Sumario
Revista Metodista Nº 218 marzo-abril 2017 Publicación de la Iglesia Metodista en el Uruguay (IMU)
El Tiempo
Juan Damián
Oscar Villagrán: redactor responsable osvillagran@gmail.com
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¿Dónde está Dios cuando...?
Ing. Alfredo Alcarraz Fernández Pte. de IMU
Diseño: Andrea Desalvo andrea.desalvo@gmail.com
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Pascua: señales de muerte, signos de vida Araceli Ezzatti 7
Diseño de tapa: Luciana Villagrán luciana-villagran@hotmail.com Foto de tapa: Silvia Villagrán
Dios no existe
Gabriel Jaraba
Revista Metodista (RM) respeta la opinión de sus colaboradores.
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Solo la flaca
Mauro Albornoz 11
Los artículos firmados expresan única y exclusivamente el pensamiento de sus autores. Permitida la reproducción total o parcial de los artículos, citando su fuente.
Lutero y nosotros
Agradecemos el envío de un ejemplar
Pastor Ademar Olivera 14
Oficinas Centrales: Barrios Amorín 1310 Teléfonos 2413 6552 – 2413 6554 Correo electrónico: iemu@adinet.com.uy
“Yo sé, yo sé”: una niña protagonista
Carlos Delmonte
Ética de la responsabilidad
Irene Foulkes
Página web: www.imu.org.uy. Colaboran en este número: Mauro Albornoz, Alfredo Alcarraz, Oscar Bolioli, Mirtha Coitinho, Juan Damián, Carlos Del Monte, Araceli Ezzatti, Mary Estefan, Domingo Ferrari, Irene Foulkes, Andrea Gutiérrez, Gabriel Jaraba, Adémar Olivera, Obed Vizcaíno Nájera, William Quinteros Impresión: Artes Gráficas S.A. Porongos 3035 - Tel.: 2208 4888 info@artesgraficas.com.uy Depósito Legal Nº: 361.998/2017
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Reflexiones a partir de CIEMAL (II)
Andrea Gutiérrez 18
La justificación del hombre ante Dios y el camino de salvación. Una reflexión desde el metodismo sobre el trabajo ecuménico William Quinteros
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Mortimer Arias 1924 - 2016
Domingo Ferrari 21
Pastor Dr. Miguel Ángel Brun Metodismo con M de Mujer
Mirtha Coitinho
Autora pintura de tapa: Silvia Villagrán Nace en Montevideo, Uruguay el 8 de mayo de 1950. Trabaja como periodista en la prensa escrita y televisiva. Estudia durante seis años y finaliza la Maestría en Ciencias Religiosas, orientación Teología Dogmática. Desde 1997 trabaja como Asesora de Arte en la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación. Docente de clases de Dibujo y pintura .Ceramista, ha participado en varias exposiciones de arte siendo galardonada con varios premios.
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Editorial
medio de la sinrazón de los poderosos actuales que amenazan con un nuevo conflicto bélico. También hay que denunciar las mentiras que los medios quieren que consumamos para justificar las invasiones, agresiones y muertes como un eufemismo de democracia. Como es característico de esta publicación, acercamos distintas posiciones sobre diferentes temas, con la esperanza de que nos hagan pensar y desacantonarnos de nuestros refugios. Sigue en pie la idea de que esta revista sea una construcción colectiva, por eso es que desafiamos a nuestros lectores a que nos escriban. Esperamos que la disfruten y nos hagan llegar sus críticas para mejorarla.
Después de una breve interrupción, Revista Metodista vuelve a tomar contacto con sus lectores. El tiempo es tan dinámico que es imposible abarcar todos los hechos acontecidos durante este período y que hubiéramos querido tratar en los distintos números de la revista. Durante el pasado año y los meses que van de este, el metodismo latinoamericano y mundial ha perdido tres de sus más grandes exponentes: los Obispos eméritos de Argentina, Federico Pagura; el de Uruguay, Mortimer Arias; y recientemente, en Straburgo, al pastor y teólogo uruguayo Miguel Brun -un referente de la Teología de la Liberación y de la Teología del exilio-. Incorporamos en este número dos breves semblanzas de los uruguayos. Estamos en un tiempo que nos desafía como cristianos a redoblar nuestra militancia por el Reino, en
Un abrazo fraterno.
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El Tiempo
Juan Damián
los párpados juegan, son siempre nubes. El iris no duerme, aspira, guarda, enrolla el arco iris, desenrolla colores, lo toma todo. Es la vida. Al fondo del tiempo; a todo espacio; al norte y al sur; al oeste y el este; Dios, el Señor, en el cenit, sin sombra, a todo sol.
El verano, mirar afuera. El invierno, mirar adentro. Primavera, mirar arriba. Otoño, mirar abajo. El clima, mirar aprendiendo a VER más adentro, más hondo. A veces, los ojos ríen y sale el sol. A veces, los ojos lloran y está lloviendo. Las pestañas titilan, son siempre estrellas;
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¿Dónde está Dios cuando...?
Ing. Alfredo Alcarraz Fernández Pte. de IMU
En mi opinión, justificadamente, una de las más reconocidas canciones de Alberto Cortés reza: ¿Dónde estaba Dios…? El momento al que se refiere el autor es cuando fueron perpetradas las matanzas en los campamentos de Sabra y Chatila, por parte del ejército israelí, durante lo que se dio en llamar “La guerra del Líbano”, en el año 1982.
Noten que, cuando utilizo las palabras que pueden ser proferidas por quienes no aceptan la existencia de Dios o cuestionan sus características más preciadas para nosotros los Cristianos, utilizo la “d” minúscula como forma de no reconocer que se estén refiriendo a nuestro Señor. Argumentos como estos son frecuentemente utilizados por los ateos para negar la existencia de Dios. Dicen: “Si Dios realmente existiera, no habría injusticias; no existirían calamidades; no podría permitir barbaries de esta índole”.
Cuando ocurre alguna tragedia, de cualquier índole, suele salir esa expresión o alguna similar. En esta forma de expresión se le adjudica a Dios su ausencia, y es un hecho muy fuerte para los creyentes, dado que niega, o intenta hacerlo, la omnipresencia del Señor de la Vida.
Hasta fervorosos creyentes -ante una situación adversa de la cual consideran que no son merecedores- son capaces de pensar: “Dios, ¿por qué a mí?”
Hay otras opciones mucho más fuertes aún, muy usadas también, para cuestionar la misericordia y bondad de Dios. Seguramente ustedes han oído expresiones como: “¡¿Qué clase de dios puede permitir estas atrocidades?!”
Trabajos forzados, pornografía, prostitución y condiciones de vida inhumanas son “normales” en la vida de más de veinte millones de menores de catorce años en América Latina. Una ONG que trabaja con niños en situación de calle reveló una cifra que conmueve; ellos estiman que 3200 niños se encuentran en esa situación solo en Montevideo. Esta realidad golpea tan fuerte que si no se nos estremece el corazón con ella, no sé qué será capaz de hacerlo.
Aprovechando las calamidades que le ocurren a la humanidad, se utiliza otro cuestionamiento para negar o, al menos, poner en duda la existencia del Señor: “Si realmente existiera dios -o tu Dios- no permitiría estas hechos”. En estos casos, ni siquiera se pregunta sobre la participación y responsabilidad, directa o indirecta, de hombres o mujeres en esos hechos.
¿Corresponde que nosotros también cuestionemos la existencia de Dios por esta barbarie social?
En el caso que se refiere el autor de la canción, evidentemente es directa la participación. En el caso de calamidades atmosféricas, debidas a atentados ambientales cometidos durante siglos por el ser humano -que producen, por ejemplo, el efecto invernadero o la disminución de la capa de ozono-, la participación de nuestra especie es indirecta.
¿Es que tenemos el derecho de siquiera tener un atisbo de pensamiento, de sugerencia, sobre que esto es así porque es la voluntad de Dios? La canción de Alberto Cortés me llegó muy profundamente cuando la escuché por primera vez,
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en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Génesis 2: 8-9 “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de la ciencia del bien y del mal”. Génesis 2: 15-17
muy próxima en el tiempo a los acontecimientos a los que se refiere y porque es un muy buen intérprete que pone mucho sentimiento al interpretar sus obras. Hay otra parte de la letra que comparto totalmente. En otro pasaje, el autor expresa: “¿... dónde estaba yo, en qué galaxia...?” Considero que ese es el tipo de interrogantes que debemos plantearnos como cristianos: ¿Dónde estaba yo? ¿Dónde estoy yo? ¿Qué me compete a mí? ¿Qué grado de responsabilidad tengo? ¿Qué está en mí, a mi alcance, para revertir una situación de injusticia como esta de los niños en Latinoamérica?
