
3 minute read
DE MURUHUAY”
Fiesta que no decrece, sino que se fortifica cada año en Tarma demandas, salud, protección para mi familia, bendición para nuestra misión en este mundo, informar con veracidad, con siembra de valores e identidad. Solo eso, el resto es una imagen grabada en mi mente desde aquel día, todos los días, con vívido sobrecogimiento, y el deseo de regresar cada año que se pueda, con toda la familia si es factible. Seguro se podrá, porque parece que “él” lo hizo posible y quería que reafirmara mi fe en aquel bendito cerro de Acobamba …
FIESTA, FERVOR Y RECOGIMIENTO
Advertisement


Según explican los lugareños, la palabra Muruhuay significa casa de dos o varios colores, donde "muru” quiere decir "varios colores, colorido" y "huay o huasi” (wasi), casa. El lugar escogido para esta aparición del “Cristo en la Piedra”, curiosamente también habría estado vinculado a ritos de un antiguo poblado Chavín.
Recordamos el misterio que envuelve a otro milagroso, pero no tan “famoso” Cristo, el “Señor de Cayac” en el distrito ancashino de Aquia. De manera similar al Señor de Muruhuay, el anterior apareció esculpido en una piedra, pintado seguramente por manos humanas, yaciente tras la crucifixión y al cual se le atribuyen hechos sorprendentes y milagrosos.
En el caso del Señor de Muruhuay, dibujado sobre una cruz aparecida en otra piedra -también de nebulosa recordación popular- las decenas de bandas, orquestas, danzantes de tunantada, cirios llameantes, fuegos artificiales, feria de souvenirs, hermosos ponys y palomas para las fotos del recuerdo, son parte ahora de un culto transculturizado, sincrético, re-creado cada año, en cada corazón creyente. Fiesta y devoción, alegría y lágrimas al mismo tiempo, por favores o milagros concedidos, testimonios interminables.
Culto Que Crece
Las primeras manifestaciones del culto al Señor de Muruhuay las realizaron los pobladores de Acobamba, durante el siglo XIX, cuando solo se centraba la celebración el día 18 de abril. Hoy en día la festividad se prolonga hasta el Día del Padre o incluso más adelante en el calendario, las bandas y danzantes “bajan” hasta la plaza de la apacible Acobamba y la cercana capital de Tarma se traslada multitudinariamente al moderno templo, rediseñado por Juan Reiser Gasser y Christian Tgetgel, galardonado además con el máximo premio en la III Bienal de Arquitectura CAP.
Recomendamos a los viajeros visitar Tarma, pero, sobre todo, la vecina Acobamba y al Señor de Muruhuay, seguramente él también hará lo posible para que ustedes lo conozcan y oren ante su morada. Podrán disfrutar de baile, pachamancas, patascas y caldos verdes, cuyes y pucheros, podrán hospedarse en los hostales que rodean el templo, comprar souvenirs religiosos, tomarse “selfies”, amanecerse, levantarse en medio de castillos y fuegos artificiales, música, cantos y contagiante fervor. Comprueben por qué esta fiesta es considerada, con sobrada justicia, Patrimonio Cultural de la Nación.



En líneas generales, los peruanos no tenemos mucha afición por la lectura. Lo afirman las encuestas. No obstante, pasear y viajar sí es una actividad masiva; por ello, visitar un lugar sumamente importante como la Casa de la Literatura Peruana, puede hacernos cambiar de hábitos y reafirmar nuestra identidad.
Es que, revisar o repasar la historia, a través de las decenas de historiadores, investigadores, cronistas, escritores en prosa y verso, no puede causar otro efecto que un ávido interés por la lectura. Darse una vuelta por la Antigua Estación de Desamparados, les aseguramos, pasa por experimentar un impresionante viaje a otras dimensiones.

Dimensiones que nos expresan lúcidamente los escritores de ficción, como si de hechos reales se tratara, o bien, los de hechos verdaderos, graficados con detallada acuciosidad, como en el caso de los cronistas.
En la Casa de la Literatura Peruana y sus diferentes ambientes, dedicados a las diversas épocas y tendencias literarias, podemos rememorar nuestras primeras lecturas infantiles o las que en el colegio nos hicieron reflexionar sobre la abnegada labor de los escritores, que en nuestro país son tantos y tan diferentes como el creador de la “tradición”, don Ricardo Palma, los indigenistas Ciro Alegría o José María Arguedas, o vanguardistas como César Vallejo y José Carlos Mariátegui.
Empero, la Casa de la Literatura Peruana es más que un paso por la historia de nuestras letras, es también un activo reducto de enseñanza e interrelación con sus visitantes.
MUCHO QUE VER… Y LEER
La Casa de la Literatura Peruana cuenta con la colaboración de especialistas de las siguientes áreas: Investigación literaria, gestión cultural, museología, arquitectura, educación no formal, turismo, periodismo cultural, diseño, bibliotecología y administración. Ellos integran los campos de la investigación, promoción, educación, salas de lectura y administración.
Asimismo, ellos investigan la literatura y reflexionan acerca de ella con el fin de establecer nuevos puentes entre los escritores, investigadores literarios, pedagogos de la literatura, editores y lectores; así como entre la literatura y otras disciplinas.
Dirigida por Milagros Saldarriaga Feijóo, desde julio de 2013, este centro cultural desarrollan diferentes programas como el denominado Quipu Enredado, cuyo objetivo es producir performances de artes vivas que difundan la literatura peruana (teatro, danza, música y afines).