Noticia06

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desde bahia, con dolor, para miguel ‘angá’ díaz empezó el mes de agosto y una triste noticia se transmitió rápidamente entre los aficionados a la música: nos dejaba un tremendo percusionista y una excelente persona. Conocí a Miguel ‘Angá’ Díaz en la presentación de CACHAÍTO (World Circuit, 2001), esa joya con la que el joven percusionista parecía ya querer acercarse al paraíso. En el hall del Hotel Apolo, en pleno Paralelo de Barcelona, me esperaba Cachaíto junto a algunos de los músicos que le acompañaron en ese trasgresor y delicioso trabajo. Poco tardó en unirse el afable e hiperactivo Angá, quien rápidamente tomó la batuta de la entrevista y le echó un capote al tímido contrabajista. Así fue como completé mi entrevista (véase BATONGA! #18, mayo de 2001), con la vehemencia y la pasión de ese hijo de Pinar del Río que me pareció un niño con botas nuevas: me hablaba de nuevas expresiones musicales y de ese particular CACHAÍTO IN LABORATORY que se montó entre la tradición, la espiritualidad y la pericia en los platos de Dj Nasty. Después fueron muchos los encuentros, casuales o previstos, los conciertos, las charlas y las risas, ésas con las que Angá fue igual de generoso que a la hora de romper sus congas. Siempre me quedaré con esa primera imagen suya. Me enteré de su muerte estando en Bahia, paradójicamente la «terra da felicidade». Poco antes de mi marcha habíamos coincidido en el Jamboree y estuvimos hablando sobre cerrar de una vez esa entrevista que teníamos colgada desde hacía muchos meses –a raíz de su maravilloso ECHÚ MENGUA (World Circuit, 2005)– y que debía haber sido portada de BATONGA! de no ser por un «atasco» inesperado durante un viaje suyo a Cuba. En su lugar, tuvimos que «improvisar» para aquel mes un reportaje sobre otra gran promesa cubana, X Alfonso. Pero ésa fue sólo una pequeña parte de todo lo que le quedó pendiente, de las muchas puertas que dejó abiertas, de ese montón de proyectos inmediatos que hubieran dado tanto que hablar... Parece que el fatídico día en el que lo perdimos debía unirse a la mítica banda cubana Síntesis para dar un concierto en Barcelona, recién llegado del festival Pirineos Sur, donde había impartido uno de sus soberbios cliniques de percusión, y estaba a punto de recorrer Europa junto a José María Vitier con quien ya había creado varias bandas sonoras. Por si eso fuera poco, se encontraba en pleno despegue de su banda Angá Fusion Brasil MPB Jazz Cubano, junto al guitarrista brasileño Danilo Pinheiro, pa ra explorar el inmenso paraíso musical de Brasil y fundirlo, como sólo él sabía hacerlo, con su jazz afrocubano. Además de estar a punto de cerrar un acuerdo con Chano Domínguezpara formar parte de su New Flamenco Sound. Conocía de sobras la curiosidad voraz de Angá por músicas que a priori le quedaban muy lejos, como la que ya demostró en 1995 con aquel PASAPORTE (Egrem) junto al gran Tata Güines y en el que consiguió amalgamar Pakistán, Malí, Cuba, Nueva York, París y Camerún en sus tumbadoras. O sus frecuentes trabajos con el cantante, percusionista e intérprete de n’goni malí Baba Sissoko, entre otras inmersiones. Precisamente ahora que yo estaba descubriendo el trepidante swing del frevo en su propia cuna pernambucana, me entero que en un momento de su vida también él bebió de estilos tan locales y sui generis como el frevo y el serton brasileños.

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Y es que muy pocos han sabido disfrutar y degustar con tanta intensidad la vida como este valiente combatiente de la espiritualidad en mayúsculas guiado por Echú, su santo en la religión yoruba, el dueño de todos los caminos y al que le dedicó hace un par de años esa asombrosa ceremonia musical religiosa llamada ECHÚ MENGUA. Una auténtica comunión entre las culturas cubana y africana y los experimentos más vanguardistas en mezclas y fusiones. «Esta música es algo que tenía dentro de mí y que necesitaba soltar. Ya lo hice, sin miedo ni pensamiento, ya me la saqué de encima», explicó Angá. Si entonces hizo resonar sus congas invocando a los espíritus para que vinieran a reunirse con él en la tierra, ahora son ellos quienes han reclamado su presencia. Y a estas alturas ahí debe andar, descargando con la misma pasión con la que por aquí lo hizo con Chucho Valdés, Chick Corea, Síntesis, Steve Coleman, Ry Cooder, Herbie Hancock, Paquito d’Rivera, Al di Meola, Ibrahim Ferrer, Afro Cu-

ban All Stars y Rubén González, entre muchos de sus cómplices terrenales. Poco a poco, el coche me aleja del Pelourinho bahiano y sincrético, donde los orixas no descansan al ritmo del candomblé… Vuelvo a leer, esta vez en voz alta, el sms que me ha enviado Rafalito Salazar. Noticia confirmada. Fuera llueve repentinamente y, antes de que lo haga yo, descubro que mi hija Candela está llorando. Hace un año conoció a las hermosas gemelas de Angá y compartió con ellas un alegre día de verano como el de hoy, junto a su entrañable hermano El Indio y su esposa María, hacia quienes, como ellos bien saben, sentimos un tremendo cariño. Ese día de verano, hace ahora un año, Angá andaba como siempre por esos caminos, guiado por el gran Ochú, hasta este 9 de agosto de 2006: un día de lluvia en Salvador de Bahia, Brasil, un día negro para la música. «Aquí les dejo, espero que disfruten este camino musical y espiritual. Siempre PAZ.» Miguel ‘Angá’ Díaz –extraído del cuadernillo de ECHÚ MENGUA– TEXTO MARÍA JOSÉ LÓPEZ VILALTA FOTO CORTESÍA WORLD CIRCUIT

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