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puentes: emerger en la emergencia

Por ROBELO A. R. ZERÓN

En la crisis parece que nada es posible. La paradoja está en que precisamente en ese momento todo es posible...

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― Peter Pál Pelbart

Quiero plantear la idea del espacio no solo como un entorno que nos envuelve como cuerpos, sino también como un momento, un tiempo en el que estamos precisamente. Un aquí y un ahora.

Gloria E. Anzaldúa (2001) habla sobre los puentes como espacios transitorios: son pasadizos, conductos y conectores. Pero no pensemos en el puente como espacio material. Por eso planteaba esa lógica de espacio en la que no se sujeta a la percepción del entorno, sino también a formas de vivirlo a partir de la subjetividad del cuerpo. Pensemos el espacio como un aquí y un ahora para desarrollar la idea de que ese instante, ese momento, actualmente, se encuentra en crisis.

condición de posibilidad para que algo se inaugure. Promueve la invención de posibles.

¿Qué es la crisis? Etimológicamente, crisis deriva del griego krísis (decisión), del verbo kríno (yo decido, separo, juzgo). Designa el momento en que se produce un cambio muy marcado en algo o en una situación: en una enfermedad, en la naturaleza, en la vida de una persona, en la vida de una comunidad. Entonces la crisis se piensa como un momento de ruptura, discernimiento, de corte. Pero lo que quiero proponer es pensar la crisis justamente como un puente. Un espacio de unión. Un espacio de calma y al mismo tiempo de movimiento. Un espacio que puede ser habitado por neplanteras. Un espacio que permite transformaciones porque es inestable, impredecible, precario, en constante transición, porque es intermedio.

Peter Pál Pelbart (2009) concibe el estado de crisis no como un resultado de algo, sino como una condición para que algo suceda; no ruptura, sí unión (ibid.). Se convierte en un espacio de encuentro. La catástrofe no es el fruto de la degeneración, sino la

A partir de la situación que estamos viviendo quisiera poder repensar las prácticas del cuerpo individual. Paul B. Preciado (2020) comenta que el cuerpo individual está siendo bombardeado por información que lo vuelve un espacio vivo, un entramado de poder, y lo convierte en centro de producción y consumo de energía; o sea, que la frontera ya no se encuentra alrededor del cuerpo sino que ahora el cuerpo se vuelve frontera. Pareciera entonces que el actual momento de crisis que compartimos apunta a pensar que tenemos que enfrentarnos a un problema, y ese problema no sólo es el Covid-19, sino el problema del otro: el otro como el virus que invade nuestras fronteras.

Por eso propongo la idea de crisis como puente, porque nos han hecho creer que esta crisis es el resultado de algo y, por lo tanto, eso cambiará las políticas que permean nuestra subjetividad. Pareciese ser que vemos esto como fin de algo: la gota que derramó el vaso. Creo que no es así, la crisis no es el resultado de algo. Más bien debe fabricar una serie de dispositivos que generen posibilidades, tal vez un ejemplo: de pensarnos desde otras posturas. Este momento es un espacio para abrazarlo y repensar nuestros cuerpos; no tenerle miedo al otro, sino cuidar de él. No estamos enfermos, no estamos mal; –Estamos bien–como dijo Bad Bunny, y estar enfermo tampoco es estar mal porque, entonces, ¿qué es estar bien? La condición actual permite pasadizos, conductos y conectores para la transformación. Si quieren que pensemos al cuerpo como frontera entonces rompamos con eso.

Johanna Hedva (2020) menciona, en uno de sus últimos textos: “si solamente algunas estamos bien entonces ninguna lo está” Es momento de cuidarnos, de abrazarnos, de extrañarnos. Como me dijo una vez mi profesor Luis Felipe Ortega: “el proceso de extrañamiento nos permite preguntar: ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué ocurre?”. Al (des) conocer nos permitimos habitar el puente juntos, para así crear en comunidad nuevas posibilidades. En el cuidado conocemos nuestros límites porque ellos son los lugares donde nos podemos encontrar mutuamente. La vulnerabilidad y la fragilidad es parte de la naturaleza: nos permite entender el lenguaje de nuestro tiempo.

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