“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al Hombre, diciendo: «De todo árbol del huerto podrás comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás»”. Después de estas lecturas, me queda claro el porqué de la ambigüedad a la que me refería anteriormente. Fuimos hechos a imagen y semejanza del Creador. Nos parecemos a Él, pero tenemos la libertad de escoger. Si queremos ser como Él, tomamos el camino de tratar de vencer las enfermedades. Si al utilizar nuestra libertad de opción -libre albedrío mediante- desobedecemos sus mandatos, la sociedad toda, incluyéndote a ti y a mí, genera condiciones infrahumanas para congéneres nuestros y atenta contra el ambiente que Dios nos dio para que sobre él reináramos, para ser buenos mayordomos, no para que lo degradáramos.
Estamos muy cerca de vencer enfermedades antes consideradas incurables. Ya existe cura para algunos tipos de cáncer, si se les detecta a tiempo. Estamos avanzando tanto, que por momentos asusta. Tengamos presente la clonación y todo lo que esta despierta y puede hacernos imaginar. ¡Qué ambigüedad! El ser humano puede ser capaz de generar una injusticia social de tamaña magnitud por la cual sufren condiciones incatalogables millones de niños y, al mismo tiempo, aproximarse paso a paso, paulatinamente, a vencer la mortalidad corporal.
Es nuestra obligación y nuestro deber interpretar y hacer el intento de lograr concretar la voluntad de Dios, pero no solamente en el ámbito individual, sino también socialmente, en conjunto. Debemos alcanzar “lo que es bueno, lo que es correcto, lo que es perfecto”. (Romanos 12: 2)
Los invito a tener presente algunos pasajes de las Sagradas Escrituras. Génesis 1: 26-28 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza; y señoree
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Pascua: señales de muerte, signos de vida
Araceli Ezzatti
“Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama Pascua. Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarlo; porque temían al pueblo”. Lucas 22: 1-2. La Pascua Cristiana que cada año celebramos es un tiempo intenso y culminante en nuestra tradición, a la vez que desafiante en su memoria y actualización. Es un tiempo preñado de sentidos que nos convocan a releer las señales de muerte y los signos de vida que dieron origen a una nueva era -como se dice hoy , a la esperanza de que un nuevo mundo es posible. SEÑALES DE MUERTE: LA ARROGANCIA DE LOS PODEROSOS, EL ATROPELLO A LA DIGNIDAD
le decían, ¿quién es el que te golpeó?»” Lucas 22: 63-65.
Todos los evangelios relatan ampliamente los hechos acaecidos en días previos a la crucifixión. En ellos encontramos pasiones humanas que se conjugan para acorralar, condenar y, finalmente, destruir al líder cuyo mensaje enfrenta a las autoridades en asuntos esenciales a la vida del pueblo. El líder que clama por justicia. El líder contestatario a la religión oficial que predica un dios del poder y la exclusión, y no el Dios verdadero de Gracia. En esta trama trágica y corrompida hay protagonistas religiosos, políticos, y la dramática participación de los propios discípulos de Jesús.
LA NUEVA AMISTAD DE LOS PODEROSOS PILATOS Y HERODES: “Estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándolo con gran vehemencia. Entonces Herodes con sus soldados lo menospreció y se burló de él vistiéndolo con ropa espléndida. Y volvió a enviarlo a Pilato. Y aquel día Pilato y Herodes, que estaban enemistados, se hicieron amigos”. Lucas 23: 1-12. LA MANIPULACIÓN DEL PUEBLO: “«Me habéis presentado a este como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndolo interrogado delante de vosotros, no he hallado en él delito alguno de aquello que lo acusáis. Ni tampoco Herodes. Nada digno de muerte ha hecho este hombre; lo soltaré después de castigarlo»“. Lucas 23:13-23.
Seguiremos el relato de Lucas donde encontramos: LA TRAICIÓN Y EL ARRESTO: “Mientras él aún hablaba, se presentó una turba. El que se llamaba Judas, uno de los 12, se acercó para besarlo. Jesús dijo: «¿Con un beso entregas al hijo del hombre?»”. Lucas 2:47-53.
Tres veces insistió Pilato en soltarle, “pero ellos [los del pueblo] insistían a gritos pidiendo que fuera crucificado. Al final, las voces de ellos y los principales sacerdotes se impusieron. Entonces Pilato sentenció que se hiciera lo que ellos pedían”.
EL MIEDO Y LA NEGACIÓN DE PEDRO: “Una mujer dijo: «este estaba con él». Pedro dijo: «no lo conozco»”. Lucas 22: 54-62.
EL MOMENTÁNEO TRIUNFO DEL PODER Y LA CRUCIFIXIÓN: “Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, lo mismo que a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
LA TORTURA: “Los hombres que vigilaban a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban.[…] «Profetiza, 7
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Jesús decía: «Padre perdónalos, porque no saben los que hacen»”. Lucas 23:26-49.
Llenas de miedo, se inclinaron ocultando su rostro; pero ellos les dijeron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. ¡Ha resucitado! Acuérdense de lo que les dijo cuando aún estaba en Galilea: “Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado. Pero al tercer día resucitará”». Lucas 24:1-12.
Muchas veces releemos estos pasajes y espiritualizamos su mensaje diciendo: «la muerte de Jesús era la voluntad de Dios. El Jesús histórico debía afrontar los sufrimientos de cualquier humano; derramar su sangre para nuestra salvación». Nos preguntamos: «¿Puede el Dios de Gracia -a quien invocamos en auxilio, a quien alabamos por su justicia y su equidad- justificar la traición, la tortura, la mentira, la injustica?» Si es así, también hoy día estaríamos aceptando la violencia, la muerte de tantos inocentes, la impunidad de los culpables, la exclusión, la miseria, la destrucción de nuestro planeta como voluntad de Dios. Y mucha gente se pregunta cómo Dios permite, cuando en realidad deberíamos preguntarnos -en el horizonte de sentido que tiene nuestra libertad- cómo podemos permitirnos tanta destrucción.
En estas palabras se restituye a Jesús a la Historia de la Salvación. El Jesús histórico, a la vez que hijo de Dios, abatido por el pecado humano, pero resucitado a un poder que vence la muerte. EL TESTIMONIO. LAS MUJERES HABLAN: “Entonces ellas se acordaron de estas palabras y volviendo del sepulcro dieron nuevas de todas estas cosas a los once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María madre de Jacob y las demás con ellas. Pero a los apóstoles le parecían locura las palabras de ellas y no las creyeron”. Lucas 24:1-12
En el tiempo de Jesús también hubo personas que, profundamente afectadas por los acontecimientos que culminaron en la muerte de Cristo, se convocaron a actuar.
Las mujeres creen en la vida y alumbran esta historia con señales de vida, señales de respeto y de fe en la Palabra de Dios que habrían oído del mismo Jesús. Sienten que deben proclamarlo, y por eso transforman el llanto, que los relatos cuentan que derramaron en la cruz, en esperanzado relato de un Cristo vivo.
SIGNOS DE VIDA: LAS MUJERES TOMAN LA POSTA, LA RESTITUCIÓN DE LA DIGNIDAD LA DIGNIDAD Y RECUPERACIÓN DEL CUERPO: “Bajándolo de la cruz [José de Arimatea] lo envolvió en una sábana y lo puso en un sepulcro abierto, en una peña en la que aún no se había puesto a nadie. Era el día de la preparación y estaba por comenzar el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea lo siguieron y vieron el sepulcro y cómo había sido puesto el cuerpo. Al regresar, prepararon especias aromáticas y ungüentos y descansaron el sábado, conforme al mandamiento”. Lucas 23:50-55.
Llegamos a una nueva Pascua que celebramos ya desde la experiencia del Cristo resucitado. No obstante, estamos enfrentados a tiempos de violencia en todas sus expresiones, que son crucifixiones diarias que causan dolor, incertidumbre, miedo. Esto es real, y reconocerlo es un paso importante para afrontarlo. Dios sigue actuando en la Historia, y esa certeza que da la fe y el triunfo de la vida nos convoca a la acción conjunta y permanente de hombres y mujeres trabajando por la justicia. Pensemos en el poder de las marchas silenciosas pidiendo el cese la violencia; los actos de solidaridad; la búsqueda de los desaparecidos que sus familias y la sociedad merecen encontrar. Como cristianos proclamemos ese poder de sanación y restauración que nos enseña el Evangelio, celebrando la Pascua de la vida en nuestras comunidades, en la esperanza de que un mundo nuevo, vivible y disfrutable es posible.
