Modernícolas Octubre

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#1 octubre

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.bienvenidos,

modernĂ­colas!

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.staff .Marta Sader .Creadora/Directora

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.Diego Martínez .Fotógrafo

.Hugo Espresati .Fotógrafo

.Javier Martínez .Fotógrafo/Redactor

.J.J. Serrano .Diseñador Gráfico

.Manu Rocha .Fotógrafo

.Alejandro Berlanga .Diseñador Gráfico

.Edu Centeno .Redactor

.Diego M. Garau .Redactor/Cámara

.José A. González .Fotógrafo/Redactor

.Lily Sánchez .Redactora

Marco Takashi .Fotógrafo/Redactor

.Montse Carné .Fotógrafa

.Nikté Lool .Redactora

.Ana March .Redactora

.Lourdes Salas .Redactora


.Elisabeth Torres .Redactora/Coordinadora

.Ana Gámiz .Redactora

.Rodrigo de Heras .Infografista

.Iñaki Serrano .Webmaster

.Delia Márquez .Fotógrafa/Redactora

.Laura Luna Rivas .Redactora

.Smara Archivald .Redactora

.Susana Martín .Redactora

.Virginia Rota .Redactora

.Kris León .Redactora

.Raissa Modesto Lima .Redactora

.Bea García .Fotógrafa/Redactora

.Joseba Fernández .Realizador

.Diego Armando Alías .Redactor

.Paola Ríos .Fotógrafa

.Ana I. Richart .Fotógrafa/Redactora

.Borja Espresati .Fotógrafo

.Cristina Gandarias .Redactora

.José C. Valderrama .Redactor

.Manu Navarro .Fotógrafo 5


.editorial MODERNÍCOLAS. SUERTE. NUDO EN LA GARGANTA.

Se podía hacer. No podía ser tan complicado. O sí. Pero era posible. Algunos lo hacían, de otra forma, pero lo hacían. Yo creía que se podía mejorar. Mucho. Siempre lo había pensado. Y tenía que haber más gente que pensara como yo. Seguro. Le llevé el proyecto a mis amigas. Les encantó. Me apoyaron, vale, vamos a hacerlo. Pusimos carteles: “Yo estuve allí”; “Teatro, música, cine, ocio ¡fiesta!”; “Buscamos Modernícolas”. Y los Modernícolas vinieron. Ellos no sabían que lo eran, pero vaya si lo eran. Recibimos montones de mails: “a mí me gusta escribir...”, “soy actor, quiero colaborar”, “diseño”, “me encanta la fotografía”, “nunca he publicado, pero...”, “me gusta el cine”. Pasamos días revisando textos, fotos, vídeos. No sabíamos por qué teníamos tanta suerte. Todo nos parecía buenísimo. Al final contamos: uno, dos, siete, diecinueve, veinticuatro, ¿treinta y dos? Al día siguiente había uno más, y otro. Nos vimos. Compartimos ideas. Echamos el rato -eran gente muy maja-. Éramos muchos, llenamos el local. A la semana siguiente ya estábamos en marcha. Pedimos acreditaciones. No teníamos web. Nos las dieron. Seguimos sin entender nada, éramos realmente gente con suerte. Una semana. Una semana para reunir todo el material, para preparar la web. No me gusta ese color. Ni ese logo. Ese sí. ¿Esto cómo funciona? Volvimos loco al informático. No dormimos. Pero el día cuatro de octubre, puntualmente, Modernícolas puso su piececito en la laguna de internet, y la onda fue creciendo. De nuevo, inexplicablemente. Doscientas visitas. Vale. Trescientas. Cuatrocientas. Quinientas. Seiscientas (nudo en la garganta). Al día siguiente, un poco más. Y otro más. Era imparable. Hablaban de nosotros. Nos llamaban. Los músicos querían aparecer en la web. Los poetas nos retuiteaban. Las compañías compartían nuestros artículos en sus blogs. Los teatros y los museos nos felicitaban publicamente (más nudo en la garganta). Pero eso no era todo. Había más Modernícolas buscando su sitio (treinta y séis. Cuarenta. Cuarenta y cuatro). Leíamos las crónicas. Se nos ponían los pelos de punta. Demasiado bueno (¿de dónde había salido tanta suerte?) Trabajábamos

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duro. Comíamos frente al ordenador. Volvíamos a las seis de la mañana y nos poníamos a escribir crónicas de conciertos. Nos poníamos exigentes (“¡eso había que tenerlo para ayer!”), pero nunca nos enfadábamos (seguíamos siendo muy majos). Planeamos una fiesta. Buscamos dos bandas que nos encantasen. Le pusimos fe. Le pusimos dinero. Pegamos más carteles. Queríamos conocer a los Modernícolas del otro lado de la pantalla. Queremos conocerlos. Son muchos, muchísimos, cada día más. Son geniales, inesperados y geniales. Hacen que valga la pena perderse la cena por estar retocando fotos, hacen que nuestras medio locuras se hagan realidad. Y eso hay que agradecerlo. Así que gracias. Muchas gracias, Modernícolas del norte y del sur de las pantallas. A unos, por hacerlo posible. A otros, por hacer que lo imposible no lo sea nunca más.


sumario. .exposiciones PAG. 8 El vacío existencial de los hombres cerilla.

.conciertos PAG. 10-11 METAL OR DIE!

.literatura PAG. 40 Historias de la niña Cuervo y sus noches psicotrópicas.

PAG. 9 Hades Nébula: El apocalipsis zombi de Carlos Sisí.

.teatro PAG. 30 Al final del arcoiris está Natalia Dicenta. PAG. 38 Marianna Travelo la lía en el Echegaray. .modernicolismo ilustrado PAG. 41 ¿Sueñan los pintamanteles con servilletas de papel? .ojomodernícola PAG. 42-49 15-O Mariposario Marcha Zombi

.dice matías PAG. 50 BIENVENIDOS A CASA.

PAG. 31 Esperando lo inesperado. PAG. 39 Cita de depredadores.

PAG. 12-13 ROCKBERTO NO ESTÁ MUERTO. PAG. 14-17 RUIDOBLANCO & EL PAÍS MUSICANO. PAG. 18 Alex Ferreira, susurros en acústico.

PAG. 19 The Mentalettes: De máquinas del tiempo, rock y lanzallamas.

PAG. 20-23 AMARAL.

PAG. 24-25 La primavera estalla en octubre con Fuel Fandango. PAG 26-29 MATT EPP & GASTMANS. PAG. 32-33 Comienzo feliz con el Sr. Chinarro. PAG. 34-37 SÔBER.

