Bolivia Miguel Bergasa
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Edición, Diseño y Maquetación: Miguel Bergasa Impresión: CAMERA. Pamplona Textos: Miguel Bergasa Javier Solano Rafael Herrera © de la edición: Miguel ßergasa © de los textos: Sus autores. © de las fotos: Miguel Bergasa. Edicion Version 1. 2013 miguelbergasa@gmail.com 34-656926945 www.miguelbergasa.com
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Dedicado a mi hija SofĂa
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Bolivia
Un pais de ensueño
MIGUEL BERGASA Fotografías
Salar de Uyuni. 2001 7
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Textos:
Rafael Herrera
Javier Solano
Miguel Bergasa
Tupiza. 2001
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Salar de Uyuni. 2009 10
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Cuaderno de Viaje.
Miguel Bergasa
No recuerdo cuando comenzó mi interés por conocer América. Quizás las historias y leyendas, reales o irreales, que en los años de la escuela y el instituto, sobre la época de los conquistadores, me contaron, influyeron en mi para querer conocer el continente americano. En los años 70, la música de latinoamericana, me acompañaba en muchos momentos de mi vida diaria. Primero en Pamplona, después en Madrid. Lo cierto es que se despertó en mí, un interés por conocer la cultura andina: Machu Pichu, Cuzco, etc. Mi primer viaje a América, fue en Diciembre de 1983. Conocí Paraguay, Brasil y Argentina. Estos países poco tenían que ver con las imágenes que yo tenía del mundo andino, así que, en 1985, de acuerdo con mi amigo Paco Corral, que residía en Asunción, planificamos uno de los viajes más interesantes de los que he realizado: Paraguay, Bolivia, Perú y Ecuador en mes y medio.
1985. En Noviembre volvía nuevamente a Paraguay. Después de una semana en Asunción, Paco y yo partimos hacia lo que sería mi primera visita a Bolivia. Solo dos días en La Paz para después por tierra dirigirnos a Perú: Lago Titicaca, Puno visitando las islas de los Uros y Cuzco. Aquí permanecimos por espacio de cinco días para visitar Machu Pichu, Pisac, Chinchero y Ollantaytambo. La estancia no me defraudo. Posteriormente partimos hacia Talara al norte de Perú con escala en Lima. Nuestro paso por tierra a Ecuador fue una aventura: Autobuses, taxis, colectivos, controles militares, contrabando… Llegamos a Guayaquil y prometimos no volver sobre nuestros pasos tal como había proyectado el viaje. Al día siguiente en avión llegamos a Quito donde nuestro amigo Gerardo Gonzalez de Vega nos esperaba. Quince días permanecimos en Ecuador. Recorrimos Baños, Lago Agrio, Esmeraldas, Otavalo, etc. antes de regresar a Asunción para pasar la Nochevieja del 31 de Diciembre de 1985. Cuatro días después regresaba a España.
1988. En Junio, después de realizar el reportaje sobre los Mennonitas en Paraguay, Enrique Urdanoz y yo nos trasladamos a La Paz con el fin de conocer esta ciudad y encontrar algún tema que nos pareciese interesante para realizar otro reportaje en un Aymara. La Paz. 1985
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próximo viaje. Recorrimos la ciudad y visitamos el lago Titicaca. Uno de los días de nuestra estancia, nos desplazamos al aeropuerto para viajar a Cochabamba. En el trayecto, atravesamos una zona donde había viejos aviones. Comentábamos que serian aviones para desguazar. El taxista que nos oía matizó, que todavía algunos volaban y que eran aviones empleados para el transporte de carne desde el Beni a La Paz y otros lugares de Bolivia. Nos contó, que precisamente quince días antes, a uno de estos aviones al aproximarse a La Paz, le falló uno de sus motores, por lo que el piloto decidió arrojar la carne para poder realizar un aterrizaje de emergencia cayendo sobre la ciudad. La historia nos sorprendió de tal manera, que comentamos que sería interesante realizar un reportaje sobre estos pilotos.
Rio Guanay. 1989
1989. En Abril de 1989, viajo por un periodo de casi dos meses. Fui con la idea de realizar algunos reportajes. En La Paz contaba con la ayuda de Mª Teresa Chavez, en esa fecha Directora del Instituto Boliviano de Turismo. En una reunión que mantuve con ella le mostré interés por conocer el Salar de Uyuni ya que tenía referencias de que era interesante. Llamó a Potosí y me puso en contacto con Juan Quesada, que organizaba un recorrido, por dicha zona. El 14 de Abril salí en tren hacia el poblado de Uyuni, con un grupo de personas bolivianas pertenecientes a agencias de viaje de La Paz. Juan Quesada me recibió y me invitó a acompañarles. El viaje duro siete días. Recorrimos aproximadamente 1.300 kmts. a una altura de unos 4.000 mts. El paisaje que nos rodeaba durante todo este tiempo, transmitía una sensación de soledad y tranquilidad. Los lugares que visitamos fueron: Villa Alota, Valle de los Sapos llamado así por las formaciones existentes que se han formado por la erosión del viento, lluvia y heladas. Laguna Colorada donde nos alojamos en unos barracones pertenecientes a la empresa ENDE que realiza estudios geotérmicos, situados a 4.300 mts. Laguna Verde al pie del volcán Licancahur, en la frontera con Chile. Poblado minero de Mina Horsu. Recorrido por los volcanes, Laguna Hedionda y S. Juan en donde pasamos noche en la iglesia y tome las fotos de los niños en la escuela. Por último el Salar de Uyuni, un lugar mágico y hermoso.
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Mina Hursu. 1989
San Juan. 2001 15
Hotel de Sal en Uyuni. Carlos Zozaya y Presidente de Bolivia. Jorge “Tuto” Quiroga. 2001
En esta visita realice tres reportajes: La Paz vivir a 4.000 mts para la revista GEO. Bolivia: País de ensueño para la revista Viajar y Horizontes Salados para la revista Gente y Viajes.
1990. En Noviembre de 1990, volvía a La Paz acompañado por Enrique Urdanoz, después de una estancia de 15 días en Paraguay donde habíamos realizado el reportaje “A través del Rio Paraguay”. El objetivo de esta nueva visita, era realizar un documental sobre los aviones que transportan carne desde el Beni. El año anterior, como ya he comentado, había estado en Bolivia casi dos meses y conocí a Eduardo y Magaly Beltran. Eduardo es piloto y le había comentado mi interés en realizar un reportaje sobre los pilotos y aviones carniceros. Nos presento a Walter Ballivian. Durante quince días compartimos el tiempo con Ballivian, personal de la empresa SASA y otros pilotos. Volamos a la Estancia Palmira, donde tome las fotos de la muerte y descuartizamiento de los cebús. Fueron días intensos donde compartimos muchas horas con el Capitán Ballivian, contándonos sus anécdotas y pasión por la aviación. Con el material que realizamos se elaboro, el documental Aviones Carniceros que se emitió en TVE en varias ocasiones y yo publique un reportaje para la revista GEO de España y GV Men de Oslo. Noruega 16
Con Los Kjarkas. Tarata. 1989
En Septiembre de 1992 recibí una carta de Magaly Beltran donde me comunicaba la muerte del Capitán Walter Ballivian al haberse estrellado el avión en Chacaltaya. Sentí que se había perdido un gran amigo porque la humanidad del Capitán Ballivian era difícil de superar.
1993. Después de varias visitas a Bolivia donde el objetivo era realizar algún reportaje, planifico un viaje más de turismo que de reportero: Miami, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay es el recorrido realizado durante el mes de Abril. Me acompañan mi primo Pedro Bergasa y mi amigo Alberto Uztarroz. Después de permanecer cinco días en La Paz continuamos nuestro viaje hacia Arica en Chile. Para ello tomamos un ferrobús que se desplazaba desde La Paz a Arica en la costa del Pacifico. Atravesamos el altiplano boliviano a alturas de 4.000 mts para seguidamente y una vez en Chile comenzar a descender a través del desierto de Atacama para llegar a Arica. El viaje duró 13 horas. Tomo fotos que dan como resultado el reportaje El tren del Pacifico publicado en la revista Paisajes desde el Tren.
Gran Poder. La Paz. 1989 17
1994. En Asunción, conocí a Emilio Serrano, en noviembre del 85. Emilio, trabajaba para el ICI (Instituto de Cooperación Iberoamericana) y llevaba varios años en diferentes destinos: Perú, Bolivia y Paraguay. Durante los relatos de sus vivencias en estos países, me hablo, de un viaje en barco por el rio Paraguay hasta la ciudad brasileña de Corumba, en el Pantanal del Mato Grosso . Desde esta ciudad, pasar a Puerto Suarez en Bolivia, y viajar en tren, (al que popularmente le conocen de la “muerte”), que llevaba a Santa Cruz de la Sierra. La primera parte del recorrido, el Rio Paraguay, lo realice en 1990. Así que en esta ocasión llegue dispuesto a terminar el viaje que Emilio me había descrito. En Abril y en Santa Cruz de la Sierra, me esperaba mi amigo boliviano y fotógrafo Fernando Cuellar que se brindo a acompañarme. Tomamos un avión que nos llevo a Puerto Suarez y nos desplazamos a Corumba. Al día siguiente nos acomodamos en el tren en Teniente Villaroel. “Pocho”. Luis Garin. Juan Quesada y Carlos Zozaya. Sucre. 2001
Puerto Quijarro y emprendimos el regreso hasta Santa Cruz. He redactado una pequeña crónica de este recorrido que titulo El Tren de la “muerte”. En mis anteriores viajes a Bolivia, me habían comentado y mostrado imágenes, sobre las Misiones Jesuíticas del departamento de Chiquitos. En Paraguay ya había tomado contacto con el trabajo que los Jesuitas habían realizado en el siglo XVII. Visité en 1983, por primera vez, las Reducciones Jesuíticas de Trinidad y el Museo de S. Ignacio Guazu. En Argentina, la misión de S. Ignacio Mini. En Mayo de 1988 las visito nuevamente, para grabar imágenes para un documental de TV. Ahora me disponía a conocer las misiones jesuiticas en Bolivia. Para este recorrido se une Eddy Beltran. El trayecto, desde Sta Cruz hasta los poblados donde se ubican las Misiones, fue pesado. Alquile un vehículo para desplazarnos. Un camino en muy malas condiciones y un tiempo que no nos acompaño, pues llovió du-
Amparo. Tarabuco 2007
rante los dos días que duró la visita, hizo que solo pudiéramos visitar los poblados de S. Javier
y Concepción, dejando de ver otros poblados como S. Ignacio, S. Rafael, S.
Miguel, Santa Ana, S. José de Chiquitos, etc. Rafael Herrera, recoge las vivencias de mi viaje en el artículo “Misiones de la Chiquitania: El fantasma de una utopía jesuítica”.
1995. En esta ocasión, viajo con Enrique Urdanoz y Patxi Mateo. El motivo realizar un reportaje sobre la cooperación de Manos Unidas en proyectos en La Paz y Titicaca. 18
Tomamos imágenes para un reportaje sobre la panadería, “La Marraqueta” en EL ALTO, gestionada por mujeres aymaras. Aprovechamos para viajar a Sucre y Potosí donde nos recibe Juan Quesada. Visitamos las minas del Cerro Rico y los lagos de aguas termales. Es una visita de pocos días ya que marcho a México para realizar fotos sobre los días de difuntos.
2001. Desde el viaje que realice en 1989 al Salar de Uyuni, tenía interés en volver a visitarlo. Mis siguientes visitas al país, habían sido por poco tiempo y algunos de los viajes compartido con otros países. Este año, por fin, podía volver con tiempo suficiente Humberto “Pocho”. Juan Manuel Castro Prieto. Luis Garin y Juan Quesada Tarata. 2009
como para regresar a los pagos de Juan Quesada. Viajo acompañado de mis amigos de Pamplona, Luis Garin y Carlos Zozaya. He preparado un recorrido con Juan, que durante 21 días nos lleva a visitar, Santa Cruz del la Sierra, Sucre, Potosí, Tarija, Tupiza, Laguna Colorada, Laguna Verde, Salar de Uyuni, La Paz, Copacabana, Isla del Sol. Realizamos un extenso recorrido en 4*4 . Todas mis visitas han sido positivas, pero esta la recuerdo con enorme cariño y nostalgia. Fueron días de un intenso compañerismo entre los componentes de la expedición: Los “cuentitos” de Luis, el carisma de Juanito, el “explorador” Carlos, hicieron un viaje inolvidable. El 12 de octubre asistimos a un espectáculo irrepetible: En medio del Salar de Uyuni se celebro un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional de Bolivia dirigida por David Händel y presidido por el entonces presidente de Bolivia Jorge Quiroga.
2003. Este año vuelvo a la colonia menonita de Nueva Durango en Paraguay. Me acompaña Carlos Zozaya y realizamos una breve visita de 4 días a Santa Cruz de la Sierra para visitar a nuestros amigos Juan Quesada y Edy Beltran. Realizamos una visita a una colonia menonita en las cercanías de Santa Cruz para tomar fotos, pero no resulta interesante.
2005. Planifico con Juan Quesada un nuevo recorrido. Esta vez se trata de llegar a La Luis Garin. Iñaki Arriazu. Humberto”Pocho”. 2007
Paz desde Santa Cruz de la Sierra, a través de la zona amazónica. Me acompañan mis amigos Carlos Zozaya, y Adolfo Martinez. Para este último es su primera visita a Bolivia. El recorrido, nos lleva primero a visitar los enclaves de las misiones jesuíticas de San 19
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Javier y Concepción. Después Trinidad, San Ignacio de Moxos, Estación Biosferica del Beni, Rurrenabaque, La Paz, Salar de Uyuni y Chipaya. Es un recorrido que combina selva y altiplano y que no nos defraudo.
