Segunda época. año 2 Enero-marzo de 2011
V. LOMBARDO T. Un programa electoral debe señalar las causas por las cuales nuestro país no es independiente desde el punto de vista económico y la manera de liberarlo de las fuerzas del exterior que impiden su desarrollo natural y libre.
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Revista de teoría y política del Partido Popular Socialista de México
Federico Engels / Introducción de 1891 a La Guerra civil en Francia (fragmento) Vladímir Ílich Lenin / La transición del capitalismo al comunismo (fragmento) Vicente Lombardo Toledano / Los convenios entre adversarios; las vías hacia el socialismo, y ¿la vía violenta o la pacífica? (fragmentos) Ricardo Alarcón de Quesada / Cuba y la lucha por la democracia. José Santos Cervantes / ¿Es posible avanzar hacia la liberación nacional por la vía electoral? Juan Campos Vega / Los partidos electorales de la derecha Cuauhtémoc Amezcua Dromundo / La construcción de los instrumentos político-electorales de las fuerzas populares y la batalla contra el neoliberalismo Luis Miranda Reséndiz / El movimiento de masas en la lucha antineoliberal.
¡Sin teoría revolucionaria no hay acción revolucionaria!
Forro en blanco
Revista de teoría y política
del Partido Popular Socialista de México
segunda época. año ii, núm. 6, abril-junio de 2011
Contenido Carlos Marx
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Instrucción sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional Federico Engels
Sobre la acción política de la clase obrera Vladímir Ílich Lenin
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Rosa Luxemburgo
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Internacional Comunista
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Huelga de masas, partido y sindicatos
Tesis sobre la acción comunista en el movimiento sindical
Director: José Santos Cervantes
Consejo Editorial: Miguel Guerra Castillo Luis Miranda Reséndiz Martín Tavira Urióstegui Jorge Tovar Montañés Santos Urbina Mendoza Consejo de Redacción: Carmen Chinas Salazar Martha Elvia García García Mario Efrén Ochoa Vega Administrador: Bartolomé González Galindo Diseño y composición: Comisión de Diseño
Vicente Lombardo Toledano
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Partido Popular Socialista de México
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Martha Elvia García García
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Los sindicatos y la política
Director General: Cuauhtémoc Amezcua Dromundo
Subdirector: Juan Campos Vega
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¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento
Directorio
Avances en la tarea de construir la fuerza que nos liberará del imperialismo y pondrá rumbo al socialismo
¿Un candidato de las fuerzas populares con rumbo a la liberación nacional? ¿Qué aspectos deberían definirlo? Juan Campos Vega
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Nunca habrá democracia si no hay justicia para todos Cuauhtémoc Amezcua Dromundo
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El análisis concreto de nuestra realidad concreta, ¿en qué consiste y qué formas de lucha aconseja?
Portada: Lenin (detalle) José Santos Urbina. es una publicación trimestral, de teoría y política, del Partido Popular Socialista de México; corrreo electrónico: revistateoriaypractica@gmail.com; Internet: http:// www.ppsm.org.mx/teoriaypractica. Se permite la reproducción total o parcial del material publicado, mencionando la fuente.
A manera de presentaci贸n
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Instrucción sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional (Fragmento)
Carlos Marx
5. trabajo cooperativo a Asociación Internacional de los Trabajadores L se propone unir, llevando a un mismo cauce, los movimientos espontáneos de la clase obrera, pero, de ninguna manera, dictarle o imponerle cualquier sistema doctrinario. Por eso, el Congreso no debe proclamar uno u otro sistema especial de cooperación, sino que ha de limitarse a la enunciación de algunos principios generales. a) Nosotros estimamos que el movimiento cooperativo es una de las fuerzas transformadoras de la sociedad presente, basada en el antagonismo de clases. El gran mérito de este movimiento consiste en mostrar que el sistema actual de subordinación del trabajo al capital, sistema despótico que lleva al pauperismo, puede ser sustituido con un sistema republicano y bienhechor de asociación de productores libres e iguales. b) Pero, el movimiento cooperativo, limitado a las formas enanas, las únicas que pueden crear con sus propios esfuerzos los esclavos individuales del trabajo asalariado, jamás podrá transformar la sociedad capitalista. A fin de convertir la producción social en un sistema armónico y vasto de trabajo cooperativo son indispensables cambios sociales generales, cambios de las condiciones generales de la sociedad, que sólo pueden lograrse mediante el paso de las fuerzas organizadas de la sociedad, es decir, del poder político, de manos de los capitalistas y propietarios de tierras a manos de los productores mismos. c) Recomendamos a los obreros que se ocupen preferentemente de la producción cooperativa, y no del comercio cooperativo. Este último no afecta más que la superficie del actual sistema económico, mientras que la primera socava sus cimientos. d) Recomendamos a todas las sociedades cooperativas que conviertan una parte de sus ingresos comunes en fondo de propaganda de sus principios, tanto con el ejemplo, como con la palabra, a saber, contribuyendo al establecimiento de nuevas sociedades cooperativas de producción, a la par con la difusión de su doctrina.
A fin de evitar la degeneración de las sociedades cooperativas en simples sociedades burguesas por acciones (sociétés par actions), los obreros de cada empresa, independientemente de si están asociados o no, deben cobrar igual parte de los ingresos. Podemos consentir, a título de compromiso puramente temporal, que los asociados cobren, además, un interés mínimo.
6. sociedades obreras (tradeunions). su pasado, su presente y su porvenir A) Su pasado El capital es una fuerza social concentrada, mientras el obrero no dispone más que de su fuerza de trabajo. Por consiguiente, el contrato entre el capital y el trabajo jamás puede concertarse sobre bases equitativas, equitativas incluso desde el punto de vista de la sociedad en la que la propiedad sobre los medios materiales de existencia y de trabajo se halla de un lado, y las energías productivas vitales, del lado opuesto. La única fuerza social de los obreros está en su número. Pero, la fuerza numérica se reduce a la nada por la desunión. La desunión de los obreros nace y se perpetúa debido a la inevitable competencia entre ellos mismos. Originariamente, las tradeuniones nacieron de los intentos espontáneos que hacían los obreros para suprimir o, al menos, debilitar esta competencia, a fin de conseguir unos términos del contrato que les liberasen de la situación de simples esclavos. El objetivo inmediato de las tradeuniones se limitaba, por eso, a las necesidades cotidianas, a los intentos de detener la incesante ofensiva del capital, en una palabra, a cuestiones de salarios y de duración del tiempo de trabajo. Semejante actividad de las tradeuniones, además de legítima, es necesaria. Es indispensable mientras exista el actual modo de producción. Es más, esta actividad debe, extenderse ampliamente mediante la formación y la unidad de las tradeuniones en todos los países. Por otra parte, sin darse cuenta ellas mismas, las tradeuniones se fueron convirtiendo en centros de or5
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ganización de la clase obrera, del mismo modo que las municipalidades y las comunas medievales lo habían sido para la burguesía. Si decimos que las tradeuniones son necesarias para la lucha de guerrillas entre el capital y el trabajo, cabe saber que son todavía más importantes como fuerza organizada para suprimir el propio sistema de trabajo asalariado y el poder del capital.
tas las circunstancias excepcionales, se ven privados de toda capacidad de acción. Las tradeuniones deben mostrar a todo el mundo que no luchan por intereses estrechos y egoístas, que su objetivo es la emancipación de los millones de oprimidos.
B) presente
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La presente instrucción fue escrita por Marx para los delegados al Consejo Central Provisional (denominado posteriormente Consejo General), enviados al I Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores celebrado del 3 al 8 de septiembre de 1866, en Ginebra. La instrucción sugería las soluciones de los problemas a examinar en el Congreso. Se planteaban en ella varios problemas concretos, y la lucha por el cumplimiento de estos últimos debía unir a las masas obreras, elevar su conciencia de clase e incorporarlas a la lucha común de la clase obrera. De los nueve puntos formulados por Marx seis fueron aprobados como resoluciones del Congreso: acerca de la unidad internacional de acción, de la reducción de la jornada de trabajo, del trabajo de los niños y las mujeres, del trabajo cooperativo, de los sindicatos y de los ejércitos permanentes.
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Trátase de la amplia participación de las tradeuniones inglesas en el movimiento democrático general en pro de la segunda reforma del derecho electoral en los años de 1865 a 1867. La primera tuvo lugar en 1831-1832 y dio acceso al parlamento a representantes de la burguesía industrial.
El 23 de febrero de 1865, en la asamblea de los partidarios de la reforma del derecho electoral, a iniciativa y con la participación activa del consejo general de la internacional, se adoptó el acuerdo de fundar la Liga de la Reforma, que se erigió en centro político de dirección del movimiento masivo de los obreros por la segunda reforma.
A instancia de Marx, la Liga de la Reforma planteó las reivindicaciones del derecho electoral para toda la población masculina adulta del país. Sin embargo, debido a las vacilaciones de los radicales burgueses en la dirección de la liga, asustados por el movimiento masivo de los obreros, así como a la política de conciliación de los líderes oportunistas de las tradeuniones, la liga no pudo llevar a la práctica la línea trazada por el consejo general; la burguesía inglesa consiguió escindir el movimiento, y en 1867 se celebró una reforma mutilada, concediéndose el derecho de elegir nada más que a la pequeña burguesía y a las cumbres de la clase obrera, de modo que el grueso de la clase obrera siguió privado de derechos políticos.
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Durante la guerra civil de los EE.UU., las tradeuniones norteamericanas apoyaban activamente a los estados del norte en su lucha contra los esclavistas.
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La conferencia de las tradeuniones británicas de Sheffield se celebró del 17 al 21 de julio de 1866, discutiéndose en ella la cuestión de los lock-out.
Ocupadas con demasiada frecuencia en las luchas locales e inmediatas contra el capital, las tradeuniones no han adquirido aún plena conciencia de su fuerza en la lucha contra el sistema de la esclavitud asalariada. Por eso han estado demasiado al margen del movimiento general social y político. Sin embargo, últimamente, por lo visto, se ha despertado en ellas la conciencia de su gran misión histórica; como lo prueban, por ejemplo, su participación en el movimiento político de Inglaterra,2 la más amplia comprensión de su función en los Estados Unidos3 y la siguiente resolución adoptada en la reciente gran Conferencia de los delegados de las tradeuniones celebrada en Sheffield:4 “La conferencia, apreciando en su justo valor los esfuerzos de la Asociación Internacional para unir con lazos fraternales a los obreros de todos los países, recomienda encarecidamente a las distintas sociedades representadas aquí que se afilien a dicha Asociación, con el convencimiento de que eso contribuye esencialmente al progreso y la prosperidad de toda la comunidad obrera”.
Notas
C) Su porvenir Aparte de sus propósitos originales, deben ahora aprender a actuar deliberadamente como centros organizadores de la clase obrera ante el magno objetivo de su completa emancipación. Deben apoyar a todo movimiento social y político en esta dirección. Considerándose y actuando como los campeones y representantes de toda la clase obrera, tienen el deber de llevar a sus filas a los obreros no asociados (non society men). Deben preocuparse solícitas por los obreros de las ramas más miserablemente retribuidas, como, digamos, de los obreros agrícolas, que, vis-
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Sobre la acción política de la clase obrera1
Federico Engels a abstención absoluta en política es L imposible; todos los periódicos abstencionistas hacen también política. El
quid de la cuestión consiste únicamente en cómo la hacen y qué política hacen. Por lo demás, para nosotros la abstención es imposible. El partido obrero existe ya como partido político en la mayoría de los países. Y no seremos nosotros los que lo destruyamos predicando la abstención. La experiencia de la vida actual, la opresión política a que someten a los obreros los gobiernos existentes, tanto con fines políticos como sociales, les obligan a dedicarse a la política, quiéranlo o no. Predicarles la abstención significaría arrojarlos en los brazos de la política burguesa. La abstención es completamente imposible, sobre todo después de la Comuna de París, que ha colocado la acción política del proletariado a la orden del día. Queremos la abolición de las clases. ¿Cuál es el medio para alcanzarla? La dominación política del proletariado. Y cuando en todas partes se han puesto de acuerdo sobre ello, ¡se nos pide que no nos mezclemos en la política! Todos los abstencionistas se llaman revolucionarios y hasta revolucionarios por excelencia. Pero la revolución es el acto supremo de la política; el que la quiere, debe querer el medio, la acción política que la prepara, que proporciona a los obreros la educación para la revolución y sin la cual los obreros, al día siguiente de la lucha, serán siempre engañados por los Favre y los Pyat. Pero la política a que tiene que dedicarse es la política obrera; el partido obrero no debe constituirse como un apéndice de cualquier partido burgués, sino como un partido independiente, que
tiene su objetivo propio, su política propia. Las libertades políticas, el derecho de reunión y de asociación y la libertad de la prensa: éstas son nuestras armas. Y ¿deberemos cruzarnos de brazos y abstenernos cuando quieran quitárnoslas? Se dice que toda acción política implica el reconocimiento del estado de cosas existente. Pero cuando este estado de cosas nos da medios para luchar contra él, recurrir a ellos no significa reconocer el estado de cosas existente.
Nota 1
Acta hecha por el autor del discurso pronunciado en la sesión de la conferencia de Londres, el 21 de septiembre de 1871.
La Conferencia de la I Internacional celebrada en Londres se reunió del 17 al 23 de septiembre de 1871. Convocada en un ambiente de crueles represiones contra los miembros de la internacional después de la derrota de la Comuna de París, tuvo una representación relativamente reducida: participaron en sus labores 22 delegados con voz y voto y 10 con voz. Los países que no pudieron enviar delegados fueron representados por los secretarios corresponsales del consejo general. Marx representaba a Alemania, y Engels, a Italia.
La conferencia de Londres significó una importante etapa en la lucha de Marx y Engels por la creación del partido proletario. La conferencia adoptó la resolución Sobre la acción política de la clase obrera, cuya parte fundamental fue incluida, por acuerdo del Congreso de la Internacional celebrado en La Haya, en los Estatutos Generales de la Asociación Internacional de los Trabajadores. En varias resoluciones de la conferencia fueron formulados importantes principios tácticos y de organización del partido proletario, asestándose un golpe al sectarismo y al reformismo. La conferencia de Londres desempeñó un gran papel en la victoria de los principios del partidismo proletario sobre el oportunismo anarquista.
