Aviones Carniceros Miguel Bergasa
Edita, diseño y maquetación: Miguel Bergasa Textos: Rafael Herrera Miguel Bergasa © de la edicion: Miguel ßergasa © de los textos: Sus autores. © de las fotos: Miguel Bergasa
Edicion 1. 2013 miguelbergasa@gmail.com 34-656926945 www.miguelbergasa.com http://issuu.com/miguelbergasa
Aviones Carniceros
Aviones Carniceros Bolivia
Miguel Bergasa FotografĂas
Textos de
Rafael Herrera Miguel Bergasa
Aviones Carniceros Rafael Herrera “CUANDO YO EMPECE ESTA ERA UNA PROFESION ROMANTICA, HEROICA Y BIEN MIRADA POR LAS MUJERES. EL PILOTO, COMO EL TORERO, TENIA UNA LEYENDA. AHORA VUELA CUALQUIERA QUE SEPA MANEJAR UN ORDENADOR.” Los vimos desde el taxi que nos sacaba del aeropuerto. Eran viejos aviones de hélice Convair CV-440, Curtiz C-46, Douglas C-54, aparentemente abandonados entre los yerbajos colaterales del campo de aviación. Pensando en voz alta dije: “Chatarra para desguace”. El taxista aclaró: “Carniceros”. Con mas de cuarenta años de vida, aquella chatarra volaba cada día al Beni por carne, o a otros lugares de Bolivia con cualquier carga, con frecuencia haciendo “ping-pon”: ida, carga, vuelta, descarga; ida, carga, vuelta, descarga. Al taxista Edgar Veneros, este trajín le pareció un buen tema para acompañar la bajada desde El Alto a La Paz: “Una vez un carnicero de vuelta perdió un motor y como con el otro no podía maniobrar el aterrizaje, soltó la carne sobre los barrios pobres de La Paz. Consiguió aterrizar vivo sin destrozar el avión ni dañar a nadie y por esa hazaña le condecoraron”. Mas tarde nuestro amigo Eduardo Beltran nos presentaba en el bar del Hotel Crillon a un piloto de aviones carniceros. Walter Ballivian, ultimo superviviente de su promoción, a los 55 años y con mas de 25.000 horas de vuelo, sigue volando de La Paz al Beni a por carne, en aviones con cuatro décadas largas en las alas, por 25 dólares la hora. Concertamos acompañarle en la ruta mientras escuchábamos sus “batallitas” de piloto de fortuna: El capitán Quiroga picó de morro, frenado por el barro de la pista en la hacienda donde tenía que cargar. Ballivian, añadía sus propias aventuras, como la “panzada” en la pista polvorienta de San Borja con un motor averiado. “Falló el sistema para sacar el tren de aterrizaje (“boquichi quedó la palanca” dijo el copiloto después de intentar forzarla), mientras dábamos vueltas para quemar combustible, abajo se concentraba gente que ya sabía lo que nos pasaba y adivinaban lo que nos podía pasar. Llegaba del pueblo mas gente y también los heladeros, vendetortas, fotógrafos y toda clase de orates y comerciantes. Nosotros dábamos y dábamos vueltas quemando combustible hasta que decidimos aterrizar porque los tres pasajeros se estaban poniendo nerviosos. Cuando decidimos aterrizar (aún el copiloto pidió un tiempito, “espera hombre, qué se reúna mas publico” ) pues nos fuimos al panzazo no mas, y aquí estamos”. Walter Ballivian nos llevó al Beni en un Convair de 1942. Era, nos dijo, un vuelo de rutina. Atravesamos la cordillera con visibilidad cero por paso colorado con el Hayna Potosí a la izquierda, la segunda cumbre después del Illimani en las proximidades de La Paz. Con la ayuda del “ borg” tomaba el rumbo y enfilaba el paso entre las nubes sin visibilidad. “Ya no se hace vuelo con reloj porque eran realmente suicidas. Para llevar suministros a los buscadores de oro de Tipuaní y Comoro, en la selva amazónica frontera con Brasil, teníamos que atravesar unos cañones en la cordillera por unas quebradas siempre cubiertas por nubes y nieblas. Volábamos con la única ayuda de un cronometro para control del avión. La distancia del ala a los cerros era menos de 200 metros. Tomando de referencia un punto a la entrada, se media rumbo y velocidad predeterminados, 35 segundos; se hacía un viraje de 330 grados y luego se mantenía por 45 segundos el rumbo; así hasta terminar en la cabecera de la pista.
