Vivere militare est

Vivere militare est (Vivir es luchar) “Cuando se ama el porvenir, es preciso renunciar a todo en el presente… ¡ A todo hermano!”

La madre Máximo Gorki Quiero mostrarte la alegoría de la vela: Este objeto común y corriente, uno entre muchos, inyecta sentido a su existencia cuando se enciende una luz en ella, inundando la penumbra de esplendor, acorralando toda oscuridad; sin embargo hay un costo alto para cumplir ésta misión, ella debe consumirse en el proceso, no hay alternativas, si anhela cumplir su cometido deberá renunciar a todo, luchará, como diría Unamuno, agónicamente, por mantener aquella lumbrera de la cual es simple portador.

Por tanto, diremos que nada fácil es de valor. Jesús lo afirmaba al identificarse con el grano de trigo que muere para dar vida a otros; Pablo, con las figuras del atleta que se abstiene de todo y del agricultor quer trabaja arduamente. Además, todo esfuerzo, inexorablemente, recibe su recompensa: Kant, luego de 10 años de meditación metódica y rigurosa, escribe la Crítica de la razón pura, y con ésta logra un puesto merecido, insoslayable y obligado en la historia de la filosofía; Lutero, encerrado en el castillo de Wartburg, traduce incansablemente la biblia desde los idiomas originales al alemán en 12 años y 10 meses, elevando el nivel lingüístico de su idioma y produciendo uno de los cambios más importantes en la historia de la Iglesia; Juan el bautista se prepara décadas en el desierto para ejercer una misión brevísima pero trascendental en el ministerio de Jesús: preparar el camino para su llegada.

En un orden teológicamente inverso, según Stott, existen poderosos incentivos para asumir con todo nuestro ser la sacra tarea encomendada, la Misión Cristiana en la Universidad.

Por nuestro bien, como Kant, ya que en la obediencia, imperativa y excluyente, a la voz de Dios, nos encontramos, somos realmente seres humanos y hallamos nuestra verdadera posición en el mundo y el real sentido de vivir.

Por el bien de los demás, como Lutero, pues el evangelio posee un carácter estrictamente benéfico, libera del pecado y sus consecuencias al ser humano, lo reconcilia con Dios, le provee una nueva familia y le brinda el don del su Espíritu Santo.

Por Cristo, como Juan el Bautista, ¡No vale, acaso, la pena inmolar nuestros sueños, deseos, comodidades y el ser mismo, por Aquel que lleno de amor derramó su sangre en la Cruz?, ¿No anhelamos que su nombre sea exaltado por todos como Señor del Universo?

Cristo Jesús (punto de partida y meta litúrgica, maestro paciente y compañía en el camino, juez recto y pastor silente, Señor de la historia y Creador del Universo) y su gloria, por tanto, es el incentivo más poderoso para ser esa vela pequeña y frágil que alumbra incesantemente en medio de la mediocridad, el conformismo, la apatía y el cinismo. ¿Has oído ya la voz de Dios? ¡Deja que Él coloque el fuego e incendie tu vida!