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MUNDO OBRERO ENERO 2012

Elecciones 20-N Q 13

Especial Libros Mundo Obrero

Leer a destiempo Constantino Bértolo Entre aquellos famosos medios de producción que en algún momento habría que arrebatar (¿recuerdan?) a la propiedad privada, pocas veces se toma en consideración el tiempo como uno de esos bienes cuya expropiación resulta especialmente necesaria y urgente porque sin otra gestión del tiempo, de su jerarquía, de su reparto y duración, todo tiempo seguirá siendo -para la clase oprimida- tiempo alienado, impropio, esclavizado, tiempo que se le hurta con premeditación y plusvalía. Para el homo faber que en definitiva somos poseer el valor de uso del tiempo sería poseer las condiciones del hacer, es decir, del trabajo como actividad ontológica y constituyente (léase La mano invisible de Isaac Rosa). Solo desde un tiempo propio es posible construir una identidad que vaya más lejos de ser mera fuerza de trabajo (léase Lo real de Belén Gopegui) y solo desde la organización colectiva de su distribución y sentido el tiempo podrá cuajar en biografía humana y no en simple desempeño laboral (léase Mi gran novela sobre La Vaguada de Fernando San Basilio). Hacerse con un tiempo propio puede parecer labor casi imposible en estos tiempos en los que el Capital ha logrado introducir su timing en lo más profundo de nuestras conciencias. El tiempo del capitalismo es el tiempo de la rentabilidad y en función de ella se distribuye y vertebra la producción y el consumo. Y el tiempo que da significado histórico a aquellos que venden su fuerza de trabajo viene dado por la organización de esa lucha de clases (¿recuerdan?) en función

de la cual deben elaborar su propio reloj y su propio calendario (léase ¿Qué hacer? de Lenín). Que el sistema económico determina históricamente el calendario como código, como vivencia y como imposición se comprueba con sólo advertir como el tiempo de las cosechas rige todavía el calendario escolar o como en estas sociedades de consumo de masas el capital comercial impone los tiempos y el clima del hacer o el deshacer: "Ya es primavera en El Corte Inglés", "Tenemos todo el tiempo para ti", "Esta Navidad este libro te está esperando".

El Día del Libro en Barcelona, la Feria del Libro en Madrid y las regalonas Navidades en toda nuestra geografía (es decir, en todo nuestro mercado) son momentos decisivos para la salud económica de una industria editorial que como la nuestra soporta un índice de lectura que roza el raquitismo cultural. No es extraño por tanto que en fechas de aguinaldo como estas y aprovechando el pretexto del balance o recuento anual, los departamentos de marketing de la editoriales insistan en recordarnos, de manera directa o a través de sus correveidiles orgánicos, cuando y qué libros son los

que debemos leer, es decir, comprar (léase Grub Street de George Gissing). El marketing, como estrategia para la creación de los deseos es el aceite que engrasa en un mismo gesto la subjetividad individual y la economía global pues no sin motivo el capitalismo realmente existente encamina gran parte de sus energías (léase O Cesar o Nada de Pío Baroja) hacia la producción de necesidades ya que quien hegemonice la demanda podrá controlar la oferta y quien gestiona el tiempo domina nuestro imaginario, es decir, nuestra mirada. Frente a su tiempo por tanto el destiempo, la desobediencia, la impuntualidad, la malaeducación, lo inesperado (léase El Derecho a la pereza de Paul Lafargue). No dejarse llevar ni envenenar por esa forma de servidumbre y opresión que el marketing llama actualidad. Leer Mímesis de Erich Auerbach para comprender que la materia no determina pero retoca las palabras, leer Nuevas amistades de Juan Garcia Hortelano para reconocer el miedo que arraiga en el bienestar del desclasado, leer La de Bringas de Pérez Galdos para entender que la famosa transición española no pasó de ser una mediocre historia de adulterio. Leer a destiempo para descubrir que nuestro tiempo se forja como resistencia o combate (léase Un tiempo tuyo de Carlos Blanco Aguinaga). Desplazar tareas, desplazar el tiempo que nos es ajeno, desplazarse, ocupar, como el 15-M, las plazas, los plazos y las lecturas que los halagos y urgencias del Capital tratan de arrebatarnos. No perdamos el tiempo.


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