Estas mujeres comprenden la importancia de realizar los ritos de la dignidad de la muerte, fieles a su religión y sus mandamientos. Así restituyen a Jesús a los suyos. Es en ese contexto que en su pueblo tendrán el privilegio de ser las primeras testigos de la Resurrección. LA RESURRECCIÓN, EL TESTIMONIO Y LA APARENTE LOCURA DE LAS MUJERES: “El primer día de la semana fueron al sepulcro llevando las especias aromáticas. […] Hallaron removida la piedra y, entrando, no hallaron el cuerpo del Señor. Mientras ellas se preguntaban qué podría haber pasado, dos hombres con vestiduras resplandecientes se pararon junto a ellas.
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Dios no existe
Gabriel Jaraba*
Cuando me preguntan si Dios existe respondo que no. Mi interlocutor se sorprende entonces porque me sabe creyente. Me mira de soslayo porque cree que le estoy gastando una broma o trato de introducirle en un juego de palabras con pretensiones de teología barata. No es así, se lo digo sinceramente. No, Dios no existe, insisto. Dios no existe como existen las cosas, como existimos nosotros y como existe el mundo y el universo. Dios no existe, Dios Es. Debo reconocer que empecé a tomarme la Biblia en serio cuando descubrí, de repente, en Exodo 3:14, la respuesta que Dios da a Moisés cuando éste le pregunta Su nombre. “Yo soy el que soy”. El Creador fue veraz, claro y contundente, y no puso delante del guía de Israel una paradoja o un enigma. “Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros”. En el momento en que leí con atención aquellas líneas me cayó un velo de los ojos. Dicen quienes consideran la religión superchería que la Biblia no es más que una colección de textos primitivos pergeñados por rudimentarios pastores de ganado en un tiempo remoto. Pues quien escribió esos versículos sabía muy bien lo que estaba escribiendo y era plenamente consciente de lo que decía: se anticipaba en por lo menos tres mil años a los filósofos de la actualidad que han llegado a darse cuenta –¡por fin!—de que el problema fundamental de la existencia humana no es la pregunta de quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos sino otra muy distinta y anterior: por qué hay algo en lugar de no haber nada.
en los antiguos textos indios. Yo soy el Ser, Yo soy el que soy porque soy el único que es; lo que existe es mi creación pero yo resido fuera de los avatares del existir y no hay quien pueda existir verdaderamente sin mi ser. Yo, el que soy, origen y final de todo lo existente, soy más que la existencia, soy el mero ser, el ser en el que los hijos de mi creación pueden llegar a ser y así cumplir la realización del Ser: a mi imagen y semejanza. Mezclo aquí el tono y el discurso veterotestamentario y el upanishádico para poner de relieve lo que deseo destacar, y que me perdonen los estudiosos y verdaderos expertos de uno y otro texto. La cuestión del ser y el existir no es un problema reservado a los filósofos o a quienes gustan de la reflexión detenida. Es fundamental para cualquier persona que desee ver más allá de las apariencias, porque lo esencial se esconde siempre a la simple vista y porque sin llegar a sospechar lo que puede significar ser se está lejos de comprender el tremendo alcance del “a imagen y semejanza” según el que fuimos creados y la descomunal responsabilidad que ello implica. Que ello no es una cuestión baladí nos lo muestra que precisamente esa manifestación divina como El que Soy figura precisamente en el primer libro de la Biblia y en el momento fundacional de la epopeya del pueblo elegido (vaya con los rudimentarios pastores que escribían leyendas absurdas entre cabra y cabra).
Hasta el momento de aquel descubrimiento –a buenas horas para alguien que se precia de ser lector voraz—yo recurría más a menudo a los Upanishads y los Vedas indios que a la Santa Biblia en busca de inspiración, esclarecimiento y meditación. Me constaba, como a tantos otros buscadores, que los sabios ancestrales de los bosques del subcontinente indio habían hecho un esfuerzo titánico por comprender y expresar la trascendencia de la vida sin antecedentes en la humanidad civilizada. Pero no sospechaba que el Dios del Éxodo se expresara con conceptos semejantes a los del Dios al que se hace referencia 9
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Que Dios es en lugar de “limitarse” a existir es una magnífica noticia. Ello impìde que sea capturado por la conceptualización de la mente humana –“Si lo comprendes no es Dios”, San Agustín—y por lo tanto convertido en… un ídolo. Dios es y no puede ser reducido a una idea, a una imagen, a un concepto; incluso aceptando los atributos que se le adjudican para aproximarse a su Ser –padre, madre, creador, fuente de vida, torrente de misericordia—hay que convenir que se trata de muletas auxiliares de cierto nivel de comprensión. Pero ese Dios que es no es un “Deus absconditus”, no es un Dios que se esconde, y tampoco un Dios de los filósofos que hay que descubrir mediante la argumentación reflexiva. Dios es el ser, no una idea. No, Dios es un Dios que siendo el único que verdaderamente es es un ser personal que se deja interpelar por un tipo de dudosa catadura, un pastor de ovejas refugiado en una tribu que hubo de salir pitando de Egipto y de su aristocrática familia adoptiva porque en un ataque de ira se echó al cuello de un esbirro cruel y se lo cargó in situ y al instante.
Sí, ya sé que tal como piensan algunos investigadores es probable que Moisés no escribiera el libro del Éxodo. Sí, ya sé que el género literario al que ese texto pertenece se expresa en términos épicos y legendarios. Pero también sé, como escritor que soy, que la mejor manera de contar una verdad es hacerlo relatando una mentira. Y el autor del Éxodo sabía lo que escribía, sabía lo que se decía y supo cómo poner negro sobre blanco algo fundamental e imprescindible para que pudiera ser revelada la verdad que pretendía comunicar. Dios no existe, existen los ídolos. Al racionalista que nos pide pruebas de la existencia de Dios podemos mostrarle la escasa fiabilidad de alguien o algo que pudiera ser probado. Si existe puede dejar de hacerlo; si es un ser existente puede mentir, porque mentir es, como refiere Nietzsche, la característica sine qua non de la mente razonante (“Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”). La fe no es por tanto absurda sino un acto supremo de razón que toma en consideración muy seriamente el calibre del asunto del que se está tratando.
Hay más: imagínese el lector que usted o yo nos encontramos nada menos que frente a frente con Dios y este nos encarga que realicemos una misión. No quiero ni pensar el asombro aterrorizado, temblor de piernas incluido, o el arrobamiento emocionado que de un modo u otro nos podrían asaltar. Sin embargo, Moisés no se anda con chiquitas: al recibir el encargo divino no se le ocurre otra cosa que decir algo así como “sí bueno, bueno, Dios, eso está muy bien y lo voy a hacer, por supuesto, pero cuando descienda del monte y me encuentre frente a mi gente, a ver con qué autoridad les insto a cumplir lo que mandas. Porque tú estarás aquí en lo alto del monte y no se te puede ver sin perecer, y en cambio yo soy el que va a tener que dar la cara allá abajo”. Cuando comento este pasaje con alguien le hago ver que hay que tener mucho valor para discutir con Dios y mucho más cuando uno es tartamudo como lo era Moisés. Y Dios no le fulmina con un rayo ni le niega la respuesta: Yo soy el que soy, Yo soy. Fin de la discusión. Hay algo en ese episodio que me resulta enternecedor, Dios todopoderoso frente a frente con un tipejo tartaja al que elige para llevar al pueblo elegido a su destino, y va y se encuentra con que en lugar de echarse a temblar arrebatado por el singular suceso, se le encara y le pregunta su nombre porque si no a ver cómo se va a explicar ante la gente. Es precisamente en esa rendija de familiaridad, no exenta de ironía y de cierto humor denotado por lo peculiar de la situación, donde se me revela la verdad de la no existencia de Dios sino de su Ser y de la verdad de ese Ser. REVISTA METODISTA N° 218 - Marzo/Abril 2017
Dios no existe sino que es, y va y se lo dice a la cara a un pastor fugitivo de la justicia que ha asesinado a un tipo, un sujeto tartamudo pero lo bastante descarado como para discutir con el ser supremo. Menuda teofanía, qué enorme vértigo suscita este relato y qué revelación incomparable. Es el sabor de la verdadera libertad, es decir, el atisbo de lo que los indios llamaron la realización del Ser y nosotros, salvación. Dios no existe, afortunadamente, y él mismo nos lo dice personalmente. Aleluya. * Gabriel Jaraba (Barcelona, 1950) es periodista, escritor y profesor, Licenciado en Periodismo y máster en Comunicación, a punto de obtener su doctorado en estas materias. Ha trabajado durante 45 años en prensa, radio y televisión en Cataluña y ahora es profesor de periodismo y comunicación en la Universidad Autónoma de Barcelona -de cuyo Departamento de Periodismo y Ciencias de la Comunicación forma parte, así como de su grupo investigador Gabinete de Comunicación y Educación-. Es miembro de la Cátedra Internacional UNESCO Unitwin-Alianza de Civilizaciones de Educación en Medios e Información y Diálogo Intercultural, como Secretario para el Diálogo Internacional. Como educador, posee la certificación europea en Psicoterapia Transpersonal. Es miembro de la Iglesia Española Reformada Episcopal (Comunión Anglicana) y simpatiza profundamente con la Iglesia Evangélica Española.