2006. Juan Quesada me comentó en mi visita de octubre 2005, que se estaba preparando un proyecto en Santa cruz de la Sierra para promocionar las Misiones Jesuíticas de Chiquitos. En Enero me visito en Pamplona donde nos reunimos con Enrique Urdanoz. Nos comunica que había propuesto a la organización del “Lanzamiento Mundial de las Misiones Jesuíticas de la Chiquitania” que nos invitaran a dicho evento. Así a Cliza. 2009
finales de marzo, Enrique y yo aterrizamos nuevamente en Bolivia. Durante 7 días nos recorrimos San Javier, Concepción, San Ignacio, San Miguel, Santa Ana y San Jose de Chiquitos. Realizamos el documental de TV “Misiones de la Chiquitania”.
2007. El recuerdo del viaje, que realice con Luis Garin y Carlos Zozaya en 2001, había estado presente en muchas de las conversaciones con nuestros amigos en Pamplona. Mi mujer, Amparo, soportaba mis relatos de los viajes una y otra vez con paciencia pero siempre he considerado que por mucho relato y mucha fotografia que muestres, es imposible trasmitir las sensaciones que se perciben en este país llamado Bolivia si no se visita. En julio ponemos rumbo y aterrizamos en Santa Cruz, junto a Luis Garin, Iñaki Arriazu y Amanci Zamora. Una vez más Juanito nos llevara por sus pagos. Recorremos Santa Cruz de la Sierra, San Javier , Concepción, Sucre, Potosí, Laguna Colorada, Salar de Uyuni, La Paz, Coroico con su carretera de la “muerte” y finalmente Titicaca y Tihahuanaco. Tres semanas donde Amparo, Amanci e Iñaki quedaron gratamente sorprendidos
2009. Después de cada viaje, a mi regreso, me viene a la mente: “Tardare tiempo en volver o quizá sea la última visita”. En Mayo en Madrid, me reúno con mi amigo y fotógrafo Juan Manuel Castro Prieto y me comenta que inaugura su trabajo sobre Perú, en una exposición en La Paz el 6 de julio. “¿Por qué no me acompañas, tú que conoces bien Luis Garin. Amparo. Humberto”Pocho”. Amanci. 2007
Bolivia y yo no he estado nunca? De vuelta a Pamplona, la idea está en mi cabeza y se lo comento a mi amigo Luis Garín. Sin dudarlo me contesta: “Yo me apunto”
Cliza.2009 21
Los tres partimos rumbo a Santa Cruz el 3 de julio, el 5 estamos en La Paz. Permanecemos 4 días. Juan Manuel inaugura su exposición y da unas conferencias ante un auditorio completo de gente joven que admira su obra. Después partimos a Uyuni con “Pocho” donde nos reunimos con Juanito. Visita al salar para fascinación de Juan Manuel y regreso a Santa Cruz de la Sierra con escala en Cochabamba y Chapare. El 14, en Santa Cruz, víspera de nuestro regreso, nos reunimos como despedida en una cena con el piloto Edy Beltran y su familia. Después en la puerta del hotel” Los Tajibos” nos despedimos de Juanito Quesada y Pocho. Sería la última vez que vería a Juan. El 2 de Agosto, en Pamplona recibo llamada de Magaly Beltran desde La Paz, comunicándome su fallecimiento en un accidente en su 4*4 en sus pagos. Podria relatar numerosas anécdotas de mis vivencias de los viajes, pero no es el caso. Son las fotos las que cuentan las historias. Sin duda Bolivia, un país donde las desigualdades sociales son tan evidentes me cautivo. Si su maravillosa naturaleza es una de las razones de mis visitas, mas importante ha sido y es su gente. He recorrido muchos kmts por el país, he fotografiado a muchas personas. Ninguno puso reparos. La amistad que mantengo, con algunas de ellas después de estos años, es una de las razones por las que espero volver a visitar Bolivia.
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Salar de Uyuni. 2007
Jun Manuel Castro Prieto y Luis Garin. Salar de Uyuni. 2009
Juan Quesada. 2009
Grupo de amigos bolivianos en mi primer recorrido. Ticatica. 1989
Foto: Juan Manuel Castro Prieto
Quiero tener un especial recuerdo para :
Juan Quesada. Juanito era el gerente y propietario de Hidalgo Tours, en Potosí. Organizaba recorridos en 4*4 por Potosí, Sucre, Reserva Natural Eduardo Avaroa y Salar de Uyuni. Siempre tenía proyectos en su cabeza. De entre ellos destaca el Hotel de la Sal en Uyuni. Durante 20 años lo visite en mis diferentes visitas a Bolivia y me visito en sus desplazamientos a España en Pamplona .Juntos planificamos las rutas que nos llevaron a lo largo y ancho del país. Recorrí varias veces sus “pagos”. Hablar de Juanito, es hablar de amistad, compañerismo, fidelidad. Juan me ayudo y supuso un componente muy importante en mis visitas a Bolivia. Era un poco visionario, siempre un paso por delante a los demás. Hoy sus hijos Lucia y Juan Gabriel siguen con éxito, el legado que dejo.
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Capitan Walter Ballivian. 1990
Capitan Walter Ballivian. Carlos Cebrian. Enrique Urdanoz y Elias Nasif. Servicios AĂŠreos Santa Ana. SASA. 1990
Luis Garin. Juan Quesada. Copacabana. 2001
Luis Garin y Carlos Zozaya. Volcan Licancahur. 2001
Carlos Zozaya. Un enamorado de los viajes. Nos conocíamos desde hace años en Pamplona. Compañero de tres de mis viajes. El ultimo en 2005. Una rápida enfermedad trunco nuevos proyectos en marzo de 2007. Como dice Luis Garín: “Estará explorando nuevas rutas en el mas allá”. Una excepcional persona y compañero de fatigas.
Capitán Walter Ballivian. Nuestra relación fue de pocos días. Los quince que dedicamos a rodar el reportaje de los aviones carniceros pero suficiente para saber que tenía enfrente a una persona con gran carisma y bondadosa. Falleció en accidente, pilotando el avión protagonista de nuestro reportaje, al estrellarse en Chacaltaya, en agosto de 1992.
Rafael Herrera. Periodista. Conocí a Rafael con motivo de las gestiones que realizamos en TVE, en Madrid antes de viajar a Paraguay para realizar el documental de Mennonitas. Fue en Abril de 1988. Nos reunimos con Martinez Reverte en Torrespaña, para comentar nuestro proyecto de realizar documentales. Llamo a Rafael, en esa fecha director del programa “En Portada” de TVE; mi sorpresa fue que era la primera persona, de las que había hablado de nuestro proyecto, que sabía quienes eran los Mennonitas: ! No eran una tribu indígena, eran un grupo religioso de origen europeo ! Desde esa etapa, contacte con Rafael en numerosas ocasiones. Yo no soy dado a escribir. Tomaba datos y relataba a Rafael mis vivencias de cada viaje. El era buen conocedor de Latinoamérica y sus gentes. Había sido corresponsal de TVE del cono sur durante cinco años. Supo redactar artículos que transcribían mis vivencias para los reportajes publicados en GEO, Gente y Viajes, Paisajes desde el Tren. Falleció en Madrid donde residía.
Pamplona. Enero 2013
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Bolivia: Un Pais de Ensueño
Javier Solano
Aunque Bolivia es un país de grandes contrastes climáticos geográficos y étnicos, lo cual llevó a un explorador francés a definirlo como «un mi crocosmos de nuestro planeta», lo que caracteriza al país frente al mundo exterior es el Altiplano. El Altiplano, una enorme meseta que se sitúa entre los 3.500 y los 4.000 metros de altitud sobre el nivel del mar, y que está rodeada por las altas cumbres de la cordillera andina, ocupa solamente un tercio de la superficie de país, que es de 1.100.000 kilómetros cuadrados - el doble que España -, pero concentra la inmensa mayoría de los seis millones y medio de bolivianos, por lo que esta región y sus características, por extensión identifican para los extranjeros a la totalidad de Bolivia. A pesar de que el 60 por ciento de la tierra boliviana la situada en la zona oriental fronteriza con Brasil, está cubierta de selvas y posee un clima tropical, a nadie se le ocurre identificar a Bolivia con un paisaje selvático, caluroso y plagado de mosquitos. Bolivia siempre será para el viajero el país andino por excelencia, duro, seco, de inmensos paisajes desertizados y donde se puede respirar una auténtica soledad, sólo enturbiada por los vientos de las cimas andinas. Pero Bolivia es también, y quizá sobre todo, el país Iberoamericano que menos influencia de los blancos europeos ha asimilado, Bolivia es la zona del continente donde más puras persisten las costumbres y cultura precolombinas, donde la presencia indígena se deja sentir con más fuerza. Los aymarás y los quechuas, asentados en el Altiplano andino, son dos etnias que habitan el actual solar de Bolivia desde tiempo inmemorial. Antes de que los conquistadores españoles llegaran a Bolivia, vía septentrional desde Perú, la nación aymará había desarrollado una importante civilización en las cercanías del lago Titicaca - el lago navegable más alto del mundo - y en las regiones de las actuales La Paz -la capital de país más alta del mundo-, Oruro y Potosí. Los quechuas, por su parte, continuaron, e incluso superaron, la civilización aymará en las regiones de Cochabamba y Chuquisaca. Ambas etnias se dedicaron a la minería desde antiguo. Primero, antes del siglo XVI y la llegada de los españoles, debido a su relación con el imperio inca, y más tarde, en la época de la colonia y en la Bolivia independiente. Han sido mano de obra barata, o incluso esclavos, en la explotación minera del riquísimo subsuelo boliviano. Al principio fue la codicia de los colonizadores lo que llevó a la tumba a miles de indígenas en Potosí, ciudad cuyo nombre denomina en nuestra lengua la acepción general de abundancia y riqueza. La marginación social de los indígenas, despreciados por la minoría europea de Bolivia, no es un triste episodio de antaño. Hasta después de la Segunda Guerra Mundial no se suprimió la obligación para los indígenas del trabajo gratuito en las minas, Cliiza. 2009
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trabajo que reportaba al país el 25 por ciento de su producto nacional bruto, y hasta 1953 los indígenas estaban sometidos a un sistema de servidumbre que implicaba el trabajo gratuito para los dueños de las grandes haciendas agrícolas. Al margen de los profundos conflictos sociales, del eterno problema minero, de los casi constantes golpes de Estado e inestabilidad política, Bolivia es un paraiso natural del que Rubén Darío escribió: «La primera vez que recorrí Bolivia de extremo a extremo, me pareció ir por un país de ensueño.» Y es que ensueño es lo que provoca al visitante la visión del Altiplano. Un paisaje estepario, extremadamente seco, era el que solamente las especies animales más adaptadas a la altura pueden vivir. Es norma que los viajeros al llegar a La Paz, a 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, sientan el llamado mal de altura, que en Bolivia se denomina “soroche”, el cual, en un primer momento, priva al visitante del deleite de gozar del extraño paraje que se extiende ante sus ojos. Una de las maravillas del Altiplano es el lago Titicaca. Con 8.000 kilómetros cuadrados de superficie y situado a más de 3.700 metros de altitud, este lago y sus alrededores cuentan con una riquisima tradición oral de leyendas aymarás. Los antiguos dioses de los indígenas están representados en las ruinas de Tiahuanacu, a las que se ha atribuido un origen extraterrestre. Este centro religioso precolombino está proyectado según estrictos cálculos astronómicos y en él se pueden ver la Puerta del Sol, dos gigantescos templos en terraplén, varios monolitos antropomorfos y la pirámide de Acapana. En las cercanías de Oruro se encuentra la más importante región minera del país. Las bocas de las minas se abren a 4.000 ó 5.000 metros de altura, sorprendiendo al profano, el que para descender al rico subsuelo de Bolivia haya que ascender hasta esas cotas para localizar los socavones, como denominan a las minas. A 330 kilómetros de Oruro se sitúa Potosí. Según la leyenda, el indio Huallpa descubrió el primer filón de plata en el Cerro Rico, y rápidamente la avidez de los conquistadores españoles hizo nacer en la falda de este monte un campamento de mítayos (esclavos indios que se dedicaban a la minería). Potosí creció espectacularmente gracias a la plata. Sus calles se llenaron de palacios de piedra de estilo barroco, adornados con escudos heráldicos y forjas que nada tenían que envidiar a las casonas solariegas españolas del siglo XVII. Los misioneros se apresuraron a construir iglesias ricamente ornamentadas, y los poderes administrativos levantaron hermosísimos edificios oficiales. A diferencia de Oruro, Potosí conserva hoy en día, casi en su totalidad, la riqueza monumental que antiguamente le diera fama, Sus sinuosas calles albergan la Casa de la Moneda, un monumental edificio que con el paso del tiempo ha sido cárcel y fortaleza; los palacios del Marqués de Otovi y del Corregimiento, y las iglesias de San Benito, San Francisco y San Lorenzo, Esta riqueza arquitectónica se complementa con el colorido de sus mercados indígenas callejeros. Pero en cuanto se abandona la ciudad, la aspereza, vaciedad y rigor del Altiplano se hacen de nuevo patentes. 28
La dureza del Altiplano desaparece en Cochabamba, situada “ solamente” a 2.500 metros de altitud. Aquí el suelo y el clima, bastante más rico y benigno que en el Altiplano, permiten una agricultura floreciente. Este área se denomina el granero de Bolivia, y en ella se producen cereales, tubérculos, hortalizas, calabazas, arroz, legumbres e, incluso, cítricos. Nadie podría pensar en España que se pudiesen cultivar a 2.500 metros de altitud naranjas o limones. Sucre ha sido históricamente la capital de Bolivia, aunque en la actualidad ese privilegio le ha sido arrebatado por La Paz. A la sombra del monte Illimani, de más de 6.000 metros de altitud, se extiende La Paz, con su millón largo de habitantes. La ciudad se halla en una hondonada rodeada de escarpes montañosos, por los que ascienden las construcciones y edificios en un difícil equilibrio con el barranco. Sus calles en cuesta muestran decenas de monumentos muy bien conservados desde la época colonial. La plaza de Armas es el corazón de la ciudad, y también habría que destacar el palacio legislativo, el de los Condes de Aranda y la catedral. Pero sobre todo destaca la iglesia de San Francisco, fundada en 1559, un año después que la propia ciudad. En su fachada se encuentran, entre la agobiante decoración de rocalla barroca, algunos relieves antropomórficos de inspiración decorativa precolombina, y el arco de acceso es trilobulado, de sabor musulmán, por lo que en este edificio se combinan tres culturas y tres estéticas: la española, la indígena y la árabe . Lastima que la coexistencia de estos heterogeneos elementos decorativos en esta iglesia, no haya sido reflejo paralelo de la coexistencia de las tres civilizaciones en plano de igualdad.
