Los deberes una cuestión compleja

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EDITORIAL

Los deberes escolares, una cuestión compleja En educación hay temas que, como el río Guadiana, desaparecen y vuelven a resurgir. El de los deberes en casa es uno de ellos. En esta ocasión es en el país vecino, Francia, donde se ha generado un debate social sobre la cuestión. Asociaciones de padres y madres se han manifestado contrarías a que los escolares tengan que realizar tareas complementarias en casa. Uno de los argumentos que sustenta esta petición es que resulta injusto para aquellos niños y niñas y adolescentes que no cuentan con el suficiente apoyo familiar para realizar sus deberes escolares, ya sea porque sus progenitores están trabajando o porque no tienen la suficiente formación para prestarles orientación. Ante ello, creen que es en la escuela donde se tienen que realizar las tareas escolares y no fuera de ella. Los deberes suponen una extensión de la actividad escolar, lo cual plantea algunas cuestiones de fondo para la reflexión: ¿son necesarios?, ¿en qué deberían consistir y cómo deberían hacerse? Para responder a la primera cuestión, es necesario profundizar en el concepto de aprendizaje significativo o con sentido con relación al aprendizaje repetitivo y mecánico. Los deberes cumplirán funciones distintas según qué tipo de aprendizaje pretendan reforzar. Por otra parte, es cierto que el aprendizaje de procedimientos requiere de ejercitación y esta supone tiempo, que si en la escuela se dedica a ella, no se empleará en otro tipo de actividades de aprendizaje. Las tareas escolares fuera de la institución escolar solo pueden justificarse habiéndose planteado cuestiones como las anteriores, puesto que los deberes son una estrategia docente para responder a determinadas funciones y objetivos. Sin embargo, el análisis y la reflexión Aula de Innovación Educativa | núm. 211 | mayo 2012 | 4

sobre los deberes escolares no pueden obviar preguntarse qué significa tiempo escolar y tiempo no escolar, si es adecuado encargar el mismo tipo de tareas en estos dos tiempos, si se garantiza que en la realización de tareas escolares fuera de la escuela el alumno o la alumna cuenta con el apoyo adecuado y qué repercusión tiene en su proceso de aprendizaje –y en su evaluación acreditativa– el realizar los deberes de una manera u otra. Con los deberes, la escuela está invadiendo un espacio que no es suyo y en este espacio no puede intervenir directamente. Ello no debe entenderse en el sentido de negar todo sentido, utilidad y justificación a los deberes, puesto que, bien planteados, probablemente puedan ayudar a un mejor proceso de aprendizaje e, incluso, a una mejor atención a la diversidad. Lo que debe contemplarse son las peculiaridades de este trabajo escolar fuera de la escuela; así, ello obliga a reflexionar sobre sus objetivos, su contribución al aprendizaje y las características específicas de cada contexto social y familiar. Es difícil generalizar qué tipo de deberes, qué cantidad y qué condiciones son los más adecuados porque los contextos son distintos. Lo que sería un error es no dar suficiente importancia a este asunto o no verlo en su globalidad, dejando de considerar cuestiones como las que se han apuntado. El tema se ha puesto de nuevo de actualidad a partir del movimiento que se ha originado en Francia, pero, independientemente de ello, ahora es un buen momento para tratarlo, puesto que pronto se tendrá que decidir sobre unos deberes que tienen unas características peculiares, los de verano, pero que requieren de la misma reflexión sobre su porqué y su cómo. Las decisiones, en temas educativos, siempre son complejas y requieren una reflexión compartida. Los deberes escolares no escapan a esta necesidad.


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