Revista Metodista “El descuido de la oración es un gran obstáculo para la santidad”
Número
229
MARZO/ABRIL 2020
(Juan Wesley)
“Oren, para que no caigan en tentación” Lucas 22: 40, b
Sumario
Revista Metodista Nº 229 Marzo/Abril 2020 Publicación de la Iglesia Metodista en el Uruguay (IMU)
Editorial
Yamandú Rey 04-12-1925 | 16-02-2020 Un caballero 100% pastor Rev. emérita Mary Estefan S. 4
Oscar Villagrán: redactor responsable osvillagran@gmail.com Diseño: Andrea Desalvo andrea.desalvo@gmail.com
Coronavirus y agua de vida que no se toma en soledad Guido Bello
Diseño de tapa: Luciana Villagrán luciana-villagran@hotmail.com Revista Metodista (RM) respeta la opinión de sus colaboradores.
Semblanza
Margarita Merklen
¿Los testimonios de la resurrección son históricamente creíbles? Mirko Testa
Agradecemos el envío de un ejemplar
Algo muy grave va a suceder en este pueblo
Página web: www.imu.org.uy. Colaboran en este número: Hugo Armán Pilón, Guido Bello, Mary Estefan, Jaim Etcheverry, Rinaldo Fabris, Mauricio Fuentes, Gabriel García Márquez, Giuseppe Ghiberti, Alexis Valdés, Bruno Maggioni, Margarita Merklen, Alvaro Michelín Salomón, Mirko Testa. Correctora de textos: Agustina Gette Impresión: Artes Gráficas S.A. Porongos 3035 - Tel.: 2208 4888 info@artesgraficas.com.uy Depósito Legal Nº: 361.998/2020
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Escribir en cursiva Jaim Etcheverry 7
Los artículos firmados expresan única y exclusivamente el pensamiento de sus autores. Permitida la reproducción total o parcial de los artículos, citando su fuente.
Oficinas Centrales: Barrios Amorín 1310 Teléfonos 2413 6552 – 2413 6554 Correo electrónico: iemu@adinet.com.uy
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Gabriel García Márquez
Los frutos del desierto
Mauricio Fuentes
Recordando a Pablo Sosa
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Alvaro Michelín Salomón y Hugo Armand Pilón
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Vos sos el destazado en la cruz
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Editorial
La primera revista del año llega a nosotros en un contexto difícil e inesperado.
La prohibición de reunirse en nuestros centros de adoración y servicio nos ha desafiado a buscar otros medios para comunicar el mensaje de solidaridad y esperanza.
En medio del desconcierto y la incertidumbre provocados primero por la pandemia y luego por la “infodemia”, en medio del necesario aislamiento que estamos viviendo, queremos servir de compañía en sus hogares para que podamos transitar este tiempo de la mejor manera, con la seguridad de que Jesús está a nuestro lado.
En ese sentido, distintos pastores están produciendo videos para seguir atendiendo la necesidad de mantenernos comunicados y animados como comunidad. Los invitamos a seguir buscando espacios para dar testimonio de nuestra fe, a seguir cultivando nuestro compromiso y poder reinventarnos en tiempos difíciles.
Varios artículos de distinto tenor nos ayudarán a hacer a un lado el miedo colectivo, aunque sea por un momento, y a pensar y dejar pensar, que es una actitud que fortalece la comunicación positiva.
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REVISTA METODISTA N° 229 Marzo/Abril 2020
Yamandú Rey 04-12-1925 | 16-02-2020 Un caballero 100% pastor
Rev. emérita Mary Estefan S.
Varias veces pudimos ir juntos al Museo del Carnaval porque a él le encantaba escuchar a las murgas con sus cuplés, salpicones y retiradas. Así, en ese mes que él tanto disfrutaba, en febrero, época de Carnaval en nuestro país, el pastor Rey hizo “su retirada” de este mundo.
Montevideo. Fue presidente de la Iglesia por 3 períodos consecutivos, desde 1988 hasta 1994. Siempre recordaba con mucho amor su pasaje por las iglesias de Sarandí Grande, Durazno, Trinidad, “San Pablo” y, sobre todo, “Casa de la Amistad” en el Cerro, donde llevó a cabo un ministerio de varios años que dio muchísimos frutos.
Se nos adelantó en el viaje, pero dejó un legado colmado de cariño, comprensión, solidaridad, respeto, entrega y compromiso, esparcido por todos los lugares en los que estuvo. Un legado que se percibe en los testimonios de la gente que lo conoció, lo quiso, o fue pastoreada por él, y que maravillan el alma al ser oídos.
Resuena en mí su trabajo con los cañeros de Artigas en las marchas a la capital, brindando alojamiento, alimento y atención pastoral a quienes llegaban agotados de la caminata y de la lucha por sus derechos. También su trabajo junto al Padre Martín de la Iglesia Católica, aportando al bien de la comunidad cerrense, y tantos otros...
Su vida fue como una planta de lavanda: siempre aromática, siempre fresca, siempre útil.
En fin, un trabajo pastoral enorme e incansable, en silencio y sin pausa, siempre tomado de la mano de su Maestro y Señor.
Con el perfil superbajo que tenía nadie me creería si digo que se podría escribir un libro con sus historias y vivencias. Un grande entre los grandes de la Iglesia, humilde, sabio y repleto de buen humor para enfrentar cualquier situación.
Tuvo una compañera de vida, su esposa Carmen Neves, con quien procreó 4 hijos: Eduardo, Alicia, Jorge y Fernando, quienes los llenaron de besos y mimos con nietos y bisnietos.
Por donde anduvo dejó huella, con su pensamiento siempre alineado a su actuar, y su forma de hacer las cosas a la manera de Jesús.
Y él les dejó a todos ellos su mejor testamento: su testimonio del AMOR de Dios derramado en su vida dedicada a amar y servir como aprendió de su Señor y Salvador.
Ministraba donde lo enviaran las autoridades, pero prefería trabajar con los sectores más desfavorecidos porque se sentía verdaderamente identidicado con esa labor. Le gustaba predicar, hacer estudios bíblicos y sobre todo, visitar a las personas para charlar, conocerlas y acompañarlas.