La Paz. 1993
La Paz. 1993
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Horizontes Salados.
Rafael Herrera
Las plumas de los ángeles caían flácidas sobre los cuerpos cansados. Huaricato (Lucifer) y sus ejércitos de diablos, vencidos por el Tio, caminan derrengados vencidos también por el baile, el pisco y el carnaval. Las charangas militares y las quenas, zampoñas y flautas pan de los indios han dejado de sonar y solo se escucha lejano el lúgubre sonido de la tarka. La serpiente, el sapo, el lagarto, el cóndor y las hormigas devoradoras de hombres yacen en la puna petrificadas por la ñusta, la virgen india que los convirtió en piedra para salvar a los hombres de ser devorados. El cielo de Oruro, de un azul blanquecino los felices diez de las “diabladas”, se ha puesto negro y envía rociadas de lluvia intensa para limpiar la ciudad. Aun no habían desaparecido de nuestros sentidos la explosión de color, los olores, los sonidos, la sensación de si aquel bullicio fue vivido o soñado, cuando un barbado Hernan Cortes con quien habíamos intimado al vapor de la chicha y el pisco, nos proponía que le siguiéramos hasta Uyuni. “De ahí puedes ira los salares y Antofogasta por la Panamericana. “¿Vale la pena? “Los salares, la laguna colorada, los géiseres y los volcanes, frío por fuera , fuego dentro. Allí viven Huaricato y los diablos encerrados por el Tio. Nos pesaban los días de fiesta. Si hubiéramos podido rechazar su oferta habríamos dormido cuarenta y ocho horas seguidas. Pero nos convenció y subidos en un camión minero con ocho “conquistadores”, corrimos por la puna camino de Uyuni. Las colinas que rodean Oruro tienen manchas amarillas del azufre y marrón con brillos plateados del estaño. Enseguida vimos una masa de agua de color oscuro como el cielo que nos cubría. “Es el lago Uru-Uru a donde vienen las aguas del Titicaca por el río Desaguadero. Todo esto - señalo el lejano horizonte a nuestro alrededor era mar antiguamente. Un mar a 4.000 metros de altura, formado por los lagos Ballivian y Minchin hace 15.000 años . De aquellas aguas queda el Titicaca y algunas lagunas como Uru-Uru y su apéndice el lago Poopó que ahora es un cenagal, un emplasto de tierras húmedas, pantanosas y embarcadas. En Challapata se bajaron tres “conquistadores” de Potosí y dos de Sucre. Se despidieron con un extraño ritual de sablazos en la hombrera, el espaldar y el casco a la vez que pateaban el suelo como si ceremoniasen un saluda militar. Seguimos la Panamericana. En el horizonte destacaban las siluetas cónicas de algunos volcanes. En esta parte de América, el esquinazo entre Bolivia, Chile y Argentina, se concentra el mayor número de, volcanes por kilometro cuadrado del mundo. Salar de Uyuni. 2007
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Allí están los mas altos de la tierra, Ojos del Salado ( 6.905 mts.) , Sajama (6.520 mts.) y el mas activo, el Sangay (5.318 m.). Cerca de nuestra ruta se alzaba el Tunapa que surge de la sal a 3.500 m. y se eleva por encima de los 5.000. Avanzábamos rodeados de la de la desolación cruzando a largos tramos pueblos mineros fantasmales. Ningún ser humano. A veces nuestro Hernan Cortes nos señalaba un cóndor solitario volando. A la altura de Chita vimos el salar de Uyuni. Atrás se había quedado fuera de ruta el salar de Coipasa, cerca del extremo sur del pantanal Poopo. Todos son espectaculares pero el de Uyuni es el mas grande de América, con mas de 9.300 kmts.2 de superficie salada que tiene entre 3 y 7 metros de espesor. A su alrededor la puna es tierra yerma donde solo crecen yerbajos ichú y arbustos tola, aparte los cactus que están en su medio. La superficie está plana y pulida por los vientos de la puna. Cuando una ligera lluvia la humedece, brilla como un inmenso espejo del que emergen islotes iluminados por dispersas flores de llamativo color rojo. Cuando la lluvia es intensa el salar se convierte en lago. La escasa densidad del aire a 3.500 metros facilita la evaporación que deja sobre la sal, yeso y minerales cristalizados durante 10.000 años, una nueva capa de sales. Visto desde el avión la enorme salina de 170 kilómetros de longitud por 130 de ancho, se ve como un glaciar en medio de la puna. Nuestro Hernan Cortes se llamaba en realidad Hermes Giral, picador en galería de raza koya, no tenía claro si era chileno, argentino o boliviano. “Mi familia vivió en la puna antes que llegaran los españoles. Yo escuché a mis abuelos historias del incanato que ellos habían oído a sus abuelos. “¿Por qué vas al carnaval vestido de “conquistador”? “Para recordarles que todavía están aquí. Hermes se empeñó en llevarnos a la Laguna Colorada y reintegrarnos a la Panamericana para que siguiéramos hasta Calama y Antofogasta. Dormimos en Uyuni y salimos de madrugada con un intenso frio. Viajamos por trochas con frecuencias borradas por las lluvias. Hermes sorteaba las lagunas de barro y las vaguadas de los aluviones profundamente grabadas en las laderas de las montañas. El desierto a mas de 4.000 metros de altitud era mas estéril y hostil que los tramos de puna anteriores. “Aquí lo malo es que te embarranques en un barrizal. Todo era un inmenso barrizal, pantanales, lagos salinos, y lagunas formadas en las vaguadas donde coincidían varias torronteras o donde el agua de la lluvia acumulada no encontraba salida. Viajábamos en un viejo Renault que habla sido taxi en La Paz. “Esta es la época mas peligrosa porque las lluvias hacen barro o en un momento te forman un charco que te tapa “Esto no es todoterreno ¿verdad?. “El todoterreno soy yo --dijo Hermes con suficiencia--.En peores he estado. Mirar al frente.
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De nuevo un condor y detras de el una cadena de volcanes humeantes coronados de nieve.
Había salido el sol pero el aire que atravesaba los anoraks y las chompas llegaba hasta los huesos. Estabamos a mas de 4.500 metros de altitud helados de frio. De tarde en tarde aparecían vicuñas solitarias que huían al vernos. La visión de la Pampa Colorada rodeada de volcanes era tan espectacular como desolado el desierto que nos rodeaba. Vimos nuevos guanacos y una tropilla de ñandúes que corrieron un trecho delante de nosotros. “El ñandú si que lo entiende bien. Se lo hace con seis hembras que van a poner en su nido Y mientras él incuba toda la camada ellas le protegen y le alimentan. Corren mas que caballo en la carrera --sentenció Hermes. Pasó a distancia una bandada de flamencos que desapareció pronto tras una colina. “Vamos a dar un rodeo y a buscar donde dormir. Se ve mejor en la mañana. Nos dejó al abrigo de una cueva, con el coche haciendo parapeto en la entrada. Mientras bajábamos bultos y equipo del coche salió a buscar leña y la encontró. Comimos alrededor del fuego y cantamos acompañados con música de quena que tocaba Hermes. Con alcohol, leche y cacao Hermes había preparado un bebedizo. “Esto ayuda a pasar la noche. Despertamos al olor del café. Todo estaba listo en el coche para partir. Por el resplandor deslumbrante que penetraba la puerta adivinamos que el sol estaría bien alto. Rodeamos unas colinas y en el tope de una loma detuvo el coche. Habíamos visto un mar de sal y volcanes en erupción. Ante nuestros ojos teniamos un mar de sangre. Un lago vermellon que al sol del mediodia se iba volviendo de color rojo brillante. Parados allí vimos el transito de los tonos del agua según el angulo de penetración de la luz. Una bandada de flamencos sobrevoló la laguna moteandola de manchas blancas sobre en rojo, El color se tornó rosa después y al caer la tarde las sales de azufre y el reflejo de las colinas ponian tonos azulados, verdosos y amarillentos como irisaciones del rosa. “Si llenas un vaso de agua la ves rosa. En el fondo hay algas rojas y sal. Cualquier dia se secará y esto será el salar colorado. Mas tarde leí que la laguna se alimenta de aguas subterráneas y de torrentes próximos como el río Aguaditas. El color lo debe a las sales minerales que fertilizan las algas rojas y mantienen sus colores. Sus orillas son estériles como toda la Puna de Atacama, donde solo crece la pajiza yerba ichú. Sus únicos habitantes son los flamencos y otras aves de los desiertos y cumbres de los Andes. Las bandadas mas numerosas son los flamencos de James que merodean por las orillas a centenares. Miden un metro de alto, pico amarillo, patas de rojo vivo y plumas de rosa palido. Se llaman asi en honor del filántropo británico Berkeley James, quien financió la expedicón que los descubrió en la Puna de Atacama. Contemplamos un rato como picaban en el agua para arrancar las algas con que se alimentan. Hermes nos señaló unos bloques de yeso y sal cristalizado que penetran en el agua rosacea desde la orilla como inmensas agujas blancas. “Vamonos antes que empiecen los vientos. Dormiremos en el Centró de Explotaciones Geotérmicas. Nos sorprendió que hubiera mas humanos en aquellos parajes, al parecer, investigadores . Caminamos bamboleados por el viento en algunos tramos y llegamos despues de un interminable viaje, ya oscurecido, a una concentración de barracones donde 33
se investiga la forma de convertir la energía de los geiseres en electricidad. En el camino, nuevas sorpresas. Cuando, el sol inicia su descenso por detras de los 6.000 metros de la cordillera, el cielo se time de rojo, añil y violeta y en la noche el aire ligero de la puna se cubre de azul marino moteada de brillantes estrellas que producen el mismo efecto que los flamencos sobre las aguas rojas de la laguna colorada. La meseta de Tatio esta partida por la frontera entre Chile y Bolivia, pero sus propiedades geotermicas son las mismas para unos que otros. De nuevo nos encontramos con un fenómeno unico en el mundo: geiseres a 4.350 metros de altitud. Hermes nos despertó al amanecer para que viéramos el vapor blandiendo como una espada en el aire frío dela mañana que la luz blanca del alba convertía en un calidoscopio fantásticos. El agua que los alimenta se calienta con el magma de esta región volcánica y asciende atravesando la corteza terrestre arrastrando minerales que deposita en la superficie formando pequeños conos donde se mantiene en ebullición. El agua encharcada forma lagunas en las que crecen algas multicolores. Los minerales se depositan en la meseta pintándola con verdes, marrones y amarillos y dibujando complicados encajes por la erosión del agua caliente y los depósitos minerales durante miles de años. El aire sumamente ligero a 4.500 metros de altitud olía a azufre. Estabamos al pie de los volcanes de Atacama. Con frecuencia una explosión lejana rompe el silencio de la puna y una fumarola de gases cargados de azufre se eleva por encima de otros penachos permanentes de los cráteres vivos andinos. Decidimos regresar a la Panamericana y seguir nuestra ruta a Chile. Hermes nos contó que volcanes y geiseres eran las chimeneas de las cocinas del Tio donde Huaricato y sus diablos estaban siendo regenerados por sus maldades. Hacia un frío espantoso. “ Si, pero calentitos”.
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La Paz . 2009 36
La Paz: Vivir a 4.000 mts.