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.exposiciones

El vacío existencial de los hombres cerilla. [Texto: Manuel Andreas] Entre un bosque de figuras punzantes, en un estudio parisino de la Rue 46 Hippolyte- Maindron, un otoño de bronce y un galgo famélico se arrugan. Una estufa situada en el centro calienta el habitáculo y en un rinconcito yace boca arriba un boceto amarillento de extraños seres fantasmagóricos. Alberto Giacometti parece ajeno al desorden y pisa algunas hojas sueltas de periódicos parisinos y una cajetilla vacía de cigarrillos. Fuma en blanco y negro sentado en un taburete de madera, con las pupilas fijas en el horizonte; fuma y pinta un retrato de su esposa Annette; fuma y modela L’ Homme qui marche. Esta es la sensación que trepa por las vértebras de los visitantes de la exposición Alberto Giacometti. Una retrospectiva del Museo Picasso Málaga, aunque con la grata ventaja de poder eludir el caos creativo del taller del escultor y pintor suizo. El itinerario de la colección muestra a un Giacometti mágico, poliédrico, inquieto, que se nutrió de diversos estilos a lo largo de su carrera hasta conseguir sus personalísimos hombres verticales. Su etapa juvenil transpira la influencia impresionista paterna y entre los bustos, retratos y bocetos, ya se intuyen sus peculiares miradas ausentes, huidas, miradas inseparables de su posterior su visión sartriana del hombre. En Giacometti también bulle el París de las vanguardias, y es ahí donde sus esculturas se imaginan geométricas, primitivas y africanas, y donde las dimensiones espaciales son vomitadas en un plano febril de tetraedros, círculos y triángulos. Las formas más insospechadas —como la de La mujer cuchara— se agolpan para trascender su corporeidad material y quebrar así su espacialidad lógica. Tras la etapa postcubista, el surrealismo bretoniano —al que también se sumaron Giorgio Chirico, René Magritte, Max Ernst o Salvador Dalí— se impone a las formas escultóricas de Giacometti. Es una etapa fructífera en la que se materializan los objetos soñados por el artista. Una atmósfera simbólica y fascinante, terrorífica y onírica, sexual y teatral queda atrapada en esculturas como La bola suspendida o El rostro con nariz, cuya nasalidad desproporcionada sobresale de su jaula de forja revelando que más allá del mundo el ser humano no es más que una mentira pinochesca, una espera inútil del Godot de Beckett. El peso fuerte de la exposición recae en su última etapa de pinturas y esculturas plenamente existencialistas y obsesionadas con el hombre. La nada cobra fuerza y el vacío se orienta a lo pleno. Figuras zancudas, hieráticas y alargadas 8

©Museo Picasso Málaga, 2011 ©Fondation Giacometti, Paris / Succession Giacometti, 2011

se alejan, curiosamente, de sus juveniles obras postcubista, adoptando ángulos de una única perspectiva. El volumen de las esculturas se desmaterializa y sus hombres-cerilla son captados en su conjunto, independientemente de las distancias o la interacción física y cultural de los observadores. Además, Giacommeti consigue erosionar la piel de su espigadas figuras semejándolas así a la corteza de la luna, y nos hace ver que L’ Homme qui marche es un hueco frágil, unas gotas húmedas de arena, una pura y simple verticalidad nervada.


.literatura

Hades Nébula: el apocalipsis zombi de Carlos Sisí. [Texto: Ana March Foto: Manu Rocha] Tras sobrevivir a una pandemia incontrolable y devastadora de zombis que ha arrasado el mundo, un pequeño grupo de supervivientes llega finalmente a la Alhambra de Granada, donde los militares han instalado el último bastión de resistencia humana; pero claro, cómo no, encontrarán que las cosas no son como las esperaban y que todo el horror conocido hasta entonces se queda en nada comparado a lo que les espera. Terror y violencia en una lucha donde la muerte ha perdido todo su significado y donde lo peor del alma humana, entre tanta horda de muertos vivientes que se desesperan por hincarles el diente, se erige como un peligro aún mayor. Con un lenguaje cercano y una narrativa sin fisuras, capaz de tensar al más flácido de los lectores, el escritor Carlos Sisí, afincado en Calahonda, llega a las librerías con Hades Nébula, el último de los capítulos de la trilogía Los Caminantes. Pero lo más asombroso no es que un escritor novel logre agotar varias ediciones de su primera novela, sino que ha logrado convertir Málaga y sus alcantarillas en el escenario de una terrorífica historia y a un grupo de malagueños, los únicos supervivientes, en los protagonistas de una lucha escalofriante. ¿Te imaginas una horda de zombis avanzando por calle Larios y un protagonista, más castizo que el gazpacho, librando una batalla sangrienta, donde las chicas más anodinas se convierten en verdaderas máquinas de matar? Sí. Lo más sorprendente es que el género ya tiene su propia voz en España y que los personajes hablan y reaccionan como lo podrías hacer tú o tu vecino. Carlos Sisí presentaba ayer en la Fnac Hades Nébula. Con el aforo completo, habló sobre sus inicios y las acciones fortuitas que lo llevaron a publicar su obra. Con la humildad que lo caracteriza, el autor de Los Caminantes y Necrópolis, dice que escribió el primer libro sin pensar nunca en editarlo y que se conformaba con haber sido aceptado por una editorial y verlo en las estanterías, “pero entonces la gente empezó a opinar en los foros, a recomendarlo boca a boca y a contactarme. Las cifras de ventas llegaron más tarde, y cuando pensé en toda esa gente con el libro en casa, me sentí realmente bien”. Y no es para menos, porque Los Caminantes se ha convertido, quizás, en la saga más importante de “arrastrapiés” del mercado actual y uno de los descubrimientos editoriales más sorprendentes del panorama nacional.

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.conciertos

METAL OR DIE!

Una entrada a un precio irrisorio -cinco euros por tres bandas- con la inscripción Metal or Die! y una hoja con la letra del tema Málaga HxC era todo lo que necesitaba cualquiera para acercarse, el pasado viernes, a un escenario prometedor. Los encargados de romper el hielo fueron Man From Earth, una banda de mathcore malagueño que hizo las delicias, especialmente, de los oídos más entrenados en este estilo polirrítmico y técnico. Tras una breve presentación, sin más, nos ofrecieron un concierto directo y puramente instrumental. Aunque, según nos contaron, están buscando cantante, no lo necesitan para sonar de forma plena, gracias a los constantes cambios de ritmo y diferentes grados de intensidad. Pudimos disfrutar de temas como Fibonazzi’s Pizza o Metronome Party, que en ocasiones recuerdan a los estadounidenses The Dillinger Escape Plan, sonando como una coctelera explosiva de sonidos graves y agudos, ritmos rápidos y pesados, compases irregulares, partes brutales y pasajes armónicos. Nadie puedo quedar indiferente ante estos jóvenes músicos de los que esperamos tener noticias proximamente. Entre concierto y concierto, mientras los grupos se pre10

paraban, amenizó la velada Dj Mongol (Vive Le Rock) con temas de grupos tan variopintos como Pantera, Refused o NOFX. A continuación, salieron a escena los locales Nueva Dirección (antiguos Hiddenway y Skirmish Society), poniendo el contrapunto en esta noche de metal a ritmo de puro hardcore. Empezaron su show con un tema muy significativo por su vuelta a los escenarios, Resurrección, con el que la gente empezó a acercarse hacia las primeras filas. Poco a poco el público fue entrando en calor gracias a un estilo crudo y contundente, con temas que hablaban principalmente del propio hardcore y su escena. En ningún momento pararon de dirigirse al público, destilando un humor y una actitud desenfadada que hizo que nos lo pasásemos mejor si cabe. Jaime, el vocalista, a pesar de tener la garganta tocada, no tuvo reparos en darlo todo desgarrándose la voz y moviéndose por todo el escenario y junto al público. Pudo descansar con un tema instrumental que dio paso a una versión, Nerdy de Poison The Well, con la que algunos de los presentes se animaron a hacer mosh. Llegando a la recta final se encendieron las luces de la sala para que todos pudiéramos cantar junto a la banda su