Buen viaje querido Pastor y amigo, no me cabe la menor duda que arriba ya había un lugar hermoso preparado para ti siervo fiel y perseverante en la causa del Reino y su justicia.
Tuvo un largo ministerio en nuestra Iglesia Metodista, fue pastor en varias iglesias del interior y de
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Coronavirus y agua de vida que no se toma en soledad
Guido Bello
Estamos viviendo un tiempo de crisis y de miedos. A la crisis del coronavirus se agrega la crisis del miedo y del egoísmo, y a las dos se suma la crisis económica. Paro de actividades en la industria y en los grandes comercios, en las escuelas y en los eventos deportivos. Hasta se han suspendido grandes marchas como en Argentina la del 24 de marzo, evocando la última y terrible dictadura militar en ese país. Algunos estamos viviendo esta crisis con preocupación, pero sobre todo con ocupación, como se ha dicho, es decir, con una buena dosis de cuidados mutuos. Algunos otros y algunas otras la viven acumulando hasta grandes cantidades de papel higiénico y grandes cantidades de histeria egocéntrica, incluso con episodios de violencia. En el leccionario ecuménico recordamos el lindo texto bíblico de la mujer samaritana1, que conocemos tanto pero que podemos repasar brevemente. Al evangelio de Juan le gusta pintarnos en grandes pinceladas los temas más importantes que preocupaban y ocupaban tanto a Jesús, con personajes como el político Nicodemo y el ciego de nacimiento, entre otros, y con esta mujer pobre, no “pobre mujer”, porque era sencilla e inteligente, trabajadora y capaz de transformarse en una líder comunitaria. Jesús se encuentra con esta mujer en el desierto de Samaria, cuando va sola con todo el sol del mediodía, a buscar agua en el único pozo de la zona. ¿Por qué va sola, por qué no quiere encontrarse con nadie? Seguramente porque muchos no la quieren, porque muchos hablan mal de ella, porque ha tenido cinco compañeros que la han abandonado, y ella, solo ella debe tener la culpa, dicen ellos, y lo repiten también muchas de ellas.
Cerezo Barredo
tana de nación y de credo, y para peor, sin agua, que la tiene que ir a buscar caminando hasta el pozo de Jacob. El diálogo es muy interesante. Jesús, el maestro judío, le pide a la mujer samaritana un poco de agua. Ella ataca enseguida:
Y ahora se encuentra con un maestro judío, justo con ella, que no quiere a los judíos porque se creen superiores con su templo grande de Jerusalén y que desprecian a los samaritanos como ignorantes respecto al verdadero culto y la verdadera religión. Así que las tiene todas en contra: mujer, pobre, samari-
—¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides agua a mí, que soy samaritana? Y Jesús no se queda atrás, con mucho respeto, pero firme:
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Porque llega la hora, y es ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre lo van a empezar a hacer de un modo verdadero, de un modo sincero, y esa sinceridad va a ser lo único importante. Yo te lo digo, mujer, que Dios es Espíritu, es soplo de vida, y te aseguro que yo confío en Dios mi Padre de una manera sencilla y profunda, desde el fondo de mi ser, como es sencillo y profundo este pozo....
—Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva. Se arma una discusión sobre la propiedad y la historia de esa tierra del pozo de Jacob, pero Jesús insiste: —Todos los que beben de esta agua, volverán a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré se convertirá en él en manantial de agua que brotará dándole vida eterna, vida verdadera, vida significativa.
Y entonces ya no hay más sed, porque cuando le abro el corazón a mi Padre ya no hay más abandono, ya no hay más condena, ya nadie puede juzgarme, porque Dios me aceptó tal como soy, ya soy su hija preferida, soy el hijo que vuelve a la casa de su Padre, ya no necesitas irte ni a Jerusalén ni a Samaria ni a Miami para encontrar valoración y dignidad recuperada, para encontrar tu camino verdadero.
Y ella, entonces, la que tenía agua del pozo, le pide a Jesús que le dé esa agua viva, porque ya empieza a entender la propuesta del Maestro. En el Sermón de la montaña, discurso inaugural de su propuesta de vida, Jesús había dicho que son “felices los que tienen hambre y sed de justicia”2.
No busques más agua en pozos secos, podemos decirnos a nosotros mismos, no busquemos más agua en cisternas de aguas turbias. No les creamos a los predicadores de dioses mentirosos, esos que te venden en la televisión y te apuran con un “compre ya”. El agua de la vida no está ni en la fama, ni en el dinero, ni en el poder.
Pensamos en la sed que está pasando mucha gente, nosotros entre ellos, en este tiempo de crisis, miedos e inseguridades. Hambre y sed de justicia, de dignidades atropelladas, de reconocimiento, de valoración como personas, como les sigue pasando a nuestros hermanos y hermanas de pueblos indígenas, a muchas mujeres en este tiempo todavía de patriarcados humillantes, y les sigue pasando a muchas personas sin trabajo o sin poder trabajar como los artesanos que se quedaron sin ferias en este tiempo de crisis por el coronavirus.
El agua que calma la sed del corazón está en el amor de Dios, y todos los que buscan el amor de Dios de modo sincero y en espíritu verdadero no van a tener más sed, porque ese amor de Dios será en cada uno un manantial de agua, agua de la misma vida de Dios. Y esta agua verdadera no se toma en soledad, no se toma negándole a nadie un vaso de agua, esta sed se calma buscando y tomando juntos esta agua del amor de Dios. Esta agua no se vende, es gratuita, es la gracia de Dios disponible para todos.
Por eso Jesús abre este diálogo sorpresivo con esta mujer de Samaria, pidiéndole sencillamente un vaso de agua, porque Jesús estaba realmente sediento por el solazo del mediodía. Y ella se sorprende por el pedido.
Esta mujer anónima, como tantas heroínas que se llaman con el nombre de todas, es la que invita a muchos de los varones samaritanos a ver y a escuchar la palabra de Jesús. ¡Y cómo van, y cómo beben todos juntos! Y tienen que reconocer a esa mujer que la tenían tapada, escondida, disminuida, y tienen que decirle “que ahora confiamos, no solo por lo que tú nos dijiste, sino también porque nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que de veras es el salvador del mundo”.
