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Marije Hristova

Escenas de memoria: recordar la Guerra Civil española a través de las guerras de la antigua Yugoslavia

Marije Hristova Instituto de Lengua, Literatura y Antropología, CSIC marije.hristova@gmail.com

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Aunque la Guerra Civil española y las recientes guerras en la antigua Yugoslavia están separadas por un lapso de tiempo de poco más de medio siglo, las conmemoraciones de ambos conflictos, sin embargo, coinciden a fines del siglo XX y comienzos del XXI. En este artículo examinaré las comparaciones y analogías entre las guerras en la antigua Yugoslavia y la memoria colectiva española en la prensa española. Propongo entender las correlaciones entre las escenas de guerra contemporáneas y la memoria del pasado traumático como un efecto “boomerang”, parte de la construcción de la memoria transnacional.

Palabras clave: Guerra Civil, España, antigua Yugoslavia, memoria, transnacional

En 1992, cuando las guerras en la ex Yugoslavia se convirtieron en un tema recurrente en las noticias televisadas e impresas en España, España se celebró como una democracia en toda regla diecisiete años después de la muerte del dictador y seis años después de unirse a la Comunidad Europea. En el “annus mirabilis” de 1992, con los Juegos Olímpicos en Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, ‘España se presentó al mundo como un país que finalmente había llegado al presente’. 1 Aún más, los Juegos Olímpicos también simbolizaron una nueva Europa, ya que fueron los primeros en presentar un equipo alemán unificado después de 1990, mientras que las naciones bálticas independientes y las antiguas naciones yugoslavas Croacia, Eslovenia y Bosnia-Herzegovina también enviaron sus propios equipos nacionales. En 1992, España no solo llegó finalmente al presente, sino que también Europa entró en un nuevo período en el que pudo sacudirse algunos viejos fantasmas del pasado. Irónicamente, en España, los fantasmas del pasado se celebraron abiertamente con la Expo ‘92, organizada para conmemorar el 500 aniversario del “descubrimiento” de las Américas en 1492. Esta celebración fue acompañada por una crítica poscolonial severa, señalando la incapacidad de España para construir un discurso más autocrítico sobre su pasado colonial y las atrocidades cometidas en las Américas españolas. 2

Siguiendo un verano lleno de celebraciones, en el otoño de 1992, las Fuerzas Armadas españolas se unieron a las fuerzas de mantenimiento de la paz de la UNPROFOR en el antiguo territorio yugoslavo. Este evento fue visto como otra “prueba” de la llegada final española al presente de una Europa unificada y democrática. La participación del ejército español en acciones humanitarias les permitió cambiar su antigua imagen de fuerza represiva durante la dictadura en una imagen de paz y estabilidad. 3 Entre las diferentes misiones, la de la ex Yugoslavia y particularmente en Bosnia requirió un mayor grado de implicación y dedicación que otras misiones y, como resultado, estas operaciones influyeron particularmente en el cambio de imagen del ejército español. 4 Además, no solo enviaron soldados a la ex Yugoslavia. Durante el mismo período, la Asociación de Objetores de Conciencia organizó la posibilidad para los objetores de conciencia de ayudar en los campos de refugiados en Croacia y en Eslovenia a fin de cumplir con su servicio comunitario sustitutivo. Como resultado de esta iniciativa, igualmente se fundaron muchas asociaciones que centraron su servicio comunitario en ayudar a la comunidad de refugiados bosnios en España. España y la sociedad española se presentaron efectivamente como una democracia moderna inclinada a ayudar a otros países necesitados.

Como en el caso de otros países europeos, la proximidad geográfica de la guerra en los Balcanes permitió viajar frecuentemente para “aventureros” individuales y facilitó la participación de muchos periodistas, fotógrafos, investigadores, escritores y voluntarios, quienes informaron sobre sus experiencias de guerra a sus países de origen. El libro editado Bosnia by Television muestra cómo la

interpretación de la guerra en Bosnia se vio afectada por la incrustación de los informes en diferentes contextos políticos nacionales y memorias históricas dominantes. 5 A pesar de la atmósfera festiva en España a principios de la década de 1990, las imágenes y las historias de guerra que llegaron al público español provocaron una comparación entre las atrocidades en la ex Yugoslavia y los recuerdos de la Guerra Civil española. Paradójicamente, con la llegada de España “en el presente”, su larga historia reprimida y silenciada comenzó a resurgir en ese mismo presente.