tema Málaga HxC, ayudándonos de la letra que se había repartido al comienzo de la noche. Y el público respondió, siendo el culmen del concierto que dio paso a Es nuestra escena, que en palabras de Álvaro (guitarra) “es el tema favorito de la banda”, con el que finalizó un espectáculo que nos dejó muy buen sabor de boca. La sala quedó a oscuras para dar paso a los granadinos Demiurgo, dispuestos a mostrar por qué es una de las bandas de metal a tener en cuenta en el panorama nacional y es que tienen talento y calidad a raudales. Los primeros acordes de Crecimiento rompieron el silencio y nos metieron de lleno en su universo de atmósferas melódicas y pura rabia del que no podríamos escapar mientras sus cinco componentes estuvieran en escena. A lo largo del concierto alternaron canciones de su último álbum con hasta cuatro temas de lo que será su próximo trabajo. Levitación, el que para mí es el mejor tema de Los Ancianos del Zohar y con el que los asistentes disfrutaron más hasta el momento, dio paso a Sus manos, adelanto que pudimos escuchar por primera vez en nuestra provincia. También pudimos disfrutar de algún tema de El primer día del mundo como el que siguió a continuación, Pri-

sión Onírica. La banda no paró en ningún momento de moverse y de sentir su música, con unas tablas de grupo grande. Disfrutan con lo que hacen y lo transmiten, además de regalarnos un concierto con una técnica impecable y una presencia arrolladora que empequeñeció el escenario. El último tramo del concierto nos llevó desde Ente hasta Equilibrio, un tema directo y pegadizo con el que tanto el público como la banda pudimos disfrutar y darlo todo hasta el final. Cabe destacar la labor de los técnicos de la Sala Club de la París 15, que explotaron todo su potencial con estos chicos de Granada, tanto en lo visual con un equipo de luces espectacular como con un sonido contundente y definido.

Texto: José C. Valderrama Foto: Marco Takashi 11


.conciertos

ROCKBERTO NO ESTÁ MUERTO. El comunicado de la sala París 15 que anunció pocos días antes del evento que las entradas se habían agotado fue un buen augurio para el concierto: unas tres mil personas se reunieron el pasado 1 de octubre para despedir a Tabletom en su última actuación. Aunque, esta vez sin la voz de Rockberto, cuyo fallecimiento el pasado mes de junio impidió que se celebrase la gira en conmemoración de su 35 aniversario. El concierto comenzó con una hora de retraso y la gente empezó a impacientarse minutos antes de que al fin aparecieran los hermanos Ramírez, acompañados de sus músicos habituales y de dos artistas -Ángel Idígoras y Carlos Merino- que retrataban al vocalista en dos murales a los extremos del escenario. Pronto, los veteranos hicieron suyo el escenario y calmaron el ansia de los espectadores interpretando Guaja. Seguidamente, Bola de Tantatrampa impregnó el ambiente de buen humor y energía cantando Tipos duros y Paco con una voz que jugaba a simular la del componente principal de Tabletom. A pesar de que la gran mayoría del público estaba compuesto por verdaderos veteranos seguidores de Tabletom, no puede decirse que les faltara ese espíritu joven amante del rock malagueño que inundó la sala toda la 12

noche. Este carácter sobresalió en temas como El reggae del amor, interpretado por Javier Ojeda -quién fue recibido con especial aclamación- o Pescaíto frito, cantado por Tony de Eskorzo. La última en salir fue Luz Casal, quien interpretó La parte chunga y fue recibida por un gran coro de aplausos que compitió con el que acogió a Kiko Veneno, que cantó Inteligible y Salvador. Otros artistas dejaron al público con un buen sabor de boca, como Pepe de Jarrillo Lata al son de El vampiro, Salva de Perrillos con La alemanita, Ana de La buena sombra cantando Coyote y Sicario de Hablando en plata con una versión rapera de La KGB. De carácter popero, 7000 kilos, con Pablo de El niño raro, no fue encajada demasiado bien, al menos por el público de las primeras filas. Este detalle, no obstante, pasa desapercibido al recordar la actuación de La Mari de Chambao, quién deleitó al público con una versión emotiva y aflamencada de Algo así como un tango y Me estoy quitando. Un concierto, desde luego, inolvidable, como afirmó Perico -guitarrista-, ya que se notaba la presencia de Rockberto en cada canción. Por ello, decidieron terminar tocando Málaga, ya que así lo habría hecho éste, con todos los artistas sobre el escenario y cantándola en conjunto

/ Bea García.

mientras la gente gritaba “¡Rockberto, no estás muerto!” Una frase de un tema de Tabletom dice: “Lo grande y lo verdadero, no tiene patria ni dueño”. Dueño quizás no, pero el público demostró anoche una vez más que Rockberto es un símbolo para Málaga.


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RUIDO BLANCO & EL PAÍS MUSICANO. 15


.conciertos

Nuevas formas de medir el tiempo. [Texto: Kris León Foto: Hugo Espresati] Os pongo en situación. Es jueves y hay concierto en la París 15. Bienvenidos al experimento: Nos disponemos a medir el tiempo de forma diferente. Con canciones, con Ruidoblanco y con El País Musicano. Todo eso ocurrió hace unas cuantas horas en la Sala Club de la París 15, una nueva apuesta que pretende ofrecer un espacio más reducido a nuevos grupos, dando cabida así a conciertos más íntimos y especiales en Málaga (que buena falta hacen). Este fue uno de ellos, uno de esos conciertos donde la gente no hace colas inmensas a la entrada del local, donde puedes tomarte una cerveza mientras bailas sin miedo a pisar a nadie y sin agobios, donde te mueves, donde disfrutas. Como bien dijo Álvaro, el cantante musicano, si nos quitan la música en directo del centro, habrá que desplazarse hasta zonas más alejadas. 16

Eran muchos los que iban a ver a El País Musicano, y conforme la sala abrió sus puertas la gente fue entrando tímidamente, en pequeños grupitos, para buscar su hueco frente al escenario. Alrededor de las diez de la noche, no mucho más tarde de lo previsto, los catalanes Ruidoblanco presentaron su disco, Midiendo el tiempo con canciones, con un sonido que no dejó indiferente a nadie, con la energía de guitarras, con la suavidad del teclado acariciando los temas, con la unión de las voces de Cris y Salva fundiéndose sobre la música. Suena Octubre y el tema nos traslada hasta ese lugar extirpado del calendario, y todos ‘nos escapamos’ y rompemos la línea de espaciotiempo y gritamos, mientras suena Última versión de ti y somos parte de una misma huida. Y entonces llega el momento de regresar a la realidad. Ruidoblanco abandona el escenario y los focos se apagan. Los cuerpos se dispersan, dejan de moverse a la vez, de ser a la vez. Pero por poco tiempo, porque El País Musicano sale a escena, capitaneado por Álvaro y por algunas nuevas canciones que el público acoge con entusiasmo, junto con algunas de las más conocidas como Casualidad o una versión de la archiconocida Promesas que no valen nada,

de Los Piratas, que se guardaron para el final y con la que muchos… ¡lo dieron todo! Incluso hay que mencionar los improvisados coros, en los que colaboramos con mucho entusiasmo, no sé si por las cervezas, el buen rollo de los grupos, la buena música o una mezcla de todo ello… Sonreímos, nos miramos, cantamos, algunas atrevidas en primera fila se lanzan a bailar y se desordenan el cabello, cerveza en mano. No somos muchos pero, todos y cada uno de los que estamos, emprendemos pequeños viajes con cada tema. En esos precisos instantes, aunque no nos conozcamos de nada, algo nos une. Somos parte de ese algo que solo la música puede crear, transportar, y que solo tiene sentido entre acordes, entre focos y escenarios, entre canciones. Eso que llaman música y que, para muchos, equivale a vida.


