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Capítulo 10 — Un trocito de mí para ti. Edward POV But you don't care (Pero no te importa) You keep sticking around (Tú segues esperando) While i'm acting a clown (Aunque actúe como un payaso) You're bigger (Eres más grande) 'Cause you're still here (Porque todavía estás aquí) Your feet stuck to the ground (Con tus pies calvados sobre la tierra) Despite how silly it sounds (Por más tonto que suene) You're bigger (Eres más grande) Than me… (Que yo…) Backstreet Boys — Bigger .. Intenté resistirme, forcejeamos durante unos segundos, pero en mi mente comenzaron a formase los recuerdos de aquel beso con Bella y cuando quise darme cuenta estaba correspondiendo a Tanya. Imágenes de aquel beso inundaron mi mente. Su respiración entrecortada, el rubor en sus mejillas, el desacompasado latido de su corazón, su aroma… abrí mis ojos esperando encontrarme con esos dos orbes chocolate que ahora eran los dueños de mi vida y cuando me encontré con unos ojos dorados nublados por el deseo me quedé paralizado. Mis músculos se tensaron y dejé de corresponder aquel beso. 2
Como pude me zafé de Tanya y me hice a un lado. —¿Se puede saber qué te pasa? —le pregunté furioso— ¿Qué intentas? —Vamos Eddie, no te hagas el difícil, quieres esto tanto como yo — en cuanto pronunció el diminutivo de mi nombre la ira llameó en mi pecho. Intentó acercarse de nuevo a mí, pero la detuve. —No te atrevas —le dije fríamente. —Edward, yo… —intentó disculparse. " Te quiero" —No, Tanya. Tú sabes que no, así que por favor, ten un poco de orgullo y no lo intentes más. Sin más, me puse en pie y me fui de allí. Me dolía haberle hecho daño, era mi amiga, pero ella se lo había buscado. Esperaba que llegase a perdonarme algún día, en el fondo Tanya era muy buena persona, sólo estaba con fundida, eso era todo. Fui hasta mi coche, hacía días que no lo tocaba, casi una semana, pero sólo entré y puse algo de música. Debussy… las notas inundaron el pequeño cubículo y mi mente se liberó por fin. Me imaginé en aquel prado que había descubierto en las colinas de Forks muchos años atrás, tumbado sobre la hierba fresca rodeado de flores. Con los cálidos rayos del sol templando mi piel y haciendo que destellara con millones de reflejos. Ese era mi mundo, mi lugar secreto, no podía imaginarme en un lugar mejor. La imagen en mi mente fue tornándose poco a poco, continuaba tumbado en el prado, mirando al cielo, observando cómo las nubes iban cambiando de forma mientras eran mecidas suavemente por el viento. Me vi tarareando una melodía que era totalmente desconocida para mí, oía los latidos de un corazón de fondo, ellos me marcaban el ritmo. Hasta podía imaginarme el olor a fresias 3
inundándolo todo… un momento, en el prado no había fresias… ¿o sí? De repente, en mi imaginación sentí algo cálido y suave entre mis brazos, quizás debería decir que sentí a alguien entre mis brazos, porque Bella estaba acurrucada entre ellos y la dicha que me inundaba era inmensa, eso no había sido un sueño, puesto que yo no podía dormir, sólo había sido producto de mí imaginación que sin saber muy bien por qué, había unido a mi prado con Bella en un único pensamiento. ¿Sería posible que eso llegase a suceder? Alice me había asegurado que estaba enamorado de ella, además lo había visto y sus visiones casi nunca fallan, ¿podría arriesgarme a enamorarme de ella? ¿Podrían un vampiro y una humana quererse sin barreras? Pero aunque la respuesta fuese que sí, no las tenía todas conmigo. Después de besarla me acobardé y huí de su casa. Seguro que ella estaba enfadada y con razón. Tenía que poner todo de mí parte para que me perdonase, para que pudiese confiar en que la quer… ¡detente Edward! ¿La quieres? Una enorme sonrisa me inundó el rostro, claro que la quería, al fin reconocí que Alice tenía razón, estaba enamorado. Pero... ¿Cómo? Apenas habíamos hablado, apenas conocía nada de ella y ya me había robado el corazón. Era impensable… pero muy cierto. Ahora quedaba lo más difícil, que ella también me correspondiese, que me perdonase por huir y que todo saliese bien. Eso sería lo más complicado, pero no tenía nada que perder… ya estaba muerto y condenado al infierno. Sin pensarlo dos veces puse el coche en marcha y me dirigí de nuevo a Forks, tenía que ver a Bella y disculparme por cómo me había marchado de su casa, fue una total descortesía por mi parte besarla tan rudamente y encima irme de allí prácticamente sin despedirme.