En este artículo exploraré cómo las memorias nacionales y transnacionales juegan un papel en las analogías entre las memorias españolas y las guerras de disolución yugoslavas que surgen en los textos españoles. ¿Qué se compara y con qué propósito? Como veremos, muchas de estas comparaciones perpetúan y defienden abiertamente la narrativa de la Guerra Civil española como una guerra fratricida y remiten la transición española como el mito fundacional de la democracia española. No obstante, las analogías también son el inicio de un retorno de los fantasmas del pasado, olvidados en aquel 1992.

En el caso de España y la ex Yugoslavia, el pasado y el presente, así como las diferentes geografías, están enredados de maneras particulares. Por un lado, durante la Segunda Guerra Mundial los veteranos de las Brigadas Internacionales desempeñaron un papel crucial en la organización y el éxito de la lucha partidista yugoslava. A través de ellos, la Guerra Civil española se convirtió en un evento icónico en la memoria yugoslava de la lucha antifascista. Como tal, la Guerra Civil española fue un ingrediente importante del discurso antifascista yugoslavo, así como un recuerdo directamente relacionado con los partisanos. Por el contrario, en España las guerras de disolución yugoslavas evocaron comparaciones con las crueldades de la Guerra Civil española, así como las discusiones sobre la unidad del Estado-nación español. En ese sentido, ambas guerras sirven de marco en las construcciones de memoria del otro. Es decir, en el primer caso, el pasado inspira el momento político presente, mientras que en el segundo caso la situación política actual despierta viejos recuerdos. Aquí, la “dirección” de la memoria parece efectivamente multidireccional, ya que involucra tanto un movimiento entre el pasado y el presente como entre dos lugares diferentes. 6

En la prensa española, las diferentes referencias históricas y analogías estaban claramente destinadas a provocar una actitud compasiva en los lectores hacia las guerras actuales en los lejanos Balcanes. Sin embargo, se puede decir que las comparaciones que se basaron en aquellas memorias españolas que aún formaban parte de un tabú político y cultural 7 provocaron un “efecto boomerang”. Como efecto secundario, estas comparaciones provocaron el inquietante retorno de aquellos recuerdos que estaban limitados por la esfera tabú establecida durante la transición española. Michael Rothberg entiende el efecto boomerang como un “tropo espacio-temporal duplicado que es capaz de captar

los enredos entre diferentes eventos históricos y con eso el retorno de la memoria (reprimida)”. 8 Como resultado, un mundo de fantasmas y sombras se muestra como un mundo multidimensional de semejanzas. 9 Como tal, las guerras en la ex Yugoslavia evocan una escena en la que, tácitamente, se abordan tabúes culturales.

La prensa española en general se preocupó principalmente por cuestiones humanitarias y por la iniciativa diplomática, especialmente con las fuerzas de paz españolas. Estas preocupaciones parecen haber tenido un efecto directo sobre la opinión pública española, que desde el principio demostró estar muy a favor de la ayuda humanitaria de los militares españoles como fuerzas de mantenimiento de la paz, mientras rechazaba deliberadamente las tareas militares. Además, estas posturas se hacen eco de la postura pacifista generalizada en España, 10 que cobró impulso durante la manifestación “No a la guerra” del 15 de febrero de 2003, contra la intervención militar en Irak. Al mismo tiempo, prueban el resultado positivo de la campaña de lavado de cara del ejército español, y especialmente la de la Legión Española, una unidad con una mala imagen particular, mientras que institucionaliza la nueva figura del soldado profesional.