Restos de carnicero
Para la vuelta se invertían los cálculos. En la época del auge de Tipuaní y Comoro hacíamos hasta siete vuelos por día en estas condiciones. Muchos pilotos abandonaban. Curiosamente, solo hubo un choque con los cerros. Lo llamábamos vuelo con reloj”. No se veía un barajo a nuestro alrededor y aquel viejo convair de 1942 vibraba como para desintegrarse. Conseguíamos oírnos por encima del ruido. “¿Por qué voláis en estas condiciones?”. “Es, digamos, una confluencia de intereses. Al dueño de la carne le interesa que vayamos, porque sale bien por aire. Al dueño del aviones le interesa que vuelen, porque es su negocio. Yo me gano 25 dólares por hora y ellos (copiloto y mecánico) , mas o menos”. Hubo un tramo de silencio bajo el trepidante run run de los motores y los quejidos del viejo aparato. Al cabo, dijo: “Si nos caemos, al dueño del avión y al de la carne les queda el seguro”. Otro silencio sobre el estrépito mecánico que rompió el capitán Ballivian para mostrarnos algo: “Aquí se tienen que ver los restos del avión del hermano de Quiroga, que se mato el año pasado”. “De los nueve que salimos en la primera promoción de pilotos civiles de Bolivia, siete murieron en accidente, uno nunca voló y yo quedo. Parece increíble que solo vuele yo. Cuando empecé esta era una profesión romántica, heroica y bien mirada por las mujeres. El piloto, como el torero, tenía una leyenda. Ahora vuela cualquiera que sepa manejar un computador. Ya no es un oficio romántico ni lindo, aunque para nosotros los últimos carniceros mantenga intacto su encanto”. Sobrevolamos Santa Ana, en el Beni. Desde Santa Ana hasta la Estancia Palmira hay ocho horas por carretera. El capitán Walter Ballevian nos mostró desde el aire la Estancia de Suarez, el rey de la coca boliviana, ahora detenido. En otro tramo nos enseñó donde murió Suarez hijo, en un tiroteo con la policía antidroga y el sitió donde una vez tuvo que aterrizar con un motor ardiendo en una pista trabada con troncos por la guerrilla de Che Guevara. El sol ardiente del trópico reventaba en colores en lagos, ríos y pantanales. La luz sobre la mancha verde sin límites de la selva boliviana dañaba la vista. Bajamos, sintiendo la sensación de caer en el vacío, directamente a la pista de la Estancia Palmira. El veterano Convair apenas cabeceó antes de tocar tierra en plena sabana del Beni, pero la carrera de frenado nos sometió a una dura prueba de vibración ante la indiferente mirada de los Cebús de la ganadería Palmira. Antes de salir Ballivian nos arrojó , cervezas, : “ Que nadie beba agua o las amabas le comerán las tripas. Afortunadamente tenemos suficiente cerveza”. Isaac, el mecánico, abrió la puerta y 48 grados de calor húmedo y penetrante hasta los huesos nos envolvió hasta ahogarnos. El sonido de los motores seguía sonando dentro de nosotros mientras nos acomodábamos al cambio. Cuando regresamos al patio de la Estancia después de refrescarnos, el asado ya estaba en la parrilla y el “cacho” preparado.