Nunca nadie importante le había dirigido la palabra con respeto, sin ninguna insolencia, aunque este Maestro le ha tocado temas delicados, como esos cinco maridos que ha tenido, pero se lo ha dicho sin acusarla de nada. Y cuando ella quiere refugiarse en una discusión religiosa, defendiendo sus tradiciones samaritanas, este Maestro le sale con que no es la religión del templo de Jerusalén la que vale, ni tampoco la del monte Guerizim en Samaria:
1 Evangelio de Juan, 4.1-42 2 Evangelio de Mateo, 5.6
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Escribir en cursiva
Jaim Etcheverry
¿Cuánto hace que no experimentamos el placer de recibir una carta manuscrita en letra cursiva? La caligrafía es una habilidad humana en rápida extinción, porque ya casi no se enseña en las escuelas. En Inglaterra se vuelve a usar la estilográfica para que los estudiantes aprendan la grafía. En Francia también se considera que no se debe prescindir de esa habilidad, pero allí el problema reside en que ya no la dominan ni los maestros. Aunque el mundo adulto no está aún preparado para recibir las nuevas inteligencias de los niños producto de la tecnología, la pérdida de la habilidad de la escritura cursiva explica trastornos del aprendizaje que advierten los maestros e inciden en el desempeño escolar.
letras, desguazarlo, anular el tiempo de la frase, interrumpir su ritmo y su respiración. Si bien ya resulta claro que las computadoras son un apéndice de nuestro ser, hay que advertir que favorecen un pensamiento binario, mientras que la escritura a mano es rica, diversa, individual, y nos diferencia a unos de otros. Habría que educar a los niños desde la infancia en comprender que la escritura responde a su voz interior y representa un ejercicio irrenunciable. Es ilógico suponer que la tendencia actual se revertirá, pero al menos los sistemas de escritura deberían convivir, precisamente por esa calidad que tiene la grafía de ser un lenguaje del alma que hace únicas a las personas. Su abandono convierte al mensaje en frío,
En la escritura cursiva, el hecho de que las letras estén unidas una a la otra por trazos permite que el pensamiento fluya con armonía de la mente a la hoja de papel. Al ligar las letras con la línea, quien escribe vincula los pensamientos traduciéndolos en palabras. Por su parte, el escribir en letra de imprenta, alternativa que se ha ido imponiendo, implica escindir lo que se piensa en 7
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casi descarnado, en oposición a la escritura cursiva, que es vehículo y fuente de emociones al revelar la personalidad, el estado de ánimo. Posiblemente sea esto lo que los jóvenes temen, y optan por esconderse en la homogeneización que posibilita el recurrir a la letra de imprenta.
dad del tiempo. Un artículo reciente en la revista Time, titulado Duelo por la muerte de la escritura a mano, señala que es ése un arte perdido, ya que, aunque los chicos lo aprenden con placer porque lo consideran un rito de pasaje, “nuestro objetivo es expresar el pensamiento lo más rápidamente posible. Hemos abandonado la belleza por la velocidad, la artesanía por la eficiencia. La escritura cursiva parece condenada a seguir el camino del latín: dentro de un tiempo, no la podremos leer”. Abriendo una tímida ventana a la individualidad, aún firmamos a mano. Por poco tiempo.
Porque, como lo destaca Umberto Eco, que interviene activamente en este debate, la escritura cursiva exige componer la frase mentalmente antes de escribirla, requisito que la computadora no sugiere. En todo caso, la resistencia que ofrecen la pluma y el papel impone una lentitud reflexiva.
Escrito a mano por Jaim Etcheverry, Como en tantos otros aspectos de la educador y ensayista. sociedad actual, surge aquí la centrali-
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Semblanza
Margarita Merklen
Llegó el año 1972: comenzó otra vida. En el mes de mayo irrumpieron en nuestra casa más de 10 soldados que se llevaron a mi esposo, padre de mis tres hijos. Dos camiones de soldados que rodearon la pequeña casa, entraron por el fondo en busca de mi esposo, realizando un allanamiento y dejando el mayor desorden jamás visto, todo ante los ojos de nuestros tres pequeños hijos.
Nací en Flores… viví una infancia feliz. Mis padres, ambos profesores, me enseñaron a compartir la vida. Tenía cinco años cuando nos trasladamos a Durazno. Comencé mi etapa escolar en la Escuela N° 2 y desde entonces empecé a estudiar piano, me recibí de profesora y continué con estudios de perfeccionamiento de piano en Montevideo. En la capital di mis primeras audiciones de piano y concurrí a diferentes ciudades como invitada. Continué mis estudios de música en Buenos Aires y regresé a Uruguay iniciando mi trabajo en Salto. Allí me casé y poco después nos mudamos a Durazno, donde nació nuestra primera hija. Comencé mi trabajo en el Instituto de Formación Docente en el año 1967 realizando tareas de investigación de folklore con los alumnos: grabamos a muchos personajes populares de Durazno, revivimos las viejas canciones que se habían ido perdiendo y con ese material iniciamos una audición a la que llamamos “La música de nuestro pueblo”.
Comenzó la vida difícil… Fueron años dedicados a las dos visitas mensuales al Penal de Libertad, con muchos trastornos, inimaginables ahora. Llevarles ropa, tabaco, yerba, libros y muy poca cosa más. Recuerdo las visitas en el locutorio reja por medio, y los encuentros que una vez por mes hacíamos con los niños menores de 14 años como el único momento en el que podían estar en el jardín y en contacto directo con sus padres. En poco tiempo me destituyeron y me inhabilitaron, prohibiéndome entonces trabajar en cualquier parte.
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La música me ha ayudado a enfrentar momentos difíciles y a vivir plenamente la alegría.
Estábamos viviendo en Malvín en una casa que nos había prestado una amiga, pero yo no podía trabajar en ningún lado. Hacíamos dulces caseros y vendíamos. Mis hijos me ayudaban. Por aquel entonces me regalaron un piano y la música volvió a acompañarnos, y también los amigos que cantaban con nosotros, como Julio Julián, entre otros. Comencé a tocar el piano nuevamente, sobre todo cuando estaba sola, pero siempre llegaba algún amigo a escucharme y conversar. Fue así que empecé a crear la música de poesías de muchos presos políticos recluidos en la cárcel de Libertad que se convirtieron en canciones: las de niños, (dedicadas a sus hijos) y las de testimonio.