A la vez, el enfoque humanitario evocó en detalle los horrores de una guerra civil que se libró entre antiguos vecinos y amigos. Estos artículos están obsesionados por los recuerdos “fantasmales” de la Guerra Civil española. Para el lector español, el tan citado referente del “fantasma de la guerra civil”, en lugar de basarse en una perspectiva determinista balcanista, fue en primer lugar la Guerra Civil española. 11

Dentro de esta línea, había diferencias entre los diferentes periódicos y canales de televisión españoles a lo largo de su línea editorial. Como tal, en el conservador ABC, a los serbios se los llamaba “comunistas serbios”, ya que para ellos el comunismo era básicamente culpable del mal hecho en los Balcanes durante la década de los 90. Además, como periódico católico, los artículos eran identificados principalmente con los croatas. El Mundo, más sensacionalista, dirigió su cobertura más hacia lo personal, siguiendo su línea editorial general. El diario de centro izquierda El País, por otro lado, se serviría a sí mismo con una terminología más estéril. 12

Desde el comienzo de las guerras, en El País, las reflexiones sobre lo que estaba sucediendo a dos mil kilómetros hacia el este se enmarcaban en vínculos indirectos con el contexto histórico de España. ¿Qué efecto tendrían los reclamos de independencia en los Balcanes para otros países europeos donde existían ‘reclamaciones nacionalistas exacerbadas’? 13 Del mismo modo, Manuel Azcárate recordó en su artículo de opinión los posibles resultados devastadores en España, si no hubiera sido por la flexibilidad de Madrid durante la transición española. 14 En muchas de estas contribuciones, la

clara defensa de la transición española a la democracia estuvo acompañada por la descripción de una guerra civil como una guerra basada en resentimientos personales que hacen eco de la narrativa de la guerra fratricida. Tal interpretación la leemos, por ejemplo, en la cobertura bélica del corresponsal especial de El País, Hermann Tertsch: ‘Como en toda guerra civil, los rencores y las animadversiones personales desempeñan a veces en este conflicto un papel mayor que consideraciones estratégicas y objetivos militares’. 15

El País también recurre frecuentemente a las historias cruzadas entre la ex Yugoslavia y España, como por ejemplo la historia muy especial del “niño de la guerra” Fernando Gómez, que había sido un refugiado en Yugoslavia justo después de la Guerra Civil española, y ahora regresó a Sarajevo para ofrecer su ayuda como médico. 16 Otra historia particular: la del sefardí David Kamhi “recordando” el 500 aniversario desde la pérdida de su “Paraíso”, mientras España celebraba el 500 aniversario del “descubrimiento” de América por parte de Colón. En esta historia, Sarajevo en Yugoslavia se compara con Toledo en el 1400. 17 David Kamhi se convierte de algún modo en la figura opuesta a Fernando Gómez, quien, después de 500 años de “exilio”, regresó a España como refugiado bosnio. 18 David Kamhi también ocupará un papel importante en el trabajo periodístico y de ficción de Juan Goytisolo sobre las guerras en Bosnia, en el que representa una conexión transnacional entre los dos lugares a través de su genealogía familiar. Estas vidas transnacionales resultantes de los múltiples exilios que fueron producto de la historia de intolerancia de España producen una imagen más compleja del pasado. 19 No obstante, aquí, el “regreso” de Kamhi a España y la ayuda humanitaria de Gómez, subrayan nuevamente a España como una democracia moderna y humanitaria.

El derechista y sensacionalista El Mundo inserta las referencias a la Guerra Civil española en su manera bastante fílmica de narrar los horrores en la ex Yugoslavia. Como tal, el corresponsal Alfonso Rojo, comenzó uno de sus artículos anteriores con las palabras: ‘Tienen ese aire torvo y montaraz con que aparecen milicianos en las fotos de la Guerra Civil española. Van armados con viejos fusiles Mauser, con modernos Kalashnikov y se suelen colgar granadas de mano en el cinturón. Les llaman “Chetniks”’. 20 En su libro Yugoslavia, Holocausto en los Balcanes, este modo emotivo y fílmico aparece aún más en primer plano. 21 Es importante destacar que, en estos artículos, Rojo compara a los agresores, los chetniks serbios, con la milicia republicana española. Esta comparación altamente emotiva y política se repite por ejemplo en un viaje irónico especial para “vacaciones emocionantes”, en la que Rojo narra cómo el “control Chetnik” fue custodiado por ‘unos energúmenos vestidos como los milicianos de la Guerra Civil española (que) te clavan de forma inmisericorde el cañón del fusil kalashnikov en la barriga’. 22