El capitán, con el copiloto al que llamaban “pajarito”, e Isaac, nos esperaban para jugar al “cacho” (una variedad de poker boliviano que castigaba las perdidas con tragos adicionales de cerveza) . Jugábamos, hablamos y comíamos asado de vaca y chancho, con arroz y verduras. Los perros acudían a los restos del asado y el capitán jugaba con ellos. “Teníamos una perrita que volaba conmigo para cazar mientras cargaban el avión. Lloré por ella cuando se quemó con el avión en el accidente de Cagiari”. Cuando el capitán y su tripulación se fueron a dormir, a las nueve de la noche, cuarenta botellas de cerveza no habían aplacado la sed provocada por la cena y el insoportable calor del Beni. A las doce comenzó el carneo. Las 23 vacas-cebú reunidas durante la tarde por los pamperos estaban en la cerca de la muerte. El método de sacrificio era aparentemente sencillo y rápido, pero la impericia de los peones encargados de ultimarlas convertía el acto en una proceloso tortura con algo de concurso y diversión. La cerca tenía una salida cercada en embudo que se estrechaba hasta el ancho de un vacuno bloqueado entre dos tablones horizontales donde esperaba el matarife provisto de una barra con descabello. . Con el cebú inmóvil, la operación se limitaría a un simple golpe en la nuca. Pocas veces lo conseguían en menos de diez. Los peones cantaban los golpes burlándose del incompetente matarife, mientras el cebó esperaba pacientemente, catorce ... quince ... dieciséis.... el golpe que lo libertara del suplicio. Los perros y los cerdos de la Estancia hociquean en el montón de los despojos las tripas, vísceras y sangre. Amanece cuando los peones terminan de cargar el avión con los cuatro mil kilos de carne que es capaz de transportar. Mientras tomamos café se van despertando lentamente los ruidos de la selva a lo lejos. A las cinco y media de la madrugada los motores quiebran definitivamente el silencio en que habíamos caído tras la algarabía de la matanza. El Convair arrastra penosamente sus ruedas por la pista terrosa, levantando remolinos de polvo. “El despegue con carga es el momento mas peligroso” dice el capitán mientras rodamos. Silencio rodeado de la renqueante angustia de los motores. Los cuatro mil kilos de carne apilados en medio de la cabina nos anclaban al suelo. Un acelerón y estamos en el aire. Ballivian sigue hablando.- “En mi casa habemos un montón de pilotos. Yo, mi cuñado, mi hijo. Mi mujer y yo no queríamos que el chico, único hombre, (tenemos tres hijas), no queríamos que fuera piloto. En mi casa no había cuadros de aviones ni aviones de juguete. Nada que pudiera aficionarle. Pero parece que lo lleva en la sangre. Empezó a estudiar agricultura y cuando al fin del semestre vino a casa en Navidad. (Ballivian habla despacio, la voz quebrada por el recuerdo) me dijo con lágrimas en los ojos: ‘Papá, yo quiero ser piloto’. Bueno, no me da pena decirlo. Lo considero muy buen piloto “. Volamos envueltos en una plasta de nubes bajas que impedían la visibilidad hasta La Paz. A medida que ascendemos, el “soroche”, el mal de altura nos deprime con la falta de oxigeno. “Cuando aun era un principiante, recién egresado de la escuela de pilotos, lo llevé como copiloto en uno de estos viajes de carga. Pasando la cordillera se incendió un motor. Lo paré e intenté apagarlo. Y nada. Los pasajeros asustados acudían a la cabina gritando, “No nos mate capitán. No nos mate”. Mi intención era llegar a San Borja que estaba bastante cerca, pero miraba a mi hijo, pensaba que lo había escogido para matarlo y me daba pena. Escogí con mucha suerte una zona verde mas oscura que tenía agua debajo del pasto y eso evitó que muriéramos quemados”.