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¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento1
(Fragmento)
Vladímir Ílich Lenin
iii. política tradeunionista y política socialdemócrata
C
omenzaremos una vez más con un elogio a Rabócheie Dielo.2 Literatura de denuncias y lucha proletaria es el título con que Martínov encabeza, en el número 10 de Rabócheie Dielo, un artículo sobre las discrepancias con Iskra.3 “No podemos circunscribirnos a denunciar el estado de cosas que entorpece su desarrollo (el del partido obrero). Debemos también hacernos eco de los intereses inmediatos y cotidianos del proletariado” (p. 63). Así formulaba Martínov el fondo de esas divergencias. “Iskra [...] es de hecho el órgano de la oposición revolucionaria, que denuncia el estado de cosas reinante en nuestro país y, con preferencia, el estado de cosas político [...] En cambio, nosotros trabajamos y seguiremos trabajando por la causa obrera, en estrecho contacto orgánico con la lucha proletaria” (ibid.) Fuerza es agradecer a Martínov esta formulación. Adquiere un destacado interés general, porque, en el fondo, no sólo abarca nuestras discrepancias con Rabócheie Dielo, sino también, en general, todas las discrepancias entre nosotros y los “economistas” en lo que a la lucha política se refiere. Hemos demostrado ya que los “economistas” no niegan en absoluto la “política”, sino que tan sólo se desvían constantemente de la concepción socialdemócrata hacia la concepción tradeunionista de la política. Exactamente igual se desvía Martínov, y por eso consentimos en tomarlo como espécimen de las aberraciones economistas en esta cuestión. Trataremos de demostrar que nadie podrá echarnos en cara esta elección: ni los autores del Suplemento especial de “Rabóchaya Mysl”,4 ni los autores de la proclama del “Grupo de autoemancipación”, ni los autores de la carta “economista” publicada en el número 12 de Iskra. A) La agitación política y su restricción por los economistas De todos es sabido que la lucha económica5 de los obreros rusos se extendió en vasta escala y se afianzó paralelamente a la aparición de la “literatura” de las
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denuncias económicas (concernientes a las fábricas y a los oficios). El contenido principal de las “octavillas” consistía en denunciar el orden de cosas existente en las fábricas, y entre los obreros pronto se produjo un verdadero apasionamiento por estas denuncias. En cuanto los obreros vieron que los círculos de los socialdemócratas querían y podían proporcionarles hojas de nuevo tipo que les decían toda la verdad sobre su vida miserable, sobre su trabajo increíblemente penoso y sobre su situación de parias, comenzaron a llover, por decirlo así, cartas de las fábricas y de los talleres. Esta “literatura de denuncias” produjo una enorme sensación, no sólo en las fábricas cuyo estado de cosas fustigaba, sino en todas las fábricas adonde llegaban noticias de los hechos denunciados. Y puesto que las necesidades y los padecimientos de los obreros de distintas empresas y de diferentes oficios tienen mucho de común, la “verdad sobre la vida obrera” entusiasmaba a todos. Entre los obreros más atrasados se desarrolló una verdadera pasión “por aparecer en letras de molde”, pasión noble por esta forma embrionaria de guerra contra todo el orden social moderno, basado en el pillaje y en la opresión. Y las “octavillas”, en la inmensa mayoría de los casos, eran de hecho una declaración de guerra, porque la denuncia ejercía una acción terriblemente excitante, movía a todos los obreros a reclamar que se pusiera fin a los escándalos más flagrantes y los disponía a sostener sus reivindicaciones por medio de huelgas. Los mismos fabricantes tuvieron, en fin de cuentas, que reconocer hasta tal punto la importancia de las octavillas como declaración de guerra, que muy a menudo ni siquiera querían aguardar a la guerra. Las denuncias, como ocurre siempre, producían gran efecto por el mero hecho de su aparición, adquiriendo el valor de una poderosa presión moral. Más de una vez bastó con que apareciera una octavilla para que las reivindicaciones quedaran satisfechas entera o parcialmente. En una palabra, las denuncias económicas (de las fábricas) han sido y siguen siendo un resorte importante de la lucha económica. Y seguirán conservando esta importancia mientras subsista el capitalismo, que engendra necesariamente la autodefensa de los obreros. En los países europeos más adelantados se puede ob-
Segundo trimestre de 2011
servar, incluso hoy, cómo denuncias de escándalos que ocurren en alguna “industria artesana” en un punto remoto o en alguna rama de trabajo a domicilio, olvidada de todos, se convierten en punto de partida para despertar la conciencia de clase, para iniciar la lucha sindical y la difusión del socialismo.6 La inmensa mayoría de los socialdemócratas rusos ha estado, durante los últimos tiempos, casi enteramente absorbida por ese trabajo de organización de las denuncias en las fábricas. Baste recordar el caso de Rab. Mysl para ver hasta qué punto había negado esa absorción, cómo se había llegado a olvidar que esa actividad por sí sola no era aún, en el fondo, socialdemócrata, sino solamente tradeunionista. En realidad, las denuncias no se referían más que a las relaciones de los obreros de un oficio determinado con sus patronos respectivos, y el único objetivo que lograban era que los vendedores de la fuerza de trabajo aprendieran a vender esa “mercancía” con mayores ventajas a luchar contra los compradores en el terreno de transacciones puramente comerciales. Estas denuncias podrían convertirse (a condición de que la organización de los revolucionarios las utilizase en cierto grado) en punto de partida y elemento integrante de la actividad socialdemócrata, pero asimismo podían conducir (y, con el culto de la espontaneidad, tenían que conducir por fuerza) a la lucha “exclusivamente sindical” y a un movimiento obrero no socialdemócrata. La socialdemocracia dirige la lucha de la clase obrera no sólo para obtener condiciones ventajosas de venta de la fuerza de trabajo, sino para que sea destruido el régimen social que obliga a los desposeídos a venderse a los ricos. La socialdemocracia representa a la clase obrera no sólo en su relación con un grupo determinado de patronos, sino en sus relaciones con todas las clases de la sociedad contemporánea, con el Estado como fuerza política organizada. Se comprende, por tanto, que los socialdemócratas no sólo no pueden circunscribirse a la lucha económica, sino que ni siquiera pueden admitir que la organización de las denuncias económicas constituya su actividad predominante. Debemos emprender activamente la labor de educación política de la clase obrera, de desarrollo de su conciencia política. Hoy día, después de la primera acometida de Zariá7 e Iskra contra el “economismo”, “todo el mundo está de acuerdo” con eso (si bien hay algunos que lo están sólo de palabra, como veremos en seguida). Cabe preguntar en qué debe consistir la educación política. ¿Es posible limitarse a la propaganda de la idea de que la clase obrera es hostil a la autocracia? Naturalmente que no. No basta explicar la opresión política de que son objeto los obreros (de la misma manera que no bastaba explicarles el antagonismo entre sus intereses y los de los patronos). Es necesario hacer agitación con
motivo de cada manifestación concreta de esa opresión (como comenzamos a hacerla con motivo de las manifestaciones concretas de opresión económica). Y puesto que las más diversas clases de la sociedad son víctimas de esta opresión, puesto que se manifiesta en los más diferentes aspectos de la vida y de la actividad sindical, cívica, personal, familiar, religiosa, científica, etc., ¿no es evidente que no cumpliríamos nuestra misión de desarrollar la conciencia política de los obreros si no noscomprometiéramos a organizar una campaña de denuncias políticas de la autocracia en todos los aspectos? Porque, para hacer agitación con motivo de las manifestaciones, concretas de la opresión, es preciso denunciar esas manifestaciones (lo mismo que para hacer la agitación económica, era necesario denunciar los abusos cometidos en las fábricas). Se diría que la cosa está clara. Pero aquí, precisamente, es donde resulta que sólo de palabra está “todo el mundo” de acuerdo en cuanto a la necesidad de desarrollar la conciencia política en todos sus aspectos. Aquí, precisamente, es donde resulta que Rabócheie Dielo, por ejemplo, no sólo no ha emprendido la labor de organizar denuncias políticas en todos los aspectos (o comenzar su organización), sino que se ha puesto a arrastrar hacia atrás también a Iskra, que había iniciado esa tarea. Oíd: “La lucha política de la clase obrera es sólo” (precisamente, no es sólo) “la forma más desarrollada, más amplia y efectiva de la lucha económica” (programa de Rabócheie Dielo: véase su número 1, p. 3). “En el presente, ante los socialdemócratas se plantea la tarea de imprimir a la lucha económica misma, en lo posible, un carácter político” (Martínov en el número 10, p. 42). “La lucha económica es el medio más ampliamente aplicable para incorporar a las masas a la lucha política activa” (Resolución del congreso de la Unión y “enmiendas”; véase Dos congresos, pp. 11 y 17). Como ve el lector, todas estas tesis impregnan a Rabócheie Dielo desde su aparición hasta las últimas “instrucciones a la redacción”, y todas ellas expresan, evidentemente, un mismo concepto de la agitación y de la lucha políticas. Analizad, pues, este concepto desde el punto de vista del criterio, que domina entre todos los “economistas”, de que la agitación política debe seguir a la económica. ¿Será cierto que la lucha económica es, en general,8 “el medio más ampliamente aplicable” para incorporar a las masas a la lucha política? Eso es falso de arriba abajo. Medios no menos “ampliamente aplicables” para tal “incorporación” son todas las manifestaciones de la opresión policíaca y de los desmanes de la autocracia, y de ningún modo tan sólo las manifestaciones ligadas a la lucha económica. ¿Por qué los zemskie nachálniki9 y los castigos corporales de que son objeto los campesinos, las concusiones de los funcionarios y el trato que la policía da a la “plebe” de las ciudades, la lucha contra los hambrientos y la persecución de los deseos 9
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de ilustración y de saber que siente el pueblo, la exacción de tributos y la persecución de las sectas religiosas, la dura disciplina del palo impuesta a los soldados y el trato cuartelero que reciben los estudiantes y los intelectuales liberales; ¿por qué todas estas manifestaciones de opresión, así como miles de manifestaciones análogas, que no guardan una relación directa con la lucha “económica”, han de representar en general medios y motivos menos “ampliamente aplicables” para la agitación política, para incorporar a las masas a la lucha política? Justamente al revés: en la suma total de los casos cotidianos en que el obrero sufre (él mismo y las personas allegadas a él) falta de derechos, arbitrariedad y violencia, es indudable que sólo constituyen una pequeña minoría los casos de opresión policíaca en el terreno de la lucha sindical. ¿Para qué, pues, restringir de antemano la amplitud de la agitación política, declarando el “más ampliamente aplicable” sólo uno de los medios, al lado del cual, para un socialdemócrata, deben hallarse otros que, hablando en general, no son menos “ampliamente aplicables”? En tiempos muy, muy remotos (¡hace un año!...), Rabócheie Dielo decía: “Las reivindicaciones políticas inmediatas se hacen asequibles a las masas después de una huelga o, a lo sumo, de varias huelgas”, “en cuanto el gobierno emplea la policía y la gendarmería” (núm. 7, p. 15, agosto de 1900). Ahora, esta teoría oportunista de las fases ha sido ya rechazada por la Unión, que nos hace una concesión, declarando: “no hay ninguna necesidad de desarrollar desde el comienzo mismo la agitación política exclusivamente sobre el terreno económico” (Dos congresos, p. 11). ¡El futuro historiador de la socialdemocracia rusa, por este solo hecho de que la “Unión” repudie una parte de sus viejos errores, verá, mejor que por los más largos razonamientos, hasta qué punto han envilecido el socialismo nuestros “economistas”! Pero ¡qué ingenuidad la de la Unión al figurarse que, a cambio de esta renuncia a una forma de restricción de la política, podía llevársenos a consentir la otra forma de restricción! ¿No hubiera sido acaso más lógico decir, también aquí, que se debe desarrollar lo más ampliamente posible la lucha económica, que es preciso utilizarla siempre para la agitación política, pero que “no hay ninguna necesidad” de considerar la lucha económica como el medio más ampliamente aplicable para incorporar a las masas a una lucha política activa? La Unión atribuye importancia al hecho de haber reemplazado por las palabras “el medio más ampliamente aplicable” la expresión “el mejor medio”, que figura en la resolución correspondiente del IV Congreso de la Unión Obrera Hebrea (Bund)10. Por cierto que nos veríamos en un aprieto si tuviésemos que decir cuál de estas dos resoluciones es mejor: a nuestro juicio, las dos son peores. Tanto la Unión como el Bund se desvían en este caso (en parte, quizás hasta 10
inconscientemente, bajo la influencia de la tradición) hacia una interpretación economista, tradeunionista, de la política. En el fondo, la cosa no cambia en nada con que esta interpretación se haga empleando la denominación “el mejor” o con que se emplee la expresión: “el más ampliamente aplicable”. Si la Unión dijera que la “agitación política sobre el terreno económico” es el medio más ampliamente aplicado (y no “aplicable”), tendría razón con respecto a cierto período del desarrollo de nuestro movimiento socialdemócrata. A saber: tendría razón precisamente con respecto a los “economistas”, con respecto a muchos militantes prácticos (si no a la mayoría de ellos) de 1898 a 1901, puesto que esos militantes prácticos-”economistas”, en efecto, aplicaron la agitación política (¡en el grado en que, en general, la practicaban!) casi exclusivamente al terreno económico. ¡Semejante agitación política era aceptada y hasta recomendada, como hemos visto, tanto por Rab. Mysl como por el “Grupo de autoemancipación”! Rab. Dielo debiera haber condenado resueltamente el hecho de que la obra útil de agitación económica fuera acompañada de una restricción nociva de la lucha política: pero, en vez de hacerlo, declara que ¡el medio más aplicado (por los “economistas”) es el medio más aplicable! No es de extrañar que estas gentes, cuando las tildamos de “economistas”, no encuentren otra salida que insultarnos a más no poder, llamándonos “mixtificadores”, “desorganizadores”, “nuncios del papa”, “calumniadores”11, llorar ante todo el mundo diciendo que les hemos inferido una afrenta sangrante; declarar casi bajo juramento que “ni una sola organización socialdemócrata peca hoy día de “economismo”.12 ¡Ah, esos calumniadores, esos hombres malos, esos políticos! ¿No habrán inventado a propósito todo el “economismo” para inferir a la gente, por simple odio a la humanidad, afrentas sangrantes? ¿Qué sentido concreto, real, tiene, en labios de Martínov, el hecho de plantear ante la socialdemocracia la tarea de “imprimir a la lucha económica misma un carácter político”? La lucha económica es la lucha colectiva de los obreros contra los patronos por conseguir condiciones ventajosas de venta de la fuerza de trabajo por mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los obreros. Esta lucha es, necesariamente, una lucha profesional, porque las condiciones de trabajo son en extremo variadas en los distintos oficios y, por lo tanto, la lucha por la mejora de estas condiciones tiene que hacerse forzosamente por oficios (por los sindicatos en Occidente, por asociaciones profesionales de carácter provisional y por medio de octavillas en Rusia, etc.). Imprimir a la “lucha económica misma un carácter político” significa, por tanto, procurar la consecución de esas mismas reivindicaciones profesionales, de ese mismo mejoramiento de las condiciones de traba-
Segundo trimestre de 2011
jo en los oficios por medio de “medidas legislativas y administrativas” (según se expresa Martínov en la página siguiente, 43, de su artículo). Es justamente lo que siempre hacen y han hecho todos los sindicatos obreros. Ojead la obra de los esposos Webb, verdaderos eruditos (y “verdaderos” oportunistas), y veréis que los sindicatos obreros ingleses, desde hace ya mucho tiempo, han comprendido y cumplen la tarea de “imprimir a la lucha económica misma un carácter político”; desde hace mucho tiempo, luchan por la libertad de huelga, por la supresión de todos los obstáculos jurídicos que se oponen al movimiento cooperativo y sindical, por la promulgación de leyes de protección de la mujer y del niño, por mejorar las condiciones de trabajo mediante una legislación sanitaria e industrial, etcétera. ¡Así, pues, la frase pomposa de “imprimir a la lucha económica misma un carácter político”, que suena “terriblemente” profunda y revolucionaria, oculta, en el fondo, la tendencia tradicional a rebajar la política socialdemócrata al nivel de la política tradeunionista! So pretexto de rectificar la unilateralidad de Iskra, que considera más importante —habéis de saberlo— “revolucionar el dogma que revolucionar la vida”,13 nos ofrecen como algo nuevo la lucha por las reformas económicas. En efecto, la frase “imprimir a la lucha económica misma un carácter político”, no tiene en absoluto ningún otro contenido que la lucha por las reformas económicas. Y el mismo Martínov habría podido llegar a esta conclusión simplona, si hubiese meditado debidamente en la significación de sus propias palabras. “Nuestro partido —dice, dirigiendo su artillería más pesada contra Iskra— podría y debería plantear ante el gobierno reivindicaciones concretas de medidas legislativas y administrativas contra la explotación económica, contra el paro forzoso, contra el hambre, etc.” (Rabócheie Dielo, núm. 10, pp. 42-43). Reivindicar medidas concretas ¿no es acaso reclamar reformas sociales? Y preguntamos una vez más a los lectores imparciales si calumniamos a los rabochedieletitsi14 (¡que se me perdone este poco feliz vocablo en boga!) al calificarlos de bernsteinianos velados, cuando ellos lanzan, como discrepancia con Iskra, la tesis sobre la necesidad de la lucha por reformas económicas. La socialdemocracia revolucionaria siempre ha incluido y sigue incluyendo en la órbita de sus actividades la lucha por las reformas. Pero utiliza la agitación “económica” no sólo para reclamar del gobierno toda clase de medidas, sino también (y en primer término) para exigir que deje de ser un gobierno autocrático. Además, considera su deber presentar al gobierno esta exigencia no sólo sobre el terreno de la lucha económica, sino también sobre el terreno de todas las manifestaciones en general de la vida so-
cial y política. En una palabra, como la parte al todo, subordina la lucha por las reformas a la lucha revolucionaria por la libertad y el socialismo. En cambio, Martínov resucita en una forma distinta la teoría de las fases, tratando de prescribir infaliblemente la vía económica, por decirlo así, del desarrollo de la lucha política. Propugnando en un momento de ascenso revolucionario como una pretendida “tarea” especial la lucha por reformas, arrastra con ello al partido hacia atrás y hace el juego al oportunismo “economista” y liberal. Prosigamos. Después de ocultar púdicamente la lucha por las reformas tras la pomposa tesis de “imprimir a la lucha económica misma un carácter político”, Martínov presenta como algo particular únicamente las reformas económicas (y hasta sólo las reformas en la vida fabril). No sabemos por qué lo ha hecho. ¿Tal vez por descuido? Pero si no hubiera tenido en cuenta más que las reformas “fabriles”, su tesis entera, que acabamos de exponer, perdería todo sentido. ¿Tal vez porque estima posible y probable que el gobierno haga “concesiones” sólo en el terreno económico?15 De ser así, resultaría un error extraño: las concesiones son posibles y son hechas también en el terreno de la legislación sobre castigos corporales, pasaportes, pagos de rescate, sectas, censura, etc., etc. Las concesiones “económicas” (o seudoconcesiones) son, se entiende, las más baratas y las más ventajosas para el gobierno, pues espera ganarse con ellas la confianza de las masas obreras. Pero, por eso mismo, nosotros, los socialdemócratas, no debemos de ningún modo y absolutamente por ningún motivo dar lugar a la opinión (o a la equivocación) de que apreciamos más las reformas económicas, de que justamente estas reformas las consideramos de particular importancia, etc. “Estas reivindicaciones —dice Martínov con respecto a las reivindicaciones concretas de medidas legislativas y administrativas de que habla más arriba— no serían un simple gesto, puesto que, al prometer ciertos resultados tangibles, podrían ser apoyadas activamente por la masa obrera”... No somos “economistas”, ¡oh, no! ¡Únicamente nos arrastramos a los pies de la “tangibilidad” de resultados concretos, con tanto servilismo como lo hacen los señores Bernstein, Prokopóvich, Struve, R. M. y tutti quanti! ¡Únicamente damos a entender (con Narciso Tuporílov) que todo lo que no “promete resultados tangibles” es un “simple gesto”! ¡No hacemos sino expresarnos como si la masa obrera no fuese capaz (y como si no hubiese demostrado su capacidad, pese a todos los que cargan sobre aquélla su propio filisteísmo) de apoyar activamente toda protesta contra la autocracia, incluso la que no le promete absolutamente ningún resultado tangible! Tomemos aunque más no sea esos mismos ejemplos citados por el propio Martínov sobre 11
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las “medidas” contra el paro forzoso y el hambre. Mientras Rabócheie Dielo se ocupa, según promete, de elaborar y desarrollar “reivindicaciones concretas (¿en forma de proyectos de ley?) de medidas legislativas y administrativas”, que “prometan resultados tangibles”, Iskra, “que considera siempre más importante revolucionar el dogma que revolucionar la vida”, ha tratado de explicar el nexo que une íntimamente el paro forzoso a todo el régimen capitalista, advirtiendo que “viene el hambre”, denunciando “la lucha de la policía contra los hambrientos”, así como el escandaloso “reglamento provisional de tipo inquisitorial”, y Zariá ha publicado como folleto de agitación la parte de su Revista de la vida interior16 dedicada al hambre. Pero, Dios mío, ¡qué “unilaterales” han sido esos ortodoxos incorregiblemente estrechos, esos dogmáticos, sordos a los imperativos de la “vida misma”! ¡Ni uno solo de sus artículos ha contenido —¡qué horror!— ni una sola, fijaos bien, ni siquiera una sola “reivindicación concreta” que “prometa resultados tangibles”! ¡Desgraciados dogmáticos! Habría que llevarlos a aprender con los Krichevski y los Martínov, para que se convencieran de que la táctica es el proceso del crecimiento, de lo que crece, etc., y que es necesario imprimir a la lucha económica misma un carácter político. “La lucha económica de los obreros contra los patronos y el gobierno (¡¡”lucha económica contra el gobierno”!!), además de su directo significado revolucionario, tiene también el de llevar de continuo a los obreros a pensar en su privación de derechos políticos” (Martínov p. 44). Hemos insertado esta cita, no para repetir por centésima o milésima vez lo que ya hemos dicho más arriba, sino para agradecer de manera especial a Martínov esta nueva y excelente formulación: “La lucha económica de los obreros contra los patronos y el gobierno”. ¡Formidable! Con qué inimitable talento, con qué magistral eliminación de todas las discrepancias parciales y diferencias de matices entre los “economistas” tenemos aquí expresada, en una exposición concisa y clara, toda la esencia del “economismo”, comenzando por llamar a los obreros a la “lucha política en aras del interés general, para mejorar la situación de todos los obreros”17, continuando luego con la teoría de las fases y terminando con la resolución del Congreso sobre el medio “más ampliamente aplicable”, etc. “La lucha económica contra el gobierno” es precisamente política tradeunionista, que está a una distancia muy grande, pero que muy grande, de la política socialdemócrata.
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Notas 1
El libro ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento fue escrito por Lenin a fines de 1901 y comienzos de 1902.
En diciembre, en el número 12 de Iskra publicó Lenin el artículo “Conversación con los defensores del economismo” al que posteriormente denominó esbozo de ¿Qué hacer? Lenin escribió el prefacio para el libro en febrero. A comienzos de marzo vio la luz ¿Qué hacer? en Stuttgart, en la Editorial de Dietz, lo que se anunciaba en el número 18 de Iskra, del 10 de marzo de 1902.
El libro ¿Qué hacer? desempeñó un gran papel en la creación de un partido marxista revolucionario de la clase obrera de Rusia, por la victoria de la orientación leninista-iskrista en los comités y las organizaciones del POSDR y, más tarde, en su Congreso de 1903.
En 1902-1903 fue difundido el libro ampliamente en las organizaciones socialdemócratas de Rusia. Encontraban esta obra al practicar registros y detenciones de socialdemócratas en Kiev, Moscú, Petersburgo, Nizhni Nóvgorod, Kazán, Odesa y otras ciudades.
En 1907 fue publicado con algunos cambios ¿Qué hacer? en la recopilación 12 años. En todas las ediciones posteriores fue publicado según el texto de 1902, comprobado con el texto de la edición de 1907.
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Rabócheie Dielo (La Causa Obrera): revista, órgano de la “Unión de los Socialdemócratas Rusos en el Extranjero”. Se editó en Ginebra desde abril de 1899 hasta febrero de 1902 bajo la dirección de B. Krichevski, P. Tieplov (Sibiriak), V. Ivanshin, y, más tarde, de A. Martínov. Aparecieron 12 números (9 volúmenes). La Redacción de Rabócheie Dielo fue el centro de los “economistas” en el extranjero. Rabócheie Dielo apoyaba la consigna bernsteiniana de la “libertad de crítica” del marxismo y defendía posiciones oportunistas en las cuestiones de la táctica y las tareas de organización de la socialdemocracia rusa. Propagaba ideas oportunistas de subordinación de la lucha política del proletariado a la lucha económica, prosternándose ante la espontaneidad del movimiento obrero y negando el papel dirigente del partido. Uno de los redactores de Rabócheie Dielo, V. Ivanshin, pertenecía a la dirección de Rabóchaya Mysl (El Pensamiento Obrero), órgano de los“economistas”declarados que contaba con el apoyo de Rabócheie Dielo. En el II Congreso del POSDR, Rabócheie Dielo representaba el ala de extrema derecha, oportunista, del partido.
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Iskra: primer periódico marxista ilegal de toda Rusia, fundado por Lenin en 1900, que desempeñó el papel decisivo en la creación del partido marxista revolucionario de la clase obrera.
