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Compromisos necesarios y oportunidades universitarias hacia la Paz Total

mecanismos de paz y derechos humanos. El objetivo común es superar rápido las anomalías e ir hacia la reconciliación, el perdón social, el sometimiento y la negociación, según cada caso específico.

El fin esperado, en el corto plazo, tiene que ser la conquista de la tranquilidad, similar, al menos, a la que disfrutan los países pares de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en los que la paz es la condición esencial del Estado de derecho y la fuente principal del respeto a los derechos humanos y la convivencia libre de temores de cada ser humano que habite o pise su territorio. El planteamiento de Paz Total es viable y acertado; las universidades están convocadas a reconocerlo así, a cumplir un papel protagónico con la movilización de su ciencia, cultura, rebeldía y solidaridad humanas hacia los sectores de población más vulnerables y a desplegar sus esfuerzos hacia los territorios y núcleos urbanos de mayor conflictividad social y con violencias de múltiples formas.

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La Paz Total será resultado de una suma de conflictos resueltos, ojalá en no más de mil días, que irá de manera paulatina completándose a medida que se entre en etapas de articulación y superación definitiva, con un Estado fuerte, un Gobierno legítimo y una ciudadanía responsable del respeto por la vida y la dignidad humana. Para las universidades es un momento oportuno y favorable para liberarse en su interior de rezagos todavía medievales de control y dejar atrás sus actuaciones de instituciones-máquina conducidas por estímulos políticos y de mercado, a veces, jurídicos otras, que las limitan para actuar y resolver sus asuntos y conflictos con base en la dialéctica y en argumentos que están hoy extraviados entre marañas de indicadores, metas y clasificaciones que violentan la condición del ser del docente, el estudiante o el funcionario, y que como instituciones responden acríticas a impulsos del mercado y del poder.

Es el momento de volver a la autonomía, no a la de vender y extenderse de manera ilimitada, sino a la de pensarse críticamente y hacer parte vital de la vida social, fortalecer el afecto y la confianza de la gente, volver sin demora a la plenitud de las ideas, al debate abierto, al diálogo franco y al rechazo unánime de toda violencia, amenaza, chantaje, temeridad e intereses personales o privados disfrazados de interés colectivo.

Compromisos necesarios y oportunidades universitarias hacia la Paz Total

Las universidades pueden aportar para atacar la desigualdad e impedir los fascismos, y participar como actor relevante en tareas hasta ahora no explo

radas, como promover el desarme de la sociedad civil y reducir, hasta erradicar, las violencias cotidianas. Pueden estar en las negociaciones políticas con las insurgencias, al amparo de las reglas de la guerra, y contribuir con el acogimiento y la desarticulación de grupos criminales. Las universidades, en particular las públicas, tienen la responsabilidad y la oportunidad real de desmontar sus egos, sostenidos a veces con formalidades y miradas hacia sí mismas, y reconducir agendas de movilización con acumulados y experiencias de resistencia hacia la construcción de la Paz Total, entronizándose en la sociedad otra vez, comprometer sus misiones y sus prácticas de formación integral de seres humanos, dirigir esfuerzos institucionales hacia el plan de desarrollo para la paz, en construcción de abajo hacia arriba, y gestionar formas de creación de culturas de legalidad, democracia y ciudadanías, necesarias para la formación de la sociedad de derechos.

Las universidades públicas tienen la inmejorable posibilidad de recuperar su profundo significado como formadoras de la conciencia crítica de la nación y de juntar los esfuerzos de múltiples actores para formular con celeridad una política pública de educación superior que incorpore la reestructuración del sistema universitario (SUE, CNA, Conaces, Decreto 1279 y otros), establezca la financiación total de las universidades —como ocurre con la educación básica y media—, restaure el trabajo decente y formalizado para docentes y funcionarios, oriente las articulaciones entre nación y territorio, actualice las instituciones, a veces anquilosadas entre formalismos y tiranías, e impulse la entrada a las nuevas realidades y demandas sociales de ciencia, tecnología y humanismo, para la vida con dignidad.

El momento es propicio para cambiar, devolverle el carácter público y universal a la educación superior y ratificar sus compromisos con la transformación social, con aportes de alta calidad dirigidos a la formación de unas culturas de paz y de ciudadanía para la democracia, con valores, actitudes y prácticas de tolerancia cero a toda violencia, y de respeto por los derechos y la dignidad humana. La educación universitaria es parte de la realidad material sobre la que se forja la justicia, se aprende y enseña a respetar y a admirar al otro, y a ejercitar sus luchas comprometidas con la Paz Total y la formación de la sociedad de derechos.

Referencias

Comisión de la Verdad. (2022). La paz grande, 11.

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