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La distancia, que al escapar de Forks se me pasó en un suspiro, ahora se me estaba haciendo eterna. Los metros parecían kilómetros y me daba la sensación de estar cada vez más lejos en lugar de acercarme. Pero finalmente llegué a mi casa, Alice me esperaba botando sobre sí misma en el porche. No me dio tiempo a bajar del vehículo cuando ya la tenía colgando de mi cuello diciéndome lo mucho que me quería. Juraría que estaría dispuesta a arrancarme los brazos literalmente por desaparecer de ese modo y, en lugar de eso, me esperaba casi con una ova de aplausos. —Será precioso, Edward, le encantará —decía sin perder la sonrisa. —¿De qué hablas? —le pregunté confuso, ya que no me dejaba acceder a lo que realmente pensaba. —Tu regalo para Bella, será maravilloso, ella caerá rendida a tus pies… literalmente —dejó escapar una risita mientras yo rodaba los ojos. —¿Qué es lo que voy a hacer? Si se puede saber —volví a preguntar. —Ah no… de eso nada. No voy a decírtelo, estrújate las neuronas porque esta vampira no dirá ni una palabra más sobre ese tema — dijo muy segura— Por cierto, la próxima vez que vayamos a Denali, aleja a Tanya de mí si es que valoras algo su vida. —No seas mala, sólo está confundida. No era necesario que me confirmase que lo había visto. Pobre Tanya... la compadecía, ahora tendría que soportar la ira de Alice Cullen… y eso no era nada bueno. Me pasé la noche tumbado en mi sofá mirando al techo, estrujándome las neuronas como me había dicho Alice, intentando descifrar que era lo que iba a prepararle a Bella. Alice no me había dado ninguna pista… será mala hermana.
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La mañana llegó más rápido de lo que hubiese deseado, necesitaba más horas para pensar y encontrar algo realmente bueno, pero nada venía mi cabeza. Así que no tuve más remedio que alistarme e ir al instituto con mis hermanos. Durante el trayecto en mi volvo todos iban sonriendo de oreja a oreja, pero nadie se atrevía a decir nada e intentaban pensar en cosas absurdas. Yo los miraba divertido, ya que sabía de ante mano que Emmett se moría por decir algo, pero no se atrevía, le tenía miedo a Alice que los había amenazado antes de salir de casa, no quería que nadie me dijese nada… miré a Alice de reojo conteniendo las ganas de saltar sobre ella y devolverle "el favor". Llegamos al instituto y mis ojos, casi con voluntad propia, hicieron un repaso al aparcamiento buscando la chatarra de Bella, pero no estaba… a paso humano, quizá demasiado lento incluso para llamarlo así, me dirigí a mi primera clase, tenía la ligera esperanza de poder verla, al menos aunque fuese de lejos. Y allí estaba, caminaba cabizbaja con las mejillas ligeramente enrojecidas. "Malditos Cullen, maldita Alice… ¿por qué no me dijo que volvería?" Estaba pensando en mí, aunque no del modo que me gustaría, pero al menos era algo. Entró en su clase y su esencia a fresias quedó impregnada en el aire… mi Bella. Suspiré y me dispuse a entrar yo también en mi clase. A la hora del almuerzo no me atrevía a sentarme con mis hermanos, había leído en la mente de Emmett que Bella estaría en nuestra mesa y no me atrevía a estar frente a ella sin tener las cosas claras. Hasta tenía pensado hacer pellas y no asistir a clase de biología. "Ni se te ocurra Edward" La voz mental de Alice me asustó "como no vayas a clase tu volvo las pagará y tú lo estropearás todo" Resignado asistí a clase, me senté en mi silla y a los pocos minutos oí la voz mental de Bella acercándose por el pasillo. Se detuvo en la 6
puerta y respiró sonoramente, tuve que reprimir una sonrisa… era tan humana. Entró sin levantar la mirada y yo aproveché para mirarla y admirar una vez más a la persona que había vuelto mi mundo del revés. Estaba vestida con unos simples Jeans y un suéter beige, pero aun así se veía perfecta. Sencilla... única. No podía creer que no había sido capaz de fijarme en ella antes de lo que hice, de saber mirar en mi interior y descubrir que era lo que realmente sentía por ella. Se sentó sin levantar la vista todavía, yo, aunque miraba al frente fingiendo atender a lo que Sr. Banner explicaba, por el rabillo del ojo controlaba cada uno de sus movimientos. Debía estar nerviosa porque su mente estaba bloqueada y por más que intentaba entrar había como un muro de hormigón que me lo impedía. No pude controlarme más y clavé mis ojos en ella