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Cómo hacerlo?

sobre todo lo que tenemos alrededor. Y también Cultura de Paz como un cultivo, un cuidado cotidiano. La dimensión cultural de la Cultura de Paz obliga a percibir, interpretar y crear las cosas con voluntad de entendimiento, con empatía y con espíritu constructivo. La dimensión de cultivo de la Cultura de Paz, con una vertiente más aplicada, invita a esforzarse cada día para identificar las pequeñas y grandes contribuciones que puede hacer cada persona para contribuir a la paz, y llevarlas a la práctica en todo momento. (Barbeito, 2020)

¿Cómo hacerlo?

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En términos prácticos, la cultura de paz hay que traducirla, o mejor dicho, llevarla de la teoría a la práctica mediante el diseño de metodologías y de decisiones orientadas a introducir cambios en las conductas de las personas y los colectivos, en los que, en primer lugar, están aquellas actividades que hagan posible el rechazo al uso de la violencia para imponer una idea, o del uso de la violencia como respuesta o como reacción frente a inconformidades o reclamos, cuando existen otras vías de expresión o de trámite no violento.

Las sociedades, las comunidades y los individuos nos movemos en medio de situaciones conflictivas; estas son normales, hacen parte de la naturaleza social de los humanos, pero se trata de erradicar todo ánimo violento para asegurar la convivencia y la coexistencia pacífica, de tal modo que pueden ser tramitados mediante la aquiescencia, el diálogo, el concierto y la negociación.

Conviene destacar que, en la medida en que se realizan los acuerdos y los pactos de paz que permitan detener y superar las violencias, se los debe acompañar de inmediato por una vasta y amplia actividad de divulgación y pedagogía, que le dé fuerza y vitalidad a los acuerdos de paz suscritos, en la que se procure explicar el sentido de los acuerdos, ganar la adhesión de las gentes hacia los mismos y fortalecer su legitimidad, con el fin de que las gentes los asuman como propios, los puedan cuidar o “cultivar”, en los términos en que se pactan.

Al mismo tiempo, hay que proveer a la sociedad de mecanismos para el trámite de los conflictos distintos a los de la violencia, y destacar que la cultura de paz no es una actividad coyuntural, sino que hay que desarrollarla con continuidad y durabilidad en los ámbitos sociales, como la familia, la escuela, los centros comunitarios, la vida barrial y vecinal, la veredal y en todos aquellos espacios donde el individuo asiste y se relaciona como colectivo.

Por otra parte, la enseñanza y la educación en valores es fundamental en la cultura de paz; esto no es un asunto retórico, ni meramente teórico, es una

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