El avión se descarga a pie de pista. La carne se traslada en camiones a La Paz para la venta en el día. Los higados, corazones y las pieles de las vacas se arroja sobre la pista terrosa al lado del viejo Convair. Las “cholas” pujan por ella unos pocos pesos para llevarse algo que vender en las veredas de la calle Buenos Aires. Un mozo limpia con una manguera los restos de sangre y sebo en el piso de carga del avión. El mecánico comprueba su lista de reposiciones en la mecánica del aparato para conseguir las piezas en otros abandonados en el aeropuerto por uso imposible Bajamos a La Paz con el capitán Ballivian comentando el negro futuro de las cuatro empresas de vuelos carniceros, S.A.S.A. , La Cumbre, El Alto y Quiroga, cada vez menos rentables, desde el cierre de las pulperias en las minas, la llegada de camiones frigoríficos y la competencia desleal del ejercito que puede cargar hasta 10.000 kilos en los Hercules y vender a precios mas bajos. “La verdad es que hace mucho tiempo que pensamos que la aviación carnicera s e muere. Éramos mas de veinticinco empresas aéreas y quedan cuatro con un avión cada una. Cualquier día, si no me mato antes, me quedaré sin trabajo”.
IN MEMORIAM Walter Ballivian murió el 21 de Agosto de 1992 en su viejo Convair CV - 440 cargado con carne del Beni cuando maniobraba la aproximación a La paz en medio de un fuerte temporal. Fallos en la comunicación y el sobrepeso de la carga y pasaje, fueron las causas. Con el murieron los tripulantes, copiloto Guillermo Choque Quisque y mecánico Guillermo Saavedra Pérez, y también los seis pasajeros que transportaban. El avión se estrello contra un farallón del Cerro Colorado, en las inmediaciones de Chacaltaya Los restos del Convair, los 4000 kilos de carne, la tripul ación y el pasaje, quedaron esparcidos en una extensa área de la cordillera andina, en la región de Huilamankisillani. El capitán Ballivian había comunicado a la torre de control minutos antes del siniestro, que se enfrentaba a una fuerte turbulencia y un brusco cambio de temperatura. Ante la situación de emergencia, el operador de la torre le dio numero de pista para aterrizaje y autorizo la maniobra. Poco después un técnico de control aéreo llamo al Convair para informar al piloto que tenia una fuerte turbulencia y mucha formación de hielo en el área del aeropuerto. “ Un momento, un momento…”, respondió el capitán. Y se perdió el contacto
FotografĂas
Restos de carnicero
Mecanico de avion carnicero
Mecanicos de avion carnicero
Pilota de empresa Santa Rita
Convair CV-440
Mecanicos de avion carnicero
Mecanicos de avion carnicero
Mecanicos de avion carnicero
Avion de empresa La Cumbre
Mecanico empresa SASA
Convair CV-440 sobre Chacaltaya
Cordillera de los Andes
Capitan Walter Ballivian
Convair CV-440 aterrizando en Estancia Palmira
Estancia Pal単ira
Trabajadores de Estancia Palmira en El Beni
Trabajadores de Estancia Palmira en El Beni
Trabajador de Estancia Palmira en El Beni
Trabajador de Estancia Palmira
Cebus de Estancia Palmira
Trabajadores de Estancia Palmira en El Beni
Despiece de Cebus
Despiece de Cebus
Despiece de Cebus
Despiece de Cebus
Salida de Estancia Palmira
Carne para La Paz
Vista aerea de El Beni
Capitan Walter Ballivian
Descarga en La Paz
Descarga en La Paz