Rafael Herrera
En el fútbol sudamericano, la historia se repite cada vez que debe efectuarse un sorteo para la fase previa a un Mundial. Aunque no lleguen a decirlo públicamente, los dirigentes de todos los países cruzan los dedos pidiendo que la suerte no les depare a Bolivia como rival. La razón no se esconde en un apartado estrictamente deportivo, porque el potencial del balompié boliviano nunca preocupó a los poderosos del continente. El motivo es puramente orográfico. Antes que con los once hombres de camiseta verde que tendrán enfrente, los rivales deberán verse las caras con un enemigo mucho más temido: los 3.636 metros de altitud que separan a la ciudad de La Paz del nivel del mar. El asunto ha dado pie a sesudos estudios entre los médicos sudamericanos, y a un sinnúmero de pruebas, El problema es que allí arriba la presión de oxígeno en el aire es sensiblemente inferior a la existente en el llano, lo que provoca un cuadro clínico que los médicos llaman hipoxia; el común de la gente, puna; y los paceños, soroche. El malestar afecta a todo el organismo. Aunque cada cuerpo humano es diferente, las sensaciones que se viven al aterrizar en el aeropuerto El Alto que, para colmo, está situado 400 metros más cerca del cielo que el centro de la ciudad, son similares para todo el mundo. Somnolencia, mareos, vértigos, dolor de cabeza y estómago, taquicardia, ahogos y síntomas de desfallecimiento suelen acompañar las primeras horas de cualquier mortal en La Paz. Tanto es así, que los hoteles dan la bienvenida a sus huéspedes con un vasodilatador preparado a partir de aguardiente y zumos, o con el más tradicional -y legal- té de coca. La naturaleza humana se adapta a la escasez de oxígeno en menos de una semana, merced a un mecanismo simple: aumentar la presencia de glóbulos rojos en la sangre, para captar y trasladar la mayor cantidad de gas que sea posible, De hecho, en un par de días los síntomas desaparecen, siempre que no se realicen grandes esfuerzos. Eso es exactamente lo que deben hacer los futbolista,,. Por ello, en estos casos, el proceso no es tan sencillo, y los dolores de cabeza los padecen los especialistas. Los entrenadores se ven empujados a cambiar sus tácticas habituales. Si llevar el equipaje ya requiere un gasto de energía considerable, las carreras largas son, sencillamente, demoledoras, y recuperarse tras un sprint de 50 metros requiere varios minutos. El ritmo de juego, entonces, debe ser lento. La conclusión es que la mayoría de los equipos visitantes juegan a la defensiva. Los médicos, por su parte, han probado de todo, casi siempre sin éxito. Desde llegar en las horas previas al encuentro, para no darle tiempo a actuar a la altura, hasta hacerlo una semana antes, buscando mayor aclimatación. La excepción a la regla se dio en 1973. Los argentinos ganaron una selección pura y exclusivamente para jugar un partido en La Paz, y el grupo elegido 37
pasó el mes previo concentrado a tres mil metros de altitud. Argentina ganó 0-1, pero se debió de considerar que la victoria fue más fruto de la fortuna que del sacrificio, porque la experiencia jamás se repitió. Por supuesto, el millón y pico de paceños no vive el in conveniente como tal. Par ellos, alto, lo que se dice es el imponente monte Illimani, que con sus 6.460 metro custodia la ciudad por el este.0 las escarpadas laderas por las que trepan las cholas descendientes del viejo pueblo aimará y representante del sector más pobre y deprimido de la sociedad boliviana. Mujeres que cargan sobre sus espaldas a sus hijos en vueltos en el aguayo, una especie de cabestrillo hecho con una manta. Y que, en su rostros sufridos, muestran la diferencias que existen en esta urbe donde todo p vuelto del revés. Un lugar en el que los ricos viven 600 metros más abajo (tanto es el desnivel existente), porque el aire es más fresco y respirable, y los pobres en “la sierra”, en casas de adobe y hojalata. Un sitio en el que se creó un cuerpo de bomberos para cuidar las apariencias, porque el fuego casi no se propaga, por la escasez de oxígeno para atizarlo. La plaza de San Francisco es el punto medio. Ni alto ni bajo, el centro. Allí se mezclan todos. Aquellos que suben desde los residenciales barrios de Calacotos, Florida, Miraflores u Obrajes en busca de algún adorno original y autóctono para sus enormes salones. Aquellos que bajan por la cuesta de Santa Cruz a ofrecer sus mercancías: ponchos, mantas, polleras, sacos para guardar coca y los amuletos más diversos. Sentado pacientemente en el suelo con las piernas cruzadas, Melchor Colque mira pasar la gente. Sobre una ,manta se ordenan charangos, quenas y zampoñas. Un turista pregunta qué es cada uno de esos extraños instrumentos musicales, y Colque contesta en quechua sin levantar la voz, aunque el murmullo que invade la plaza en las mañanas de sábado la haga casi inaudible: -Mire amigo, el charango está hecho con el caparazón de un armadillo, y de sus cuerdas surge el sonido más maravilloso de la Tierra, Las quenas son flautas de caña, y las zampoñas, cañas de diferente grosor y tamaño que, unidas por una soga, reproducen los ecos que usted puede escuchar cuando anda por miss montañas andinas. Mientras habla, Colque, un inca puro, de los que abundan en este país que expone con orgullo el mayor porcentaje de aborígenes del continente, ha acomodado el acullico en un rincón de la boca. Quien no lo supiera, pensaría que tiene un flemón o no insoportable dolor de muelas. Y se equivocaría bastante. Una pequeña bolsa atada a la cintura guarda la materia prima del acullico: hojas de coca mezcladas con cenizas de plantas diversas. Maceradas y mascadas durante horas, las hojas del producto que le provoca más problemas y le aporta más dinero a Bolivia, acaban formando una bola que ayuda a combatir los efectos de la altura, el frío, el cansancio, el hambre y hasta la tristeza. Los aimarás y los incas descubrieron esta propiedad hace siglos, y su uso es una tradición más de las que se encuentran caminando por La Paz. 38
A pocos metros de donde Colque ha montado su negocio, y encaramada a una escalinata que da a la calle Pichincha, se yergue la estatua a una de las costumbres más arraigadas de este pueblo mágico: el Ekeko. En Bolivia, tanto como en otros países de Sudamérica, una alquimia prodigiosa dio lugar a la combinación perfecta entre las viejas creencias heredadas de los tiempos de Mayta Cupac, el primer inca que conquistó el valle, y el Cristianismo, que llegó en ancas de una conquista posterior y definitiva. Ekeko es un dios de la mitología aimará, ídolo de magos, brujos y curanderos de los Andes. Lleva un pico, un charango, una quena, la cabeza cubierta por un gorro típico, el luchu, y camina descalzo. La fecundidad, la abundancia, la prosperidad y la alegría del hogar dependen de él, y su figura modelada en cerámica se vende en tiendas y tenderetes de la plaza, se venera en los hogares y adorna las mantas de lana que están prendidas de la verja de la iglesia de San Francisco. Esta es la basílica preferida por los más pobres para casarse, y no hay mejor fecha que los sábados por la mañana. Después de las 11, empieza el desfile de los novios, las familias, los amigos, los vecinos y los músicos. El turista con pinta de centroeuropeo se ve empujado a pagar de prisa el charango que acaba de comprarle a Colque, después de no haber entendido nada del discurso del luthier, porque su mujer le apura para fotografiar la boda. Por el portal de la iglesia más célebre y bonita de La Paz, asoman los consortes. Ella, vestida con faldas de colores, un chal blanco y el inevitable sombrero hongo. El, con un traje marrón apagado, rústico pero impecable, y una anchísima sonrisa en su rostro. Cuando la procesión queda completa, se pone en marcha bajo una lluvia de papel picado. Al compás de la música, se pierde por las calles que conducen a los cerros, donde la fiesta continuará hasta el día siguiente. Seguir el cortejo que va subiendo por Sagárnaga supone dos cosas: cansarse por el esfuerzo, y darse de bruces con un mundo diferente, el del mercado de los brujos. Ekeko ya no está solo en los pequeños puestos callejeros que se prolongan por Linares. Lo acompañan ídolos de bronce, alpaca o cerámica; aguayos finamente bordados; tupas, grandes alfileres de plata artísticamente trabajados; pomada de lagarto triturado o piedras de la fertilidad, Multitud de hierbas, raíces y semillas con propiedades mágicas, y hasta fetos de llamas, alpacas o vicuñas que cuestan 600 pesetas y son imprescindibles a la hora de “bendecir” la construcción de una casa. Al estilo aimará, claro. Esta liturgia consiste en quemar una mesa, conjunto de elementos mágicos dentro del que se incluyen los fetos, y sepultar las cenizas en el terreno aún virgen. Si el cuerpo aguanta y el ahogo no es mucho (ver subir y bajar a los paceños con tanta parsimonia como firmeza en este aire irrespirable, provoca verdadera envidia), es posible llegar todavía más arriba. Allí, donde el cielo del Altiplano, la segunda meseta más alta del planeta después del Tibet, es límpido y trasparente, y permito que el sol caliente las calles empinadas, está la avenida Buenos Aires, el mercado más grande y popular de La Paz. 39
En la misma acera, Eulogia Borja ocupa su metro cuadrado habitual, el de todas las semanas. Estira sobre él la estera de paja y acomoda la mercancía -verduras cosechadas en el huertecillo que posee entre las montañas- con una habilidad insólita, si se tiene en cuenta que Lidia, su hija, dormita montada a sus espaldas, con absoluta indiferencia ante el ensordecedor ruido de la calle. Los paceños afirman que ésta es la avenida más transitada de Sudamérica, y quizás tengan razón. El movimiento de tráfico y gente aturde a cualquiera, sobre todo si ese cualquiera no es muy adicto a las aglomeraciones. Bocinazos, altavoces que anuncian productos en quechua, aimará o español, gritos a voz en cuello, y enloquecidos acordes de música folklórica se amalgaman con la atmósfera que crean los olores de tiendas de comida al paso y de cantinas donde la cerveza y el singani desaparecen rápidamente de los vasos. Eulogia, tez redondeada color de aceituna y cabellos negros trenzados, apenas habla español, pero se hace entender: Mi hombre trabaja el campo y yo vendo lo que da la Pachamama (la Madre Tierra). Bajar a la ciudad me cansa, pero no hay otra salida. Para mí, la mejor hora es cuando vuelvo para mi cerro. Tal vez el encanto de La Paz sea este contraste permanente entre lo que habitualmente se considera una ciudad grande, y la antigua aldea indígena que servía de punto comercial para los campesinos de los alrededores. Quizás porque nunca perdió del todo su condición de cruce de rutas que adquirió en épocas de la Colonia, apenas un siglo después de ser fundada por don Alonso de Mendoza, en 1548. Por aquellos tiempos, los barrancos desembocaban en el cauce del río Choqueyapu, una de las vías de desagüe del lago Titicaca, que atravesaba y partía en dos el valle. Hoy, el río sigue corriendo, pero no se ve. Está entubado, y sobre él discurre la alameda del Prado, el eje central de la ciudad que, camino abajo, va creciendo en rascacielos y modernidad. Cuando la alameda pasa a llamarse avenida Villazón y, después, 6 de agosto, uno se siente mejor. Y no por la escenografía, en la cual las pobres casas indígenas colgadas de las laderas han sido reemplazadas por las suntuosas mansiones y los modernos edificios, ya que eso es cuestión de gustos. Pero aquí sí que dan ganas de hinchar el pecho y llenarse los pulmones de aire. Esta es la zona más verde del valle, abundan los árboles y el parque Montículo, en plena villa residencial de Sopocachi, aporta el oxígeno que tanto se echa de menos calle arriba. No es el único cambio, claro. En apenas dos kilómetros, las distancias son abismales. Nada de cholas con sus puestos de frutas ni artesanos aimarás. Aquí los shoppings, las tiendas y las marcas internacionales, le dan a La Paz ese toque impersonal que debe tener toda gran ciudad que se precie de tal. Eso hace que, una vez renovado el aire, lo mejor sea desandar el camino y volver rumbo a la plaza Murillo, sobre todo si ya empieza a anochecer y el filo del Altiplano inicia su lento descenso desde las cumbres.
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En un rincón de la que fue Plaza de Armas de los españoles, Demetrio Castillo, enfundado en un poncho que no ha perdido los colores pese a que ya tiene varios inviernos sobre su pelo de vicuña, está a punto de destapar una botella. Me arriesgo y, para entablar conversación, pregunto: -¿Me convida a un trago de cerveza? -No es cerveza. Es singani. Parecido al vino, pero más fuerte. No hay movimiento alrededor del Palacio Presidencial, ni tampoco cerca del Palacio Legislativo. Sólo los soldados de guardia y los fieles que han acudido a la ultima misa del día en la Catedral, dan vida a la plaza. Mi táctica dio resultado. Rechacé el singani, pero Demetrio soltó la lengua. -La historia de Bolivia ha pasado por aquí, ¿sabe? Donde ahora funciona el Congreso, estaba la casa de Gobierno durante la Colonia, y también fue iglesia, universidad y prisión. Aquel busto que ve allí es de Gualberto Villarroel. Al pobre le ahorcaron en 1946, por haber encabezado una rebelión popular. Y esos jardines que están en el centro, han sido pisados por todos los manifestantes de nuestra vida como país. Los que vienen a apoyar, los que vienen a protestar y los militares que vienen a derrocar a algún presidente. Aunque ahora hace ya varios años que están tranquilos. ¿En serio quiere probar un trago de singani? Dije que no, y me prepare a vivir la oscuridad. La Paz es una ciudad en la que hay que pasar, al menos, dos noches La primera, para acercarse hasta El Alto (a paso lento por supuesto) y gozar con la impresionante vista de la ciudad allí abajo, rociada por miles de luces que deben competir en brillo con miles estrellas. La segunda, para echarse andar desde la plaza Murillo hacia la calle Jaén; husmear en los amplios zaguanes las casas de dos plantas; espiar en los patios interiores y acabar entrando en una peña folklórica. Sentarse a la mesa de la Casa del Corregidor, o Marka Tambo, y apurar una copa, son los mejores remedios para olvidar las incomodidades de la altura, Unos minutos más tarde, cuando los músicos comienzan a impregnar el ambiente con la profunda belleza de las canciones andinas, llega el momento de darse cuenta de que, por fin uno ha podido descubrir la paz.