directamente. Su pelo ocultaba parte de su rostro, pero el aire estaba impregnado excesivamente en su esencia por lo que deduje que estaba sonrojada y oía su corazón completamente acelerado. Me gustaba provocar esas reacciones en ella. Me gustaba ver como sus mejillas se teñían del más adorable de los rojos y sentir como su corazón bombeaba la sangre más deprisa. De repente levantó la mirada y la clavó en mí. —Hola — susurró mirándome a los ojos. —Hola —susurré como el tremendo estúpido que era sin saber que más decir. —¿Qué tal tu viaje? —no dejaba de mirarme y eso me ponía nervioso. —Bien, gracias —dije sin respirar, posé mi mirada en el señor Banner intentando evitar mirarla de nuevo.
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No me atreví a volver a mirarle sabía que si continuaba haciéndolo acabaría abalanzándome sobre ella y besándola como aquella vez en su casa. Así que intenté con todas mis fuerzas centrar mi atención en la clase. Bella se quedó algo seria, quizá mi comportamiento no era el mejor para que me perdonase, pero la clase de biología no era el mejor lugar para declararle mi amor incondicional… "Tranquila Bells —la voz de Emmett susurrando al oído de Bella—. Si me necesitas, sólo grita mi nombre y le doy una paliza. " Después de pensar eso la imagen de Emmett irrumpiendo en clase echando la puerta abajo dirigiéndose a mí con los ojos inyectados en sangre irrumpió en su cabeza. No pude evitar echarme reír, Bella era única. Pero tuve que disimular para que no se diese cuenta cuando ella volvió a mirarme. Sonó el timbre y salí de allí a toda prisa. El olor de su cuerpo me llamaba irremediablemente, ya no era la sed por su sangre lo único con lo que tenía que luchar. Ese olor a fresias que emanaba nublaba mis sentidos y me hacía perder la cabeza. Claro… ¡flores! Ese era el quid de la cuestión, las flores, pero no cualquier tipo de flor. Las rosas me parecían sosas e insulsas comparadas con ella. Necesitaba algo que demostrase todo lo que ella significaba para mí. Ella era hermosa, como las flores. Olía endiabladamente bien, cómo las flores. Y era frágil, cómo las flores... Eso era lo único que tenía claro… pero ¿qué flor era la que tenía que regalarle? Y lo peor… ¿cómo dársela? Tenía que ser algo que no pudiese hacer todo el mundo, para que sospechase que yo podría estar detrás de todo desde el principio. Pero bueno… eso ya lo pensaría después, lo primordial era elegir las flores. Volví a pensar en ella, era el único modo de inspirarme. Y recordé la fantasía que tuve en Denali… y la idea me impactó en la cara como 8
si fuese una bofetada, ¿cómo no me había dado cuenta antes? Las flores silvestres del prado, eran hermosas, olían bien y eran extremadamente frágiles… tal y como ella. Además era mi secreto mejor guardado, nadie conocía ese prado aparte de mí, sería como darle un trozo de mi mundo… un trozo de mí mismo especialmente para ella. No me había dado cuenta de que me había quedado paralizado en el pasillo frente a mi taquilla divagando y los demás alumnos ya estaban en sus clases, así que sin pensármelo dos veces eché a correr hacia el prado para empezar mi plan. Llegué en cuestión de minutos y en pocos segundos ya tenía un precioso ramo de flores en mis manos preparado para entregárselo. La parte difícil venía ahora, ¿Cómo dárselas? Era algo que había pospuesto pensar, y ahora ya no lo podía retrasar más. Volví al instituto y me quedé dando vueltas en el aparcamiento intentando pesar en como dárselas. Si alguien me viese en ese momento no sé lo que podría pensar. Parecía un león enjaulado, completamente nervioso y con un ramo de flores en las manos… penoso. Me quedé mirando su coche, faltaban sólo diez minutos para que sonase la sirena y todos saliesen de sus aulas, tenía que ser algo rápido si no quería esperar más… ¡Su coche! Sinceramente creo que mis neuronas no iban a la velocidad que deberían… creo que cierta fragancia a fresias me estaba afectando demasiado. Abrí la puerta intentando no romperla en dos y dejé una flor en el asiento del piloto. Esperaba que la viese y no la chafara sentándose encima. En cuanto mis hermanos salieron del instituto, Alice vino sonriendo y extendió la mano con la palma hacia arriba. La miré y sonreí dejando caer las llaves del volvo en ella. Nadie preguntó nada y se metieron en el coche para irse. Yo me escondí entre unos árboles para esperar a que Bella llegase y ver su reacción.
