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LA POLÍTICA FRENTE A LAS DROGAS EN EL CONTEXTO DE LA IDEA DE PAZ TOTAL ����������������������������������������������������������������������������������������

Ricardo Vargas M.

Sociólogo. Investigador asociado al Transnational Institute (TNI). Analista y consultor en asuntos relacionados con el narcotráfico

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Las pretensiones de paz completa representan una apuesta llena de complejidades para el nuevo gobierno colombiano, marcado por una realidad desafiante forjada en el periodo del posacuerdo de paz del 2016. En ese contexto, el narcotráfico y su evolución no lineal atraviesan esas realidades, abren nuevos escenarios y problemas que las viejas narrativas sobre las drogas son incapaces de manejar y demandan una disposición comprensiva en la intrincada relación con un conflicto armado que persiste.

Apoyándonos en Emmanuel Kant (1985) afirmamos que la Paz Total, más que un concepto, es una idea trascendental (focus imaginarius), es decir, es una idea reguladora que tiene una función destacada, pues contribuye a dar unidad a los conceptos que se derivan del entendimiento y, por tanto, de aquellas condiciones que se nutren de la experiencia.

Esta fortaleza, como todo devenir dialéctico, tiene su contrario, y es que la pretensión de Paz Total demanda enriquecerse de la experiencia y, por tanto, con la evidencia suficiente, para poder resistir los desafíos inmensos de una

realidad compleja, como lo es el conflicto armado colombiano, prolongado a pesar del Acuerdo de Paz del 2016. Es una realidad cambiante, luego de este Acuerdo que desafía conceptos y metodologías de la época del conflicto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP).

Uno de esos desafíos es el narcotráfico y sus procesos de cambio permanente, fenómeno que se reitera como indispensable manejar para materializar el sueño de Paz Total.

A pesar de que hoy Colombia produce una variedad de marihuana (creepy) que irrumpe en mercados internacionales como Brasil y desplaza la oferta de marihuana de Paraguay, es conocido que Colombia se ha especializado particularmente en producir cocaína y es este el eje del problema del narcotráfico en el país. Asimismo, existe una producción desconocida de amapola, de la cual se extrae la heroína y cuyo mejor momento de exportación fue a inicios de los noventa, para luego entrar, por razones aún desconocidas, en una crisis de producción.

La ausencia de una estrategia clara del actual gobierno frente al manejo del narcotráfico —más allá de la retórica sobre legalización— produce grandes interrogantes en diferentes niveles del problema; entre los más importantes se encuentran los siguientes:

1. No hay una estrategia clara en el manejo de la agenda sobre drogas frente a Estados Unidos (EE. UU.).

2. Se carece de una redefinición de la inclusión de las Fuerzas Militares (FF.

MM.) y de Policía en tareas de erradicación manual forzosa y, por tanto, en los indicadores que miden los resultados de las acciones de estas entidades de seguridad en los territorios.

3. Ausencia de un diagnóstico claro sobre el vínculo de organizaciones armadas (Ejército de Liberación Nacional [ELN], disidencia de las FARC-EP,

Clan del Golfo) alrededor del tema del narcotráfico y, en consecuencia, se observa un desconocimiento del tema ante los eventuales diálogos y/o negociaciones para las pretensiones de la Paz Total.

4. No se tiene conocimiento sobre las nuevas estructuras del narcotráfico, sus características y manejo de rutas, que permita el diseño de una estrategia que vaya más allá de las zonas de producción de materia prima para elaborar psicoactivos.

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