A través de la creación me ha permitido ser parte de ella y más aún: ser ella misma. Quizás para otro el motor no sea la música, sino cualquier otra cosa que pueda llegar a amar, a gustarle y a tomar como parte de su ser. Y podrá entonces sentir lo mismo: que necesitamos, como personas, encontrar algo que podamos dar a los demás y que sea también un motivo de vida, una entrega que nos una a otros, que nos permita vivir una vida compartida en alegría y compromiso con la sociedad.
A través de los años, en mi contacto con la escuela y sus niños, con los amigos jóvenes, con las maestras de las escuelas N° 1 y la N° 2 de Durazno que fueron y seguirán siendo tan importantes en mi vida, realicé musicalización de muchísimas poesías para niños.
Resumiendo… Desde niña fui formada académicamente como música para realizar conciertos, componer, dirigir, educar. Sin embargo, esa formación cambió su sentido desde que me aferré a ella para resistir y para luchar contra las injusticias, para sensibilizar a los niños en medio de una sociedad que cada vez pierde más valores.
En el año 1976, a través de amigos en común, Coriúm tomó conocimiento de esas canciones y desde allí se comunicaron conmigo para preguntarme si me interesaba grabar, poniéndome en contacto con Jorge Lazaroff, que es quien armó, con su inigualable talento, especial ternura y amor infinito hacia los niños, lo que llega a ser “El Disco de Pegui”: primer disco para niños en el Uruguay.
He tratado de transmitir eso a muchas generaciones, y lo seguiré haciendo mientras la vida me lo permita. Transmitir que uno, desde cualquier ámbito o lugar, desde cualquier espacio en nuestro pueblo, puede hacer cosas buenas por y para la gente ha dado, da y continuará dando sentido a mi formación y a mi vida.
Ya sea que viviéramos aquí en Montevideo, en Colonia Valdense, Salto o Panamá, los músicos de nuestro pueblo siempre han ido a nuestra casa, tanto a cantar, como a tocar la guitarra o conversar. Es así que mis hijos se ven jugando y paseando con Aníbal Sampayo en Panamá, con Julio Julián en Montevideo, con Luis Igarzával y tantos otros.
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Esa ha sido mi vida, para eso he vivido. Se nace y se crece. Se crea y se vive.
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¿Los testimonios de la resurrección son históricamente creíbles?
Mirko Testa
Varios detalles indican que si los apóstoles hubieran “inventado” la resurrección, lo habrían hecho mejor… El descubrimiento de la tumba vacía y las apariciones de Jesús se anunciaron en público menos de dos meses después de su muerte, cuando muchos en Jerusalén podrían haber desmentido los hechos. Como primeros testigos se menciona a las mujeres, cuyo testimonio para el Derecho judío no tenía ningún tipo de valor. Y, finalmente, unos hombres miedosos y recalcitrantes se lanzaron como un Big Bang por las carreteras del Imperio para anunciarlo, jugándose la vida.
timonios de mujeres no valen y no son escuchados entre nosotros, a causa de la ligereza y de la insolencia de ese sexo”.
Si todo hubiera sido un invento, ¿no podrían haberlo hecho mejor?
Es así que no es históricamente plausible que los evangelistas, en el intento de inventar una leyenda con garantías, hayan indicado precisamente a las mujeres como testigos privilegiados del sepulcro vacío de Jesús y de sus primeras apariciones, cuando en la sociedad judía del siglo I no podían dar testimonio.
Partimos de la base de que la resurrección de Jesús no es un dato “científico” incontrovertible: creer en ella es siempre, en último término, un acto de fe. Ahora bien, los testimonios sobre ella, ¿son creíbles históricamente?
Podrían haberles desmentido
Mujeres…
Los apóstoles anunciaron públicamente el descubrimiento de la tumba vacía y los encuentros con el Resucitado a poca distancia de la muerte de Jesús,
Curiosamente, quizás el dato más fiable para considerar la resurrección como un hecho histórico, es la confesión de las mujeres – en particular de María Magdalena – quienes para el Derecho judío de la época, no tenían ningún valor como testigos. El judaísmo de la época de Jesús estaba embebido de “machismo”. Y en ese sentido, el retrato de la mujer que surge de la Biblia no es muy confortante. Es así que en el libro de los Proverbios, por ejemplo, se pone de manifiesto su naturaleza maniática, pendenciera, lunática y melancólica. Más aún, en las Antigüedades Judías, el historiador judío del siglo I Flavio Josefo escribe que “los tes-
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de Jesús desde el principio, menos de dos meses después de su muerte (Hch 2,24-36). Esto prueba, dado el poco tiempo transcurrido, el hecho de que las apariciones de Jesús no podían ser elaboraciones legendarias del mensaje de la resurrección, fruto de la fe.
cuando muchos testigos aún vivos en Jerusalén habrían podido desmentirles. Prueba de la credibilidad de las fuentes escritas que han llegado a nosotros es que ningún evangelista, ni ninguna otra fuente del nuevo testamento, narra la forma en la que sucedió la resurrección.
Podemos preguntarnos: ¿cómo podían los apóstoles predicar la resurrección de Jesús entre los muertos si los habitantes de Jerusalén podían en cualquier momento mostrar el cadáver de su maestro?
Solo lo hace el llamado Evangelio de Pedro, un escrito apócrifo – que por tanto, no forma parte de la Biblia – en el que se encuentra el relato más antiguo que conocemos sobre este asunto, y que presumiblemente fue redactado en Siria, hacia la mitad del siglo II.
¿Alucinaciones colectivas? Las apariciones (Mc 9,2-8; Mt 28,3) suceden en circunstancias normales, no en momentos de éxtasis, ni en sueños, y no tienen esas características de gloria apocalíptica que apreciamos en otros relatos.
Los primeros seguidores de Jesús eran sobre todo pescadores, pescadores que encarnaban bien la mentalidad semítica de ese entonces. No eran visionarios, sino que necesitaban pruebas tangibles y no se conformaban con promesas vanas. Justamente en la Biblia, cuando se habla de las manifestaciones de Jesús resucitado, se remarca el carácter de experiencias concretas, de encuentros reales.
