Saramago reloaded, o un nuevo ensayo sobre la ceguera

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Saramago reloaded, o Un nuevo Ensayo sobre la ceguera Hay gran regocijo por el crecimiento de la Iglesia evangélica; cada vez vemos más templos, hay mayor testimonio cristiano en la mayoría de campos sociales (basta mencionar que la Presidente del Consejo de Ministros es evangélica, y con un buen testimonio de gran parte de los líderes políticos del país). Se ha incursionado con victoria en el arte, sea la música (las canciones de Jesús Adrian Romero se oyen por emisoras públicas) o en la cinematografía (en las salas de cine locales se proyecta una película de cariz milenarista, intitulada Apocalipsis 1). Por otra parte existen varios canales de televisión, y en señal abierta, en algunos casos netamente evangélicos (léase del Movimiento Misionero Mundial), emisoras radiales, revistas, etc. Sin embargo cabe preguntarse si los cimientos de este vertiginoso crecimiento multidimensional son lo suficientemente sólidos para soportar la construcción de mayores proezas. Quizás nuestra perspectiva ha fallado y nos encontremos en una desoladora situación, descrita ya por Marcos Vidal en su canción El verbo se hizo carne. Quizás, hipotéticamente, tratamos de erigir una Torre de Babel…evangélica, olvidando los aspectos fundamentales de nuestra fe, de manera subrepticia y solapada, hasta podría decirse inconsciente. En efecto, hay evidencias cuya presencia alertan a los especialistas, sean estos teólogos, laicos, pastores, etc. Entre las más notorias tenemos el crecimiento institucional de varias denominaciones, que poco parecen ser comunidades guiadas por el Espíritu, asemejándose más a complejas estructuras burocráticas 2, como las que pintaba Kafka en su libro El proceso. También debemos considerar el “cambio de paradigma” de muchos evangélicos, pues hay una escasa preocupación por la escatología 3, por el retorno de Cristo, y la conciencia del Juicio Final es difusa, sea cual sea la interpretación que se le dé. La preocupación ahora es de naturaleza inmanente, nos agobian las cosas materiales, tener un Smartphone de última generación, o etiquetar a nuestros amigos en la última publicación, o mejorar cuanto se pueda la casa que nos cobija. Y lo anterior no es pecado flagrante, más bien, el problema radica en el deslizamiento de éstas actividades hacia el centro de nuestros corazones, en la preponderancia que ocupan sobre nuestras prioridades. ¿No será esto el origen de la monetarización de la teología en las últimas décadas (léase Teología de la prosperidad)? No obstante lo anterior, que puede muy bien caracterizar a unas congregaciones en exclusión de otras, hay una señal más alarmante, y que sí involucra a la gran mayoría de iglesias y denominaciones, es el progresivo y silencioso descuido de la lectura seria y responsable de la Biblia, la Palabra de Dios. O, en palabras de Stot 4, “ha sido penoso observar que en las últimas décadas se le ha quitado a la Biblia la posición de reconocida autoridad, 1 Título que no hace justicia al original Left behind, homónimo del Best Seller, en el cual se inspira el film, escrito por Tim La Haye. La saga consta de 12 libros en total y es necesario informar que compitió con Harry Potter en las listas de libros más vendidos del New York Times. Otra cuestión es la valoración teológica y artística de la película, cuyo tratamiento tomaría otro artículo. 2 Hagamos un fast test, ¿alguno de ustedes ha conversado cara a cara con sus dirigentes nacionales? 3 Aclaremos más el panorama, esta descripciones no son absolutas, hay muchas congregaciones en las que el tema escatológico es eminente y fundamental, incluso se diría absorbente. Esta caracterización, por tanto, no es absoluta, sino general, pues reconoce la existencia de honrosas excepciones. 4 Stot, John (1995). El cristiano contemporáneo. Ed. Nueva Creación. Buenos Aires Argentina. p 153.


