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Conchi San Martín
El relato de las violencias acontecidas en el seno familiar: reflexiones de terceras y cuartas generaciones sobre la represión franquista
Conchi San Martín Departamento de Psicología. Facultad de Educación, Traducción y Ciencias Humanas. Universidad de Vic. conchi.san@uvic.cat
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En el contexto de las violencias políticas, el relato de lo ocurrido familiarmente resulta una tarea compleja, por los conocimientos y elementos emocionales movilizados. Exponemos las reflexiones de 14 estudiantes de psicología -terceras y cuartas generaciones, respecto de quienes vivieron la Guerra Civil española. Metodológicamente se generó un espacio para facilitar y mediar dicha reflexión. Aparece una notable variedad en los modos y contenidos de las transmisiones, desde un conocimiento detallado, hasta uno difuso, fragmentado o abierto desconocimiento. A su vez, l@s descendientes adoptan un lugar activo, a través de un proceso de interrogación, e interpretación del relato familiar.
Palabras clave: intergeneracionalidad, violencia política, transmisión familiar, franquismo, experiencias de mediación
INTRODUCCIÓN
El estudio de las denominadas transmisiones intergeneracionales, muestra que en el seno de familias que han vivido en contextos de violencia política, es frecuente encontrar dificultades en cómo relatar y dar un sentido a estas experiencias (Faúndez y Goecke, 2015). Uno de los efectos más evidentes son las lagunas de conocimiento que pueden irse generando sobre lo acontecido familiarmente, de forma que las terceras y cuartas generaciones muestren un abierto desconocimiento de los hechos y también de los afectos.
Desde ámbitos diversos, entre ellos el de la psicología clínica, se interpreta que el propio acontecimiento traumático y su metabolización familiar, pueden fracturar la posterior transmisión de lo ocurrido (Felman y Laub, 1992). Estamos frente a una serie de cuestiones escurridizas y complejas. Por una parte, no siempre se da un reconocimiento social del daño recibido -e.g., en contextos denegatorios o ambivalentes, incluso en sociedades postconflicto. Por otra parte, las marcas del daño en las subjetividades pueden haber quedado ocultadas, en un intento de supervivencia en los planos individuales y/o familiares (Kordon, Edelman, Lagos, y Kersner, 2002). Sobre este tipo de procesos Danieli (1998), desde el ámbito de la psiquiatría y respecto a l@s supervivientes del Holocausto, elaboró la noción de la conspiración del silencio para describir cómo se puede llegar a inducir no sólo el (auto)silenciamiento de las víctimas, sino también una renegación de la violencia sufrida 1 .
En el contexto español, desde una perspectiva clínica y bajo la noción de trauma, encontramos trabajos que exploran los daños en la subjetividad por violencia política y en diferentes generaciones -ver por ejemplo, Miñarro y Morandi, 2012; Valverde, 2014. También desde otras perspectivas, más cercanas a los enfoques históricos, antropológicos y sociológicos, se ha abordado el interrogante sobre las transmisiones intergeneracionales (Cuesta, 2007; Domínguez, Somoza y Fernández, 2010; González, 2009), pudiéndose establecer ciertas intersecciones entre unas y otras perspectivas. Así, González (2009) indica que los que eran niñas y niños durante la Guerra Civil, suelen referir un recuerdo claro sobre la presencia de secretos familiares -e.g., cosas que se decían en voz más baja cuando estaban l@s niñ@s- pudiéndose releer estos silencios y secretos como estrategias de supervivencia y protección. Sin embargo, tampoco es improbable que l@s hij@s de est@s niñ@s de la guerra, o sus niet@s, puedan llegar a desconocer qué pasó, o a tener un conocimiento incierto (San Martín, 2015). A su vez Domínguez, Somoza y Fernández (2010), esbozan una tipología sobre las diversas formas de transmisión familiar: familias donde ha habido una transmisión traumática; familias con una transmisión abierta, y familias con una transmisión lógica pero al tiempo difusa. También son de interés los trabajos realizados sobre la transmisión intergeneracional en el exilio republicano en Francia (Angoustures, 1999), donde se muestra una variedad de trayectorias: en las
primeras generaciones, desde el silencio voluntario para ‘dejar libres’ a las siguientes, hasta el querer transmitir la historia vivida como un legado; en las segundas generaciones, desde el interés por saber de la historia y valores de los padres, hasta el abierto rechazo de la historia de los padres al ser vividos éstos como autoritarios y violentos.