Descarga en La Paz
Reparto de despojos
Reparto de despojos
Fin del trabajo
Cuaderno de Viaje Miguel Bergasa
La idea de realizar este reportaje sobre los aviones que trasportan carne desde las estancias situadas en el Beni boliviano, a la ciudad de La Paz y otros lugares de Bolivia, surgió en una visita que realizamos Enrique Urdanoz y yo a Bolivia en Junio de 1988. Después de realizar el reportaje sobre los Mennonitas en Paraguay, nos trasladamos a La Paz con el fin de conocer esta ciudad y encontrar algún tema que nos pareciese interesante para realizar otro reportaje en un próximo viaje. Uno de los días de nuestra estancia, nos desplazamos al aeropuerto para viajar a Cochabamba. En el trayecto, atravesamos una zona donde había viejos aviones. Comentábamos que serian aviones para desguazar. El taxista que nos oía matizó, que todavía algunos volaban y que eran aviones empleados para el transporte de carne desde el Beni a La Paz y otros lugares de Bolivia. Nos contó, que precisamente quince días antes, a uno de estos aviones, al aproximarse a La Paz, le falló uno de sus motores, por lo que el piloto, para poder realizar un aterrizaje de emergencia decidió arrojar la carne, cayendo esta, sobre la ciudad. La historia nos sorprendió de tal manera, que comentamos que sería interesante realizar un reportaje sobre estos pilotos. En Abril de 1989, visito Bolivia por un periodo de casi dos meses. Fui con la idea de realizar algunos reportajes. Durante mi estancia conozco a Magaly y Eduardo Beltran, este es piloto de aviación. Le comento mi interés por realizar un reportaje sobre los pilotos de los aviones carniceros. Me ofrece su ayuda para una próxima visita Es en Noviembre de 1990, cuando decidimos llevar a cabo este proyecto. Nos acompaña el periodista Carlos Cebrian. Previamente estuvimos en Paraguay realizando el documental “A través del Rio Paraguay”. Una vez en La Paz, Eduardo Beltran , nos presenta al Capitan Walter Ballivian, quien se convierte en el protagonista de nuestro reportaje. Hay cuatro empresas que se dedican a este tipo de negocio: La Cumbre, Santa Rita, El Alto y Servicios Aéreos Santa Ana SASA. Durante quince días compartimos el tiempo con Ballivian, personal de la empresa SASA y otros pilotos. Volamos a la Estancia Palmira, donde tome las fotos de la muerte y descuartizamiento de los cebús. Fueron días intensos donde compartimos muchas horas con el Capitán Ballivian, contándonos sus anécdotas y pasión por la aviación. Con el material que realizamos se elaboró, el documental que se emitió en TVE en varias ocasiones y yo publique un reportaje para la revista GEO de España y GV Men de Oslo. Noruega En Septiembre de 1992 recibí una carta de Magaly Beltran donde me comunicaba la muerte del Capitán Walter Ballivian al haberse estrellado el avión que pilotaba en Chacaltaya. Sentí su perdida. El tiempo compartido fue muy intenso. Ballivian era una persona afable y humana . Mi agradecimiento a Magaly y Eduardo Beltran, familia Ballivian , Elias Nacif, personal de SASA y Estancia Palmira del Beni. Han pasado 23 años desde la realización de este trabajo. Ahora recopilo en este pequeño libro las imágenes de un modo de vida que ha desaparecido en Bolivia y de una vivencia que recuerdo con nostalgia.