Para Rinaldo Fabris, biblista y teólogo: “Las apariciones no son esperadas, no son buscadas. No son fruto de la elaboración de un luto, o una visión, sino una intervención exterior. Además, son diferentes de las apariciones de Dios en el Antiguo Testamento; del Dios inefable, indecible, invisible de Abraham, Isaías o Jeremías”.
Según los Hechos de los Apóstoles, confirmados por las cartas de san Pablo a los Romanos, Corintios y Gálatas, la Iglesia primitiva predicó la resurrección
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la de sus discípulos como pláne, impostura. Y la palabra la vuelve a usar Pablo cuando rebate las acusaciones contra los cristianos procedentes del mundo judío, como en 2 Cor 6, 8: ‘que seamos considerados como impostores (plánoi), cuando en realidad somos sinceros’.
Y no podían tampoco ser alucinaciones colectivas, pues de lo contrario sería imposible explicar lo que le pasó a Pablo en el camino de Damasco, algunos años después de la aparición a Pedro, que muy probablemente sucedió en Galilea. ¿Robaron el cuerpo?
Es curioso notar que durante los siglos, hasta nuestros días, la polémica judía contra los ‘galileos’ cristianos, se sirvió sobre todo de la acusación de impostura y acusó al rabino Jesús de ser un impostor. Fabris explicó a Aleteia que “la tradición cristiana de la tumba vacía nunca fue desmentida en el mundo judío. Sencillamente, se le da una explicación distinta”.
La noticia según la cual Pilato respondió a los sumos sacerdotes y a los fariseos que confiaran a los guardias del templo la seguridad del sepulcro de Jesús, no es un relato con intención apologética para acallar las voces de que la resurrección era fruto del robo del cadáver de Jesús por parte de sus discípulos.
Escándalo para los judíos, increíble para los paganos
Expresa Mateo que las autoridades judías difundieron la “versión” de que la tumba estaba vacía porque los discípulos habían robado el cuerpo (Mt 28,11-15) para proclamar su resurrección, una contra-información repetida en el siglo II – a la cual se opone Justino en su diálogo con Trifón – y retomada en el siglo XVIII por Reimarus.
La idea de un Mesías resucitado de los muertos era escandalosa e inconcebible en el contexto judío del que provenían los discípulos de Jesús, y no podía derivar de los mitos de muerte y renacimiento de dioses y héroes de la cultura greco-romana.
En su obra “Dicen que ha resucitado”, Vittorio Messori afirma: “Es muy lógico, muy coherente, incluido el hecho de que el Crucificado sea definido por los miembros del Sanedrín como plános, impostor, y
Para los judíos, pensar en la resurrección del Mesías era un escándalo. Lo que sí existía era cierta esperanza de resurrección al final de los tiempos, recogida por algunos profetas (Is 26,19; Dan 12,2-3) y
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por los Macabeos (libro que los judíos no reconocen como canónico, 2 Mac 7,9-14; 12,44).
Con todo, para un pagano, la idea de la resurrección estaba asociada más bien a un “renacimiento”, no a una vida eterna totalmente distinta, sino a una “nueva creación”. Y ese renacimiento se reservaba a los seres divinos o semidivinos, no era accesible para un hombre “cualquiera” condenado al suplicio más infamante que se podía sufrir en el mundo grecorromano.
Los judíos creían (no todos) en la resurrección de los muertos como destino de todo el pueblo de Dios, quizás de todos los hombres, pero no en la resurrección actual de una persona. Los mismos apóstoles, como judíos devotos, creían que la resurrección sucedería para todos al final de los tiempos.
Este artículo se basa en una de las Q&A de Aleteia realizadas en 2012, por Mirko Testa (responsable de la edición italiana de Aleteia) con la contribución de los biblistas Rinaldo Fabris (ya fallecido, autor entre otras obras del Diccionario Bíblico Histórico-Crítico), Bruno Maggioni y Giuseppe Ghiberti.
De hecho, muchos explican la separación del cristianismo respecto del judaísmo indicando que los seguidores de Cristo se dejarían “contagiar” por mitos paganos, de dioses muertos y resucitados, como Isis y Osiris en Egipto, Adonis y Astarté, Atis y Cibeles en Asia Menor.
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Algo muy grave va a suceder en este pueblo
Gabriel García Márquez
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice:
Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.
-¿Y por qué es un tonto?
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
-Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.
-Te apuesto un peso a que no la haces.
Entonces le dice su madre:
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:
-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen. La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:
-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.
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-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice:
Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.
-Hay un pajarito en la plaza.
-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.
-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.
-Sí, pero nunca a esta hora.
Entonces la vieja responde:
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras. Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy. Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen: -Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos.
-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor! (Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice: -Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:
-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.
-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.
-Sí, pero no tanto calor como ahora.
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Los frutos del desierto
Mauricio Fuentes mauriciof1982@gmail.com
“De alguna manera supe ayer que mucho de lo que defiendo y que otros creen quimérico, está ahí en un horizonte de tiempo futuro, y que otros ojos lo verán también un día”. (Julio Cortázar – Papeles Inesperados) “Es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza” (Edgar Morin – Los 7 saberes necesarios para la educación del futuro)
las personas que conviven en nuestros países… lo que sí es seguro, es que nada debiera ser igual a como era antes. Como plantea Eric Rolf (2003), las causas de las enfermedades individuales “vienen siempre desde dentro del individuo, y la enfermedad y la dolencia son sus efectos… sin embargo, la mayoría de los modelos de medicina se basan en la enfermedad como resultado de una causa externa” (p. 20). Si, por lo tanto, la enfermedad individual puede ser comprendida como algo que el sujeto necesita revisar de su forma de ser y habitar en el mundo… ¿qué podríamos decir de una pandemia; es decir, de una enfermedad que afecta al ser humano como especie en el planeta?
¿Quién está enfermo? Todos Todavía recuerdo de forma muy viva la primera vez que escuché hablar al pensador esloveno Slavoj Žižek. Era mayo del año 2001 y, en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires, presentaba algunas ideas que siempre me resultaron impracticables hasta ahora. Él decía que el sistema capitalista no era invulnerable, pero que para ello era necesario entrar en un plano de no-hacer. Lo que mantenía con vida la explotación del hombre por el hombre, según su mirada, era la voracidad de la misma acción humana. Nuestro ritmo de “permanente hacer” es lo que sostiene la maquinaria. Y esto, decía, solamente podía ser contrarrestado con quietud.
