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GAY-FRIENDLY EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS
Vivimos tiempos inusuales. Como lo dice Paul Preciado, nos ha tocado ser testigos del uso de distintas tecnologías biopolíticas para contener la propagación de la COVID-19. Aun así, el caso mexicano resalta por la heterogeneidad de su población, la cual dificulta el aislamiento a personas cuya supervivencia depende del trabajo diario y precarizado. Es en esa coyuntura que hoy nos toca quedarnos en casa, aunque no sin seguir produciendo y atendiendo los deberes fiscales que nuestro sistema exige. ¿Cómo lograrlo? “Problema de cada quien”, dijeron las élites.
En ese sentido, hemos visto nuestros planes inmediatos desvanecerse, planes que por cierto hacemos desde el privilegio. Personalmente añoraba la llegada del mes del orgullo LGBTTTIQ en junio para poder iniciar el trabajo de campo de mi tesina. No obstante, el pasado 1° de abril el Comité Orgullo y Dignidad de la Ciudad de México pospuso de manera indefinida la marcha de este año, y con ello, las actividades del mes. Este suceso no es aislado: otras ciudades y países han hecho lo mismo en atención a las medidas sanitarias que los gobiernos han implementado.
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Tras contemplar ese escenario, empecé a recordar lo acontecido en las marchas del año pasado: miles de personas se congregaron en varias partes del mundo para ondear banderas arcoíris de distintas formas y tamaños. Las ediciones más concurridas contaron con carros alegóricos donde grandes empresas hicieron acto de presencia recordándole a la diversidad sexual que son gay-friendly. Hago énfasis en decir gay en lugar de LGBTTTIQ porque justamente ocurre eso: las propagandas se dirigen en su mayoría al hombre homosexual blanco de clase alta. Se dirigen al que sí les puede consumir, al señor homosexual que de maricón no tiene nada.
Y es que el binomio capitalismo/ heteropatriarcado lo hizo de nuevo: logró desarticular un activismo LGBTTTIQ contrahegemónico con, curiosamente, otra pandemia que cobró la vida de millones de personas. Estoy hablando del VIH, cuya letalidad radicaba (y radica) no en el virus, sino en el estigma. Desde entonces, se construyó la imagen del homosexual correcto y de su contraparte: el joto rezagado. De esa dualidad emanó un imperio arcoíris gigante que, según LGBT Capital, tendría un PIB de 3.6 billones de dólares en 2018 . Indudablemente el poder adquisitivo de (parte de) la diversidad sexual es inmenso y eso es algo que pocas empresas dejarán pasar. Por tal motivo, la llegada de junio (y sólo durante junio) significa dos cosas: ver sus logos retocados con filtros de arcoíris y contemplar la llegada de ediciones exclusivas de productos que celebran la diversidad y mercantilizan el orgullo.
Sin embargo, 2020 es un año distinto. Este junio no podremos salir a marchar y difícilmente generaremos la misma derrama económica que otros años. La pregunta es si las empresas nos seguirán abrazando como antes. Estamos ante la oportunidad perfecta para que nos prueben que su alianza es genuina y excede lo comercial. Por ello, me atrevo a nombrar algunas de las formas en las que las grandes empresas podrían hacerse presentes y medianamente reivindicar el protagonismo que le han arrebatado a los contingentes que sí son disidentes de la heteronorma.
Pero antes, me gustaría aclarar que escribo estas líneas cuestionándome si estoy pecando de ingenuidad por pensar que de algo sirve mencionar lo que las empresas podrían hacer. También lo hago preguntándome si no valdría más la pena que teorizara sobre lo que nos toca a las poblaciones LGBTTTIQ. Tras pensarlo detenidamente, me queda claro algo: nos corresponde hacer ambas cosas.
Por un lado, es necesario nombrar sus potencialidades de acción porque necesitamos hacer evidente la indiferencia del poder económico. Uno que ha cooptado al poder político a través del neoliberalismo, que a su vez imposibilita la construcción de un poder social articulado como lo pensaría Víctor Toledo . Por otro lado, nos toca reflexionar y reorganizarnos: debemos reconocer el daño que nos ha hecho esta mercantilización y volver a los niveles de politización que alcanzaron los contingentes de los setenta y los ochenta.
Teniendo mayor claridad para emprender esta labor, comienzo mi listado de sugerencias. En primer lugar, urge que las empresas hagan lo que les corresponde como empleadores: respetar los derechos laborales de sus trabajadores. Lo ideal es que esto no sólo sea desde lo que dicta el marco legal, sino desde lo que la simple lógica humana les diga. Es momento de
Pensar En Quienes Probablemente No Figuran En Su Target Rosa
solidarizarse y hacer lo que Alsea no hizo. Recordemos que dejar a una persona sin ingresos en plena crisis sanitaria es condenarla al desamparo. Si a eso agregamos las interseccionalidades de clase, de raza, de género y de preferencia sexual, el daño se agudiza.
En segundo lugar, es momento de que las empresas utilicen su lugar de privilegio sobre el Estado para presionarle a garantizar el abastecimiento de antirretrovirales para personas con VIH y de hormonas para las personas transgénero. Los tratamientos no pueden interrumpirse por el aislamiento, por lo que urge suministrar, en la medida de lo posible, las dosis suficientes para evitar el abandono de los hogares.
En tercer lugar, es importante atender las necesidades específicas de los grupos más vulnerables según la región. Esto implica pensar en quienes probablemente no figuran en su target rosa. Las propuestas pueden ir desde organizar colectas y donaciones para apoyar a las trabajadoras sexuales, hasta ofrecer espacios seguros para aquellas personas LGBTTTIQ que no tienen un hogar o una familia con la cual refugiarse en estos momentos.
En cuarto y último lugar, en. La cantidad de acciones que las empresas podrían emprender según sus características y posibilidades. Me parece que en esta contingencia casi cualquier medida aporta. Sólo una cosa es clara: la inacción reafirmaría la hipocresía de su alianza. ¿Qué haremos entonces? ¿Las invitaremos a la próxima marcha? ¿Seguiremos consumiendo el estilo de vida que nos han impuesto? La cuarentena nos invita a ocupar nuestro privilegio para pensarlo, discutirlo y socializarlo.
Preciado, P. (2020). Aprendiendo del virus. En P. Amadeo (ed.), Sopa de Wuhan (pp. 163-185). Ciudad de México: ASPO. Blanco, U. (2019, junio 28). Si la comunidad LGBT+ fuera un país, su economía sería 3 veces más grande que la de México. El Financiero. Recuperado de https:// www.elfinanciero.com.mx/economia/si-la-comunidad-lgbt-fuera-un-pais-su-economia-seria-3-veces-mas-grande-que-la-de-mexico Toledo, V. y Ortiz-Espejel, B. (2014). México, regiones que caminan hacia la sustentabilidad: una geopolítica de las resistencias bioculturales. Puebla: Universidad Iberoamericana Puebla.
El Financiero. (2020, marzo 20). Licencia voluntaria es una medida para evitar que se pierdan empleos: Alsea. El Financiero. Recuperado de https://www.elfinanciero.com.mx/empresas/licencia-voluntaria-es-una-medida-para-evitar-que-se-pierdan-empleos-alsea
©Angie Amdrey Espejel