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La falsa dicotomía política/criminal

varios frentes guerrilleros y frentes de guerra. Sin embargo, con la arremetida paramilitar y el fortalecimiento de las Fuerzas Militares en Colombia, la organización se debilitó en una gran medida, junto con su capacidad operativa y logística, producto de la desarticulación o cooptación de sus bases sociales por parte del paramilitarismo. Así, alrededor del 2006, el ELN adopta la “resistencia armada”, entendida como una estrategia para evitar lo más que podía los combates y dedicar la mayoría de sus actividades al sabotaje. De una actitud ofensiva (necesaria para tomarse el poder), el ELN se volvió una guerrilla en esencia defensiva y replegada a las subregiones en las que hacía presencia. Esto, en la práctica, es una renuncia a la pretensión de la toma del poder. Atrincherados en sus espacios territoriales, el objetivo pasa a ser fortalecer el apoyo popular y construir órdenes armados que permitan su existencia.

Dicho esto, asumir que lo que hace a un grupo armado político es la pretensión de la toma de poder es, en esencia, decir que en Colombia no hay ningún grupo armado con carácter político.

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La falsa dicotomía política/criminal

Es fundamental hacer una crítica a la forma en la que se ha leído la politización o la criminalización de los grupos armados. Parece ser que se asume que los grupos armados son políticos o son criminales. No hay puntos medios en esa discusión. Aunque leer así la realidad puede que haga más sencillo tomar algunas decisiones, también es verdad que implica falsificar la realidad y hacerla coincidir con prejuicios a la fuerza.

Esta ni es una discusión nueva ni nos inventamos el argumento. En el 2006, Francisco Gutiérrez Sanín y Gonzalo Sánchez Gómez hablaban en el prólogo del libro Nuestra guerra sin nombre, de la insostenible dicotomía política/criminal. El conflicto colombiano, en sus palabras, era “más económico, más criminal y más político […]. Hay criminalización de la política y de la guerra y politización del crimen”. Hacia el 2006 había voces del uribismo que decían que las FARC-EP y el ELN no eran políticos, porque se habían involucrado en economías criminales, lo que impedía una negociación con ellos. El uribismo reeditó este argumento durante la negociación con las FARC-EP. Sorprende que este es con exactitud el mismo argumento que algunos sectores utilizan para decir que solo se puede negociar con el ELN y no con las AGC. La política es dinámica.

En cualquier caso, leer a los grupos armados a partir de dos etiquetas (criminales o políticos) impide entender que la politización es más un continuo que una dicotomía. Un grupo armado puede tener elementos políticos, al tiempo que

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