En general, El Mundo usó los marcos explícitos de la proximidad y el sufrimiento y a lo largo de la lectura de la guerra “fratricida”, mientras que el periódico no tomó una postura clara en el conflicto de

Bosnia. En consecuencia, Javier Ruperez pidió explícitamente la neutralidad en su artículo de opinión “Yugoslavia y la estabilidad europea”: ‘Una primera recomendación: evitar tomar partido’. Al igual que en la Guerra Civil española, Ruperez argumenta que aquellos que toman una postura también están librando su propia batalla. Como tales, tienden a imponer marcos simplificados sobre el conflicto, como el de demócratas y fascistas durante la guerra civil de 1936-1939. La pregunta que planteó Ruperez en el artículo es la de si, en aquel entonces, había sido imposible prevenir la guerra, ¿era eso también ahora el caso? 23 Su pregunta evoca la lectura de la inevitabilidad de la Guerra Civil española. Siguiendo esta pregunta casi retórica, propone una paz civil y negociada, recurriendo ahora a la narración “Nunca más” de la transición española.

A pesar de la aparente neutralidad, los reporteros de El Mundo establecieron paralelos entre los agresores chetnik serbios y la milicia republicana española, como hemos visto antes, así como entre víctimas croatas, católicas, inocentes y víctimas españolas inocentes. La última ecuación es evidente en el artículo “Vida cotidiana en el infierno”, en el que los entrevistados fueron representados como compatriotas del periodista: ‘Creía estar viendo una estampa rural española; el mismo luto riguroso, las mismas pañoletas, la misma fe de los cristianos viejos, el mismo rosario desgranado entre las manos callosas, la misma resignación’. 24 Más adelante en el texto, Fuentes escribió que es imposible no comparar: ‘Bueno, piensas que esos niños rubios que tiritan en los refugios, vestidos como los chavales españoles, escuchando las mismas canciones o admirando las mismas películas, podrían ser los hijos de tus amigos en España. Los campesinos degollados por los “chetniks” son demasiado parecidos a los habitantes de cualquier pueblo del norte español, quizá cántabros o gallegos’.

Los periódicos nacionales El País y El Mundo tendieron a recurrir a la imagen del “caos” y la “guerra fratricida” en sus comparaciones con el pasado español. Además, se puede argumentar que la narrativa de la “guerra fratricida” incorpora a la vez la perspectiva determinista “balcanista”, ya que estos artículos tienden a remitir la transición española como un ejemplo de cómo esta tendencia muy similar se había superado en el caso español. Durante la década de 1990, la “balcanización” se convirtió en un reproche político hacia el desmembramiento de la unidad nacional. El término incorpora la perspectiva determinista “balcanista” con una reacción violenta a la inclinación determinista española del conflicto fratricida. Es decir, aquellos a quienes se les reprocha “balcanizar” no han superado la inclinación a la confrontación sangrienta. El término (peyorativo) fue aceptado en 1993 como neologismo en el Diccionario de la Real Academia Española como ‘la desmembración de un país en comunidades o territorios enfrentados’, y se aplica principalmente en un ataque de reclamos independentistas vascos y catalanes de un centralista posición. Con eso, el término hace referencia al discurso de paz y reconciliación que se concibió a través de la transición española. Un ejemplo elocuente es cuando el ex presidente socialista Felipe González expresó su temor de que

“España balcanizaría”, después de la tregua con ETA en 1998. En sus palabras, ‘esto de las segundas transiciones a veces no va camino de Bruselas, sino de Tirana o Sarajevo’. 25 Con las palabras “segunda transición”, González señala claramente la relación entre “balcanización” y una revisión de la “primera” transición a la democracia, que representa, por el contrario, la detención de una posible guerra civil.