Cuando Edgar Morin desarrollaba su Introducción al Pensamiento Complejo (1990), expresaba que el orden y el desorden cooperan en el universo. El segundo principio de la Termodinámica indica que el universo tiende a la entropía general; pero simultáneamente, en ese mismo universo “las cosas se organizaban, se complejizaban y se desarrollaban” (p. 91). Esta situación de desconcierto y caos generada por la pandemia y sus consecuencias más urgentes y visibles, situación que se presenta casi apocalíptica, no es más que una forma de asumir que cuando todo parece tender a la destrucción lo que ocurre, en el fondo, es el nacimiento de un nuevo ordenamiento. El desafío, por lo tanto, radica en el hecho de estar lo suficientemente atentos como para no “dejarlo pasar”.
Estos días de aislamiento voluntario u obligatorio (dependiendo de las geografías y las circunstancias individuales), me hicieron recordar estas palabras y estos postulados. No sé adónde nos conducirán estos días de confinamiento, ni qué impacto tendrá en todas
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Si recuperamos las diferentes tradiciones o relatos, el punto en común que les reúne pareciera ser el hecho de que el desierto es un lugar de “revelación”. En el desierto los pueblos y las culturas se encuentran con sus deidades y verdades más profundas. En el desierto encuentran los rumbos a seguir… allí descubren sus llamados más desafiantes. Si atravesamos esta “cuarentena”, es decir, si nos animamos a cruzar este “desierto”, quizás podamos encontrar allí las revelaciones necesarias para estar a la altura de las transformaciones que estos nuevos tiempos requieren. Pero, como se mencionaba párrafos atrás, todo desierto tiene sus tentaciones. Y la historia más famosa de las tentaciones en el desierto nos habla, al menos, de tres variantes.
¿Cómo será ese nuevo orden? Claramente nadie lo sabe… pero como seres humanos tenemos la tendencia a no dejarnos atravesar por la incertidumbre sino que buscamos aferrarnos a cuanta certeza encontremos, aún cuando estas certezas estén condenadas a desintegrarse en el corto, mediano o largo plazo.
La primera de estas variantes es la tentación de la necesidad. El evangelio de Mateo dice que “Jesús, movido por el Espíritu, se retiró al desierto para ser tentado por el Diablo. Hizo un ayuno de cuarenta días con sus noches y al final sintió hambre. Se acercó el Tentador y le dijo: ´si eres Hijo de Dios, haz que estas piedras se conviertan en pan´” (Mt. 4, 1-3).
Por ese motivo, un ejercicio que puede ser interesante en este tiempo es el de “vigilar” nuestros propios reflejos reactivos… nuestras acciones inconscientes que, en vez de lanzarnos hacia lo nuevo, nos aferran a lo conocido. Son como “tentaciones en el desierto” que, bajo su disfraz satisfactorio pueden correr el riesgo de evadirnos de lo trascendente que este tiempo puede despertar.
Seguramente la situación de encierro nos ubique en un plano de necesidad (tan humana como el hambre, después de un ayuno de 40 días). El famoso filósofo Kierkegaard (1984), en un libro que azarosamente se llama “La enfermedad mortal”, hacía referencia a la síntesis humana entre la necesidad y la posibilidad. Es necesario que, como seres humanos, encontremos el equilibrio entre ambos polos.
El nuevo orden del desierto No es vana la imagen de “tentaciones en el desierto”. En primera medida, porque el primer registro histórico de “cuarentenas sanitarias” evoca, justamente, a los enfermos de lepra del pueblo hebreo en el pentateuco, cuando luego de liberarse de la esclavitud egipcia atraviesan el desierto en búsqueda de la tierra prometida.
Una necesidad que nunca logra colmarse termina desembocando en la insatisfacción y la impotencia. Sin embargo, una posibilidad que no reconoce de necesidades, enajena a las personas del sentido de la realidad y convierte a la vida en un espejismo.
El desierto es un lugar de visión y confianza infinita. En el libro del profeta Oseas, la estancia en el desierto es considerada como el tiempo en el que el pueblo hebreo confiaba enteramente “en la sola gracia de Dios” (Os 2,16; 13,5ss). También en el libro del Apocalipsis, la mujer perseguida por el dragón huye al desierto, en el que Dios le asegura un sustento milagroso (Ap. 12,14).
Los tiempos que transitamos hasta finales del 2019 nos acostumbraron a prescindir de nuestras necesidades encontrando rápidamente respuestas efectivas para todo. Desde lo gastronómico hasta lo comunicacional… desde lo laboral hasta lo afectivo. Vivimos en una sociedad que nos enseñó a “abastecernos” siempre de lo que necesitamos, justo en el momento en el que creemos que lo necesitamos. También, como contrapartida, exacerbaron nuestro nivel de necesidades llegando a límites que nuestros antepasados jamás lo hubieran sospechado.
Pero más allá de la tradición judeo cristiana, el desierto es una imagen muy rica en la literatura de diferentes culturas. El Islam retoma este simbolismo, al igual que muchas corrientes hinduistas.
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Sin embargo, esta estadía en el desierto nos invita a hundirnos en la postergación de aquello que, por difícil que nos parezca, puede ser postergable. Hay comidas que no podré probar por un tiempo… hay papeles que no entregaré en fecha… hay personas a las que no vemos hace días, y pasarán algunos días más sin verlas. Estas postergaciones no son vacías ni nos conducen a la impotencia. Son postergaciones que tienen sentido en la medida en que podamos trascender nuestra individualidad y comprender que, como humanidad, necesitamos convivir de un modo más armonioso e inclusivo. La segunda de estas tentaciones es la de la inmortalidad. Dice en el relato que el Diablo llevó a Jesús a la ciudad Santa y lo colocó en la parte más alta del templo… estando allí le dijo: “si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues está escrito ´ha dado órdenes a sus ángeles sobre ti; te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece en la piedra” (Mt. 4,6).
el mañana está asegurado para todos y cada uno de nosotros, independientemente de lo que hagamos y cómo lo hagamos. Finalmente, una tercera tentación está marcada por el poder. Dice el relato que “de nuevo se lo llevó el Diablo a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo en su esplendor, y le dijo: ´todo esto te daré si te postras para adorarme´” (Mt. 4, 8-9).