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No tardó en aparecer, venía con cara de aburrida y sus pensamientos no eran nada claros. Estaba apesadumbrada y me ilusioné un poco pensando que quizás era por mi culpa. Abrió la puerta del coche y se quedó paralizada mirando la flor. Una sonrisa se extendió por mi rostro cuando la vi sonreír mientras la olía… ¡le había gustado! Pero al olerla unos pensamientos cruzaron su mente: "Ahora eres lo más importante para mí, lo más importante que he tenido nunca" "Y de este modo el león se enamoró de la oveja…" "Tengo instintos humanos. Puede que estén enterrados muy hondo, pero están ahí" Lo extraño es que era yo quien le decía eso, nos veía sentados uno frente al otro en un lugar que conocía muy bien… el prado. "¿Habrá sido Edward? No lo creo… él todavía no sabe lo que significa nuestro prado" Me tensé al escuchar eso… "nuestro prado". Pero sonreí casi al instante y un calor inexplicable inundó mi pecho, Bella siempre lograba sorprenderme, pero de una cosa estaba casi seguro había acertado con las flores. Esperaba que todo saliese bien. Bella encendió el coche y se fue, yo no tardé mucho en internarme en el bosque y llegar a su casa también. Tenía que darle el resto de las flores, la cuestión era como. Lo del coche había estado muy bien, pero necesitaba algo más grande, algo que le demostrase todo lo que sentía. Llegué a su casa antes que ella, y comencé a dar vueltas en el patio trasero, pensando, estrujando cada una de mis neuronas para dar con algo que llamase al completo su atención, algo que nadie había hecho por ella nunca.
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¡Y ahí estaba! Me sorprendía a mí mismo lo lento que me había vuelto pensando, pero achaqué ese pequeño problema a que mi cabeza ahora tenía algo mucho más importante en lo que centrarse y lo demás eran minucias. Sí, tendría que ser eso, estaba cansado de leer que el amor atontaba a las personas irremediablemente, supongo que para un vampiro sería exactamente lo mismo o quizás el doble de problemático. Dejé una flor en la puerta, quizás no la vería, pero quería darle un adelanto de lo que le esperaría después. En el momento que oí llegar su coche me arrepentí, quizás lo que estaba pensando era demasiado cursi… ¿un camino de flores? Si Emmett llega a enterarse tendría tema de burla durante dos siglos o más. Pero ya era tarde para arrepentirse… además ¿qué podía perder? El "No" ya lo tenía, así qué tenía que luchar para conseguir un "sí" y lo haría con uñas y dientes. Sólo tenía que pedirme la luna para que yo fuese corriendo a buscarla. Estuvo un rato sentada en su coche, y yo escondido tras unos árboles observándola. Nunca me cansaría de hacerlo, siempre había algo en ella que me llamaba la atención y me permitía estar horas mirándola. Bajó del coche y se dirigió hacia la puerta con la flor en la mano, sonreí, que no la hubiese olvidado era buena señal. Cogió la llave sobre el alero y vio la otra flor en el suelo, se quedó paralizada de nuevo y yo dejé de respirar. ¿Cómo reaccionaría esta vez? ¿Me dejaría entrar de nuevo en su cabeza? Comenzó a temblar y cogió la flor... oliéndola como lo había hecho con la otra y otra oleada de recuerdos inundó su mente: "Irme, eso es exactamente lo que debería hacer, pero no temas, soy una criatura especialmente egoísta. Ansío demasiado tu compañía para hacer lo correcto" "Tú eres exactamente mi marca de heroína." 11