Después del 2000, cuando el recuerdo de la Guerra Civil española resurgió en la agenda política española, las comparaciones inquietantes con la propia historia de España y particulares a la historia y la memoria de la Guerra Civil española se hicieron más articuladas. Como tal, el término “balcanización” ahora también se usaba en relación con los reclamos de la memoria histórica, sobre todo del historiador derechista y revisionista Pío Moa. 26 La referencia indirecta del filósofo Fernando Savater a la “balcanización” en relación con los procesos de la memoria en su evaluación del libro Against Remembrance de David Rieff sirve también como un buen ejemplo. En el artículo, subraya el peligro potencial de la “memoria” en la creación de nuevos perpetradores y finaliza con una referencia a Garzón y la causa judicial contra los crímenes del franquismo. 27 También es posterior al 2000 que, desde la perspectiva de las exhumaciones de fosas comunes en España, los casos del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y para Ruanda se han convertido con frecuencia en ejemplos citados en los reclamos de justicia en España. Sirven como ilustraciones de las prácticas contemporáneas de derecho universal después de Núremberg. 28 Y, lo que es más importante, las exhumaciones de fosas comunes en Bosnia se han convertido en una referencia crucial en el estudio técnico y cultural de las exhumaciones en todo el mundo. 29

En general, las guerras en la ex Yugoslavia han provocado una amplia gama de articulaciones culturales. Muchos periodistas y fotógrafos que habían presenciado directamente las guerras en Bosnia han publicado sus experiencias en forma de libro. 30 El trabajo del fotógrafo Gervasio Sánchez reapareció en muchos contextos. Algunas de sus fotos fueron incluidas en Cuaderno de Sarajevo de Goytisolo y después se insertaron en el libro y la exposición Desaparecidos. Es importante destacar que muchos periodistas de guerra reelaboraron sus experiencias en forma de ficción literaria. El novelista y periodista Francesc Bayarri, que trabajó para El País durante el período comprendido entre 1990 y 1996, publicó en 2006 la galardonada novela Cita en Sarajevo. 31 Pero también Juan Goytisolo (1995), Javier Martínez Reverte (2002) y Arturo Pérez-Reverte (2006) reescribieron sus experiencias en forma de ficción narrativa. 32 También es de interés la obra teatral La ciudad sitiada (2003) escrita por Laila Ripoll, presentada por primera vez en 1999. 33 La cineasta española Isabel Coixet retomó el tema del recuerdo de las guerras en la ex Yugoslavia en La vida secreta de las palabras (2005), recibiendo cuatro premios Goya. 34 Y finalmente, proyectos académicos, como el proyecto financiado por ERC Bosnian Bones, Spanish Ghosts: Transitional Justice and the Legal Shaping of Memory after Two Modern Conflicts (2009-2013, dirigido por Sari Wastell) han adoptado las analogías evocadoras y

transnacionales encuentros entre ambos conflictos. Podría decirse que todas estas obras incorporan un marco español que se basa en tropos e imágenes basadas en un repertorio específico de memoria en español.

Que el interés de los españoles en las guerras en los Balcanes proviene de una curiosidad más profunda sobre las realidades silenciadas de la propia guerra civil en España, está directamente presente en la obra etnográfica de Isabel Núñez. En su trabajo toma conscientemente el marco de la Guerra Civil española y confronta directamente a sus entrevistados con esa comparación. En su introducción, ella reconoce que su interés en el tema proviene de su preocupación por:

‘reflexionar sobre la negación, el silencio, la mirada hacia otra parte, el entierro de la historia y el estupor que caracterizan mi país. (…) El conflicto de los distintos nacionalismos – no sólo catalán o vasco, sino también español – y sus distintas tendencias. Tal vez yo buscaba también allí un espejo para comprender lo de aquí’. 35

Las palabras autorreflexivas de Núñez reconocen que las analogías entre las guerras en la ex Yugoslavia no son solo el resultado del “periodismo del apego”.