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.conciertos

Alex Ferreira, susurros en acústico. [Texto: Ana Gámiz Foto: José A. González] Algunos esperan en la puerta del bar, apuran el último cigarrillo, mientras un sonriente chico revisa la lista de asistentes e invita a los presentes hacia el interior. Uno a uno desfilaron por este ritual los privilegiados que acudieron a la cita del viernes noche con el cantautor Álex Ferreira, que regresó a Málaga para susurrar, en un vibrante acústico, sus melodías amables y sus letras plagadas de amor, de historias, de vida. Sin duda, el aire que se respiraba en el lugar contenía una esencia singular. A nadie escapaba que se trataba de un momento mágico donde el espacio entre artista y público se redujo a su mínima expresión. Se podía sentir la respiración contenida ante la entrada de Álex Ferreira. El artista tomó su inseparable guitarra, dejó reposar la copa de vino que le acompañara durante todo el concierto, y entonó el primer acorde de la noche. Era el principio de una velada en la que el dominicano fue desvelando su último EP, Dulus Dominicus. Un esmerado trabajo con cinco canciones en las que Ferreira vuelve a sorprender desde su inicio con el desgarrador tema Silencio de Ascensor, pasando por la potencia de Dulus Dominicus y Sal, para finalizar con El blu del ping pong, donde recupera los ritmos cálidos de su tierra de origen. El cantautor rememoró los temas que marcaron sus inicios, como Un domingo cualquiera, Altoparlante, Páginas o Pixel, entre la larga lista del repertorio que ofreció al ya embriagado público asistente. Todo gracias al excelente clima que se creó y quizás un poco también, no vamos a negarlo, a los sorbos de vino que refrescaron nuestras gargantas. A esas alturas del acústico, ya se podía decir que Álex -permítanme la cercanía- era nuestro nuevo mejor amigo. Ese al que llevamos de fiesta en fiesta y presentamos a todo ser viviente que se nos cruza. ¿Por qué? Por su espontaneidad, por su sencillez y por ganarse al pequeño auditorio, a mujeres y a hombres – que, curiosamente, fueron los más “piropeadores” de la noche-. Y así, mientras unos fijaban la mirada en el escenario y otros cerraban sus ojos para sentir con más intensidad, se sucedieron los suspiros, las risas, y el tiempo, que pareció congelarse en el bar del hotel Vincci Posadas del Patio. Desde aquí, Álex, amigo mío, vuelve cuando quieras a nuestra casa para emocionar con tu música y, por qué no, para compartir una buena copa de vino. Feliz resaca, modernícolas.

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.conciertos

The Mentalettes: De máquinas del tiempo, rock y lanzallamas. [Texto: Marta Sader] La ciudad ya no era Málaga en 2011, sino Memphis a finales de los cincuenta, y el tupé del bajo no era raro, ni la camiseta de lunares de la chica que bailaba twist entre la gente, ni siquiera el cuello alto de aquel otro músico. La vida era entonces esas tres ninfas enfebrecidas que cantaban rockabilly a voz en grito y a golpe de caderas rubias, morenas y rubias otra vez. Pero era una recreación extraña de aquel tiempo, más trallera, más punk, más atroz. Incluso ciertamente peligrosa cuando un tal Gomi sacaba su lanzallamas casero y se divertía comprobando la facilidad para hacer sentadillas de los demás seres humanos del local. La cosa podría haber acabado en peli gore. Pero, aunque los Puño Americano & his Puñettes clamaban estar Too drunk to fuck, sabían lo que se hacían. Rock del bueno, del de siempre, del que se hacía para pervertir a la juventud en el baile de promoción. Y sonaban auténticos y aguerridos, sonaban eufóricos, divertidísimos, y prendían así la euforia del público con una mecha no de spray y mechero, sino de chispa en las pupilas. Después aterrizaron las Mentalettes, morena, rubia, morena, aparentemente etéreas de tan delicadas, pero llenas en realidad de gritos salvajes y ojos desorbitados. Salieron al escenario con peludas máscaras de cerdos y pollos, emitiendo sonidos selváticos, y, súbitamente, cambiaron el color de la pared a verde humedad de la jungla. Aunque vengan de Berlín. O de La Palmilla, como dijo una de ellas en perfecto español. Tenían estas nínfulas también una banda apoteósica, menos garajera y de aseado sonido. Sus músicos parecían salidos de una grabación original de Chuck Berry, excepto cuando la armonía de las voces femeninas perdía, entre anaeróbicas coreografías, su contención, y se transformaba en una suerte de entusiasmados grititos punk. Pero no hay que perder la perspectiva: gracias a esto, las Mentalettes ofrecían dos espectáculos simultáneamente, uno en el que eran tres estrellas de Eurovisión, cuando en Eurovisión había estrellas, y otro en el que eran tres niñas que imitaban frente a la tele a las estrellas de Eurovisión, cuando las niñas hacían esas cosas. Sin embargo, el del doble espectáculo no fue el único descubrimiento de la noche. En aquella transmutación del tiempo y el espacio, mientras las botellas verdes de cervezas brincaban en el suelo al ritmo de un beat incansable, caímos en la cuenta de que era miércoles, de que era Málaga, de que era el Velvet y de que, intenten lo que intenten, todavía hay gente con la capacidad de hacer magia en esta ciudad de cultura imposible. 19


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AMARAL. 21


.conciertos

Billete de ida hacia lo salvaje. [Texto: Raissa M. Lima Foto: Montse Carné]

“Gracias por la catarsis colectiva de ayer en Málaga. No lo olvidaremos”. Así, por Twitter, Amaral agradecía a las 2800 personas haber estado durante la noche del sábado en la Sala Paris 15. El dúo zaragozano trajo a la ciudad su nuevo trabajo Hacia lo salvaje, un disco autoeditado que parece significar un nuevo acercamiento al indie. Eva y Juan han apostado por sello propio y la jugada les salió redonda: ya se han vendido más de treintamil copias y es disco de oro, un dato realmente creíble dadas las circunstancias. Desde el minuto uno del concierto TODOS hacían coro de antiguas y nuevas canciones. Una acogida que arrancó elogios de Eva Amaral a la tierra del boquerón: “Espectacular recibimiento, Málaga”. Eran las nueve de la noche cuando a las puertas de la Paris 15 la cola se hacía larga y heterogénea. La gran mayo22

ría, con sus 30 años cumplidos. Según los organizadores, a las cinco de la tarde llegaban los primeros asistentes, pero ¿quién sacrifica cinco horas de su sábado para esperar por un concierto? “Merece la pena, llevo cuatro años siguiendo a Amaral” comentaba Marcos Rodríguez, 26 años, uno de los que pudo comprobar la satisfacción del dúo desde muy cerca. A los pies del escenario se podía sentir cómo el grupo se divertía y no dudaba en compartir: “lo estamos disfrutando”. Se veía que Eva Amaral es una chica muy mod, le gusta el rock, se deja llevar por la música y en definitiva, canta muy bien. Si encima decide caminar hacia lo salvaje, tenemos una cantante llena de energía, libre, fuerte. Fueron más de 20 canciones, un hit tras otro, e incluso hubo momentos para homenajear a los camareros, al personal técnico y al staff de la Paris 15: “Gracias por apostar por la música en directo”. Un detalle que hace de Amaral un dúo admirado dentro y fuera del mundillo musical. Lole Almagro, periodista especializada en música, recuerda lo atento y amable que es Juan Aguirre, el lado menos mediático de Amaral. “Le vi una vez dando la enhorabuena personalmente a los técnicos de sonido en un concierto y aquello se me quedó en la memoria”.