"Tonta Bella —me oí reír entre dientes—. Correr es mi segunda naturaleza, no es algo en lo que tenga que pensar." Volvía a ser yo el protagonista, eso me gustaba, pero las palabras hicieron meya en mí. En sus recuerdos continuábamos en "nuestro prado" y ya me encantaba pensar en él de ese modo, siempre sería algo nuestro a partir de ese momento, aun siquiera haber estado allí con ella más que en su imaginación y también en la mía. Una lágrima rodó por su mejilla y necesité de todo mi autocontrol para no salir corriendo de allí a consolarla. No sabía si lloraba de felicidad o porque recordar le hacía daño. Pero de algo me di cuenta, tenía que saber más sobre ese sueño, tenía derecho, ¿cierto? Yo formaba parte de él, así como el resto de mi familia, tenía todo el derecho de saber lo que pasaba y lo que no. Pero eso tenía que esperar, lo primero era lo primero. Suspiró y entró en la casa cerrando la puerta de un portazo, yo me quedé escondido tras el árbol adivinando sus movimientos por lo poco que me dejaba ver en su mente y los ruidos que hacía. Estaba en su cocina poniendo las flores en agua. Era ahora o nunca. A velocidad muy poco humana entré la casa sin hacer ruido. Miré con cuidado de que no me viese y la vi de espaldas a la puerta de la cocina admirando las flores dentro de un vaso con agua. Me moría de ganas de acortar esa poca distancia que nos separaba y estrecharla entre mis brazos, pero me contuve… Dejé una flor en cada escalón, había leído en su mente que iría poner las flores en su habitación que estaba en el piso de arriba, así que inevitablemente tenía que pasar por allí. Me escondí en un armario para ver su reacción. Salió de la cocina y se quedó paralizada al pie de las escaleras. Su cara se ruborizó como de costumbre, despertando de nuevo en mí los deseos de estrecharla en mis brazos y no dejarla ir jamás.
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Oía su corazón latiendo a toda velocidad y ese sonido era como música para mis oídos. Volvió a llorar y yo me maldije por ser el causante de esas lágrimas. Aunque fuese de alegría, nadie merecía sus lágrimas y yo el que menos. Sus manos temblaban y sin querer derramó parte del agua que llevaba en el vaso de las flores, hice una nota mental para limpiarla luego. Después de unos minutos en trance recogió torpemente todas las flores colocándolas en el vaso con las otras. Me hubiese encantado ayudarla, pero no sabía cómo iba reaccionar al verme en su casa, así que me contuve y continué observando. Entró en su habitación y dejó las flores en su mesita de noche mientras yo ahora estaba tras la puerta entre abierta mirando por la rendija. Me sentía un voyerista indecente en ese momento, parecía que la estaba acosando. Era totalmente ilógico y estaba casi seguro de que si ella llegase a enterarse se asustaría y se alejaría de mí. Pero ni siquiera ese pensamiento hizo que mi cuerpo se moviese de su escondite y se alejase. Era como si esa pequeña y frágil humana tuviese gravedad propia y me atrajese hacia ella sin poder, ni querer, hacer nada para evitarlo. Olió las flores y otra vez su mente procesó varios recuerdos: "Que león tan morboso y masoquista" "Vamos, pequeña cobarde, súbete a mi espalda." "¿Sigues estando débil a causa de la carrera? ¿O ha sido mi pericia al besar?" La había llevado a mi espalda mientras corría, nunca había pensado que podría llegar a hacer algo así, pero la idea me gusto. Compartir una de mis grandes pasiones con ella, correr libre entre los arboles rodeado por sus brazos. Y uno de sus recuerdos más importantes… la besé. Aunque me asustó el saber que luego se debilitaría. Pero solo me asusté un poco, ya la había besado una vez y no había
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pasado nada… aparte de que me fui corriendo como un cobarde, pero eso era mejor olvidarlo. Bella sonreía entre lágrimas de nuevo. Y yo casi temblaba por la necesidad de abrazarla de una vez, pero no sé cómo me contuve. Se tumbó en su cama y por el sonido de su respiración supe que se había quedado dormida. Entré en su habitación con cuidado de no hacer ruido, todo estaba tal y como lo recordaba de la última noche que pasé allí, la noche antes del accidente con Tyler. Sus libros, su ropa, ella sobre la cama… parecía dormir tranquila, estaba acurrucada hecha