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Solo la flaca
Mauro Albornoz Periodista
Solo a la flaca, a la sumisa, a la que mejor limpiaba le entró el zapato de cristal mágico del reino. Solo la linda, la dócil, la que estaba encerrada en la casa fue rescatada por el príncipe. Desde niñas se les vende la historia de Cenicienta reforzando un estereotipo acerca del rol femenino en la sociedad. Desde pequeñas les presentan el mundo encantado, en donde a base de limpieza y cocina les llegará un hombre para “salvarlas”.
na. El varón, como mucho, tiene que estar afeitado, sin caspa y usar perfume. Pero la mujer tiene que tener un cuerpo perfecto, usar cremas constantemente y solucionar sus problemas con yogures para ir al baño”, asegura el sociólogo Fernando Stroventisky. En muchas publicidades hay una notoria discriminación, una construcción simbólica (socio-histórica) de la mujer en la que siempre necesita la aprobación del hombre y aparece como obediente o sumisa. Generemos todos un debate sobre este tema, pero uno que no entienda de confrontaciones ni de peleas. Las mujeres no creen en cenicientas ni en historias de princesas, creen en ellas mismas. Que la diferencia sexual no se convierta en desigualdad social.
Las últimas encuestas destacan que cada vez más mujeres tienen protagonismo en el ámbito laboral. Sin embargo, no son reconocidas. Las mujeres ya no esperan a ningún príncipe que la despierte del sueño eterno. No limpian para encajar en un zapatito de cristal. No se encierran esperando a un hombre. Ellas trabajan, piensan, se esfuerzan, triunfan, viven como seres independientes. La felicidad no viene aparejada de un hombre o de su “media naranja”. Proponen y viven. Sin embargo, aún las publicidades continúan dándoles ese rol a las mujeres. Algunas frases de las tantas publicidades actuales: “-Mamá, mamá, ¿qué es frustración? -Frustración es que no salga la mancha de la ropa.” “- Las mujeres y las madres no nos tomamos vacaciones.” “- Una nueva generación de ollas y sartenes para una nueva generación de mujeres.” “- No importa que tu esposo no te ayude a limpiar, porque con este detergente vas a poder sola.” Pero las mujeres son contadoras, taxistas, presidentas, remiseras, arquitectas, no viven encerradas en la cocina. “La publicidad busca mostrar a los hombres como si fueran los únicos que pueden tomar decisiones relevantes. En cambio las mujeres deben estar preocupadas por limpiar bien el baño y la coci-
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Lutero y nosotros
Carlos Delmonte
Es muy importante señalarlo justamente en este año, cuando de muchas maneras estamos celebrando los 500 años del surgimiento de la Reforma protestante. En el pasado, la figura de Lutero dio lugar a que se tejieran sobre él imágenes contradictorias. Los tradicionales defensores del Vaticano lo llamaron el monje rebelde, el salvaje chancho jabalí que destrozó completamente la viña del Señor. Los nacionalsocialistas, el héroe religioso nacionalista germano que reivindicó la supremacía del espíritu alemán; el antisemita que con católicos y humanistas puso en tela de juicio el destino de Israel; el teólogo cortesano que se dejó instrumentalizar por los príncipes en la lucha de clases que desembocó en la guerra contra los campesinos; el Lutero ideológicamente progresista que marcó la transición entre la sociedad feudal y la burguesa, abriendo el camino en el plano político al advenimiento de la revolución inglesa y en el plano social a la Revolución francesa.
En la introducción a su libro Martín Lutero: La Reforma protestante y el nacimiento de las sociedades modernas, Mario Miegge (1932-2014), profesor emérito de la Universidad de Ferrara en Italia, escribe: “Con Lutero la larga historia de la protesta contra el poder temporal de los papas y la corrupción del clero, que comenzó en el siglo XII, llegó a una encrucijada decisiva que dio impulso en gran medida al nacimiento del mundo moderno. La iniciativa de Lutero llevó no solo a provocar la renovación de la iglesia, sino de la entera vida pública”.
No son estas las imágenes de Lutero que nos interesa analizar en este artículo. Queremos acercarnos más bien al Lutero libre de todas ellas, las que le han atribuido historiadores amigos y adversarios. Queremos referirnos brevemente al Lutero que tiene un mensaje para nosotros, que nos interpela con sus enseñanzas sobre la justificación por la fe y la libertad cristiana. Porque Dios lo llamó a ser maestro y predicador de la Biblia, esposo y padre, respondiendo a su vocación de creyente en Cristo Jesús. Un pecador que con su testimonio atrajo sobre sí la persecución del mundo y de la Iglesia. Pasó su vida y murió excomulgado por el papa y fuera de la ley para el Sacro romano imperio. Para él, solo contaba en la Biblia, en la Iglesia y en la fe que Dios es justo y convierte en hijos amados a todos los que le odian, porque Jesús murió en la cruz por todos ellos. Para Lutero este es el centro de todo el mensaje de la Biblia, del culto y del servicio cristiano.
Se puede decir entonces que se considera la Reforma protestante como la más profunda renovación espiritual e institucional que tuvo lugar en los veinte siglos de historia cristiana, y Lutero sería su principal protagonista. Pero sorprende que el mismo Lutero nunca se haya atribuido ningún título y menos el de “Reformador”. Porque consideró que ese título solo le corresponde a Jesucristo. Para él, Cristo es el único Reformador de la Iglesia, teniendo a la Palabra de Dios como única herramienta. Lutero no fue uno de esos hombres que consideran su personalidad tan importante como para creer que pueden contemplarla complacientes y exhibirla satisfechos. Todo lo contrario, basta recordar las últimas palabras que pronunció cuando ya estaba en su lecho de muerte: “Delante del Señor solo somos mendigos, esta es la verdad”. REVISTA METODISTA N° 218 - Marzo/Abril 2017
¿Por qué fue tan rechazado un mensaje tan directo y fácil de comprender? Porque la justificación por la fe solamente hace inútiles todos los méritos que el ser humano pueda exhibir pensando que es por medio de sus obras que alcanza la salvación y la vida eterna. 12
Lutero insiste en que solamente somos salvos y perdonados por la fe. La muerte y la resurrección de Jesucristo nos transforman en seres humanos nuevos, vivos, libres y amados. Con ese mensaje que proclamó toda su vida, con sus escritos, sus clases y sermones, ese monje alemán cambió el mundo dando comienzo a lo que llamamos “La Reforma”. Pero lo importante para Lutero era no solo cambiar el curso de la historia, sino proclamar la promesa predicada por Cristo que, con otros escritos bíblicos, encontró especialmente resumida en la Primera Carta de Pablo a los Corintios: “Lo tonto del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios, y lo flaco del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte; y lo innoble del mundo y lo despreciado escogió Dios, lo que no es, para deshacer lo que es; para que ninguna carne se gloríe delante de Dios.
En tercer lugar, como ya dijimos, Lutero nunca se atribuyó el título de “Reformador” porque siendo siervo de la Palabra de Dios comprendió que Cristo es el único Reformador de la Iglesia. A Lutero no le preocupa la decadencia moral de la Iglesia, por grave que sea. Le preocupa la crisis de la fe. Quiere despertar a la Iglesia del letargo mortal de la fe. La Reforma buscó provocar un avivamiento de la fe, porque para Lutero la gran batalla es enseñarle de nuevo a la gente lo que significa creer. Él piensa que todo depende de la fe, pues sobre ella se edifica la vida cristiana. En su libro La Libertad cristiana (1520), Lutero habla de la libertad, pero pone el énfasis en la fe y el amor porque sabe que la Reforma no podrá venir de la Iglesia. La Iglesia piensa que produce reformas, pero no son reformas porque no reforman la fe. La Reforma vendrá de Dios porque es el único que conoce los tiempos.