Como era imposible editar un periódico revolucionario en Rusia, debido a las persecuciones policíacas, Lenin, hallándose deportado en Siberia, trazó con todo detalle el plan de edición del periódico en el extranjero. Terminada la deportación (enero de 1900), Lenin inició inmediatamente la puesta en práctica de su plan.
El primer número de la Iskra leninista apareció en diciembre de 1900 en Leipzig; los siguientes en Munich; desde julio de 1902 en Londres, y desde la primavera de 1903 en Ginebra. Los socialdemócratas alemanes Clara Zetkin, Adolfo Braun y otros, el socialdemócrata polaco Julián Marchlewski, que residía en aquel período en Munich, y Harry Quelch, uno de los dirigentes de la federación socialdemócrata inglesa, prestaron una gran ayuda para preparar el periódico (organización de la imprenta secreta y adquisición de caracteres rusos). Formaban parte de la Redacción de Iskra: Lenin, Plejánov, Mártov, Axelrod, Potrésov y Zasúlich. I. Smidóvich-Leman fue secretaria de la Redacción al principio, y
Segundo trimestre de 2011 después, desde la primavera de 1901, Krúpskaya, que se encargaba también de la correspondencia de Iskra con las organizaciones socialdemócratas rusas. Lenin ejercía prácticamente las funciones de redactor jefe y de director de Iskra. Escribía artículos sobre todos los problemas fundamentales de la formación del partido y de la lucha de clase del proletariado de Rusia, y se hacía eco de los acontecimientos más importantes de la vida internacional. Iskra se convirtió en el centro de unificación de las fuerzas del partido, de selección y educación de los cuadros del partido. En diversas ciudades de Rusia (Petersburgo, Moscú, Samara y otras) se constituyeron grupos y comités del POSDR de orientación leninista-iskrista. Las organizaciones iskristas surgían y actuaban bajo la dirección inmediata de los discípulos y compañeros de lucha de Lenin: Bauman, Bábushkin, Gúsev, Kalinin, Krásikov, Krzhizhanovski, Léngnik, Lepeshinski, Rádchenko y otros.
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A iniciativa de Lenin y con su participación directa, la Redacción de Iskra elaboró el proyecto de programa del partido (publicado en el número 21 de Iskra) y preparó el II Congreso del POSDR, que se celebró en julio-agosto de 1903. Para la fecha de la convocatoria del congreso, la mayoría de las organizaciones socialdemócratas locales de Rusia se habían adherido a Iskra, aprobando su táctica, su programa y su plan de organización y reconociéndola como su órgano dirigente. En una resolución especial, el congreso señaló el papel excepcional de Iskra en la lucha por el partido y la proclamó Órgano Central del POSDR. El II Congreso aprobó la Redacción compuesta por Lenin, Plejánov y Mártov. A despecho de la decisión del congreso del Partido, Mártov se negó a formar parte de la Redacción, y los números 46-51 de Iskra salieron bajo la dirección de Lenin y Plejánov. Más tarde, Plejánov pasó a las posiciones del menchevismo y exigió que fuesen incluidos en la Redacción de Iskra todos los antiguos redactores mencheviques repudiados por el congreso. Lenin no pudo aceptar esto y abandonó la Redacción de Iskra el 19 de octubre (1 de noviembre) de 1903 y fue cooptado para el CC, desde donde empezó a luchar contra los oportunistas mencheviques. El número 52 apareció bajo la dirección exclusiva de Plejánov. El 13 (26) de noviembre de 1903, Plejánov, por su cuenta y riesgo y a despecho de la voluntad del congreso, cooptó para la Redacción de Iskra a los antiguos redactores mencheviques. A partir del número 52, los mencheviques convirtieron la Iskra en su propio órgano. Rabóchaya Mysl (El Pensamiento Obrero): periódico de los “economistas”, editado desde octubre de 1897 hasta diciembre de 1902. Aparecieron 16 números. Los dos primeros fueron impresos en mimeógrafo, en Petersburgo; los números 3-11 se publicaron en el extranjero, en Berlín; los números 12-15, en Varsovia. El último, el 16, se editó en el extranjero. Fue redactado por K. Tájtarev y otros. “Suplemento especial de Rabóchaya Mysl”: folleto editado por la redacción del periódico Rabóchaya Mysl en septiembre de 1899. En este folleto, sobre todo en el artículo “Nuestra realidad”, firmado por R. M., se defendían abiertamente ideas oportunistas. Lenin criticó las ideas de Rabóchaya Mysl —como variedad rusa del oportunismo Internacional— en su trabajo “Una tendencia retrógrada en la socialdemocracia rusa”(Obras, 5ª ed. en ruso, t. 4, pp. 240-273), en los artículos publicados en el periódico Iskra y en su libro ¿Qué hacer?
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Con el fin de evitar interpretaciones erróneas, hacemos notar que en la exposición que sigue entendemos por lucha económica (según el uso establecido entre nosotros) la “lucha económica práctica”, que Engels llamó, en la cita arriba insertada,“resistencia a los capitalistas”y que en los países libres se llama lucha gremial, sindical o tradeunionista.
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En el presente capítulo hablamos únicamente de la lucha política, de su concepto más amplio o más restringido. Por eso, señalaremos sólo de paso, como un simple hecho curioso, la acusación lanzada por Rabócheie Dielo contra Iskra de“abstención
excesiva” en punto a la lucha económica. (Dos congresos, pág. 27; rumiada por Martínov en su folleto La socialdemocracia y la clase obrera.) Si los señores acusadores midieran en puds o en pliegos de imprenta (como gustan de hacerlo) la sección de Iskra dedicada a la lucha económica durante el año y la compararan con la misma sección de R. Dielo y R. Mysl juntos, verían en seguida que, incluso en este sentido, están atrasados. Es evidente que la conciencia de esta sencilla verdad les fuerza a recurrir a argumentos que demuestran a las claras su confusión. Iskra — escriben—,“quiéralo o no (!), tiene (!) que tomar en consideración las exigencias imperiosas de la vida y publicar, cuando menos (!!), cartas sobre el movimiento obrero” (Dos congresos, p. 27). ¡Este sí que es un argumento que nos deja verdaderamente aniquilados! 7
Zariá (La Aurora): revista político-científica marxista, editada en 1901-1902 en Stuttgart por la Redacción de Iskra. Sólo aparecieron cuatro números, en tres volúmenes: el número 1 salió en abril de 1901 (en realidad vio la luz el 23 de marzo, de acuerdo con el nuevo calendario); el número 2-3, en diciembre de 1901, y el número 4, en agosto de 1902.
La revista Zariá criticó el revisionismo internacional y ruso y defendió los fundamentos teóricos del marxismo. Estas cuestiones fueron tratadas en las obras de Lenin publicadas en la revista: Los perseguidores del zemstvo y las Aníbales del liberalismo, los cuatro primeros capítulos de la obra La cuestión agraria y los “críticos de Marx” (bajo el título de Los señores “críticos” en la cuestión agraria). El programa agrario de la socialdemocracia rusa, así como las obras de J. Plejánov: La crítica de nuestros críticos. Parte 1. El señor P. Struue en el papel de crítico de la teoría de Marx del desarrollo social, Cant contra Kant o el testamento espiritual del señor Bernstein y otros.
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Decimos “en general”, porque en Rab. Dielo se trata precisamente de los principios generales y de las tareas generales del partido entero. No cabe duda de que en la práctica se dan casos en que la política debe efectivamente seguir a la economía, pero sólo los “economistas” pueden decir esto en una resolución destinada a toda Rusia. Pues hay también casos en que “desde el comienzo mismo” se puede llevar a cabo la agitación política “únicamente en el terreno económico”, y, no obstante, Rab. Dielo ha llegado, por fin, a la conclusión de que “no hay ninguna necesidad” de ello (“Dos congresos”, p. 11). En el capítulo siguiente señalaremos que la táctica de los “políticos” y de los revolucionarios, lejos de desconocer las tareas tradeunionistas de la socialdemocracia, es, por el contrario, la única que asegura su realización consecuente.
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Zemskie nachálniki. En 1899, con el propósito de incrementar el poder de los terratenientes sobre los campesinos, el gobierno zarista instituyó el cargo administrativo de zemski nachálnik. Los zemskie nachálniki eran designados entre los terratenientes nobles de cada lugar y tenían enormes atribuciones administrativas y judiciales sobre los campesinos incluido el derecho a encarcelarlos y someterlos a castigos corporales.
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La “Unión General Obrera Hebrea de Lituania, Polonia y Rusia” (Bund) fue organizada en 1897 en el congreso constituyente de los grupos socialdemócratas hebreos, celebrado en Vilno; agrupaba preferentemente a los elementos semiproletarios de los artesanos hebreos de las regiones occidentales de Rusia. En el I Congreso del POSDR (1898), el Bund ingresó en el partido “como una organización autónoma, independiente únicamente en las cuestiones especiales referentes al proletariado hebreo” (El PCUS en las resoluciones y acuerdos de los congresos y conferencias y de los plenos del CC, 7ª ed. en ruso, parte 1, p. 14).
El Bund fue el portador del nacionalismo y el separatismo en el movimiento obrero de Rusia y mantuvo posiciones oportunistas en importantísimas cuestiones del movimiento socialdemócrata. En el II Congreso del POSDR los bundistas exigieron que se
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www.ppsm.org.mx reconociese al Bund como único representante del proletariado hebreo. Después de que el congreso rechazó estas pretensiones, el Bund abandonó el partido. En 1906, de acuerdo con la decisión del IV Congreso (de Unificación), el Bund volvió a ingresar en el POSDR.
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En el seno del POSDR los bundistas apoyaron constantemente al ala oportunista del partido (“economistas”, mencheviques, liquidadores) y lucharon contra los bolcheviques y el bolchevismo. A la reivindicación programática de los bolcheviques sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación, el Bund oponía la reivindicación de la autonomía cultural-nacional. En los años de la reacción stolypiniana, el Bund mantuvo una posición liquidacionista y participó activamente en la creación del Bloque de Agosto antipartido. Durante la primera guerra mundial (1914-1918), los bundistas mantuvieron posiciones socialchovinistas. En 1917, el Bund apoyó al gobierno provisional contrarrevolucionario y luchó al lado de los enemigos de la gran revolución socialista de octubre. Durante la intervención armada extranjera y la guerra civil, los dirigentes bundistas se adhirieron a las fuerzas de la contrarrevolución. Al mismo tiempo, entre los miembros de filas del Bund se inició un viraje hacia la colaboración con el poder soviético. En marzo de 1921, el Bund se autodisolvió, y parte de sus miembros ingresó, de acuerdo con las condiciones generales, en el PC(b) de Rusia.
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Así se expresa literalmente el folleto Dos congresos, pp. 31, 32, 28 y 30.
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Dos congresos, p. 32.
13
Rabócheie Dielo, núm. 10, p. 60. Así aplica Martinov al caótico estado actual de nuestro movimiento la tesis: “cada paso de movimiento real es más importante que una docena de programas”, aplicación que hemos analizado ya más arriba. En el fondo, esto no es sino una traducción al ruso de la célebre frase de Bernstein “el movimiento lo es todo; el objetivo final nada”.
14 Partidarios de Rabócheie Dielo. (N. de la Edit.) 15 P. 43:“Desde luego, si recomendamos a los obreros que formulen ciertas reivindicaciones económicas al gobierno, lo hacemos porque en el terreno económico el gobierno autocrático está dispuesto, por necesidad, a hacer ciertas concesiones”. 16 Véase V. I. Lenin, Obras, 5ª ed. en ruso t. 5, pp. 297-319. (N. de la Edit.) 17 Rabóchaya Mysl,“Suplemento especial”, p. 14.
Huelga de masas, partido y sindicatos (Fragmento)
Rosa Luxemburgo
I La Revolución Rusa, el anarquismo y la huelga general 1 asi todos los escritos y declaraciones del socialisC mo internacional sobre la cuestión de la huelga de masas se remontan a la época anterior a la revolución rusa, que representó el primer experimento histórico a gran escala de este medio de lucha. Se comprende que estos textos se encuentren en gran parte anticuados. En su concepción, fundamentalmente, comparten el mismo punto de vista de Friedrich Engels, que, en su crítica del revolucionarismo bakuninista en España, escribía en 1873: En el programa bakuninista, la huelga general es la palanca de la que hay que valerse para iniciar la revolución social. Un buen día, de madrugada, todos los obreros de todos los oficios de un país, o hasta del mundo entero, se cruzan de brazos y, en cuatro semanas a lo sumo, obligan a las clases poseedoras a caer vencidas de rodillas o a lanzarse sobre los obreros, con lo que éstos tienen derecho a defenderse y, aprovechando la ocasión, a arrojar por la borda a toda la vieja sociedad. La propuesta dista mucho de ser nueva: los socialistas franceses, y los belgas después, han montado hasta la saciedad ese caballo de batalla desde 1848; caballo que, sin embargo, es de raza inglesa por su origen. Durante el rápido y violento desarrollo del cartismo entre los obreros británicos, que siguió a la crisis de 1837,2 se había predicado ya el “mes santo” en 1839,3 el paro a escala nacional (véase Engels, Lage der arbeiten den Klasse —La situación de la clase obrera en Inglaterra—, 2ª edición, p. 234), Y tuvo tanta resonancia que los obreros fabriles del norte de Inglaterra intentaron ponerla en práctica en julio de 1842. También en el congreso de los aliancistas, celebrado en Ginebra el 1 de septiembre de 1873,4 desempeñó un gran papel la huelga general, si bien fue reconocido por todos que, para lograr este objetivo, era necesaria una organización perfecta de la clase obrera y unas arcas bien repletas. Y en esto está justamente la dificultad. Por un lado, los gobiernos, sobre todo si se les deja envalentonarse con el abstencionismo político, jamás permitirán que ni la organización ni las arcas de los obreros lleguen tan lejos; y, por el otro, los aconteci-
mientos políticos y los abusos de las clases dominantes facilitarán la emancipación de los obreros mucho antes de que el proletariado llegue a reunir esa organización ideal y ese gigantesco fondo de reserva. Pero, si dispusiese de ambas cosas, no necesitaría dar el rodeo de la huelga general para llegar a la meta.5
Estamos ante la argumentación que iba a determinar en las próximas décadas la actitud de la socialdemocracia frente a la huelga de masas. Está construida para ser utilizada contra la teoría anarquista de la huelga general, es decir, contra la teoría de la huelga general como medio para desencadenar la revolución social, en contraposición a la lucha política cotidiana de la clase obrera; y se agota en el simple dilema siguiente: o bien el proletariado en su conjunto no dispone todavía ni de una poderosa organización ni de arcas bien repletas, y entonces no puede realizar la huelga general, o bien éste se encuentra suficientemente organizado, y entonces no tiene necesidad de la huelga general. Esta argumentación resulta, por cierto, tan simple y tan inatacable a primera vista que durante un siglo prestó inestimables servicios al movimiento obrero moderno, como arma lógica contra las quimeras anarquistas y como medio auxiliar para llevar la idea de la lucha política a las más amplias capas de la clase obrera. Los gigantescos progresos alcanzados en los últimos veinticinco años por el movimiento obrero en todos los países modernos son la prueba más contundente de la certeza de la táctica de la lucha política, que defendieron Marx y Engels en oposición al bakunismo; la socialdemocracia alemana, con su poder actual y su posición de vanguardia de todo el movimiento obrero internacional, es, en gran parte, el producto directo de la aplicación consecuente y rigurosa de esa táctica. Pues bien, la revolución rusa6 ha sometido a una revisión profunda la argumentación que acabamos de exponer. Por primera vez en la historia de la lucha de clases ha hecho posible la grandiosa realización de la idea de la huelga de masas y —como explicaremos en detalle más adelante— hasta de la huelga general, inaugurando de este modo una nueva época en el desarrollo del movimiento obrero. Naturalmente no podemos concluir que la táctica de la lucha políti15
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ca, recomendada por Marx y Engels, o la crítica que hacen del anarquismo fueran falsas. Por el contrario, son los mismos razonamientos y métodos de la táctica de Marx y Engels los que constituyen el fundamento, hasta ahora, de la práctica de fa socialdemocracia alemana, y los que ahora, en la revolución rusa, crearon nuevos elementos y nuevas condiciones de la lucha de clases. La revolución rusa, la misma revolución que constituye la primera prueba histórica práctica de la huelga de masas, no sólo no ha rehabilitado al anarquismo, sino que incluso significa la liquidación histórica del anarquismo. La triste existencia a que estuvo condenada esta orientación del pensamiento durante las últimas décadas, debido al potente desarrollo de la socialdemocracia en Alemania, puede explicarse, en cierto modo, por el predominio absoluto y la larga duración del parlamentarismo durante este período. Es evidente que un movimiento orientado exclusivamente a la “ofensiva” y a la “acción directa”, una tendencia “revolucionaria” a ultranza, debía languidecer temporalmente en la calma chicha del acontecer parlamentario cotidiano, para renacer de nuevo y desplegar sus fuerzas internas con ocasión de la vuelta a un período de lucha abierta y directa, de una revolución popular. Rusia sobre todo parecía estar llamada a convertirse en el campo de experimentación para las heroicidades del anarquismo. Un país, en el que el proletariado no disponía de ningún derecho político, y sólo de una organización extremadamente débil, una confusa mezcla de diversas capas populares con intereses muy diversos y enmarañadamente entrecruzados, bajo nivel cultural de las masas populares, la más extrema bestialidad en la utilización de la violencia por parte del gobierno imperante; todo esto parecía creado para otorgarle al anarquismo un poder repentino, aunque quizás efímero. Finalmente, Rusia era la cuna histórica del anarquismo. La patria de Bakunin habría de convertirse en la tumba de su doctrina. No sólo los anarquistas no estuvieron ni están a la cabeza del movimiento de huelgas de masas en Rusia, no sólo la dirección política de la acción revolucionaria, y también de la huelga de masas, está totalmente en manos de las organizaciones socialdemócratas —furiosamente combatidas por los anarquistas y denunciadas como un “partido burgués”— o en manos de organizaciones socialistas influenciadas de algún modo por la socialdemocracia o cercanas a ella —como el partido terrorista de los “’Socialistas Revolucionarios”—, sino que el anarquismo es absolutamente inexistente en la revolución rusa como una tendencia política seria. Tan solo en una pequeña ciudad lituana, en Bialystok, en condiciones particularmente difíciles y donde los obreros provienen de las más diversas nacionalidades, con un predominio de la pequeña industria dispersa y un ni16
vel muy bajo del proletariado, se encuentran, entre los seis o siete diferentes grupos revolucionarios, un puñado de mozalbetes “anarquistas”, que contribuye con todas sus fuerzas a sembrar la confusión y el desorden entre la clase obrera; y en los últimos tiempos se hacen notar también en Moscú, y tal vez en dos o tres ciudades más, algunos puñados de gentes de este tipo. Pero, prescindiendo de este par de grupos “revolucionarios”, ¿cuál es el papel que desempeña realmente el anarquismo en la revolución rusa? Se ha convertido en la etiqueta de vulgares ladrones y saqueadores; bajo el rótulo de “’anarco-comunismo” se comete una buena parte de esos innumerables robos y pillajes a particulares, que, en todo período de depresión y de reflujo momentáneo de la revolución, se extienden como una ola de fango. En la revolución rusa, el anarquismo no es la teoría del proletariado militante, sino el estandarte ideológico del lumpemproletariado contrarrevolucionario, que sigue como una manada de tiburones la estela del buque de guerra de la revolución. Y de esta manera concluye la carrera histórica del anarquismo. Por otra parte, la huelga de masas no fue practicada en Rusia como un medio para instalarse repentinamente en la revolución social, mediante un golpe de efecto que evitase la lucha política de la clase obrera y, particularmente, del proletariado, sino como un medio de crear primero para el proletariado las condiciones de la lucha política cotidiana y en particular del parlamentarismo. La lucha revolucionaria en Rusia, en la que la huelga de masas se utiliza como el arma más importante, conducida por el pueblo trabajador y, en primer lugar, por el proletariado para conquistar precisamente esos mismos derechos y condiciones políticas cuya necesidad e importancia en la lucha por la emancipación de la clase obrera fueron demostradas primero por Marx y Engels, que, oponiéndose al anarquismo, las defendieron con todas sus fuerzas en el seno de la Internacional. De este modo, la dialéctica de la historia, la roca sobre la que se levanta toda la doctrina del socialismo de Marx, tuvo por resultado que hoy el anarquismo, que estuvo ligado indisolublemente a la idea de la huelga de masas, haya entrado en contradicción con la práctica de la misma huelga de masas. Y ésta última, a su vez, combatida en otra época como contraria a la acción política del proletariado, se presenta hoy como el arma más poderosa de la lucha política por la conquista de los derechos políticos. Si la revolución rusa hace necesaria una profunda revisión del antiguo punto de vista marxista sobre la huelga de masas, sólo el marxismo, sin embargo, con sus métodos y sus puntos de vista generales, podrá alcanzar la victoria bajo una forma nueva. “La amada del moro sólo puede morir a manos del moro.”