una bolita y no creí haber visto en mi vida una estampa más adorable. No pude contenerme más y arrodillándome en el suelo frente a ella acaricie su rostro. Su piel pálida, tersa, cálida… miles de descargas eléctricas recorrieron mi cuerpo en cuanto mi mano hizo contacto con su mejilla. Acaricié también su sedoso pelo, desenredándolo con mis dedos y dejándolo caer delicadamente sobre sus hombros. Sin saber muy bien por qué, aquella melodía que había tarareado en Denali encerrado en mi coche, acudió a mi cabeza. Mis labios comenzaron a entonar suavemente y la melodía fue creciendo y tomando forma poco a poco. Me estaba dejando llevar, lo sabía. Sabía que quizás dejarme enamorar como lo estaba haciendo era el peor error de mi vida. Pero nada importaba, esa chica que descansaba ante mí, sonriendo mientras mis manos la acariciaban, susurrando mi nombre entre sueños… esa chica lo merecía todo, sabía que sería capaz de hacer cualquier cosa por ella. Después de un par de horas se removió intranquila, sabía que era el momento de que me marchara, pero no me sentía con fuerzas para hacerlo. Quería estar con ella, quería ver sus ojos una vez más. ¿Y para qué negarlo? También quería besarla. Mis labios todavía dolían después de días añorando el contacto con los suyos. Pero no era posible, tenía que dar pasito a pasito para no equivocarme de nuevo. 14
Me levanté y bajé hasta la cocina con cuidado, quería dejarle algún regalo más antes de marcharme. Algo que recordara y le hiciese saber cuán importante era para mí. Encontré lápiz y papel y pensé en dejarle una nota. Algo sencillo pero que transmitiese un poco de lo que sentía. Pensé durante unos segundos y la inspiración no tardó en hacer acto de presencia. "Una flor debe estar entre flores" Dejé el escrito colgado en su nevera y me dispuse a irme, cuando caminaba por el pequeño pasillo hacia la puerta de entrada miré hacia el salón y vi unas cuantas fotografías sobre la repisa de la chimenea. Mis pies, con voluntad propia, se encaminaron hacia allí, en todas estaba ella cuando era niña. Se la veía adorable, me hubiese gustado conocerla hace años y ver como su cuerpo iba cambiando poco a poco. Ver como se convertía en la chica que ahora era y esperaba poder ver como se convertía en la mujer que estaba seguro que sería. Me di la vuelta y me encaminé de nuevo hacia la puerta, pero pasó algo totalmente extraño para un vampiro, y sobre todo para mí, tropecé con una mesa haciendo un poco de ruido, miré hacia abajo y descubrí que una de sus patas se había roto… tragué en seco… oh oh… el estar enamorado estaba acabando conmigo… ¡hasta me había vuelto torpe! Un vampiro torpe ¿dónde se ha visto eso? Bella no tardó en bajar alertada por el ruido y me escondí de nuevo en el armario para que no me viese. Bajó las escaleras con el miedo pintado en su cara y al llegar al final de estas se cayó al suelo. Yo di un bote en el armario dándome un golpe con el techo de este contuve las ganas de salir a ayudarla y me maldije mil veces más por haberme olvidado de limpiar el agua que había derramado antes. ¿Se puede ser más idiota, Cullen? Bufó enojada y se fue a la cocina, tiempo que aproveché para salir de mi escondite dispuesto a irme, pero la curiosidad me pudo de nuevo 15
y esperé para ver su reacción al leer el escrito. Me asomé de nuevo a la puerta de la cocina y la vi con la nota en una de sus manos y con la otra se agarraba el pecho. Su corazón latía tan rápido que me asusté, ¿eso sería bueno? Tampoco oía su respiración, y eso estaba seguro de que no era bueno, los humanos necesitan respirar ¿No? Ella misma contestó a mi pregunta cuando la vi caer. Mi cuerpo reaccionó al instante y la tomé entre mis brazos evitando que llegase al suelo. Como tanto había deseado antes, su cuerpo descansaba inmóvil entre mis brazos y no pude evitar admirar su belleza una vez más. ¿Pero qué era lo