A menudo, estas comparaciones nos dicen más sobre la memoria cultural española que sobre la guerra en curso en la ex Yugoslavia. Hasta cierto punto, en los artículos de los periódicos que he discutido anteriormente, pero también en obras posteriores, las guerras en la ex Yugoslavia funcionaron como una “pantalla” a través de la cual se puede aproximar (recientemente) el recuerdo de la Guerra Civil española. 36 Especialmente al inicio de las guerras en la ex Yugoslavia, la Guerra Civil española atormentó los informes sobre una sangrienta guerra fratricida en suelo europeo. Sin embargo, como hemos visto, muchas de estas comparaciones fueron efímeras y emplearon un marco aparentemente despolitizador de “sufrimiento” centrado en la víctima. Además, perpetuaron fuertemente la interpretación apologética de la Guerra Civil española como una guerra fratricida. Podría decirse que el efecto boomerang de estas comparaciones se hizo evidente después de 2000, cuando el interés mundial y la participación en el juicio de los perpetradores serbios, así como la identificación de sus víctimas marcaron un fuerte contraste con el modelo español de “subcontrata” en asuntos de exhumaciones de fosas comunes y justicia transicional. 37 Sin embargo, después del 2000, el efecto boomerang es encadenado más bien en el nivel del paradigma global de los Derechos Humanos. Durante los años 90, no obstante, las guerras en la ex Yugoslavia ponían de nuevo en el primer plano el sufrimiento de una guerra civil, un marco que tácitamente se había silenciado desde la Transición española.

1 Winter, U., “Images of Time: Paradigms of Memory and the Collapse of the Novel of Contemporary History in Spain (2000-2010)”, Hispanic Issues On Line 11, 2012, p. 31.

2 Bernecker, W. L., “El aniversario del “descubrimiento” de América en el conflicto de opiniones», en W. L. Bernecker, J. M. López de Abiada y G. Siebenmann eds., El peso del pasado: Percepciones de América y V Centenario, Verbum, Madrid, 1996, pp. 15-43.

3 González San Ruperto, M. T., Las guerras de la ex Yugoslavia: información y propaganda, Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid 2001, p. 398.

4 García García, A., Otra mirada sobre Yugoslavia: Memoria e historia de la participación de las fuerzas armadas españolas en Bosnia - Herzegovina, Tesis doctoral, Murcia, 2005, p. 191.

Gow, J., Paterson, R., y Preston, A., eds., Bosnia by television, British Film Institute, London, 1996.

Rothberg, M., Multidirectional Memory, Stanford University Press, Stanford, 2009.

7 Olick, J. K. y Levy, D., “Collective memory and cultural constraint: Holocaust myth and rationality in German politics”, American Sociological Review 62, n. o 6, 1997, pp. 921-36.we address the ways in which collective memory con- strains political claim-making. In contrast to the commonly held views that the past is either durable or malleable, we characterize collective memory in political culture as an ongoing process of negotiation through time. We distinguish between mythic and rational political cultural logics, and delin- eate mechanisms through which these logics operate as constraints: taboo and prohibition, duty and requirement. With these conceptual distinctions, we describe transformations in the memory of the Holocaust as a constraint in German political culture.”,”author”:[{“family”:”Olick”,”given”:”Jeffrey K.”},{“family”:”Levy”,”given”:”Daniel ”}],”issued”:{“date-parts”:[[“1997”]]}}}],”schema”:”https://github.com/citation-style-language/schema/raw/master/ csl-citation.json”}

Rothberg, Multidirectional Memory, pp. 66-87.

Rothberg, p. 84.

10 Prat, E., Moviéndose por la Paz. De Pax Christi a las movilizaciones contra la guerra, Hacer, Barcelona, 2006.

11 Letica, S., “Labeling Theory and the Wars in Croatia and Bosnia-Herzegovina”, en S. G. Meštrović, ed., The Conceit of Innocence: Losing the Conscience of the West in the War against Bosnia, Texas A&M University Press, College Station, Texas, 1997, pp. 142-57.