Y por él están ustedes en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho la sabiduría de Dios, tanto como justicia, santificación, y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor”. (1ª Corintios 1:27-31) Resumiendo mucho, podemos subrayar aquellos aspectos del pensamiento de Lutero que nos parecen más significativos para la vida de nuestras iglesias. Primero, el gran “descubrimiento” de Lutero fue que Dios perdona gratuitamente al pecador. El Evangelio es el anuncio de la salvación gratuita e incondicional de “todo aquel que cree” (Juan 3:16). Lutero no soporta que la salvación en la Iglesia no sea gratuita e incondicional. Denuncia la gran contradicción: mientras Dios no pone condiciones a la salvación del ser humano, la Iglesia sí. Hay que proclamar el carácter gratuito e incondicional del perdón de Dios.
Este es el mensaje que Lutero proclama. El que hoy necesitamos oír. Libros consultados: Miegge, Mario (2013): Martín Lutero: La Riforma protestante e la nasita delle società moderne. Torino: Claudiana.
En segundo lugar, para Dios, nuestros méritos no cuentan. Lutero señala otra enorme contradicción en la que fácilmente podemos caer: servirnos de la Iglesia como si fuera una institución que nos beneficia, en vez de servir a la Iglesia conscientes de que Cristo hace de ella una comunidad fraterna. El germen de nuestra vanagloria está en querer servir al prójimo para obtener alguna ventaja o recompensa. Lutero nos enseña que Cristo nos llama a todos a vivir en la comunidad de los creyentes donde tenemos la libertad de servir y dar gloria a Dios en respuesta a su amor gratuito.
Ricca, Paolo (1983): Lutero nel suo en el nostro tempo. Studi e conferenze per il 5º centenario della nasita de M. Lutero. Especialmente el capítulo: Lutero secondo Lutero: La Riforma (pág. 115). Torino: Claudiana. Paulson D., Steven (2016): Lutero…per chi non ha tempo. Torino: Claudiana.
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Ética de la responsabilidad
Pastor Ademar Olivera
Introducción
sufrimiento, muerte. El apóstol Pablo sigue esta idea cuando escribe: “Así, pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y trajo consigo la muerte, y la muerte pasó a todos porque todos pecaron” (Rom. 5:12). Y luego agrega: “No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer. Ahora bien, si hago lo que no quiero hacer, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí” (Rom. 7:19-20).
Algunos sociólogos hablan de la importancia de la ética en la economía, en la política, porque son disciplinas que conciernen a las condiciones de vida, a las relaciones humanas, a la convivencia, a la justicia. O sea, la ética como un valor fundamental que determina situaciones de la vida de las personas, las familias, la sociedad, los pueblos. Entonces nos preguntamos: ¿La fe que practicamos nos proporciona principios éticos claros?
Esta doctrina parte del supuesto de que Adán es un personaje histórico que, con su actitud, transformó una humanidad perfecta en una vida llena de sufrimiento y muerte. Sin embargo, hoy en día prácticamente ningún erudito bíblico acepta esta tesis. La Biblia, como todas las religiones, se sirve de mitos, tradiciones, historias, leyendas, parábolas, para cimentar y trasmitir la fe. De manera que, según esta comprensión, por medio del relato de la Creación (Gén. 3), se busca enseñar al pueblo de Israel que debe respetarse la distancia entre el Creador y la creatura. Que existe un límite en el conocimiento ético que no se puede traspasar. Se trata de la “Sabiduría divina”, que el creyente debe valorar en su excelencia, como principio fundamental de la fe, a fin de descartar toda pretensión de ser como Dios. Es importante esta advertencia porque si aceptamos el concepto del “pecado universal”, eso tiene consecuencias éticas. Si el mal es inherente al ser humano, si el pecado es una desgracia que se recibe “por contagio” al nacer, entonces yo no soy responsable. Si el mal viene de afuera y penetra en las personas (sea en la figura de una serpiente, Satanás, diablo, o un demonio) sin su consentimiento, eso tranquiliza mi conciencia y me vuelve pasivo. Así es fácil llegar a la auto-justificación y desligarse de toda responsabilidad personal.
Se puede mencionar textos bíblicos, mandamientos, enseñanzas, relatos, que se refieren a la conducta de los creyentes. Textos que hablan del amor, la justicia, la misericordia. Por otro lado, hay advertencias sobre las debilidades humanas, denuncias de abuso de poder, corrupción, engaños. Para iniciar el tema, podemos citar el texto de Deut. 30:15: “Miren, hoy les doy a elegir entre la vida y el bien, por un lado, y la muerte y el mal, por el otro… Escojan, pues, la vida, para que vivan ustedes y sus descendientes”. Pero, ¿qué es el bien y qué es el mal? ¿Cómo hacer una sabia y correcta elección? 1) Todos somos pecadores En la Biblia se reconoce la realidad del pecado en la vida humana. Se constata en la propia experiencia del Pueblo de Dios que el pecado está en la raíz de todo mal: crímenes, guerras, explotación, discriminación, desprecio hacia el otro. Ahora bien, ¿cómo luchar contra las distintas formas de ese flagelo? Una línea del pensamiento bíblico se refiere a la universalidad del pecado: “En verdad, soy malo desde que nací; soy pecador desde el seno de mi madre” (Sal. 51:5). El salmista se basa en la doctrina del “pecado original” que afirma lo siguiente: al rebelarse contra Dios y violar su mandato, Adán y Eva trasmiten su pecado a todo el género humano. Como una tara hereditaria que se perpetúa a través de las generaciones. Eso es lo que acarrea dolor, REVISTA METODISTA N° 218 - Marzo/Abril 2017
2) Responsabilidad ética La otra línea teológica que recorre la Biblia nos lleva por un camino diferente. Parte de la base de
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que el mal no es algo intrínseco, innato, que se recibe al nacer. Las personas no son “malas” por naturaleza, como si la maldad fuera algo material que se recibe por herencia. “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y les dio su bendición” (Gén. 1: 27-28). Así, la vocación del ser humano, desde su nacimiento, es ser “imagen” de Dios.
rechazar un trabajo, un conflicto familiar, cómo enseñarle a un hijo que en la vida hay límites. No siempre encontramos la respuesta adecuada porque la vida es compleja y no es fácil determinar qué es éticamente correcto. ¿Cómo incide la fe en nuestra toma de decisiones? El evangelio no nos proporciona un “mapa” para actuar en cada situación concreta, pero sí nos muestra una luz que ilumina nuestro camino. Por él podemos transitar y encontrar “pistas” para vivir y conducirnos. Jesucristo es el referente, el modelo que nos muestra la mejor manera de ser persona, la “persona nueva”, lo que nos permite descubrir el sentido de la vida para la cual fuimos creados.
El pecado consiste en hacer el mal, en la acción que hace daño, que perjudica a otros, y a sí mismo porque somos creados en libertad para hacer el bien o hacer el mal. Eso supone una responsabilidad ética. “Escojan, pues, la vida, para que vivan ustedes y sus descendientes”. Constantemente debemos tomar decisiones, relacionarnos, adoptar actitudes que nos comprometen y moldean nuestra personalidad. Jesús afirma: “No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’, entrarán en el reino de Dios, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial” (Mat. 7:21).
Quien vive “a la manera de Cristo” no necesita una ley escrita que le indique con exactitud qué hacer en cada momento porque vive y actúa guiado por el amor, el mandamiento por excelencia: “El que ama a su prójimo ya ha cumplido todo lo que la ley ordena” (Rom. 13:8). Podrá equivocarse porque los seres humanos cometemos errores, pero seguramente habrá una oportunidad de cambiar, comenzar de nuevo, que pasa por el sinceramiento, el arrepentimiento, el perdón, la reparación, la reconciliación.
Para algunas personas será la conciencia o la justicia humana que los acusa o los declara inocentes. Para el creyente, es Dios que lo interpela y lo juzga por lo que es, por lo que hace de su vida. Ello no elimina el valor de la conciencia o de la justicia humana, pero va mucho más allá. Para quien escucha la Palabra de Dios no hay excusa válida. De su decisión inicial de seguir a Cristo continuará luego por el sendero que Él le vaya indicando. Constantemente estará confrontado a tomar decisiones, a hacer un ejercicio de discernimiento, a distinguir entre lo bueno y lo malo a la luz del evangelio. Lo que supone tener una ética cristiana.
El proyecto de Dios, revelado en Jesucristo, es que cada persona pase de la “infancia” a la “madurez” de la fe; que crezca continuamente hasta lograr la vida plena, en libertad y con responsabilidad. Nuestra tarea es contribuir a la “edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre (y mujer) perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo. Para que no seamos ya niños llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error. Antes bien, siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo, realizando así el crecimiento del cuerpo para su edificación en el amor” (Efesios 4: 13-16).
