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JORGE CORTÉS, MINERO Y CANTANTE URBANO:
“UN JEFE DE TURNO ME MOTIVÓ A VOLVER A LA MÚSICA”
Su dura vida familiar lo llevó a enfrentar una niñez y adolescencia difícil en las calles, donde cantaba arriba de las micros para sobrevivir. Un amigo lo introdujo en el mundo del reggaetón, pero luego de que éste se quitó la vida decidió concentrarse en sus labores en la minería. Pero su pasión volvió y hoy mezcla su trabajo como operador eléctrico en la División Andina con la música urbana.
“De niño dormía en el baño de un ciber café. Tuve que delinquir para comer, cantaba en las micros y estudiaba en la noche en el Liceo Max Salas”, cuenta Jorge Cortés (39). Oriundo de Los Andes, “Coke Montana” como es conocido en el género de música urbana, actualmente se desempeña como operador de sala eléctrica de Schwager, en la División Andina, y ya suma casi 20 años de trabajo en distintas posiciones.
Cuenta que por la ausencia de su padre y el prematuro fallecimiento de su madre, a los 16 años tuvo que aprender a sobrevivir en la calle. “Mi pasión por la música surgió como una forma de generar ingresos y evitar la delincuencia”. Pero no le ayudó del todo, y tras pasar algunos meses en la cárcel de menores decidió buscar otros caminos para su vida.
Después de hacer el servicio militar, encontró un trabajo como auxiliar de cocina en el nivel 17 de la Mina Subterránea de la División Andina. “Eso fue un impulso para elegir mi futuro, pero duré sólo dos meses. Luego, empecé a buscar mi objetivo en una empresa como ayudante de obras civiles. Necesitaban operadores de maquinaria pesada, así que me ofrecí para las capacitaciones esperando una oportunidad de mejorar mi vida”. Tiempo después inició estudios de electricidad industrial en Inacap, obteniendo la licencia SEC B como instalador eléctrico, a lo que se dedica actualmente.
¿Cómo fueron tus inicios en la música urbana?
En el 2009, cuando ya trabajaba, conocí a un amigo que cantaba en las micros. Con él logré hacer los primeros temas de reggaetón y grabar videos musicales, hasta que tiempo después mi colega terminó con su vida. Entonces me alejé; decidí enfocarme en la electricidad y en mi sueño de tener una familia.
¿Por qué motivo volviste a retomar esta pasión?
Fue gracias a Gustavo Aguirre, jefe de turno de Operaciones del Traspaso de Andina, quien vio mis videos antiguos, se interesó en mi trabajo y me preguntó por qué había dejado la música. Le expliqué que por mis pérdidas la dejé de lado y él me motivó a volver. Todos los días me decía que me dedicara a la música y que creyera en mis sueños. Hasta que me convenció.
¿Cuál es el sello de tu trabajo?
Mi enfoque actual es demostrar madurez, que se puede salir adelante por un camino distinto y diferenciarme de los artistas urbanos actuales sin hacer apología a la delincuencia. Con la imagen que me ha costado formar en estos años, decidí que si soy trabajador de la minería, no quiero desperdiciar mi esfuerzo y prefiero dar un ejemplo de superación. Siempre digo: la mente en el objetivo.
¿Te gusta pertenecer al mundo de la minería?
Me enamoré de la mina, me impresionó cómo se trabaja. Empecé a entender que hay compañerismo, labores de equipo y una cultura de cuidar al otro. Es como una universidad de la vida, porque siempre aprendo algo nuevo, con gente que me brinda cariño, amor, y eso es importante. Encontré lo que quería, vi lo positivo y gracias a eso tengo una calidad de vida muy buena. La siento como la familia que me rescató de lo que yo era, porque me apoyé mucho en mi trabajo cuando salí de la calle. Toda mi vida la he pasado en Andina en distintas áreas. Hoy me siento pleno y feliz.