que me había hecho esa humana? No podía dejar de mirarla, no podía dejar de pensar en ella, no podía concentrarme en nada, ¡hasta me había vuelto torpe! De algo estaba seguro, ella había marcado un antes y un después en mi vida, Edward Cullen no sería el mismo desde el momento en que sus ojos se cruzaron con los de ella aquel día en la cafetería del instituto. Con cuidado la tumbé en el sofá, y acaricié su rostro una vez más, tenía una ligera sonrisa en sus labios y no pude evitar delinear la forma de estos con mi dedo pulgar. Ansiaba volver a besarla, volver a sentir el calor que emanaba de ellos, saborear una vez más la dulzura de sus besos. —Edward, no te vayas… quédate conmigo —su susurro hizo que la respiración se quedase atorada en la tráquea. Quería que me quedase con ella. Quería estar conmigo. Sonreí ampliamente, creo que nunca esbocé una sonrisa tan grande ¡Bella me quería! Unos golpes en la puerta me sacaron de mi ensoñación y mi cuerpo se tensó. "Abre la puerta imbécil" Los pensamientos de Emmett no eran nada amigables. 16
A regañadientes me alejé de Bella y fui hasta la puerta. Al abrir una cara sonriente me esperaba al otro lado. —Alice me lo ha contado —susurró y yo fruncí el ceño—. Te traigo una mesa nueva. Podía notar el esfuerzo sobre vampírico que estaba haciendo para no estallar en carcajadas. Rodé los ojos y me hice a un lado para dejarlo pasar. Entró sin hacer ruido y colocó la mesa en su sitio llevándose la rota consigo. —Si rompes algo más... llámame —volvió a decir con una sonrisa. Puse mi cara más feroz y el salió corriendo, pude oír su escandalosa risa perdiéndose por el bosque. Esta no la olvidaría en mucho tiempo… la que me esperaba. Me senté en uno de los sillones esperando que despertase. Después de oírla susurrar mi nombre lo último que quería era dejarla sola. Esperaría al menos hasta que despertase y luego me escabulliría sin que me viese. —Te quiero. Dejé de respirar y todos los mis músculos se tensaron. —Edward, te quiero. No me lo podía creer… ¿Ella…? ¿Bella me…? ¡Oh Dios! ¿Había oído bien? ¿Ella me quería? No, no podía ser cierto… tendría que estar soñando, sí, seguro que era eso, un sueño… nada importante. ¡No! Yo no soñaba… ¡no dormía! Producto de mi imaginación entonces, sí… sí… mi imaginación. —Edward… te quiero. Madre mía, Dios, buda, Alá, Rá, Yaveh... y todos los demás dioses que conozco, una alineación estelar, un eclipse imposible, algo en los astros que era casi impensable. Pero algo extraño tenía que estar 17
pasando para que el calor que sentía en mi pecho fuese real. Podría hasta jurar que sentí un latido de mi muerto corazón ¿Sería eso posible? Tendría que preguntárselo a Carlisle después. Noté mis ojos ardiendo y me escocían, sabía que si pudiese estaría llorando. ¡Bella me quería! Y yo era completamente feliz, aunque me asustaba terriblemente todo lo que estaba sintiendo. Hacía poco más de un mes que conocía a esa chica y ya se había convertido en el eje de mi mundo y en mi centro de gravedad. Me había enamorado de ella casi sin conocerla y sentía que, aunque todo era un error, las cosas eran como debían ser. Noté que la respiración de Bella había cambiado, ahora estaba despierta pero sus ojos continuaban cerrados. Suspiré ¿Sería que no quería verme? Durante un momento pensé irme como en mi plan inicial, pero sabiendo lo que ahora sabía no me sentía con fuerzas para hacerlo. Bella me quería… "No abras los ojos Bella, no, no, no, no…"pensaba. Me acerqué a ella de nuevo y acaricié su mejilla suavemente, su pulso volvió a acelerarse y no pude reprimir las ganas de besarla de nuevo. Pero no quería asustarla, así que besé su frente y el calor que emanaba de su piel templó mis labios. —Bella, abre los ojos —casi supliqué— por favor, mírame. Necesitaba verlos, necesitaba leer en sus ojos lo que había dicho con palabras. Y así fue, sus ojos se abrieron y al fin pude asomarme a las ventanas de su alma. Sentí como mi pecho se templaba de nuevo, ella tardó en verme porque estábamos a oscuras, pero no me importó, mis ojos veían los suficientemente bien como para poder admirar poro a poro la belleza de su piel. —¿Me perdonas? —en ese momento no sabía exactamente por qué, pero tenía que perdonarme. —¿Por qué? —su voz sonó algo ronca. 18