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Notas 1
Para la presente impresión fue tomada como base la primera edición. Las ampliaciones de la segunda edición van añadidas en notas. Mejoras y pequeñas correcciones han sido tomadas sin comentario de la segunda edición.
2
La crisis de 1837 en Inglaterra se caracterizó por un descenso en el volumen de negocios y una recesión general que duró hasta 1839.
3
La agitación de 1839 alcanzó caracteres violentos. El carlismo exigía el armamento del pueblo.
4
Se refiere al Congreso de la Internacional Antiautoritaria de Bakunin, posterior a la escisión de La Haya. Los antiautoritarios se reunieron el 1 de septiembre en Ginebra, una semana antes de que lo hicieran los marxistas.
5
F. Engels. Die Bakunisten on der Arbeit. Internationales aus dem Volksstaat. P. 20.
6
Se refiere a la revolución rusa de 1905, luego de la derrota rusa en la guerra contra Japón de 1904.
17
Tesis sobre la acción comunista en el movimiento sindical1
i. situación del movimiento sindical
ii. la ofensiva de amsterdam contra los sindicatos revolucionarios
. En el curso de estos dos últimos años, caracte1movimiento rizados por la ofensiva universal del capital, el sindical se debilitó sensiblemente en to-
4) En el preciso momento en que cedían en toda la línea ante la presión burguesa, los dirigentes reformistas lanzaban su ofensiva contra los obreros revolucionarios. Viendo que su mala voluntad para organizar la resistencia contra el capital había provocado una profunda reacción en las masas obreras y resueltos a limpiar a las organizaciones de los gérmenes revolucionarios, emprendieron contra el movimiento sindical revolucionario una ofensiva tendiente a disgregar y desmoralizar a la minoría revolucionaria por todos los medios a su alcance, y a facilitar la consolidación del poder de clase vulnerado de la burguesía. 5) Para conservar su autoridad, los dirigentes de la Internacional de Amsterdam no vacilan en excluir no solamente a individuos y pequeños grupos sino a organizaciones enteras. Los jefes de Amsterdam no quieren quedar en minoría y, en caso de amenaza de los elementos revolucionarios partidarios de la Internacional Sindical Roja y de la Internacional Comunista, están decididos a provocar la escisión, con tal de poder de ese modo conservar su control sobre el aparato administrativo y los recursos materiales. Así procedieron los jefes de la cgt francesa. El mismo camino siguieron los reformistas de Checoslovaquia y los dirigentes de la Confederación Nacional de los Sindicatos Alemanes. Los intereses de la burguesía exigen la escisión del movimiento sindical. 6) Al mismo tiempo que se desencadenaba la ofensiva reformista en los distintos países, las federaciones internacionales adheridas a Amsterdam expulsaban sistemáticamente o se negaban a admitir en su seno a las federaciones nacionales revolucionarias. Los congresos internacionales de trabajadores del subsuelo, de los obreros textiles, de los empleados, de los obre-
dos los países. Salvo raras excepciones (Alemania, Austria), los sindicatos perdieron gran cantidad de afiliados. Este retroceso se explica por las vastas ofensivas de la burguesía y por la impotencia de los sindicatos reformistas no solamente en resolver la cuestión social sino también en resistir seriamente al ataque capitalista y defender los intereses más elementales de las masas obreras. 2) Ante esta ofensiva capitalista por una parte, y esta colaboración de clases permanente por la otra, las masas obreras se decepcionan cada vez más. Esa es la causa no solamente de sus tentativas por crear nuevos agrupamientos sino también de la dispersión de un gran número de obreros conscientes que abandonan sus organizaciones. El sindicato dejó de ser para muchos un foco de agitación porque no supo, y en muchos casos no quiso, detener la ofensiva del capital y conservar las posiciones obtenidas. La esterilidad del reformismo se puso de manifiesto claramente en la práctica. www.marxismo.org 3) El movimiento sindical posee, en todos los países, un carácter de inestabilidad básica. Grupos bastante numerosos de obreros se alejan de él mientras los reformistas continúan asiduamente su política de colaboración de clases, con el pretexto de “utilizar el capital en beneficio de los obreros”. En realidad, el capital continuó utilizando para sus fines a las organizaciones, haciéndolas cómplices del descenso del nivel de vida de las masas. El período transcurrido fortaleció sobre todo los vínculos que ya existían entre los gobiernos y los dirigentes reformistas, así como la subordinación de los intereses de la clase obrera a los de sus dirigentes.
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ros del cuero y pieles, de los trabajadores de la madera, de la construcción y de los ptt se negaron a admitir a los sindicatos rusos y a los demás sindicatos revolucionarios porque estos últimos pertenecían a la Internacional Sindical Roja. 7) Esta campaña de los dirigentes de Amsterdam contra los sindicatos revolucionarios es una expresión de la campaña del capital internacional contra la clase obrera. Persigue los mismos objetivos: consolidar el sistema capitalista sobre la miseria de las masas trabajadoras. El reformismo presiente su próximo fin y pretende, con ayuda de las expulsiones y de la escisión de los elementos más combativos, debilitar al máximo a la clase obrera e impedir que se adueñe del poder y de los medios de producción y de cambio
iii. los anarquistas y los comunistas 8) Simultáneamente fue lanzada una “ofensiva” muy similar a la de Amsterdam por el ala anarquista del movimiento obrero contra la Internacional Comunista, los partidos comunistas y las células comunistas de los sindicatos. Cierto número de organizaciones anarcosindicalistas se declararon abiertamente hostiles a la Internacional Comunista y a la revolución rusa, pese a su solemne adhesión a la Internacional Comunista en 1920 y a sus muestras de simpatía al proletariado ruso y a la revolución de octubre. Así sucedió con los sindicatos italianos, los localistas alemanes, los anarcosindicalistas de Francia, de Holanda y de Suecia. 9) En nombre de la autonomía sindical, ciertas organizaciones sindicalistas (Secretariado Obrero Nacional de Holanda, IWW, Unión Sindical Italiana, etc.) excluyen a los partidarios de la Internacional Sindical Roja en general y a los comunistas en particular. De ese modo, la divisa de autonomía, luego de haber sido archirevolucionaria, se ha convertido en anticomunista, es decir en contrarrevolucionaria, y coincide con la de Amsterdam, que lleva a cabo la misma política bajo la bandera de la independencia, aunque para nadie sea un secreto que depende totalmente de la burguesía nacional e internacional. 10) La acción de los anarquistas contra la Internacional Comunista, la Internacional Sindical Roja y la revolución rusa provocó la descomposición y la escisión en sus propias filas. Los mejores elementos obreros reaccionaron
contra esta ideología. El anarquismo y el anarcosindicalismo se escindieron en varios grupos y tendencias que sostienen una lucha encarnizada en favor o en contra de la Internacional Sindical Roja, de la dictadura proletaria, de la revolución rusa.
iv. neutralismo y autonomía 11) La influencia de la burguesía sobre el proletariado se refleja en la teoría de la neutralidad según la cual los sindicatos deberían plantearse exclusivamente objetivos corporativos, estrictamente económicos y no de clase. El neutralismo siempre fue una doctrina puramente burguesa contra la cual el marxismo revolucionario lleva a cabo una lucha a muerte. Los sindicalistas que no se plantean ningún objetivo de clase, es decir que no apuntan al derrocamiento del sistema capitalista son, pese a su composición proletaria, los mejores defensores del orden y del régimen burgués. 12) Este período del neutralismo siempre fue favorecido por el argumento de que los sindicatos obreros deben interesarse únicamente en los problemas económicos sin mezclarse en política. La burguesía siempre tiende a separar la política de la economía, comprendiendo perfectamente que si logra insertar a la clase obrera en el marco corporativo, ningún peligro serio amenaza su hegemonía. 13) Esta misma delimitación entre economía y política es trazada también por los elementos anarquistas del movimiento sindical, para apartar al movimiento obrero de la vía política con el pretexto de que toda política está dirigida contra los trabajadores. Esta teoría, puramente burguesa en el fondo, es presentada a los obreros como la de la autonomía sindical, y se entiende a esta última como una oposición de los sindicatos al partido comunista y una declaración de guerra al movimiento obrero comunista. 14) Esta lucha contra “la política y el partido político de la clase obrera” provoca un retraimiento del movimiento obrero y de las organizaciones obreras así como una campaña contra el comunismo, conciencia concentrada de la clase obrera. La autonomía en todas sus formas, ya sea anarquista y anarcosindicalista, es una doctrina anticomunista y debe oponérsele una decidida resistencia. Lo mejor que puede resultar de ella es una autonomía con relación al comunismo y un antagonismo entre sindicatos y partidos comunistas, o si no, una lucha encarnizada de los sindicatos contra el partido comunista, el comunismo y la revolución social. 19
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15) La teoría de la autonomía, tal como es expuesta por los anarcosindicalistas franceses, italianos y españoles, es, en suma, el grito de guerra del anarquismo contra el comunismo. Los comunistas deben llevar a cabo en el seno de los sindicatos una decisiva campaña contra esta maniobra que trata de encubrir, bajo la consigna de la autonomía, una trampa anarquista para dividir el movimiento obrero en sectores hostiles entre sí, para retrasar u obstaculizar el triunfo de la clase obrera.
v. sindicalismo y comunismo 16) Los anarcosindicalistas confunden sindicatos y sindicalismo presentando a su partido anarcosindicalista como la única organización realmente revolucionaria y capaz de llevar a cabo la acción de clase del proletariado. El sindicalismo, que constituye un inmenso progreso en relación con el tradeunionismo, presenta sin embargo numerosos defectos y aspectos perjudiciales, ante los cuales es preciso resistir firmemente. 17) Los comunistas no pueden ni deben, en nombre de abstractos principios anarcosindicalistas abandonar su derecho a organizar “células” en el seno de los sindicatos, cualquiera que sea la orientación de estos últimos. Nadie puede privarlos de ese derecho. Es obvio que los comunistas militantes en los sindicatos sabrán coordinar su acción con la de aquellos sindicatos que han aprovechado la experiencia de la guerra y de la revolución. 18) Los comunistas deben tomar la iniciativa de crear en los sindicatos un bloque con los obreros revolucionarios de otras tendencias. Los más próximos al comunismo son los “sindicalistas comunistas”, que reconocen la necesidad de la dictadura proletaria y defienden contra los anarcosindicalistas el principio del Estado obrero. Pero la coordinación de las acciones supone una organización de los comunistas. Una acción aislada e individual de los comunistas no podrá coordinarse con nadie porque no poseerá ninguna fuerza considerable. 19) Realizando del modo más enérgico y consecuente sus principios, combatiendo las teorías anticomunistas de autonomía y la separación de la política y de la economía, idea anarquista extremadamente perjudicial para el progreso revolucionario de la clase obrera, los comunistas deben esforzarse, en el seno de los sindicatos de cualquier tendencia, por coordinar su acción en la lucha práctica contra el reformismo y el verbalismo anarcosin20
dicalista, con todos los elementos revolucionarios que apoyan el derrocamiento del capitalismo y la dictadura del proletariado. 20) En los países donde existen importantes organizaciones sindicalistas revolucionarias (Francia) y donde bajo la influencia de toda una serie de causas históricas persista la desconfianza con respecto a los partidos políticos en ciertos sectores de obreros revolucionarios, los comunistas elaborarán en el lugar, de acuerdo con los sindicalistas y conforme a las particularidades del país y del movimiento obrero en cuestión, las formas y métodos de lucha común y de colaboración en todas las acciones defensivas y ofensivas contra el capital.
vi. la lucha por la unidad sindical 21) La consigna de la Internacional Comunista (contra la escisión sindical) debe ser aplicada tan enérgicamente como antes, pese a las furiosas persecuciones a que los reformistas de todos los países someten a los comunistas. Los reformistas quieren prolongar la escisión valiéndose de las expulsiones. Persiguiendo sistemáticamente a los mejores elementos de los sindicatos, esperan desanimar a los comunistas, alejarlos de los sindicatos y hacerlos abandonar el plan profundamente meditado de la conquista de los sindicatos desde adentro pronunciándose por la escisión. Pero los reformistas no lo conseguirán. 22) La escisión del movimiento sindical, sobre todo en las condiciones actuales, representa le mayor peligro para el movimiento obrero en su conjunto. La escisión en los sindicatos obreros haría retroceder a la clase obrera varios años, pues la burguesía podría entonces retomar fácilmente las conquistas más elementales de los obreros. Los comunistas deben impedir a cualquier precio la escisión sindical. Por todos los medios, con todas las fuerzas de su organización, deben obstaculizar la criminal ligereza con la que los reformistas rompen la unidad sindical. 23) En los países donde existen paralelamente dos centrales sindicales nacionales (España, Francia, Checoslovaquia, etc.), los comunistas deben luchar sistemáticamente por la fusión de las organizaciones paralelas. Dado el objetivo de la fusión de los sindicatos actualmente escindidos, no es conveniente apartar a los comunistas aislados y a los obreros revolucionarios de los sindicatos reformistas, transfiriéndolos a los sindicatos revolucionarios. Ningún sindicato reformista debe quedar desprovisto del fermento comunista. El trabajo activo de los comunistas en los dos sindi-
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catos es una condición para el restablecimiento de la unidad destruida. 24) La preservación de la unidad sindical así como el restablecimiento de la unidad destruida sólo son posibles si los comunistas llevan adelante un programa práctico para cada país y cada sector de la industria. En el ámbito de un trabajo práctico, de una lucha práctica, es posible agrupar a los elementos dispersos del movimiento obrero y crear, en el caso de una escisión sindical, las condiciones propicias para asegurar su unificación orgánica. Cada comunista debe tener presente que la escisión sindical es no solamente una amenaza para las conquistas inmediatas de la clase obrera sino también una amenaza para la revolución social. Las tentativas de los reformistas de escindir los sindicatos deben ser sofocadas radicalmente, lo que sólo se podrá lograr con ayuda de un enérgico trabajo organizativo y político con las masas obreras.
vii. la lucha contra la expulsión de los comunistas 25) La exclusión de los comunistas tiene por objeto desorganizar el movimiento revolucionario aislando a los dirigentes de las masas obreras. Por eso los comunistas no pueden limitarse a las formas y métodos de lucha puestos en práctica por ellos hasta ahora. El movimiento sindical mundial ha llegado a su momento más crítico. La voluntad escisionista de los reformistas se ha exacerbado mientras que nuestra voluntad de proteger la unidad sindical ha sido puesta en evidencia en numerosas oportunidades, y los comunistas deben demostrar en el futuro, también prácticamente, el valor que asignan a la unidad del movimiento sindical. 26) Cuanto más evidente se torna la línea escisionista de nuestros enemigos, es preciso demostrar mayor fuerza en el planteo del problema de la unidad sindical. Ni una fábrica, ni una reunión obrera deben ser olvidadas, en todas partes debe hacerse oír la protesta contra la táctica amsterdamista. Es necesario que el problema de la escisión sindical sea planteado ante cada sindicato y no solamente en el momento en que la escisión es inminente sino cuando recién comienza a esbozarse. La cuestión de la expulsión de los comunistas del movimiento sindical debe ser discutida con todo el movimiento obrero de cada país. Los comunistas son lo suficientemente fuertes como para dejarse eliminar sin decir
nada. La clase obrera debe saber quién está por la escisión y quién por la unidad. 27) La exclusión de los comunistas, luego de su elección para desempeñar funciones sindicales, por parte de las organizaciones locales no solamente debe suscitar protestas por la violencia ejercida contra la voluntad de los electores sino que debe provocar una resistencia organizada. Los miembros excluidos no tienen que permanecer dispersos. La tarea más importante de los partidos comunistas consiste en impedir la disgregación de los elementos excluidos. Deben organizarse en sindicatos de expulsados centrando su trabajo político en un programa concreto y la exigencia de su reintegración. 28) La lucha contra las exclusiones es en realidad una lucha por la unidad del movimiento sindical. En este caso, todas las medidas que tiendan al restablecimiento de la unidad destruida son buenas. Los expulsados no deben permanecer aislados, así como tampoco las organizaciones revolucionarias independientes existentes en el país en cuestión, con vistas a la organización común de la lucha contra las expulsiones y para la coordinación de la acción en la lucha contra el capital. 29) Las medidas prácticas de lucha pueden y deben ser completadas y modificadas de acuerdo con las condiciones y particularidades locales. Es importante que los partidos comunistas adopten claramente una posición antiescisionista de combate y hagan todo lo posible para derrotar la política de las expulsiones que se fortaleció sensiblemente en relación con el comienzo de la fusión de la II Internacional y la Internacional II y ½. No existen medios y métodos universales y definitivos en la lucha contra las expulsiones. En este sentido, los partidos comunistas tienen la posibilidad de luchar con los medios que consideren como más efectivos para lograr su objetivo: la conquista de los sindicatos y el restablecimiento de la unidad sindical destruida. 30) Los comunistas deben desarrollar una lucha muy enérgica contra la expulsión de los sindicatos revolucionarios del seno de las federaciones internacionales por industria. Los partidos comunistas no pueden permanecer como espectadores pasivos de la expulsión de los sindicatos revolucionarios por la única razón de que son revolucionarios. Los comités internacionales de propaganda por industria, creados por la Internacional Sindical Roja, deben hallar el más firme apoyo en los partidos comunistas, de modo de agrupar todas las fuerzas revolucionarias existentes tras el objetivo de luchar por 21
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las federaciones internacionales únicas por industria. Toda esta lucha se llevará a cabo bajo la consigna de la admisión de todos los sindicatos sin distinción de tendencia, sin distinción de corrientes políticas, en una organización internacional única de industria.
conclusión Prosiguiendo su camino hacia la conquista de los sindicatos y la lucha contra la política escisionista de los reformistas, el IV Congreso de la Internacional Comunista declara solemnemente que cuando los dirigentes de Amsterdam no recurran a las expulsiones, cuando den a los comunistas la posibilidad de luchar ideológicamente por sus principios en el seno de los sindicatos, los comunistas lucharán como
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miembros disciplinados en las filas de la organización única, marchando siempre adelante en todos los enfrentamientos y en todos los conflictos con la burguesía. El IV Congreso de la Internacional Comunista declara que todos los partidos comunistas deben extremar todos sus esfuerzos para impedir la escisión en los sindicatos, hacer todo lo posible para reconstruir la unidad sindical destruida en ciertos países y obtener la adhesión del movimiento sindical de sus países a la Internacional Sindical Roja.
Nota 1
Aprobada por el IV Congreso Mundial de la Internacional Comunista realizado en Moscú, entre el 30 de noviembre y el 5 de diciembre de 1922.