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Vitaliano Patty. Conductor ferrobĂşs. 1993
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El Tren del Pacifico.
Rafael Herrera
Una inhóspita ruta a través de un paisaje desolado. En la guerra con Chile hace un siglo, Perú perdió Arica y Bolivia el litoral pacífico y Antofagasta. Tras siglos de duras negociaciones, Perú y Chile aceptaron la cesión de un corredor de 15 a 20 kilómetros a lo largo de su frontera, que abriría el paso a Bolivia hasta una franja de costa donde construiría su puerto en el Océano, cerca de Arica. A cambio Bolivia dará agua a Chile para regar el desierto en esta región. Después de recorrer selva y altiplano, grandes ríos y nevadas cumbres, magia, tradición e historia bolivianas, mis compañeros de viaje y yo decidimos salir por tren vía Arica, la perdida puerta al mar de Bolivia. En esta ruta el tren se aleja de concentraciones urbanas, pero nos acerca a la salvaje belleza de los volcanes humeando en los glaciares, al color del cielo en los atardeceres del altiplano, los rebaños de llamas, vicuñas y alpacas, pastando en las punas frías y secas, los desiertos, desfiladeros y barrancos barridos por inclementes vientos helados, y, si hay suerte, la estremecedora emoción de sentir como ruge la tierra y se mueve bajo nuestros pies en un terremoto. LA PAZ. 07: 00 HORAS El ferrobús arranca puntual. La estación está cerca del centro histórico. Aunque el aire a 4.000 metros es seco, una nube baja humedece los callejones que rodean la estación y la rambla que desciende del altiplano al valle, cortando en dos La Paz. Por encima de la nube, un rayo de sol abrillanta las nieves del Ilimani. Los dieciocho pasajeros que ocupamos el único coche del tren, estamos medio dormidos, sin ganas de hablar. Miramos por las ventanas la ciudad envuelta en niebla, fantasmal y adormecida como nosotros. El estruendo de un reactor volando bajo nos sacude. Son las siete y cuarto y estamos pasando cerca del Aeropuerto de El Alto, situado en el altiplano, 300 metros por encima de La Paz. Detrás vamos dejando las crestas nevadas de la Cordillera Real. El tren corre a 4.000 metros de altura camino del mar, perpendicular al farrallón volcánico de la Cordillera Occidental. VIACHA. 07:55 HORAS Primera parada con carga de combustible. Aquí la ruta ferroviaria se abre en tres ramales. Uno sigue hasta Desaguadero en Perú, por Guaqui, bordeando el Titicaca y Tiahuanaco. Otro lleva hasta Arica cruzando la cordillera occidental paralelo a la 43
frontera peruana. El tercer ramal es el eje de la red de Ferrocarriles bolivianos. Cruza el altiplano de norte a sur, y de él parten líneas a Cochabamba y Santa Cruz, de ahí a Brasil por Corumbá y a Argentina por Yacuiba. Más al sur otro desvío lleva a Potosí y Sucre, la capital constitucional de Bolivia, bordea el lago Poopó y los solares Coipasa y Uyuni. En Uyuni ciudad, se divide: por el sur entra en Argentina; por el oeste cruza la frontera chilena y alcanza el mar en Antofogasta. DONDE NACIERON LOS DIOSES El ferrobús toma velocidad por las llanuras del altiplano. Detrás de unas colinas, se van quedando atrás Tiahuanaco y el Lago Titicaca. El conductor Vitaliano Patty, dá un toque de atención. “Detrás de esas serranías está Tiahuanaco, lo más grande que se ha hecho en el mundo. ¿Habeis estado allí?”. Todos habíamos estado. Miguel, Alberto, Pedro y yo, el austríaco, los dos norteamericanos, los chilenos y bolivianos, que formábamos el pasaje. Sirvió para establecer contacto y abrir un apasionado debate sobre la pirámide, el conjunto calasasaya de recintos y patios, el palacio, el puma puncu, la bellísima puerta del sol,- el como pudieron llevar tan grandes piedras desde lejanas canteras; el por qué se llevaron a La Paz la colosal cabeza ¿parte de un monolito antropomorfo?; el cuando se construyó: los 17.000 años de Poznansky parecían muchos y los setecientos a mil de estudios recientes, parecían pocos. Uno más de los misterios de civilizaciones precolombinas, desaparecidas sin dejar crónica de su existencia. Me pronuncio porque Tiahuanaco fuera un lugar de culto, próximo al Titicaca, donde según la leyenda, nacieron los dioses y los hombres: “Del silencio cósmico del Lago Sagrado de los Andes, surgió Wiracocha, quién creó el Sol, la Luna, las Estrellas, el primer día y antropolitos gigantes. Después de varias pruebas decepcionantes, Wiracocha logró modelar en el barro del lago a su tamaño y gusto, no gigantes incultos, sino verdaderos hombres...” En Tiahuanaco se alzaban gigantes de piedra. GENERAL CAMPERO. 10:40 HORAS El chirrido de los frenos cortó el debate. Mientras esperábamos el paso de un mercancías, paseamos por un pueblo sin gente plantado a 4.100 metros de altitud, donde sólo vimos una familia Aymara y un rebaño de llamas recorriendo las calles. ¿Quién quiere vivir en la puna estéril y desértico?. Hasta 4.100 la puna es tierra de cultivo, pero en esta ruta solo da el “ichu”, una hierba rala y dura que pastan las ovejas y las llamas. El altiplano está lleno de ciudades fantasma, de calles desérticas y casas desmoronadas que nadie habita. 44
En el camino a Charaña, último pueblo de Bolivia antes de cruzar la frontera, vimos alpacas en pequeños grupos y una manada de vicuñas, que escaparon veloces cuando el ferrobús se acercó a la tropilla. Miguel vigilaba la posible aparición de un cóndor andino, un puma solitario o una tropilla de “tarugas “, ciervos astados del altiplano. Los ferroviarios habían visto un cóndor los últimos días, pero el puma no se acerca a zonas habitadas. A medida que nos aproximábamos a Charaña, último pueblo de Bolivia antes de cruzar la frontera, los neveros y los volcanes destacan recortados contra un cielo azul de atmósfera limpísima. Vitaliano hizo sonar el silbato y señaló al cielo. El cóndor volaba sobre el ferrobús proyectando su sombra en el suelo y luego viró unos grados a la derecha para dirigirse a la cónica cumbre del volcán Tacora, el más cercano del grupo que teníamos a la vista.
CHARAÑA - FRONTERA - VISVIRI. 12:15 HORAS El trámite de frontera es cómodo en Charaña, lado boliviano, proceloso en Visviri lado chileno. Hasta aquí habíamos rodado a 4.000 metros de altitud (General Campero 4.100, Visviri 4.068), pero ahora iniciábamos el descenso entre volcanes gigantes que se alzan sobre el desierto litoral, al sur de Perú, y oeste de Bolivia. Nuestros amigos chilenos y bolivianos los señalaban en cumbres próximas y lejanas, llamándolos por sus nombres: Tacora, Tutupaca, Huaynaputina, Místi, Ubinas, en Perú; Sajama, Guallatiri, Isfuga, en Bolivia. Todos alrededor de los 6.000 metros de altura, salvo Sajama de 6.520. En algunos es fácil distinguir la fumarola de gases sulfurosos amarillentos y, si se alcanza a ver la cumbre con unos prismáticos, lechos de azufre formados por los depósitos de cenizas y condensación de humos. El descenso, todavía suave, apartaba de nuestra vista las cumbres más lejanas de la cordillera, pero el Tacora siguió con nosotros hasta Alcerreca. Comentábamos tomando unos piscos, el insólito espectáculo de la cordillera que estábamos contemplando, cuando uno de los norteamericanos pidió silencio. Los vasos se movían ligeramente. Los más próximos tintineaban al choque. Alberto, que estaba de pie notaba el suelo temblar debajo. Nos levantamos para sentirlo. “Temblor”, dijo con indiferencia el hombre que escanciaba el pisco. “Si os molesta, sujetar los vasos hasta que cese”. El movimiento se detuvo. “Si no se escucha crujir la tierra, no hay que temer. ¿Otro pisco para pasar el susto?”, PUQUIUS. 15:27 HORAS Aunque la sensación de desierto se tiene desde la salida de La Paz y el recorrido por el altiplano, se acentúa atravesando la 45
cordillera y se hace evidente en la cara oriental. La estación está en un poblado fantasma, un avance de lo que después veríamos en pleno desierto costero. La aridez y dureza del paisaje pelado, seco y barrido por los vientos, hería la vista. Esperamos el cruce de un mercancías y seguimos el descenso hacia el Pacífico por quebradas y desfiladeros. Entrábamos en el Desierto de Atacama, el más árido del mundo donde nunca llueve y el aire es tan seco que los metales no se oxidan, la materia orgánica no se pudre, el polvo no cubre las cosas, en su suelo estéril no crecen ni espinos. En las dos horas y media que duró el descenso hasta Chinchorro, vimos una flor solitaria, a decenas de kilómetros de un cactus solitario, lejano también de un árbol seco, en el que había florecido un par de palmos de raquíticas hojas. Tras una breve parada en Chinchorro, el ferrobús se lanzó cuesta abajo a una velocidad vertiginosa por un trazado de via, más propio de un parque de atracciones que ruta de viajeros. Bajábamos entre saltos y chirridos, bamboleados por frenazos y aceleraciones. Temblaba la estructura del vagón y daba la sensación de que el ferrobús iba a saltar en cualquier momento al fondo de los precipicios que se abrían a uno y otro lado de la vía. Vitaliano, el conductor, tarareaba una canción romántica, por lo cual pensamos que no se trataba de un suicidio ni había perdido el control.
ARICA. 19:00 HORAS El olor a yodo y salitre nos anunció la proximidad del mar. Cruzábamos el norte del desierto de Atacama avistando El Morro, un peñón de 200 metros de altura, a cuyos pies se extiende la ciudad. Cuando vimos el océano y los árboles, huertos y plantaciones del oasis de Arica, sentimos que habíamos llegado a nuestro destino. En áreas regadas de los valles que la rodean, se cultivan hortalizas, olivo, naranjas, alfalfa, algodón. Tiene puerto franco con facilidades para el comercio boliviano (exportación de estaño, cobre, volframio, azufre, cuero, lana de llama). En los 16.950 kilómetros cuadrados de desierto que administra Arica, existen varios yacimientos y necrópolis precolombinos, con momias sedentes y cerámicas pintadas con dibujos geométricos. Como contraste con los elevados picos de la cordillera que se alzan a sus espaldas, Arica tiene a sus pies la fosa peruana chilena, más profunda que altura tienen los Andes. En algunos lugares las distancias entre las cimas de las montañas y la profundidad del mar supera los quince kilómetros. Durante siglos millones de aves marinas se han alimentado de las sabrosas anchoas que habitan estas frías aguas, ricas en fitoplacton. Sus excrementos acumulados miles de años, han formado yacimientos de guano, que desde el siglo XIX fue explotado como excelente fertilizante.
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Acababamos de saltar de cuatro mil a cero metros sobre el nivel del mar y nos sentíamos liberados del Soroche, el mal de altura. Arica Ciudad, es provinciana y poco atractiva. Pero Arica Balneario, la que invaden los bolivianos en vacaciones, es un lugar excitante repleto de hoteles, apartamentos, lugares de diversión y un bonito paseo marítimo, que con el movimiento portuario tiene una población permanente de 50.000habitantes en pleno desierto, más los turistas. Cuando se abra el corredor boliviano y se levante un puerto y posiblemente un habitat industrial, de servicios y vacaciones al final del corredor, Arica no estará sola al norte del desierto de Atacama, y quién sabe si, el oasis extendido entre las dos ciudades, no será un centro de partida para vacaciones con playa, desierto, salares, volcanes y ciudades perdidas cargadas de misterio. Tampoco está mal el trayecto, como está.
Cementerio de trenes. Uyuni. 2007
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Misiones de la Chiquitania:El fantasma de una utopía jesuítica.