Las entradas para el concierto se agotaron dos días antes. “Jaime está impresionado porque no consigue ver el final de la sala”, bromeaba Eva con el guitarrista. Sí, la Sala Paris 15 estaba abarrotada y todos parecían tener aquella sensación de conocer a Amaral de toda la vida. Esperando resplandor, El universo sobre mí, Montaña rusa, Riazor, Robin Hood, Van como locos… para muchos era como la banda sonora de una vida entera. Y lo cierto es que Eva y Juan aún se asemejan a aquellos jóvenes que querían pasarlo bien escuchando un poco de rock´n´roll.


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.conciertos

La primavera estalla en octubre con Fuel Fandango. [Texto: Kris León Foto: José A. González] Lo que menos esperaba cuando salí de casa y cogí mi coche para llegar hasta La Caja Blanca es que, desde el minuto cero, todo serían sorpresas. La primera llega cuando me voy aproximando a la puerta principal y me encuentro con una maraña de gente ante mí. Curioso en La Caja Blanca -bastante- y curioso en Málaga, donde cuesta arrastrar a la gente a ver conciertos, a excepción de los mismos grupos de siempre. Pero los de ‘siempre’ a veces no funcionan. En este caso, es un placer que sea así. Mientras espero, una chica se acerca a un grupo de gente y les dice “las entradas se han agotado”. Ella sonríe, con cierta estupefacción, y yo tampoco puedo evitar mirarla y sonreír, sorprendiéndome por segunda vez, pero no por última. Antes de cruzar la puerta que nos conduce a la sala de actuaciones, una fila enorme de gente se dispersa junto a la entrada. Hay mucho movimiento, muchos nervios y, sobre todo, mucha curiosidad por descubrir qué tiene ese grupo que ha conseguido agotar las entradas en Málaga un jueves por la noche. Yo me preguntaba: ¿Qué tiene Fuel Fandango? Y ahora, una vez acabado el concierto y desde casa, no soy capaz de responder a eso. Siempre he creído que cuando faltan las palabras es cuando sobra la emoción, cuando aún continua vibrando 24

sobre la piel, cuando te desborda y no eres capaz, ni quieres, ordenarlo. Lo que sí puedo contaros es que sólo son tres y se mueven como si hubiera treinta encima del escenario. Antes de que ellos aparezcan, las flores de colores ya están esparcidas, y es la primera señal que vaticina que no va a ser un concierto más. Luego aparece Nita, con su vestido rojo, sus abanicos, y una voz que devora los focos, los aplausos de la gente, la batería, la guitarra, los flashes de las cámaras de fotos, los brazos en alto, una voz que lo va devorando todo, una voz que nos devora para introducirnos dentro de su propia luz. Ella sonríe, se mueve nerviosa de un lado a otro del escenario y nos invita a bailar. O mejor dicho, nos obliga, porque es imposible resistirse a ello. Después, cuando parece que el concierto acaba, la gente reclama una vuelta al estilo malagueño: “¡Oe, oe, oe, oe!”. Ellos reaparecen y ella lanza papeles de color rojo. De repente, acercan al escenario unas escaleras que reposaban en el lateral derecho. Entonces Nita baja, y todos nos movemos dentro de esa misma energía que brilla entre los cuerpos. Después el público se agacha, como parte del espectáculo, y da el aplauso final.

Cuando las luces se encienden, me quedo con el color de las flores, con el calor entre la gente, con una sensación extraña. Va a ser verdad que algo está cambiando en Málaga. Te das cuenta cuando la primavera aparece, repentina, en un jueves de pleno mes de octubre.


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MATT EPP & GASTMANS. 27


.conciertos

El concierto que no deberías haberte perdido. [Texto: Marta Sader Foto: José A. González] Matt es alto, risueño, tan rubio como un canadiense. Lleva pantalones ajustados, guitarra y botas, y se ríe con un músico con el mismo uniforme de cowboy y un gran bigote setentero. Si les haces una foto, tendrás una postal. Beben cerveza a la derecha del escenario, mientras Gastmans ofrece, como de costumbre, un show irreprochable, y deja el vaso con licor amarillo en el suelo para aplaudir, tan educado como un canadiense, cada vez que acaba una canción. Cuando me acerco para decirle, “hey, I was the one who sent you the interview!” me abraza y me agradece, mientras me mira con sus confiados y extremadamente norteamericanos ojos azules. ¿No es este el granjero que vi en una peli de después de comer? Cuando Gastmans ultima su espectáculo sobrio y de alta calidad en la Sala Club París 15, Matt se sube sonriente 28

al escenario, se sienta en el suelo del mismo para afinar la guitarra y, una vez comprobada, comienza a tocar I met someone, su nuevo single. Suena mucho más poderoso que en los discos, como preveía, suena de película, porque de película es este tipo que recorre el mundo en su caravana desde Canadá, y llega a Málaga, y se pone delante de 20 personas a tocar con el mismo entusiamo que lo haría ante 200. Yo estaba muy enfadada porque por cinco (¡cinco!) euros tanta gente se perdiese a algunos de los mejores y más originales músicos que tiene esta ciudad, y se perdiera también un concierto emotivo, intenso y verdaderamente bueno de un tipo que viene de lejos, probablemente muchísimo más bueno que el de otros grupos que llenan auditorios. Pero Matt, alegre como un crío, tan confiado y confiable como that good ‘ol rancher que parece, me dijo que no pasaba nada, que si no le hubiésemos dado difusión a su show probablemente ni esta veintena de personas hubiese acudido. That good ol’ Matt, holy christ. Durante la primera canción, el folky con alma de rockero invitó a la gente a acercarse al escenario, y al final de la misma, ya había algunos cantando el estribillo. Más tarde, al comienzo de otra, un “oh, shit!” y una mezcla de

inglés y simpático español nos dió a entender que se le había olvidado la armónica en el backstage. Pero, aunque se hubiese dejado la armónica en Berlín no hubiese importado: allí estaban Antonio Lomas (Lori Meyers) a la batería, Víctor Lapido (Lagartija Nick) a la guitarra y Joel, el canadiense bigotudo y pintoresco, al bajo, componiendo una banda potente y cercana a la vez que, junto con Matt, consiguió una respuesta del público asombrasamente entusiasta y efusiva. Matt Epp & The Amorian Assembly hicieron that long way road entre Canadá y este sur a veces tan hastiado para demostrarnos algo que sólo los verdaderos melómanos saben: la buena música establece conexiones eléctricas veloces e inesperadas entre quienes la crean y quienes la escuchan, la buena música entra en el estómago y sube como un pasmo hasta el aliento. La buena música está continuamente trazando sus radiaciones invisibles, aunque a veces no haya nadie bajo los escenarios de esta ciudad para recibirlas.


