Alumnado con problemas de salud

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ESCUELA INCLUSIVA

Alumnado con problemas de salud Tener una enfermedad crónica implica unas lógicas limitaciones físicas y cambios en la vida cotidiana, al que se añaden el posible dolor y sufrimiento físico y una serie de aspectos psicológicos añadidos: angustia, inseguridad, una nueva vivencia del cuerpo. Todo ello tiene una clara repercusión en la relación entre el niño o niña y la escuela.

Con relación al profesorado El alumno enfermo es nuestro alumno y somos responsables de él. Hemos de saber qué capacidades tenemos para manejarnos objetivamente frente a la enfermedad y la muerte de uno de nuestros alumnos. Es imprescindible aceptar, y de buen grado, la discontinuidad en la escolarización de un niño enfermo y hay que buscar los recursos necesarios para que no resulte perjudicado. El maestro puede ayudar a la normalización de la vida de un alumno enfermo, y es necesario un equilibrio entre lo que puede dar y lo que se le puede exigir.

niente romper ni relajar en el transcurso de la enfermedad. La relación con sus compañeros y educadores le aproxima a la vida cotidiana y favorece la normalidad de la que se encuentra excluido. La escolarización puede serle más gratificante que cuando tenía salud.

Con relación a los compañeros del alumno enfermo Hay que valorar la conveniencia de que conozcan la enfermedad de su compañero y ofrecerles estrategias para convivir con el alumno afectado.

Con relación al alumno enfermo

Nicolau Balcells

Se siente frágil física y emocionalmente. En la escuela, por las relaciones sociales que allí establece y las amistades que crea, el niño tiene unos vínculos que no es conve-

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ESCUELA INCLUSIVA

Que el alumno enfermo comparta la experiencia de su enfermedad puede influir en una buena convivencia del grupo y en el enriquecimiento de todos los alumnos del curso. El maestro puede contribuir a normalizar la relación entre ellos; la enfermedad es un hecho circunstancial y que forma parte –en un momento u otro– de la vida de todos.

Con relación a la vida de la escuela La información recibida en relación con la salud de los alumnos hay que tratarla con la máxima discreción, confidencialidad y respeto. Se debe disponer de la información imprescindible para poder responder a sus necesidades. Asimismo, se tendrá que ser flexible en algunas situaciones y adecuar la infraestructura para que pueda hacer lo mismo que sus compañeros. En el caso de que se detecte una enfermedad infecciosa en la escuela hay que comunicarlo a los padres de los niños con enfermedades crónicas. Es el caso de que se practiquen vacunaciones en el centro hay que informar a los padres, y pedir la autorización del equipo médico que atiende al paciente con una enfermedad crónica. Su administración podría resultarle contraproducente.

Con relación a la vida en la clase El alumno enfermo necesita un apoyo incondicional de la comunidad escolar, recibir estímulos, motivación, compartir sus preocupaciones, saberse escuchado y aceptado en su enfermedad, sentir la importancia de la amistad. El niño que padece una enfermedad pertenece al grupo clase y n o p u e d e q u e d a r exc l u i d o d e éste, ni de la escuela y la vida escolar. El seguimiento, la comunicación recíproca entre los compañeros y con el maestro, hay que mantenerla a lo largo de todo el tiempo que el alumno no pueda asistir a la escuela. En muchas ocasiones será posible recibir la colaboración del alumno enfermo, aunque no se encuentre en la escuela; así conseguimos que se mantenga su presencia en la clase.

Por la relación que se establece con el maestro, éste le puede ser una persona significativa y puede tomarlo como un referente. El trabajo en la escuela hospitalaria favorece la relación con sus compañeros de la escuela de origen y, por sus aportaciones escolares, le hace presente en su escuela. Es necesaria la colaboración entre el maestro de la escuela ordinaria con los de atención domiciliaria y la escuela de ámbito hospitalario.

Con relación a la escuela de ámbito hospitalario

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El niño, a pesar de estar hospitalizado, tiene derecho a la educación. En este caso, la actividad educativa deberá contemplar, constantemente, su estado físico, psicológico y emocional. La escuela mantiene viva en el niño la inquietud por aprender y los hábitos de trabajo; le socializa y puede ser gratificante para él.

Extraído del libro: M. URMENETA (2010), Alumnado con problemas de salud, Barcelona, Graó (Colección Escuela Inclusiva: alumnos distintos pero no diferentes, 7), pp. 144-146.


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