Pamplona 18 de Septiembre de 2013
Exposiciones y Bibliografia
Exposiciones Individuales: Pueblos Indígenas de América. Médicos Mundi. Pamplona 2008 Paisajes de Latinoamérica. Centro Cultural “ Juan de Salazar “ . Asunción . Paraguay. Octubre 1998 Paraguay y otras Miradas. Museo del Barro. Centro de Artes Visuales. Asunción. Paraguay. Octubre 1998 Miradas en Latinoamérica. Ayuntamiento Guadalajara. Septiembre 1996 “En Busca del Sur” . Médicos Mundi. Casa de América. Madrid. 1995 Miradas en Latinoamérica Photomuseum. Zarautz . Guipúzcoa .Septiembre 1993 Miradas en Latinoamérica Instituto Cervantes . Tetuán. Marruecos . Abril 1993 Miradas en Latinoamérica. Ayuntamiento de Pamplona. Mayo 1992 El Hombre y su entorno laboral. Museo de Arte e Historia. Durango. Vizcaya. Noviembre.1989 El Hombre y su entorno laboral / Naturaleza. Galería “Nueva Imagen”.- Pamplona. Junio 1987. Centro de Arte y Diseño “Fabrica”. Asunción. Paraguay. Octubre 1986. Agrupación Fotográfica - Guadalajara. Marzo 1984. Galería “Artesanos”- Asunción. Paraguay. Diciembre 1983. Galería “Ttopara” - Fuenterrabia. Guipúzcoa. Octubre 1981. Agrupación Fotográfica Gijonesa Gijón. Abril 1980. Sociedad Fotográfica de Guipúzcoa San Sebastián Julio 1979 Sala de Exposiciones. C. M. Loyola Madrid. Mayo 1979. Agrupación Fotográfica - Guadalajara. Enero 1979. Real Sociedad Fotográfica Madrid. Noviembre 1977.
Obras en Museos y Colecciones:
Center for Creative Photography. Tucson. Arizona,.EEUU. Museo Municipal de Limojes. Francia Museo de Navarra. Pamplona Museo del Barro. Centro de Artes Visuales. Asunción. Paraguay Centro Atlántico de Arte Moderno. Las Palmas Comunidad de Madrid. Dirección de Cultura Photomuseum. Zarauz. Guipuzcoa Colecciones Privadas
Eduardo Beltran en 1989
Exposiciones Colectivas: “El Tiempo Amarillo”. Museo del Traje .Madrid. Marzo - Mayo 2011”. Centro Cultural Fundación Círculo de Lectores Barcelona. Diciembre 2010 “Inventarium” Centro de Artes Visuales. / Museo del Barro. Asunción. Paraguay. Diciembre 2010 “Carne” Centro de Artes Visuales. / Museo del Barro. Asunción. Paraguay. Julio 2010 Arte Solidario. Complejo “El Águila “Comunidad de Madrid. Marzo 2005 (Catalogo) Ver y Sentir: Valencia Fotografiada. Buenos Aires .Argentina. Mayo 2004 Las Atarazanas. Conselleria de Cultura. Valencia. Febrero /Marzo. 2003. (Catalogo) Colección Comunidad Madrid. ARCO. Febrero 2002 New Frontiers. Galería Claudia. FOTOFEST. Houston EEUU. Marzo – Abril 2002 Al Sur del Lugar. Museo de América. PhotoEspaña 01. Madrid. Junio – Julio 2001 Centro Cultural “Juan de Salazar “Asunción. Paraguay. Mayo 2001. (Catalogo) BaluArte. Pabellón Mixto Ciudadela y Museo de Navarra. Junio 2000 Aires: Luz y Sombras de Las Palmas de Gran Canarias. CAAM. Enero 2000. (Catalogo) Tierras, Gentes, Pueblos. Ciudadela de Pamplona. Ateneo Navarro / Ayuntamiento Pamplona. Agosto 1997. (Catalogo) Fragmentos: La Granja. Sala CANONIGOS .San Ildefonso .Segovia Agosto 1992 Photography of the 80’s: Recent Acquisitions. Center for Creative Photography. The University of Arizona, Tucson - Arizona (USA). Julio a Septiembre 1988. Seleccionado por la Galería “Redor “para Feria de Arte Contemporáneo “ARCO” Madrid.1988 Colectiva “Mi Favorita y Yo” .Galería “Nueva Imagen”. Pamplona .Enero. 1987 (Catalogo) Exposición “La Fotografía en el Museo “. Museo Español de Arte Contemporáneo. M.E.A.C. Madrid. Diciembre 1985 a Abril 1986. (Catalogo) Seleccionado por la Galería “Redor “de Madrid para participar en una exposición de Fotografía Española en: Universidad de Florida. EE. UU. Diciembre 1983. Universidad de Ohio State. EE.UU. Mayo 1984 Salón de Invités. Lodz. Polonia. 1984 Exposición Colectiva “Humanizar la Tierra “(Itinerante por España y resto de Europa). 1983/1984 IV Muestra Fotográfica del País Vasco Bilbao. Mayo.1983 Exposición de originales del libro “FOTOGRAFIAS “en: Pamplona.Abril.1981.Lérida.Mayo.1981Tarragona.Junio.1981.Madrid.Octubre.1981. Bilbao. Enero. 1982. San Sebastián. Marzo. 1982. Fotografía Navarra. Bayona. Francia. Noviembre. 1980 Carlos Cebrian y personal de aviacion boliviana 1990
Publicaciones: Revistas::
GEO. – El País Semanal.- Nueva Lente. - Arte Fotográfico.- Photo. - Photovision.. - Flash-Foto.- Diario 16. - Cambio 16.- El Sol. - .