3) ¿Qué hacer entonces? Hay decisiones que se refieren a asuntos de poca importancia: comprar o no un equipo nuevo, un mueble. A veces, tomar una decisión nos genera preocupación o angustia porque tendrá consecuencias en nuestro futuro: una relación de pareja estable, una posible intervención quirúrgica, buscar otro destino de vida. O pueden ser situaciones críticas que enfrentamos: rendir un examen, aceptar o 15
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“Yo sé, yo sé”: una niña protagonista
Irene Foulkes*
Niña y esposa de Naamán
“Yo sé, yo sé”: una niña protagonista “¡Yo sí sé dónde mi amo puede encontrar la cura de su enfermedad!” Fue una voz de niña la que se oía en el aposento de la esposa de Naamán, jefe del poderoso ejército de Siria. “¡Es cierto! En mi país hay un profeta y nuestro Dios hace maravillas por medio de él. Ojalá el amo fuera a Israel a verlo, pues él lo sanaría de su lepra.” ¿De dónde sacaría esta niña el valor para hablar así con tanto arrojo en la propia casa de un general que había atacado tantas veces a Israel? Los soldados de Naamán incursionaban en Israel a su antojo para traer como botín cuanta cosa -o animal o persona- que les viniera en gana. Fue en una de esas aventuras que raptaron a esta muchacha, que luego regalaron a la esposa de Naamán como una sierva más en su casa. Esclavizada, esta niña fue despojada de todo lo suyo, hasta de su propia identidad, pero ella guardaba vivos los recuerdos de su casa y su país. Desde pequeña sus padres le habían contado cómo el Dios de Israel vela por su pueblo y habla a su gente por medio de los profetas.
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Los relatos que más le emocionaban a la niña fueron las grandes sanidades que realizaban los profetas del Dios vivo. Aunque muy jovencita todavía, ella se daba cuenta de que no eran así los dioses “de palo y piedra”, como ella se refería a los dioses venerados por la gente de Siria. Incorporada a las tradiciones emblemáticas de Israel -esta historia toma lugar entre complejas relaciones internacionales-, y propone como protagonista la paradójica figura de una niña sin nombre, desvalida, apocada. Nos cuenta cómo el testimonio de esta niña impulsó todo un movimiento protocolario entre dos países: el rey de Siria solicitó formalmente a su contraparte en Israel la curación de su general Naamán. Es más, acompañó su extraña petición con una valiosa oferta de ayuda extranjera además de unos obsequios personales para el rey israelita y sus dirigentes. Sin embargo, el rey de Israel, pasmado ante tan extraña petición, sospechaba una trampa que terminaría en un pleito armado. Cuando el profeta Eliseo se entera de tanta consternación en la corte de Samaria, manda a decir que le manden al
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general Naamán para que se dé cuenta de que hay un profeta del gran Dios de Israel que lo puede atender. Para la gran decepción de Naamán, el profeta no lo recibe personalmente ni lo trata con la condescendencia y respeto de los que este general se cree merecedor. Elías solo lo envía a zambullirse siete veces en el pequeño y turbio río Jordán. Picado en su orgullo personal y nacional, Naamán está a punto de repudiar toda su búsqueda de sanidad en Israel cuando de nuevo surge una voz de los desvalidos -el sabio consejo de sus propios criados (esclavos probablemente)- que lo salva del fracaso. El testimonio de la niña sin nombre culmina con la sanación de Naamán y, sorpresivamente, con otro milagro más: Naamán declara su conversión al único Dios del mundo y se lleva una cantidad de tierra desde Israel a su propio país para construir ahí un altar donde adorar a Yavé. Fuentes del protagonismo Cuando vemos la impresionante secuela del anuncio de la niña israelita, nos pica una inquietud por saber de dónde surgió esta sorprendente asertividad en una esclava traficada a otro país. ¿Cómo fue que tuvo tanta seguridad, no solo al insistir en el gran poder de su Dios, sino también al asegurar que este poder podría beneficiar aun a un enemigo de Israel como fue el general Naamán? Fue ingenua, tal vez. En fin, la ingenuidad y la sencillez son propias de la niñez. Pero aquípodemos discernir que hay algo más, algo que permea toda la Escritura, resumido por Pablo cuando escribió a unos creyentes de estrato bastante humilde: “Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos” (1 Co. 1.27). Entre los débiles e insensatos, el mundo antiguo clasificó a los niños y, sobre todo, a las niñas. Con razón Jesús, quien llegó al mundo como niño, insistió ante los discípulos (de rango humilde todos ellos): “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos” (Mt. 18.3). En el plano humano, ¿cómo es que un niño, una niña, llega a creer en la bondad de Dios? Lo más seguro es que esta niña cautiva no siempre fue una niña-nadie. Para su familia en la tierra de Israel habrá sido una hija apreciada, tratada de una forma que desarrolló en ella la fuerte autoestima que la capacitó para sobrevivir el trauma que sufrió. Aun en su condición de esclava, ¿habría topado con alguna persona que le ayudara a no sucumbir emocionalmente en su mundo
vuelto al revés? Me atrevo a sugerir que para su ama, la esposa de Naamán, esta niña extranjera que le regalaron fue alguien que ella supo apreciar. Si no fuera así, ¿cómo le habría prestado tanta atención cuando afirmaba tan vehementemente que habría sanidad para su amo con el profeta de Israel? ¿Niñas protagonistas hoy en un “mundo al revés”? ¿Las niñas que llegan a nuestros proyectos encuentran un ambiente de aprecio, cariño y estímulo que fortalece su autoestima? Si su confianza en símismas ha sido subvertida por circunstancias inestables o violentas, esperamos que en nuestro entorno ellas puedan desarrollar la fuerza necesaria para superar los traumas que hayan experimentado. Es más, una nueva confianza en símismas podrá afianzar una sana asertividad que las capacita para ser protagonistas en el grupo como también en los otros entornos en que se mueven, como la escuela, la comunidad, la familia. Para nutrir la fuerza interior que potenciará a las niñas como protagonistas, las personas que trabajamos con ellas tenemos muchas oportunidades para transmitirles el acogimiento incondicional que Jesús manifestó hacia las niñas y los niños. Jesús creyó en las niñas y en los niños. Este ejemplo nos desafía. “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús” (Filipenses 2.5). Esta historia está situada en la zona fronteriza entre Israel y el poderoso reino de Siria, país que realizaba constantes ataques militares dentro del territorio de Israel. A pesar de las hostilidades entre los dos países, había algunas épocas de relativa paz y hasta de alianzas de poca duración. Fue en uno de estos momentos de calma que sucedieron los eventos relatados acá, alrededor de 850 a.C. Pasaje: 2 Reyes 5. Irene Foulkes, Ph, D., Biblista y Profesora emérita de la Universidad Bíblica Latinoamericana, en San José, Costa Rica. Se especializó en metodología exegética y la perspectiva de la mujer en el estudio y la interpretación de los textos. Además de su comentario exegético-pastoral a Primera de Corintios, “Problemas pastorales en Corinto”. Irene Foulkes publicó numerosos artículos exegéticos en revistas bíblicas especializadas. Sus aportes han sido sustantivos en el mundo bíblico-teológico y en la pastoral cristiana.
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Reflexiones a partir de CIEMAL (II)
Andrea Gutiérrez Este artículo es el segundo de una serie que pretenden ser reflejo de lo vivido, escuchado y aprendido en el 2º encuentro de CIEMAL, en Panamá del 25 al 30 de julio de 2015, del cual participé como representante de IMU.
lestial no va seleccionando gente, nos invita a todos a que participemos, incluso con nuestras debilidades. Él nos usará si le permitimos trabajar por medio de nuestras debilidades. ¿Cuáles son nuestras debilidades? Por lo general solemos negarlas, defenderlas, excusarnos en ellas, ocultarlas.
EL PODER DE DIOS EN TU DEBILIDAD Les voy a contar una historia extraordinaria. En un pueblo muy lejano, dos amigos, cansados ya de no conseguir trabajo, crearon su propia fuente de ingreso. Pensaron que sería bueno plantar árboles a las orillas del río cercano a su pueblo para combatir las inundaciones que regularmente padecían los vecinos. (Interesante, más a nosotros que al parecer la deforestación ha sido causa de las inundaciones en el litoral norte de nuestro país). Entonces fueron al municipio con esa idea a pedir algún tipo de subsidio. Las autoridades del municipio, más por piedad que por interés, les dieron unas pocas semillas y que se arreglaran. Como no tenían más recursos que esos tuvieron que esperar a que crecieran los árboles para usar sus ramas más tiernas y volver a plantar. Pero resulta que uno de estos amigos ¡era ciego! y al otro ¡le faltaban los dos brazos! Lo extraordinario de esta historia es que ES VERDAD.