no solo en la nación, sino también en la iglesia”. ¿Cuáles son las pruebas que nos llevan a afirmar tamaña acusación contra la honorable Iglesia del Señor? Peor aún, ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de seguir la situación de la misma manera? 1. El gran desconocimiento del Antiguo Testamento (AT)5. Hagamos un examen comparativo. Si con gran dificultad un cristiano promedio puede describir el argumento central del Evangelio según San Juan, imagínense cuán difícil le resultaría dar un resumen de la Epístola a los Hebreos o de la de Judas. Si ésa es la realidad, y lo es en la mayoría de casos, qué podremos decir del conocimiento medio que tiene la mayoría de evangélicos sobre los profetas menores, sobre las dinastías de Israel, el Exilio o el periodo turbulento de los Jueces, para mencionar algunos tópicos del AT. Padres de familia, respondan sinceramente ¿Cuál ha sido la última historia bíblica del Antiguo Testamento que han enseñado a sus hijos?, ¿Cuál ha sido la última cita de los profetas mayores que ustedes han memorizado? Jóvenes, amantes del vértigo, la emoción y la tecnología, ¿Conocen cuál es el mensaje de Sofonías o Nahúm? Pastores de las Iglesias, ¿Cuál fue el último sermón que tomó como base las profecías complejas de Zacarías o las lamentaciones de Habacuc? Bonhoeffer afirmaba que, cuando no estaba formado el canon del Nuevo Testamento, el ancla que permitió a la iglesia primitiva soportar la presión externa del Imperio Romano, mediante sus persecuciones cruentas, y la interna, mediante el asedio camuflado y seductor del gnosticismo en su fase larval, fue la pasión con la que las comunidades cristianas leían, meditaban, memorizaban y exponían el Antiguo Testamento. Es posible, por tanto, explicar la situación lánguida de la iglesia, en general 6, por la carencia de conocimiento bíblico y por la pobreza de los púlpitos, que se contentan con repetir siempre los sermones Novo testamentarios clásicos7. En cambio, el gran Lutero decía, “No he hecho más que proclamar, predicar y escribir la Palabra de Dios, y nada más”. 8 2. La pasividad receptiva de la mayoría de evangélicos. El evangélico promedio escucha más sermones que en cualquier época de la historia de la iglesia, tomando en cuenta las prédicas dominicales, la radio, la televisión, las campañas evangelísticas, los aires libres, etc. Debemos dar gracias a Dios por los recursos con los que contamos actualmente. Sin embargo, cuesta creer la facilidad con que los mensajes son recibidos y asimilados. Es asombroso ver cómo la gente cree a pie de puntillas todo lo que un predicador dice. Parecen más de Tesalónica que de Berea, El que lea, entienda. Esto se relaciona directamente con el punto número uno, puesto que será imposible reconocer lo falso inmiscuido y entremezclado en lo verdadero si nuestra mente no está en contacto frecuente con la Verdad misma. Es cierto que hay buenos predicadores, sin embargo, también es cierto que nos faltan expositores de la 5 Y de las secciones menos famosas del Nuevo Testamento. 6 Es justo decir que hay pequeñas comunidades y grandes congregaciones, cuyos miembros aún poseen un testimonio vivo y liberador. 7 Claro, uno podría escuchar semanalmente la Historia de Zaqueo o de Jonás. Ese no es el problema. Éste radica en la liviandad exegética y hermenéutica de la mayoría de sermones. A la vez, también aquí hay honorables excepciones. 8 Grimberg, Carl (1987) Historia Universal, Protestantismo y budismo. Tomo 20, p. 34.


Palabra, como George Fox, que “predique con apasionamiento e invoque a la población a despertar del letargo espiritual en el que está inmerso”9. 3. [No] Me gustas cuando callas, porque estás como ausente. Y, por si fuera poco, la iglesia evangélica, en general, es culpable de callar ante el desangramiento cotidiano que vive nuestro país. Día tras día, los robos aumentan, la inseguridad es la sombra que respira en nuestras nucas. Ni pobres ni ricos están vacunados contra el salvajismo que nutre las veredas de nuestras ciudades, el transporte se ha convertido en símil de mortandad, paridora de orfandad. La mente de Caín está en el inconsciente colectivo, como la bruma que llena el espacio los días de neblina, pues la vida vale menos que un celular. Y la Iglesia calla, enmudece ante los poderes de este siglo, no denuncia, no acusa, es timorata, más por ignorante10 que por cobarde. Qué diría Zwinglio, quien “comenzó a tronar desde el púlpito contra [el] humillante tráfico de sangre humana y contra la guerra”. 11 Las figuras de Elías, Ezequiel y Amós se yerguen sobre nuestra quietud amodorrada para despertarnos, para llamarnos la atención. ¿Es necesario sufrir nuevamente otro Exilio para tomar con seriedad la Palabra de Dios, proféticamente? *** Si continuamos con una teología shopping, pronto reviviremos el contexto en el cual se gestó la Reforma protestante, y algún hermano, simple y sencillo, como Juan el Bautista, encenderá la tea de la Palabra de Dios, clavando 95 tesis en el núcleo de nuestros corazones. 12 “Poca esperanza hay de una profunda reforma nacional o de una renovación en la iglesia, a menos que la Palabra de Dios vuelva a ser respetada y leída ampliamente, y que se vuelva a prestar atención a sus enseñanzas”13. Quiera Dios, que podamos nuevamente añorar su Palabra, como el Rey David, meditarla, como Bonhoeffer, exponerla, como Spurgeon, cantarla, como Fanny Crosby, compartirla, como Wycliffe, y memorizarla, como nuestro Señor Jesucristo, para tener una Iglesia Semper reformanda.

9 El errante inglés, en Impacto Evangelístico, Edición 723, Abril 2014. p. 33. 10 Otra vez, volvamos al punto número uno. 11 Grimberg, Carl (1987) op. cit., p. 24. 12 Por cierto, este año se celebrarán 498 años del Redescubrimiento de la Salvación por la fe sola, de la Reforma protestante, ¿Seguiremos haciendo anti-Halloween, en detrimento de la celebración de tal acontecimiento? 13 Stot, John (1995) op. cit., p 153.


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