Libros:
-”Photography Year Book.1981”. Londres. -”Fotografías”. (Bergasa, Cánovas. Guerendiain. Torregrosa.) 1981. Pamplona. -”Un día en la vida de España”.. New York. 1987 “ Fotografía Española: Proyecto Cuatro Direcciones”. Museo “Reina Sofía “ Madrid. Libro Guía 1991. -”Imágenes y Palabras “ Ayuntamiento de Pamplona. 1997 -”Aires: Luz y Sombras de Las Palmas de Gran Canarias “. CAAM. Las Palmas 2000 “Ver y Sentir: Valencia Fotografiada”. Consorcio de Museos. Valencia. 2003 “ Navarra/Fotografia” Carlos Canovas. Pamplona. 2012 -”Mennonitas”. -”Paraguay”. -”Paisajes”. -”Sanfermines” 1972-2011. -“Despues del tiempo”. -“Bolivia”. - “Aviones Carniceros”
Diversos: En 1981 edita y publica sus trabajos “Nubes y Mar”, “Brumas y Nieblas” y “Parques y Bosques” en el libro “FOTOGRAFIAS”, junto con trabajos de otros tres autores. En Abril 1987 es seleccionado por la editorial norteamericana Collins Publishers,para participar en el proyecto “Un día en la vida de España”, celebrado el 7 de Mayo de 1987.
Capitan Ballivian,Carlos Cebrian, Enrique Urdanos y Elias Nacif
En Octubre de 1991 viaja a la India como enviado de la revista GEO para la realización de fotografías para el Especial INDIA que se publica en Febrero 1992 Desde 1983 al 20011 viaja a Latinoamérica (Paraguay, Bolivia, Brasil, Perú , Ecuador, Cuba, Chile, Uruguay, Panamá y México ), realizando diversos reportajes fotográficos para revistas y coordinando la elaboración de documentales para TV.
Trabajos Fotograficos: “ Miradas en Latinoamérica “ (1983 - 2011 ) . Colección Blanco y Negro “ Mennonitas en Paraguay “ “ Aviones carniceros “ - Bolivia. “ El Tren La Paz (Bolivia ) – Arica. ( Chile ) “ Misiones Jesuíticas “ - Paraguay y Bolivia - Despues del Tiempo. - Ritos religiosos y otras tradiciones. - Diez dias en la India.
Coordinador de documentales de TV: “Mennonitas en Paraguay “- Paraguay “A través del Río Paraguay “- Paraguay “Aviones Carniceros “- Bolivia “Nueva Trova Cubana “- Cuba “Fotógrafos de la Revolución Cubana “- Cuba “Misiones de Chiquitos”. Bolivia.
Enrique Urdanoz 1990
Han pasado 23 años desde la realización de este trabajo. Ahora recopilo en este pequeño libro las imágenes de un modo de vida que ha desaparecido en Bolivia y de una vivencia que recuerdo con nostalgia.