—Por ser un estúpido, por estar ciego… por no ver como en realidad eres —las palabras abandonaban mis labios atropelladamente. Y uno de mis dedos, con autosuficiencia propia, acarició su rostro de nuevo, perdiéndose en la suavidad de su piel. "Bésame y deja de decir tonterías de una vez" ese pensamiento me sorprendió, pero me gusto en sobre manera. Me acerqué lentamente a ella hasta rozar nuestros labios, sonreí contra ellos y sentí que dejaba de respirar de nuevo, no quería eso. Quería que disfrutase y me devolviese el beso, quería tenerla consciente entre mis brazos para que escuchase todo lo que tenía que decirle. —Respira, por favor —le pedí. Y la besé suavemente, intentando rememorar el recuerdo de aquel primer beso y con solo ese leve contacto mi cuerpo vibró en respuesta. La necesidad de besarla de nuevo fue superior a mis fuerzas y no puede evitarlo. Nuestros labios chocaron otra vez enviando mil sensaciones diferentes a través de mis secas venas. Era como una droga, ahora entendía aquel pensamiento que tuvo al oler las flores: "Tú eres exactamente mi marca de heroína." Así era, necesitaba más y más de ella, pero no era su sangre lo que mi cuerpo me pedía a gritos, era su piel, sus labios, su aroma, su corazón latiendo contra mi pecho… ¡era ella! Mis manos se aferraban a su frágil cuerpo, tal vez evitando que fuese solo una fantasía y se fuese volando. La necesitaba, la necesitaba más cerca. La cogí en brazos y la senté en mi regazo, su calor me envolvía de tal modo que parecía que estaba volando en lugar de estar sentado sobre el sofá. Tuve que detener el beso, mis instintos humanos y primitivos estaban saliendo a flote. Era totalmente nuevo y extraño para mí, pero la sensación de placer era inigualable. 19
La estreché contra mi pecho, no necesitaba palabras, esperaba poder transmitirle a través de mi abrazo todo lo que sentía por ella. Ella también permaneció en silencio con su cabeza apoyada en mi hombro. Y sentí que ese era su lugar, encajaba perfectamente sobre mi regazo, mis manos se amoldaban sin esfuerzo a su figura, a su piel, mis labios sabían exactamente donde besar. Era como si mi cuerpo y mi consciencia fuesen creados exactamente para ella, para amarla. Porque sí, sentía que la amaba, con cada una de las células de mi cuerpo, con cada suspiro que abandonaba mis labios. Aquella suave melodía volvió a irrumpir en mi cabeza e inconscientemente comencé a tararearla, la sentí sonreír contra mi cuello y su cálido aliento chocó con mi piel haciéndome estremecer. "Mi nana… cómo la echaba de menos" Me sorprendí ante ese pensamiento… ¿por qué Bella siempre me sorprendía? También la nana debía estar en su sueño, que difícil era sorprenderla a ella. Pero, aunque poco a poco iba descubriendo cosas sobre ese extraño sueño, la curiosidad era muy grande y necesitaba saber más, saberlo todo. Escuché un coche acercarse por el camino, recé para que no fuese el jefe Swan, pero cuando el coche se detuvo a la puerta de su casa supe que mis plegarias no habían sido escuchadas. —Charlie —murmuró Bella en mi regazo completamente tensa. Me puse en pie y la dejé delicadamente sobre el sofá, me acerqué a ella para oler su esencia de fresias una vez más. —Te espero arriba— susurré en su oído antes de besarla en el cuello. Quería probar mi autocontrol y no fue ningún problema. Me escabullí rápidamente por las escaleras y me senté sobre su cama a esperarla, envuelto en su esencia, acariciando una de sus ropas que todavía conservaba su olor. 20