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.teatro

Al final del arcoiris está Natalia Dicenta. [Texto: Virginia Rota] El tiempo danza hacia atrás y se queda parado, inmóvil, en diciembre de 1968. Nos agarran metafóricamente de los sentidos y nos trasladan a una habitación de, probablemente, el hotel más lujoso de Londres. Frente a nosotros, una mujer adulta, acompañada de dos hombres de categoría, hace jazz con sus cuerdas vocales. Hablo de Natalia Dicenta, la artista valiente que se ha atrevido a encarnar a Judy Garland en Al final del Arco Iris. Judy Garland fue una de esas estrellas aceleradas que el mundo vislumbra demasiado pronto; una de esas mujeres a las que el talento acaba matando. Natalia Dicenta se introduce en la piel de lo que queda de Judy de una manera sublime, cuasi perfecta, acompasando su sonido al silencio de un público que aguarda extasiado en las butacas al momento idóneo del aplauso. Si hay que mencionar que la escenografía es extraordinaria, el texto exquisito y la banda de músicos insuperable, nos vamos a quedar sin palabras para hablar acerca de esos hombres de categoría que acompañan a Natalia Dicenta en el escenario. Me refiero a Miguel Rellán, pianista dotado de una ironía comedida y una dulzura que roza lo nostálgico, 30

y a Nacho López, último prometido adquirido; ambos encargados de dotar a la obra de ese punto ácido y cómico a raíz del cual uno no sabe si dejarse llevar con una carcajada o empezar a llorar por lo trágico de las circunstancias. Si tienen intención alguna de acudir a representaciones próximas, les ruego que no me pregunten qué van a encontrarse porque no obtendrán de mí nada concreto. Les diré pues que se trata de una obra plagada de color, de muchísimo más color que cualquier Arco Iris que hayan visto jamás, que han sido quizá las horas más mágicas de mi vida dentro de un teatro y que Natalia Dicenta es una cantante, actriz y mujer espectacular –de la misma talla o incluso superior a la cantante, actriz y mujer que interpreta.


.teatro

Esperando lo inesperado. [Texto: Laura Luna Rivas] Un miércoles, cuando parecía que apenas vendría nadie, me asombran en la última revisión de mis acompañantes decenas de ojos esperando a la compañía Nats Nus Dansa. Muchos jóvenes recién salidos de sus clases de baile, algunas parejas de mediana edad y una vieja inesperada. Una vieja que pasaba por delante del teatro y, no teniendo más que salmón en la nevera y un marido en el salón, entra para comprobar qué ha llegado a Málaga de lo que ella vio siendo niña en las salas de ensayo de Lyon. Esta historia es verdadera. Lo sé porque al rato apareció su marido que si ay qué ver, que si siempre igual, que si ya que ha venido se queda para ver el estado actual de la danza que, espera, se haya olvidado de historias ñoñas neoclásicas y haya comprendido por fin el amor de su señora hacia el movimiento libre. Cada uno a lo suyo, vaya. Y el arquitecto-bailarín que nos cuenta su vida atropellando hasta los deslices del aire para incluirlos en la medida de sus palabras incontrolables que se olvidan hasta de los interesantes huecos que no midió por ansia de ir hacia delante sin mirar hace cuántas letras que no pone una coma. Y, de repente, unas manos redondas ocupan recovecos que deja su chaqueta y manosean uno o dos botones transformando el gesto en experimento. El planteamiento en resolución.

La irremediable, eterna, temible lucha de si dulce o fruta en la merienda en un motivo más para desear que el niño bese a la niña. La típica historia de amor desgranada en los detalles de por qué ella y sólo ella, por qué él… ¿Y por qué no el espectador al que sacaron al escenario con el que jugueteó Claire (la bailarina)? Porque no. ¿Incomprensible como los abrefáciles de los paquetes de galletas? Puede, hasta que te lo muestran y lo ves tan claro. Y hacen tan buena pareja. Y te olvidas de lo ñoño, el salmón y los atropellos para revivir sólo unos momentos de ternura. Un baile coral que, pienso (por cómo nos aplaudimos haciendo salir tres veces a los danzantes principales) nos quedó muy, pero que muy bonito.

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.conciertos

Comienzo feliz con el Sr. Chinarro.

Teatro Cánovas. Oscuridad. Se abre el telón y aparecen dos sinónimos: luz y música. El viernes comienza a abrirse de par en par alrededor de las 21.00 horas entre canciones de los teloneros -Pinocho Detective- y el Sr. Chinarro. Estamos en un teatro y se nota. El juego de luces es especial y el ambiente también es distinto. Acoge, reconforta, impone. Cualquier teatro es un fragmento de espejos que se colocan ante ti para poder verte a través de otros. En este caso, a través de canciones. Y entonces aparecen ellos. Son tres. Pinocho Detective nos dan las gracias con timidez, sin querer alzar mucho la voz ni ocupar mucho espacio. Sus canciones gritan por ellos, canciones con predominio de las guitarras, con melodías que empiezan suaves y de repente aceleran, al igual que la historia de una de ellas: “Mira qué velocidad, mi corazón se va a estallar…”. Es así, acelerando poco a poco, como llegamos al plato fuerte de la noche: Sr. Chinarro toma presencia en el escenario. Ahora son cuatro y, en el caso del público, el número de asistentes también crece tras el paso de los teloneros. Antonio Luque, nuestro Chinarro particular, acapara toda la atención porque él, por sí solo, es singular. Una figura alta y delgada se posiciona en el centro del es32

cenario, y entonces comienzan a crecer las historias que el Presidente de este viernes de octubre va a contarnos. Al principio cuesta coger el tono necesario, porque como dice él, “todo es cuestión de energía”. Y cuestión de altavoces, que no recogieron correctamente su voz hasta pasado el segundo tema del repertorio. Después de eso, lo importante es que es viernes, y de los buenos (eso espera él, y esperamos todos). De esos viernes memorables, llenos de música. Porque fuera, en la calle, aún hace calor, pero dentro de la sala nos empapamos de canciones, de guitarras que provocan la insurrección de los pies bajo los asientos, de cabezas que se ladean desde sus butacas, que buscan espacio. El Palo, el Tívoli, la playa y los mendrugos de pan… cosas que sólo él podría mencionar con su copa en mano desde lo alto del escenario, cosas que él dice a su manera. Desde abajo, nosotros también seguimos su plan: “Un buen sitio que los conquistadores esperaban encontrar… vacaciones en los plásticos del mar”. Vacaciones en octubre para escapar un ratito de la realidad. Vacaciones en el mar, o en un teatro. Vacaciones de un par de horas con el Sr. Chinarro, que cierra con el tema de su último disco Un final feliz. Y aunque no fue el último del con-

cierto, que acabó con dos bises tras un breve descanso que aparentaba ser el cierre definitivo, nosotros también nos quedamos con la sensación de un final feliz, nuestro final feliz para un concierto y para un viernes. O no. Puede que fuera la sensación del mejor comienzo posible para un fin de semana. Texto: Kris León Foto: Hugo Espresati


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SÔBER. 35


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Calentando el sábado malagueño. [Texto: José A. González Foto: Manu Rocha]

