6 minute read

Florerías en línea : pensar los servicios funerarios en tiempos del COVID-19

Siempre he imaginado mi propio funeral. Quiénes irían, qué palabras se dirían, quién estaría consolando a mi mamá y que chistes aligerarían el pesar. Incluso he pensado en qué momento sería el mejor para morir y ser recordada por motivos positivos. Considero a este tipo de ceremonia uno de los eventos más importantes en la existencia de alguien. No es que desee irme pronto, pero creo que la muerte es la mayor de las certezas y desde ahí suelo especular los escenarios más optimistas de ésta. Ahora que mi vida y la de todo mundo están atravesadas por los efectos directos o indirectos del COVID-19, me pregunto: ¿Cómo sería mi funeral en estos días? ¿cómo es cualquier funeral en estos días?

Con o sin coronavirus, la muerte y sus actos sucesivos tienen diversas caras , como la de aquellas personas que no regresan a sus seres queridos ni después de morir

Advertisement

Desde las últimas semanas de marzo he visto que distintos medios han publicado los protocolos que autoridades sanitarias y agencias funerarias han establecido para esta contingencia en México. Cuerpos en bolsas de plástico selladas, incineraciones y eventos con el mínimo de personas son la constante. Sin embargo, llama mi atención un artículo publicado por la revista Forbes , en el cual se menciona la posibilidad de utilizar servicios de florería en línea que ofrece una funeraria, ideal para mandar condolencias desde el centro de operaciones de la cuarentena: la casa. ¿Qué escenarios dibujarán las ceremonias de despedida realizadas durante estos días? Imagino un espacio vacío, un velatorio con pinta de invernadero y quizá los familiares más cercanos al difunto, abrumados por el olor a primavera; una primavera virtual, por supuesto.

Quizá estoy pensando en un panorama un tanto optimista y reducido. Conozco a la muerte desde escenarios muy privilegiados, en casos en que un ser querido puede ser despedido a cuerpo presente y con sus allegados alrededor. Existen otras realidades, diversos tipos de muertes marcadas por la clandestinidad, el crimen o circunstancias migratorias, por mencionar unos cuantos ejemplos. Con o sin coronavirus, la muerte y sus actos sucesivos tienen diversas caras, como la de aquellas personas que no regresan a sus seres queridos ni después de morir, que tampoco pueden ser veladas a cuerpo presente y su despedida se ejerce a distancia, o no se realiza. ¿Cómo comprobar la ausencia de vida de un cuerpo ausente? ¿Cómo mandar flores sin saber la ubicación del destinatario?

En la nota previamente mencionada se habla también de otra agencia, la cual expande su servicio de velaciones a una plataforma virtual, con invitación y contraseña para presenciar e incluso interactuar digitalmente en el evento; a partir de lo cual me surgen dos inquietudes: la primera, respecto al espacio doméstico y las distintas facetas que ha adoptado y/o reafirmado a partir del coronavirus. Por un lado, el teletrabajo ya no solo es asunto del freelance o de aquellos que toman su casa como extensión de la oficina y trabajan también ahí después de sus jornadas oficiales, ahora la casa es espacio de juntas, de promoción, de entrevistas, así como de consumo y producción de contenidos, entre otras cosas. Una gran cantidad de actividades que solían realizarse en el exterior, en esta etapa excep- cional se resuelven a distancia gracias a tecnologías digitales, en la mayoría de los casos. La casa, que muchos solo pisábamos para dormir, se ha convertido en lugar de ocio, negocio y ansiedad. Sin embargo, una de las facetas que considero más interesantes es la del espacio funerario, o quizá telefunerario. Aún no sabría cómo definirlo según las interacciones que implica.

Si bien la presencia de ceremonias de velación en domicilio es bastante común en México, e incluso organismos como el IMSS ofrecen el servicio de traslado de cuerpo, preparación y equipo para realizar el evento en casa , la implicación de una plataforma virtual la coloca en otra perspectiva. No es que presenciar un evento de este tipo a distancia no tenga antecedentes (de hecho, gracias a distintos medios de comunicación, las viviendas han albergado las transmisiones de los funerales de políticos y celebridades desde hace décadas), sin embargo la situación actual plantea un involucramiento distinto: la posibilidad de ser espectador del funeral de un ser querido desde casa, a la vez de ser partícipes de éste con intervenciones mediadas. ¿Cómo preservar la solemnidad de un acto funerario mediado por las mismas pantallas que visibilizan películas y tutoriales? ¿Habrá quien ya haya convertido a la muerte en material para una aplicación?