Los sindicatos y la política1
Vicente Lombardo Toledano on motivo de la creación de la Central Nacional C de Trabajadores (CNT), uno de cuyos principios constitucionales declara que los miembros de las or-
ganizaciones que la integran quedan en libertad para afiliarse a los partidos políticos de su elección, algunos dirigentes del Partido Revolucionario Institucional, atacaron violentamente a la CNT declarando que la no participación de los obreros en la vida cívica era una concepción reaccionaria de la función de los sindicatos, y agregaron que los trabajadores siempre han tenido militancia cívica porque no pueden substraerse a sus obligaciones de clase. Es necesario poner en claro esta cuestión. No se trata de un asunto formal, sino de un problema político profundo. En el nuestro, como en todos los países del mundo, los trabajadores han participado siempre en actividades políticas en su carácter de ciudadanos, y muchos de ellos en los partidos creados para defender exclusivamente sus derechos. Respecto de la militancia política de las agrupaciones sindicales como conjuntos, existen algunos antecedentes que es menester no olvidar. El movimiento revolucionario en nuestro país, orientado hacia la edificación económica, social y política de un nuevo orden social creado por el levantamiento popular de 1910, se inicia después de la tragedia en la que perdió la vida el presidente Venustiano Carranza. Surgen entonces dos partidos de la clase trabajadora con influencia en las masas: el Partido Laborista Mexicano y el Partido Nacional Agrarista. Estas dos agrupaciones, a pesar de que sus miembros pertenecían en su mayor parte a los sindicatos y a las comunidades campesinas, sostienen el principio de la afiliación individual. Las asambleas sindicales se limitan a recomendar la afiliación a los partidos, pero los sindicatos y las comunidades agrarias mantienen su carácter de frente único integrado por individuos de distintas opiniones y creencias, agrupados para el fin de defender en común sus derechos económicos. Años después, el general Plutarco Elías Calles, cuando deja de ser presidente de la república, crea el Partido Nacional Revolucionario (PNR), sin consultar con nadie, con el fin de liquidar a los numerosos partidos que actuaban en los estados y centralizar la dirección política
del país. El PNR, que en ese propósito concreto puede considerarse como un instrumento positivo, nace, sin embargo, con desprestigio entre el pueblo, porque es el fruto de un acto unilateral del hombre que tenía el mayor poder político de la nación, y además, porque se descuenta a los empleados públicos una parte de sus sueldos para sufragar los gastos del partido cuya formación no les había sido consultada. Al asumir después el general Lázaro Cárdenas la dirección del PNR, invita a los dirigentes obreros y campesinos para que hagan un llamamiento a los miembros de las organizaciones sociales, con el fin de que ingresen en el partido e influyan en él y cambien su contenido social, su programa y sus objetivos. Los dirigentes aceptan y, de este modo, el PNR, mientras Cárdenas lo dirige, si no es un partido de clase, sí actúa como un organismo influido por la clase trabajadora, urbana y rural, porque la fuerza que ésta representa determina la política del partido del gobierno. Años más tarde, y pocos días después de la expropiación de las empresas petroleras, para evitar un golpe de Estado, a moción de los dirigentes obreros se disuelve el PNR y las organizaciones representativas de la clase trabajadora, de los campesinos, del ejército y de los elementos de la pequeña burguesía urbana, no encuadrados en las organizaciones de masas, firman un pacto para fortalecer al gobierno e impedir la injerencia del extranjero en los asuntos domésticos de México, que da origen al Partido de la Revolución Mexicana (PRM). En esta agrupación, que no es un partido político propiamente dicho, sino una alianza, la clase obrera tiene una intervención muy importante e influye en su programa, en su orientación y en su conducta; pero la participación de los miembros de los sindicatos, como en los partidos del pasado, es individual, orientados por los principios de sus organismos de clase. Por último, cuando el PRM, creado para un fin transitorio, pierde su autoridad, se le trata de revivir cambiándole el nombre y titulándolo Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pero este partido ya no es ni el PNR ni el PRM, porque aunque es un arma política del gobierno, ha cambiado su estructura y la clase trabajadora no lo dirige. Los miembros de los sindicatos y de las comunidades campesinas participan en los 23
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actos políticos bajo la presión de sus líderes, sirviendo al sector de la burguesía que toma el mando y decide, sin consulta con la clase trabajadora, las cuestiones fundamentales del partido. En esta última etapa de la vida del partido del gobierno, especialmente durante los doce años de la gestión de los presidentes Alemán y Ruiz Cortines, la clase trabajadora, organizada socialmente, pierde toda su autoridad en el seno del partido, y como se divide en diversas centrales sindicales y agrupaciones del campo, vive a la zaga de las otras clases sociales que integran y dirigen el órgano político del poder público. Por eso es que cuando los sindicatos obreros recobran su autonomía y se esfuerzan por promover la unidad de la clase trabajadora, vuelven a la época de su mejor tradición, acordando que quedan en libertad plena sus miembros para afiliarse a los partidos de su elección. Contra esta medida que, además de apoyarse en la experiencia, está respaldada por la Constitución de la República, que reconoce el derecho de participar en política sólo a los ciudadanos y no a las corporaciones, algunos de los dirigentes del PRI protestan, porque saben bien que si se dejara en libertad a los miembros de los sindicatos y de las agrupaciones rurales para afiliarse a los diferentes partidos que existen, sin recibir sanciones por su actitud, el PRI perdería la mayor parte de sus contingentes forzados, de los que hoy dispone a través de los líderes y de las autoridades locales que los presionan para actuar contra sus deseos. Esas protestas del PRI contra la libre acción política de los trabajadores es explicable, pero insostenible. Porque aun cuando se siga usando el aparato del Estado para influir en los trabajadores y obligarlos a que actúen dentro de las filas del partido del gobierno, el propio proceso económico de México va diferenciando cada vez más a las distintas clases sociales, y agrupando a quienes las integran en partidos o grupos que representan sus intereses y sus principios programáticos. Esta evolución de nuestro país no la puede evitar nadie, porque México ha entrado ya en la etapa del capitalismo y es absurdo pretender mantener dentro de un mismo partido a elementos de las clases sociales que se hallan en pugna por causa de sus intereses. Esta es la razón de que muchos elementos de los sindicatos y de las comunidades agrarias, que teóricamente pertenecen al PRI, estén afiliados al Partido Popular Socialista y a otras agrupaciones, porque con mayor conciencia que sus compañeros de las organizaciones sociales, conocen bien cuáles son sus derechos y, además, luchan de acuerdo con una doctrina filosófica y política correspondiente a la clase a la que pertenecen. Hay también un hecho contra el cual reaccionan los nuevos agrupamientos de la clase trabajadora, y 24
es el de la corrupción de sus dirigentes, que prefieren un puesto de elección popular a sus obligaciones de conductores de los derechos de clase que se les han confiado. Si se hiciera la nómina de los líderes de los sindicatos de los últimos años, que han sido regidores y alcaldes de los ayuntamientos, diputados locales y miembros de las cámaras del Congreso de la Unión, y se juzgara la conducta seguida por ellos en el desempeño de esos cargos públicos, se vería que no sólo prefirieron los puestos bien retribuidos y amparados por un fuero a sus obligaciones de dirigentes de la clase trabajadora, si no que, como representantes del pueblo, jamás se han preocupado por defender en los cuerpos colegiados en los que han figurado, los intereses que tenían el deber de hacer que se respetaran por el poder público y por ampliarlos. Es necesario insistir cuantas veces sea conveniente, en que la vida política de México necesita una revisión a fondo, porque ha quedado muy atrás del desarrollo económico de la nación. Dentro de un país capitalista, aun cuando sea semicolonial como el nuestro, no puede haber vida democrática verdadera sin la existencia de diferentes partidos que representen a las distintas clases sociales, y sin que esos partidos sean respetados por el poder público, porque manejando mentiras o ficciones, como las de decir que el PRI no tiene oposición, a nadie se engaña y se corre el riesgo de seguir desacreditando al partido del Estado ante la conciencia de personas que jamás participan en la vida cívica. Ahí está, como confirmación a estas afirmaciones, el espectáculo que dan algunos alcaldes o diputados locales y aun gobernadores, que cuando reciben al presidente de la república, que visita las diversas regiones de nuestro país, son acallados por la masa popular que les grita lo que realmente son, porque, o fueron impuestos de la manera más descarada en los cargos que ocupan, o su conducta ha sido de tal naturaleza que el pueblo, cuando por el propio anonimato de su masa considera que no corre ningún peligro, se dedica a expresar colectiva y a veces tumultuosamente, la opinión que tiene de sus llamados representantes oficiales. El único país dentro del mundo capitalista en el cual los sindicatos actúan como tales en política, es la Gran Bretaña. Las agrupaciones sindicales están adheridas al Partido Laborista, al lado de los individuos afiliados aisladamente. Pero para ir a las convenciones del partido, discuten antes, democráticamente, las cuestiones que les interesan y la conducta que seguirán en las asambleas nacionales de su partido. Es decir, los sindicatos gobiernan al Partido Laborista y le imprimen la orientación que debe tomar ante los problemas nacionales e internacionales. En los demás países europeos, la militancia política no se realiza a través de los sindicatos, sino de los partidos políti-
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cos y, como lo he hecho notar muchas veces, en los Estados Unidos su clase obrera no participa en ningún organismo que defienda sus intereses, sino que son los dos partidos de la gran burguesía imperialista los únicos que resuelven los problemas del pueblo y de la nación. Llegará un día, sin embargo, en que la clase obrera norteamericana tendrá un partido que exponga y defienda sus verdaderos intereses y derechos. El problema no es teórico sino de realidades. En un país como México, en que los miembros de los sindicatos no imponen su voluntad a sus dirigentes ni participan de un modo hegemónico, como debía ocurrir por su fuerza numérica, en la vida del partido del gobierno, los obreros quieren liberarse al mismo tiempo de la política del Estado en el terreno de la vida social, y de la tutela de sus líderes y del poder público en el campo político. Esta ambición no sólo es
legítima desde el punto de vista legal, sino también a la luz de las tareas históricas que debe cumplir la clase trabajadora. Es un proceso lento, pero que marcha firmemente, hasta que en México haya una vida democrática que ha de consistir en el respeto a la lucha de partidos, de acuerdo con las clases sociales que representen. Pensar de otro modo o pretender parar la rueda de la historia es confundir la política con la magia.
Nota 1
Artículo publicado en la revista Siempre!, núm. 392, México, D.F., 28 de diciembre de 1960.
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Avances en la tarea de construir la fuerza que nos liberará del imperialismo y pondrá rumbo al socialismo Aporte del Partido Popular Socialista de México en el 12º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, Johannesburgo, Sud África, diciembre 3 al 5 de 2011.
PARTIDO POPULAR SOCIALISTA DE MÉXICO Comité Central
la profundización de la crisis sistémica del capitalismo y el avance hacia el socialismo como única salida histórica. a Declaración de Delhi es justa y plenamente váliL da. En vano los voceros del capitalismo pregonan que la crisis se ha superado, los datos de la realidad
los desmienten. Como se declaró entonces, la actual crisis global demuestra las limitaciones históricas del régimen capitalista y “la necesidad de su superación revolucionaria”; expresa “la agudización de la contradicción principal del capitalismo entre el carácter social de la producción y la apropiación capitalista privada”; “intensifica las rivalidades entre los poderes imperialistas”, cuyos organismos internacionales como el FMI, el BM y otros, están acometiendo sus ”soluciones” por medio de “la intensificación de la explotación capitalista”; “los sistemas políticos se tornan más reaccionarios recortando las libertades democráticas y civiles, los derechos sindicales, etc.”; la presente crisis es “probablemente la más aguda y generalizada desde la Gran depresión de 1929”, y “se manifiesta en todos los campos”. Como también se expresó entonces y la realidad lo ratifica, “cientos y miles de fábricas” siguen cerrando; “las economías rurales y agrarias” continúan en receso, con lo que se intensifica “la miseria y la pobreza de millones de agricultores y trabajadores del
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campo”; “millones de personas se hallan sin trabajo y sin techo”; “el desempleo” sigue creciendo “hasta niveles sin precedente”; “las desigualdades se acentúan” cada vez más “a lo largo del planeta, los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres”; “más de mil millones de personas –la sexta parte de la humanidad- sufre hambre”; “los jóvenes, las mujeres”, los ancianos “y los migrantes son sus primeras víctimas”. Los rescates que implementan los gobiernos destinan cuantiosos recursos públicos para salvar a la banca y otros bastiones del capital financiero y corporativo, con lo que benefician a unos cuantos, sanean sus economías y los ponen en condiciones de acrecentar el lucro, sobre la base de una mayor explotación de los más. Como bien se resumió en Delhi, “el máximo beneficio”, que es la “razón de ser del capitalismo, ha profundizado las desigualdades económicas tanto entre países así como al interior de los mismos, durante la ‘globalización’; la consecuencia natural fue una disminución del poder de compra de la mayoría de la población; ésta es, pues, una crisis del sistema, que reivindica una vez más el análisis marxista que afirma que las crisis son inherentes al capitalismo; el capital, en su búsqueda de ganancias, viola y avasalla todo, sin consideración; en ese proceso intensifica la explotación de la clase obrera y otros estratos del pueblo trabajador imponiéndoles pesadas cargas. Las conclusiones son impecables: “Nuestra lucha por una alternativa es una lucha contra el sistema capitalista. Nuestra lucha por una alternativa es por un sistema donde no exista la explotación del hombre por el hombre ni de una nación por otra nación. Es
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la lucha por otro mundo, un mundo justo, un mundo socialista.” Plenamente coincidente con todo lo anterior, el PPS de México en su colaboración al 10º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, de Sao Paulo, Brasil, de 2008, ya planteó que: “para los países latinoamericanos, igual que para otros del mundo, queda muy claro que no existe porvenir en el ámbito de un ‘capitalismo remozado’, tesis falsa de los terceristas, porque ese sistema hace tiempo agotó su posibilidad histórica, y la vida lo muestra así día con día. La perspectiva única está en una sociedad sin clases sociales, sin propiedad privada de los medios de producción y cambio, una sociedad socialista y comunista. Avanzar hacia ella, éste es nuestro desafío”.
avances, en el caso de méxico, en la tarea de construir la fuerza que nos liberará del imperialismo y pondrá rumbo al socialismo. Estimados camaradas: Reiteramos nuestro convencimiento de que, en el caso de México, las condiciones objetivas para el cambio revolucionario, en la ruta hacia su liberación respecto del imperialismo, están dadas. Las condiciones subjetivas, por su parte, avanzan en su proceso de construcción. La lucha de la clase obrera y sus aliados ha entrado en una fase de ascenso, como sucede en general en América Latina.
por qué afirmamos que en méxico ya existen las condiciones objetivas para la revolución de liberación nacional. En nuestro caso, siendo un país capitalista dependiente –y vecino fronterizo con la principal potencia depredadora del mundo, Estados Unidos- la globalización neoliberal que impuso el imperialismo desde hace tres décadas, nos golpeó con tremenda dureza. El primer gobierno sumiso a los dictados del Consenso de Washington fue el de Miguel de la Madrid –19821988-, y de manera más profunda cada vez, todos los posteriores: el de Carlos Salinas de Gortari –1988-1994; Ernesto Zedillo -1994-2000-; Vicente Fox –2000-2006-, y el actual, de Felipe Calderón. El primero hizo modificar la Constitución para que el gobierno tuviera la facultad de privatizar las empresas públicas, lo que no podía hacer hasta en-
tonces de manera legal, y redujo la participación del Estado en la economía de 45 ramas a 23, y de 1155 empresas, a 412. El segundo, firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con Estados Unidos y Canadá, un instrumento eficaz hacia la anexión de México en condiciones de subordinación a la potencia yanqui. Ahondó la apertura a capitales y mercancías iniciada en el sexenio anterior; avanzó en las privatizaciones cualitativamente, con empresas muy productivas, como los bancos, la telefonía y la siderurgia. Creó las condiciones jurídicas para dar paso a lo que se ha llamado la privatización furtiva de la industria eléctrica, al establecer la figura de los productores independientes en la Ley de Energía. Acabó con la Reforma Agraria, al modificar el artículo 27 de la Constitución, dando paso al proceso de privatización de la tierra, a la pérdida de toda posibilidad de soberanía alimentaria y al brutal empobrecimiento de los campesinos mexicanos que, desde entonces, sólo han tenido, como perspectiva de sobrevivencia, la huída hacia el otro lado de la frontera como emigrantes indocumentados. El tercero, privatizó la comunicación satelital, los ferrocarriles, los puertos y aeropuertos y la aeronáutica; abrió la banca al extranjero y creó las Afores, mecanismo por el cual la seguridad social perdió su carácter solidario y pasó al régimen individualista, generando un rubro de alto lucro para el capital financiero internacional; se propuso modificar la Constitución para privatizar la industria eléctrica, pero fue derrotado en este frente por la movilización popular, en que nuestro partido desempeñó una función activa. Además, fue el primer gobierno que asumió una política irrespetuosa e injerencista contra Cuba, plegada a Washington, a lo que no habían llegado De la Madrid ni Salinas, pero que fuera llevado a posiciones todavía más extremas por su sucesor, Vicente Fox. Éste, cuarto de la época de los entreguistas desembozados, tan pronto llegó a la presidencia, retomó con toda la fuerza que pudo la propuesta de la privatización de la industria eléctrica en el texto de la Constitución (intento en el que igual que Zedillo, también fue derrotado), junto con otras iniciativas de línea neoliberal, que pasaron a ser llamadas “reformas estructurales”; continuó con las privatizaciones, apoyó a los gobiernos y fuerzas más reaccionarias de América Latina y el mundo, y dio paso a una corrupción escandalosa, cuyos principales beneficiarios fueron su mujer, Martha Sahagún, y los hijos de ésta. Felipe Calderón ha continuado por la misma ruta, intentó imponer reformas jurídicas para privatizar el petróleo (pretensión que fue derrotada por el movimiento popular), e incorporó elementos fascistizantes al trato gubernamental con las fuerzas populares; se ha ensañado contra los trabajadores y sus derechos, en especial con27
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tra el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana y contra el Sindicato Mexicano de Electricistas. Y de manera adicional, ha sumido al país en un verdadero baño de sangre, que resulta de haber “declarado la guerra” a ciertas bandas criminales, sin haber realizado la preparación previa para un evento como ése. Tal aventura, la emprendió buscando legitimarse ante la opinión popular, dada la debilidad y desprestigio con que inició su mandato a causa de sus maniobras fraudulentas durante el proceso electoral. Ha sido acusado de manera pública de estar aliado, en los hechos, con alguna de las bandas criminales, a la que favorece, en tanto persigue a las bandas rivales con el ejército. Se ha convertido en un pertinaz violados de la soberanía nacional al permitir la injerencia abierta de las policías y servicios de inteligencia de Estados Unidos en el territorio mexicano. Éste era el cuadro, estimados camaradas, en el que se encontraba el país cuando estalló la actual crisis económica y financiera mundial, un cuadro ya de suyo crítico en alto grado, mismo que, desde luego, se agudizó como resultado de todas las secuelas de la profundización de la crisis del sistema capitalista mundial que bien se analizaron en Delhi. Por cuanto al modo de producción, el nuestro es capitalista dependiente. Esto es, las fuerzas productivas materiales son similares a las de toda la economía capitalista globalizada, pero las relaciones de producción no son idénticas a las de un país capitalista-imperialista. Las deformaciones del capitalismo sometido agudizan las contradicciones entre la clase trabajadora y la propietaria, por ejemplo, por el hecho de que un trabajador en México obtiene un salario por jornada de trabajo equivalente apenas a la décima parte de lo que obtiene uno en Estados Unidos por un trabajo igual. Además, el abismo se va profundizando en la medida en que el saqueo económico imperialista hace que la acumulación capitalista se dé en su mayor parte en el país metropolitano y en proporción mínima en el subordinado. Todo lo acontecido durante los últimos casi treinta años, que se reseñó arriba de un modo sintético, al profundizar nuestra dependencia ha hecho que en nuestro modo de producción capitalista-dependiente se cumpla de manera cabal la ley develada por Marx: las fuerzas productivas materiales de nuestra sociedad llegaron a una fase de desenvolvimiento en que entraron en contradicción con las relaciones de producción existentes –y con su expresión jurídica, las relaciones de propiedad monopólico-imperialistas-, y se ha abierto una época de revolución social, proceso que también se agudizó como resultado de la profundización de la crisis del sistema capitalista mundial, de los dos últimos años. 28
avanzando en la construcción de las condiciones subjetivas. “La liberación... puede venir solamente con el establecimiento de una alternativa real, el socialismo. Ello requiere el fortalecimiento de las luchas antiimperialistas y antimonopólicas”, se concluyó en el Encuentro de Delhi de un modo justo. Para nosotros, comunistas mexicanos, está muy claro que el fortalecimiento de las luchas antiimperialistas y antimonopólicas es parte indispensable de la creación de las condiciones subjetivas para el estallido de la revolución de liberación nacional, y su victoria, como está muy claro que nada daña más al proceso revolucionario, que el sectarismo y la autosuficiencia. En la tarea de fortalecer las luchas antiimperialista y antimonopólicas con rumbo a la liberación nacional y el socialismo, los comunistas mexicanos agrupados en el PPS de México hemos logrado avances alentadores, desde 1999, cuando el Frente Nacional de Resistencia contra la Privatización de la Industria Eléctrica logró impedir que el gobierno de Zedillo alterara la Constitución para privatizar la industria eléctrica, hasta hoy. El movimiento antiimperialista y antimonopólico de masas se ha ido desarrollando, aunque este proceso no ha sido lineal, sino que ha registrado altibajos. En lo cuantitativo, los brotes de resistencia estallan en todas partes del país de manera explosiva, teniendo como protagonistas a combativos sindicatos de la clase obrera, como los electricistas y los mineros, a maestros de escuela, campesinos y pueblos indígenas, entre otros diversos segmentos de la población. Y en lo cualitativo se registran dos pasos valiosos: uno consiste en que diversos núcleos de la lucha popular van llegando a la conclusión correcta de que es necesario combatir ya no sólo a los enemigos particulares de tal o cual sector, de una u otra región del país, sino a toda la dupla burguesía-imperialismo, lo que va permitiendo articular a todos esos brotes para que golpeen al enemigo de manera conjunta; movilizar a todos de manera solidaria en apoyo a los que en cada momento van teniendo la guillotina del gobierno sobre su cuello. El otro paso valioso consiste en que los más importantes y combativos núcleos de trabajadores electricistas, mineros y docentes, entre otros, al fin van llegando a la conclusión justa de que la lucha economista no basta, sino que es indispensable la lucha política para echar del poder a la dupla burguesíaimperialismo, y que el instrumento adecuado de ésta no es otro que un partido político, que no puede ser ninguno de los partidos burgueses francos, ni los socialdemócratas. En este contexto, nuestro partido ve
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con simpatía y apoya, sin sectarismos, el proceso de organización de un partido obrero antineoliberal y antiimperialista –que ya avanza- que sería nuestro aliado natural en la lucha por la liberación nacional respecto del imperialismo, y que vendría a ser un salto cualitativo del Movimiento de Liberación Nacional, organización de organizaciones de carácter político, social, sindical, campesino, indígena, del movimiento urbano popular, de mujeres y de jóvenes, surgida en septiembre de 2008, como otro paso importante en el camino de la creación de las condiciones subjetivas para la liberación nacional con rumbo al socialismo. Por otra parte, por primera vez, desde 1994, se abre la posibilidad de desplegar la lucha electoral con una fuerza antiimperialista y antimonopólica, cosa que no había sido posible en los procesos de 2000 ni 2006. La destrucción causada por la ofensiva neoliberal nos había dejado sin poder utilizar ese frente de lucha, pues a nuestro partido se le canceló el derecho a participar en las elecciones nacionales y regionales, arrebatándole de manera arbitraria el registro electoral. Además, una serie de modificaciones jurídicas hicieron imposible, en la práctica, la recuperación de ese derecho, al mismo tiempo que irrumpió la práctica del abuso televisivo como forma en que la burguesía proimperialista manipula a amplios sectores de la población. Todo esto trajo como resultado que el sistema electoral, el sistema político y de partidos cayera en un profundo desprestigio y sean vistos con gran desconfianza por las masas populares. Las cifras de los ciudadanos que no votan han mantenido una tendencia creciente. Sin embargo, en 2008 surgió el Frente Nacional en Defensa del Petróleo con el fin de enfrentar los intentos de la burguesía proimperialista para crear instrumentos jurídicos que dieran paso a la privatización del energético -que fuera nacionalizado en 1938 por el presidente Lázaro Cárdenas. Un dato interesante fue el papel que desempeñó en esta lucha Andrés Manuel López Obrador, que sumó a la misma su capacidad de convocatoria, habiéndose convertido en los
hechos en un aliado importante del movimiento popular en este tema concreto. Como ya anotamos en nuestra colaboración al 10º Encuentro, más allá de la estrechez clasista e histórica que imprimió a sus explicaciones del problema, lo importante es que asumió la defensa del petróleo con firmeza, mostrando un notable avance desde su época de candidato presidencial en 2006, cuando enarboló una propuesta asistencialista bajo el lema de “por el bien de todos, primero los pobres”, como cuestión central; respecto del neoliberalismo no consideró necesario combatirlo ni eliminarlo sino sólo “limar sus aristas más filosas” y, para la tranquilidad del capital financiero y corporativo internacional estableció que su gobierno “no tendría mentalidad estatizadora”. Más todavía, sobre el tema concreto del petróleo, su opinión de entonces fue la de abrir ciertos espacios al capital privado, igual que lo propusiera el gobierno de Calderón. La vida puso a López Obrador en la tesitura de avanzar en sus concepciones en un sentido correcto, que desde entonces se ha acentuado. En su libro, La mafia que se adueñó de México... y el 2012, publicado este año, toma franca distancia del Consenso de Washington, al que califica como “una retacería de mentiras sin fundamento teórico ni científico”. El López Obrador de hoy es otro, se ha acercado de manera significativa al movimiento popular de masas antiimperialista y antimonopólico, asumiendo sus banderas como propias. Por otra parte, conserva la gran capacidad de convocatoria, cuestión que lo convierte en un aliado importante en la lucha rumbo a la liberación nacional, por lo que su candidatura presidencial en 2012 será, sin duda, apoyada por los contingentes más decididos y combativos de las fuerzas antiimperialistas, con grandes y bien fundadas expectativas. Resumiendo, podemos afirmar que las luchas antiimperialistas y antimonopólicas en México han avanzado de manera substancial y todo indica que seguirán por ese camino victorioso, por la Segunda y Definitiva Independencia de México y con rumbo al socialismo.
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¿Un candidato de las fuerzas populares con rumbo a la liberación nacional? ¿Qué aspectos deberían definirlo? Martha Elvia García García
introducción la fecha México soporta ya casi 30 años continuos A de yugo neoliberal, es decir, de contrarrevolución. Cada gobierno neoliberal ha hecho su aporte a
la neocolonización de nuestra patria; ha entregado patrimonio y soberanía de la nación a la burguesía internacional, es decir, al imperialismo, a cambio de más pobreza y sufrimiento para el pueblo y devastación ecológica del territorio mexicano. Felipe Calderón, además de tener esos “méritos”, destaca por su cuestionada legitimidad en la presidencia, mejor dicho, por su acusada calidad de espurio y por el baño de sangre que le ha venido dando al país entero, desoyendo la opinión pública nacional pues lo que le importa es la aprobación de Washington. Como es bien sabido los gobiernos neoliberales han procedido de siglas políticas distintas —PRI y PAN— ambos con sus respectivos partidos adláteres, pero han constituido un mismo régimen porque representan los intereses de la misma clase social: la burguesía proimperialista, que tiene un carácter reaccionario y es totalmente apátrida, asociada y subordinada desde siempre al capital financiero y corporativo internacional, con cuyo padrinazgo y bajo cuya dirección política al fin derrotó y dejó para la historia a aquel sector de la burguesía nacional que constituía en los hechos una burguesía progresista y patriótica, misma que en el caso de México se había formado en el poder público y que, a pesar de enormes yerros y veleidades, consciente o no, daba pasos en el camino de la revolución mexicana hacia la liberación nacional, impulsada por las fuerzas más avanzadas de la clase obrera. El gobierno actual, al servicio de la burguesía reaccionaria y del imperialismo, cumpliendo con esa función suya se ha plegado al recetario de la globalización neoliberal, expoliando brutalmente nuestro territorio y sobrexplotando a nuestro pueblo. Esta es la causa fundamental del crecimiento y acumulación de los viejos problemas nacionales, así como de los graves problemas económicos, sociales y políticos surgidos durante las tres últimas décadas.
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Por todo ello la lucha revolucionaria en nuestros días consiste en derrotar y arrojar del poder a esa burguesía, a los neoliberales, a los personeros del imperialismo. La lucha de fondo no es por tirar del poder a un individuo o a un determinado partido político, sino a la clase social en el poder. Sólo así podremos aspirar a la independencia económica, sin lo cual no es posible alcanzar la libertad, la democracia y justicia social. De ahí que el objetivo prioritario del pueblo de México sea la liberación nacional.
la coyuntura electoral y las características que debe reunir el candidato a la presidencia A) Una previsión teórica Sobre este aspecto es importante tener presente el antecedente teórico que como partido habíamos ido forjando desde 1948, año en que nace nuestra organización como Partido Popular, hasta la llegada del neoliberalismo, en 1982. Tal como lo valoró nuestro partido en su tiempo —y el análisis cuidadoso de los hechos lo puede corroborar hoy mismo—, el proceso contradictorio en que marchaba la realidad nacional, de avances y retrocesos en la vía construida por el pueblo de México en su largo trayecto de siglo y medio de reiterados combates con rumbo a su emancipación —al que de manera adecuada procede llamar revolución mexicana—,1 durante esos treinta y cinco años fue de tal naturaleza que, a pesar de los zigzagueos constantes, predominó una tendencia ascendente. Esta tendencia hacia el progreso descansaba en el hecho de que contra el poderoso enemigo fundamental del pueblo y la nación —el imperialismo— como partido de la clase obrera contábamos con un aliado muy importante surgido de nuestro desarrollo histórico peculiar, que era inconstante, pero con el que, a pesar sus veleidades, veníamos avanzando: el sector progresista y patriótico de la burguesía nacional2 integrado por funcionarios públicos que tenían estas características: a) se dedicaban a la administración pública de tiempo
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completo; b) vivían una vida cómoda y desahogada y detentaban un poder real, político y económico, gracias a su actividad profesional; c) siendo burgueses eran atípicos, dado que no eran propietarios de medios de producción y cambio, sino que administraban los que pertenecían a la nación y que el Estado había tomado en sus manos, es decir, eran producto y beneficiarios, a la vez, de la intervención creciente del Estado en la economía, por lo que la defendían e impulsaban, y d) en esto radicaba la base de su fuerza política y social. De acuerdo con esta realidad, sosteníamos de una manera correcta que, de mantenerse las condiciones internacionales altamente favorables a la lucha antimperialista de nuestro pueblo y todos los pueblos de mundo, que resultaban de un campo socialista mundial consolidado y en ascenso, y de mantenerse asimismo ese proceso ascendente en lo interno, como eran ambas cosas previsibles, nuestra perspectiva —la que impulsábamos como línea política y como vía al socialismo— era la de que siguiendo ese camino del frente nacional democrático y patriótico en que nuestro principal interlocutor era esa burguesía progresista y patriótica en el poder, podríamos pasar del régimen de la democracia burguesa peculiar de la época, a uno de democracia nacional —primer paso de la liberación nacional y última etapa en la que hipotéticamente nos acompañaría esa burguesía en calidad de aliada importante— y luego a la democracia popular —segundo paso avanzado de la liberación nacional y antesala del socialismo. Tenemos claro que todo este proceso se sustentaba en las dos premisas ya señaladas: una correlación internacional de fuerzas favorable de manera muy firme y ascendente a los pueblos del mundo, y la interacción, como alianza peculiar, que se daba entre el partido de la clase obrera consecuente con los principios, y esa burguesía patriótica y progresista que se aferraba al poder, pues estaba consiente en que no podía “alternarlo” con la burguesía privada, partidaria del “libre” mercado, porque si le cedía la “silla” por un momento, perdería toda la base de su poder y ya no podría retomarlo. Los acontecimientos posteriores comprobaron esta hipótesis, de tal manera que, como ya se dijo en el capítulo Introducción, esa burguesía patriótica y progresista ya no sólo no está en el poder, sino que se extinguió como fuerza económica importante —y por ende política— y, obviamente, tampoco existen las condiciones internacionales de aquella época. La realidad actual es completamente distinta: La clase social dominante es ahora, de manera plena, la burguesía reaccionaria, entregada al imperialismo y, por tanto, la lucha de clases se ha agudizado cada vez más. En estas condiciones la estrategia del PPSM, partido de clase, no puede ser otra que la de “enfrentar total y combativamente a la clase social gobernante,
con la firme convicción de que debe ser derrocada y sustituida en la dirección de la vida pública por un bloque social de carácter amplio, integrado por todas las clases y sectores sociales objetivamente opuestos al imperialismo, en cuyo núcleo debe estar la clase trabajadora, misma que debe ejercer su dirección ideológica. Este bloque social debe ejercer un gobierno antimperialista de transición y su tarea debe ser la de dar grandes pasos hacia la liberación de México, hacia su segunda y definitiva independencia, tarea que consumaría un régimen de democracia del pueblo en el que la preeminencia corresponde ya a la clase obrera políticamente organizada. Esta democracia del pueblo constituye la antesala de la sociedad socialista y tiene como tarea desarrollar las bases de ese sistema superior.”3 B) Derrotar en 2012 a los neoliberales La destrucción de sindicatos, partidos políticos de la clase obrera y la domesticación de los que eran más o menos antimperialistas, más el aniquilamiento del resto de las organizaciones de masas, causada por la propia globalización neoliberal y la acción directa de la burguesía pro imperialista como clase en el poder, durante tres décadas, le impuso a los revolucionarios en situación de debilidad y dispersión la urgente tarea de reagrupar sus propias fuerzas; a la vez que la tarea inaplazable de congregarse cada vez más, de sumar y sumar fuerzas en la acción, de todas las vertientes del movimiento de masas, de la lucha gremial, social y política contra los neoliberales (Atenco, la APPO, los electricistas, el Diálogo Nacional, el Movimiento de Liberación Nacional, los mineros, los maestros, y mil batallas más localizadas y específicas, como La Parota y tantas más), para encauzarlo hacia la construcción del gran bloque político, social, plural y antimperialista, firmemente articulado y decidido a luchar por la liberación nacional. El complejo camino —en la teoría y en la práctica— recorrido hasta el momento, ha desarrollado condiciones nuevas, que aun pueden madurar más, para combatir a los neoliberales también a través del sufragio, en el proceso electoral federal de 2012. Sobra decir que el candidato a la Presidencia de la República deberá formar parte de este gran bloque social que se viene construyendo, con lo que podrá ser un candidato que se alce con toda la fuerza del pueblo trabajador. Un candidato único de las fuerzas populares debe tener plena identidad con ellas y, sobre todo, la firme convicción de aplicar un programa antineoliberal, cuyos objetivos esenciales son elevar las condiciones de vida de la inmensa mayoría de los mexicanos, democratizar el régimen y avanzar hacia la segunda y definitiva independencia nacional libe31
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rando al pueblo y la nación, es decir, arrojando del gobierno a la burguesía reaccionaria.
es consubstancial a los frentes, coincidan en el camino de la liberación nacional.
C) El importante papel que puede y debe jugar el candidato
D) Aspectos que definen al candidato
El valor del próximo proceso electoral desde la óptica de la lucha antineoliberal es, ante todo, la utilidad de convertirlo en una gran escuela de masas, para: • Elevar la conciencia de éstas y superar su propia organización. Ambas premisas son indispensables para que las masas populares desempeñen con éxito su función de constructoras de la historia y, por eso, sin una conciencia clara y una organización adecuada, difícilmente podría lograrse el avance trascendente que ambicionamos, en 2012. • En ese camino, aclarar que lo importante no es “ganar” las elecciones “echando” a unas siglas, sean las del PRI, el PAN, el PRIAN o cualquier otra, o correr a un individuo por malo que sea, porque mientras sigan los neoliberales —a los que sirven todos los partidos con registro hoy, y la gran mayoría de los políticos profesionales de nuestros días— no hay avance real alguno; por lo que la victoria consiste en derrotar y desplazar del gobierno a la burguesía neoliberal o pro-imperialista; • Explicar qué tipo de medidas son indispensables para derrotar al neoliberalismo y qué papel juega la organización y la conciencia de las masas populares en esta batalla, que es principalmente ideológica y política, aunque se dé en el terreno electoral. A esta tarea revolucionaria debe contribuir el candidato durante la campaña electoral. Pero sobre todo debe comprometerse sin titubeos, dudas ni vacilaciones, con un programa claramente antineoliberal, como ya se dijo, a que no haya más privatizaciones, ni una, ni más “reformas estructurales” diseñadas y ordenadas por el imperialismo a través del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OCDE y demás instancias a su servicio; comprometerse a echar atrás las que ya se hicieron y a retomar el camino hacia la liberación nacional y la elevación del bienestar popular, enfrentando a los poderosos enemigos que sin duda tendrá que enfrentar, sin que le tiemblen las piernas. Sólo así se ganará y renovará día a día el glorioso derecho de encabezar al ejército entusiasta de trabajadores del campo y la ciudad, que constituyan un gran movimiento electoral, todo un frente popular y nacional integrado por numerosos componentes que, manteniendo su autonomía como 32
Para todo esto, no requerimos tener como candidato a un individuo superior que nos lleve de la mano, ni siquiera es indispensable que provenga de la clase trabajadora, pero sí que se declare opositor al dogma de la globalización neoliberal, como ya se dijo, y que posea la capacidad y la firme decisión de cumplir un programa antineoliberal de gobierno. Además: • Le otorgue a dicho programa toda la importancia que reviste. Esté dispuesto a difundirlo, explicarlo, discutirlo y enriquecerlo a lo largo de su campaña; a convertirlo en el eje de la misma, no sólo como programa del gobierno, sino de todas las fuerzas avanzadas del país. • Se proponga restablecer de inmediato el imperio de la Constitución nacional y del derecho en general, el respeto a la soberanía de los estados y la división de poderes. Dejar en el pasado la imagen dictatorial del ejecutivo, que ha padecido nuestro pueblo, inclusive a costa de decenas de miles de vidas, como está sucediendo con Calderón. • Escuche y tome en cuenta la opinión de la clase trabajadora y el pueblo de México, como generadores de la riqueza y víctimas principales de la explotación neoliberal, respecto de todos los asuntos de incumbencia nacional. • Tenga claro a quién, a qué fuerza económicopolítico-social hay que enfrentar sin hacerle concesiones; no puede ser nadie que hable de favorecer al “mercado”, propiciar que fluyan las inversiones y vengan los capitales a “crear empleos”, ni nadie que hable de una “izquierda moderna” al estilo de la socialdemocracia inglesa o española, que han sido los neoliberales duros en sus países; tampoco nadie que tenga un lenguaje vacío, confuso o demagógico. • Alguien que tenga claro, asimismo, qué tipo de acciones hay que emprender para sacar al país y al pueblo del atolladero en que nos ha metido el neoliberalismo, por ejemplo: 1. Rescatar el Estado, secuestrado por los intereses de la burguesía del país y del extranjero, para ponerlo al servicio del pueblo y de la nación, reivindicándole sus riquezas naturales y bienes públicos que le han sido ilegal e inconstitucionalmente arrebatados, como el petróleo, la minería e industria eléctrica. 2. Abandonar radicalmente la política neoliberal; que el Estado intervenga de manera directa en la economía, y la conduz-
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ca sin la injerencia de gobiernos extranjeros ni organismos financieros internacionales. 3. Fortalecer y reestructurar el sector energético, con sentido nacionalista, para el desarrollo económico independiente de nuestro país. 4. Comprometerse a que el Estado mexicano protegerá los derechos fundamentales de alimentación, salud, educación en todos sus niveles, vivienda y empleo digno, para todos los mexicanos. 5. Realizar una reforma fiscal a fondo, basada en la justicia social; que paguen más los que tienen más. 6. Defender la paz mundial bajo los principios de autodeterminación y no intervención de los pueblos, es decir, el respeto al derecho soberano de toda nación, por pequeño que sea su territorio y número de habitantes, a decidir sobre su sistema de vida y forma de gobierno, a elegir su propio destino, etcétera. • Alguien que se esfuerce por aglutinar al mayor número de fuerzas populares en torno a su candidatura; que coadyuve a formar un gran movimiento o frente electoral; que sepa dialogar con todas las corrientes del pensamiento progresista, para armonizar y consensuar lo necesario, que no pretenda imponer sus juicios personales de manera unilateral. • Alguien que posea una cierta congruencia en su recorrido biográfico personal, que le dé credibilidad y no sea un individuo como Roberto Madrazo, quien en el momento en que disputó a Francisco Labastida la candidatura del PRI, en 2000, tenía un discurso antineoliberal, pero seis años después quedó exhibido como falso y puramente coyuntural, cuando fue candidato de su partido en 2006 y su discurso fue neoliberal; que en su estilo de vida personal sea consecuente con sus postulados. • Alguien que tenga un discurso público comprometido contra el neoliberalismo en todo momento, no uno que se acomode al público en turno; es decir, debe alejarse de toda tentación a “coquetear” con los neoliberales, porque
si lo hace no puede tener nuestra confianza. • Alguien que conozca a nuestro país, que conozca su historia y su geografía, sus recursos y carencias; que tenga la experiencia de haber escuchado al pueblo decir sus sentires. Alguien sensible a esta realidad. Tales son los rasgos políticos y personales indispensables que debe poseer el individuo que interactúe con las masas populares en este momento histórico concreto, mismo que, junto con un frente grande, combativo y bien articulado en el que participen sin excepción todos los sectores de la población que han sido sacrificados por el neoliberalismo —y dentro de este frente muy destacadamente la clase obrera— puede constituir la fórmula para dar un salto adelante en el camino de la liberación nacional.