Doce grados en el exterior, llueve y los charcos, espejos mojados, traicionan las faldas cortas y la falta de pudor. Sin embargo, al bajar del coche comienzo a notar el ardor que desprende la esencia de la buena música. La Sala Paris 15 se convierte en un volcán aletargado, pendiente de erupción. Sôber trae a Málaga Superbia por primera vez. Darknoise se encarga de emitir las primeras vibraciones a un público pendiente de saltar, de desvocar sus sentidos. Las luces van y vienen en el escenario, mezcladas con la furia de las baquetas y los potentes riffs. Se está sirviendo una venganza al clima, bien caliente. En la despedida un curioso abrazo profundo y místico da paso a la musica de AC/DC. El momento del magma esta llegando. Con Carlos Escobedo a la cabeza, Sôber hace su aparición. Los instrumentos aún callan, los corazones ya 36

gritan: ¡Sôber! ¡Sôber! Diez años es la elegida para hacer entrar en calor a una marea de palmas. La sesión de puro metal pide emociones a punto de ebullición y cada tema es un pequeño caldero, una opción más en la que elevar los ánimos. Sólo faltaba una pequeñísima afirmación para hacer estallar las tablas: “Málaga y Sôber siempre han estado muy unidos…”. Locura desatada y arropada en las entrañas del más puro éxtasis, una realidad infranatural desmembra el orden establecido. Eternidad sirve un breve sosiego físico, mientras las composiciones de alta escuela dan lecciones de bienestar. La araña y Paradysso, dos de los himnos de la banda, desatan una resaca de cuernos en los brazos asistentes. Manos levantadas. Tantas que Sôber lo agradece: “Estamos recibiendo vuestra energía… y os la transmitimos”. Reddo, disco indispensable de la formación, acapara el escenario justo antes de una sucesión de solos de guitarra y percusión. Guiño a una experiencia abismal en el directo. Sôber se enternece y Escobedo agarra una acústica para tocar Náufrago, que precede a una nueva de dosis de energía. Una descarga tan activa como esperada. Los madrileños están llamando al sol medio entrada la

madrugada. Los agradecimiento a los técnicos, a todo el equipo de la banda y a la París 15 se hacen indispensables después del buen sabor que dejan sobre el escenario. Esperemos que uno de los grandes grupos del panorama nacional no tarde (¿tanto?) en volver a Málaga, porque como dice Carlos: “nos une un cordón umbilical que nos alimenta mutuamente”. Que se preparen los elementos, porque si tienen pensamiento de jugar con nosotros habrá Vendetta, con S de Sôber.


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.teatro

Marianna Travelo la lía en el Echegaray. [Texto: Susana Martín Romero] ¡Qué le gusta un maricón a Marianna Travelo, oye! Y cusha que no lo digo yo, ¿eh? ¡Que lo dice ella! Así, sin miramientos, como lo dice todo. Con esa voz de camionero desfasao: “Porque el polvo del metro me da gargantera, ¿qué pasa? El metro es como la cultura malagueña, subterránea, ¡pero está!”. Y lo mejor es que los malagueños, vamos, y nos descojonamos, porque otra cosa no sé, pero reírnos… hasta de nuestro padre. ¡Ah! ¿Pero que todavía no sabéis quién es Marianna Travelo? ¿Y a qué estáis esperando? ¡Es la reinona de la fiesta! Una muñecaza impresionante, toda de goma espuma como le gusta presumir a ella. Con ese jarte y desparpajo andalú que se empieza a echar de menos con tanto “mohéno bien hablao”. Total, una pechá de reír el viernes en el Teatro Echegaray; y eso que una se plantó allí pensando: ¿marionetas? Hasta que empieza el chou y aparece Joselito, levitando en una jeringa gigante, cantando “doce cascabeles tiene miiii caballo”. Hay veces, en que no sabes si estás viendo el programa de Jose Luis Moreno, leyendo una tira de El Jueves o si te has comido un hongo y no te acuerdas. Eso sí, no hay que olvidar que esto Es-puto Cabaret, por lo que no recomiendo a las 38

personitas más apocadas de espíritu sentarse en las primeras filas; vaya que la Mariana te endiñe un tetazo -de goma espuma, no duele- y se vea herida tu sensibilidad de redentor hipócrita. El que se marchó en mitad de la función sabe por qué lo digo. Es- puto Cabaret es una función malagueña de pura cepa, derrochante de creatividad, con ganas de juerga y con mucho trabajo detrás para lograr dar vida a lo que no es más que un montón de fieltro con exceso de maquillaje. A los que os gusta el cachondeo no os lo podéis perder; a los que no, vayánse a misa, es más seguro.


.teatro

Cita de depredadores. [Texto: Laura Luna Rivas Foto: Teatro Cervantes] Es la hora de la cena pero hoy a)la suerte, b)el destino, c)el fátum(*) nos trae un invitado inesperado: la Avería. Podrían ser otros los ocupantes de nuestras butacas (¿…o no?) El caso es que aquí nos encontramos frente a excéntricos viejos con muchas ganas de divertirse y un joven comerciante. A éste, como a mí, le pica la curiosidad por descubrir los juegos con los que estos representantes de la justicia ya jubilados van a entretenernos esta noche llena de comida, misterio, olores y desvelos. Quizás nos arrepintamos… (*) Elija el lector su cosmovisión Y ahora que este/a (rellene el lector con la palabra de su anterior elección) nos ha puesto aquí a nosotros, inocentes espectadores pasivos… ¿Y si fuésemos responsables de ello? Quiero decir, ¿y si alguien nos culpabilizara por haber llegado hasta aquí? Bueno, bueno, riamos por ahora con los bailes y piruetas de estos estrafalarios justicieros, admiremos la bella escenografía y puesta en escena, asombrémonos con las máscaras de los actores que sólo nos dejan identificar a Emma Suárez (por ser la única Mademoiselle del reparto), o enganchémonos en las enigmáticas frases que van tejiendo una obra llena de símbolos y prolepsis. Aunque el tiempo corra para el joven invitado inesperado que ya no es un comerciante cualquiera sino que es responsable… no, CULPABLE de asesinato. Yo, que elegí la suerte como guía de mi noche, no quiero explicar por qué estoy en el Teatro Cervantes con un vestido precioso, una cámara ruinosa y la misma fiebre que padecen ahora la mitad de los malagueños, ¡sólo quería ver la obra que dirige Blanca Portillo! Pero, con bastante ritmo y tesón, comienza a hacerme sentir culpable por esta tensión que pone en duda mi casual presencia en la sala. Esta tragedia grotesca (¿la obra, mi noche?) acaba con un agridulce final: tanto el joven inesperado como yo (también joven, no sé si alguien me esperaba…) necesitamos evadirnos de tanta honestidad. Yo me voy a cenar un filete de ternera que viene recién del matadero, al joven lo vi camuflado entre las reses que a él entraban… El público se pone en pie. Se libera de la butaca para aplaudir la compasión de estos viejos gourmets hacia los que sólo sabemos engullir amparándonos ‒pobres de nosotros‒ en que la vianda ya estaba muerta cuando la comimos.

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.literatura

Historias de la niña Cuervo y sus noches psicotrópicas. [Texto: Marta Sader Foto: Ernesto Artillo] Es flautista, malagueña, vive en Londres y tiene un enorme moño rojizo. En Cincoechegaray todo el mundo la conoce, y mentiríamos si dijéramos que su lectura fue un fenómeno de masas. Pero allí estaba ella, sentada en medio de la sala, y allí estaba Juan José García, de pie detrás de los platos, preparado para poner música a sus versos y mudar la piel de la tarde. Almudena Vega, la que es ahora, empezó a leer, pero era Almudena Vega, la de 17 años, la que hablaba. Decía cosas de sus noches granadinas, cosas como “ha perdido la cartera y está al borde del conocimiento”, cosas de jovencita lúcida, intensa y crítica que sigue a sus amigos, que a su vez persiguen el rastro de paredes vírgenes que embadurnar con spray. Cuenta mucho de eso, y cuenta también cómo la madrugada transforma a sus semejantes en seres elementales de ojos pasmados y esfínteres dúctiles, y la música y las palabras nos hacen verlos manoseados y deslucidos al cabo del asfalto. O, a veces, extrañados de amor en la habitación de un piso compartido, en las noches insomnes de la adolescencia y los mundos posibles. Ella, la del moño rojo y las gafas como de profesora inglesa, ya no es la que era. Pero está 40

por fin orgullosa de la observadora mordaz y corrosiva que fue cuando fue aquella, la otra Almudena, la niña cuervo, la mediomujer que transitaba desganada entre la noche con el pelo ahumado de cannabis, la que escribió sin darse cuenta Corvux Corax (ágil, profundo, displicente) y ganó un premio por ello.


