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Elementos para la aproximación a la situación actual

En simultánea, la salida de escena de las fuerzas que se acogieron al AP suscrito por el Secretariado de las FARC-EP coincidió con una disminución inicial, que no fue sostenible, de los cultivos de coca, y con una acelerada deforestación que llamó la atención de ambientalistas y de la comunidad internacional. Las instituciones incorporaron en su narrativa algunos temas ambientales, como la protección de los bosques amazónicos, se conocieron mejores estadísticas gubernamentales y arribaron cooperantes al territorio, pero el deterioro parece no ceder.

Elementos para la aproximación a la situación actual

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La narrativa oficial identifica a los cultivos de coca, amapola y marihuana como el principal motor de la deforestación, dada sus siembras y procesamientos en lugares remotos de la geografía —debido a su prohibición y persecución— que coinciden con áreas de importancia ambiental. Esto, con el propósito de resaltar el vínculo entre dos variables, el deterioro ambiental y el narcotráfico, que, si bien se relacionan, no lo hacen en la misma proporción. El énfasis en esta conexión se evidencia en sentencias de altos funcionarios del Estado, quienes bajo un enfoque prohibicionista manifiestan que “las drogas son el mayor enemigo de las selvas amazónicas” y responsables del menoscabo de ecosistemas estratégicos, como lo presenta la Policía Antinarcóticos en sus informes.

Estos asuntos no fueron abordados con suficiencia por el AP del 2016. De hecho, aunque los movimientos sociales desde las regiones insistían en que la paz con la naturaleza seguía como un asunto pendiente de la sociedad colombiana, la discusión entre el modelo de desarrollo y la sostenibilidad ambiental no fue un tema central de lo pactado entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC-EP. El cierre de la frontera agropecuaria y la resolución de la problemática de la ocupación humana de áreas protegidas sí estuvieron en la agenda y se enmarcan en la Reforma Rural Integral (RRI), en su punto 1.1.10, con un bajo avance de implementación luego de seis años de alcanzar el AP.

En el caso de la Amazonía, la coca en Caquetá, Meta y Guaviare es menor ahora, según el último reporte del Sistema de Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci), de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), que la registrada a mitad de los años noventa en esos departamentos. Putumayo sigue, junto con Nariño y Norte de Santander, como uno de los principales enclaves de producción y procesamiento, igual que durante los últimos veinte años. Con base en información de dicha medición, Putumayo y Caquetá reportaron 31.874 hectáreas sembradas con coca, lo que representa un crecimiento del 16%, en comparación con el 2020, al tiempo que Guavia-

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