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Paz fragmentaria

social y económica no existe o es un asunto que escapa a cualquier solución negociada, que las transformaciones estructurales son de larga duración, que el Estado no tiene por qué negociar el cumplimiento de determinados preceptos relacionados con sus deberes constitucionales, o de forma simple ignorar la ubicación territorial de los escenarios de la confrontación y las necesidades de las poblaciones que viven en esos lugares. Esta comprensión unidimensional, de predominio jurídico-legal y no político, centralista y negativa de la paz, resulta ser una limitación real de cualquier solución integral de la violencia.

Paz fragmentaria

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Otro aspecto crítico de la concepción predominante de la paz en nuestro contexto es la idea de que el conflicto social y político puede, e incluso debe, ser resuelto por partes y etapas, lo cual contribuye, en la práctica, a que su solución sea segmentada y residual, lo que de manera inexorable conduce a la reproducción de ciclos ampliados y diversificados de la violencia. En este aspecto, el problema no solo consiste en querer dividir la realidad de cada conflicto o contexto regional o histórico de violencia en la realidad de las diferentes organizaciones armadas con las cuales se ha negociado, sino además en querer abstraer el conflicto político del conflicto social, sin buscar soluciones que sean a la vez globales y simultáneas.

Así ha resultado, entre otras cosas, porque el orden de las etapas y el tipo de procedimientos de los procesos de paz se han estandarizado, al punto de no concebir la posibilidad de alterar la sucesión de acciones conducentes a la consolidación de la paz. Tal realidad se plasma, por ejemplo, en la resistencia a adoptar la acción humanitaria y la cesación temporal de hostilidades como una práctica permanente en medio de un conflicto violento crónico que requiere en cada momento de salidas a las situaciones de violencia puntual. O igualmente, en la resistencia a adoptar acuerdos de paz parciales de implementación inmediata, que no requieren procesos de refrendación ni traducción normativa que los dilaten en el tiempo e impidan que su espíritu original se mantenga.

Por ello, la política de Paz Total sostiene que para garantizar las transformaciones sociales se debe acabar la idea de que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Por eso debe buscarse implementar cada acuerdo parcial que se logre, así incluso no se llegue a un acuerdo final. La larga experiencia acumulada en procesos de paz demuestra que no se puede subordinar la firma de un acuerdo para implementarlo, sobre todo si la puesta en marcha tiene que ver con el cumplimiento de los deberes del Estado. De igual forma, esto evita que

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