Notas 1 Vicente Lombardo Toledano, con toda congruencia, llama “revolución mexicana”a todo el proceso en su conjunto y también a cada una de sus fases, no sólo a la que estallara en 1910; es decir, la revolución mexicana es también y sobre todo, el“proceso revolucionario mexicano”. Entre otros documentos, en La perspectiva de México, una democracia del pueblo, Lombardo dice: “La revolución mexicana iniciada en 1810, independientemente de su carácter de guerra de clases que hemos señalado, fue una revolución que arrojaba del continente americano la influencia de la monarquía española, antagónica al sistema republicano [...] La revolución mexicana de 1850 a 1870 —la revolución de reforma— independientemente de su objetivo fundamental, de destruir el poder económico y político de la Iglesia católica, fue como la de independencia, un movimiento nacional que expulsaba del continente americano la influencia de la monarquía francesa, antagónica al sistema republicano [...] La revolución iniciada en 1910, fue un movimiento popular tendiente a la destrucción del feudalismo [...] Pero como la revolución mexicana de hoy”. (Lombardo, La perspectiva de México, una democracia del pueblo, informe en su calidad de presidente del Partido Popular al IX Consejo Nacional del partido, ciudad de México, 5 de abril de 1955, en: http://www.ppsm.org.mx/vlt/ libros/03LaperspectivadeMexico.pdf 2
Cfr., segundo párrafo de “Introducción”.
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Partido Popular Socialista. Informe político al XX Congreso. El partido de la clase obrera y los desafíos de la revolución en el siglo XXI. p. 7, México, 2008.
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Nunca habrá democracia si no hay justicia para todos
Juan Campos Vega
Entrevista imaginaria, realizada a Andrés Manuel López Obrador, tomando de sus escritos y pronunciamientos los planteamientos que, a su juicio, son los causantes de la crisis actual que padece la nación, y también, las principales propuestas que ha realizado para resolver los problemas de México. ¿Cómo se genera la actual desigualdad que aqueja a la mayoría de la población del país? amlo: Los ideólogos de la derecha inventaron una serie de recetas y recomendaciones […] para tratar de justificar la codicia y el pillaje.1 Convirtieron en dogma criterios tan absurdos como la supremacía del mercado; la desregulación de la economía y del sistema financiero; la utilización del Estado sólo para proteger y rescatar a las minorías privilegiadas y, desde luego, proclamaron que la privatización era la panacea. También postulaban, y siguen sosteniendo, que el nacionalismo económico era anacrónico y la soberanía nacional un concepto caduco frente a la globalidad; que se debían cobrar menos impuestos a las corporaciones y más a los consumidores; que eran más eficientes y honestos los administradores privados que los públicos; que debía predominar lo económico sobre lo político y lo social; que el Estado no debía promover el desarrollo económico; que si le iba bien a los de arriba, les iría bien a los de abajo, con la idea peregrina de que si llovía fuerte arriba, gotearía abajo, como si la riqueza en sí misma fuese permeable o contagiosa.2 En México, estas políticas comenzaron a impulsarse desde el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988). Pero se profundizaron durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).3 La crisis de México se debe al predominio de un grupo oligárquico, que se conformó durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, mediante la entrega a particulares, nacionales y extranjeros, de los bienes de la Nación y del pueblo.4 34
Ese es el aspecto teórico con el que pretendieron justificar su política ¿Pero cómo se puede comprobar que esa es la causa? amlo: En julio del 88, cuando se impuso Salinas mediante un fraude electoral, en la lista de la revista Forbes, donde figuran los hombres más ricos del mundo, sólo aparecía una familia mexicana, la de los Garza Sada, con dos mil millones de dólares […] al finalizar aquel sexenio, ya se habían incorporado a la lista 24 mexicanos más, que en conjunto, poseían 44 100 millones de dólares.5 Al amparo de la llamada política neoliberal de privatizaciones y saqueos, esta minoría no sólo ha venido acumulando riquezas de manera obscena, sino que se ha situado por encima de las instituciones y son los que realmente mandan y gobiernan el país. Como es obvio, esta concentración desmedida de poder económico y político ha provocado el empobrecimiento del pueblo, la ruptura del pacto social y de la tranquilidad pública.6 ¿Tienes los nombres de los que se beneficiaron con la política neoliberal de Salinas? amlo: Ordenado de arriba hacia abajo, según la riqueza de sus integrantes, aparecieron Carlos Slim, la familia de Emilio Azcárraga Milmo, la familia Zambrano, la familia Peralta, Jerónimo Arango, Alfonso Romo garza, Alberto Bailleres, Pablo Arambuluzabala Ocaranza, la familia González Nova, la familia Molina, la familia de Adrián Sada González, el empresario Ángel Lozada Gómez, la familia de Ricardo salinas
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pliego, la familia de Bernardo Garza Sada, los hermanos Lorenzo y Roberto Servitje Sendra, los banqueros Roberto Hernández Ramírez y Roberto González barrera, los empresarios Jorge Larrea Ortega, Eugenio garza Lagüera, Moisés y Antonio Cosío Ariño, la familia Martínez Güitrón, la familia Franco, los hermanos David y Adriana Peñaloza y Alfredo Harp Helú […] luego de estar colocado, en 1988, en el lugar 26, en 1994 México pasó a ocupar el cuarto lugar entre los países del mundo con más multimillonarios, un dudoso honor sólo superado por Estados Unidos, Japón y Alemania.7 ¿Este grupo forma una elite compacta?¿Son todos parte del grupo de Salinas? amlo: Durante el tiempo que fui jefe de Gobierno de la Ciudad de México (2000-2005), conocí a casi todos los integrantes de esta élite del poder, por lo que tengo una idea de cómo piensan y actúan […] Empiezo con Carlos Slim, al que traté por primera vez en el año 2000 […] es bastante sencillo […] es sensible. En una ocasión […] empezó a recordar con afecto a don Pepe Iturriaga y al finado historiador Fernando Benítez y terminó llorando.8 Con el nunca se trató el tema de Salinas, aun cuando siempre ha existido la sospecha de que su fortuna es compartida con el ex presidente.9 En cuanto a o político, no tengo evidencias de que Slim actúe bajo las órdenes de Salinas. Me consta que durante la campaña presidencial de 2006 mantuvo una actitud respetuosa. No está de más señalar que nunca le hemos pedido ni favores ni dinero. La relación ha sido honesta y transparente. Fue hasta después del fraude que se sumó a la cargada en contra de nosotros, criticando el plantón de Reforma.10 Distinto es el comportamiento de otros personajes […] Menciono el caso de Roberto Hernández. Él sí ha venido incidiendo de manera facciosa en la vida pública del país […] Una prueba […] se desprende con mucha claridad de la conversación telefónica [con …] Elba Esther Gordillo, cuando estaba a punto de ser coordinadora del grupo parlamentario del PRI […] actuando como El Padrino, le decía […] que había que impulsar las reformas estructurales; léase, aumentar los impuestos a la mayoría de los mexicanos y privatizar la industria eléctrica y el petróleo.11 Ricardo Salinas Pliego […] al igual que Slim, actúa en solitario […] Su desconfianza hacia mí lo llevó a utilizar Televisión Azteca para enfrentarnos en esa campaña […] al día siguiente de nuestro triunfo me buscó, y se sinceró diciéndome que, aunque era evidente que no estaba conmigo, reconocía que sería la autoridad en la ciudad y estaba dispuesto a colaborar.12
Con Emilio Azcárraga ocurrió al revés. Había desde el principio una buena relación que poco a poco se fue deteriorando hasta convertirse en uno de mis principales adversarios [….] El momento decisivo del quiebre lo ubico en 2006 […] no sólo favorecieron a Calderón y al pan, y nos cerraron espacios […] sino que fueron el principal medio para difundir la guerra sucia promovida por la oligarquía [….] El proyecto de Emilio Azcárraga va más allá de sus negocios. En Televisa se aglutina el grupo de intereses creados más importante de México.13 Y los intelectuales, ¿por qué no denunciaron esos hechos? amlo: Se echó a andar, por todos los medios, una campaña propagandística para justificar el saqueo. Muchos intelectuales repetían como loros sofismas y mentiras para legitimar el bandidaje oficial y el predominio económico de una minoría por encima del poder público.14 ¿Cómo es posible que los mexicanos no sepamos estos hechos? ¿Cuál es papel de los medios, a que se debe que no nos informen de lo que nos afecta? ¿Qué vínculo tienen con la oligarquía? amlo: El verdadero pilar que sostiene al poder oligárquico en México, es el control que ejerce el grupo de potentados sobre casi la totalidad de los medios de comunicación y, en particular, la televisión. A través de este monopolio, manipulan el pensamiento de millones de mexicanos y administran la ignorancia en el país.15 ¿Qué se necesita hacer para que los medios dejen de mentirle al pueblo?, ¿cómo romper con ese monopolio de la información? amlo: Habrá competencia y se hará efectivo el derecho a la información. Es inaceptable que la televisión y la radio se concentren en unas cuantas manos y que, en vez de informar con amplitud, veracidad y profesionalismo, se utilicen como instrumentos para manipular y controlar al pueblo, proteger privilegios y hacer negocios al amparo del poder público. Si Carlos Slim, como cualquier otro ciudadano, quiere tener un canal de televisión, no tendrá problemas, porque queremos que no sólo haya dos televisoras que acaparen toda la audiencia sino 10, 20, las que sean técnicamente posibles. De la misma forma, si Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego o cualquier otro empresario desea participar en la telefonía, podrá hacerlo, porque no debe haber, bajo ninguna consideración, monopolios.16
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Y en los siguientes sexenios ¿hubo algún cambio? amlo: A pesar de su problema personal con Carlos Salinas, [Ernesto] Zedillo siguió aplicando la misma política neoliberal o de pillaje.17 La llegada de [Vicente] Fox a la Presidencia de la República sólo sirvió para recomponer el viejo régimen y continuar con la misma corrupción. En realidad se trató del sexenio del gatopardismo, esa maniobra en que, en apariencia, todo cambia para que todo siga igual. Fox, desde antes de que tomara posesión de la presidencia, se subordinó a los organismos financieros internacionales y, obviamente, continuó sirviendo a los potentados del país. Es más, no sólo mantuvo inalterable la política económica, sino que se apoyó en el mismo grupo de tecnócratas que venía actuando desde la época de Salinas.18 Con Fox se siguieron entregando los bienes del pueblo y de la nación a particulares, nacionales y extranjeros.19 El modelo llamado neoliberal, más bien de corrupción y saqueo, se consolidó con los gobiernos de Zedillo, Fox y [Felipe] Calderón.20 Como el pan y Calderón ya no les funcionan, ahora la apuesta es al pri y a Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México, un personaje mediocre y ladrón, que fue secretario de Finanzas cuando gobernó esa entidad el desprestigiado Arturo Montiel, acusado de corrupción.21 ¿Cuál es, a su juicio, el camino a seguir? amlo: Derrotar a la oligarquía en el terreno político y por la vía pacífica para establecer en México una verdadera democracia, un gobierno del pueblo y para el pueblo. Tengamos presente que la oligarquía seguirá existiendo, que no los vamos a desaparecer o a desterrar, la gran diferencia será que ellos ya no tendrán el mando.22 En el caso de arribar a la Presidencia del país ¿Cuáles serían los ejes esenciales de la política económica de su gobierno? amlo: Se cumplirá el mandato constitucional que establece que los impuestos deben cobrarse de manera progresiva, es decir, que debe pagar más quien tiene más. Esto exige: • Abolir los privilegios de las 400 grandes corporaciones del país que tienen ingresos al año por 6 billones de pesos y no pagan impuestos. • Se cobrarán impuestos por las operaciones que se realizan en la Bolsa Mexicana de Valores. 36
• Tendrán que pagar impuestos por extracción las empresas mineras, nacionales y extranjeras, que obtienen enormes ganancias y no dejan beneficios en el país. • Se simplificarán los trámites para el pago de impuestos. • Se acabarán los privilegios de la alta burocracia, se reducirán los sueldos a la mitad de directores generales hacia arriba. Se cancelarán bonos, viáticos, pensiones de expresidentes, servicios médicos privados, cajas de ahorro especiales, el uso de aviones, helicópteros y otras canonjías. • Respetaremos la autonomía del Banco de México, pero se buscará que no sólo procure el control de la inflación, sino que también se ocupe de fomentar el crecimiento económico. • Habrá una adecuada política monetaria y disciplina en el manejo de la deuda y del déficit público. • Habrá crecimiento a partir del impulso a las actividades productivas y no se continuará privilegiando la especulación financiera. • No será letra muerta el artículo 28 constitucional […] Por prácticas monopólicas los mexicanos pagamos más por bienes y servicios […] Abrir la competencia en la telefonía, el internet, (sic) la televisión, el cemento, los bancos, la tortilla, el pan, los refrescos y otros artículos, permitiría ahorros a los consumidores hasta por 15% de sus ingresos. • Se revisarán las concesiones o contratos que han sido otorgados ilegalmente para privatizar minas de oro, plata, cobre, petróleo y electricidad. • Habrá una nueva política energética. Se integrará la exploración del petróleo, la perforación, la producción, la refinación, el gas y la electricidad. • Se dejará de vender, gradualmente, petróleo crudo al extranjero para procesar toda la materia prima en nuestro territorio. • Impulsaremos la industria petroquímica y la producción de gas para frenar la creciente dependencia del exterior. • Reiteramos nuestro compromiso de bajar el precio de las gasolinas, el diesel, el gas y la energía eléctrica en beneficio de consumidores, transportistas y de pequeños y medianos empresarios. • Se romperá la inercia de las actuales instituciones financieras que viven, fundamentalmente, a expensas de cobrar altas comisiones bancarias y de los intereses que les paga el gobierno. • Se fomentará la industria de la construcción, aplicando un amplio programa para dotar al país de la infraestructura […] y lograr, al mismo tiempo, la reactivación rápida de la economía y la generación de empleos. • Aplicaremos un programa de mejoramiento, ampliación y construcción de vivienda,
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• Se mantiene vigente el compromiso de vincular comercialmente el Pacífico con el Atlántico, mediante el desarrollo integral del Istmo de Tehuantepec. • También sigue en pie, el compromiso de comunicar al país con ferrocarriles rápidos de pasajeros. • Se apoyará la actividad pesquera para mejorar las condiciones vida de las comunidades costeras y ribereñas del país y pondremos al alcance de la población proteínas de buena calidad a bajos precios. • Fomentaremos el sector social de la economía, en particular las cooperativas, pesqueras, de producción, de servicios y de consumo. • Se atenderá con esmero la actividad turística: • Vamos a rescatar al campo del abandono al que ha sido condenado por la política neoliberal. Se apoyará a los productores nacionales con subsidios y créditos para alcanzar la soberanía alimentaria. • Ningún proyecto económico, productivo, de infraestructura, inmobiliario, comercial o turístico, se llevará a cabo afectando el medio ambiente. • Pondremos en práctica un programa integral en las ciudades fronterizas que fomente la industria maquiladora, y aproveche la cercanía con el mercado más grande del mundo; que proteja los derechos laborales de hombres y mujeres que trabajan en esta actividad y que incluya el desarrollo urbano de colonias populares. 23 ¿Cuáles serían los puntos sobresalientes de su política social? amlo: Vamos a establecer el Estado de Bienestar: • Habrá pensión universal para todos los adultos mayores de 68 años […] y para las personas con discapacidad. • Se combatirá el hambre garantizando el derecho del pueblo a la alimentación. • Se otorgará atención médica y medicamentos gratuitos a toda la población. • Se llevará a cabo una auténtica revolución educativa orientada a mejorar la calidad de la enseñanza y a procurar que nadie se quede sin la oportunidad de estudiar, por falta de espacios, de maestros o de recursos económicos. Esto último lo enfrentaremos con un amplio programa de becas, desayunos y con la entrega gratuita de útiles y uniformes escolares. • Todos los jóvenes podrán ingresar a escuelas preparatorias y a universidades públicas [….] La educación no debe convertirse en un privilegio. • Promoveremos la práctica del deporte, tanto en su vertiente de esparcimiento y salud, como en la de alto rendimiento.