Pero, ¿qué es una debilidad? Cualquier limitación (física, intelectual o emocional) que NO podamos cambiar. Y, ¿qué tiene de positivo reconocer nuestras debilidades? - Cuando te sientes débil, Dios te recuerda que dependes de Él. - Previene la arrogancia y mantiene tu humildad. - Nos animan al compañerismo, nos recuerdan cuánto nos necesitamos unos a otros. - Libera tensiones, alivia el estrés, desactiva temores y es el primer paso para la libertad. - Permite desarrollar otras habilidades. - Uno se muesta más auténtico, más creíble. Entonces, ¿cómo permitir que Dios nos use a través de nuestras debilidades? Reconociéndolas, admitiéndolas, ser honestos con uno mismos y, sobre todo, estar dispuestos a ser usados por Él.
Esto pasa en Yeli, un pueblo al noreste de China. Un hombre ciego llamado Jia Haixia y su amigo, un hombre amputado de ambos brazos llamado Jia Wenqi llevan más de 10 años plantando árboles para proteger el suelo de la erosión. Para saber más de esta historia ir a http://www. mymodernmet.com/profiles/blogs/jia-haixia-jia-wenqi-elderly-disabled-men-plant-trees-in-china
“Señor heme en tus manos, dirígeme y, hasta el fin de mis días, mi guía sé. Sin ti ni un solo paso quisiera dar”.
Esta historia me recordó una frase que escuché en el encuentro de Misioneros Metodistas en Panamá : “Dios elige a los débiles para que en ellos se pueda ver Su gloria ”. Esa frase me quedó resonando en la cabeza, pensando varias cosas. Entonces primero busqué en la biblia para saber qué decía al respecto. Y encontré estos dos pasajes: 1 Corintios 1:27 y descubrí que Dios tiene otra perspectiva diferente respecto a nuestras debilidades. Y con este otro pasaje: 2 Corintios 4:7-9 descubrí que a Él no lo detienen nuestras limitaciones, por el contrario, las aprecia porque de esa manera se revela mejor Su gloria. Luego pensé en personajes bíblicos que fueron utilizados por Dios a pesar de sus debilidades. ¿Recuerdas alguno? Te dejo dos: David, un chico joven, flacucho, venciendo al gigante Goliat, y Sara, ya entrada en edad, incapaz de tener hijos, quedando embarazada de Isaac.
Irene W de Foulkes (1932-2016), maestra de Biblia y exégesis. Su larguísima trayectoria como profesora, misionera y pastora en Costa Rica, al lado de su esposo Ricardo Foulkes, marcó a muchísimas generaciones de estudiantes del Seminario Bíblico Latinoamericano (ahora Universidad Bíblica Latinoamericana) que saciaron su sed en su sabiduría y en su gran capacidad docente, la cual estuvo a prueba en las diferentes etapas que vivió. Quizá su mayor contribución consistió en hacer inteligibles, para los cristianos de base, los métodos hermenéuticos y exegéticos más avanzados en boga, además de que fue parte fundamental en los estudios bíblicos de género que permitieron ampliar el desarrollo de los ministerios femeninos en muchas iglesias. Su vida, testimonio, ministerio y sabiduría marcaron a muchas personas en el mundo entero.
La lógica de Dios no es la misma que la del mundo. Si estuviéramos a cargo de un emprendimiento y tuviéramos que contratar gente para llevarlo adelante, seguramente buscaríamos gente idónea, la mejor preparada para la tarea, que cumpliera con el perfil. Pero nuestro Padre CeREVISTA METODISTA N° 218 - Marzo/Abril 2017
Pastora Mary Estefan Silva
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La justificación del hombre ante Dios y el camino de salvación Una reflexión desde el metodismo sobre el trabajo ecuménico
William Quinteros
Los quinientos años de la Reforma han acumulado no solamente polvo sobre algunas de las causas que nos mantienen separados, también han dejado estos años, pero menos visible, la razón fundamental de nuestra esencia cristiana. Ante la evidencia del pluralismo que caracteriza al cristianismo de hoy, cabe preguntarse si el camino correcto es trabajar por una unidad de todos los cristianos o si por el contrario se debería de encarar este pluralismo como una fortaleza, una posibilidad más para el reino de Dios. En el artículo anterior ponía de relieve la misericordia infinita de Dios como su principal atributo, quien nos abre la puerta de la esperanza y salvación para que, mediante el reconocimiento de nuestros pecados y el arrepentimiento, pongamos nuestra vida en sus designios. Es esta misma misericordia la que se manifiesta en la GRACIA de la FE. Aquí es donde surgen algunas dificultades, ya que hay quienes aún piensan que la fe es patrimonio o está determinada por la pertenencia a una congregación determinada o iglesia, a quien se atribuye el dominio de la “Verdad”. Esto tiene raíces muy antiguas, hoy ya corregidas, como aquella de “Extra eclesia nula sallus” (fuera de la iglesia no hay salvación), sustituida por la idea de “suola fide” (la salvación solamente por la FE).
Misericordia hecha carne en Jesucristo, quien con su vida, su sangre y resurrección nos pone frente a un Dios perdonador. En resumen, esto es lo que nos plantea Wesley como la FE JUSTIFICADORA, Dios no solo reconcilia al mundo en Cristo, sino que Cristo murió por mis pecados, me amó y se dio a sí mismo por mí. Este ha sido históricamente uno de los puntos que nos han separado. La diferencia doctrinal sobre la justificación del hombre frente a Dios por medio de la Gracia. La justificación es una de las dos dimensiones de nuestra salvación: justificación y santificación. Estos han sido los dos pilares de la predicación de Wesley. Para él, la justificación antecede a la santificación, “tan pronto una persona cree en Cristo está justificada por la pura Gracia de Dios”. Se trata del “nuevo nacimiento”, de un cambio fundamental en la relación del individuo con Dios, un cambio “a favor” de Dios, dice Wesley. Con la justificación son removidos nuestros pecados y entramos en el camino de la santificación.
Para John Wesley, la naturaleza de la Fe está teñida de su experiencia personal, cosa que es importante porque nos pone ante una realidad insoslayable: siempre la FE va unida a nuestra experiencia personal porque Dios se manifiesta en nosotros, no de forma general, sino que lo hace de forma particular, individual. Wesley distinguía distintas formas o dimensiones de la FE. Para él, la más importante era la que llamaba la FE VIVA. Es la FE que nos da la absoluta confianza en Dios misericordioso.
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Mas la libertad creyente que acepta la Gracia de Dios es la libertad liberada”. Ya no es la doctrina de la “justificación del hombre frente a Dios” motivo para mantenernos separados, y aunque solo he tomado la opinión católica romana al respecto, creo que todos los cristianos identificados con la Reforma coincidimos en la “SOLA GRACIA”. Esto nos hace optimistas en cuanto a nuestro relacionamiento ecuménico, pero esta aceptación o coincidencia en lo doctrinario para ser verdaderamente valiosa tiene que transformarse en obras, tal como lo exigía Santiago en su epístola. La diversidad que se ha ido labrando dentro del cristianismo, aun entre quienes mantienen la doctrina de la SOLA GRACIA, nos ha limitado en cuanto a nuestra credibilidad frente al “profano” que ve en nuestra disgregación una falta de coherencia. Este sería un argumento para, de manera conjunta, repensar la doctrina de la justificación liberándonos del peso social e institucional, para predicarla con palabra y obra universalmente, tal como lo propone Wesley en el Sermón 39, “El espíritu Católico” (universal).
Lo importante es recordar que la aceptación de Dios (este nuevo nacimiento) no depende de nuestras buenas obras o de nuestra santidad, pues nada de lo que un humano pueda hacer amerita el perdón. Somos justificados por la GRACIA de DIOS y no por nuestras obras o nuestra conducta. El perdón de todos nuestros pecados emana de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Asi nos presenta Wesley su doctrina.
Al mismo tiempo, es indiscutible que años de disgregación fueron los responsables de que se fueran dando forma a “identidades” donde las personas encontraron su lugar y generaron su “pertenencia”. Wesley también afirmaba que la fe en solitario no existe, en este sentido, esta pertenencia o identidad es un recurso, una fuerza para enfrentar los desafíos del momento actual.
El teólogo Karl Rahner, en su libro “La gracia como Libertad”, afirma que hoy la iglesia Católica Apostólica Romana mantiene la tesis de la justificación como obra de la Sola Gracia. Con esto nos dice el teólogo que la doctrina de la justificación ha dejado de ser motivo para nuestra separación. Hoy la Fe en la Gracia de Dios es la única que justifica, y esta es una verdad fundamental del credo cristiano.