12 González San Ruperto, Las guerras de la ex Yugoslavia: información y propaganda.

13 “Secesiones peligrosas”, El País, 27 de junio de 1991

14 Azcárate, M., “La muerte de Yugoslavia”, El País, 6 de julio de 1991.

15 Tertsch, H., “Cadáveres feos”, El País, 4 de agosto de 1991.

16 Martínez, L., “Perseguido por las matanzas civiles”, El País, 18 de febrero de 1994.

17 Armada, A., “Las bombas no impiden que los sefardíes de Sarajevo celebren su “Sefarad 92””, El País, 15 de septiembre de 1992, sec. Cultura.

18 Sanchez, S., “Regreso a Sefarad desde Sarajevo”, El País, 31 de agosto de 1993.

19 Véase Hristova, M., “Framing the Transnational through Individual Memories: The Case of Spanish War Journalists in Bosnia”, en Ulf Engel, Matthias Middell and Stefan Troebst (eds.), Erinnerungskulturen in transnationaler Perspektive, Leipziger Universitätsverlag, Leipzig, 2012, pp. 235-50.

20 Rojo, A., “La Eslavonia perdida de Serbia”, El Mundo, 7 de julio de 1991.

21 Rojo, A., Yugoslavia: Holocausto en los Balcanes, Planeta, Barcelona, 1992.

22 Rojo, A., “Vacaciones en la guerra”, El Mundo, 12 de agosto de 1991, p. 2.

23 Ruperez, J. , “Yugoslavia y la estabilidad en Europa”, El Mundo, 27 de julio de 1991.

24 Fuentes, J., “Vida cotidiana en el infierno”, El Mundo, 28 de diciembre de 1991.

25 Cols, C., “Felipe teme que España se balcanice”, El Periódico de Catalunya, 27 de septiembre de 1998.

26 Moa, P., Contra la balcanización de España, La esfera de los libros, Madrid, 2006.

27 Savater, F., “Recuerdos envenenados”, El País, 22 de junio de 2010.

28 Ferández Sánchez, P., “La ONU y la Memoria Histórica”, Diario de Cádiz, 29 de noviembre de 2008; C. Castresana Fernández, “Transición, memoria y justicia”, en P. Andrés Ibáñez, ed., Derechos, justicia y estado constitucional: Un tributo a Miguel C. Miravet, Universidad de Valencia, Valencia, 2005, pp. 35-38.

29 Congram, D., y Wolfe Steadman, D., “Distinguished guests or agents of ingérence: foreign participation in Spanish Civil War grave excavations”, Complutum 19, 2, 2008, pp. 161-73.

30 Rojo, Yugoslavia: Holocausto en los Balcanes; Juan Goytisolo, Cuaderno de Sarajevo. Anotaciones de un viaje a la barbarie (El viaje interior), Aguilar, Madrid, 1993; J. Reverte, Bienvenidos al infierno. Días de Sarajevo, Megazul, Madrid, 1994; A. Pérez-Reverte, Territorio Comanche, Círculo de Lectores, Barcelona, 1994; G. Sánchez, El cerco de Sarajevo, Complutense, Madrid, 1994; G. Sánchez, Kosovo, crónica de la deportación, Blume, Barcelona, 1999; S.

Balsells, Balkan, in memoriam, Blume, Barcelona, 2002.

31 Bayarri, F., Cita en Sarajevo, L’Eixam edicions, Valencia, 2006.

32 Goytisolo, J., El sitio de los sitios, Alfaguara, Madrid, 1995; Reverte, Bienvenidos al infierno. Días de Sarajevo; A. Pérez-Reverte, El pintor de batallas, Santillana, Madrid, 2006.

33 Ripoll, L., La ciudad sitiada, La Avispa, Madrid, 2003.

34 Coixet, I., La vida secreta de las palabras, El Deseo, 2005.”plainCitation”:”Isabel Coixet, La vida secreta de las palabras (El Deseo, 2005

35 Núñez, I., Si un árbol cae: conversaciones en torno a la guerra de los Balcanes, Alba Editorial, Barcelona, 2009, p. 15.

36 Rothberg, Multidirectional Memory.

37 Ferrándiz, F., “Autopsia social de un subtierro”, Isegoría 45, 2011, pp. 525-44.

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