Tal vez la última pregunta ya tiene un antecedente. Facebook cuenta con un apartado de administración de la cuenta de una persona fallecida, desde el cual ofrece la opción de designar un contacto de legado que se encargue de la cuenta del usuario difunto. También ofrece la modalidad de cuenta conmemorativa; es decir, conserva el perfil de la persona fallecida sin que nadie más lo administre, pero da la oportunidad a sus personas cercanas de continuar compartiendo recuerdos de ésta. Quizá la red social creada por Mark Zuckerberg se adelantó a la crisis actual y creó una nueva posibilidad de espacio funerario para casos como éste. El perfil de alguien en una red social representa hoy en día uno de los espacios más contradictorios, puesto que presenta la identidad de su usuario según la forma en que éste quiere ser visto; pero, a la vez, deja la idea de propiedad privada a un lado para hacer de la vida personal una situación de carácter público. La idea de registrar la muerte como una de las opciones para modificar un perfil de red social me lleva a pensar en niveles de muerte. Puede sonar absurdo, pero con todas las ges- tiones que se deben realizar tras la muerte de un ser querido, y actas que lo avalen desde posturas tanto médicas como oficiales, y ahora también virtuales, se podría decir que el morir es un trámite en etapas, realizado por alguien cercano al difunto.

Aunque los trámites y los medios pudieran por momentos disfrazar a la muerte de datos y cifras para una curva de defunciones y contagios que se tiene que aplanar, así como de otra de las ventanas que abre el internet, hoy más que nunca la muerte y su luto son un asunto corporal. Es en medio de esta contingencia que los individuos nos hemos descubierto como cuerpo colectivo; no desde una perspectiva de unión voluntaria para un bien común, al menos no de inicio, sino desde la óptica del contagio e incluso del temor a descubrir que toqué lo mismo que mi compañero.

En el texto Del verbo tocar, de Cristina Rivera Garza, se menciona el surgimiento de una nueva toma de consciencia sobre la fuerza de un cuerpo, ahora como peligro para el otro. Apunta la autora que “la ilusión de no tener cuerpo, a la que contribuyen pastillas y medicamentos varios, conduce a la ilusión de no tener otra conexión con el mundo que no sea la conexión electrónica” (Rivera, 2020). Lo cual considero incluso material para una mala película de suspenso en la cual tal ilusión se extiende después de la muerte y genera una especie de fantasma cuya desconexión electrónica no ha sido realizada y sigue teniendo actividad en su perfil de Facebook. Afortunadamente, si es que se puede usar este término en medio de una pandemia, este caos trae consigo lo que Rivera Garza menciona como la rematerialización, aquella que nos recuerda que los objetos y las personas son presencia física e implican una serie de relaciones que impactan a los cuerpos de una u otra forma. Recordar que existe un mundo que duele, con virus o no, pero que también disfruta con la presencia del otro, puede ser uno de los grandes cambios que esta situación trae consigo. Será cuestión de ver qué hacemos con esto a partir de este punto de quiebre de la “normalidad”.

Comencé este recorrido con la pregunta: ¿Cómo sería mi funeral en la época del COVID-19? Preocupación que, creo, en éste o cualquier escenario no me va a tocar decidir. Sin embargo, sé que en el caso de morir hoy o en cincuenta años, si mi ceremonia de despedida tiene que ser virtual, espero que no sea en una plataforma patrocinada por una marca de hamburguesas que coloque sus anuncios a medio evento; de ésas que solo transmiten sin interrupciones en sus versiones premium, con una especie de suscripción con oferta al tercer familiar fallecido. Espero poder morir oficialmente en todas las plataformas, no ser un fantasma virtual y, de ser posible, que a mi familia le entreguen alguna flor real de mano a mano; una maceta tal vez, pero que no solo envíen flores a distancia o gifs de rosas blancas.

Facebook. Servicio de ayuda. Información sobre cuentas conmemorativas. Consultado el 17 de abril de 2020 en https://www.facebook.com/help/150486848354038

Instituto Mexicano del Seguro Social. Preguntas frecuentes del otorgamiento de servicios funerarios de Velatorios IMSS. Publicado el 6 de septiembre de 2019. Consultado el 16 de abril de 2020 en http://www. imss.gob.mx/preguntas-frecuentes/servicios/velatorios

Ordaz Díaz, A. Este es el protocolo para funerarias por muertes de Covid-19 en México. Forbes México. Publicado el 31 de marzo de 2020. Consultado el 16 de abril de 2020 en https://www.forbes.com.mx/negocios-coronavirus-protocolo-funerarias-por-muertes-de-covid-19-mexico/ Rivera Garza, C. 2020. Del verbo tocar: Las manos de la pandemia y las preguntas inescapables. Revista de la Universidad. UNAM. Publicado en abril de 2020. Consultado el 17 de abril de 2020 en https:// www.revistadelauniversidad.mx/articles/6428d816-f2cf-420d-977e-c9c0f8fc7427/del-verbo-tocar-las-manos-de-la-pandemia-y-las-preguntas-inescapables?fbclid=IwAR0j1Yr9MfaoJJM00y55nTIdAoNMKheXoyOHjGjPS9VSSECX4qAgHnwEv_A

This article is from: