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Los Terrepaz como propuesta de reincorporación

cial de las FARC-EP a la vida civil, sin caer en un análisis exhaustivo sobre el estado de la implementación de la reincorporación de los excombatientes de las FARC-EP1. Creemos que para construir una ruta de reincorporación en el marco del propósito de la Paz Total es útil comprender cómo se ha desplazado el enfoque de la reincorporación en el tiempo.

Destacamos tres momentos claves para ello: 1) la idea que tenían las FARC-EP en el momento en que empezaron a pensar la reincorporación; 2) el momento de la negociación de la reincorporación y sus resultados recogidos en el Acuerdo Final de Paz, y 3) el desarrollo de la implementación de este punto (Fin del conflicto) y algunas lecciones aprendidas.

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Los Terrepaz como propuesta de reincorporación

En noviembre del 2015, en plena marcha de las negociaciones de La Habana, las FARC-EP iniciaron la publicación de una serie de propuestas mínimas relacionadas con el punto tres de la Agenda, “Fin del conflicto”. La quinta propuesta, distribuida en diez subpuntos, presentaba la iniciativa de los Territorios Especiales para la Construcción de la Paz (Terrepaz), unos sitios que debían ser elegidos a partir de áreas en donde hubo presencia histórica de las FARCEP y ser protegidos constitucionalmente.

Cada subpunto trata un elemento específico a tener en cuenta para el diseño e implementación de estas zonas. En el tercer subpunto se explica la naturaleza y los criterios básicos para la conformación de estos Terrepaz:

Los Territorios especiales para la construcción de la paz constituyen el espacio social y geográfico para la transformación integral de las FARC-EP en su dimensión territorial, en lo político, lo económico, lo social y cultural, habitados por excombatientes, familiares y allegados, y los ciudadanos vecinos del lugar, dentro del orden constitucional surgido del proceso de diálogos y las formas de organización política y social que se derivan del ejercicio de la democracia directa, autogestionaria y comunitaria, a través de cabildos o asambleas populares. En ellos se produce la dinámica de implementación de los acuerdos logrados, garantizando la sostenibilidad socioambiental, el derecho al territorio, al agua, al medio ambiente sano, a la producción de alimentos, la soberanía alimentaria y al buen vivir en general. (FARC-EP, 2015)

Estas propuestas fueron el resultado de unas reflexiones y discusiones internas sobre la efectividad y la deseabilidad de un proceso “tradicional” de

desarme, desmovilización y reinserción (DDR), por lo general aplicado a organizaciones insurgentes para garantizar su reintegración en la legalidad luego de un proceso de paz. La concepción contrainsurgente de la estrategia DDR, pensada y diseñada bajo una concepción de sometimiento ideológico de cada individuo para “facilitar” su reinserción en la sociedad, no ha tenido resultados positivos ni en Colombia ni en el exterior, sobre todo por su carácter individual; esta tesis fue confirmada por Jean Arnault, entonces jefe de la Misión Política de Verificación de la ONU:

La experiencia internacional dice que entre la reintegración individual y la reintegración grupal, la segunda es la más sostenible. Si usted toma el ejemplo de países no muy lejanos como los centroamericanos nos damos cuenta que donde se intentó la reintegración individual con pequeños negocios no ha salido bien, incluso cuando se ofreció apoyo de varios años al final tiende a no pegar en los excombatientes. En cambio, hemos constatado que cuando se trata de movimientos guerrilleros de carácter rural la reintegración productiva ha sido más sostenible. Hoy en día, por ejemplo, lo que ha sobrevivido en un par de países de América Central son aquellos proyectos de tipo cooperativo. (Hoy Diario del Magdalena, 2017)

La insistencia de las FARC-EP en hablar de reincorporación, y no de reinserción o reintegración, no se limitaba entonces al campo semántico, sino que iba mucho más allá. La reincorporación fue concebida como una propuesta colectiva, más allá, incluso, de las cooperativas como estrategia productiva y del partido político. Significaba respetar el poder de facto construido por las FARC-EP en sus años de presencia armada y política en los territorios y utilizarlo en pro de las transformaciones necesarias en el campo. Significaba, además, preservar los valores y la cultura construidos por esa comunidad guerrillera.

En resumen, se trataba de contrarrestar no solo la concepción contrainsurgente del DDR, sino también la concepción capitalista en todos los sentidos. Esta propuesta no era solo beneficiosa para la insurgencia o las comunidades, sino que implicaba una garantía para la transferencia del poder real en los territorios, que no es inmediata e implica un tiempo extenso de vacío de poder, el cual, como hemos visto, fue ocupado con facilidad por otros actores armados. Con un despliegue organizativo territorial de la insurgencia desarmada es más factible lograr una transición paulatina hacia la presencia de una institucionalidad que nunca estuvo.

La propuesta de los Terrepaz produjo un choque de trenes entre el Gobierno y las FARC-EP. El general Mora declaró con énfasis: “Nunca hemos pensado en una Colombia fragmentada, no hace parte de nuestro imaginario. ¡Jamás

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