dicha obra cumplió 40 años de servicio y testimonio este pasado 6 de mayo. En el año 1951 comienzó su práctica pastoral el Pastor Emilio Castro, dando así inicio a esta obra que fortalecería su tarea evangelizadora en uno de los barrios de la zona oeste de Trinidad, en el almacén de Doña Petronila y debajo de los parrales de la familia Molina González.
El horizonte está allí. A medida que nuestra mirada se expande, el horizonte también. Nuestra oración sigue siendo la misma: Bendice, Señor, este lugar. Y mientras cada uno haga su parte, acercaremos un poco más ese cielo a la tierra. Nuestro mayor anhelo es que se pueda utilizar este lugar con inclusión, con bondad, con amor y con compromiso cristiano. Si lo hacemos, ciertamente aumentarán nuestra membresía y nuestro testimonio, y este barrio se verá beneficiado por otros 40 años más. Ese es el desafío que el Señor nos dejó.
Con el paso del tiempo, la comunidad barrial se fue ampliando, dando así origen a la idea de crear una Congregación para cimentar aquel brote evangelizador, para lo cual el Señor añadía cada día nuevas personas atraídas por el mensaje de salvación Al final, el Señor bendijo ese sueño tan anhelado, y se inauguró el local de culto, el sábado 6 de mayo de 1978. Así se le dio un nuevo impulso a esta comunidad que ya venía trabajando comprometida con el barrio. Este sábado 11, con un templo totalmente reformado, igual que muchas de sus instalaciones, se celebró un culto donde los testimonios salían por doquier. Recuerdos y anécdotas que nos llevaban de las alegrías a las lágrimas. Una de las cosas más importantes que se pudo notar fue cómo el Espíritu del Señor acompañó durante estos 40 años a esta comunidad, en sus diferentes etapas. Hoy, con la confianza puesta en el Señor cuando nos dice: “Yo estaré con ustedes hasta el fin de
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Metodismo con “M” de mujer María Heber Massimino González 12 DE ABRIL DE 1922 8 DE OCTUBRE DE 2017
Mary Stefan Silva
Todos la conocían como Chiche, Chicha o Chichita. Nació en Sarandí Grande, de familia numerosa y siempre dispuesta al servicio y cuidado de todos, tanto dentro como fuera de la familia. Se casó y tuvo 2 hijos y muchos nietos, y hasta llegó a conocer varios bisnietos. En alguna oportunidad la oí contar que la Iglesia Metodista nació en su casa. Y, entre risas, en un viaje en tren. Y así fue, según leemos en los archivos históricos de Sarandí Grande: “Fue en el año 1931 cuando, a raíz de un encuentro casual en un ferrocarril, surgió la idea de predicar el evangelio en aquella ciudad. La Srta. Helena Goldschmidt y la Sra. Antonia C. de González fueron las protagonistas de este episodio, siendo posteriormente la Srta. Goldschmidt comisionada por el Superintendente Balloch para iniciar los primeros servicios. Estos se desarrollaron en la casa de la familia Massimino y luego en otros hogares que se ofrecieron a tales efectos…”
Disfrutaba, sobre todas las cosas, de poder tejer. Tejía para todos, día y noche, hasta que las cervicales le gritaban que parara, por favor. Cada prenda que tejía tenía la marca de su buen gusto y arte. Y, junto con otras hermanas, tejían en la Femenina o en sus casas para compartirlo con los bebés o los niños y niñas.
Quería a su Iglesia Metodista y sirvió en todos los lugares donde fue invitada a participar: en la comisión directiva, en la liga femenina, en los grupos de tejido, crochet, venta económica de ropa, visitación, etc. etc. Siempre quería estar, apoyar, participar.
Fue querida y respetada en todas las comunidades por donde pasó (Sarandí Grande, Durazno, Trinidad, Betel, La Esperanza, Aguada, Malvín, Buceo y Cerro) porque fue una adulta firme en sus convicciones y muy trabajadora. Y ya mayor derrochaba afectuosidad y alegría por todos lados.
Su anhelo, como dice el viejo himno, era trabajar en la viña del Señor. Fue miembro fiel y perseverante en la tarea y misión de la Iglesia. Su esposo Enrique, sin llegar a ser miembro de la Iglesia, la acompañaba en todo lo que tuviera que ver con arreglar algo, sobre todo si era eléctrico o relacionado a las máquinas. Si venía el verano, él se encargaba de preparar los ventiladores para que funcionaran en perfecto estado: los limpiaba, aceitaba, etc. Si era invierno, revisaba cada estufa a gas o eléctrica para que nadie pasara frío mientras estaba en la Iglesia. Todo lo hacía con amor y en forma solidaria. Los dos se complementaban.
Leía diariamente la Biblia y el Aposento Alto. Y en su mesita de noche allí estaban junto a papel y lápiz para sacar notas. Damos gracias a Dios por su fidelidad y entrega a la causa del Reino y su justicia. 23
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