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La delgada línea entre las oportunidades y los riesgos
from PAZ TOTAL : INSUMOS PARA LA FORMULACIÓN DE UNA POLÍTICA PÚBLICA INTEGRAL DE PAZ. Carlos Medina Gall
by NA24
to colectivo a la justicia de las estructuras criminales asociadas a las economías y las rentas ilegales, a fin de promover su desmantelamiento, por medio de procesos de justicia de carácter transicional que permitan, a cambio de beneficios judiciales, su sometimiento a la justicia, la entrega de sus capitales, el desmantelamiento de los mercados ilegales y la definición de una ruta de transición de las bases de sus estructuras a las dinámicas sociales, comunitarias y productivas de sus entornos de origen.
Ruta político-jurídica de diálogos para estructuras disidentes y reinsurgentes del Acuerdo de Paz del 2016
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El Gobierno nacional puede liderar el diseño de un marco jurídico-político de diálogo con las estructuras armadas, tanto disidentes como reinsurgentes del proceso de paz con las FARC, como una solución intermedia que integre y articule la negociación y el sometimiento, de modo que estas estructuras reconozcan el Acuerdo final de 2016. Dicha ruta puede contemplar los siguientes elementos constitutivos: una estrategia, de carácter transitorio y excepcional, de sometimiento a la Jurisdicción Especial para la Paz; la vinculación a los términos del proceso de reincorporación, y la aceptación político-legal del contenido de las transformaciones que define el Acuerdo como ruta de construcción de terminación del conflicto.
Marco político, jurídico y técnico de política pública del derecho a la paz
El Gobierno nacional está en la facultad y tiene la oportunidad de liderar el proceso de diseño e implementación de una política pública nacional de construcción de paz que vaya más allá de la definición de unos preceptos interpretativos de la paz y que, en cambio, de manera más estratégica, sea un ejercicio de comprensiones de las dimensiones estructural, humanitaria y simbólica de las violencias y las paces. En torno a estas comprensiones se puede definir una ruta de acción y un modelo de gestión que, de forma gradual y progresiva, en el marco del régimen democrático del país, les dé solución a las causas objetivas de la violencia. Se trata de un marco de política y gestión pública para tramitar institucionalmente las que se han denominado “soluciones políticas no negociadas del conflicto”.
La delgada línea entre las oportunidades y los riesgos
Si bien la idea de la Paz total puede parecer audaz y novedosa, el hecho de que sea una propuesta cuya construcción e implementación se esté dando de for-
ma simultánea implica que las oportunidades éticas, políticas y humanitarias sean amplias, pero también que sus riesgos sean altos.
La principal oportunidad que abre esta iniciativa gubernamental (porque aún carece de marcos jurídicos, políticos y técnicos para constituirse en una política pública) es la de definir una ruta para la transformación del conflicto, las violencias y la transición a la paz, la cual cierre la posibilidad a escenarios futuros de soluciones reduccionistas, violentas y fragmentarias, como una política pública instituida.
El carácter progresista y popular del Gobierno nacional debe capitalizarse en función de la voluntad y la posibilidad de proponer y posicionar rutas, metodologías y posibilidades creativas, audaces y novedosas para la transformación del conflicto y las violencias, y no solo en relación con la noción totalizadora de los procesos que conduzcan al desarme y el desmantelamiento de los grupos armados. Las posibilidades que se deriven del carácter del gobierno de Gustavo Petro no pueden restringirse a la decisión acelerada y anárquica de resolver el asunto de las armas, pretendiendo un impacto estratégico en la construcción de la paz.
El carácter popular y democrático del Gobierno nacional debe ponerse en función de una idea sistémica, sistemática y estratégica (inherentemente crítica, institucionalizada y de largo plazo) que busque transformar el conflicto armado y las violencias derivadas o asociadas a este. La institucionalización de este propósito es el marco ideal para que se ideen e implementen formas arriesgadas y audaces para la transición democrática a la paz, para la transición a la vida democrática de los grupos armados (que incluyan sus propias aspiraciones políticas como parte de las transformaciones que encarnen dicho proceso) y para las negociaciones, diálogos y términos de estos procesos. Sin embargo, al carecer de un marco comprensivo y prospectivo, en clave de política pública, el riesgo de su eficacia se puede reducir a un desarme sin un impacto estratégico en la transformación de las dinámicas del conflicto, por lo que con esto solo se configuraría el escenario para la reedición y el reciclaje de las violencias, lo que implica una especie de tierra fértil para la prolongación del caos y el suicidio colectivo en que nos ahoga esta violencia “establecida, organizada y sistemática que invade la vida cotidiana” (Gómez, 2020, p. 131).
Por último, al intentar conducir un proceso acelerado de desarme de grupos, se corre el riesgo de desconocer y anular los intereses de algunos sectores sociales políticos y económicos que tienen la capacidad de oponerse a los resultados de dichos procesos y convertirse —más allá de opositores y contradictores— en una fuerza reaccionaria al proceso de transformación del conflicto y
de transición a la paz. Por su carácter reaccionario, este proceso puede llegar a ser tanto o más cruento que la propia violencia que ya la sociedad colombiana ha conocido. Una paz así de frágil y vulnerable, además de las implicaciones humanitarias que puede significar, tendría también implicaciones en la legitimidad de la paz negociada y política, así como podría cerrar la puerta de comprensiones y escenarios positivos, progresistas y humanitarios para la construcción de paz en el futuro. Una paz que no se blinde con la suficiente legitimidad y con un respaldo y compromiso amplio de todos los sectores de la sociedad corre el riesgo de abrir nuevos ciclos de criminalización del conflicto y obtusos intentos de solución militar y degradación de la violencia.
Referencias
Gómez, J. G. (2020). ¿En doscientos años los colombianos solo hemos arado en el mar? Paz y esperanza para una nueva Colombia. En Hacia la paz: ideas y conceptos para una paz urgente.
Zubiría, S. de. (2015). Dimensiones políticas y culturales en el conflicto colombiano. En Comisión histórica del conflicto y sus víctimas. Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia (pp. 197-246). Desde Abajo.