• Cuidaremos el patrimonio cultural de México. Estimularemos la creación artística desde la educación básica y apoyaremos a músicos, pintores, artesanos, escultores, cineastas y a quienes se dediquen a la promoción artística y cultural. • Vamos a resolver la crisis de inseguridad y de violencia. Lo haremos, no con criterios policíacos, como lo hace el gobierno usurpador, que sólo ha complicado más el problema, sino bajo el principio de que la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia [….] La solución de fondo, la más eficaz la más humana y probablemente la menos cara, pasa por combatir el desempleo, la pobreza, la desintegración familiar, la pérdida de valores y la ausencia de alternativas. • Se va a desterrar la corrupción de los cuerpos policíacos; habrá capacitación permanente para profesionalizar a la policía y se aumentarán sueldos y prestaciones a los agentes de todas las corporaciones; se protegerán los derechos humanos; habrá una sola oficina de inteligencia; se le seguirá la pista al blanqueo de dinero y se solicitará con firmeza, al gobierno estadounidense que prohíba las ventas de armas destinadas a nuestro país. • Nos proponernos transformar a México, buscando alcanzar un ideal moral [….] El propósito es contribuir a la formación de mujeres y hombres buenos y felices [….] Sólo así podremos hacer frente a la mancha negra de individualismo, codicia y odio […] que nos ha llevado a la degradación progresiva como sociedad y como nación.24 Y en el ámbito sindical, de el poco le hemos escuchado propuestas ¿tiene algunas?, ¿Nos las podría plantear? amlo: Habrá plena libertad sindical. El gobierno no intervendrá en la vida interna de los sindicatos y tampoco se respaldará desde el gobierno a dirigentes vitalicios, antidemocráticos y corruptos. • Velaremos por el cumplimiento de los derechos y prestaciones de los trabajadores. • El salario mínimo se fijará con apego a la Constitución que establece que debe ser remunerador y nunca jamás, como ha sucedido en este periodo neoliberal, el aumento al salario quedará por debajo de la inflación. • Los integrantes de las Juntas de Conciliación y Arbitraje procederán con rectitud para evitar el agravamiento de conflictos entre patrones y trabajadores y se respetará el derecho de huelga establecido en la Constitución. • Habrá justicia para trabajadores mineros, electricistas, sobrecargos, pilotos y empleados de 37
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Mexicana de Aviación que han sido injustamente despedidos por la política privatizadora y por el contubernio entre funcionarios y empresarios corruptos.25 ¿Cuáles serían los ejes de su política internacional? amlo: Mantendremos una relación de respeto con todos los pueblos y gobiernos del mundo. Haremos valer los principios de no intervención, la autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de los conflictos. • La relación con los Estados Unidos se fincará en el respeto a la soberanía y en la cooperación para el desarrollo […] sin militarización, intervencionismo, ni muros que nos dividan y confronten. • Debe revisarse el Tratado de Libre Comercio. • Protección de los derechos humanos y laborales de nuestros compatriotas que por necesidad cruzan la frontera para trabajar en Estados Unidos […] también a los migrantes de Centroamérica que atraviesan nuestro país hacia la frontera norte.26 ¿Qué otros aspectos de su programa de gobierno desea agregar? amlo: Una reforma constitucional para elegir democráticamente a los ministros de la Corte, para lograr que este tribunal recupere su independencia, se ponga realmente al servicio del pueblo y de la Nación. • Respetaremos la libertad de expresión y de credo religioso. • El gobierno se conducirá bajo criterios de diálogo, cumplimiento de los compromisos, tolerancia, pluralidad, diversidad y transparencia. • Gradualmente se retirará el Ejército y la Marina del combate al narcotráfico y no se les utilizará para resolver conflictos de orden social o para suplir la incapacidad del gobierno civil, mucho menos para reprimir al pueblo. • Se democratizarán los medios de comunicación.27
Es un programa muy ambicioso. ¿qué lo motiva a plantear un golpe de timón tan drástico? ¿Cuál es la convicción que está en el fondo de sus planteamientos?, ¿Nos la podría sintetizar en una frase? amlo: Nunca habrá democracia si no hay justicia para todos.28
Notas 1
Andrés Manuel López Obrador, La mafia que se adueñó de México… y el 2012, México, Grijalbo, 2010, p. 15.
2
Ibid., p. 15-16.
3
Ibid., p. 16.
4
“Discurso de Andrés Manuel López Obrador, presidente legítimo de México, en la presentación del Nuevo Proyecto de Nación”, en el Auditorio Nacional, el 20 de marzo de 2011, disponible en: http://www.gobiernolegitimo.org.mx/noticias/ discursos.html?id=83907
5
Andrés Manuel López Obrador, La mafia que… op. cit., p. 23.
6
“Discurso de Andrés… op. cit.
7
Andrés Manuel López Obrador, La mafia que… op. cit., pp. 23-24.
8
Ibid., p. 44.
9
Ibid., pp. 44-45.
10 Ibid., p. 45. 11 Ibid., pp. 48-49. 12 Ibid., pp. 50-51. 13 Ibid., p. 51. 14
Ibid., p. 16.
15 Ibid., p. 59. 16
“Discurso de Andrés… op. cit.
17
Andrés Manuel López Obrador, La mafia que… op. cit., p. 26.
18 Ibid., p. 35. 19 Ibid., p. 37. 20 Ibid., p. 36. 21 Ibid., p. 60. 22
“Discurso de Andrés… op. cit.
23 Idem. 24
Idem.
25 Idem. 26 Idem. 27 Idem. 28 Idem.
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El análisis concreto de nuestra realidad concreta, ¿en qué consiste y qué formas de lucha aconseja? Cuauhtémoc Amezcua Dromundo
el marxismo, la multiplicidad de vías de la lucha revolucionaria y el propósito del análisis concreto de la realidad
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l maestro de la estrategia y la táctica revolucionarias, por excelencia, Vladímir Ílich Lenin, que tanto aportara al rico acervo del pensamiento marxista, patrimonio común de los revolucionarios de todas las latitudes, al dejar establecido que “el marxismo admite las más diversas formas de lucha”,1 e insistir en que “no rechaza categóricamente ninguna forma de lucha”,2 precisaba que era necesario decidir cuál de todas es la más conveniente en cierto momento —o cuál combinación—, y cuáles podrían ser inútiles o hasta contraproducentes. Y para esto es necesario recurrir al análisis concreto de la situación concreta, nunca a las generalidades ni a las similitudes solamente, pues formas que son inconvenientes en cierto momento histórico, en otro, y bajo otras condiciones, pasan a ser útiles y hasta preferibles respecto de otras. Lenin también dice textualmente que “el marxismo se distingue de todas las formas primitivas del socialismo”,3 entre otras razones, porque “no liga el movimiento a una sola forma de lucha”,4 y concluye su argumentación con este categórico aserto: “Plantear esta cuestión fuera de la situación histórica concreta, significa no comprender el abecé del materialismo dialéctico”.5 El mismo genio que dirigió la gran revolución socialista de octubre da ejemplos de formas diversas de lucha que fueron seleccionadas en un momento dado y abandonadas después, sustituidas por otras, como resultado del análisis concreto de la realidad del momento: en la década de los setentas del siglo XIX, dice Lenin, la huelga general era justificadamente rechazada por la socialdemocracia6 como una “panacea social, como medio para derribar de golpe a la burguesía”,7 mas sin embargo, en otro momento concreto y otro contexto, luego de analizarlo con exactitud, la misma organización “admite plenamente la huelga política de masas (sobre todo después de la experiencia rusa
de 1905) como uno de los procedimientos de lucha, indispensable en ciertas condiciones”.8 También cita Lenin otro caso, refiriéndose a la lucha de barricadas que, dice, era aceptable en la década de los cuarentas del siglo XIX; fue rechazada por inconveniente a fines del mismo siglo, y nuevamente aceptada hacia 1905-06 dado que las circunstancias habían vuelto a cambiar. Al escribir el texto que venimos citando, La guerra de guerrillas, Lenin testifica que en aquel momento, en Europa occidental, quienes se guían por el pensamiento marxista ven “el parlamentarismo y la lucha sindical como las principales formas de lucha; en el pasado reconocían la insurrección” y están enteramente dispuestos “a reconocerla [otra vez] si la situación cambia” de nueva cuenta, en ese sentido.9 La misma tesis respecto a la justeza general de todas las formas de lucha, pero a la vez, la necesidad de seleccionar de entre ellas por medio del análisis concreto de la situación concreta, fue sustentada por los fundadores del pensamiento marxista, Marx, Engels; también por Lombardo, el gran pensador mexicano, y, en general, por todos los que se han guiado y se guían por el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, con sustento sólido. Para los fines de este trabajo no es necesario abundar más, recurriendo a citas concretas de éstos y otros autores.
¿cuales son los elementos para el análisis de la situación concreta? El análisis de la situación concreta no es la elaboración de un catálogo de los problemas que aquejan a la clase trabajadora y al pueblo, seguido de la conclusión de que, frente al drama, hay que actuar, y enseguida las conclusiones sobre el qué hacer, a juicio del autor del “análisis”, error en que se incurre con frecuencia, sino que debe seguir una metodología, desmenuzar los hechos significativos, pero sólo ésos, los significativos, no todos; los que marcan tendencias, ya sea la continuidad de las que ya se habían observado, o un cambio, sea sutil o profundo, en dichas tendencias. En 39
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el examen, se debe ir de lo general a lo particular, y cuidar que a cada paso le siga a otro que le sea consecuente, para ir concatenando relaciones de esencia entre unos y otros fenómenos, y destacando el vínculo entre causas y efectos, no desde el punto de vista de la lógica formal, aristotélica, porque es insuficiente, sino de la dialéctica marxista. Debe considerar sobre todo estos aspectos: a) El contexto mundial, en lo económico, político y social, con los objetivos de tener claridad sobre los rasgos determinantes de la época y del momento histórico en general; precisar las principales contradicciones, determinar la correlación de fuerzas imperante y las tendencias, teniendo en cuenta que las condiciones internacionales no son determinantes pero sí inciden sobre lo interno, a veces con un peso muy importante. b) Dentro del contexto general internacional, es necesario detenerse, en el caso nuestro, en el particular de la región latinoamericana y caribeña, pues formamos parte de ésta y compartimos numerosos factores de orden histórico, económico, político, social y cultural, con los demás pueblos de la región, lo que hace que la incidencia del ámbito regional sobre el acontecer nacional tenga una significación destacada. c) La situación nacional, también en las esferas de la economía, lo social y lo político, examinando las principales contradicciones; a los aliados viables de la clase trabajadora, así como a sus adversarios; valorando la correlación de fuerzas en lo general y también en aspectos particulares que puedan ejercer una influencia decisiva por cuanto a una u otra forma de lucha, como por ejemplo, los instrumentos con que cuente la clase obrera en el momento concreto y los que disponga el enemigo, los grados de organización y experiencia de unos y otros, etcétera. Todo esto debe examinarse no como algo estático, sino visto en su dinámica, en movimiento constante que es el resultado del antagonismo de fuerzas que están en oposición y combate permanente en todas las esferas del universo, la vida y la sociedad. Un buen análisis dialéctico de la realidad concreta desemboca en la correcta identificación de las formas de lucha más adecuadas para ese momento concreto. Dichas formas pueden mantener su eficacia por un periodo más o menos extenso; esto depende de la dinámica de los cambios, a veces relativamente lenta y otras, muy veloz. A veces hay la necesidad de cambiar de manera rápida unas formas de lucha por otras. Un ejemplo de una época de variaciones centelleantes fue el caso concreto de Rusia hacia finales del siglo XIX y en los primeros años del XX, cambios que enu40
mera Lenin en el mismo trabajo al que nos venimos refiriendo: Primero, las huelgas económicas de los obreros (1896-1900), después, las manifestaciones políticas de obreros y estudiantes (1901-1902), las revueltas campesinas (1902), el principio de las huelgas políticas de masas combinadas de diversos modos con las manifestaciones (Rostov 1902, las huelgas del verano de 1903, el 9 de enero de 1905), la huelga política en toda Rusia con casos locales de combates de barricadas (octubre de 1905), la lucha masiva de barricadas y la insurrección armada (diciembre de 1905), la lucha parlamentaria pacífica (abril-junio de 1906), los alzamientos militares parciales (junio de 1905-julio de 1906), las sublevaciones parciales de campesinos (otoño de 1905-otoño de 1906)10
a propósito de la dialéctica Un buen análisis marxista de la realidad concreta, como dijimos, debe hacerse apegándose a la metodología marxista, es decir en el método de la dialéctica que, a decir de Engels, puede ser definida como “la ciencia de las leyes generales del movimiento y la evolución de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento”.11 Respecto a las leyes o principios de la dialéctica, un breve resumen explicativo de éstos fue formulado con brillantez por el pensador y luchador marxista Vicente Lombardo Toledano, con estas palabras: El primero es éste: hay una conexión entre todos los hechos y fenómenos del universo, entre todos los hechos y fenómenos que constituyen la naturaleza, la vida humana y la vida social. El segundo principio es el que afirma que esta conexión es una conexión causal, que es una conexión de causa a efecto, que no es una conexión muerta o simplemente mecánica, sino que es una conexión activa. El tercer principio es el que asegura que la conexión causal es recíproca, que hay una interacción entre los fenómenos del universo. Todos los fenómenos son causas y efectos a la vez, efectos y causas al mismo tiempo. El cuarto principio postula la simultaneidad de la causa y el efecto. Esta conexión entre los fenómenos, esta conexión causal, esta conexión causal recíproca, es una conexión simultánea. Así se explica la gran riqueza de la realidad. El quinto principio de la dialéctica declara que todo cuanto existe se halla en movimiento. Los fenómenos se conectan entre sí; los fenómenos se relacionan de una manera causal; los fenómenos se vinculan en virtud de una causalidad recíproca y simultánea; pero
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esta relación, esta conexión, esta interacción simultánea, se halla en movimiento. El sexto principio de la dialéctica es el que afirma que el movimiento se origina por la oposición de fuerzas antagónicas. La conexión, la interacción de los fenómenos, su interacción causal, simultánea y en movimiento, produce fuerzas antagónicas en el desarrollo de las cosas, en el desenvolvimiento de los fenómenos. El séptimo de los principios de la dialéctica consiste en decir que la oposición se resuelve siempre; que no es una oposición que se mantenga de un modo indefinido; y que la resolución de la lucha de los contrarios da lugar a un hecho nuevo; la oposición se resuelve en una composición o síntesis. Este movimiento, declara el octavo de los principios de la dialéctica, esta oposición de las fuerzas antagónicas, esta lucha de los contrarios, este antagonismo en el curso del movimiento, en el desarrollo causal y simultáneo, implica una serie de cambios cuantitativos. El desarrollo de las cosas produce siempre una transformación de las cosas. El desarrollo de los fenómenos, su cambio, produce inevitablemente una transformación de los fenómenos. Al principio, estos cambios son simplemente cambios cuantitativos, cambios de cantidad; pero —y éste es el noveno de los principios de la dialéctica—, cuando se han acumulado ya los cambios cuantitativos, por la lucha de los contrarios, por la oposición de las fuerzas antagónicas, se produce un cambio cualitativo, un cambio de calidad. La dialéctica postula por último —y es el décimo de sus principios—, que el cambio que es, a la postre, un cambio de cantidad a calidad, es siempre un cambio súbito. En tanto que los cambios sucesivos de cantidad son cambios evolutivos, el tránsito del cambio cuantitativo al cambio cualitativo es siempre súbito, representa un salto en la evolución.12
el análisis concreto de nuestra realidad concreta, ¿qué aconseja? Ya se ha hecho el análisis del contexto mundial en esta revista Teoría y Práctica, y también de la arena latinoamericana, en fechas muy recientes, y está vigente,13 por lo que es innecesario repetir ese ejercicio aquí. Lo mismo puede decirse por lo que hace a los principales aspectos de la realidad nacional.14 Nos ocuparemos, en esta ocasión, de algunas cuestiones fundamentales relativas a la correlación de fuerzas entre las distintas corrientes que están en pugna, desde el punto de vista clasista; de igual forma, en otras que se refieren a la etapa en la que estamos, en
México y América Latina, desde el punto de vista de nuestra perspectiva revolucionaria; revisaremos también algunas más que tienen que ver con los aliados potenciales de la clase obrera —que habrá de ser la constructora del socialismo— y con sus enemigos a vencer, y también veremos algo sobre los instrumentos con que contamos y los que aun no tenemos y nos debemos construir, todo ello con el fin de precisar cuáles son las formas de lucha que debemos priorizar en este momento concreto los revolucionarios de México, y cuáles debemos dejar de lado por hoy. Este análisis lo haremos en el próximo número de Teoría y Práctica. Adelantaremos desde ahora, sin embargo, que el análisis concreto de nuestra realidad en este momento, a 16 meses de las elecciones constitucionales de 2012, nos lleva a considerar la plena pertinencia de la vía electoral, pero no sólo ésta ni aislada de otras, según lo vamos a sustentar en las líneas que siguen. Adelantaremos también que, sin embargo, concentrarnos en la vía electoral y desatender otras, que pueden ser complementarias de la primera y que, desde luego no le son antagónicas, sería un error, lo que también vamos a sustentar. Y por último adelantaremos que sería igualmente equivocado trazarnos expectativas exageradas respecto de la lucha en este frente, sin sopesar una serie de las particularidades que adquiere en este momento concreto.
¿Cuáles otras formas de lucha, además de la electoral, se están postulando aquí? 1) La construcción de un vigoroso bloque popular. 2) La construcción de un frente nacional antineoliberal y antiimperialista, de carácter amplio, del cual formaría parte el bloque popular señalado en el punto anterior. 3) La incesante elevación del nivel de conciencia y de organización, tanto de la clase obrera, por su lado, como también del bloque popular y del frente amplio, antineoliberal y antiimperialista, cada uno en su propia esfera, teniendo en cuenta que la clase y los bloques deben actuar de manera simultánea, como una especie de círculos concéntricos, cada uno contribuyendo al fortalecimiento y dinamización del que le sigue hacia fuera. 4) La movilización popular, que debe seguir siendo objeto de atención plena, puesto que puede y debe formar parte de la escuela de masas en el contexto actual, como debe ser parte, asimismo, del proceso de enlace articulado creciente de todos –o la mayor parte- de los grupos y organizaciones del pueblo en el proceso de construcción del bloque popular, además de ser por sí misma una forma de lucha que puede desempeñar funciones significativas. 41
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Examinaremos cada uno de estos mecanismos, en el próximo número de Teoría y Práctica, para sustentar por qué se estiman idóneos en el contexto actual.
Notas 1
V. I. Lenin, La guerra de guerrillas, en http://www.marxists.org/ espanol/lenin/obras/1900s/30-ix-06.htm
2
Ibidem.
3
Ibidem.
4
Ibidem.
5
Ibidem.
6 La socialdemocracia era en ese momento la fuerza política más avanzada de entre todas, la que abrazaba y desarrollaba el pensamiento marxista y luchaba por las transformaciones profundas de la sociedad, aunque más tarde abandonaría esa posición para convertirse en un lastre, en una retranca de la lucha revolucionaria, y acabar, en nuestro tiempo, poniéndose
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al servicio del propio capital imperialista y en ejecutora de las políticas neoliberales. 7
Lenin, La guerra de guerrillas, op. Cit.
8
Ibidem.
9
Ibidem.
10 Ibidem. 11 Friederich Engels, La revolución de la ciencia de Eugenio Dühring (Anti-Dühring), disponible en Marxist Internet Archive, http:// www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/anti-duhring/index.htm 12 Ibidem. 13
Ver: Juan Campos Vega,“Causas históricas —económicas, políticas y sociales— del rezago actual en el proceso revolucionario mexicano”, en Teoría y Práctica, núm. 3. Cuauhtémoc Amezcua Dromundo, “1. El mundo, América Latina y México, hoy.”, primer capítulo del artículo “La construcción de los instrumentos político-electorales de las fuerzas populares y la batalla contra el neoliberalismo”, en Teoría y Práctica, núm. 5.
14 Ver: José Santos Cervantes, “Globalización y contrarrevolución neoliberal en México, su impacto en la economía y en las superestructuras”, Teoría y Práctica, núm. 2.“La correlación actual de fuerzas en América Latina”, Teoría y Práctica, núm. 3.
Forro en blanco
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arx insistió siempre en la supremacía de la política sobre la economía, es decir, en la dirección política de la clase obrera como fundamental para conducir las luchas concretas económicas de los trabajadores organizados en amplios frentes de masas. Habiendo establecido la doctrina de que el factor económico es el determinante en la vida de la sociedad humana, precisa la tarea de clase de los sindicatos por sus reivindicaciones; pero afirma también que el partido político del proletariado debe determinar las tareas económicas y dirigir la organización sindical. Bakunin se colocaba en una posición contraria. En su folleto denominado La política de la Internacional, escribe: “La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos [...] pero la mayoría de los obreros son ignorantes. Por tanto, no les queda otro camino que el de la emancipación por la práctica. En consecuencia, la internacional atribuirá a la agitación obrera en todos los países un carácter exclusivamente económico, proponiéndose como fin disminuir la jornada de trabajo y aumentar el salario; como medios, la asociación de las masas obreras y la organización de las cajas de resistencia”. Bakunin no comprendía que los sindicatos deben y pueden ser centros de organización de las masas, que preparan a las masas para la lucha por la dictadura del proletariado. Aunque habló mucho de la lucha económica, consideraba los sindicatos como agrupaciones de individuos impreparados. Por eso tenía la idea de que la masa necesitaba un héroe que la condujera en su rebelión espontánea. La diferencia substancial entre ambas doctrinas, consiste en que Marx confiaba en las masas, en la clase obrera y en su organización, en tanto que Bakunin aceptaba sólo el movimiento de las masas sin organización y sin dirección política que lo condujera tanto a las victorias concretas de carácter económico, cuanto a las de trascendencia de tipo histórico.
Teoría y Práctica del Movimiento Sindical Mexicano Vicente Lombardo Toledano