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y el respaldo a la Paz Total

transparentes es favorecer la labor de investigación de los periodistas, las veedurías ciudadanas y los comités de control social, en particular, y en general, de todas las formas e instancias de participación ciudadana, de la academia y, por supuesto, de los órganos de control.

En la labor de estos últimos, la lucha contra la corrupción debe reestructurarse en función del fortalecimiento de la ciudadanía y la democracia, evitar, como hasta ahora parece haber sucedido, el ejercicio de presión para la consecución de sobornos, dádivas o favores, en una especie de corrupción de segundo orden, lo que a su vez implica la constante rendición de cuentas, la capacidad de dar resultados, bien sea de apertura o cierre de investigaciones, y la atención rigurosa a todas las quejas, reclamos y denuncias de las ciudadanías, con el objetivo de demostrar que el control disciplinario y fiscal es posible, que las exhaustivas investigaciones llevan a algo y, sobre todo, que es posible salir de la situación de impunidad perpetua en la que naufragan la confianza y muchos de los planes, programas y proyectos con los que durante años se ha prometido transformar el país.

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Como se trata de una transformación integral, la lucha contra la corrupción no basta, menos aún en medio de una crisis económica que nos llevará a la segunda recesión económica mundial en menos de tres años. Se trata de gestionar adecuadamente la probidad de los funcionarios públicos, que demuestren todos y cada uno que desempeñan un papel necesario para el cumplimiento de las promesas de gobierno, de ser austeros en todos los gastos, pero, sobre todo, en aquellos que los ciudadanos leemos como privilegios intolerables.

En especial, se trata de tener un profundo compromiso con el logro de las metas planteadas y con el espíritu de este gobierno, y recordar siempre que, desde el 7 de agosto de 2022 empezó no solo el cambio, sino también la cuenta regresiva para evaluar su cumplimiento de las expectativas que despertó y cumplió. Una cuenta regresiva para evaluar si los 212 años de espera para tener un gobierno de historia valieron la pena o si el tan anhelado cambio tendrá que ser aplazado.

Empoderamiento ciudadano en la implementación del Acuerdo de Paz y el respaldo a la Paz Total

La historia recorrida como país para llegar hasta este punto nos deja innumerables lecciones, pero, sin lugar a duda, una de las más importantes es que la llave de la paz no está en el bolsillo de ningún gobernante o funcionario, sino que ha estado y estará siempre en las manos del pueblo, y solo es este quien

puede llevar las manos al bolsillo para buscarla y accionarla, o dejarla olvidada mientras busca la satisfacción de otras demandas.

Ese es el reto más importante que hoy tienen el movimiento social y popular colombiano, así como el gobierno. Sintonizar la búsqueda de la paz con la satisfacción de demandas por justicia social, territorial y ambiental, que desde las movilizaciones del 2019, el 2020 y el 2021 se han consolidado como un ejercicio nunca antes visto de empoderamiento ciudadano.

Se trata de construir una paz multilateral que, al mismo tiempo, sea efectiva, participativa, transparente, proba y constante; mantenga y retroalimente agendas públicas que proyecten horizontes de movilización y acción colectiva tanto desde las instituciones del Gobierno como desde las ciudadanías, las cuales deben mantenerse activas por muchos más años para seguirnos acercando a la Paz Total, ese horizonte social al que hoy nos convoca el presidente de la República, al que lo menos que debemos es responderle con esperanza y lecturas críticas, motores de la construcción social.

LA CULTURA DE PAZ Y EL PAPEL DE LAS UNIVERSIDADES

Fotografía por: Carolina Bedoya

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