Por último, cabe considerar que la narrativa familiar se da en un espacio comunicativo, de forma que habla y escucha quedan relacionadas dialécticamente, de muy especial manera, en el compartir experiencias de sufrimiento (Jelin, 2001). Así, ciertas narrativas podrían generar, fustración y extrañamiento en la/el interlocutor, a quién puede resultar difícil comprender el distanciamiento, anecdotización o desubjetivización con que ciertos testimonios relatan situaciones de gran violencia. De esta forma, más allá de los lazos afectivos, se rescata el papel activo del “receptor/a” del relato (Faúndez y Goecke, 2015; Oberti, 2006), por ejemplo, en su proceso de construcción de hipótesis sobre los huecos familiares, o sobre las tergiversaciones de sentido -e.g., la detección de que en el relato está habiendo una despolitización de la víctima con objeto de proteger al resto de familiares. En el presente trabajo abordamos una línea de observación y análisis donde se consideran dos cuestiones. Primera, las posibles dificultades para hablar sobre la violencia por parte de las generaciones que la vivieron directamente -ya como adultos, ya como niñ@s- y sus consecuencias en la transmisión familiar. Segunda, si el acto de recordar es un acto que involucra dialécticamente al que explica y al que escucha, ¿cómo son interpretadas dichas dificultades?.
METODOLOGÍA
Participantes
Se contó con la participación de 14 personas, estudiantes del grado de psicología, 12 mujeres y 2 hombres. La edad promedio fue de 25 años. Para la operativización de generación, se siguió a Cuesta (2007), considerándose cuatro generaciones:
a) Primera: Protagonistas/Testigos adultos de la II República y Guerra civil. b) Segunda: Hij@s. No han protagonizado la guerra. Incluye a niñ@s de la guerra y del exilio c) Tercera: Niet@s. Han crecido en democracia y han podido convivir con testigos presenciales. d) Cuarta: Bisniet@s. No han podido convivir con los testigos presenciales.
En nuestra muestra, 12 casos representaban las cuartas generaciones respecto a la Guerra Civil, y las 2 restantes representaban a las terceras generaciones.
Procedimiento y corpus de análisis
La experiencia se presentó en forma educativa como seminario sobre la memoria familiar, y la participación en el mismo, era voluntaria. El seminario se estructuró en 3 sesiones. En las dos primeras se hizo una introducción a la memoria familiar en el contexto de guerra y postguerra, y se planteó una investigación en el ámbito familiar a partir de la elaboración de un árbol genealógico. Se pedía que l@s participantes intentaran saber qué les ocurrió a sus familiares durante el período de guerra y postguerra, dónde estaban, si habían algún tipo de filiación política, si hubo algún tipo de daño y, la forma en que en casa se suele hablar de estas cuestiones. Se animaba a que, en caso de haber vacíos en su conocimiento, intentaran preguntar a sus familiares. En la tercera sesión se hizo una puesta en común en pequeños grupos sobre lo que se había encontrado en la investigación familiar, al final de esta sesión se hizo una puesta en común global. En esta tercera sesión se insistió en que se compartiera hasta donde cada un@ se sintiera cómod@, dado el carácter íntimo y emocional de las experiencias. Por último, se pidió una reflexión individual escrita, de carácter reflexivo y abierto, sobre lo que se había encontrado familiarmente, y lo que había supuesto la escucha de otras experiencias familiares en la puesta en común. Estas reflexiones individuales fueron el corpus del presente análisis. En la exposición se mantendrá el anonimato de l@s participantes.