No es la intención de este texto discutir sobre los aspectos sanitarios de la pandemia. Lo que sí resulta necesario es preguntarnos respecto de qué es lo que motiva a muchos de nuestros semejantes a subestimar y desconocer cualquier mensaje o advertencia que se hace al respecto.
El filósofo coreano Byung-Chul Han (2016) define la categoría de “poder” desde dos modalidades sencillas y claras: el poder coactivo y el “poder libre”. Según él, “el poder como coerción consiste en imponer decisiones propias contra la voluntad del otro” (p. 8); mientras que el poder libre implica la posibilidad de que las decisiones tomadas logren “conquistar” la subjetividad ajena.
Incluso con muy buenas intenciones de colaborar y contribuir con el bienestar de otras personas, generamos mecanismos que lo único que hacen es acentuar el daño. Como dice la carta a los Romanos, “deseando hacer el bien, hago el mal que no quiero” (Rom. 7, 21).
Resulta muy claro que el control y la seducción son los dos mecanismos que utiliza el poder para ser ejercidos. Sin embargo, cabe preguntarse por el valor que tiene el control en escenarios de des-control. Nos da miedo lo incontrolable y por ese motivo, en ocasiones, sobreabundamos en formas de mantener todo bajo nuestro estricto control. Nos empeñamos en actuar “como si nada pasara” o “como si todo siguiera normalmente”; cuando en el fondo todos somos conscientes de que nada sigue igual, y que son muchos los motivos para que nuestra vida no siga “como si nada”.
Y aquí nuevamente resuenan las palabras de Žižek con su extraña invitación a “no-hacer”, para que verdaderamente podamos implicarnos en una corriente transformadora. Soren Kierkegaard (1984), además de su síntesis entre necesidad y posibilidad, plantea también una síntesis entre lo finito y lo infinito. Si el ser humano no se comprende como infinito, se banaliza. Simplemente piensa en la riqueza inmediata, en los placeres mundanos, en el honor efímero. En la medida en que no contempla su finitud, se expone y se llena de soberbia.
Estamos, como decía Edgar Morin (2007), navegando “en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certezas”. La incertidumbre siempre fue parte de la humanidad, pero en este contexto particular se hace más que evidente que no es posible controlar todo lo que ocurre… una práctica gastronómica extravagante en el lejano oriente hace que Europa y América Latina, varios meses después, tengan a sus ciudadanos
El tiempo de desierto nos propone el desafío de no ir más allá de nuestra humanidad. No precipitarnos en decisiones o acciones como “si no hubiera un mañana”, ni pretender actuar a largo plazo, dando por hecho que 19
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recluidos y buscando los mecanismos necesarios para abastecerse. ¿Existe, acaso, un ejemplo más claro del efecto mariposa o algún mecanismo que ponga más en evidencia la complejidad del mundo en el que vivimos?
Es menos irracional pensar en otras formas de organización social, que pensar en que gracias a una enfermedad masiva el planeta ha tenido su mayor respiro ambiental en más de 25 años; y que quizás sean las consecuencias de esta pandemia, con su reducción de gases a la atmósfera, las que garanticen algunos años más de vida para toda la humanidad (o al menos estiren la posibilidad de hacer mejores intentos).
Las variables son demasiadas, y lo que podemos hacer para acompañar adecuadamente este tiempo no es ofrecer mecanismos de control… ¡necesitamos algo diferente! ¿Pero qué?
Tenemos en nuestras manos la oportunidad de vivir de un modo más genuinamente humano, pero tenemos que darnos la posibilidad de explorarlo sin distracciones ni temores, desaprendiendo lo que asumimos como realidad, y abriéndonos a nuevas formas de organizarnos.
Nietzsche (2005), plantea en sus correspondencias un “antídoto” contra el poder controlador. En su carta a Erwin Rohde, él dice “la fruta cae del árbol sin necesidad de un golpe de viento (…) con toda calma cae y fecunda. Nada ansía para sí y lo da todo de sí” (p. 184). Él denomina como “amabilidad” a esta alternativa de acción. La amabilidad, como la define, es la virtud de hacer algo que sea digno de ser amado por sí mismo… algo que inspira o merece amor.
Quizás tengamos que volver a mirarnos a los ojos… volver a mirar por la ventana… leer, escribir, dormir más horas, jugar más juegos, escuchar más canciones y más silencios. Quizás tengamos que aprender a vivir de nuevo, como si recién estuviéramos naciendo.
Quizás no sea este el tiempo de “controlar” lo que otros hacen, ni de dar grandes indicaciones. Quizás sea el tiempo de esperar que broten gestos de amabilidad infinita que habiliten nuevas modalidades de interacción en nuestra sociedad.
Quizás estos días de “cuarentena” nos permitan mirar los detalles pequeños y sencillos que olvidamos en medio de nuestras agendas cargadas de grandes tareas. Y quizás, entonces, las palabras del Maestro resuenen en nosotros, cuando nos desafíe diciéndonos que “si no se convierten y se hacen como los niños, no entrarán en el reino de los cielos” (Mt. 18,3).
Invitados a hacernos pequeños Estamos, como se decía, en tiempos en los que necesitamos rever nuestro modo de actuar. La crisis desatada en el marco de la pandemia es una oportunidad que no podemos desaprovechar, especialmente, si soñamos con otras formas de vida… con otros mundos posibles.
Referencias • Han, B. (2016) Sobre el poder. Madrid, Herder. • Kierkegaard, S. (1984) La enfermedad mortal. Madrid, Sarpe. • Morin, E. (1990) Introducción al pensamiento complejo. Barcelona, Gedisa. • Morin, E. (2007). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Buenos Aires, Nueva Visión. • Nietzsche, F. (2005) Correspondencia I. Madrid, Trotta. • Rolf, E. (2003) La medicina del alma. • Schökel, L. (2011) La Biblia de nuestro pueblo. Buenos Aires, Agape.