.modernicolismo ilustrado

¿Sueñan los pintamanteles con servilletas de papel? [Entrevista: Marta Sader Responde: GuiBo] Hay gente que dibuja en lienzo, hay gente que dibuja en paredes, hasta hay gente que dibuja en granos de arroz. Pero Guibo no es uno de ellos. Guibo dibuja en manteles. Con rotuladores, sí, pero también con café, con trozos de gamba, con cucharas, con latas de Cocacola. Dibuja mientras espera que le sirvan, o mientras come, desobedeciendo a todo un colectivo de madres de niño-no-juegues-con-la-comida. Y en 20 minutos te ha pintado a un etarra diciendo que firma el armisticio por reducción de plantilla, o a Clint Eastwood fumándose la palabra espagueti o a un zombie de The Walking Dead. Pero como los manteles no dan de comer (?), Guibo también customiza zapatillas y camisetas, ilustra y se dedica a cosas serias, como ser director de arte del Salón del Cómic de Barcelona o hacernos nuestra primera portada a los Modernícolas (¡viva!) Y como sabemos que un tipo tan carismático sólo puede generar curiosidad entre nuestros lectores, aquí tenéis una entrevista a la altura de sus estrambóticos dibujos.

Modernícolas: En tu web sólo dices que eres hombre y que eres virgo. Dicen que los hombres virgo son solitarios, callados, prácticos, perfeccionistas y trabajadores… Guibo: Como decía mi abuelo... “no te creas nada de lo que leas en internet y no aceptes caramelos de un desconocido”

M! : ¿Qué es lo más raro que has dibujado para que alguien lo lleve en los pies? G : Las zapatillas que customizo son muy “discretas”. M! : ¿Qué cómic ya publicado te hubiera gustado dibujar?

M! : ¿Cómo y cuándo comenzó eso de pintar en los manteles, y por qué en el Cervantes?

G : Maus, de Art Spiegelman.

G : Es el único momento del día en el que puedo dibujar lo que me apetece, sin jefes o clientes que te digan lo que tienes que hacer. ¿El Cervantes? porque es el bar más cercano a la oficina, y la textura de los manteles es perfecta para pintar.

M! : ¿Con qué sueña alguien que pinta manteles?

M! : ¿Y qué haces con el mantel cuando terminas de pintarlo?

M! : Si tu vida dependiera de hacer un dibujo, uno sólo, para que no te matase un mafioso siciliano: ¿qué dibujarías y por qué?

G : Le hago una foto y lo dejo en la mesa, y Josep ( gran camarero y mejor persona) los guarda, aunque a veces se adelanta un cliente y se lo queda. M! : ¿Cómo ves el panorama de la ilustración en nuestra ciudad?

G : ...con servilletas.

G : El día que solamente pueda hacer un dibujo porque un mafioso siciliano me quiere matar, estaré pensando porque no contesté a esta surrealista pregunta cuando me hicisteis la entrevista.

G : Desconozco este dato porque cuando estoy en Málaga es por placer, pero me consta que hay grandes dibujantes y aficionados.

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.dice matías

BIENVENIDOS A CASA. [Texto: Pablo Bujalance] Jefe de cultura en el diario MálagaHoy

Resulta paradójico, y en cierto grado conmovedor, el empeño que Málaga ha puesto en los últimos años para merecer el apellido ‘cultural’. Queda para la historia la fallida candidatura a la Capitalidad Cultural de Europa en 2016, un proyecto equivocado en la medida en que desde el principio se hizo ‘desde arriba’ y que dejó un sabor agrio, no exento de complejos, que desde las administraciones públicas se quiso solventar barriendo los restos cuanto antes bajo la alfombra. Quedan para el presente los muchos, muchísimos museos de que esta ciudad dispone y que ha prometido para el futuro, museos de arte, museos de automóviles, museos de cofradías, museos de casi cualquier cosa (el de las joyas también pasó a dormir el sueño de los justos), hasta un anunciado Museo de Museos (escríbase así, en mayúsculas; semejante título lo merece) en la manzana de los cines Astoria y Victoria junto a la Plaza de la Merced. Por museos, que no quede. Pero también espacios escénicos nuevos y antiguos, un Teatro Romano que quiere arder bajo los focos, un Festival de Cine Español que sigue en busca de su rumbo propio y su identidad y una tarea titánica: la de seguir haciendo cultura ‘contra’ la crisis, acumulados recortes y más recortes como recuerdos de amores que nunca fueron. Y para el futuro, ¿qué queda? Pues la cultura, ni más ni menos. Un vistazo a Europa basta para concretar los términos: el camino a seguir no será otro que el de la desvinculación definitiva del medio y los poderes públicos. Va siendo hora, como afirmaba el escritor Alessandro Baricco no hace mucho, de dar por terminado el tutelaje y de que quien quiera decir algo lo diga, pero no ya a costa de la administración sujeta a plazos políticos. Va siendo hora de reclamar con la autoridad y la exigencia razonables una nueva ley de mecenazgo que facilite a cada creador la búsqueda y el hallazgo de sus propios patrocinios. Va siendo hora de jugarse el pellejo. Pero no hay otro camino. Atendamos a un ejemplo como Málaga, ciudad en la que abundan creadores y artistas de la más diversa consideración, músicos, compañías de teatro, pintores, fotógrafos, escritores, incluso colectivos como los que impulsan el Mercado de las Artes y el Barrio del Soho. En la calidad y cantidad de proyectos, Málaga es una ciudad envidiable. Pero el futuro dependerá de que todos esos agentes sean capaces de articularse en una industria propia, independiente, eficaz, ágil, creativa, inquieta, capaz de obtener de su trabajo y por su cuenta un rendimiento no sólo reconfortante para las musas, también económico

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y autosuficiente. Para que Málaga sea una ciudad verdaderamente cultural no bastan museos, ni competiciones, ni conciertos de grandes estrellas, ni siquiera presupuestos generosos: falta que los propios creadores se pongan manos a la obra, no sólo en lo suyo sino en lo de todos. Falta que esa industria sea una realidad. Que quien pueda ejercer un oficio relacionado con la cultura lo haga sin necesidad de marcharse a otra ciudad. Que los artistas se conviertan en gestores de sí mismos. Falta una mayoría de edad que deje de lastimarse por el abandono y decida tomar las riendas. Falta un espíritu como el original del 15-M para la cultura. Las administraciones públicas deberían limitarse a ceder los espacios, que los hay, muchos aún por descubrir. En cuanto al resto, la de ‘laissez faire’ será siempre la mejor política. En este contexto, un punto de encuentro en el que de un solo vistazo se pueda conocer lo que hacen los artistas y lo que da de sí la cultura en Málaga será siempre necesario. Por eso, una iniciativa como la de ‘Modernícolas’ viene a llenar un hueco que reclamaba su ocupación. De modo que bienvenidos sean los ‘modernícolas’, porque el futuro les pertenece. Siempre será un placer asomarse a ver qué se cuece en casa.


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