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Piezas hermanas
aceptada por la Iglesia de Roma. En 1706 se establecieron rúbricas para las celebraciones litúrgicas de la fiesta de La Candelaria, el Miércoles de Ceniza y la Semana Santa, en las que se estableció el atril de altar como único instrumento para portar el misal. Estas rúbricas contaban incluso con especificaciones respecto al material en que debían hacerse los atriles: la plata. Luego, en 1727, Benedicto XIII reeditó el texto, agregando que el cojín de altar sería sustituido por el de plata o por el de madera que estuviese artísticamente labrado, señalamiento que desplazó por completo el uso del cojín (figura 11).
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Vemos, pues, que la trama ornamental de los atriles asume destacada relevancia: la elección de piedras preciosas y materiales ostentosos para este tipo de pieza no era simplemente motivada por propósitos de adorno, sino que le daban sentido al objeto, que en sí mismo lograba integrar diferentes elementos semióticos que se adaptaban a él y a su contexto de uso. La plata, por su parte, fue uno de los materiales que, al parecer, más gustaba visualmente en la época, su significado estaba directamente ligado con la pureza femenina, refiriéndose especialmente a la Virgen María y a su madre, santa Ana.
Las piezas no solo eran depositarias de un alto nivel simbólico, sino también de un muy marcado marcado nivel de detalle y un destacado grado de ejecución técnica, características que, conjugadas, daban como resultado objetos capaces de despertar emoción en las personas, aumentando su atención y participación en las ceremonias. Hacia finales del siglo XVIII, la orfebrería religiosa asumió un carácter más naturalista
FIGURA 11. Misa de san Gregorio. Diego de Alvarado Huanitzin (sobrino y yerno de Moctezuma II), pintura azteca con plumas, 1539.
naturalista, lo que se ve reflejado en muchas de las piezas de platería datadas en esos años. Las piezas labradas dentro de este estilo buscaban expresar a través de él su acercamiento a Dios y la alegría por la vida. 31 Las Mariolas que alberga la colección del Museo Colonial podrían considerarse como un ejemplo de este cambio.
Hasta el momento, nos hemos referido al uso de un atril, pero entonces ¿Qué papel cumple la articulación de dos atriles en estas celebraciones? Ya mencionamos más arriba que dos atriles dispuestos en partes diferentes eliminaban la necesidad de mover los misales a diferentes lugares de lectura durante la liturgia; en algún inventario se evidencia la presencia de un solo misal, pero quizá por esta costumbre heredada de España, siempre están presentes al menos dos atriles.
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Un rastreo en los documentos del AGN, permitió encontrar varios inventarios de ornamentos y alhajas eclesiásticas que ratifican el uso de los atriles en pareja; así, el muy detallado inventario de alhajas de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Santafe, con fecha de 1783, ofrece información sobre la forma y contenido de cada nicho. En él se relaciona la existencia de tres parejas de atriles: la primera, de madera “forrada en plata”; la segunda, de madera madera “dorada con sus espejos” y la última de madera policromada. 33 Igualmente, en el inventario de la iglesia de Siachoque (Boyacá), fechado en 1755, se enumeran cuatro misales y dos atriles. 34 Por su parte, el inventario de la iglesia de San Agustín de Guanapalo (hoy Surimena, departamento del Meta), relaciona dos misales “un ritual romano y otro agustiniano” y dos atriles de madera. 35 De los documentos de archivo estudiados, tan solo el inventario de bienes de la iglesia de Nátaga de 1805, da cuenta de la existencia de un atril, pero menciona la posesión de dos misales.
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[Atriles de plata, siglo XVIII Museo Amparo, Puebla, México]
Pareja de atriles labrados, a diferencia de otros ejemplares, en una gruesa plancha de plata repujada, no adosados a una estructura o armazón interior de madera, por lo que la cara interna o posterior queda visible.
Cruz Valdovinos ha señalado cómo la peculiar iconografía, aquilina y bicéfala, de esta pareja de atriles generalmente de doble función (atril y sacra), resulta característica de la platería novohispana. Para la doctora en historia Cristina