RESULTADOS
El conocimiento sobre violencias y daños familiares
Se especifican a continuación los que fueron reportados en palabras de l@s participantes:
Bombardeos, Hambre: se nombra en 6 de los casos. Muertos en bombardeos: 2, miembros de misma familia. Frente de guerra:
- muertos en frente de guerra nacional: 1 - muertos de la quinta del biberón: 2 - milicianos: 1 - heridos en frente de guerra nacional: 1 - heridos en frente de guerra republicano: 1
Campos de concentración: 2, para uno de ellos el bisnieto no sabe si estuvo como preso o como guardia. Escondidos: 2 Exilio: 2 Desintegración familiar: 2 Violencia de género: 1 Fusilados: 2, miembros de misma familia; 1, por represalias a otro familiar republicano. Prisión: 2, miembros de misma familia, 1, con sentencia de muerte conmutada. Desaparecidos: 1 Orfanato para hijos de fusilados: 1 Pérdidas expectativas de futuro -e.g. educación hijos: 1; Expolio económico: 1
¿Quiénes transmiten la historia familiar?
En parte importante de los casos es un@ de l@s abuel@s quién transmite la historia familiar sobre este período. Destacan las mujeres, abuelas que han sido niñas de la guerra, por tanto sería una transmisión de la 2ª hacia 4ª generación. También hay explicaciones por parte de los padres, por tanto de la 3ª a la 4ª generación. Señalamos la excepción de dos casos en que los padres son de la segunda generación y son quienes hacen la transmisión.
El cuadro resumen sería el siguiente:
- Transmisión de abuela / abuelo: • sólo de abuela (niña de la guerra): 3; • sólo de abuelo (niño de la guerra): 1; • sólo de abuelo (primera generación): 1; - Transmisión de abuela (niña de la guerra) y padres: 2; - Transmisión de abuelo (niño de la guerra) y padres: 1; - Transmisión sólo de padres: • 2 (madre) • 1 (padre, niño de la guerra) • 1 (madre y padre, aunque padre es de otro contexto sociopolítico) • 1 (padre y madre, aunque madre es de otro contexto sociopolítico). En uno de los casos no se explicita la vía de transmisión.
¿Cómo se explican e interpretan estos hechos en el seno familiar?
Encontramos una diversidad de maneras que podemos agrupar en cuatro ejes: (a) no se explican o se hacen referencias generalistas y normalizadoras, (b) la explicación es repetitiva, (c) hay un rechazo o evasivas a hablar de estos hechos y, (d) la transmisión es detallada y se habla abiertamente. Unas y otras suelen combinarse según la vía familiar (paterna o materna), esta circunstancia en ocasiones facilita la reflexión sobre las diferentes maneras de afrontar el pasado. Planteamos el análisis de cada uno de estos ejes introduciendo las interpretaciones, que por parte de niet@s y bisniet@s se van generando en sus reflexiones:
(a) No hay explicación sobre ciertos hechos familiares o sí se habla sobre ellos pero con referencias que se perciben como confusas, generalistas, normalizadoras y, en ocasiones, neutralizadoras.
En algunas familias se transmite una confusión sobre lo ocurrido: “[me explican que mis] abuelos no sabían muy bien lo que ocurría, no sabían quién era el malo y el bueno de la película, todo era muy confuso” (3); “[mi madre] no sabe mucho, sólo que algunos familiares participaron en algún bando, no sabe cuál”. Sorprende que este desconocer, o conocer confuso, sea compatible con el sentimiento de que en casa sí se podía hablar con total normalidad de estos temas. En este tipo de transmisiones suelen focalizarse ciertas cuestiones aparentemente más impersonales, e.g. el impacto de los bombardeos o la cuestión del hambre y de la escasez.