Pensar y obrar ecuménicamente no tiene que suponer necesariamente la desaparición de esas identidades, o por decirlo de forma más vulgar, de unificar a la iglesia de Cristo institucionalmente. Creo que todo empieza en nuestros corazones. Empieza con la alegría de saber que compartimos la misma doctrina de la justificación del hombre frente a Dios más allá de que nos llamemos metodistas, luteranos o católicos y que nuestra Fe no es el resultado de nuestras obras, sino de la Gracia de Dios.
Escribe Rahner: “… lo que nosotros llamamos “salvación”, “justificación”, llega al hombre, criatura y pecador, solo a través de la gracia libre o indebida de Dios: es decir, mediante la libre auto donación de Dios en Jesucristo… No hay obras mediante las cuales el hombre pueda procurarse la Gracia de Dios por su propio poder y bondad,… tenemos que aceptar libremente la acción graciosa de Dios en nosotros.
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Mortimer Arias 1924 - 2016
Domingo Ferrari
Mortimer Arias falleció el jueves 15 de diciembre del 2016, en Colonia Valdense. Fue un final indoloro con el que se completó en la tierra un camino vital que había empezado el 7 de enero de 1924 en Durazno (ROU). Siendo niño conoció el Evangelio en esa ciudad, gracias al pastorado de Manuel Puch y su amorosa familia. Sus dotes naturales de elevada capacidad intelectual y gran sentido práctico se potenciaron con la Luz de la Palabra de Dios. Sus inquietudes lo llevaron a cursar los distintos niveles de la educación en su patria y en el extranjero, culminando con la obtención del doctorado en Teología y la edición de su vasta obra literaria y sus himnos. Toda su producción obtuvo difusión nacional en la sede de su obispado en la Iglesia Metodista de Bolivia y, posteriormente, fue editada en distintos idiomas y por múltiples comunidades cristianas de las más distintas eclesiologías. Portador del Evangelio por distintos países de varios continentes y orador en encuentros internacionales, sus propuestas fueron motivo de estudio en distintos ámbitos y, en particular, tema de innumerables tesis para obtener distintos grados académicos.
Llegado a esta edad, en cada uno de sus cumpleaños apeló a la entrega de nuestras vidas a predicar el mensaje de Jesucristo, respaldado por nuestro testimonio como sus discípulos y discípulas, tanto en la vida individual como a través de las instituciones.
Sensible a distintas expresiones científicas (su primera intención fue como joven estudiante con el propósito de ser médico misionero) y a una edad muy avanzada -pero con la profundidad y amplitud que les eran características-, emprendió en el 2007 la traducción al castellano del libro que aquí se llamó En Busca de la Realidad Divina, en el que el profesor alemán Lothar Schäfer se acercó al misterio de la existencia de Dios y su carácter con los métodos de la física cuántica.
Su mensaje, invariablemente, contenía la afirmación Todo de Gracia. La Paz de su despedida, protegido por su Señor en todo momento, no fue sino el sello divino sobre esa afirmación y la invitación a hacerla nuestra.
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Pastor Dr. Miguel Ángel Brun
Oscar Bolioli
Miguel nació en la ciudad de Trinidad, departamento de Flores, en 1929. Venía de una familia humilde y no fue el único joven destacado que surgió de la Iglesia Metodista más antigua del interior del país. Fue contemporáneo de Raúl Sendic, con el cual pertenecía a un grupo inquieto de estudiantes de Secundaria.
en un viaje fuera del Uruguay, Katia cae presa y él retorna pensado que así conseguiría la libertad de ella. La Iglesia Metodista y en especial la familia Odell se hicieron cargo de los hijos en el tiempo de cárcel de ambos. En ese entonces, Miguel se transforma en pastor de otros detenidos. Es allí que, en un domingo de Pascua de Resurrección, se da la anécdota que Eduardo Galeano relata en uno de sus libros. La eucaristía con las manos vacías. Allí sacerdotes y pastores deciden celebrar la pascua con un pan y un vino imaginario.
Como tantos jóvenes, en su adolescencia emigró a estudiar a Montevideo. Formó parte de los jóvenes de la iglesia Metodista de la Aguada, donde también surgieron Julio Barreiro y Emilio Castro, entre otros. A los 18 años viajó a Buenos Aires a estudiar en la Facultad Evangélica de Teología (FET). Miguel se destacó como un estudiante con mente brillante. Poseía una memoria fotográfica, era un gran lector y le gustaba la filosofía.
A la salida de Katia y Miguel de la cárcel, la Iglesia Reformada de Francia le ofreció ejercer como pastor en la ciudad de Estrasburgo. Miguel siguió estudiando y recibió el título de Doctor en Ciencias Humanas y Teología, de la Universidad de Estrasburgo. Su carrera de pastor la termina en la célebre Catedral de Estrasburgo.
Al término de sus estudios, regresó a Uruguay como pastor de la Iglesia Metodista, recorriendo primero varias iglesias del interior, entre ellas su iglesia madre de Trinidad. Yo lo conocí cuando se estaba abriendo una iglesia en el interior y él se ofreció a llevarme hasta la ciudad en su “cachila”. Así como era erudito en teología, era errático en su manera de conducir aquel auto que andaba por la gracia de Dios.
Miguel hizo planes para volver a vivir a Uruguay. En uno de sus viajes, luego de la separación con su esposa, volvió a encontrarse con la que había sido su amor en la adolescencia y surgió una nueva vida para él, pasados los 80 años. Pero el tiempo de vida juntos fue muy breve porque el cáncer se llevó a su compañera “Muñeca” en poco más de dos años. Él la acompañó hasta el último instante.
Él estaba de pastor en Durazno y a mí me habían asignado en Sarandí Grande, a solo 40 kilómetros en ferrocarril, lo que nos permitió vernos muchas veces. En uno de esos encuentros, recuerdo cuando, ignorando que su esposa Katia había puesto sal a los tallarines, él volvió a echarles sal y el almuerzo quedó arruinado.
Luego decidió volverse definitivamente a Francia a una casa de retiro de la Iglesia Reformada. Aquel Miguel, escritor de correspondencias interminables y siempre al día en cualquier tema, se fue apagando. En Francia, el 5 de abril pasado, decidió no despertar más. Como dijera su hija “murió en paz y sin sufrir”.
Fue pastor de la Central de Montevideo y profesor del Seminario Menonita, en donde era muy apreciado. Como estudioso infatigable, incursionó también en el aprendizaje de la Medicina.
A Miguel siempre se le recordará como una mente brillante; fácil en la comunicación; de una sola cara; amigo siempre; lector empedernido. Lástima que no escribió más. Recientemente había incursionado en la elaboración de la Teología del Exilio.
En los tiempos difíciles de la predictadura, él no fue ajeno al proceso de ideas por una nueva sociedad, que se estaba desarrollando en el país. Estando
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Metodismo con “M” de mujer María del Carmen Nieves de Rey
Mirtha E. Coitinho
Nació en Tacuarembó el 25 de octubre de 1929 y falleció el 17 de julio de 2011. Su primer contacto con la Iglesia Metodista fue en Paso de los Toros en una campaña de evangelización a cargo del pastor Fortunato Puch. A partir de ahí consagró su vida a la causa del Evangelio. Llegó sola a Montevideo y quien la esperó en la Estación Central fue el pastor Víctor Goldmisch con una Biblia en la mano como señal de identificación. Trabajó en el Instituto Crandon en Economía Doméstica al lado de la profesora Nelly Maraboto de Bocardi. Su vocación era estudiar teología en Buenos Aires para la cual fue aceptada. Siendo muy activa en las iglesias del Cerrito y Peñarol conoció al que más tarde fue su esposo y sus estudios quedaron en suspenso.
A pesar de que en sus últimos años no estaba muy bien de salud, se la recuerda siempre de muy buen ánimo. Se destacaba por su espíritu generoso y su sabiduría para aconsejar. En La Teja, su penúltima congregación, eran infaltables sus ricos tallarines cada sábado, luego de la venta económica de ropa. Una vez que ella y su esposo se mudaron de la casa pastoral, en la que vivían en La Teja, a la casa de su hija, su última congregación fue la de San Pablo.
Casada con el pastor Yamandú Rey su primer destino fue acompañar la dirección del M.E.C el hogar del Movimiento Estudiantil Cristiano en la calle Paysandú 1846. Integró tantas congregaciones como su esposo pastoreó. En especial, sobre ella recayó el cuidado del hogar y de los hijos. Participó en diversas actividades de la iglesia estando siempre dispuesta a trabajar en todo aquello en que se le presentaba la oportunidad.
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