Rafael Herrera
El pequeño todoterreno que nos llevaba por los pedregosos caminos de la chiquitania, cayó en un bache tan profundo que ninguna de sus muchas artes y virtudes mecánicas pudieron secarle de allí. “Bueno para el barro del llano y las picadas de las serranías, pero de ese boquete no sale por sus medios”, dijo un hombreton de mas de cincuenta años y casi dos metros de altura que se acercaba tirando de una mula. Hablaba el español con la entonación dulce de la selva oriental, pero arrastraba las erres como ges y construía las frases con rara alteración de los verbos y pronombres. Después supimos que era alemán. “¿Turista?”. “Sacerdote. Ustedes no parecen turistas” Vestía como los campesinos chiquitanos, pantalón de algodón, camiseta de colorines, sombrero de palma trenzada y sandalias. “Reporteros. Fernando y Miguel fotógrafos, Eduardo es piloto y nuestro guía por la ruta de las misiones”. Nos acompañó hasta que pasó un camión maderero que sacó el coche del hoyo con su grúa de cargar troncos. Bebimos pisco frío que llevaba el camionero en una nevera. “Por la paz”, brindó Eligio al cura, ofreciendo ambos el primer trago a la Pachamama, un rito de la cultura aymara que se practica en toda Bolivia, consistente en compartir con la Madre -Tierra lo que se tiene. El cura golpeó con la mano un grueso tronco de caoba y dijo conciliador, “Dios quiera que no tengamos que lamentarlo”. Después del trago nos explicaron el brindis. En el siglo XVII los jesuitas roturaban las selvas para cristianizar a los indios, integrándolos en la cultura agrícola, industrial y lúdica de la época. Ahora, en el umbral del siglo XXI, luchan por la protección de las selvas tropicales y los derechos de los indios a vivir de la pesca, la caza y la vida silvestre. “Yo estoy con usted, padre, pero este es el trabajo que tengo”, dijo Eligio, indio chiman que por solo una generación no estaba en una rama de caoba , acechando con las flechas, pájaros, cerdos salvajes, monos y peces. El hombre se afanaba en poner a punto el todoterreno, “Aprendí la mecánica en Concepción con los jesuitas pero se paga mas el acarreo de troncos”. La tala de arboles ya ha aniquilado parte de las zonas de caza de los 5.000 chimanes que viven en las reservas de Mixos. Seguimos por un tramo todavía salteado de peligrosos cráteres, camino de las misiones de Chiquitania, un residuo colonial de los siglos XVII y XVIII, hoy Patrimonio Cultural de la Humanidad declarado por la UNESCO. Entra 1592 y 1767, los jesuitas instalaron en chiquítania diez reducciones, en la ruta que unía Lima con Buenos Aires, tras pacificar a los belicosos indios chíquítanos para evangelizarlos. La primera reducción surgió en el territorio de los “piñacas” en 1691, dedicada a San Francisco Javier, trasladada poco después a orillas del río Apere ó San Miguel, y mas tarde a otro lugar Iglesia San Javier. 2005
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para evitar los asaltos de bandeirantes y cazadores de esclavos. Los incidentes de la ruta no impidieron las fundaciones de San Rafael (1696), San José (1698), San Juan Bautista (1699), San Ignacio Zamucos (1699), Concepción (1699), San Miguel Santiago, San Ignacio, Santa Ana y Santo Corazón, todas ellas condenadas al nomadismo hasta que una precaria protección armada permitió su asentamiento definitivo. El conjunto de las misiones chiquitanas en perfecto estado de uso, con todo el esplendor de su barroquismo indígena, la suntuosidad y riqueza de los templos y el colorido y la luz del trópico, es necesario verlo para creer y comprender como y por qué están ahí, Las reducciones son algo más que una reliquia artística. Por la vía de la penetración religiosa, que era su objeto primario, se aseguraba la colonización política, se establecieron redes de comunicación entre pueblos rivales, la organización social y jurídica, y la cultura y tecnología agrícola e industrial europeas. Y recíprocamente, mediante la concentración urbana, la organización social, el trabajo especializado, el vestido, la educación, la atención a ancianos y enfermos y conceptos nuevos de ocio y empleo del tiempo libre se garantizaba la permanencia de la evangelización. En contraste con la batalla por la protección de los bosques tropicales que libran hoy los jesuitas, el trazado de una reducción comenzaba por desarbolar un espacio suficiente para trazar una gran plaza, y construir la Iglesia y áreas comunitarias, así como el huerto y talleres comunales, que preveía las necesidades del clero, ancianos y enfermos, y quienes por diversas razones no podían mantenerse. El sistema podía considerarse como economía dirigida, donde existía colectivismo y propiedad privada. Alrededor de la plaza se alzaban los barrios, viviendas, graneros y talleres, y alrededor del pueblo se roturaban bosques para huertos, plantaciones y dehesas para el ganado. La agricultura era la base de la economía y se trabajó mucho tiempo según la tradición indígena. La ganadería, introducida por los jesuitas, tuvo un carácter colectivista tanto en la propiedad como en la producción y el consumo. Los oficios artísticos y artes industriales fueron implantándose según las necesidades de la comunidad. Pronto se formaron magníficos carpinteros, herreros, curtidores, talabarteros, hilanderos, alfareros, tejedores, cereros, escultores, pintores, orfebres, lutíeres, cuyas obras están a la vista en las misiones, actualmente vivas para su contemplación. Lo que mas salta la vista en las misiones, aparte su colorido, son las artes plásticas que adornan y engrandecen las catedrales de la selva. La imaginaría, pintura, escultura, la profusión de motivos que el barroco impone en la madera y el estuco y su dorado y coloreado, lo trabajaron los indios reciclados del estado de naturaleza puro.
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Los templos se alzaban para contener 2.500 a 3.000 feligreses, con longitudes de 60 metros y anchos de 20. Si bien lo que mas sorprende al visitante son las construidos en madera, levantaron magníficos edificios en mampostería, según evolucionaron los recursos, el adiestramiento y la tecnología. La belleza de unos y otros edificios, no es comparable. Es preciso hacer una ruta amplia para comprobar que todos son diferentes y hermosos. Nosotros partimos de Santa Cruz de la Sierra en todoterreno (imprescindible) para ver San Javier, tras ocho horas por carreteras difíciles: polvo en la estación seca, barro en la lluviosa y siempre cráteres y un endemoniado tráfico de camiones madereros. La visita valió la pena, La misión está situada en una serranía de suaves colinas, vegetación subtropícal exuberante, con amplias zonas adehesadas donde pastan los cebús. La iglesia atendida por jesuitas alemanes, está abierta al culto y la antigua misión se ha convertido en una población importante. A dos horas está Concepción. Es la sede del arzobispado de la chiquitania, atendido también por jesuitas alemanes. El paisaje y la explotación de la tierra es semejante al de San Javier. No es selva. Los antiguos huertos y pastos comunales se los han tragado las grandes haciendas que cultivan yuca, batata, soja, frutos tropicales, maíz. Los jesuitas atienden la educación básica, media y formación profesional. A partir de ahí las misiones se esparcen cercanas como un racimo, pero el trayecto, no se puede medir por kilómetros, sino por dificultades segun lluvias, estado de los caminos, tramos de monte o selva, para llegar a San Ignacio, Santa Ana, San Miguel, San Rafael, San José, San Juan, Santiago y Santo Corazon. LA NUEVA MISION JESUITA. Desde su expulsión de las misiones en América en 1768, los jesuitas regresaron en 1982 a San Ignacio de Moxos en el Beni, donde encontraron una población de 6.000 habitantes, punto de encuentro de madereros, comerciantes, traficantes de cocaína y agricultores, en una sociedad fuertemente clasista, explotadora del hombre y depredadora de la naturaleza. Desde su regreso se han esforzado en enseñar a los trabajadores sus derechos a un mejor salario y una vida mas digna, sin que ello haya supuesto que los patronos los consideren. También intentan romper las barreras que separan razas, clases y niveles de formación. Poco pueden hacer contra el narcotráfico, salvo condenar sus daños. Pero han alzado la bandera contra la deforestación y han conseguido que se proteja el territorio de los chimanes, donde viven 5.000 miembros de esta tribu en estado de naturaleza. Los más optimistas creen que a medio plazo los madereros se tragaran el bosque y los jesuitas tendrán que civilizar a los chimanos en una nueva misión. 51
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El Tren de la “muerte”.
Miguel Bergasa
Fernando me espera en Sta. Cruz de la Sierra. A los dos nos intriga el viaje, ya que son varias las leyendas que hemos escuchado sobre el tren de la “muerte”. Volamos hasta Puerto Suarez, último pueblo boliviano en la frontera con Brasil, desde donde nos desplazamos a Corumba, en taxi. Una vez allí, aprovechamos para pasar el día y conocer la ciudad. - Corumbá, paraíso de tránsito, pueblito fronterizo donde, sus casi 90 mil habitantes conviven sin mucho escándalo con un río constante de turistas y donde aún no existen las malformaciones propias que suele acompañar al turismo masivo. Todavía se puede conversar tranquilamente con sus habitantes. Pero no es solo eso. Sus calles de adoquines, sus alegres casas antiguas de tres pisos, la costanera con sus lujosos barcos tipo Mississippi, todo tiene esa atmósfera que permite caminar lentamente, tomar las cosas con calma, partir hacia el fuerte Junqueira --construido por los portugueses hace dos siglos--; pasear en bote por el río Paraguay, o simplemente sentarse en algún bar de la costanera a mirar como se va el día y ver como reaparecen esos zancudos muertos de hambre, mientras se conversa sobre las curiosas vueltas de la vida.Al siguiente día, fuimos temprano a la estación Quijarro - Puerto Suarez, para evitar cualquier imprevisto. El tren que vamos a tomar se llama el Expreso del Oriente. Aquí nos reunimos toda clase de viajeros: alemanes, japoneses, algunos grupos de israelitas, porque los israelitas siempre andan en grupos, bolivianos, brasileños, mochileros de todo el mundo, contrabandistas, prostitutas, etc. Un viejito tiene instalado un puesto de venta y aprovecho para comprar una cámara antigua de fotos por 60 bolivianos .Comemos algo en un colmado y la dueña nos invita a dar una vuelta por el Pantanal, una de las mayores reservas de fauna de Brasil. 14:00. Hora oficial del comienzo del viaje. Nos acomodamos en nuestros asientos después de colocar nuestras valijas. En el vagón no entra un alfiler. Una hora mas tarde seguimos sin movernos. Parece la norma ya que nadie se impacienta. Como compañero de viaje está un joven peruano, Rubén, con el cual entablo conversación. Viaja desde Curitiba (Brasil) , hasta Lima. “Estoy estudiando en Curitiba y voy de vacaciones a Lima con mi familia. Son cinco días de viaje utilizando, tren, colectivos, carros, etc “ Potrero Quemado 1994
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“¿ Por qué no utilizas avión?”. “No tengo plata. Además aprovecho para llevar prendas de algodón y vender en Lima.” - me señala cuatro grandes bultos que ha acomodado debajo de los asientos -. Compramos unas cervezas a un viejecito que vendía por los vagones, para aliviar el calor. “ ¿Sabéis porque le llaman el tren de la “muerte” ? -nos comenta Ruben entre trago y trago-. “Hoy, quizá tengamos suerte”. - “ Realizo varias veces al año este recorrido y no siempre consigo pasaje para el Expreso del Oriente . Hoy parece no va ha hacer calor .- Tenemos 28 º - Pero algunos viajes los he realizado en los trenes de mercancías que tardan en hacer los 650 kmts que nos separan de Sta Cruz de la Sierra 28 horas. Hoy solo tardaremos unas 20 horas. Al atardecer nos visitaran los “zancudos”, plaga de mosquitos y tendremos suerte si en uno de los múltiples saltos que dan los vagones los cables y cadenas que los unen, no se sueltan. Entonces tendremos que esperar a que los maquinistas se den cuenta y regresen para recogernos.” Tal descripción era alentadora para comenzar el viaje. Llegamos a Potrero Quemado. Una algarabía de gente, principalmente niños, nos ofrecen empanadas, limones y “pajarito” una especie de pincho moruno con asado de chancho. Todo el mundo les compra algo. Probamos la empanada que esta sabrosa. Continuamos viaje. El paisaje esta formado por pequeños cerros, cubiertos de vegetación, árboles y palmeras. Los pasajeros comparten su comida, manzanas, plátanos, choclo, etc. Comienza a anochecer. Lidia, una chica brasileña, entra en nuestras charlas. Va a Sta Cruz porque nos dice que es artista y va a trabajar en una sala de fiestas de la ciudad. Su ilusión es viajar a París. A las 22:00 se apagan las luces del vagón. De nuevo aparece el viejecito de las cervezas pero esta vez su mercadería era otra, pequeñas linternas a 5 bolivianos. Sobre las 23:00 parada en Robore. Los andenes llenos de puestos de venta de comida. Los pasajeros bajan y compran comida, bebidas y alguna artesanía del lugar. Aprovecho para tomar algunas fotos. Fernando me trae un regalo: Un precioso tucán en jaula de madera. Lo acomodo debajo del asiento y le doy piña que devora en pocos minutos. La noche pasa lenta entre cabezada y traqueteo del tren. Pienso en el relato de Rubén y si nos quedaremos parados en mitad del recorrido. Me pongo mi mosquetero por si nos visitan los “zancudos”.
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Antes de las seis de la mañana vemos las primeras luces del amanecer. Nueva parada y aprovecho para comprar algo de fruta: bananas, manzanas, piña para compartir con Fernando y el tucán. A las 10:30 se produce en el vagón, gran movimiento de la gente y un trajín de bultos, maletas, valijas. Estamos a una hora de Sta. Cruz y la gente empieza a lanzar por las ventanillas los bultos. Observo que varias personas los recogen y los cargan en camiones. Es el contrabando triado de Brasil. Son las 12:00 y entramos en Sta. Cruz de la Sierra. Despedida de Ruben, que continua su viaje en colectivo hasta La Paz; del viejito vendedor que me comenta que tomara ahora otro tren hasta la frontera con Argentina para seguir vendiendo sus cervezas y linternas y Lidia que nos invita para que vayamos a la sala donde actúa. Después de 22 horas de viaje, Fernando, el tucán y yo nos vamos al hotel para darnos una buena ducha y a celebrar, la suerte que hemos tenido de no quedarnos varados en la vía, ni que nos visitasen los “zancudos”.