En algunas familias también se transmite que no es importante saber ciertas cosas, o se relata un abierto alejamiento de lo político: “[mi abuela dice] en [nombre del pueblo] no se hablaba de política (…) vuelvo a insistir con la política. Me vuelve a decir que nunca se había hablado de eso en casa”(8); o también: “mi abuela explica que no es importante si se estaba en un bando o en otro” (1). Sin embargo, en l@s interlocutores esto, en ocasiones, moviliza un querer hipotetizar sobre esos huecos de la historia sobre los que se percibe que no se quiere hablar en la familia: “esto me ha impactado [en referencia a que familiarmente no se sabe si su abuelo estuvo como prisionero o como guarda] porque seguramente no se quería hablar” (1). La movilización puede llevar a una búsqueda activa: en otro caso la bisnieta fue la que logró saber cuál había sido el destino de un bisabuelo desaparecido pues, si bien en su familia: “es habitual transmitir la historia y escuchar con naturalidad, aunque también hay silencios y desconocimientos sobre la guerra (…) nadie en mi familia sabía qué pasó con él [su bisabuelo] tras [la guerra]” (11).
En otras ocasiones estas normalizaciones de los desconocimientos y huecos en la transmisión pueden llevar a cierta fustración tanto en quién explica como en quién escucha: “[a mi abuela] le cambia la cara si habla de la guerra (...) siempre se ha podido hablar pero siempre desde el dolor y la rabia (…) dice que nunca le explicaron nada [a ella], lo que sabe es lo fue escuchando en casa (…) Cuando me surgía una pregunta la mayoría de veces no la podía responder” (4).
(b) Una explicación repetitiva, llena de anécdotas.
En algunas transmisiones aparece una historia que se repite, casi de forma estereotípica y con una afectación emocional que no corresponde, ya sea por defecto o por exceso. Son repeticiones en detalle, “como si fueran ayer” (2), y que parecen provocar cierta extrañeza en quién escucha. Esta extrañeza también pone en marcha procesos interpretativos de interés, especialmente si se percibe una desafectivización de hechos con cargas emocionales de importancia: “[en referencia a su abuelo] me cuenta muchas anécdotas que yo considero terribles y él, por el contrario ve con normalidad (…) él siempre cuenta todo lo que recuerda pero creo que hay alguna cosa que no acaba de decirme. No tiene miedo de contarlo, sino que creo que no quiere revivirlo” (2). O en otra reflexión: “mis padres hablan del tema de la guerra como (…) si me explicaran una historia imaginada, fantástica. Me explican [un hecho familiar grave] y me lo explican como una anécdota” (5)
En otra reflexión, el contraste entre el silencio de una rama familiar y el constante hablar de la otra le hace pensar que: “mi abuela (...) siempre repite las mismas historias (…) ella así se desahoga (…) pues necesita explicar lo muchísimo que sufrió para afrontarlo y superarlo” “[Sobre la rama familiar que calla] creo que este silencio se debe al deseo de olvidar o al menos al deseo de construir una historia encima de estas tragedias que les permita seguir adelante” (7). De esta forma en el proceso de interpretación se capta que, tanto en el silencio como en la repetición, el familiar puede estar intentando minorizar lo vivido/sufrido.
Ese captar el recuerdo como acto de intención comunicativa puede crear, sin embargo, ciertas dudas sobre la verosimilitud de lo contado: “me hace entender que se trataba de una situación protocolaria [en referencia a los bombardeos] (...) claro que mi abuela justo tenía 2 años, y me hace dudar si el recuerdo que tiene no es el suyo” (1).
(c) Evasivas o un abierto rechazo a hablar de estos hechos.
En dos casos se plantea que, a pesar del interés por conocer la historia familiar, la respuesta fue de preferir no explicar. En el primer caso el nieto pregunta a su abuelo que participó
activamente en la guerra, y percibe que sus preguntas le molestan: “No insistí. Estaba claro que el tema le incomodaba” (13). En otro caso se plantea la existencia de secretos familiares que son captados por la persona: “Sabía que habían cosas que preferían no decirme (…) He preguntado cosas y nunca he obtenido respuestas claras”(14). En este caso se moviliza una búsqueda activa que lleva a descubrir un pasado familiar de graves represalias físicas y expolio.
