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Iconografía

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Piezas hermanas

Piezas hermanas

[Acabados]

Una vez terminada la pieza, se pule con una lija para darle los acabados finales. Posteriormente se aplicaba la técnica de remaches, propia del siglo XVII, utilizada en el caso de los atriles para unir las piezas de plata al soporte de madera.

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De destacada importancia es la elaboración de la estructura de madera, que hace parte fundamental de la pieza. A partir del análisis y observación de los dos atriles, se identificó que su alma fue elaborada en una madera dura, de aproximadamente dos centímetros de grueso, que permite el anclaje de los remaches. El proceso constructivo habría iniciado con una caladora manual o marco de segueta, que permite cortar cada tabla siguiendo un diseño que da la forma a cada una de las piezas del soporte. Posteriormente se ensambló cada pieza usando el ensamble macho y hembra para obtener un objeto tridimensional. Es muy probable que la estructura actual de estos dos atriles no sea la original: la madera está en perfecto estado para ser del siglo XVII, se estima que hubo un reemplazo de este material durante el siglo XX, muy probablemente por motivos de deterioro (figura 7).

repujado Como se puede evidenciar, en estas dos piezas de platería las técnicas más importantes son el repujado y el cincelado. Aunque en los primeros dos siglos de la Colonia la técnica del cincelado no daba resultados lo suficientemente pulidos debido a que las herramientas que se empleaban para su ejecución eran aún rudimentarias, su aplicación permitía plasmar correctamente lo que se quería transmitir a nivel simbólico. Las técnicas se fueron perfeccionando con el paso del tiempo, también se desarrollaron los procesos y materiales para la elaboración de herramientas, hecho que puede evidenciarse en el legado de los talleres tradicionales de platería en la actualidad.

FIGURA 7. Detalle de la estructura en madera.

[El águila bicéfala]

En la parte superior de ambos atriles se observa el águila bicéfala o águila de dos cabezas; este símbolo fue uno de los más poderosos en el siglo XVI, reconocido para los regentes de la Casa de los Habsburgo, quienes eran considerados los sucesores del Sacro Imperio Romano no solo en el poder sino en el ámbito espiritual, con el compromiso de defender y difundir la Fe Católica: sus dos cabezas simbolizan la fusión del Imperio de Oriente con el de Occidente.

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Las águilas son un símbolo del poder en el cielo. Su figura, en la representación con dos cabezas, fue adoptada como emblema por familias nobiliarias como los Paleólogo o los Habsburgo e incluso por los zares rusos, acompañada de los elementos heráldicos e insignias de armas característicos, el globo y la espada. Las dos cabezas podrían hacer referencia a la visión tanto hacia el pasado como hacia el futuro, o el imperio bizantino que mira a oriente y occidente. Es recurrente en su representación el par de alas desplegadas que connotan el impulso a remontarse al cielo, es decir, hacia una elevación espiritual. También es símbolo de contemplación que se enlaza con la atribución de de águila que se le da a san Juan Evangelista. En ciertas obras de arte del medioevo, la relacionan con Cristo y su ascensión.

El significado del águila bicéfala es muy antiguo, está relacionado con la realeza, pero también con la resurrección, aludiendo a la fuerza y el valor. Sus alas y cola extendidas representan valentía y presteza. Citando a Heredia, Marta Fajardo destaca que quizá la mayor difusión de este símbolo con carácter religioso se origina en un grabado de María Eugenia de Beer, que sirvió como portada para el libro del padre Francisco Aguado, de la Compañía de Jesús, Sumo sacramento de la fe, dedicado al “Rey N. S. D. Felipe III el Grande”, editado en Madrid, en 1640.

23 El investigador Jaelson Bitran Trindade propone que durante el siglo XVII, se hizo una resignificación del símbolo del águila bicéfala, según la cual se habrían desplazado los atributos políticos y de Estado que este conllevaba, para trasladar el emblema al mundo de la liturgia religiosa y de culto, que se vincula al momento en que los imperios Español y Portugués expandían el catolicismo por todo el mundo.

24 El autor intenta distanciar la relación que tiene el símbolo del águila bicéfala con la Casa de Habsurgo. Para los propósitos argumentativos del escrito, el águila bicéfala tiene más relación con ese significado imperial que nació en Bizancio. La Iglesia usaría este simbolismo para portarlo

FIGURA 8. Atril.

portarlo como estandarte de la expansión imperial de la palabra de Cristo.

De acuerdo con la historiadora del arte María del Carmen Heredia, el punto de partida de la iconografía del águila bicéfala en España se remonta al año 1508 y a la ciudad de Trento, a raíz de la adopción del título del Imperio romano por parte de Maximiliano I y la incorporación de este símbolo a su propio escudo. En 1519, el tema se introdujo en la península Ibérica en un grabado de Carlos V como rey de España aspirante al imperio.

25 Siguiendo el estudio propuesto por esta investigadora, es importante anotar que esta iconografía imperial se articuló en la platería hasta la segunda mitad del siglo XVII y los primeros años del XVIII: las piezas objeto de este estudio coinciden con los últimos años del reinado de Felipe IV y, sobre todo, con el de Carlos II (16651700), y con el comienzo del reinado de Felipe V hasta el Tratado de Utrech (1713). Estos datos nos arrojan también posibles pistas de datación de la pareja de atriles neogranadinos.

[Atri I]

Escudo franciscano: Según se observó en los párrafos iniciales de este cuaderno, aunque los dos atriles del Museo Colonial comparten el simbolismo del águila bicéfala, cada uno de ellos se

FIGURA 9. Esquema formal del escudo franciscano. Ilustración digital a partir de los Atriles del Museo Colonial.

se distingue por las diversas iconografías cinceladas en sus segmentos inferiores. Así, en uno de los atriles vemos el escudo de la orden franciscana en el que dos brazos, uno desnudo y otro cubierto con lo que parece la manga de un hábito, se entrecruzan sobre la imagen de una cruz en forma de ‘T’ o tau. Decía el Papa Inocencio III: “La tau es la última letra del alfabeto griego, símbolo de la humildad en que se fundó el Evangelio y señal propia de los hijos de la Pobreza. La tau tiene exactamente la misma forma de la cruz en que fue clavado Cristo”. Estas palabras eran claro indicio del deseo de la Iglesia de regenerarse a sí misma y de absorber los movimientos reformistas de la época. San Francisco se sintió aludido y desde entonces hizo su propio blasón de la tau, proclamada por el Papa como emblema de la Reforma. deseo

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