Potrero Quemado 1994
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Aviones Carniceros
Rafael Herrera
A LOS 55 AÑOS, CON MAS DE 25.000 HORAS DE VUELO, WALTER BALLIVIAN, ULTIMO SUPERVIVIENTE DE SU PROMOCIÓN DE PILOTOS, SIGUE VOLANDO DE LA PAZ AL BENI A POR CARNE. CUANDO YO EMPECE ESTA ERA UNA PROFESION ROMANTICA, HEROICA Y BIEN MIRADA POR LAS MUJERES. EL PILOTO, COMO EL TORERO, TENIA UNA LEYENDA. AHORA VUELA CUALQUIERA QUE SEPA MANEJAR UN ORDENADOR. Los vimos desde el taxi que nos sacaba del aeropuerto. Eran viejos aviones de hélice Convair CV-440, Curtiz C-46, Douglas C-54, aparentemente abandonados entre los yerbajos colaterales del campo de aviación. Pensando en voz alta dije: “Chatarra para desguace”. El taxista aclaro: “Carniceros”. Con mas de cuarenta años de vida, aquella chatarra volaba cada da al Beni por carne, o a otros lugares de Bolivia con cualquier carga, con frecuencia haciendo ping-pon: ida, carga, vuelta, descarga; ida, carga, vuelta, descarga. Al taxista Edgar Veneros, este trajin le pareció un buen tema para acompañar la bajada desde El Alto a La Paz: “Una vez un carnicero de vuelta perdí un motor y como con el otro no poda maniobrar el aterrizaje, soltó la carne sobre los barrios pobres de La Paz. Consiguió aterrizar vivo sin destrozar el avión ni dañar a nadie y por esa hazaña le condecoraron”. Mas tarde nuestro amigo Eduardo Beltran nos presentaba en el bar del Hotel Crillon a un piloto de aviones carniceros. Walter Ballivian, ultimo superviviente de su promoción, a los 55 años y con mas de 25.000 horas de vuelo, sigue volando de La Paz al Beni a por carne, en aviones con cuatro décadas largas en las alas, por 25 dólares la hora. Concertamos acompañarle en la ruta mientras escuchábamos sus batallitas de piloto de fortuna: El capitán Quiroga picó de morro, frenado por el barro de la pista en la hacienda donde tena que cargar. Ballivian, añada sus propias aventuras, como la panzada en la pista polvorienta de San Borja con un motor averiado. “Falló el sistema para sacar el tren de aterrizaje (boquichi quedó la palanca dijo el copiloto después de intentar forzarla), mientras dábamos vueltas para quemar combustible, abajo se concentraba gente que ya sabía lo que nos pasaba y adivinaban lo que nos poda pasar. Llegaba del pueblo mas gente y también los heladeros, vendetortas, fotógrafos y toda clase de orates y comerciantes. Nosotros dábamos y dábamos vueltas quemando combustible hasta que decidimos aterrizar porque los tres pasajeros se estaban poniendo nerviosos. Cuando decidimos aterrizar (aún el copiloto pidió un tiempito, espera hombre, qué se reuna mas publico ) pues nos fuimos al panzazo no mas, y aquí estamos”.
Aviones Carniceros. El Alto. La Paz. 1990
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Walter Ballivian nos llevó al Beni en un Convair de 1942. Era, nos dijo, un vuelo de rutina. Atravesamos la cordillera con visibilidad cera por paso colorado con el Hayna Potosí a la izquierda, la segunda cumbre después del Illimani en las proximidades de La Paz. Con la ayuda del borg tomaba el rumbo y enfilaba el paso entre las nubes sin visibilidad. “Ya no se hace vuelo con reloj porque eran realmente suicidas. Para llevar suministros a los buscadores de oro de Tipuani y Comoro, en la selva amazónica frontera con Brasil, tenemos que atravesar unos cañones en la cordillera por unas quebradas siempre cubiertas por nubes y nieblas. Volábamos con la unica ayuda de un cronometro para control del avión. La distancia del ala a los cerros era menos de 200 metros. Tomando de referencia un punto a la entrada, se media rumbo y velocidad predeterminados, 35 segundos; se haca un viraje de 330 grados y luego se mantenía por 45 segundos el rumbo; as hasta terminar en la cabecera de la pista. Para la vuelta se invertían los cálculos. En la poca del auge de Tipuani y Comoro hacíamos hasta siete vuelos por da en estas condiciones. Muchos pilotos abandonaban. Curiosamente, solo hubo un choque con los cerros. Lo llamábamos vuelo con reloj”. No se vea un barajo a nuestro alrededor y aquel viejo convair de 1942 vibraba como para desintegrarse. Conseguimos oirnos por encima del ruido. Por qué voláis en estas condiciones?. Es, digamos, una confluencia de intereses. Al dueño de la carne le interesa que vayamos, porque sale bien por aire. Al dueño del aviones le interesa que vuelen, porque es su negocio. Yo me gano 25 dólares por hora y ellos (copiloto y mecánico) , mas o menos. Hubo un tramo de silencio bajo el trepidante run run de los motores y los quejidos del viejo aparato. Al cabo, dijo: “Si nos caemos, al dueño del avión y al de la carne les queda el seguro”. Otro silencio sobre el estrépito mecánico que rompió el capitán Ballivian para mostrarnos algo: “Aquí se tienen que ver los restos del avión del hermano de Quiroga, que se mato el año pasado”. De los nueve que salimos en la primera promoción de pilotos civiles de Bolivia, siete murieron en accidente, uno nunca voló y yo quedo. Parece increíble que solo vuele yo. Cuando empecé esta era una profesión romántica, heroica y bien mirada por las mujeres. El piloto, como el torero, tena una leyenda. Ahora vuela cualquiera que sepa manejar un computador. Ya no es un oficio romántico ni lindo, aunque para nosotros los últimos carniceros mantenga intacto su encanto. Sobrevolamos Santa Ana, en el Beni. Desde Santa Ana hasta la Estancia Palmira hay ocho horas por carretera. El capitán Walter Ballevian nos mostró desde el aire la Estancia de Suárez, el rey de la coca boliviana, ahora detenido. En otro tramo nos enseño donde murió Suárez hijo, en un tiroteo con la policía antidroga y el sitió donde una vez tuvo que aterrizar con un motor ardiendo en una pista trabada con troncos por la guerrilla de Che Guevara. El sol ardiente del trópico reventaba en colores en lagos, ros y pantanales. La luz sobre la mancha verde sin límites de la selva 58
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boliviana dañaba la vista. Bajamos, sintiendo la sensación de caer en el vaco, directamente a la pista de la Estancia Palmira. El veterano Convair apenas cabeceó antes de tocar tierra en plena sabana del Beni, pero la carrera de frenado nos sometió a una dura prueba de vibración ante la indiferente mirada de los Cebú de la ganadera Palmira. Antes de salir Ballivian nos arrojó , cervezas, : Que nadie beba agua o las amabas le comerán las tripas. Afortunadamente tenemos suficiente cerveza”. Isaac, el mecánico, abrió la puerta y 48 grados de calor húmedo y penetrante hasta los huesos nos envolvió hasta ahogarnos. El sonido de los motores seguía sonando dentro de nosotros mientras nos acomodábamos al cambio. Cuando regresamos al patio de la Estancia después de refrescarnos, el asado ya estaba en la parrilla y el “cacho” preparado. El capitán, con el copiloto al que llamaban “pajarito”, e Isaac, nos esperaban para jugar al cacho (una variedad de poker boliviano que castigaba las perdidas con tragos adicionales de cerveza) . Jugábamos, hablamos y comamos asado de vaca y chancho, con arroz y verduras. Los perros acudan a los restos del asado y el capitán jugaba con ellos. Teníamos una perrita que volaba conmigo para cazar mientras cargaban el avión. Lloré por ella cuando se quemó con el avión en el accidente de Caghiari. Cuando el capitán y su tripulación se fueron a dormir, a las nueve de la noche, cuarenta botellas de cerveza no habían aplacado la sed provocada por la cena y el insoportable calor del Beni. A las doce comenzó el carneo. Las 23 vacas-cebú reunidas durante la tarde por los pamperos estaban en la cerca de la muerte. El método de sacrificio era aparentemente sencillo y rápido, pero la impericia de los peones encargados de ultimarlas convertía el acto en una proceloso tortura con algo de concurso y diversión. La cerca tena una salida cercada en embudo que se estrechaba hasta el ancho de un vacuno bloqueado entre dos tablones horizontales donde esperaba el matarife provisto de una barra con descabello. Con el cebú inmóvil, la operación se limitara a un simple golpe en la nuca. Pocas veces lo conseguían en menos de diez. Los peones cantaban los golpes burlandose del incompetente matarife, mientras el cebú esperaba pacientemente, catorce ... quince ... dieciséis.... el golpe que lo libertara del suplicio. Los perros y los cerdos de la Estancia hociquean en el montón de los despojos las tripas, vísceras y sangre. Amanece cuando los peones terminan de cargar el avión con los cuatro mil kilos de carne que es capaz de transportar. Mientras tomamos café se van despertando lentamente los ruidos de la selva a lo lejos. A las cinco y media de la madrugada los motores quiebran definitivamente el silencio en que habíamos caído tras la algarada de la matanza. El Convair arrastra penosamente sus ruedas por la pista terrosa, levantando remolinos de polvo. “El despegue con carga es el momento mas peligroso” dice el capitán mientras rodamos. Silencio rodeado de la renqueante angustia de los motores. Los cuatro mil kilos de carne apilados en medio de la cabina nos anclaban al suelo. Un acelerón y estamos 61
en el aire. Ballivian sigue hablando.- En mi casa habemos un montón de pilotos. Yo, mi cuñado, mi hijo. Mi mujer y yo no queramos que el chico, nico hombre, (tenemos tres hijas), no queramos que fuera piloto. En mi casa no haba cuadros de aviones ni aviones de juguete. Nada que pudiera aficionarle. Pero parece que lo lleva en la sangre. Empezó a estudiar agricultura y cuando al fin del semestre vino a casa en Navidad. (Ballivian habla despacio, la voz quebrada por el recuerdo) me dijo con lágrimas en los ojos: ‘Papá, yo quiero ser piloto’. Bueno, no me da pena decirlo. Lo considero muy buen piloto”. Volamos envueltos en una plasta de nubes bajas que impedían la visibilidad hasta La Paz. A medida que ascendemos, el “soroche”, el mal de altura nos deprime con la falta de oxigeno. “Cuando aun era un principiante, recién egresado de la escuela de pilotos, lo llevó corno copiloto en uno de estos viajes de carga. Pasando la cordillera se incendió un motor. Lo par e intentó apagarlo. Y nada. Los pasajeros asustados acudan a la cabina gritando, “No nos mate capitán. No nos mate”. Mi intención era llegar a San Borja que estaba bastante cerca, pero miraba a mi hijo, pensaba que lo haba escogido para matarlo y me daba pena. Escogí con mucha suerte una zona verde mas oscura que tena agua debajo del pasto y eso evitó que muriéramos quemados”. El avión se descarga a pie de pista. La carne se traslada en camiones a La Paz para la venta en el da. Los hígados, corazones y las pieles de las vacas se arroja sobre la pista terrosa al lado del viejo Convair. Las “cholas” pujan por ella unos pocos pesos para llevarse algo que vender en las veredas de la calle Buenos Aires. Un mozo limpia con una manguera los restos de sangre y sebo en el piso de carga del avión. El mecánico comprueba su lista de reposiciones en la mecánica del aparato para conseguir las piezas en otros abandonados en el aeropuerto por uso imposible. Bajamos a La Paz con el capitán Ballivian comentando el negro futuro de las cuatro empresas de vuelos carniceros, S.A.S.A. , La Cumbre, El Alto y Quiroga, cada vez menos rentables, desde el cierre de las pulperías en las minas, la llegada de camiones frigoríficos y la competencia desleal del ejercito que puede cargar hasta 10.000 kilos en los Hércules y vender a precios mas bajos. “La verdad es que hace mucho tiempo que pensamos que la aviación carnicera se muere. Eramos mas de veinticinco empresas áreas y quedan cuatro con un avión cada una. Cualquier da, si no me mato antes, me quedar sin trabajo”.
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La Paz. Cochabamba. Santa Cruz de la Sierra. San Javier. Concepcion. San Ignacio. Santa Ana. San Jose de Chiquitos. Roboré. Puerto Suarez. Trinidad. Rurrenabaque. Coroico. Guanay. Sucre. Potosi. Tarija. Tupiza. Los Lipez. Laguna Colorada. Laguna Verde. Salar de Uyuni. San Juan. Uyuni. Chipayas. Oruro. El Alto. Chacaltaya. Lago Titicaca. Tihahuanaco. Visviri. General Campero. Charaña. Copacabana. Isla del Sol. Colchani. Tunupa. Desaguadero.