(d) La transmisión es detallada y se habla abiertamente.
Unicamente encontramos dos casos con una transmisión de este tipo. El primero se trata de una familia donde el hablar sobre lo ocurrido se entiende como una responsabilidad y, donde la bisnieta tiene un conocimiento detallado de un pasado familiar con presencia de graves violencias políticas. En el segundo caso se habla de una “transmisión de valores de lucha y respeto” que parecen constituir la herencia política en una historia familiar también con graves violencias (12).
CONCLUSIONES
En primer lugar, en el trabajo hemos identificado unos ejes de transmisión familiar que entran en consonancia con los ya planteados por Domínguez, Somoza y Fernández (2010). Tres de los ejes identificados: (a) No explicación sobre ciertos hechos familiares; (b) Explicaciones repetitivas, y (c) Evasivas o el abierto rechazo a hablar, presentan elementos que interseccionan con las transmisiones traumáticas identificadas por Almansa donde “se parte de una negación de la memoria (...) actitud que conduce al olvido o a formas de conocimiento más dramáticas en las que se interioriza abruptamente el paso del bando vencedor al de los vencidos o se confunden víctimas y verdugos” (s/p). Cabría añadir que, si bien la neutralización y despolitización frecuentemente se señalan como estrategias de supervivencia de las víctimas, también lo son en las familias de l@s perpretadores o cómplices (Welzer, Moller & Tschuggnall, 2012), aspecto a profundizar en el contexto español.
Por lo que respecta al cuarto eje identificado, (d) la transmisión es detallada y se habla abiertamente, coincidiría con las llamadas familias con una transmisión abierta donde “la memoria se transmite franca a la siguiente generación, que madura interiorizándola como algo consustancial a la propia historia familiar” (s/p), siendo también éste el caso menos frecuente.
Por último, el eje (b) Explicaciones repetitivas, conectaría en parte con las llamadas familias con una transmisión lógica y difusa, que según los autores son las mayoritarias, y donde: “se da una
transmisión lógica (…) porque, sin rechazar el conocimiento de lo acontecido –memoria- se pretende que éste no sea lo suficientemente intenso, con el fin de no perjudicar tanto a los menores como al conjunto de la familia“ (s/p).
En segundo lugar, podemos constatar una interpretación activa de l@s descendientes al respecto del relato recibido familiarmente. Si bien según la literatura, la anecdotización del sufrimiento en los relatos familiares puede generar desinterés y desconexión en l@s descendientes, ésta no es la reacción interpretativa que encontramos. En las reflexiones analizadas se refieren una serie de reacciones de extrañeza que movilizan, en gran parte, una búsqueda de interpretaciones. Así por ejemplo, se entiende que el familiar no explica o lo hace sin emoción, bien para intentar protegerse y anestesiar lo sufrido, bien para proteger al que escucha y que no sienta ese dolor, etc. Creemos de gran interés y relevancia rescatar el papel activo de l@s receptores de los relatos familiares. Papel que podría ser la base para facilitar espacios de mediación -educativos o sociales- que puedan ayudar en los procesos de reconstrucción del pasado familiar (Jelin y Lorenz, 2004; San Martín, 2014).
1 En la mayoría de estos trabajos se analiza el seno familiar como un espacio estructurado por vínculos emocionales e identificaciones, y se muestra cómo puede darse una transmisión de la experiencia traumática entre las diferentes generaciones y, bajo formas diversas: herencias de miedos e inhibiciones, de “mandatos” familiares (eg., compensar el daño recibido familiarmente); idealizaciones de las figuras desaparecidas, desvalorización/culpabilización de las víctimas; desculpabilización de las víctimas mediante negación de su agencia (e.g., agencia política); temprana parentalización de l@s niñ@s; renegaciones y circulación de secretos familiares; génesis de fantasías frente al no saber, etc.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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