Tal vez suene extraño ver oportunidades en medio del caos y del sufrimiento de muchos. Posiblemente lo sea… pero lo cierto es que el mundo no era, hasta diciembre del 2019, un lugar “maravilloso”. Quienes sufrirán más profundamente las secuelas de esta crisis serán, justamente, aquellos que sufren las consecuencias de una forma de vida tremendamente injusta, cuya base y sustento radica en que no todos puedan acceder a lo mismo del mismo modo. Esto no podía seguir siendo así; y no puede ser que atravesemos este tiempo haciendo nuestros mayores esfuerzos para regresar exactamente al mismo punto de partida.
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Recordando a Pablo Sosa
Alvaro Michelín Salomón y Hugo Armand Pilón (IEVRP)
El sábado 11 de enero a los 85 años falleció el maestro de música, liturgo, profesor y pastor Pablo Sosa. Pablo Sosa fue pastor metodista, músico, liturgo, de gran actividad ecuménica en América Latina y el mundo. Desde joven tuvo formación musical tanto en Estados Unidos como en Alemania. Uno de los grandes trabajos en los que participó fue en la elaboración del “Cántico Nuevo”, himnario que fue y es muy apreciado en nuestras iglesias. Más recientemente, junto con Inke Frosch, fue responsable de la edición del himnario “Canto y Fe”, utilizado hoy en la mayoría de las iglesias metodistas.
mand Pilón, una experiencia muy enriquecedora por la calidez, perfección y ductilidad de Pablo en la dirección coral.
Entre otras cosas que pueden destacarse a lo largo de su vida, fundó el conjunto “Música para Todos”, que integraba repertorio cristiano y repertorio secular, coro de excelencia que tuvo una gran trayectoria no solo dentro del nivel eclesial sino también en el secular. Con ese coro llegó a grabar un disco de “Negro Spiritual” que en su momento fue muy halagado por la calidad en todos los aspectos.
Junto con Carlos Valle y Reinaldo Lío, formó parte del Departamento de Comunicaciones, que luego se integró también al ISEDET, donde se produjo el programa radial “Cristo Vive”, en el que Pablo era libretista y locutor. Dicho programa no solo se emitía en emisoras radiales de Buenos Aires, sino que se distribuía por todo el país y en algunos casos llegaba a emitirse en el exterior. Pablo fue una persona muy creativa en lo musical, escribió muchas canciones cristianas, musicalizando letras de otros autores, que tuvo la oportunidad de registrar en casete y CD, como por ejemplo las de Federico Pagura, que permanecerán como testimonio. Fue constate su inquietud y vocación por la comunicación del evangelio en lenguaje sencillo y accesible, aspecto que caracterizó toda su labor en los diversos ámbitos en los que se desenvolvió.
Participó en la creación de la Escuela de Música de la Facultad de Teología y luego del ISEDET, donde, junto con Homero Perera, Inke Frosh y Delmo Rostán, entre otros, comenzó a preparar el “Cancionero Abierto”. Una iniciativa que tuvo mucha importancia tanto para la región del Río de la Plata como para todo el Cono Sur de América ya que significó la introducción de un nuevo repertorio con ritmos, estilos musicales e instrumentos locales y folklóricos latinoamericanos. La serie “Cancionero Abierto” tuvo seis ediciones.
Damos gracias a Dios por haber recibido los dones y haber compartido su persona, directamente o a través de sus canciones que hoy se siguen cantando en las iglesias.
Desde el año 1979 también se grabó en casetes, con arreglos musicales de Homero Perera, actividad en la que Pablo Sosa se incorporaría como director coral. En ese coro participaron, entre otras personas, Delmo Rostán, Álvaro Michelín Salomón y Hugo Ar-
Tomado de: Comunicaciones de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de La Plata
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SE FUE PABLO Se fue Pablo entre los cerros para escuchar al viento cosechando melodías en los surcos del silencio. Sus dedos llevan corcheas semifusas y redondas que van volando en bandadas en pentagramas de cielo. Si afinas mucho la vista tus ojos verán corcheas y tantos son los colores que despiertan contrapunto de arcoíris y de flores. Se fue Pablo entre los cerros para cantarle al viento el viento es el Espíritu el murmullo de sus dones. Se fue Pablo entre los cerros prepara ahora el oído es su piano es su voz que ahora estás escuchando son sus himnos y sus salmos en Flores está cantando Juan Damián
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Vos sos el destazado en la cruz
Vos sos el destazado en la cruz que ha vencido la maldad del mundo denunciando al injusto opresor levantando del polvo a los pobres. Te pedimos que nos oigas que escuches el clamor de tu pueblo. Te pedimos que nos oigas Que escuches el clamor de tu pueblo. Vos sos el destazado en la cruz masacrado por los poderosos; hoy derramas tu sangre también en la sangre de nuestros caídos. Te pedimos que nos oigas que escuches el clamor de tu pueblo. Te pedimos que nos oigas Que escuches el clamor de tu pueblo. Vos sos el destazado en la cruz que construyes la paz con justicia; ayúdanos a no desmayar a luchar porque venga tu reino. Que tu paz llegue a nosotros cuando hagamos brotar la justicia. Que tu paz llegue a nosotros cuando hagamos brotar la justicia.
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Esperanza Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo. Con el corazón lloroso y el destino bendecido nos sentiremos dichosos tan solo por estar vivos. Y le daremos un abrazo al primer desconocido y alabaremos la suerte de conservar un amigo. Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos y de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos. Ya no tendremos envidia pues todos habrán sufrido. Ya no tendremos desidia seremos más compasivos. Valdrá más lo que es de todos que lo jamás conseguido. Seremos más generosos y mucho más comprometidos. Entenderemos lo frágil que significa estar vivos. Sudaremos empatía por quien está y quien se ha ido. Extrañaremos al viejo que pedía un peso en el mercado que no supimos su nombre y siempre estuvo a tu lado. Y quizás el viejo pobre era tu Dios disfrazado. Nunca preguntaste el nombre porque estabas apurado. Y todo será un milagro y todo será un legado y se respetará la vida la vida que hemos ganado. Cuando la tormenta pase te pido Dios, apenado que nos devuelvas mejores como nos habías soñado. Autor: Alexis Valdés