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Paulino Esteban. Huatajata. 2007
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General Campero. 1993 71
Cliza. 2009 72
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Tarata. 2009
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Tupiza. 2001
76
77
San Juan. 1989
78
79
La Paz. 1989 80
81
Uyuni. 1989 82
Cochabamba. 2009
83
San Ignacio de Moxos. 2005
84
85
Centro Penitenciario. La Paz. 1989
86
87
San Juan. 1989
88
89
Concepcion. 2006 90
91
Cliza. 2009 92
Sallar de Uyuni. 2001
93
Cliza. 2009 94
95
San JosĂŠ de Chiquitos. 2006
96
97
Ticatica. 1989 98
Tarabuco. 2007 99
Lipez. 2001 100
101
La Paz. 1989 102
Potrero Quemado. 1994 103
General Campero. 1993 104
San Borja. 2005 105
106
Aviones Carniceros. El Alto. La Paz. 1989 107
108
Mecรกnicos de SASA. El Alto. La Paz. 1990
109
Estancia Palmira. Beni. 1990 110
Avi贸n Carnicero sobre Chacaltaya.1990 111
112
La Paz. 1989
113
Cliza. 2009 114
115
La Paz . 2009. 116
117
Sucre. 2001 118
119
Uyuni. 1989 120
Sucre. 2001 121
Cochabamba 1989 122
Cochabamba 2009 123
Tarata. 2009 124
Tarabuco 2007
125
San Miguel. 2006
126
San Ignacio 2006 127
128
Concepcion. 2006
San Javier. 1994
129
San Juan. 1989
130
131
Tarija. 2001
132
133
Fiesta Indigena en La Paz. 1989 134
135
.San Juan. 2001 136
137
Salar de Uyuni. 2001 Colchani. 2009 138
139
El Beni. 2005
140
141
142
San Borja. 2005
143
San Juan. 1989 144
145
San Juan. 1989 146
147
San Juan. 1989 148
149
San Miguel. 2006 150
Concepcion. 2005 151
San Juan. 1989 152
153
Pesame. Iglesia San Francisco. La Paz. 1985
154
Iglesia San Francisco. La Paz. 1985
155
La Paz. 1989
156
157
Tarata. 2009
158
Tarata. 2009
159
Protesta mineros relocalizados en la Paz. 1989 160
161
Aymara. 1989
162
163
Los Kjarkas. Tarata. 1989 164
165
Chipaya. 2005. 166
167
Vitaliano Patty. Conductor ferrobús. 1993
168
Familia en flota” Morales Moralitos” 1985
169
La Paz. 1989 170
171
Lago Titicaca. 1995
172
173
Tupiza. 2001
174
175
Mascara. San José de Chiquitos. 2006
176
Fiesta indígena. San Javier. 2006
177
Poblado de Mina Hursu. 1989
178
179
Manifestaci贸n. La Paz. 1989
180
181
Gran Poder. La Paz. 1989
182
Gran Poder. La Paz. 1989
183
Tarata. 1989
184
Tarata. 1989
185
San JosĂŠ de Chiquitos. 2006
186
San Javier. 2006
187
Gran Poder. La Paz. 1989
188
189
Tarabuco. 2007
190
191
Alacitas. La Paz. 1995
192
193
La Paz. 1995
194
Alacitas. La Paz. 1995
195
Uyuni. 2007
196
Tarabuco. 2007
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La Paz. 1989
198
La Paz. 1993
199
200
Paisajes desde Bolivia
201
Salar de Uyuni. 2009 202
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Salar de Uyuni. 2001
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Salar de Uyuni. 2009
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En este volumen muestro una selección del material fotográfico que he realizado en mis visitas a Bolivia. Es parte de las sensaciones, alegrías, penas, vivencias del tiempo que he pasado en este pais. No hubiera sido posible este trabajo sin la amistad y afecto que me brindaron en Bolivia muchas personas: Lucia y Juan Gabriel Quesada y Ana Maria de Quesada. Gracias por vuestra acogida siempre que os he visitado en Potosí, Uyuni y Cochabamba Humberto alias “Pocho”, nuestro buen guía y conductor de interminables Kms. Hombre cabal y buena persona. Familia de Eduardo Beltran y Meli en Santa Cruz de la Sierra. Magaly Beltran , Vicky y su madre por las atenciones y acogida en La Paz. Familia de Rene Ahenke en Cochabamba. Fernando Cuellar compañerito de fatigas en el tren de la “muerte” Rosario Aban, Isabel Peñaranda, Rodrigo Grisi. Teresa Chavez. Azucena Villaroel. Fernando Ruiz. Familia Lozada. Luciel Rios. Chiti Zambrana. Mi tia Dolores Bergasa, Misionera en Gunay, El Alto, Cochabamba y Trinidad, donde le visite y pude ver su entrega a los demás. A mis compañeros de viaje: Luis Garin: Amigo gracias por tus “cuentitos” y paciencia. Enrique Urdanoz. Realizador de seis documentales que nos permitieron vivir unos días inolvidables Paco Corral. Alberto Uztarroz, Pedro Bergasa, Patxi Mateo, Adolfo Martinez, Iñaki Arriazu, Amanci Zamora y Juan Manuel Castro Prieto. A Javier Solano, periodista de TVE por su colaboración desinteresada escribiendo el texto “ Bolivia: Un pais de ensueño” A Amparo por su comprensión Y a todas las personas que he fotografiado.
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Exposiciones y BibliografĂa
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Miguel BERGASA. Pamplona Exposiciones Individuales Pueblos Indígenas de América. Médicos Mundi. Pamplona 2008 Paisajes de Latinoamérica. Centro Cultural “ Juan de Salazar “ . Asunción . Paraguay. Octubre 1998 Paraguay y otras Miradas. Museo del Barro. Centro de Artes Visuales. Asunción. Paraguay. Octubre 1998 Miradas en Latinoamérica. Ayuntamiento Guadalajara. Septiembre 1996 “En Busca del Sur” . Médicos Mundi. Casa de América. Madrid. 1995 Miradas en Latinoamérica Photomuseum. Zarautz . Guipúzcoa .Septiembre 1993 Miradas en Latinoamérica Instituto Cervantes . Tetuán. Marruecos . Abril 1993 Miradas en Latinoamérica. Ayuntamiento de Pamplona. Mayo 1992 El Hombre y su entorno laboral. Museo de Arte e Historia. Durango. Vizcaya. Noviembre.1989 El Hombre y su entorno laboral / Naturaleza. Galería “Nueva Imagen”.- Pamplona. Junio 1987. Centro de Arte y Diseño “Fabrica”. Asunción. Paraguay. Octubre 1986. Agrupación Fotográfica - Guadalajara. Marzo 1984. Galería “Artesanos”- Asunción. Paraguay. Diciembre 1983. Galería “Ttopara” - Fuenterrabia. Guipúzcoa. Octubre 1981. Agrupación Fotográfica Gijonesa Gijón. Abril 1980. Sociedad Fotográfica de Guipúzcoa San Sebastián Julio 1979 Sala de Exposiciones. C. M. Loyola Madrid. Mayo 1979. Agrupación Fotográfica - Guadalajara. Enero 1979. Real Sociedad Fotográfica Madrid. Noviembre 1977.
Con Luis Garin. 2009
Obras en museos y colecciones Center for Creative Photography. Tucson. Arizona,.EEUU. Museo Municipal de Limojes. Francia Museo de Navarra. Pamplona Museo del Barro. Centro de Artes Visuales. Asunción. Paraguay Centro Atlántico de Arte Moderno. Las Palmas Comunidad de Madrid. Dirección de Cultura Photomuseum. Zarauz. Guipuzcoa Colecciones Privadas
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San Juan. 1989
Exposiciones Colectivas “El Tiempo Amarillo”. Museo del Traje .Madrid. Marzo - Mayo 2011 “El Tiempo Amarillo”. Centro Cultural Fundación Círculo de Lectores Barcelona. Diciembre 2010 “Inventarium” Centro de Artes Visuales. / Museo del Barro. Asunción. Paraguay. Diciembre 2010 “Carne” Centro de Artes Visuales. / Museo del Barro. Asunción. Paraguay. Julio 2010 Arte Solidario. Complejo “El Águila “Comunidad de Madrid. Marzo 2005 (Catalogo) Ver y Sentir: Valencia Fotografiada. Buenos Aires .Argentina. Mayo 2004 Ver y Sentir: Valencia Fotografiada. Las Atarazanas. Conselleria de Cultura. Valencia. Febrero /Marzo. 2003. (Catalogo) Colección Comunidad Madrid. ARCO. Febrero 2002 New Frontiers. Galería Claudia. FOTOFEST. Houston EEUU. Marzo – Abril 2002 Al Sur del Lugar. Museo de América. PhotoEspaña 01. Madrid. Junio – Julio 2001 Al Sur del Lugar. Centro Cultural “Juan de Salazar “Asunción. Paraguay. Mayo 2001. (Catalogo) BaluArte. Pabellón Mixto Ciudadela y Museo de Navarra. Junio 2000 Aires: Luz y Sombras de Las Palmas de Gran Canarias. CAAM. Enero 2000. (Catalogo) Tierras, Gentes, Pueblos. Ciudadela de Pamplona. Ateneo Navarro / Ayuntamiento Pamplona. Agosto 1997. (Catalogo) Fragmentos: La Granja. Sala CANONIGOS .San Ildefonso .Segovia Agosto 1992 Photography of the 80’s: Recent Acquisitions. Center for Creative Photography. The University of Arizona, Tucson - Arizona (USA). Julio a Septiembre 1988. Seleccionado por la Galería “Redor “para Feria de Arte Contemporáneo “ARCO” Madrid.1988 Colectiva “Mi Favorita y Yo” .Galería “Nueva Imagen”. Pamplona .Enero. 1987 (Catalogo) Exposición “La Fotografía en el Museo “. Museo Español de Arte Contemporáneo. M.E.A.C. Madrid. Diciembre 1985 a Abril 1986. (Catalogo)
En Tarata con Ulises Hermosa de los Kjarkas y Sonia Rojas. 1989 225
Seleccionado por la Galería “Redor “de Madrid para participar en una exposición de Fotografía Española en: Universidad de Florida. EE. UU. Diciembre 1983. Universidad de Ohio State. EE.UU. Mayo 1984 Salón de Invités. Lodz. Polonia. 1984 Exposición Colectiva “Humanizar la Tierra “(Itinerante por España y resto de Europa). 1983/1984 IV Muestra Fotográfica del País Vasco Bilbao. Mayo.1983 Exposición de originales del libro “FOTOGRAFIAS “en: Pamplona.Abril.1981.Lérida.Mayo.1981Tarragona.Junio.1981.Madrid.Octubre.1981. Bilbao. Enero. 1982. San Sebastián. Marzo. 1982. Fotografía Navarra. Bayona. Francia. Noviembre. 1980 I Semana de la Fotografía Española. Guadalajara Junio. 1980 Juan Quesada. Carlos Zozaya. Humberto “Pocho”. Fotografía Española. (Itinerante). U.R.S.S. 1980 Adolfo Martinez. en Tihahuanaco. 2005 Spanish Photography. (Itinerante). Reino Unido. 1980 Fotomostra “ILTIRDA” -1980”. 4 Fotógrafos Navarros. Lérida. Mayo.1980 I Muestra Fotográfica Española. Salón “Sonimag “Barcelona. Octubre.1979 Fotomostra “ILTIRDA-1979” .Lérida .Mayo 1979 Muestra Colectiva “5 Autores Españoles” - Centro Cultural “Juan de Salazar’” Asunción .Paraguay. Octubre 1977 Tres fotógrafos Navarros: - C.M. Universitario “Loyola.” Madrid. Enero 1977 (Catalogo) - C.M. Universitario “Cerbuna” Zaragoza. Abril. 1977. (Catalogo) Publicaciones REVISTAS: GEO. Nueva Lente. Madrid - Arte Fotográfico. Madrid - Photo. Madrid. - Photovision. Madrid. - Flash-Foto. Barcelona.- Diario 16. - Cambio 16.- El Sol. - V.-Men. Oslo LIBROS: -”Photography Year Book.1981”. Londres. -”Fotografías”. (Bergasa, Cánovas. Guerendiain. Torregrosa.) 1981. Pamplona. -”Un día en la vida de España”.. New York. 1987 “ Fotografía Española: Proyecto Cuatro Direcciones”. Museo “Reina Sofía “ Madrid. Libro Guía 1991. -”Imágenes y Palabras “ Ayuntamiento de Pamplona. 1997 -”Aires: Luz y Sombras de Las Palmas de Gran Canarias “. CAAM. Las Palmas 2000 “Ver y Sentir: Valencia Fotografiada”. Consorcio de Museos. Valencia. 2003 Parque Eduardo Avaroa. 2001 226
-”Mennonitas”. 2010 -”Paraguay”. 2011 -”Paisajes”. 2011 -”Sanfermines” 1972-2011. 2012 -”Después Del Tiempo”. 2012 -“Bolivia, un pais de ensueño”. 2013 Diversos En 1981 edita y publica sus trabajos “Nubes y Mar”, “Brumas y Nieblas” y “Parques y Bosques” en el libro “FOTOGRAFIAS”, junto con trabajos de otros tres autores. En Abril 1987 es seleccionado por la editorial norteamericana Collins Publishers,para participar en el proyecto “Un día en la vida de España”, celebrado el 7 de Mayo de 1987. En Octubre de 1991 viaja a la India como enviado de la revista GEO para la realización de fotografías para el Especial INDIA que se publica en Febrero 1992 Desde 1983 al 2009 viaja a Latinoamérica (Paraguay, Bolivia, Brasil, Perú , Ecuador, Cuba, Chile, Uruguay, Panamá y México ), realizando diversos reportajes fotográficos para revistas y coordinando la elaboración de documentales para TV. Trabajos
fotográficos
:
“ Miradas en Latinoamérica “ (1983 - 2009) . Colección Blanco y Negro “ Mennonitas en Paraguay “ - Paraguay “ Aviones carniceros “ - Bolivia. “ El Tren La Paz (Bolivia ) – Arica. ( Chile ) “ Cactus “ - Bolivia y México “ Misiones Jesuíticas “ - Paraguay y Bolivia Coordinador de Documentales de TV:
Humberto”Pocho”. Carlos Zozaya. Juan Quesada. Beni. 2005
“Mennonitas en Paraguay “- Paraguay 1988 “A través del Río Paraguay “- Paraguay 1990 “Aviones Carniceros “- Bolivia 1990 “Nueva Trova Cubana “- Cuba 1991 “Fotógrafos de la Revolución Cubana “- Cuba 1991 “Misiones de Chiquitos”. Bolivia 2006 227
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